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RELACIONES INTERNACIONALES
ZONAS POLARES.- son zonas de gran valor económico por sus grandes reservas de
recursos renovables y no renovables.
Antecedentes.- La historia del continente es bastante reciente. Los primeros datos sobre su
existencia comienzan inmediatamente después del descubrimiento de América.
Algunos citan la expedición de Américo Vespucio (1501) como la primera de las posibles
aproximaciones a la Antártida, aunque según el E. J. Fitte alcanzó los 52° de latitud sur,
pero es imposible haber encontrado territorios a esa latitud. El capitán Destéfani sostiene
que pudo haber descubierto las Islas Georgias del Sur. Otros autores creen que estas Islas
fueron descubiertas en la expedición de 1520 encabezada por Fernando de Magallanes.
Hacia fines del siglo XVI el británico Francis Drake alcanzó los 57° de latitud sur. La
expedición francesa de Bouvet navegó en 1738 a lo largo de los campos de hielo y por
primera vez divisó un témpano tabular, clásico del antártico.
En 1756 la nave española “León” llevó noticias sobre una tierra descubierta a las 55° de
latitud sur, al sur del Cabo de Hornos. Hay quienes afirman que avistó la Isla San Pedro,
nombre originario de las Georgias del Sur. En 1762 la nave “Aurora”, de la misma
nacionalidad, descubrió las Islas Cormorán a los 55° de latitud sur.
Sucedió a esta etapa de los viajes expresamente destacados para descubrir o destacar la
existencia de lo que se llamaba “terra australis incognita”. En ella se perfila con caracteres
propios de la figura de James Cook quien circundó la Antártida entre 1768 y 1775 pero
nunca llegó.
La etapa “argentina” se inicia en el siglo XIX se trata de una etapa marcada por los
intereses económicos, razón por la cual las primeras expediciones de foqueros argentinos,
con matrícula de Buenos Aires, mantuvieron en secreto los sitios a los que concurrían
habitualmente en busca de sus presas.
Este hecho abrió las puertas a la Antártida, de ahí que podamos sostener, que el
descubrimiento del continente helado le correspondió a esos foqueros que no solo la
avistaron, sino que desembarcaron, y fijaron con precisión en las respectivas cartas náuticas
el lugar al que concurrían habitualmente para cumplir con sus actividades.
En 1819 fue enviado por el Zar de Rusia el Barón Fabián Amado de Bellinghausen, quien
descubrió las islas Pedro I y la Tierra de Alejandro I, esta última dentro del sector antártico
argentino. En el mismo año se cree que arribó a la misma región el navegante inglés
William Smith, quien hacía la derrota desde y hacia el puerto de Valparaíso en Chile,
extendiendo cada vez más al Sur su paso por el Pasaje de Drake en un intento de descubrir
el continente en las condiciones que ya lo había intentando James Cook. En 1822 navegó la
zona otro británigo, James Weddell. Algunos autores lo consideran también descubridor de
la Antártida, ya que fijó la ubicación de las Shetland en cartas náuticas, región navegada en
la misma época por Jorge Powel y Nathaniel Brown Palmer. La latitud alcanzada por
Weddell sólo pudo ser reeditada posteriormente por las expediciones de Filchner (1912),
Shackleton (1915) y Ogara (1955).
Por otra parte las actividades de los cazadores de ballenas en las proximidades de las
Shetland del Sur fueron importantísimas para el conocimiento de la región.
Si bien sobre finales del siglo XIX se llevaron a cabo expediciones científicas al continente
helado, fue recién cuando los hombres de ciencia se convencieron de que debían conocer
mejor las tierras polares australes para comprender mejor la formación del Universo, que
comenzó la etapa de investigaciones científicas.
En 1901 una expedición sueca llegó a la zona del mar de Weddell a bordo del “Antartic”.
Luego de dos años en el hielo a causa de la imposibilidad de relevamiento por parte del
buque de la expedición, los científicos fueron rescatados por el Capitán Irízar, al mando de
la Corbeta Uruguay, de matrícula Argentina. Este hecho marca uno de los títulos en
virtud de los cuales nuestro país reclama su sector en la Antártida, ya que implica el
ejercicio de la jurisdicción en una región recibida de España a título de sucesión de
Estados.
En 1911 Ronald Amundsen alcanzó finalmente el Polo Sur, triunfando en la carrera que
había emprendido Robert Scott.
Durante ese conflicto se creó en nuestro país la Comisión Nacional del Antárito (1940),
hecho al que sucedió la creación de diversas bases antárticas argentinas, comenzando por el
Destacamento Naval Melchior en el archipiélago del mismo nombre (1941). Concluido el
enfrentamiento, se reiniciaron las actividades por parte de los países europeos, creándose
organismos especializados en diferentes países.
Con el establecimiento de bases permanentes por parte de los australianos en 1947 y 1954
en las Islas Heard y Macquarie y en la Tierra de Mc Robertson respectivamente, se inició el
Año Geofísico Internacional, de capital importancia para este continente.
El sector reclamado por la República Argentina a partir de 1957 abarca desde los 25° y los
74° de Longitud Oeste, puntos marcados por los extremos del territorio nacional, siempre
con límite norte en el paralelo de 60° de Latitud Sur, coincidiendo así con el límite del
Tratado Antártico.
La República de Chile reclama desde 1940 el sector entre los 53° y los 90° de Longitud
Oeste. En este caso no hay límite norte.
Gran Bretaña estableció su reclamo en las Dependencias de las Islas Malvinas y fijada entre
los meridianos de los 20° y los 80° de Longitud Oeste, en las condiciones establecidas por
las Cartas Patentes de 1908 y 1917 que citamos en relación al tema de Malvinas.
TEORÍA DEL SECTOR.- La teoría de los sectores polares fue ideada por el senador
canadiense Pascal Poirier en 1907 para justificar las reclamaciones de los países adyacentes
al polo norte. Fue luego extrapolada al polo sur con diversas variantes, debido a la mayor
discontinuidad geográfica.
La teoría es una variante del principio de contigüidad geográfica, señalando que las
regiones polares no son más que prolongaciones de los países que rodean al polo, y por lo
tanto deben estar bajo la soberanía de esos países, de acuerdo a las reglas de la
accesión.
- El caso de Reino Unido.- en 1908 inició las reclamaciones antárticas proclamando sus
derechos territoriales sobre los territorios que constituían las dependencias de las Islas
Malvinas. Sin embargo, los límites establecidos no se correspondían con la prolongación de
esas disputadas posesiones británicas, extendiéndose más hacia el oeste abarcando toda la
península Antártica. En 1917 el reclamo fue modificado, aplicando la Teoría de los
Sectores Polares a la Antártida, limitándose a las áreas al sur del paralelo 60°S y entre los
meridianos 20° y 50° de longitud oeste.
- Francia.- la Tierra Adelia fue reclamada en 1924, negociando con Australia logró fijar su
jurisdicción en 1938, en el sector limitado por los meridianos 136° 11´E y 142° 02´E.
- Noruega.- Rechazando la Teoría de los Sectores Polares en el Ártico, Noruega fijó sus
límites en 1939 entre los sectores reclamados por el Reino Unido y por Australia, sin fijar
extensión de ambos meridianos.
- Chile.- en 1940 proclamó su soberanía sobre parte de la Antártida, entre los meridianos 53°
longitud Oeste de Greenwich y 90° longitud Oeste de Greenwich.
- Argentina.- en 1904 adquirió la estación meteorológica en la Isla Laurie, manteniendo la
ocupación permanente hasta el día de hoy. En 1942 declaró sus derechos antárticos entre
los meridianos 25° y 68° 24´ adhiriendo a la Teoría de los Sectores Polares. En 1957
establecieron el límite norte definitivo en el paralelo 60° de latitud sur.
- Estados Unidos y la URSS.- EEUU no reconoce la Teoría de los Sectores Polares en el
ártico y tampoco en el antártico, sin embargo, la posición de Rusia (que sucedió en
derechos a la URSS) es diferente respecto de la teoría, que sí reconoce en el ártico, pero no
acepta su aplicación en la Antártida. Ninguno de los dos países hizo reclamaciones
antárticas, pero al firmar el Tratado Antártico hicieron reserva de sus derechos a realizarlas.
2. Sistema del Tratado Antártico. La influencia del contexto internacional. Evolución. El
tema en Naciones unidas. Influencia en las organizaciones no gubernamentales.
Tratado antártico. Partes. Tipos de miembros. Ámbito geográfico de aplicación. El
paraguas de soberanía del artículo IV. Utilización pacífica del continente antártico.
Libertad de investigación y cooperación científica internacional. Reuniones
consultivas. Procedimiento para la modificación del Tratado. Plazo de Vigencia.
Protocolo al Tratado Antártico sobre protección del Medio Ambiente.
- Uso exclusivo para fines pacíficos. Ello no implica que el personal militar sólo
puede llevar adelante actividades para fines pacíficos.
- Libertad de investigación científica y cooperación internacional, lo que incluye:
o Intercambio de información
o Intercambio de personal científico
o Intercambio de observaciones y resultados científicos
El ámbito de aplicación territorial es el área que se encuentra al sur de los 60° de latitud sur,
en esta zona se establece el congelamiento de los reclamos de soberanía. Ninguna
disposición del tratado se interpretará:
Dado que no contiene normas relativas a su terminación, podría afirmarse que se ha creado
un régimen permanente, que debido a la inclusión de todas las partes interesadas, parece
haber establecido un régimen internacional vinculante sobre todos.
Establece también un sistema de reuniones consultivas, de las que participan con voz y
voto los Estados que son partes consultivas del Tratado, que son aquellas que demuestren
un interés en la Antártida, mediante la realización de investigaciones científicas
importantes, como el establecimiento de una base o el envío de una expedición científica.
Uno de los más recientes desafíos surgidos para el Sistema del Tratado Antártico ha sido la
llegada masiva de turistas a la región. Por ello, se han adoptado una serie de normas con el
objetivo de preservar la seguridad de la vida humana en el mar y la protección del medio
marino respecto de derrames de combustible.
Desde 1959 otros 41 países adhirieron al Tratado. De acuerdo con el artículo IX-2, ellos
también tienen derecho a nombrar representantes para participar en las reuniones, mientras
demuestren su interés en la Antártida mediante la realización en ella de investigaciones
científicas importantes. 17 de las Partes adherentes han desarrollado actividades en la
Antártida de acuerdo con esta posición, y, consecuentemente, existen en la actualidad 29
PARTES CONSULTIVAS en total. Las 24 partes NO CONSULTIVAS son invitadas a
asistir a las reuniones pero no participan en la toma de decisiones.
En 1948 EEUU propuso que la Antártida quedara bajo tutela de las Naciones Unidas a
manera de un fideicomiso administrado por Argentina, Australia, Chile, Frnacia, EEUU,
Reino Unido y Nueva Zelanda, pero la idea fue rechazada. Luego propuso alguna forma de
internacionalización de la Antártida, lo cual también fue rechazado. En 1956 y 1958 la
India intentó llevar la cuestión antártica a la Asamblea General de la ONU sin ningún éxito.
La ONU elaboró en 1956 la I Conferencia de Ginebra sobre el Derecho del Mar en 1958,
llamada a regular mediante cuatro convenciones el mar territorial, el alta mar y, por primera
vez, la plataforma continental, la zona contigua, la pesca y la conservación de los recursos
vivos del mar. En 1960 se convocó a la II Conferencia con el objeto de establecer un mar
territorial de seis millas, junto a otras seis millas adicionales optativas de derecho exclusivo
de pesca, que fracasó por no alcanzar la mayoría requerida para el acuerdo.
La III Conferencia dio lugar a una verdadera “Constitución para los Océanos”, entre los que
podemos mencionar la pesca, la delimitación de áreas marítimas, la protección y
preservación de medio marino, la investigación científica, los regímenes del mar territorial,
la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y la Alta Mar, los fondos marinos y oceánicos, la
navegación por los estrechos internacionales, etc.
Con respecto a las islas, en materia de delimitación, la Convención distingue entre islas y
rocas. Las primeras son comparables al territorio continental al atribuirles mar territorial,
zona contigua, ZEE y plataforma continental. Las rocas, por su parte, al no ser aptas para la
habitación humana o poseer vida económica propia, sólo pueden tener mar territorial y zona
contigua.
- Mar Territorial.- se lo puede definir como la franja de mar adyacente a las costas
de un Estado, cuya anchura no exceda las 12 millas. En este espacio el Estado
ribereño posee plena soberanía, así como su lecho, subsuelo y el espacio aéreo
correspondiente.
Estas disposiciones fueron establecidas para conciliar equilibradamente los intereses
del comercio internacional, para evitar las controversias que puedan surgir entre la
navegación internacional y el interés del Estado de adoptar medidas de seguridad,
como ocurre con el derecho de paso inocente de buques mercantes.
Por PASO INOCENTE se entiende una navegación rápida, ininterrumpida y
pacífica que no resulte perjudicial para la paz, el buen orden o la seguridad del
Estado ribereño, pudiendo ser regulada o suspendida por el mismo.
Con respecto al derecho de paso de los buques de guerra, se acordó que éstos
poseerían derecho de paso, pero que los Estados ribereños podrían tomar las
medidas de seguridad que estimen necesarias.
El Estado ribereño puede, sin limitación alguna, reglamentar y reservar para
sus nacionales el aprovechamiento de los recursos vivos y no vivos, así como
prohibir y/o regular el sobrevuelo de las aeronaves de terceros Estados.
- La zona contigua.- es un área adyacente al mar territorial, en el cual el Estado
ribereño puede ejercer el control necesario para evitar las infracciones a las normas
de policía en materia aduanera, migratoria, sanitaria y fiscal mediante la inspección,
verificación y advertencias a fin de prevenir eventuales infracciones en las áreas
territoriales.
Posee una anchura máxima de 24 millas marinas contadas desde la línea de base,
sobre la cual el Estado costero posee, además de la jurisdicción referida, derechos
de soberanía, por encontrarse la misma dentro de la ZEE.
En esta zona, el Estado ribereño realiza una función de policía al poseer jurisdicción
ante la necesidad de prevenir ilícitos en su mar territorial y, asimismo, por razones
de seguridad del mismo.
Debe distinguirse a la ZEE del Mar Territorial, ya que los derechos del Estado ribereño
sobre la primera no son iguales a los que posee sobre esta última, toda vez que los derechos
del Estado ribereño en la ZEE no tienen origen en el ejercicio de la soberanía territorial y
que posee una serie de limitaciones que no existen en el mar territorial.
Entre las cuestiones atinentes a la actividad pesquera, los Estados extranjeros deben
observar las medidas de conservación establecidas por el Estado ribereño.
Los terceros Estados tienen, además de los recursos de pesca excedentes, todos los
derechos inherentes a las libertades de navegación y sobrevuelo, así como para el tendido
de cables y tuberías submarinas.
Para que el límite sea definitivo debe ser aprobado por la Comisión de Límites de la
Plataforma Continental.
Para los Estados ribereños que no disponen de plataforma continental, o las mismas sean
reducidas, se les reconoce el ejercicio de los mismos derechos hasta una distancia de 200
millas sin importar la profundidad ni la constitución de la plataforma misma.
ALTA MAR.- es el espacio marino que comprende todas las partes del mar no incluidas en
la ZEE, el mar territorial, las aguas interiores de un Estado, y las aguas archipelágicas de un
Estado archipelágico. Comienza donde finaliza la ZEE, estableciendo un ámbito en el que
ningún Estado puede ejercer soberanía y, en consecuencia, abierto a todos los Estados, ya
sean ribereños o sin litoral, rigiendo las siguientes libertades del mar: navegación, pesca,
sobrevuelo, investigación científica, construcción de islas artificiales, tendido de cables y
tuberías submarinas, etc.
La jurisdicción en el alta mar corresponde, en principio, al Estado del pabellón del buque.
Los buques de guerra, al igual que los buques públicos utilizados por un Estado con fines
no comerciales, gozan de inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado que no
sea el de su pabellón.
Con relación a la pesca, la Convención dispone el derecho de todos los Estados a que sus
nacionales realicen actividades pesqueras, al tiempo que los obliga a adoptar las medidas
necesarias para la conservación de los recursos, para lo cual la Convención prevé la
cooperación, incluso mediante el establecimiento de organizaciones subregionales o
regionales de pesca.
Los Estados en situación geográfica desventajosa son aquellos que, a pesar de ser ribereños,
se encuentran en situación geográfica desventajosa, ya sea por la configuración de su costa
o la conformación de sus espacios marítimos, entre otros, se hallan imposibilitados de
reivindicar una ZEE o sólo obtienen un fragmento incompatible con las necesidades
alimenticias y económicas de sus habitantes.
A estos Estados debe reconocérseles su derecho al mar y desde el mar, así como la libertad
de tránsito requerida para su acceso y disponiendo el trato igualitario de los buques que
enarboles el pabellón de éstos, como aspectos más destacados.
La construcción del derecho del espacio ultraterrestre se fundamenta sobre dos grandes
principios: el de libertad de exploración y utilización del espacio y el de no apropiación de
ese espacio por ninguna entidad estatal o no estatal, persona física o jurídica.