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DEUDA
DEUDA
En los últimos años la clase trabajadora española ha visto perpleja como sus
derechos económicos y sociales se acotaban. La brutal destrucción de empleo,
junto a los duros recortes que ha padecido nuestro limitado Estado del Bienestar
sumado al drama de los desahucios, todo ello en conjunto, explican el origen del
drama económico-social que vivimos.
¿Era esta catástrofe inevitable? Si nos situamos a años previos al colapso de nuestra
economía, si. El desmesurado gasto público sumado a un excesivo consumo por
parte de los hogares, provocaron que las tasa de endeudamiento crecieran hasta
alcanzar niveles preocupantes. Todo ello en cuento a deuda pública. Estos excesos
de ayer se están pagando hoy, el recibo de la deuda. Pero debemos recalcar la
escasa capacidad de estado para recaudar medios a través de la vía impositiva, que
constituyen un 30.4 del PIB (ocho puntos por debajo de la media ponderada de la
UE). Cabe destacar que este hecho se conjuga junto a unas tasas impositivas que
adoptan un carácter cada vez más regresivo. La clase trabajadora ha ido
progresivamente contribuyendo con un mayor porcentaje de sus ingresos a
diferencia de la reducción impositiva que han gozado las clases capitalistas. (En el
período 2000-2009, los impuestos sobre las rentas del trabajo han aumentado un
5,4%, y las rentas que obtiene los capitalistas ha disminuido u 15,9%). En
resumen, tenemos un Estado con críticas tasas de endeudamiento, una capacidad
impositiva exigua y cada vez más regresiva.
Pero… en medio de este horizontes ¿Quien podría estar dispuesto y medios para
comprar títulos de deuda adicionales que el estado necesitaba colocar?
En los primero años de crisis 2007 y 2008 se inician los programas de rescate
bancario. Se comienza a canalizar dinero del sector público al sector financiero
tanto de forma directa como indirecta, (planes de compra de activos y el
establecimiento de una línea de avales para emisiones, transferencias directas, o la
creación del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, FRO entre otros
medios).Con dichos recursos los bancos atendieron un porcentaje de sus deudas,
pero no autorizaron créditos. Es difícil cuantificar los recursos inyectados en el
sector privado ya que estas operaciones incluyen desembolsos inminentes y avales
(de activos sobrevalorados) que no se pueden contabilizar plenamente. La
estimación más conservadora es la de la Comisión Europea, sus fuentes y datos
apuntan a que conforman dicha inyección fue de 10800 millones de euros, junto a
55830 millones en concepto de avales y garantías, sin olvidar la política de barra
libre llevada a cabo por el Banco Central Europeo, ofreciendo crédito sin limite a
un tipo de interés por debajo del de mercado (entre el 1% y 1,5%), constituye una
forma de “regalar” dinero a estas entidades.
Esta sucesión nos lleva entrar en una “ suerte de reciclaje de dinero”: la banca que
obtiene dinero público a unos tipos de interés muy bajos, o regalado, adquiere los
títulos de deuda que el Estado tiene que lanzar, para obtener la financiación
necesaria para las acciones de rescate bancario, presentando un diferencial de
intereses “trascendental”. El sector privado financiero (tanto español como
extranjero) posee la cuasi integridad de la deuda pública lanzada (Donde los
bancos españoles poseen cerca de la cuarta parte de este total)
Los riesgos fundamentales que podría hacer que España entrara en una trampa de
deuda, (deducidas de la dura depresión de demanda) son;
Aún así, el Banco de España confesó a finales de 2011 que las perspectivas para
2012 para el sistema financiero español sería poco alentador, ya que predecía un
aumento del índice de morosidad, generando graves problemas de solvencia. Antes
estas circunstancias los mercados se dificultaría el traspaso de recursos desde el
astado necesarios para ayudar a dichas entidades problemáticas, llevando a los
mercados financieros intencionales a cerrarse en mayor medida para la deuda
privada como para la pública. Sanear el sistema financiero español exige
instrumentos de ámbito europeos capaces de aplazar su deuda, de transferir al
futuro.