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FEMINISMOS PERIFÉRICOS,

FEMINISMOS-OTROS:
UNA GENEALOGÍA FEMINISTA
DECOLONIAL POR REIVINDICAR
PERIPHERAL FEMINISMS, FEMINISMS-OTHERS:
A FEMINIST DECOLONIAL GENEALOGY TO CLAIM
Rocío Medina Martín Recibido: octubre de 2013
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla Aceptado: diciembre de 2013
[rmedmar@upo.es]

Palabras claves: Feminismos poscoloniales, feminismo decolonial, feminismo negro, feminismo lesbiano y
feminismo chicano
Keywords: stcolonial feminism, decolonial feminism, black feminism, lesbian feminism and Chicana feminism

Resumen: El presente trabajo pretende indagar en una genealogía femi-


nista-otra que desde los años 60 y 70 viene cuestionando el racismo,
el clasismo y el heterosexismo epistémico presente en el pensamiento
político feminista de corte occidental, así como analizando la intersec-
cionalidad entre estas diversas variables. De este modo, se considera que
tanto el feminismo lesbiano, como el feminismo negro, el feminismo de
color o el feminismo chicano, entre otras muchas propuestas, han llevado
a cabo inequívocamente análisis feministas con objetivos decoloniales y
que, por tanto, sería interesante para este último paradigma reconocer y
nutrirse de estas andaduras feministas. Por último, se vinculan algunas
de las propuestas del feminismo decolonial a esta genealogía periférica a
través del feminismo coalicional que nos propone Lugones.

Abstract: Aim of this work is to investigate the feminist genealogy, which


from the 60 and 70 is challenging racism, classism and the epistemic
heterosexism existing in Western feminist political thinking, analyzing
the overlapping between these different variables. In this way, it can
be considered that lesbian feminism, black feminism, color feminism or
chicana feminism, among other proposals, have led without any doubt
feminist analysis with decolonial objectives and therefore would be inter-
esting to recognize these feminist proposals  and to consider them as an
example.  Some proposals of the decolonial feminism  are linked to this
peripheral feminist genealogy through the coalitional feminism proposed
by Lugones.

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Estar juntas las mujeres no era suficiente, donde las corporalidades y cotidianidades
éramos distintas. alumbradas por las propuestas poscolo-
Estar juntas las mujeres gay no era niales2, decoloniales y feministas de las
suficiente, éramos distintas, últimas décadas han desvelado aún más
Estar juntas las mujeres negras no era las marcas y señales de las desigualdades
suficiente, éramos distintas. y las exclusiones modernas: son los cuer-
Estar juntas las mujeres lesbianas negras pos sexuados, racializados, colonizados y
no era suficiente, éramos distintas. transfronterizos quienes más nos permi-
Cada una de nosotras tenía sus propias ten rastrear las derivas y expectativas de
necesidades y sus objetivos
la colonialidad global. Como puntualizaba
y alianzas muy diversas.
la reconocida filósofa y zoóloga norteame-
La supervivencia nos advertía a algunas de
ricana Donna Haraway, ante las trampas
nosotras que no nos podíamos permitir
en las que suele encallar el pensamiento
definirnos a nosotras mismas fácilmente, ni
tampoco encerrarnos
posmoderno: “Necesitamos el poder de
en una definición estrecha… las teorías críticas modernas sobre cómo
Ha hecho falta un cierto tiempo para dar- son creados los significados y los cuer-
nos cuenta de que nuestro lugar era pos, no para negar los significados y los
precisamente la casa de la diferencia, más cuerpos, sino para vivir en significados y
que la seguridad cuerpos que tengan una oportunidad de
de una diferencia en particular. futuro.” (1995: 322).
Audre Lorde En el ámbito académico social y político,
respecto de este delicado límite episte-
1. Los sesgos coloniales mológico, proliferaron discursos conven-
cidos de que desde las universidades
del pensamiento político y las ciencias sociales se debía ofrecer
feminista hegemónico: hacia
que siguen siendo elementos fundamentales para
unos “feminismos-otros” el neoliberalismo y la matriz de poder inherente
a la colonialidad global (Mignolo, 2003 y 2010).
Comprender la dimensión global y su co- 2. El sentido de poscolonialismo -o postcolonia-
nexión con lo local se ha convertido en una lismo- (términos que serán utilizados indistinta-
mente en este trabajo), aquí usado, no es el de su
tarea imprescindible para (re)pensar las
acepción temporal que dicta que el colonialismo
posibles alternativas políticas a la globa- ha finalizado, sino que más bien nos referimos
lización neoliberal y a la colonialidad glo- a las relaciones glocales de dominación que re-
bal1. Sin duda, vivimos espacios y tiempos producen colonialidades en el aquí y en el aho-
ra, no sólo en los antiguos países colonizados,
1. El concepto de colonialidad global niega la sino también en aquellos colonizadores y ahora
idea de que tras el proceso de descolonización receptores de migrantes de las antiguas colonias
política vivimos ahora en un mundo descoloni- (Eskalera Karakola, 2004: 13 y 14). Para pro-
zado y poscolonial. Por tanto, parte de la idea de fundizar en la relación de los estudios poscolo-
que la descolonización territorial y política no niales anglosajones y los estudios decoloniales,
implicó decolonialidad. Más bien, la coloniali- ver Castro-Gómez y Grosfoguel (2007) y Mig-
dad global considera que las estructuras de poder nolo (2010); para una interesante revisión de las
generadas en el proceso de creación del capitalis- complicidades y diferencias entre feminismos y
mo global de la mano del colonialismo, no sólo posmodernidad, ver Hernández (2003) y la obra
no han desaparecido por la descolonización, sino clásica de Nicholson (comp.) (1992).

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una educación cosmopolita (Nussbaum, desde una cosmovisión eurocentrada–;
1999) que nos resituase como ciudada- no es menos cierto que ha tenido gran-
nos y ciudadanas de un mundo plural y des dificultades en la traducción transcul-
diverso. No obstante, no ha sido difícil ad- tural de sus postulados. Lo puntualizaba
vertir que desde las ciencias sociales se de nuevo Donna Haraway del siguiente
han generado, paralelamente, numerosos modo: “El valor de una categoría analíti-
discursos que, aunque adscritos a la re- ca no queda necesariamente anulado por
tórica igualitarista y multicultural, no han la conciencia crítica de su especificidad
cuestionado el sesgo androcéntrico (Har- histórica y sus límites culturales. Pero los
ding, 1987,1996) y eurocéntrico (Lander, conceptos feministas de género plantean
2000 y Grosfoguel, 2007) que viene ca- de forma aguda los problemas de compa-
racterizando la producción del pensa- ración cultural, de traducción lingüística
miento político hegemónico. Como nos y de solidaridad política” (1995: 221). En
propone la teórica decolonial Catherine este sentido de sospecha considero que
Walsh, es urgente comprender la intercul- convergen profundamente tanto los co-
turalidad como una propuesta de “inter- nocidos como feminismos poscoloniales,
epistemología”, ya que, como ella misma como el feminismo decolonial3, a los cua-
reconoce, el término interculturalidad ha les denominaré conjuntamente como “fe-
sido cooptado institucionalmente e inter- minismos periféricos, feminismos-otros” 4
pretado como la demanda de inclusión en
el estado-nación que responde más a una 3. En este sentido hay que aclarar que no existen
política cultural de reconocimiento de las tesis definitorias sobre la relación posible entre
diferencias culturales, la mayoría de las los feminismos pos(t)coloniales, que podríamos
caracterizar como aquellas propuestas preocu-
veces folclorizadora, que a una apuesta
padas por la multiplicidad de variables a la hora
igualitaria por legitimidad epistemológica entender las construcciones identitarias de las
de esos “conocimientos otros”, conside- mujeres (raza, sexo, género y clase, entre otras),
rados como doxa. En el ámbito político, sus antecedentes (feminismo lesbiano y negro o
denuncia Walsh, viene ocurriendo “una chicano), con el feminismo decolonial de María
integración de conceptos concebidos por Lugones y su concepto de la “colonialidad del
los grupos subalternizados como indica- genéro”. Bajo mi parecer, es posible establecer
relaciones de continuidad entre ambas propuestas
dores de la diferencia colonial dentro de
que responden a una genealogía común feminista
los paradigmas hegemónicos, vaciándo- y decolonial de feminismos periféricos, que me
los de su posición política, ética y episté- propongo comenzar a explorar en este trabajo.
mica”, tanto por parte de las instituciones 4. La expresión “Feminismos-Otros” alude al
estatales como las financieras internacio- concepto de “Un Paradigma de pensamiento-
nales (2007: 55). Otro” (2003), paradigma que aglutina las alterna-
tivas pluriversales que a nivel planetario contes-
En este contexto de corrección retórica y tan el eurocentrismo epistémico y que por tanto
manipulación política, el racismo episté- es disruptivo, es decir, niega la idea de generar
mico de las ciencias sociales (Grosfoguel, “otro paradigma” dentro de la misma lógica de
2007) no ha sido ajeno al pensamiento superioridad civilizatoria occidental. Esta idea
feminista. Aunque éste ha sido reconoci- de un paradigma de Pensamiento-Otro antece-
do en su dimensión epistemológica como dente del concepto de decolonialidad en la obra
el gran crítico del sesgo androcéntrico de de Mignolo. La noción de “Feminismos periféri-
cos” proviene del título de la interesante edición
las ciencias –dicho sea de paso, siempre
de trabajos sobre feminismos poscoloniales e in-

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en este texto. Bajo mi parecer, compar- la “diferencia sexual” y la “diferencia
ten una compleja mirada analítica crítica cultural” a través de una categoría ana-
que pretende descifrar los modos en los lítica como “género”. Para ello, indagan
cuáles han sido construidas, justificadas y desvelan cómo a menudo, la diferencia
y teorizadas en el pensamiento político es “utilizada, negada y/o exacerbada para
feminista hegemónico5 categorías como justificar la desigualdad” (Suárez, 2008)
en el marco de la globalización neolibe-
terseccionalidad, que lleva ese mismo título, ver ral y la colonialidad global, y en nuestro
Rodríguez (ed.) (2006).
caso, también al interno del pensamiento
5. Por pensamiento feminista hegemónico en- feminista. Nos dice la teórica feminista ar-
tiendo aquellos postulados y corrientes feminis-
gentina Karina Bidaseca: “Si tenemos en
tas que responden al menos a uno de los dos cri-
terios siguientes: en primer lugar, aplicando parte cuenta que la diferencia y la desigualdad
de las tesis decoloniales sobre las relaciones de son construcciones sociales, el significa-
poder epistémicas que instauró la colonialidad, do que los actores y actrices le atribuyen
aquellas propuestas políticas feministas insertas a la diferencia es producto de prácticas
en las corrientes de las cuatro ideologías de la sociales sedimentadas que instalan un
modernidad “liberalismo, socialismo/marxismo, modo específico de concebir la diferencia
cristianismo o conservadurismo” que fueron
como desigualdad y que activan diferen-
impuestas al resto el planeta por la quinta ideo-
logía eurocéntrica, el “colonialismo” (Mignolo, te mecanismos para legitimarla.” (2010:
2003), y que no consideran posible la existencia 167).
de luchas feministas fuera de esos marcos episte- En efecto, a menudo, las diferentes pro-
mológicos, aunque sean reconocidas como “mo-
puestas teóricas feministas emanadas
vimiento de mujeres”; y en segundo lugar, en
especial, aquellas corrientes feministas líderes en desde el Norte6 han reproducido aquello
el mainstream de género articulado en el ámbito
internacional por la ONU, el FMI y el BM, o el y precisa respuestas comunes. Una variante de
articulado en el ámbito nacional como un femi- esta noción de feminismos hegemónicos puede
nismo institucional bajo las conocidas “políticas ser el concepto similar de neofeminismo, usado
de igualdad de género” cuando entienden sus por Obioma Nnaemeka para el caso de las mu-
propuestas como universales y universalizables. jeres africanas y que define como: “la precaria
Para revisar importantes críticas tanto a la ONU alianza entre feministas del interior y feministas
como al feminismo institucional en sus alianzas del exterior para generar un control del conoci-
con el capitalismo neoliberal desde perspectivas miento acerca de la totalidad de las mujeres afri-
feministas ver Spivak (2010), Zabala (2012) y canas” (2008: 83).
Falquet (2003). Entenderlos como hegemónicos 6. Los términos Norte y Sur serán utilizados des-
no implica desconocer o desmerecer sus aportes de una perspectiva simbólica a lo largo de todo
y análisis, sino reconocer que estos postulados el texto, usando el sentido de las palabras de
han poseído y/o poseen en la actualidad cierta De Sousa Santos cuando afirma que “el Sur es
capacidad de enunciación política y un reconoci- pues usado aquí como metáfora del sufrimiento
miento de estatus científico de los cuales carecen humano sistemáticamente causado por el colo-
otras propuestas feministas –en el caso de que nialismo y el capitalismo” (2009: 12). Por tanto,
sean consideradas como tal por los primeros–, asumimos la existencia de muchos nortes en los
así como interpretarlos en tanto conocimiento sures y sures en los nortes, y en consecuencia, la
situado no siempre aplicable a otras realidades posible producción de conocimiento hegemónico
históricas y cosmovisiones diversas. La principal y eurocéntrico en el sur geográfico, por ejemplo,
característica común de estos feminismos consis- por parte de las élites políticas o económicas o
te en partir de la idea de que existen “una subor- simplemente grupos o individuos con poder; así
dinación común a todas las mujeres” que genera como la producción de pensamiento decolonial

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que Mignolo señalara como la “diferencia este último y rico concepto en el seno del
cultural” que sirve para ocultar la “dife- grupo de investigación modernidad/coloni-
rencia colonial” (2003 y 2010). En nues- lialidad, M/C y los estudios decoloniales), y
tro caso concreto, sobre la legitimación y con esta intención ahondaremos en algu-
el análisis de las demandas y propuestas nos feminismos antecedentes de los femi-
de las “otras” mujeres: racializadas, em- nismos poscoloniales, como el feminismo
pobrecidas, migrantes, indígenas, LGTBI, lesbiano, el feminismo negro, el feminismo
musulmanas, etc. Ocultamiento éste que de las mujeres de color o, más actualiza-
a partir de los años 60, en las luchas do, como el feminismo decolonial, con la
políticas, y en los 70, en sus correspon- intención de rescatar las continuidades
dientes producciones teóricas, estos co- entre ellos a lo largo del tiempo, así como
lectivos de mujeres han ido desvelando destacar los posibles aportes que desde
desde la multitud planetaria de los sures. este devenir político feminista-otro se han
En esta dirección, los estudios feministas realizado tanto a la epistemología feminista
poscoloniales y los estudios decoloniales como a la decolonial. A indagar en estas
coinciden en proponernos otra ideología contribuciones mutuas me estimuló, entre
construida ahora desde las periferias, los otras lecturas feministas y vivencias inter-
bordes, los restos, las fronteras (Ibid.); personales, la reconocida afrocaribeña
desde quienes por colonizados/as, ab- Ochy Curiel cuando afirmaba que:
yectos/as, bárbaros/as, incultos/as e irra-
“El black feminism, el feminismo chicano
cionales; nunca, diría Eduardo Galeano, y el feminismo afro e indígena en Latinoa-
“salieron en la foto” 7. mérica son propuestas que complejizan el
En las siguientes páginas se pretende rea- entramado de poder en las sociedades pos-
lizar algunos aportes a la tarea de recu- coloniales, articulando categorías como la
perar una genealogía periférica feminista raza, la clase, el sexo y la sexualidad desde
que considero crítica, propositiva y deco- las prácticas políticas donde han emergido
lonial (mucho antes de la emergencia de interesantes teorías no sólo en el feminismo
sino en las ciencias sociales en su conjunto.
Son propuestas que han hecho frente a la
y/o crítico desde los sures del norte geográfico. colonialidad del poder y del saber y que hay
Para un debate más conceptual en la materia, di-
que reconocerlas para lograr realmente una
ferenciar entre las nociones localización social y
descolonización.” (2007: 100).
localización epistémica, ver entrevista realizada
a Grosfoguel por Lamus (2007). Según el au- De este modo, este texto se acercará tam-
tor, es posible estar localizado/a socialmente en bién a los sesgos etnocéntricos y euro-
el lado dominante de una relación de opresión,
céntricos que operan en el pensamiento
pero asumir una localización epistémica desde
el lado dominado de dicha relación, y también político feminista hegemónico a la hora de
puede ocurrir, estar localizado/a socialmente en comprender la realidad diversa y localiza-
lado dominado de una relación de poder y asumir da de aquellas “otras mujeres”8, conside-
una localización epistémica del lado dominante
de dicha relación. 8. Asumo el uso pedagógico y explicativo de
7. Expresión de Eduardo Galeano tomada por esta categoría, pero en ningún momento pretendo
el periódico El País (2008) en la presentación mostrarla como categoría de análisis con legiti-
de su libro de relatos Espejos, disponible en: mación propia. Lo mismo podría decir de todas
http://elpais.com/diario/2008/03/23/domin- aquellas otras categorías que como “mujeres
go/1206247958_850215.html musulmanas”, “mujeres blancas”, o “mujeres ne-

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rando que, analizar la dimensión global, ción. Este planteamiento, en su sentido
en nuestro caso, la del pensamiento po- más amplio, implica un claro y amplio
lítico feminista y su conexión con lo local cuestionamiento de las lógicas evolucio-
nos ofrece interesantes mapas y cartogra- nistas en las ciencias sociales, así como
fías para comprender las complicidades sobre sus discursos desarrollistas, pues
entre el capitalismo neoliberal, el racismo considera que estos han ocultado la in-
y los sistemas patriarcales en la coloniali- terdependencia entre modernidad y colo-
dad global, así como los complejos roles nialidad al diagnosticar a la segunda bien
que aceptan, negocian y/o resisten las como efecto “colateral” no deseado de
mujeres en este contexto. Bajo mi punto la primera, bien como etapa previa a la
de vista, no es nada casual el interés y modernidad. De este modo, será la colo-
la potencialidad de cruzar ambas epis- nialidad como “lado oscuro” de la moder-
temologías, la feminista y la decolonial, nidad, el elemento ahora visibilizado que
pues como nos advierte Karina Bidaseca: convierte a la modernidad/colonialidad en
“Hay una inquietante cercanía entre, por la “unidad de análisis de la modernidad”
un lado, los discursos coloniales y los de (Escobar, 2003: 61) para el pensamiento
algunas representantes del feminismo de este grupo de intelectuales. Como ha
occidental, que se expresan en términos denunciado el semiólogo Walter Mignolo
“salvacionistas” por el camino del modelo “la gran mentira es hacer creer que la mo-
occidental…” (2010: 21). dernidad superará a la colonialidad cuan-
do, en verdad, la modernidad necesita de
la colonialidad para instalarse, construirse
2. La Propuesta Decolonial y subsistir” (2003: 35). Esta interesante
y su denuncia del propuesta sobre la construcción relacio-
nal e intersubjetiva de la construcción de
eurocentrismo en las Ciencias la subjetividad política, en su sentido me-
Sociales todólogico, considero que ya fue riguro-
samente trabajada en esta genealogía de
Con el objetivo de ofrecer algunas pin- feminismos periféricos, los cuales, como
celadas introductorias a la perspectiva veremos en la siguientes páginas, al cru-
epistemológica decolonial, podemos indi- zar las variables de raza, género, sexo y
car que los trabajos del grupo de inves- clase, ya en los años 70, pusieron de ma-
tigación modernidad/colonialidad –M/C– nifiesto cómo no sólo cierto sentido de la
mantienen la siguiente tesis central: la feminidad occidental, blanca, clase me-
colonialidad no es un estado opuesto a dia o burguesa, pretendía “rescatar” a las
la modernidad, sino que, por el contrario, demás mujeres; sino que los privilegios de
es parte integral, necesaria y constitutiva estas mujeres (y sus compañeros) esta-
de los mismos procesos de moderniza- ban profundamente vinculados a la explo-
tación y subordinación de las “otras” en
gras” que aparecerán a lo largo del trabajo; pero razón de variables que iban más allá de
que entendidas en el contexto y significado del
la diferencia sexual, biológica o sociologi-
texto, se advierten como categorías explicativas
que necesitan análisis contextualizados y basa-
zada. Si leemos el siguiente fragmento de
dos en un conocimiento situado (Haraway,1995) los teóricos decoloniales Castro-Gómez y
para afirmaciones de corte antropológico o socio- Grosfoguel, entenderemos más claramen-
lógico. te por qué considero que esta genealogía

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feminista es profundamente decolonial e investigaciones hacia la posibilidad de
antes de que existiese el propio concepto, modos de pensamiento no eurocéntri-
cos” (2003: 54). La colonialidad, en su
“La primera descolonización (iniciada en el
siglo XIX por las colonias españolas y segui-
versión epistémica, implicó la imposición
da en el XX por las inglesas y francesas) fue de formas de acercarse e interpretar el
incompleta, ya que se limitó a la indepen- mundo, de maneras de conocer y saber
dencia jurídico-política de las periferias. En –epistemologías– construidas como váli-
cambio, la segunda descolonización –a la das e indiscutibles por racionales y civi-
cual nosotros aludimos con la categoría de- lizadas; frente a las maneras de entender
colonialidad– tendrá que dirigirse a la hete- y comprender la realidad de los pueblos
rarquía de las múltiples relaciones raciales, y comunidades colonizadas/barbarizadas
étnicas, sexuales, epistémicas, económicas, por no “encuadrar” en dicha racionalidad
de género que la primera descolonización civilizatoria.
dejó intactas. Como resultado, el mundo del
Un concepto fundamental en la teoría
siglo XXI necesita una decolonialidad que
decolonial es la “colonialidad del poder”.
complemente la descolonización llevada a
cabo en los siglos XIX y XX. Al contrario de
Esta idea fue teorizada por Aníbal Quijano
esa descolonización, la decolonialidad es un (1992, 2000) como un nuevo patrón de
proceso de resignificación a largo plazo, que poder mundial que emergía a partir de la
no se puede reducir a un acontecimiento “conquista” de América en 1492, al con-
jurídico-político.” (2007: 17). verger, de un lado, la codificación de las
diferencias entre conquistados y conquis-
Precisamente sobre esta hetararquía de tadores en la idea de “raza”9 –por prime-
dominaciones diversas y sus resignifica- ra vez en la historia–; y de otro, la articu-
ciones, considero que los “feminismos lación de todas las formas históricas de
periféricos, feminismos-otros” han llevado control del trabajo, de sus recursos y de
a cabo importantes análisis y propuestas sus productos, en torno del capital y del
metodológicas desde los años 70, espe-
mercado mundial. De este modo, en la in-
cialmente en aspectos metodológicos
tersección de “raza” y las formas de con-
como la interseccionalidad de raza, sexo,
trol del trabajo en torno del capitalismo se
clase y género del feminismo negro, o
fundamentaba la nueva colonialidad del
como la epistemología de frontera apor-
poder. Para Quijano, el poder está estruc-
tada por Anzaldúa y las mujeres de color,
turado en relaciones de dominación, ex-
como veremos en las siguientes páginas.
plotación y conflicto entre actores sociales
En algún modo, las propuestas de estos
feminismos ya respondían a aquello que 9. Para el autor, esta idea de “raza” implica “una
el reconocido antropólogo colombiano supuesta diferente estructura biológica que ubi-
Arturo Escobar, uno de los fundadores caba a los unos en situación natural de inferiori-
del grupo investigación M/C, considera dad respecto de los otros”. Así, la idea de “raza”
sobre dicho programa: “debe ser enten- es un literalmente un invento, pues nada tiene
dido como una manera diferente del pen- que ver con la estructura biológica de la espacie
samiento, en contravía con las grandes humana. Si bien los rasgos fenotípicos se hallan
en el código genético, no poseen ninguna rela-
narrativas modernistas –la cristiandad, el
ción con ninguno de los subsistemas y procesos
liberalismo y el marxismo–, localizando biológicos del organismo humano, incluidos
su propio cuestionamiento en los bordes aquellos implicados en los subsistemas neuroló-
mismos de los sistemas de pensamiento gicos y mentales (2000: 202 y 203).

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que se disputan el control de “los cuatro plica indagar en las profundas connota-
ámbitos básicos de la existencia humana: ciones eurocéntricas que subyacen a la
sexo, trabajo, autoridad colectiva y sub- propia categoría de género. Pero antes de
jetividad/intersubjetividad, sus recursos entrar de lleno en las primeras resignifi-
y productos”. Con otras palabras, las lu- caciones de esta categoría, realizaré un
chas por controlar “el acceso sexual, sus acercamiento al propio concepto de euro-
recursos y sus productos” definen para él centrismo según el paradigma decolonial.
el ámbito del sexo/ género. Sin embargo,
En lo referente a la colonialidad del saber,
la filósofa feminista y educadora popu-
uno de los grandes aportes de la propues-
lar María Lugones (2005, 2008 y 2011)
ta decolonial es su esmerada crítica sobre
desde dentro del grupo de investigación
el eurocentrismo de las ciencias socia-
M/C/D, criticará a Quijano por no advertir
les. Pensar el conocimiento hegemónico
que bajo el análisis presentado, él mismo
como geopolítico implica reconocer su
está presuponiendo y biologizando una
eurocentrismo como una actitud colonial
comprensión patriarcal y heterosexual de frente al conocimiento que se articula
las disputas por el control del sexo y sus paralelamente en las relaciones centro-
recursos y productos, periferia y las jerarquías étnico-raciales
“Quijano acepta el entendimiento capita- (Mignolo, 2003: 21). Como venimos afir-
lista, eurocentrado y global de género. El mando, la superioridad asignada al cono-
marco de análisis, en tanto capitalista, euro- cimiento europeo fue también un aspecto
centrado y global, vela las maneras en que importante de la colonialidad del poder,
las mujeres colonizadas, no-blancas fueron pues los conocimientos subalternos fue-
subordinadas y desprovistas de poder. El ron excluidos, omitidos e ignorados con
carácter heterosexual y patriarcal de las re- la idea ilustrada de que tales conoci-
laciones sociales puede ser percibido como mientos representaban una etapa mítica,
opresivo al desenmascarar las presuposicio- inferior, pre-moderna y pre-científica del
nes de este marco analítico. […] Tanto el conocimiento humano (Castro-Gómez y
dimorfismo de género, el heterosexualismo, Grosfoguel, 2007: 20). Sobre estas ideas
como el patriarcado son característicos de compartidas por los autores y autoras de-
lo que llamo el lado claro/visible de la orga- coloniales, nos aclara Quijano que el eu-
nización colonial/moderna de género. […] rocentrismo no es la perspectiva cognitiva
Quijano no ha tomado conciencia de su pro- de los europeos exclusivamente o de los
pia aceptación del significado hegemónico dominantes en el capitalismo mundial,
del género” (2008: 78). sino del conjunto de los educados bajo
Considero que, desde el paradigma femi- su hegemonía. Y que, aunque implica un
nista, Lugones no sólo corrige y nutre la componente etnocéntrico, no es su prin-
interesante teoría de la clasificación social cipal elemento, pues “se trata de la pers-
de Quijano en el paradigma decolonial, pectiva cognitiva producida en el largo del
sino que, además, continúa fortaleciendo tiempo que naturaliza la experiencia de
una larga tradición de sospecha instalada las gentes en este patrón de poder (el ca-
en los “feminismos periféricos, feminis- pitalismo colonial/moderno)” (2007: 95).
mos-otros” (con especial relevancia de la Respecto a los antecedentes epistemoló-
teoría queer –aunque no vaya ser tratada gicos de la propuesta decolonial, algunos
directamente en este trabajo–), que im- teóricos decoloniales los sitúan en un diá-

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logo entre el enfoque del sistema-mundo En cuanto al pensamiento decolonial es,
y la crítica poscolonial anglosajona10, pues particularmente, un pensamiento funda-
ambos paradigmas comparten una críti- mentado en la diferencia colonial y en la
ca radical a las ideologías desarrollistas “herida colonial”, concepto éste último
europeas y al evolucionismo como pa- proveniente, no por casualidad, del pen-
radigma en las ciencias sociales. Según samiento de la literata y feminista chica-
el prólogo al texto Giro Decolonial, teoría na lesbiana Gloria Anzaldúa, que como
crítica y pensamiento heterárquico, de Mignolo reconoce, ha sido fundamental
Castro-Gómez y Grosfoguel (2007) am- en el devenir de su pensamiento decolo-
bos enfoques nutren, sinérgicamente, la nial. Como elemento genealógico común,
perspectiva decolonial, la cual conside- el pensamiento decolonial se fundamenta
ra, en su dimensión epistemológica, que en el Ser Colonial, a su vez basado en el
la cultura está siempre entrelazada, y no No Ser (Fanon, 2009) y que aspira al Ser
derivada, de los procesos de la economía Decolonial. Como consecuencia, el giro
política. Por tanto, “el capitalismo no se- epistémico decolonial implicará necesa-
ría sólo un sistema económico (paradig- riamente una “desobediencia epistémica”
ma de la economía política) y tampoco es que, mediante el desprendimiento de la
sólo un sistema cultural (paradigma de retórica de la modernidad y de la lógica
los estudios culturales/poscoloniales en de la colonialidad, persigue la decoloniali-
su vertiente “anglo”) sino que es una red dad del poder, abriendo la posibilidad de
global de poder, integrada por procesos formas de vidas-otras que trascienden el
económicos, políticos y culturales, cuya pensamiento único eurocéntrico (Migno-
suma mantiene todo el sistema” (2007: lo, 2010). Como intentaré demostrar en
17). En este sentido, como veremos en las siguientes páginas también los femi-
las siguientes páginas, los “feminismos nismos periféricos hacen gala de un in-
periféricos, feminismos-otros” también teresante giro epistémico afirmando la
se caracterizan por conjugar fluidamente agencialidad histórica y políticas de las
en sus análisis tanto la presencia de los mujeres basado en un No Ser racializado,
factores semióticos como de la economía sexuado, generizado, etc…, que se posi-
política. Por eso, además de los análisis ciona en un Ser de Frontera, en una es-
de clase y raza, los feminismos periféricos pistemología fronteriza (Anzaldúa, 1987)
van a estar también adscritos a los estu- en la medida que reconoce y asume las
dios literarios, e incluso como en el caso intersecciones de dominaciones que lo
de las “mujeres de color” su pensamiento configuran. Desde sus respectivos con-
será articulado, a menudo, en prosa, poe- textos históricos y construyendo sus pro-
sía y relatos. pias fundamentaciones, estos seres de
fronteras van a posicionarse como sujetos
de pensamiento, tras la toma de concien-
10. Para una profundización en la crítica posco- cia de que han sido únicamente objetos
lonial anglosajona en relación con los estudios
del mismo. De este modo, van a elaborar
subalternos a través de una colección de ensayos
sobre estudios postcoloniales, ver Mezzadra et
los análisis de sus propias subordinacio-
alt. (2008); para una profundización en la genea- nes legitimando su producción de cono-
logía anticolonial y postestructuralista de los es- cimiento como situado (Haraway, 1995).
tudios decoloniales, ver la tesis doctoral de Omar
Sidi (2006).

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Así, el pensamiento decolonial, en el lina- la lógica de la colonialidad, escondida bajo
je de “Un Paradigma Otro” (Ibid., 2003) la retórica de la modernidad, genera nece-
es también el de las variadas y múltiples sariamente la energía irreductible de seres
oposiciones planetarias a ese plantea- humanos humillados, vilipendiados, olvida-
miento único11. Se trata por tanto de un dos y marginados.” (2007: 27).
pensamiento pluriversal y no universal,
que como señalaba Grosfoguel “no res-
ponde a una ubicación inherentemente 3.“Feminismos periféricos,
o naturalmente descolonial, sino que más Feminismos-Otros”: Una
bien se trata de una posicionalidad epis-
témica relativa a unas relaciones de poder genealogía feminista
entre sujeto colonizado y colonizador par- decolonial por reivindicar
ticulares” (Lamus, 2007); donde conside-
ro que encuandran perfectamente, en su
diversidad interna, los feminismos perifé- La antropóloga Liliana Suárez comienza
ricos. De esta manera, desde el proyecto su trabajo Colonialismo, Gobernabilidad y
de investigación M/C se llega a desarrollar Feminismos Poscoloniales con la siguien-
el concepto de decolonialidad, que en el te afirmación: “El colonialismo no es un
caso de Mignolo es explicado como una periodo histórico superado, un fósil iner-
energía de desprendimiento: me. Es una semilla que aún da sus frutos,
reproduciendo una característica admi-
“… si la colonialidad es constitutiva de la nistración del pensamiento que sustenta
modernidad, puesto que la retórica salva- un sistema de extracción de la mayoría
cionista de la modernidad presupone ya de la población del planeta”. Partiendo
la lógica opresiva y condenatoria de la co- de este pasaje, nos invita a pensar las
lonialidad (de ahí los damnés de Fanon),
secuelas del colonialismo en el marco de
esa lógica opresiva produce una energía de
la globalización capitalista neoliberal, así
descontento, de desconfianza, de despren-
como a buscarlas “en nosotras mismas
dimiento entre quienes reaccionan ante la
y en nuestro entorno, en nuestras elabo-
violencia imperial. Esa energía se traduce
raciones teóricas y en nuestras prácticas
en proyectos decoloniales que, en última
instancia, también son constitutivos de la
como feministas” (2008: 24). De entrada,
modernidad. La modernidad es una hidra advirtamos cómo la categoría que usa la
de tres cabezas, aunque sólo muestra una: autora como “colonialismo” en su acep-
la retórica de salvación y progreso. La colo- ción de administración del pensamiento y
nialidad […] no aparece en la retórica de la por tanto, epistémica, coincide perfecta-
modernidad como su necesaria contrapar- mente con la idea de la colonialidad del
te, sino como algo desprendido de ella. […] saber manejada por los teóricos y teóricas
decoloniales (Lander, 2000; Grosfoguel,
11. Este pensamiento único eurocéntrico no hace 2007). En efecto, en la mayoría de las
referencia a la idea de pensamiento único utiliza- compilaciones sobre feminismos posco-
da por Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomáti- loniales, periféricos o descolonización del
que, sino más bien a todo el linaje de pensamien- feminismo (Hernández y Suárez, 2008;
to eurocéntrico que justificando o criticando la
bell hooks et alt., 2004 y Rodríguez,
colonialidad, o con la mirada reducida al “obrero
europeo”, no es capaz de comprender otras for- 2006) se hace desde una interesante de-
mas posibles epistémicas (Mignolo, 2010: 24). nuncia de “violencia epistémica” (Spivak,

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2010), “colonialismo discursivo” (Mo- tionadas por los estudios decoloniales y
hanty, 2008a) o “colonialidad del saber” poscoloniales. Así, las feministas negras y
(Lander, 2000). A pesar de los matices las “mujeres de color” comenzaron a ela-
referidos a las fuentes intelectuales des- borar la interseccionalidad entre las cate-
de las cuales cada una de estas nociones gorías de “raza”, sexo, género y clase en
se genera, y que harían las distinciones el análisis de las diversas subordinaciones
desde la perspectiva decolonial entre lo de género. Por su parte, las chicanas sen-
poscolonial, basado en el postestructu- taron las bases del pensamiento fronterizo
ralismo francés, y lo decolonial, basado y el ser de frontera, tan fundamental en
en epistemologías-otras de frontera con la epistemología decolonial posterior de
vocación de desprendimiento de la mo- Walter Mignolo, y las feministas lesbianas
dernidad (Mignolo, 2003 y 2010), todas desvelaron la heterosexualidad como ins-
coinciden en la denuncia de la violenta y titución política, elemento que por cierto
racista epistemología moderna, siendo lo no contempló el grupo M/C hasta las tesis
que difiere el lugar epistemológico desde de María Lugones en su crítica a Quijano.
el cual se buscan las alternativas; cues- Más actualmente, las feministas islámicas
tión, por cierto, nada banal para los de- e indígenas están denunciando cómo aún
coloniales. son pensadas por algunas corrientes fe-
Ahora bien, ya desde los años 60 y 70 ministas occidentales desde la dicotomía
del siglo XX, las voces y las prácticas de modernidad/tradición –no por casualidad
mujeres “tercermundistas”, negras, indí- consanguínea de aquella otra auto-profé-
genas, empobrecidas, musulmanas, con tica: desarrollo/subdesarrollo– y como víc-
prácticas sexuales disidentes, migrantes, timas esenciales de la religión o la cultura.
campesinas, etc., a través de diferencia- A pesar de lo notable e innovador de todos
das corrientes de pensamiento feminis- estos análisis, por honestidad intelectual
tas que ahora serían denominadas como también es necesario reconocer que: “Es-
“subalternas”, han forzado los límites del tas voces se conocen muy poco, pues a
pensamiento feminista eurocéntrico y de pesar del esfuerzo de ciertos sectores en
las ciencias sociales para que reconozcan el ámbito académico y político para tratar
y eliminen sus sesgos racistas, clasistas, de abrir brechas a lo que se denomina
heterosexuales, androcéntricos y antro- “subalternidad”, la misma se hace desde
pocéntricos, y en definitiva, su dimensión posiciones también elitistas y, sobre todo,
epistémica colonial. Se trata de una inte- desde visiones masculinas y androcéntri-
resante genealogía de estrategias y pro- cas.” (Curiel, 2007: 93 y 94). Sin embar-
puestas de praxis política y reformulación go, precisamente por esta ausencia aca-
teórica feminista en cuyo devenir político démica y política, considero fundamental
crítico realizaron aportes epistemológi- continuar trabajando en esta genealogía
cos tan interesantes que, junto a la teo- feminista que he denominado “feminis-
ría queer, han ido redefiniendo las bases mos periféricos, feminismos-otros”.
epistemológicas feministas, a la vez que Entre otras muchas posibles adscripcio-
cuestionaban dicotomías modernas y eu- nes, de manera más concreta, pertenece-
rocéntricas tan sacralizadas como moder- rían a esta genealogía feminista propues-
nidad/tradición o desarrollo/subdesarrollo; tas como el Feminismo del Tercer Mundo
dicotomías también profundamente cues- o “The Third World Feminism” (Mohanty,

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2008 [1984]12 y 2008 [2003]) y su de- de experiencias y propuestas teóricas que
nuncia de la mujer del “tercer mundo” pudieran insertarse en esta genealogía13.
entendida como víctima esencial, así
No obstante, dada la extensión de la te-
como su propuesta de feminismo anti-
mática, en este trabajo nos centraremos
imperialista y anticapitalista; el eco-femi-
por un lado, en los que son considerados
nismo y sus diversas corrientes (Puleo,
algunos de los antecedentes de los que se
2011); el feminismo lesbiano en su des-
conocen como feminismos poscoloniales
velamiento de la heterosexualidad como
en la actualidad14: el feminismo lesbiano,
régimen político y no como opción sexual
el feminismo negro y el feminismo chica-
(Wittig, 1977 y 2006 [1992]; Rich 2001
no, todos fundamentales para configurar
[1980]; Clarke (1988); el feminismo ne-
el feminismo de las “mujeres de color”15
gro y su interseccionalidad entre género,
tercermundistas en EEUU, así como el
raza y clase (Hull, Bell y Smith, 1982; bell
“feminismo del Tercer Mundo”; y por
hooks, 2004 [1984]; Angela Davis, 2005
otro, en una de las más recientes versio-
[1981]; Patricia Hill Collins, 2000 [2004];
nes de esta posible genealogía de feminis-
Audre Lorde, 2003 [1984]); el feminismo
mos periféricos, el feminismo decolonial.
chicano y el feminismo de las “mujeres
Como veremos a continuación, desde sus
de color”, así como su concepto de fron-
comienzos en las luchas sociales de los
tera como metáfora epistémica (Moraga
años 60, estas propuestas son simultá-
y Castillo, 1988; Gloria Anzaldúa, 2004
neamente anticapitalistas, antirracistas y
[1987]); y más en la actualidad, los inci-
antipatriarcales, es decir, profundamente
pientes feminismos indígenas (Hernán-
subversivas frente a las relaciones de po-
dez, 2003 y 2008; Marcos, 2010, Rivera,
der que subyacen a la colonialidad global
2008) y los feminismos islámicos (AA.VV,
y por tanto decoloniales; ya que trascien-
2008; Mahmood, 2008; Bradan, 2012);
den las clásicas dicotomía de clase, sexo,
así como el denominado feminismo de-
género y “raza”. De este modo, lo que
colonial (Lugones, 2005, 2008 y 2010).
más me interesa de esta genealogía críti-
Evidentemente, se trata de algunas de
ca y disidente de los feminismos hegemó-
las propuestas feministas que considero
nicos, es demostrar que, como afirma la
más relevantes, pero en ningún modo es
reconocida antropóloga Rita Segato: “…
un intento taxativo de cerrar la cantidad
la posición de las mujeres se transforma
13. En ese sentido, por ejemplo, podrían inser-
tarse también las experiencias de mujeres asiáti-
cas o africanas que aparecen en Marcos y Waller
(2008) bajo el nombre de Los feminismos desa-
12. En este párrafo han sido colocadas las fechas
fían la globalización.
de las obras originales encorchetadas con la in-
tención de que el lector o la lectora advierta más 14. Según Karina Bidaseca el feminismo lesbia-
concretamente el recorrido histórico de estos no y el feminismo negro son antecedentes de los
feminismos periféricos, feminismo-otros, donde que hoy se denominan feminismos poscoloniales
el feminismo negro, chicano, lesbiano se ubican (2010).
espacialmente en las décadas de los 70 y 80 y los 15. Este término hace referencia a la coalición
ecofemenismos por su parte desde los 70 hasta la de mujeres lesbianas, latinas, migrantes, afrodes-
actualidad; siendo el feminismo indígena parita- cendientes, asiático-americanas, afrocaribeñas,
rio y el feminismo islámico, propuestas recono- etc. que dieron origen a los feminismos de las
cidas más recientemente. mujeres de color.

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en plataforma para elaborar un discur- opción sexual explicando la heterosexuali-
so crítico y antiimperialista en todos los dad obligatoria como categoría política he-
campos, y no solamente en el ámbito del gemónica. Desnaturalizó, así, los concep-
género” (Cit. en Bidaseca, 2010: 11). En tos de “hombre” y “mujer” construidos al
efecto, superando la dicotomía esencia- interior del discurso heterocentrado y que
lista hombre/mujer típicamente eurocén- suponían relaciones asimétricas entre
trica, la vocación universalista de gran los sujetos. En su obra más importante,
parte del pensamiento político feminista El pensamiento heterosexual (1992), ins-
occidental y la profunda esencia liberal e cribía subversivamente en los escritos del
individualista que lo envuelve, estas pro- pensamiento feminista que “sería impro-
puestas feministas-otras, nos dice Meloni pio decir que las lesbianas viven, se aso-
(2012: 138) (bajo la denominación de fe- cian, hacen el amor con mujeres porque
minismo poscolonial): la mujer no tiene sentido más que en los
sistemas heterosexuales de pensamien-
“Más allá de las políticas de identidad, de la
reflexión sobre el multiculturalismo y sobre
to y en los sistemas económicos hetero-
la hibridez de los sujetos y culturas, el Fe- sexuales. Las lesbianas no son mujeres”.
minismo poscolonial redefine los conceptos Por tanto, analizó la opresión de las muje-
de colonización, de raza y de clase desde res desde la óptica de la heterosexualidad
una crítica profunda al capitalismo como obligatoria como institución de sumisión
sistema mundo, como modo de producción y de apropiación del cuerpo de las muje-
social en el que se distribuyen y redefinen res, desvelando, por ejemplo, que el con-
las categorías a través de un sistema opo- trato sexual de Pateman fue siempre un
sicional jerarquizado: mismo/ otro, centro/ contrato heterosexual. En esta reflexión,
periferia, blanco/ negro, propio/ extranjero, define su pensamiento como “lesbianis-
civilizado/ bárbaro, humano/ inhumano…” mo materialista”. En palabras de Donna
Haraway “lo que constituye a una mujer
–para Wittig– es una específica relación
3.1. El Feminismo Lesbiano: de apropiación por parte de un hombre
destapando la heterosexualidad […] La lucha clave busca la destrucción
como régimen político del sistema social de la heterosexualidad
porque el “sexo” es la categoría política
naturalizada en la que se basa la sociedad
El feminismo lesbiano destapó la hetero-
heterosexual” (1995: 232 y 233).
sexualidad como régimen político al inter-
no del pensamiento feminista y también, Por su parte, la teórica y poeta lesbiana
al interior de los colectivos identitarios na- Adrienne Rich publica en 1980 Hetero-
cionalistas o raciales. Como veremos en sexualidad obligatoria y existencia lesbia-
las siguientes páginas, esta dualidad será na cuestionando la heterosexualidad en
una nota distintiva y característica en los tanto institución política opresora de las
feminismos-otros, feminismos periféricos. mujeres y criticando la exclusión de las
El feminismo lesbiano cuenta con obras lesbianas en el seno del mismo feminis-
imprescindibles como El cuerpo lesbiano mo. De este modo, analizará el hetero-
(1973), de Monique Wittig, conocida pre- centrismo del feminismo clásico afirman-
cursora de la teoría queer que iniciaba la do que: “no analizar la heterosexualidad
superación de la heterosexualidad como como institución es como no admitir que

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el sistema económico llamado capitalismo y no-engenerizado, ambos violentamente
o el sistema de castas del racismo se man- ocultados por la “colonialidad del géne-
tienen por una variedad de fuerzas, entre ro” (Ibid.:98). Por ello, Lugones afirma
las que se incluyen tano la violencia física que tanto el dimorfismo de género, el he-
como la falsa conciencia” (2001: 65). En terosexualismo, como el patriarcado son
mi opinión, otro importante aporte es el de característicos del lado claro/visible de
la editora afroamericana y lesbiana Cheryl la organización colonial/moderna de gé-
Clark, quien en su texto El lesbianismo: nero (Ibid.: 78). En definitiva, considero
Un acto de resistencia, uno de los compi- que el feminismo lesbiano implica intere-
lados en la histórica obra Esta puente, mi santes aportes a las tesis del feminismo
espalda (1988) describía la homofobia al decolonial sobre cómo el heterosexismo,
interno de los colectivos negros16. entonces, está implícito en el sistema
colonial de género y articulado a su vez
Todos estos trabajos condensan un enor-
con el trabajo, el sexo y la colonialidad
me sentido decolonial, pues como apun-
del poder.
ta la filósofa María Lugones, en su trabajo
Colonialidad y Género (2008) el sistema
de género consolidado con el avance de 3.2. The Black Feminism
los proyectos coloniales posee un lado vi- o el Feminismo Negro: La
sible, que organiza únicamente las vidas
de mujeres y hombres blancos y burgue-
interseccionalidad de las
ses, pero constituye el significado mismo variables
de ser “hombre” o “mujer” en el sentido
moderno colonial. Y por otro, un lado os- En cuanto a la perspectiva de la “raza”,
curo donde se oculta la intersexualidad es a raíz de los movimientos nacionalistas
(reveladora de que lo que entendemos negros e identitarios de los 60 en Esta-
por sexo biológico está socialmente dos Unidos cuando el feminismo negro y
construido) y el igualitarismo ginecrático el feminismo latino-chicano comenzarán
a denunciar la configuración de “la mu-
16. Escribe la autora al respecto literalmente:
“La lesbiana negra, como cualquier otra persona
jer negra” y “la mujer chicana” en estos
de color en los Estados Unidos, experimenta la movimientos políticos identitarios como
sujeción del racismo institucional y puede sufrir homófoba y machista; además de en las
igualmente el sexismo homofóbico de su pro- tesis feministas clásicas, como racista
pia comunidad –específicamente– la comunidad y clasista. De este modo, estas “otras”
“política” negra. Uso el término descriptivo “po- mujeres comienzan a emerger como su-
lítica” entre comillas porque este segmento de la jetos políticos y epistémicos en el cruce,
comunidad negra es el que ha elegido aprobar
en la intersección entre las dominaciones
públicamente a la homofobia, cuando en virtud
de su credibilidad y visibilidad, sus miembros raciales, clasistas y heterosexuales, supe-
podrían haber elegido apoyar los derechos civi- rando la bimensionalidad de raza y for-
les, sociales, y personales de las lesbianas negras mas de control del trabajo de la que parte
y los homosexuales negros. Las relaciones con el concepto de la colonialidad del poder
la comunidad negra se hacen muy problemáti- en Aníbal Quijano anteriormente citado,
cas para las lesbianas negras y los homosexuales elaborada aproximadamente dos décadas
cuando la comunidad negra contemporánea nos
después de estos aportes del feminismo
rechaza por nuestro compromiso con la libera-
ción lésbica y homosexual” (Clarke, 1988: 101). lesbiano, negro y chicano.

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Una de las principales antologías que la historia–), quien en la primera Conven-
desde el movimiento de mujeres feminis- ción Nacional de Derechos de la Mujer en
tas negras denunció el racismo del femi- 1851 (Worcerster, Massachussets) impe-
nismo blanco y la ausencia de tratamiento lía a las mujeres blancas presentes en la
de la clase y la raza es Todas las mujeres misma con las siguientes palabras:
son blancas, todos los negros son varo- “Creo que con esa unión de negros del Sur
nes, pero algunas de nosotras somos va- y de mujeres del Norte, todos ellos hablando
lientes (1982), de Gloria Hull, Patricia Bell de derechos, los hombres blancos estarán
Scott y Barbara Smith, siendo esta última en un aprieto bastante pronto. Pero ¿de qué
quién más incidió la interseccionalidad de están hablando todos aquí? Ese hombre de
lo racial, el sexo y la heterosexualidad en allí dice que las mujeres necesitan ayuda al
la vida y la opresión de las mujeres negras subirse a los carruajes, al cruzar las zanjas
(Curiel, 2007: 96). También fue Smith la y que deben tener el mejor sitio en todas
promotora del Combahee River Collective partes ¡Pero a mí nadie me ayuda con los
de 1975, en cuya Declaración Feminis- carruajes, ni a pasar sobre los charcos, ni
ta Negra puede leerse cómo sus parti- me dejan un sitio mejor! ¿Y acaso no soy
cipantes, feministas negras y lesbianas, yo una mujer? ¡Miradme! ¡Mirad mi brazo!
declaraban que, cansadas del machismo ¡He arado y plantado y cosechado, y ningún
presente en sus colectivos, como el Mo- hombre podía superarme! ¿Y acaso no soy
vimiento por los Derechos Civiles o los yo una mujer? […] He tenido trece hijos, y
Panteras Negras, se disponían a “luchar los vi vender a casi todos como esclavos, y
cuando lloraba con el dolor de una madre,
activamente contra la opresión racial,
¡nadie sino Jesús me escuchaba! ¿Y aca-
sexual, heterosexual y de clase”, enten-
so no soy yo una mujer? (Cit, en Sánchez,
diendo que todos estos principios estaban
2001: 47)
interrelacionados (La Colectiva del Río
Combahee, 1988: 172-184). Comenzó así a cuestionarse el universal
“mujer” y su correlativa “opresión”. Y aún
Entre los antecedentes del Black Femi-
hoy, parte del feminismo negro sigue en
nism también es destacable la obra Muje-
esos intentos. Parece que en la historia
res, raza y clase (2005) de Angela Davis,
del pensamiento político feminista aún
quien realiza un completo recorrido histó-
juega a las damas. En el año 2008 escri-
rico por las implicaciones del movimiento
bía Sueli Carneiro respecto de las mujeres
antiesclavista, el racismo presente en el
negras en Brasil:
movimiento sufragista de las mujeres, la
violación y el racismo bajo el mito del vio- “Nosotras las mujeres negras hacemos par-
lador negro o el trabajo doméstico de las te de un contingente de mujeres que tra-
mujeres negras, todo ello, en los análisis bajan durante siglos como esclavas en la
feministas de las mujeres negras sobre agricultura o en las calles como vendedoras,
una nueva feminidad. Recordemos que vendedoras de comidas, prostitutas, etc.
el mito fundacional del feminismo ne- Mujeres que no entendieron nada cuando
las feministas dijeron que las mujeres de-
gro, frente al guillotinamiento de Olympe
berían ganara las calles y trabajar! Hacemos
de Gouges para el feminismo ilustrado y
parte de un contingente de mujeres con
occidental, es el discurso de una mujer
identidad de objeto. Ayer al servicio de frá-
esclava liberada y analfabeta, Sejourner
giles señoritas y de los señores morbosos de
Truth (“Verdad Permanente” –ironías de los ingenios. Hoy empleadas domésticas de

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mujeres liberadas y grandes damas o mula- minismos negros. Una antología (2012)
tas tipo exportación. Cuando hablamos de es posible leer respecto de las metodolo-
romper el mito de la reina del hogar, de la gías de creación de conocimientos en el
musa idolatrada de los poetas, ¿de qué mu- feminismo negro,
jeres estamos hablando?” (Cit. en Lozano,
2010: 13) “Como miembros de un grupo oprimido, las
mujeres negras estadounidenses han gene-
Imprescindible también es el artículo de rado prácticas y conocimientos alternativos
bell hooks “Mujeres negras. Dar forma diseñados para promover su empodera-
a la teoría” (1984) traducido al español miento grupal. En contraste con la relación
en la obra colectiva Otras Inapropiables. dialéctica que conecta opresión y activismo,
Feminismos desde las fronteras (2004) una relación dialógica caracteriza las expe-
donde se realiza una fuerte crítica al libro riencias colectivas y el conocimiento grupal.
de La mística de la feminidad de Betty En ambos niveles, individual y de grupo una
Friedan, denunciando que jamás consi- relación dialógica indica que los cambios
deró la clase y la raza, y que por tanto, “el en el pensamiento pueden introducir ac-
problema que no tenía nombre”, lejos de ciones distintas y que la transformación de
ser un problema de las mujeres, era, a lo las experiencias puede a su vez estimular
sumo, el problema de las amas de casa un cambio de conciencia. Para las mujeres
blancas, heterosexuales y de clase media. negras como colectividad, la lucha por un
feminismo negro autodefinido se produce a
En la obra de bell hooks, es también des-
través de un diálogo en curso a través del
tacable su texto Aint I A Woman?17 (1983)
cual la acción y el pensamiento se dan for-
donde cuestiona la idea de que el patriar-
ma el uno al otro” (Hill Collins, 2012: 114)
cado sea el sistema de opresión primige-
nio y que, por tanto, al ser eliminado se Esta metodología dialógica será otra de las
acabarían todos los males. Como indica características fundamentales en los “fe-
Bidaseca, esta obra de hooks indica que: minismos periféricos, feminismos-otros”,
“Sexismo, racismo y explotación de clase los cuales lejos de abanderar propuestas
constituyen sistemas interrelacionados de liberadoras de las mujeres desde un co-
dominación y opresión que determinan la nocimiento de vanguardia que las “otras”
agencia femenina” (2010: 133). Por últi- mujeres deben asumir para superar su
mo, considero digna de mención la siste- “falsa conciencia”, apuestan por la pro-
matización que del pensamiento político ducción de conocimiento grupal basado
del Black Feminism ha realizado Patricia en las diferencias, necesidades y expe-
Hill Collins en cuyo trabajo Rasgos distin- riencias cotidianas de las mujeres como
tivos del pensamiento feminista negro18, mecanismos de transformación de las
texto traducido al español en la obra Fe- ideas, experiencias y por tanto, de con-
ciencia. Con otras palabras, una impres-
17. Título basado en el discurso homónimo de la
esclava liberada Sejourner Truth anteriormente cindible conjunción de acción y reflexión
señalado (Verdad Viajera). será otra de las claves de la producción
18. Este texto se encuentra traducido al español del conocimiento en el black feminism y
en una compilación imprescindible de textos de en general en los feminismos-otros, un
feministas negras editada por Mercedes Jabardo forma de conocimiento vinculada a aquél
(2012) Feminismos negros. Una antología. Tra-
ficantes de Sueños. Colecc. Mapas. Madrid y dis- org/wp-content/uploads/2012/11/Feminismos-
ponible en: http://www.bibliotecafragmentada. negros-1.pdf

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otro posteriormente teorizado por Donna mujeres negras, latinas, puertorrique-
Haraway como “conocimiento situado” ñas, chicanas, asiático-americanas, etc.
(1995) y a aquello que denomino la “éti- muchas de ellas lesbianas. Esta obra fue
ca rebelde del encuentro en la frontera”, editada por Cherrie Moraga y Ana Casti-
que considero como otra característica llo y es asumida por Meloni como punto
esencial de los feminismos periféricos, de inicio o fecha clave a partir de la cual
feminismos-otros y que explicaré en las se produce el “giro de la conciencia fe-
siguientes páginas. Obviamente, también minista” (2012). En la misma línea de
aquí ocurre una interesante convergencia denuncia interseccional de las opresiones
con la propuesta decolonial que no puede de las mujeres negras, puede leerse en
ser implementada sino desde la frontera ella cómo se amplía el frente de lucha de
y su herida colonial, o la doble concien- estas “mujeres de color” hacia los propios
cia de W. E. B. Du Bois. En este caso, las colectivos y no sólo hacia el feminismo
mujeres negras respondieron a las van- “blanco”:
guardias (negras o blancas) mientras se
“A través de los años 70 mientras que más
configuraban colectivamente y en coali- y más blancas, en su mayoría de clase me-
ción con otras mujeres de color y con sus dia, empezaban a enfatizar el género como
compañeros negros como “movimientos único origen de su propia opresión, fraca-
de retaguardia” (Grosfoguel, 2007: 76). saban así en su esfuerzo de incorporar los
intereses de las mujeres de color de los
EEUU de manera fundamental más allá de
3.3. Feminismo Chicano: Una
la teoría. […] Pero la feminista de color no
Epistemología de Frontera se encontró más a gusto con su causa den-
tro del movimiento racista y clasista de las
Sobre la notable crítica poscolonial de las mujeres que dentro de los movimientos ter-
mujeres de color nacida en EEUU a partir cermundistas sexistas y homofóbicos. Como
de los años 60, nos confirma Ochy Curiel respuesta Gloria Anzaldúa concibió la idea
que: de esta analogía. […] Nuestra definición
se basa en el principio de que las mujeres
“aún sin haber utilizado el concepto de colo- de color no tienen que “escoger” entre sus
nialidad, las feministas racializadas, afrodes- identidades, pero que un movimiento real-
cendientes e indígenas, han profundizado mente revolucionario las incorporaría a to-
desde los años setenta en el entramado de das.” (Moraga, 1988: 3)
poder patriarcal y capitalista, considerando la
imbricación de diversos sistemas de domina- En esta misma compilación, abriendo una
ción (racismo, sexismo, heteronormatividad, de las compuertas más importantes a los
clasismo) desde donde han definido sus pro- dilemas de la posmodernidad sobre el su-
yectos políticos, todo hecho a partir de una jeto, su devenir identitario dinámico y su
crítica poscolonial.” (2007: 93). legitimidad epistémica, e iniciando una
suerte de socavamiento literario a la or-
Probablemente, la publicación fundacio-
todoxia de la teoría política eurocéntrica,
nal de los que ahora se conocen como
escribe Gloria Anzaldúa19 en su contribu-
feminismos poscoloniales es Esta puen-
ción La Prieta, desde su inigualable prosa:
te, mi espalda. Voces tercermundistas en
los Estados Unidos (1981), colección de 19. Para una biografía de Gloria Anzaldúa, ver
trabajos de “mujeres de color”, es decir, Bidaseca (2010: 135 y ss.)

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“Soy una puente columpiada por el viento, por los cuerpos lésbicos, de color, etniza-
un crucero habitado por torbellinos, Gloria, dos y empobrecidos de las mujeres peri-
la mediadora, montada a horcajadas en el féricas, desde “el grito de las sujetas”21.
abismo. “Tu lealtad es a La Raza, la Movi- Anzaldúa lo denominó “the new mestiza”,
miento Chicano”, me dicen los de mi raza. una nueva localización epistémica, rica y
“Tu lealtad es al Tercer Mundo”, me dicen compleja, que resultará fundamental en
mis amigos negros y asiáticos. “Tu lealtad la emergencia de los feminismos-otros.
es a tu género, a las mujeres”, me dicen las Nacía, así, el pensamiento de frontera
feministas. También existe mi lealtad al mo-
de la chicana Gloria Anzaldúa en su obra
vimiento gay, a la revolución socialista, a la
Borderlands/La Frontera. The New Mesti-
Epoca Nueva, a la magia y a lo oculto. ¿Qué
za (1987), sobre el cual, Walter Mignolo
soy? Una lesbiana feminista tercermundista
reconoce que cimienta parte de su obra
inclinada al marxismo y al misticismo. Me
en las concepciones de la herida colonial
fragmentarán y a cada pequeño pedazo le
pondrán una etiqueta. ¿Me dices que mi
y el pensamiento fronterizo de la chicana.
nombre es la ambivalencia? Piensa en mí Escribe Anzaldúa en esta obra respecto
como Shiva, con un cuerpo de muchos bra- de la tiranía cultural de su cultura mater-
zos y piernas con un pie en la tierra color na india:
café, otro en lo blanco, otro en la sociedad “Así que no me déis vuestros dogmas y
heterosexual, otro en el mundo gay, otro en vuestras leyes. No me déis vuestros banales
el mundo de los hombres, de las mujeres, dioses. Lo que quiero es contar con las tres
un brazo en la clase obrera, los mundos culturas –la blanca, la mexicana, la india–.
socialistas y ocultos. Un tipo de mujer ara- Quiero la libertad de poder tallar y cincelar
ña colgando por un hilo de su telaraña. Mi mi propio rostro, cortar la hemorragia con
identidad es de mujer. Quien ultraja a las cenizas, moldear mis propios dioses desde
mujeres, me insulta a mí. Mi identidad es de mis entrañas. Y si ir a casa me es denegado,
lesbiana. Quien insulta a las lesbianas me entonces tendré que levantarme y reclamar
ultraja a mí. Mi identidad es de feminista. mi espacio, creando una nueva cultura –una
Quien menosprecia el feminismo me des- cultura mestiza– con mi propia madera, mis
precia a mí.” (Anzaldúa, 1988: 165). propios ladrillos y argamasa y mi propia ar-
El feminismo de las “mujeres de color” quitectura feminista” (Anzaldúa, 2004: 79)
nos habla de mujeres cuyas identidades Lejos de los posicionamientos posmo-
se forjan en la frontera20: chicanas, ne- dernos22 que nos hablan de la hibridez
gras, lesbianas, migrantes, pobres… la cultural folclorizada y ajena relaciones de
mayoría activistas, pensadoras, drama- poder, Anzaldúa nos habla de “fronteras
turgas o poetas, y vinculadas de algún militarizadas donde la dominación y el
modo al ámbito literario o editorialista. poder delimitan los encuentros cultura-
Fronteras geográficas que metaforizan las les” (Bidaseca, 2010: 135). Nos remite a
fronteras identitarias, genéricas, cultura- un híbrido, a una nueva mestiza que re-
les, sexuales o lingüísticas. Nuevas fron-
teras epistemológicas que se abren en y 21. “El grito del Sujeto” es el título de una de las
obras de Franz Hinkelammert (1998).
20. En su libro Borderlnads/La Frontera, Anzal- 22. Para un análisis en profundidad sobre la rela-
dúa (1987) se refiere a la frontera de 3.140 kms. ción de las propuestas feministas poscoloniales,
que separa Estados Unidos de América Latina incluida el feminismo chicano, con las propues-
como “una herida abierta”. tas posmodernas, ver Hernández. R. A (2003).

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busca en su pasado, pero no de manera damental para los/as analistas y activistas
nostálgica y esencialista, sino que, como políticos que reivindicaban el surgimiento
nos expone la politóloga feminista israelí de un nuevo sujeto posmoderno no iden-
Nira Yuval–Davis: “al revisar su pasado tificado con quienes desde el feminismo o
pone de manifiesto su propia hibridez y el nacionalismo promovían una política de
el reconocimiento de este pasado híbri- identidades que partía de una concepción
do en términos del presente, empodera esencialista de las mismas (Hernández,
a la comunidad y le otorga agencia para 2004: 2). En definitiva,
abrir nuevos espacios creativos en la zona
“… la condición de extranjeras, de diferen-
fronteriza resistentes a la hegemonía del tes, de intrusas situadas entre fronteras es
eurocentro” (2004: 93). “The new mes- lo que va definir a estas pensadoras y ac-
tiza” será la categoría fundadora de una tivistas feministas, son las llamadas “otras
nueva agencia epistémica, la del Ser de inapropiables”, en términos de Trinh T.
Frontera, que lejos del relativismo epis- Minh-ha: extranjeras dentro de las reivindi-
temológico posmoderno nos ofrece una caciones del feminismo blanco euroameri-
interesante posición enunciativa desde cano; son las intrusas y diferentes, acusadas
los márgenes al asumir la intersección de de “agringadas” dentro de los movimientos
las opresiones como base para una nueva nacionalistas de defensa de la raza” (Melo-
identidad de frontera habitable, crítica y ni, 2012: 143).
creativa. Es el Borderlander explicado por
El movimiento de “mujeres de color” fue
Bidaseca como una categoría ontológica,
pionero en desvelar las limitaciones de
étnica y topográfica que muestra la nece-
identidades esencialistas y auténticas so-
sidad de una epistemología fronteriza que
bre las cuales las políticas de identidad se
pueda aceptar que los inmigrantes, ho-
estaban construyendo, confrontando “las
mosexuales, refugiados, etc. son, desde
visiones esencialistas de “la mujer” que
una epistemología monotípica, categorías
reivindican algunas políticas de la diferen-
fuera de la ley (2010: 135).
cia, así como las ficciones del humanismo
Como feminista, Anzaldúa critica el ma- en las que se basa la política de la igual-
chismo del nacionalismo23 chicano y su dad” (Ibid.). Escribe de nuevo Anzaldúa
limitado sentido de la “tradición”; como en Movimientos de rebeldía y culturas
chicana confronta el etnocentrismo, el que traicionan:
racismo y el clasismo del movimiento
“Estos movimientos de rebeldía que tene-
feminista anglosajón, y como lesbiana mos en la sangre nosotros, los mexicanos,
cuestiona la homofobia del movimiento surgen como ríos desbocados en mis venas.
chicano y el sesgo heterosexista del gé- […] Ya no sólo paso toda mi vida botando
nero en el movimiento feminista. Aunque las costumbres y los valores de mi cultura
no pretendió hacer una teoría general de que me traicionan. También recojo las cos-
la identidad, Borderlands/La frontera. The tumbres que por el tiempo se han probado
new mestiza “se convirtió en un libro fun- y las costumbres de respeto a las mujeres.
Pero a pesar de mi tolerancia creciente, for
23. Para profundizar en el desarrollo de la rela- this chicana la guerra de independencia is a
ción entre nacionalismos y género a través de constant” (, 2004: 71)
una obra fundamental en la materia, ver Yuval-
Davis, Nira (2004) Género y Nación. Flora Tris-
tán. Lima.

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Por su parte, Cherríe Moraga finalizaba la dades construyan coaliciones y solidarida-
Introducción a Esta puente, mi espalda, des más allá de las fronteras.” (2008b: 412
en la edición de 1988, revelando el nudo y 413)
de aquello que denomino “la ética rebel- En efecto, la gran pregunta contemporá-
de del encuentro en la frontera”: “Cuan- nea sobre el subjetividad política feminista
do nos extendemos como puente entre es qué ocurre con la movilización política
las diferencias nuestras, esta expresión si, usando las palabras de Bidaseca, “las
mantiene la promesa de aliviar las heridas diferencias entre mujeres, que antes eran
causadas por los siglos de nuestra separa- subsumidas a la ilusión de una opresión
ción. Esta puente, mi espalda” (1988: 6). común, constituyen el nuevo eje articu-
Se trata de una ética que, lejos de hacer lador del feminismo contra-hegemónico”
de las diferencias desigualdades, las aglu- (2010: 129).
tina en coaliciones que enfrentan al poder
y su capacidad de fragmentar socialmente Las convergencias y divergencias episte-
a través de ellas. Pero profundicemos en mológicas del pensamiento feminista no
ella en el siguiente y último epígrafe. sólo han ocurrido en sus vaivanes con la
poscolonialidad o la posmodernidad, sino
también respecto a la misma propuesta
4. El Feminismo decolonial: decolonial. Aunque a lo largo de su obra
Articulando subjetividades Walter Mignolo reconoce una y otra vez
que Gloria Anzaldúa le abrió las puertas a
políticas en “la ética rebelde la epistemología fronteriza, teóricas femi-
del encuentro en la frontera” nistas latinoamericanas han puesto sobre
la mesa las carencias que el pensamiento
decolonial contiene sobre temáticas como
La reconocida teórica hindú del “femi- género y sexualidad. Principalmente, esta
nismo del tercer mundo” feminista, Ch. tarea la ha realizado la filósofa argentina
T. Mohanty, nos ofrecía el concepto de María Lugones mediante su concepto de
“diferencias comunes” para sustentar su “la colonialidad del género”, denunciando
propuesta de un feminismo anticapitalista el tratamiento del sexo y del género como
y antiimperialista, y escribía al respecto: limitado en el análisis de Quijano. Sin
“… las diferencias no son nunca simple- embargo, más allá de estas interesantes
mente “diferencias”. Al conocer las diferen- reformulaciones de la matriz colonial del
cias y particularidades, podemos ver mejor poder, lo que más me interesa ahora es
las conexiones y elementos comunes, por- la respuesta de Lugones ante la pregunta
que no existe frontera o límite que sea total por la subjetividad feminista, la identidad
o que nos determine de forma rígida. El obs- feminista y la gestión política de las dife-
táculo a superar es ver cómo las diferencias rencias entre mujeres, y en este sentido
nos permiten explicar las conexiones y los escribe nuestra autora concretamente so-
cruces de fronteras mejor y con más preci- bre los “feminismos de color”: “En el nú-
sión, así como especificar la diferencia nos cleo mismo del movimiento hacia un mul-
permite teorizar los problemas universales ticulturalismo radical y de los feminismos
más integralmente. Es esta jugada intelec- de color, se da un desplazamiento desde
tual la que da lugar a mi interés porque las una lógica de opresión hacia una lógica
mujeres de distintas comunidades e identi- de la resistencia” (2005: 61). Intentaré

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desarrollar esta afirmación en las siguien- Y, no obstante, nos aclara a continuación
tes líneas. que:
Siguiendo a Crenshaw, nos recuerda “… presuponer que las categorías de opre-
Lugones, educadora popular y filósofa sión son separables es aceptar los presu-
argentina que la interseccionalidad de puestos fundamentales tanto del racismo
género, clase, raza y sexo ha sido impor- como de la opresión de género. Pero la
tante para comprender que las opresio- aceptación se hace con el propósito de re-
nes se cruzan, es decir, comprender la conocer la separación.” (Ibid.)
interrelacionalidad de las diferencias y Ante este dilema, nos invita a trascender
de las subjetividades. Con otras palabras, esta necesaria lógica de la intersecciona-
discernir que unas mujeres son privilegia- lidad pasando a un segundo desenmas-
das porque otras y otros no lo son. De este caramiento que implica una lógica de la
modo, la interseccionalidad nos permite fusión o emulsión que destruye la separa-
reconocer las relaciones de poder entre ción de las categorías y nos abre camino
las mujeres blancas y las de color y, de hacia la resistencia. Teniendo en cuenta
este modo, visibilizar a las mujeres de co- que las opresiones afectan a las personas
lor donde la comprensión categorial de la conjuntamente, sin posibilidad de separa-
“mujer” y “el negro” las ocultaban. Ahora ción y que por tanto, la opresión implica
bien, reconocido esto, Lugones también un solapamiento de opresiones que se
califica a la interseccionalidad como una entrelazan o fusionan24; también es de
“categoría provisional” porque está aún reconocer que las categorías de género
dentro de la lógica de la opresión, ya que y raza tienen un grado de realidad en la
raza, género o sexo son tratados crítica- clasificación social.
mente como categorías de opresión. En
palabras de Crenshaw, es provisional por- Ahora bien, esta fragmentación social pro-
que compromete “el supuesto dominante viene del cumplimiento del solapamiento
de que raza y género son categorías esen- de las opresiones, el cual sólo es posible
cialmente separadas”. En esta línea de si cada una las opresiones se compren-
argumentación explica Lugones: den como separables. Por tanto, más allá
de ser un mecanismo ideológico, la inter-
“Ninguna crítica conceptual del esencialis- sección o solapamiento de las intersec-
mo característico del pensamiento catego- ciones es un mecanismo de control que
rial borrará la necesidad de reconocer que marca y desconecta a las gentes, imposi-
las categorías son reales. Las categorías y bilitándonos ver las opresiones como real-
el pensamiento categorial son instrumentos mente son, fusionadas (Ibid.: 68 y 69).
de opresión. La opresión no puede borrarse En efecto, como nos advierte Nnaemeka:
conceptualmente. No es un error presupo- “La preocupación por la intersección de
ner las categorías de opresión en una inter- categorías de diferencia está destinada al
seccionalidad comprensiva. En realidad, es fracaso si no toma en cuenta las fronte-
necesario. Porque el fenómeno que esta-
ras que existen dentro de cada catego-
mos explicando consiste precisamente en la
ría” (2008: 82). Es precisamente en este
ignorancia de la multiplicidad a través de lo
categorial en vista de que no puede acredi-
24. Para profundizar en la vivencia cotidiana de
tar a los que viven en la intersección de más
la opresiones y su inseparabilidad, ver Anthias
de una categoría de opresión” (2005: 68). (2006).

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nudo conceptual donde interpreto que va coalición. La fusión, dado que es una re-
emergiendo en las autoras de esta posi- sistencia a múltiples opresiones y en tanto
ble genealogía de feminismos periféricos, se vive relacionalmente, nos abre enton-
feminismos-otros, aquello que denomino ces el marco de posibilidades vividas, no
la “ética rebelde del encuentro en la fron- únicamente teorizadas. Lejos de basarse
tera”. Escribe la filósofa argentina sobre en “la negación de poderes diferencia-
la potencialidad creativa y política de las les”; se tratará de una ética de resistencia
fusiones al superar la determinación de basada en la coalición que “surge de re-
las posibilidades desde las categorías de sistencias al poder desde dentro, en to-
clasificación social: dos los niveles de opresión.” (Ibid.: 70).
En base a relación de los conocimientos
“… la resistencia necesita reconocer la in-
terseccionalidad así como resistir a ese re-
creados por las mujeres de color y su
conocimiento por medio de una superposi- “multiculturalismo radical”, nos dice la
ción del reconocimiento de las opresiones autora al final de su trabajo,
que entreteje. De otra forma, nos vemos a “Cuando vivimos como fusiones que re-
nosotros mismos como seres fragmentados, sisten a opresiones múltiples, podemos
fragmentos combinados a la vez de muje- apreciar las formas en las que otros han
res blancas y de hombres no blancos. Y concebido, han dado forma cultural, han
cuando lo hacemos, comenzamos a perder teorizado, expresado, e incorporado su re-
el sentido de nosotros mismos y de nuestra sistencia a opresiones múltiples. Esta apre-
común situación. Se trata de un lugar super- ciación contribuye a y se ve profundizada
impuesto al que nos resistimos. Resistir en por una comprensión multiculturalista. He-
la intersección de las opresiones y en su mos hablado de “Mujeres de Color” como
solapamiento, no deshace ninguna de las de una identidad de coalición que se sitúa
dos cosas. Habitamos a la vez en la realidad contra los monologismos, no como de un
construida categorialmente y en la realidad distintivo racial. Como identidad de coali-
de la fusión. Pero nos resistimos a fusiones ción busca identificaciones que sean múl-
de raza-género tan diferentes, como las mu- tiples, inestables, situadas históricamente, a
jeres blancas. En realidad, una vez que las través de diálogos complejos desde dentro
categorías no determinan las posibilidades, de la interdependencia de las diferencias no
se puede comprender una gran multiplici- dominantes.” (Ibid.: 74)
dad de fusiones resistentes raza/género”
(Ibid.: 70) La compilación Diálogo y Diferencia. Los
feminismos desafían la globalización
Para pensar la fusión, Lugones acude a (Marcos y Waller, 2008), contiene un
la obra de Audre Lorde, donde las “di- texto de Obioma Nnaemeka, reconocida
ferencias no-dominantes”25 impregnan internacionalmente como notable teórica
e impulsan la fusión hacia una lógica de en la academia norteamericana sobre Es-
tudios de Africa/Diáspora Africana y como
25. Dice Lorde literalmente: “Es la interdepen-
dencia de las diferencias recíprocas (no dominan-
activista feminista, titulado Conferencias
tes) donde reside la seguridad que nos permite Internacionales como Escenarios para la
descender al caos del conocimiento y regresar de Lucha Feminista Transnacional: El caso
él con visiones auténticas de nuestro futuro, así de la Primera Conferencia Internacional
como con el poder concomitante para efectuar
los cambios que harán realidad ese futuro. Las tir de la cual forjamos nuestro poder personal”
diferencias son la potente materia prima a par- (2003: 117).

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sobre las mujeres de Africa y de la Diás- género, clase, etnicidad y otras, en su lucha
pora Africana. En este trabajo analiza la en contra de las condiciones opresivas de
confrontación ocurrida entre mujeres na- las cuales otras/os fueron víctimas. La ex-
cidas en Africa y mujeres afroamericanas clusión de compañeras/os de lucha en base
en una conferencia organizada por ella en a las diferencias nos afecta negativamente a
Nigeria, Women in Africa and the African todas/os.” (Nnaemeka, 2008: 96)
Diaspora –WAAD´92–, encuentro dirigido Elegí este acontecimiento y su análisis
fundamentalmente por mujeres negras. como ejemplo de aquello que Lugones
Las mujeres afroamericanas cuestionaron denomina ir desde la interseccionalidad a
la presencia de mujeres blancas y hom- la fusionalidad vivida y recreadora de nue-
bres en el mismo sin hablar antes con las vas subjetividades y posibilidades políti-
organizadoras, basándose, de un lado, en cas. En esto consiste “la ética rebelde del
la necesidad de espacios propios, y de encuentro en la frontera”, ética que han
otro, en cierta “ingenuidad” de las her- venido desarrollando los feminismos peri-
manas africanas sobre el racismo. Aque- féricos, feminismos-otros, y desde la cual,
llo insertó en el encuentro el dolor secular asumiendo que las diferencias son, exis-
de la violencia racista y llevó al comité or- ten, y que las desigualdades, nos duelen;
ganizador a la necesidad de pronunciar- también podemos “desafiar a aquellos
se a favor de la presencia de hombres y que nos excluyen sin aprender de ellos
mujeres blancas bajo un criterio cultural cómo excluir” (Nnaemeka, 2008: 101).
de inclusión del lugar frente a un criterio
excluyente basado en la raza (2008: 99).
El dilema recayó de lleno en el sentido de
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