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Las primeras líneas del tiempo en la historia de México del aspecto impositivo se remontan en la

cultura Olmeca (1200-600 A.C.), en la que las tribus eran dirigidas por un jefe, se constituían en
gobiernos teocráticos, a los pueblos conquistados se les imponían elevados gravámenes, así como
la adquisición de esclavos para el sacrificio en alabanza a los dioses. Después, por su relevancia y
desarrollo, se encuentran los mayas (300-1200 D.C.). Su base económica la constituyen con la
agricultura, que era manejada por los nobles. Tenían estrecha relación con los guerreros, pues eran
quienes defendían las líneas de comercio y la defensiva de los pueblos. El uso de la tierra era
comunal, pero los productos codiciados pertenecían a la nobleza (cacao), el cual fue en algún
momento utilizado como moneda de cambio; se acentuaba la esclavitud, encargada de edificar las
grandes pirámides.

El último eslabón antiguo en la historia de los tributos lo constituyen las aztecas o mexicas (1400-
1600 D.C.). Existían dos clases sociales: los plebeyos y los nobles, y debajo de ellos las clases de
trabajo asalariado. Había un estrato social en el que se encontraban los comerciantes y los
artesanos; desde entonces ya existía la unidad más pequeña de unión: la familia, que al unirse con
otras familias formaban un calpulli. (“Un grupo de varias familias componía el calpulli, unidad social
compleja que se encargaba de funciones muy diversas. Un consejo formado por los cabezas de
familia elegía al jefe del calpulli, que debía pertenecer a un linaje determinado. Cada familia
perteneciente a un calpulli recibía un usufructo, una parte de las tierras comunales, la cual volvía al
calpulli si dejaba de cultivarse”). La civilización Azteca.

www.monografias.com/trabajos/civazteca/civazteca.shtml (6 de junio de 2009).

Manejaban ya una red compleja de comercio, la que incluía granos, pieles, trabajos de orfebrería;
sin embargo, el ingreso más elevado del tributo lo representaban las conquistas de los pueblos. El
nuevo rey de Azcapotzalco diseñó los primeros registros de pago de contribuciones; finalmente, esta
cultura fue conquistada por los españoles en el año 1517.

En la época de la Conquista española se dieron los primeros pasos para introducir las reformas
regulatorias del comercio. Al ser esta una forma de gobierno monárquica se establecieron virreyes
con la intención de administrar las riquezas del rey.

La primera estructura hacendaria de la Real Hacienda se constituía de la siguiente manera:

• Contaduría General.

• Secretaría de Virreinato.

• Juzgado General de Indias.

• Contaduría General de Tributos.

Esta última pasó a ser la Contaduría General de Retasas en 1786, con el objeto de tasar un gran
número de actividades que llevaban a cabo los indígenas.

La Real Hacienda se encargaba de recaudar los tributos para la Nueva España por medio de cajas
reales, elaborando cédulas reales en las cuales se plasmaba lo recabado en los puertos, en la
ciudad, en las minas. Su objetivo era administrar los gastos del gobierno virreinal y enterar a los
virreyes y al rey de España lo finamente recaudado.

Existía una gran división de la población sujeta a gravamen: la gente común, los indígenas,
particulares ajenos a la Corona. Primero, los ingresos más importantes lo representaban aquellas
partidas que se utilizaban para al pago de los oficiales de guerra, gastos administrativos, defensa del
reino, mantenimiento de las tropas etc. Para solventar todo lo anterior se establecieron los siguientes
impuestos: tributos reales, servicio de lanzas (servicios que pagaban al rey los grandes y títulos),
tres reales novenos, media anata secular, ensaye, quinto, diezmo, amonedación, vajilla, derechos
sobre el oro y la plata, almojarifazgo, ancleje, buques, tintes y aguardientes, alcabalas, bienes
confiscados, bienes mostrenco. Archivo histórico de hacienda.
http://censoarchivos.mcu.es/CensoGuia/fondoDetail.htm?id=559789. (15 de junio de 2009). El 1 de
marzo de 1934, la Secretaría dicta un acuerdo para organizar el Archivo Histórico de Hacienda, el
cual se crea el 10 de junio de 1939.

Existía una segunda partida impositiva, la cual era destinada a la Iglesia (cristianización); la tercera
eran impuestos con protección militar, bienes de difuntos, bebidas prohibidas, señoraje de minería,
derecho de fábrica de pólvora, todos ellos destinados para mantenimiento de hospitales, salas donde
impartía justicia, gastos municipales y fines piadosos particulares.

En 1807, Napoleón Bonaparte le arrebata la Corona a España. La noticia llega a la Nueva España;
se empiezan a dar los primeros intentos insurgentes que más tarde lograría Miguel Hidalgo y Costilla
en el año 1810. A partir de ese momento los caudillos destruyen las alcabalas (la alcabala fue el
impuesto más importante del antiguo régimen en la Corona de Castilla y, desde luego, el que más
ingresos producía a la hacienda real, pues aunque el diezmo era aún más importante, su perceptor
principal era la Iglesia, con participación del rey. Se utilizaba habitualmente en plural: las alcabalas.
A pesar que aparentemente era un impuesto indirecto que gravaba las compra-ventas y todo tipo de
transferencias), impuestas por los gobiernos pasados, se emiten las primeras cargas fiscales a través
de publicaciones, en lo que se refiere al gobierno marítimo, bebidas embriagantes y el retiro de
capitales al extranjero. (Silva, 2004, p.10).

El 8 de noviembre de 1821 se emite el Reglamento Provisional para el Gobierno Interior y Exterior


de las Secretaría de Estado, y con ello se da el nacimiento a la Secretaría de Estado y Despacho de
Hacienda.

Siendo presidente Antonio López de Santa Anna se crean los impuestos más absurdos en la historia
de México: impuestos por ventanas y puertas, caballos y perros, ante la debilidad de la obtención de
ingresos públicos. Afortunadamente, Benito Juárez los abolió; se constituyó la Lotería Nacional, se
incrementa al impuesto al tabaco y a las bebidas embriagantes, y se creó una contribución federal
del 25 por ciento por cada pago efectuado a la Federación. En 1853, por primera vez se denomina
Secretaría de Hacienda y Crédito Publico lo que era la Organización del Ministerio de Hacienda, en
decreto publicado el día 27 de mayo de 1852.

En 1921, en la época posrevolucionaria, se expidió la Ley del Centenario; es decir, la Ley del
Impuesto sobre la Renta. Nace el 20 de julio de ese año; se publicó en decreto promulgatorio de una
ley que estableció un impuesto federal extraordinario y pagadero por una sola vez sobre los ingresos
y ganancias particulares. No fue una ley de carácter permanente, sólo tuvo un mes de vigencia; la
ley se dividía en cuatro capítulos denominados “cédulas”: (Silva, 2004).

• Del ejercicio del comercio o de la industria.

• Del ejercicio de una profesión liberal, literaria artística o innominada.

• Del trabajo a sueldo o salario.

• De la colocación de dinero o valores a rédito, participación y dividendos.

Nótese que la agricultura y la ganadería no estaban contempladas.


El 21 de enero de 1924 se promulgó la ley para la recaudación de los impuestos establecidos en la
ley de ingresos vigente sobre sueldos, salarios, emolumentos, honorarios y utilidades de las
sociedades y empresas. Esta ley no fue de carácter transitorio como lo fue la Ley del Centenario;
nace así el sistema cedular en México. El 27 de diciembre de 1939 nace la Ley del Impuesto sobre
el Superprovecho; gravaba las ganancias excesivas que obtenían los contribuyentes de la cédula
uno de la Ley de Impuesto Sobre la Renta; es decir, personas físicas y morales dedicadas a
actividades comerciales, industriales y agrícolas. Esta ley estuvo vigente hasta el año 1941.

En la ley del 30 de diciembre de 1953 se permite por primera vez aplicar deducciones para determinar
la utilidad gravable, lo cual constituyó un importante avance en la evolución tributaria del país.
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lcp/tellez_y_capitulo3.pdf. Antecedentes
históricos de la Ley del Impuestos sobre la Renta en México. (13 de junio de 2009).

El 30 de diciembre de 1964 se abandonó el sistema cedular y se dividió en dos títulos solamente:


uno para los ingresos globales de las empresas y otro para el impuesto al ingreso de las personas
físicas.

En la ley de 1987 se amplió la base gravable de las sociedades mercantiles a través de incorporar
en el procedimiento del cálculo de la utilidad gravable el efecto económico que la inflación origina en
los créditos que conceden los contribuyentes y en las obligaciones que contraen; se permitió la
deducción de inventarios.

En el año 2002 la nueva Ley del Impuesto Sobre la Renta reestructura la anterior e incorpora
disposiciones de reglas misceláneas, jurisprudencias y reglamentarias, e incluyen un título específico
de empresas multinacionales.

1 El Derecho Constitucional Tributario Mexicano


1.1 Antecedentes
La recaudación fiscal no es un fenómeno nuevo en México, si bien antes de la época
colonial, ya se daba entre los diferentes grupos que habitaban la región central del país,
todo este esquema fue modificado con la llegada de los españoles, mismos que al ser
expulsados a principios del siglo XIX, después de la guerra de independencia, inicia una
etapa más formal y encuentra sus antecedentes como tal, a partir de esta época, en un
sistema que funcionaba sobre la base del denominado “contingente”, previsto en la Ley de
Clasificación de Rentas de 1824, equivalente a 30 por ciento de la recaudación de cada
Estado y que se debía entregar a la Federación para financiar su operación. Sin embargo,
los estados nunca cumplieron cabalmente con sus obligaciones frente a la Federación, por
lo que el erario Federal se encontraba regularmente en ruinas. Durante la República
Centralista, el “contingente” fue suspendido (1836), pero las Bases Orgánicas de 1843
previeron que la Federación pagase un “contingente” a los estados. La Ley de Clasificación
de Rentas de 1846 incorporó el “contingente”, pero fue reducido a manera de compensación
y no fue sino hasta la Ley de 1868 que se aumentó a 20 por ciento. Paralelamente, a partir
de 1851 se instituyó un sistema de tributos compartidos, al principio, únicamente respecto
del Derecho sobre el Consumo de Efectos Extranjeros (50%), a manera de coordinación.
La Constitución de 1917, al igual que la de 1824 y la de 1857, no distribuyó las fuentes de
ingresos o las materias sobre las cuales se ejercería la potestad tributaria por el Congreso
de la Unión y las legislaturas locales, generándose un auténtico sistema concurrente –o
coincidente, para ser más precisos–, donde la Federación tenía la libertad de establecer
contribuciones sobre cualquier hecho o acto jurídico y los estados únicamente encontraban
limitaciones en los artículos 117, 118 y 131 constitucionales.
No obstante, a partir de los años veinte se inició un proceso de fortalecimiento de la
coordinación fiscal de entre Estados y Federación, mediante una política que implicaba ir
separando a de la Ley del Timbre algunas hipótesis del gravamen, estableciendo leyes
especiales con participaciones a los estados y municipios involucrados en el proceso
económico. Como consecuencia de que la norma suprema no hacía una separación de
fuentes impositivas, además de que dentro de las fuentes reservadas a la Federación no
se incluían las más importantes, se generó una doble y hasta triple tributación, al existir una
amplia coincidencia tributaria, según la fracción VII del artículo 73 constitucional, que faculta
al Congreso de la Unión para establecer las contribuciones necesarias para cubrir el
presupuesto, en tanto que los artículos 115 y 124 de la norma suprema establecen lo mismo
para los estados.
El Congreso de la Unión, en ocasiones en su carácter de constituyente permanente y de
legislador federal en otras, estableció gradualmente un auténtico sistema de coordinación
fiscal, el cual se sustentaba, por una parte, en participaciones de los impuestos federales a
favor de las entidades federativas y, por otra parte, en una contribución federal prevista
originalmente en la Ley Federal del Timbre, que recaía sobre los ingresos tributarios de
carácter local y municipal, y constituía una auténtica participación de los impuestos de esos
niveles de gobierno a favor de la Federación.
Vendrían las convenciones nacionales fiscales y un fuerte impulso a la coordinación a partir
de la reforma constitucional de la fracción X del artículo 73 (1934), y se estableció en el
nivel constitucional la base para la futura creación de un Sistema Nacional de Coordinación
Fiscal, basado en las participaciones que respecto de tributos 19 Introducción federales
sobre materias específicas distribuiría la Federación entre las entidades federativas. Con
posterioridad, en 1942, conforme a la reforma del artículo 73 constitucional, fracciones X y
XXIX, se modificó el sistema, fragmentándose la facultad legislativa del Congreso de la
Unión, al normarse su distribución entre los referidos ámbitos de gobierno, en su ámbito
general, en la fracción X; y en sus ámbitos específicos, el relativo al ejercicio de la potestad
tributaria, en la fracción XXIX. Al crearse una disposición especial para regular la
distribución de la potestad tributaria, se otorgó al Congreso de la Unión la atribución para
imponer contribuciones en exclusiva sobre determinadas materias; asimismo, en la propia
fracción XXIX se estableció que las entidades federativas participarían en el rendimiento de
las contribuciones especiales en la proporción que la ley secundaria federal determinara,
con lo que se consolidó el sistema basado en las participaciones de la Federación a las
entidades federativas respecto de lo recaudado vía tributos federales, pues tal participación
no se limitaría a la de los ingresos derivados del impuesto a la energía eléctrica, sino
también respecto de los diversos tributos especiales de carácter federal. En esencia, el
marco constitucional que se estableció a partir de 1942 es el sustento que rige, a la fecha,
la coordinación fiscal.
En 1947, conforme al marco constitucional establecido mediante la adición de la fracción
XXIX al artículo 73 de la norma fundamental (1942), y como consecuencia directa de las
recomendaciones de la Tercera Convención Nacional Fiscal, se creó la Ley del Impuesto
sobre Ingresos Mercantiles, previéndose a favor de los estados, el Distrito y los territorios
federales que suprimieran sus impuestos generales sobre el comercio y la industria, una
participación sobre la recaudación de ese tributo, precisándose que el cobro y control de tal
contribución se realizarían de común acuerdo entre las autoridades
En 1949 se adiciona un inciso g a la fracción XXIX del artículo 73 constitucional, con el
propósito de reservar a la Federación la potestad para gravar en exclusiva la producción y
consumo de cerveza, reguladas en la Ley que Regula el Pago de Participaciones en
Ingresos Federales a las Entidades Federativas, del 29 de diciembre de 1948.
Posteriormente, en la Ley del Impuesto sobre Ingresos Mercantiles de 1951, por primera
ocasión se estableció la posibilidad legal de que la Federación celebrara convenios de
coordinación con las entidades federativas para el efecto de la recaudación de la cuota
federal y de la participación local en ese tributo federal, precisándose que los estados
tendrían derecho a una cuota adicional del doce al millar sobre el importe de los ingresos
gravables percibidos dentro de su jurisdicción, siempre y cuando no mantuvieran en vigor
impuestos locales sobre el comercio y la industria.
En apoyo al sistema, en 1953 se expidieron la Ley de Coordinación Fiscal entre la
Federación y los Estados y la Ley que Otorga Compensaciones Adicionales a los Estados
que Celebren Convenio de Coordinación en materia de Impuesto Federal sobre Ingresos
Mercantiles, de 28 de diciembre de 1953, con las que se conformó un sistema que buscaba
evitar por dos vías la doble o múltiple tributación; en principio, velando por que las entidades
federativas respetaran las restricciones que en el nivel constitucional se habían establecido
a su potestad tributaria y, por otra, en materia de comercio e industria, otorgando a los
estados que no tuvieran en vigor impuestos locales sobre actividades de esa naturaleza,
derecho a una cuota adicional del impuesto sobre ingresos mercantiles, al tenor del
convenio que celebraran con la Federación; sistema que perduró en su esencia hasta el
año de 1972. Pese a ello, no todos los estados aceptaron coordinarse para recaudar la
cuota adicional derivada de este último tributo, sino que únicamente se coordinaron los
estados con menor importancia respecto de dicha fuente de ingresos. En 1972, una reforma
a la Ley del Impuesto sobre la Renta previó la posibilidad de que se celebraran convenios
respecto al impuesto al ingreso global de las empresas, a condición de que no se
mantuvieran la Introducción en vigor los impuestos locales y municipales establecido en la
Ley, pero continuaban fuera del sistema los estados más importantes. Al año siguiente, en
1973 se transformó el mecanismo que regía al impuesto sobre ingresos mercantiles,
principal impuesto del sistema, pues se abandonó el sistema de cuotas adicionales,
adoptándose el de participaciones en sentido estricto, ya que las entidades que celebraran
el respectivo convenio recibirían 45 por ciento de lo que por ese concepto se recaudara en
su territorio.
El Sistema Nacional de Coordinación Fiscal (SNCF) en vigor se estableció con la expedición
en 1978 de la Ley de Coordinación Fiscal y de la Ley del Impuesto al Valor Agregado –que
abrogó la Ley de Ingresos Mercantiles entre diecinueve impuestos–; y en 1980, con la Ley
del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, lo cual dio lugar a un sistema de
coordinación fiscal uniforme cuyo sustento se encuentra en la celebración de convenios de
adhesión al Sistema entre la Federación y las entidades federativas.
La Ley de Coordinación Fiscal de 1978 ha sido modificada en numerosas ocasiones. De
hecho, en pocos años no lo ha sido. Sin embargo, estimamos que pueden observase tres
etapas fundamentales en su existencia: una primera, de 1978 a 1989, cuando se verifica
un proceso de afinamiento y consolidación de la Ley; una segunda, de 1990 a 1996, cuando
se presentan algunos cambios en la estructura y fórmula del Fondo General de
Participaciones, de hecho, el fondo más importante; y una tercera, de 1997 en adelante,
con la introducción de los fondos de aportaciones federales a manera de transferencias
fiscales condicionadas o atadas, reformas todas ellas que han procurado fortalecer al
Sistema, aunque ello no necesariamente haya implicado el fortalecimiento del sistema
federal mexicano.

1.2 Conceptos Básicos


El Derecho Fiscal, nos indica el conjunto de normas jurídicas creadas por el poder público
para que el Estado esté facultado para allegarse recursos y cumplir con las funciones y las
atribuciones conferidas.
Se dice que el término fiscal, proviene de la antigua Roma en la que el jefe de familia asumía
un conjunto de obligaciones, siendo una de ellas llevar una especie de libro de diario, en el
que de manera escrupulosa debía anotar todos los ingresos y gastos del grupo familiar.
Este documento servía de base para el cálculo y determinaciones de los impuestos con los
que anualmente debía contribuir. Por lo anterior, una vez al año se presentaba en su
domicilio el recaudador, revisaba el libro de diario y le notificaba la cantidad a pagar, la que
debía ser cubierta de inmediato, mediante el depósito de su importe en la ranura que para
tal efecto tenia la bolsa o cesto, llamada “fiscum” que el recaudador llevaba adherida al
brazo y herméticamente cerrada.
Posteriormente el término se utilizó para identificar al órgano del Estado encargado de la
recaudación de los tributos.
De tal manera que el término “Derecho Fiscal se refiere al conjunto de normas jurídicas que
regulan la actividad del fisco, entendiendo por fisco el órgano del Estado encargado de la
determinación, liquidación y administración de los tributos”.
“Derecho Fiscal es el sistema de normas jurídicas que de acuerdo con determinados
principios comunes a todas ellas, regula el establecimiento, recaudación y control de los
ingresos de Derecho Público del Estado, derivados del ejercicio de su potestad tributaria,
así como las relaciones entre el propio Estado y los particulares considerados en su calidad
de contribuyentes”.
Por Derecho financiero, debemos entender la disciplina que tiene por objeto el estudio
sistemático de las normas que reglamentan la recaudación, gestión y erogación de los
recursos económicos que el Estado obtiene para el desarrollo de sus actividades.
Dentro de este concepto se incluyen tanto los ingresos que se obtienen de los ciudadanos,
como los derivados de otras fuentes de financiamiento a las que nos hemos referido con
anterioridad. La denominación Derecho Financiero resulta demasiado amplia para la
disciplina objeto de estudio.
También se ha denominado Derecho impositivo, atendiendo a que los impuestos
constituyen la principal fuente de ingresos del Estado, se le ha otorgado tal denominación.
Sin embargo, lo anterior es limitativo a la disciplina que estudiamos en virtud de que los
impuestos no son los únicos ingresos que recibe el Estado, también están las aportaciones
de seguridad social, contribuciones de mejoras, derechos, productos, aprovechamientos,
etc.
Mucho se ha discutido si el Derecho Fiscal es una disciplina más del Derecho o si es parte
del Derecho administrativo. Los partidarios de la autonomía del Derecho Fiscal, consideran
que la existencia de ciertos particularismos de esta materia, permiten su independencia
como una rama más del Derecho. Las particularidades son las siguientes:
1. La naturaleza especifica de la obligación tributaria
a) El sujeto activo siempre es el Estado
b) El objeto de la obligación siempre es dar.
2. Las características de la responsabilidad
Con frecuencia se separa la titularidad de la deuda de la responsabilidad de efectuar el
pago, porque en ocasiones se responsabiliza a personas ajenas a la relación tributaria
3. El procedimiento económico. En virtud de que la autoridad fiscal es autónoma, puede
hacer efectiva las obligaciones a cargo del particular sin necesidad de que este haya
consentido previa y expresamente someterse a un procedimiento.
4. En virtud de que el Estado no puede llevar a cabo la remisión de deudas, surge la figura
jurídica de la exención para determinada categoría de contribuyentes.
5. Las infracciones y los delitos fiscales, así como las sanciones por las mismas, están
contenidas en el C

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