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P r o fe s o r d e L in g ü ís tic a
U n iv e rs id a d d e Sussex
INTRODUCCIÓN
AL LENGUAJE
Y A LA LINGÜISTICA
V e r s ió n esp a ñ o la
R a m ó n Cerdá
Ca te d rá tic o d e L en gu a E sp a ñ o la
U n iv e rs id a d de B a rc e lo n a
L A N G U A G E A N D LIN G U IS T IC S
g ) C a m b r i d g e U n i v e r s i t y P r e s s 1981
IS B N : 0 521 230 34 9 / 0 521 2 9 7 7 5 3
R amón C erdA
Barcelona, enero de 1984
Prefacio
E l presente lib ro está pensado para un curso del m ism o títu lo que m is cole
gas y yo im p a rtim o s en la Universidad de Sussex a los alum nos de p r im e r año.
M u y p ocos de estos estudiantes llegan a la Universidad con la in te n ción de
especializarse en lingüística. Y aunque algunos, anim ados p o r el cu rso, se de
cid en p o r ella y abandonan o tro s derroteros, la inm ensa m ayoría continúa
en la especialidad p reviam ente elegida al fo rm a liz a r la in scrip ción . P o r ello,
la fina lid ad del m encionado curso consiste en in tro d u c ir a los alum nos en
los con cep tos teóricos más im p orta n te s y en los hallazgos em p írico s de la
lin gü ística actual, en un nivel relativam ente no técnico, con el p ro p ó s ito de
p o n e r de relieve las conexiones que existen én tre la lin gü ística y las num erosas
disciplinas académ icas igualm ente interesadas, si bien con o b je tiv o s y pers
pectivas diferentes, en el estudio del lenguaje. C o n fío en que este lib r ó resul
tará tam bién prov ech o so para cursos sim ilares que so b re el lenguaje existen
hoy díá en m uchas universidades y escuelas superiores p olité cn ica s y pedagó
gicas ta nto en nuestro país c o m o en el extra n jero. Y aún espero que despierte
asim ism o el interés d e l le c to r en general que desee aprender algo sob re la lin
gü ística m oderna.
E l lib ro presenta un con ten id o más am plio, y m enos exigente en sus ca
p ítu lo s centrales, que m i In trodu cción en la lingüística teórica (1971). Resulta,
en consecuencia, m enos detallado en el tra ta m ien to de m uchos temas. E n cam
bio, he añadido a cada ca p ítu lo una lista de sugerencias b ib liográ fica s para un
adecuado desa rrollo temático'. E n tie n d o que esto ha de' ser su ficie n te para
que los lectores y profesores usuarios del lib ro hagan una selección de acuer
do con. sus co n o cim ien tos sobre cada asunto y con sus p referencia s teóricas.
Pueden incluso añadir a la lista de lib ro s una serie de im p orta n tes artícu los
aparecidos en revistas especializadas cuya m ención yo he o m itid o p o r norm a
a m enos que se hayan reeditado en publicaciones más accesibles. La B ib lio
grafía está en consonancia con las m encionadas sugerencias para una A m p lia
c ió n B ib lio g rá fica y viene a representar p rá ctica m en te todos los pu n tos de
vista concurrentes. Pensando en los estudiantes que u tilic e n el lib r o sin o rie n
ta ció n especiatiz&da y en el le c to r general interesado en p rofu n d iza r sobre
un determ in a d o tema, he señalado unos veinte manuales y algunas c o le c c io
nes de a rtícu lo s de la B ib lio g ra fía con un asterisco. Con ello he p rocu ra d o
ha cer una selección representativa tanto de las distintas concepciones co m o
de los niveles de exposición.
Cada ca p ítu lo lleva una serie de Preguntas y E je rc icio s . E n algunos casos
se tra ta de sencillas cuestiones de revisión que n o req u iere n ninguna lectu ra
u lte rio r. E n o tro s — especialm ente cuando se refiere a citas de o tro s lib ro s
de lin gü ística — el estudiante se verá obligado a considera r y evaluar o p in io
nes distintas a las que p resen to en el lib ro. Algunas de las preguntas son bien
d ifíc ile s y n o espero que el a lu m n o las conteste sin ayuda, contand o sólo
c o n un curso de lin gü ística de diez semanas. P o r o tr o lado, entiend o que es
im p o rta n te que los estudiantes de estos cursos p ercib a n el talante de la lin
gü ística en sus niveles más avanzados, aunque n o necesariam ente más té cn i
cos. ¡H ay que v e r lo que se consigue a veces con un p o c o de m anipulación
so crá tica !
L o m is m o d iría con resp ecto a un p rob le m a que he in clu id o ( tras el capí
tu lo de G ra m á tica ). L o in venté hace m uchos años cuando enseñaba en la
U niversidad de Ind iana y se ha venido em pleando, p o r m í y p o r otros, co m o
un e je rc ic io rela tiva m en te c o m p le jo en el análisis lin gü ís tico. ¡Q uien ap orte
una s o lu ció n que satisfaga las exigencias de adecuación observacional y ex
p lica tiv a en m enos de dos horas no necesita leer los ca p ítu los prin cip a les del
lib r o !
A unque In trod u cción al lenguaje y a la lingüística resulta m uy d is tin to
de m i In trodu cción en la lingüística teórica, ta m bién está in fo rm a d o p o r el
m is m o sentid o de con tin u id a d en la teoría lingüística, desde las épocas p r im i
tivas hasta la actualidad. N o he in clu id o ningún c a p ítu lo que tra te espe
cia lm e n te sobre la h is to ria de la lingüística, p e ro d e n tro de los lím ite s dis
p on ib le s he p ro cu ra d o situ a r los temas teóricos más im p orta n te s d e n tro de su
c o n te x to h is tó ric o . H e redactado asim ism o un breve ca p ítu lo sobre estru ctu
ralism o, fu n cio n a lism o y g en era tivism o en lin gü ística p o rq u e las relaciones
e n tre estos m ov im ie n to s apenas si reciben, a m i ju ic io , atención, o bien apa
recen m al interpretad as en la m ayoría de m anuales al uso. E n p a rticu la r, la
g ra m á tica generativa suele confund irse, p o r una parte, con un c ie rto tip o
de gra m á tica tra n sform ativo-generativa form alizada p o r Chom sky y, p o r otra,
con lo que yo lla m o aqu í 'gen era tivism o', igualm ente propagado p o r Chom sky
so b re todo. E n la breve exp osición que hago sob re la gra m á tica generativa, lo
m is m o que en m i lib r o Chom sky (1974) y en otras partes, in te n to m antener
las necesarias distinciones. P ersonalm ente, estoy del to d o a fa v o r de los ob
je tiv o s de quienes em plean las gram áticas generativas — p o r m otiv os te ó ri
cos, más que p rá ctico s — c o m o m od elos para la d e scrip ció n de la estructura
g ra m a tica l de las lenguas naturales.• C om o se p on d rá bien de m anifiesto a lo
la rg o del lib ro , yo rechazo m uchos de los dogm as del generativism o, p o r no
d e c ir todos. A pesar de ello, los p resento del m od o más im p a rcia l y o b je tiv o
posible. M i p ro p ó s ito ha sido con ced er en todas las instancias una im p o rta n
cia idéntica a las bases ta nto cultura les c o m o b iológicas del lenguaje. L o digo
p o rq u e se observa una recien te tendencia a destacar las últim as en detrim en
to de las prim eras.
D ebo d ejar constancia de m i a p recio p o r la ayuda prestada al es crib ir el
lib ro hacia m is colegas, el D r. R ic h a rd Coates y el D r. G erald Gazdar. Los dos
han leíd o toda la ob ra en b o rra d o r y m e han hecho m uchos com entarios c rí
ticos de gran utilidad, y m e han aconsejado, además, en cam pos que ellos
dom inan m e jo r que yo. N i que d e cir tiene, no hay que considerarles responsa
bles p o r ninguna de las op iniones sostenidas en la versión -final del lib ro, y
más cuando — m e alegra decla ra rlo públicam ente— todavía discrepam os en
una serie de asuntos teóricos.
M e gustaría expresar asim ism o que m e siento deudor de m i esposa, no sólo
p o r haberm e deparado el apoyo m ora l y el a m or necesarios m ientras escribía
el lib ro, sino tam bién p o rq u e ha actuado co m o un m odelo de le c to r general
en diversos capítulos y ha c o rre g id o la m ayoría de pruebas. Una vez más, he
tenido la suerte de co n ta r con el con s ejo ed itorial experto y com p ren sivo del
D r. Jerem y M y n o tt y de la Sra. Penny C árter de la Cam bridge U niversity
Press, a quienes debo m i sin ce ro agradecim iento.
E n ero de 1981
1. El lenguaje
(i) Según Sapir (1921: 8): « E l lenguaje es un m étodo puram ente humano
y no instintivo para la com unicación de ideas, em ociones y deseos Dor m edio
de sím bolos producidos vo lu n ta ria m e n te .» Esta definición adolece de diver
sos defectos. Por m uy am plios que sean ios sentidos atribuidos a los térm i
nos ‘ idea’, ‘ em oción’ y ‘ deseo’, parece evidente que mucho de lo que se comu
nica p o r m edio d el lenguaje no queda cu bierto p er nin gu n o de ellos; sobre todo
‘idea’, que es esencialm ente im preciso. P o r otra parte, existen muchos siste
mas de sím bolos voluntariam ente producidos que sólo consideraríam os len
guajes en un sentido am pliado o m e ta fó rico del térm ino. P o r ejem plo, lo que
h oy se entiende popularm ente p o r m edio de la expresión ‘lenguaje corporal’
— que recurre a gestos, posturas, miradas, etc.— parece satisfacer este aspecto
de la definición de Sapir. Desde luego, queda en p ie la duda de si se trata de
algo exclusivamente humano y no instintivo. Pero esto m ism o, com o verem os,
puede preguntarse acerca de las lenguas propiam ente dichas. Es lo más im
portante que cabe destacar en la definición de Sapir.
1. En ediciones anteriores (1964: 14; 1971: 13), dice: «Las lenguas son infinitamente
extensibles y modificables a partir de las necesidades y condiciones cambiantes de los
hablantes.» En la última edición ‘adaptables’ sustituye a ‘infinitamente extensibles'.
en cualquier m om ento presenta un interés muy in ferio r a la posibilidad de
que puedan aparecer, y realm ente aparezcan, nuevas construcciones gram ati
cales a lo largo del tiem po. Uno de los temas centrales de la lingüística con
siste en determ inar si hay lím ites en este últim o tipo de m odiñcabilidad y,
en caso afirm ativo, en sentar cuáles son estos límites.
(v ) La últim a definición que vam os a aducir aquí pulsa una nota bien
diferen te: «D e ahora en adelante consideraré que una lengua es un conjunto
(fin ito o infinito) de oraciones, cada una de ellas finita en longitud y compues
ta por un conjunto finito de elem en tos.» Esta definición procede de Syn tactic
S tru ctu re s (1957: 13) de Chomsky, cuya publicación inauguró el m ovim iento
denom inado gram ática tran sform ativa. En contraste con las demás definicio
nes, trata de abarcar mucho más que las lenguas naturales. Ahora bien, según
Chomsky, todas las lenguas naturales, en form a hablada o escrita, son lenguas
en el sentido de su definición, puesto que (a ) toda lengua natural presenta
una cantidad finita de sonidos (y una cantidad finita de letras, en el supuesto
de que se escriba en un sistem a alfabético), y (b ) porque, si bien puede haber
un núm ero infinito de oraciones en la lengua, cada oración puede represen
tarse com o una secuencia finita de sonidos (o letras). La tarea del lingüista,
p o r tanto, consiste en describir una lengua natural para determ inar, entre
sus secuencias de elem entos, cuáles constituyen oraciones y cuáles no. A su
vez, la tarea del lingüista teórico que interprete la pregunta «¿Q ué es la len
gu a?» en el sentido de «¿Q u é es la lengua natural?» consiste en revelar, si
puede, las propiedades estructurales, en caso de haberlas, que distinguen las
lenguas naturales de lo que, en contraposición, cabe denom inar lenguas no
naturales.
Chomsky está persuadido — y ha acentuado esa postura en su obra más
reciente— de que no sólo existen realm ente estas propiedades estructurales,
sino que son tan abstractas, com plejas y específicas en su finalidad, que nin
gún niño em peñado en la adquisición de la lengua nativa puede aprenderlas
de la nada. Han de estar presentes en el conocim iento del niño, en algún sen
tido, antes e independientem ente de que éste tenga experiencia alguna con
una lengua natural, pues los ha de u tilizar en el proceso misjno de adquirirla.
P o r este m otivo, Chomsky se considera racionalista y no em pirista. Más ade-
lanre volverem os a esta cuestión (cf. 7.4).
H em os citado con cierta am plitud la definición de Chomsky sobre ‘ lengua’
p o r el contraste que o frece con las demás definiciones, tanto en estilo com o
en contenido. N ada m enciona sobre la función com unicativa de las lenguas,
naturales o no. com o tam poco sobre la naturaleza sim bólica de sus elem entos
o secuencias. En cambio, concentra su atención en las propiedades puram en
te estructurales para p ropon er que deben investigarse desde un punto de vista
m atem áticam ente preciso. Una de las principales contribuciones de Chomsky
a la lingüística consiste en haber concedido una especial atención a lo que
él m ism o llam a la d e p e n d e n c i a e s t r u c t u r a l de los procesos aue
configuran las oraciones de las lenguas naturales y en haber form ulado uña
teoría general de la gram ática basada en una cierta definición de esta pro
piedad (cf. 4.6).
Las cinco definiciones de ‘ lengua’ que acabamos de citar y examinar bre
vem ente han servido para introducir algunas propiedades que los lingüistas
consideran rasgos esenciales de las lenguas tal com o las conocemos. La ma
yoría estim a que las lenguas son sistemas de sím bolos diseñados, com o si
dijéram os, para la comunicación. Tam bién nosotros adoptarem os este supues
to más abajo, en el apartado titulado ‘ E l punto de vista sem iótico’ . Como
verem os, la semiótica- es la disciplina o ram a de estudio que se ocupa de in
vestigar el com portam iento sim bólico y com unicativo. Lo que p o r el m om ento
nos interesa es saber si existe alguna propiedad o conjunto de propiedades,
que distinga las lenguas naturales de otros sistemas s e m i ó t i c o s. Entre
las ya mencionadas se cuentan la arbitrariedad, la flexibilidad y la modifi-
cabilidad, la libertad con respecto al control de estím ulo v la dependencia
estructural. En su debido m om ento añadirem os otras. Y en 1.4 tratarem os
sobre la relación entre lengua y habla.
Hasta aquí hemos procedido con lo que denom inaré la ficción de la hom oge
neidad, esto es la creencia o la~suposxcioñ~3e que todos los m iem bros de una
m isma com unidad lingüística hablan exactamente la m ism a lengua. Desde
íuego, cabe la posibilidad de definir el térm ino ‘com unidad lingüística’ de
m odo que se desprenda de la propia definición la ausencia de diferencias
sistemáticas de pronunciación, gram ática o vocabulario en el habla de sus
m iem bros. P ero si el térm ino se interpreta con referencia a cualquier grupo
de personas a quienes se atribuye el habla de una m ism a lengua, p. ej., el
español, el inglés, el francés o el ruso, entonces depende de la observación
em pírica establecer si todos los m iem bros de la com unidad lingüística ha
blan o no del m ism o m odo en todos los respectos.
Salvo en las m ás pequeñas comunidades lingüísticas del m undo, en__el
resto existen siem pre diferencias más o menos evidentes de a c e n t o y de
d i a l e c t o . De estos térm inos, el prim ero es más restrin gido que el segun
do, pues se refiere tan sólo a la manera com o se pron uncia la lengua y nada
tiene que ver con Ija gram ática y el vocabulario. P o r ejem pío, es posible, y
aun nada tiene de raro, que un extranjero quede inm ediatam ente identificado
por el acento, aun cuando su lengua resulte indistinguible, p o r la gram ática
y el vocabulario, con respecto a la de los hablantes nativos. E incluso es
posible que dos hablantes nativos hablen un m ism o dialecto, si bien con un
acento claram ente distinto. Esto o curre con frecuencia, sobre todo si el dia
lecto en cuestión ha tom ado, por razones históricas, el rango de lengua e s-
t á n . d a r nacional o regional. P or ejem plo, la m ayoría de habitantes cultos
nativos de In gla terra hablan un dialecto que se aproxim a más o menos a un
determ inado tipo de inglés estándar, pero lo pronunciarán con un acento
que revelará su proveniencia geográfica o social. H ay que establecer una dis
tinción, al menos en el uso cotidiano, entre ‘ acento* y ‘ dialecto*. Muchos lin
güistas, sin em bargo, incluyen las diferencias de acento dentro de las de
dialecto. Esta cuestión, puram ente term inológica, no o frec e consecuencias
graves, por sí misma. P ero conviene com prender que un dialecto dado que
se mantiene idéntico en los dem ás aspectos, puede pronunciarse de maneras
n o t^ jg m e n te distintas. Y conviene asimismo com pren der que, donde no hay
una lengua estándar nacional o regional reconocida y bien establecida, las
diferencias de dialecto, no sólo ya en la pronunciación, sino también en la
gram ática y el vocabulario, tienden a acentuarse mucho más de lo que sucede
hoy, pongamos, en la m ayoría de comunidades lingüísticas de habla inglesa
[o española].
Aunque el lingüista utilice el térm ino ‘dialecto* y, com o el profano, lo re
lacione con ‘ lengua* diciendo que una lengua dada puede com ponerse de dis-
tin t o s d ía le c to s , no acepta, en cambio, las im plicaciones que típicam ente
acom pañan al térm ino ‘ dialecto* en el uso diario. Én especial, rechaza que el
dialecto de una región"o~uná clase social sea ung m era versión envilecida o
degenerada deT dialecto estándar, pues sabe, p or el contrario, que desde un
punto_de_yistá h istórico el dialecto estándar — al que el lego tenderá a lia-
m ar ‘lengua’, en vez de ‘ dialecto’— no es, en su origen, aunque sí en su desa
rrollo ulterior, de distinto tipo con respecto a los dialectos no estándares. Es
igualm ente consciente de que, en tanto que desempeñe una gam a considera
blem ente am plia de funciones en la vida diaria de la localidad o de la clase
social en que actúa, los dialectos no estándares no son menos sistem áticos
que el estándar regional o nacional. Y a hemos aclarado estas cuestiones con
anterioridad. Volverem os a ellas, para am pliarlas y ejem plificarlas — y, en su
caso, para introducir alguna que otra caracterización— en los capítulos pos
teriores del lib ro: m irado desde un punto de vista contem poráneo social y
cultural, es adm isible considerar un dialecto estándar regional o nacional m uy
distinto en carácter de los dialectos no estándares afines con los que guarda
una relación histórica.
En el uso cotidiano de los térm inos ‘ dialecto’ y 'lengua', la distinción suele
basarse prim o rdialm ente en consideraciones políticas .o culturales. Así, p or
ejem plo, se e s tim a q u e e F m andarín y el cantonés son dialectos del chino,
pero ambos se distinguen entre sí más que, pongamos, el danés y el noruego
o, lo que es aún más sorprendente, que el holandés, el flam enco y al africaans,
frecuentem ente presentados com o lenguas diferentes. Cabría pensar qu e el
criterio de la intercom prensibilidad bastaría para trazar una línea decisoria
política y culturalm ente neutra en la dem arcación de las lenguas. Se trata
precisam ente del principal criterio que esgrim iría el lingüista em peñado en
esclarecer los lím ites de una com unidad lingüística. Pero tam bién aquí sur
gen inconvenientes. Sucede con gran frecuencia que una determ inada varia
ción dialectal se extiende gradualm ente, y con más o menos continuidad,
por un vasto territorio. D ebido a ello, los hablantes de dos regiones alejadas
entre sí pueden ser incapaces de com prenderse, aun cuando no haya ningún
punto in term edio a los dos dialectos que provoqu e la ruptura de la Ínter-
com prensibilidad. Y a ello hay que añadir el problem a, aún más dificultoso,
de que la com prensibilidad no es siem pre sim étrica, ni tam poco un asunto de
todo o nada. Cabe m uy bien la posibilidad, y es incluso bastante com ún que
X com prenda la m ayor parte de lo que dice Y y que Y apenas com prenda
nada de lo que dice X , cuando ambos conversan en sus respectivos dialectos.
P o r diversos m otivos, entonces, a menudo es m uy d ifícil trazar una distinción
precisa entre lenguas distintas y entre dialectos diferentes de una m ism a
lengua.
En realidad, sucede muy frecuentem ente que no _ p_ugdan_dgliroitarse.
bien dos dialectos situados en regiones adyacentes. P o r m uy estrictam ente
que circunscribam os el área dialectal a 'partir de criterios sociales e incluso
geográficos, siem pre nos encontrarem os, si investigam os bien el tema, una
cierta cantidad de variación sistem ática en el habla incluso de quienes so n ;
reputados hablantes del m ism o dialecto. E n última instancia, habrem os de*
adm itir que cada cual tiene su propio dialecto individual, esto es que cada
uno tiene su propio i d i o l e c t o , com o dicen los lingüistas. T o d o id io lecto
difiere de todos los demás sin duda en vocabulario _y en pronunciación y qui
zá también, aunque en m enor grado, en la~j^amaTíca. P o r lo demás, tam poco
el propio idiolecto queda fijado de una vez p o r todas cuandq se supone^que^
_termina el perío d o de la adqu isición lingüística; por el contrario, está suje to
a m odificaciones y am pliaciones a lo largo de toda la v ida.
Aparte de esta especie de escala a base de lengua-dialecto-idiolecto. existe
otra dim ensión de variación^ sistem ática en la enunciación de los m iem bros
de una com unidad lingüística: el_ e s t i 1o . H em os aludido ya a las d iferen
cias estih'sticás~aí dislin gu ir entre lo literario y lo coloquial, distinción que
deriva, aun sin co in cid ir con ella, de la otra distinción entre lengua escrita
y hablada. L o cierto es que hay mucha más variación estilística aún. En cuan
to hablam os o escribim os en nuestra lengua nativa lo hacemos en un estilo
y no en otro, según la situación, las relaciones entre nosotros y la persona o
personas a que nos dirigim os, el propósito o la naturaleza de lo que tenem os
que com unicar y algunos otros factores más. Tan to si las opciones estilísti-
cas que hacem os son conscientes com o si no, son, a pesar de todo, sistem á
ticas'e~ld entificab lesL Más aún, tom ar las opciones constituye una parte im^
portante del uso co rrecto y efectivo de la lengua. En cierto modo, p o r con
siguiente, todo hablante nativo' aéHuñá- lengua"es estilísticam ente m u ítilin gü e.
Así corno vale, en (^irrcTpi6”~s’uponer qüe cada dialecto constituye un sistem a
lingüisfico_ a^parre, tambTén~válF^— y no menos razonablem ente— suponerlo
de cada estilo reconocible.
A M P L IA C IÓ N B IB L IO G R Á F IC A
4. «Con bastante fre cue ncia,'el profano piensa que escribir e s algo m ás básico
que hablar. Y e s casi lo contrario» (Hockett, 1958: 4). C o m é ntese (sob re todo
con relación a ‘b á sic o ’ y a ‘c a s i’).
7. ¿R ecu erd a alguna oración en español que sea am bigua por escrito pero no
cuando se expresa oralm ente? Y al revés, ¿h á y oraciones am biguas en el habla,
pero no en la lengua e scrita ? (¿E n qué afectan a esta cuestión sobre la trans-
feribilidad de medio (a) las diferencias de acento y dialecto y (b) el hecho de
dar el debido reconocim iento a la distinción entre com ponentes ve rbales y no
verbales de la lengua?)
16. «todos lo s [ s e re s ] hum anos norm ales adquieren el lenguaje, m ientras que la
adquisición de s u s m ás escu eto s rudim entos está fuera del alcance de un mono,
en otros respectos inteligente» (Chom sky, 1972a: 66). ¿H a quedado refutada esta
afirmación por la investigación actual so bre los chim pan cés?
17. «Tanto los niños so rd o s com o los chim pancés aprenden su primer signo
m ucho antes de que los niños norm ales digan su prim era palabra, lo que apoya
la idea de que ontogénica y filogenéticam ente esta m os dotados para el lenguaje
gesticular antes que para el habla» (Linden, 1976: 72). Com éntese.
18. ¿ E s correcto llamar lenguas naturales a los siste m a s síg n ico s utilizados
por lo s s o rd o s ?
20. «Hay lugar para los dialectos regionales y para el inglés de la Reina. El ámbi
to del acento regional es el m ism o donde se ha formado, y es adecuado para la
taberna, el cam po de fútbol y el baile del pueblo. El inglés de la Reina lo es para
la d iscu sión radiofónica sobre el existencialism o, la recepción, la entrevista para
un mejor em pleo» (Bu rgess, 1975: 16). Com éntese.
2. La lingüística
Como hemos visto, tanto el lenguaje en general com o las lenguas en particu-
lár pueden estudiarse~d^3e'*3TvérsdTpuntoslie vista. En consecuencia, el ám-
b (to g eñ er^ ~ d ^ ~ T ^ H n g u ística puede divid irse en distintos com partim entos
según el punto de vista que se adopte o según el interés especial que quiera
concederse a un determ inado conju nto de fenómenos.
La prim era distinción separa la lingüistica- g e n e r a l de la' lingüística
d e s c "r ip tT iv ~ a ""y ^ c o lre s p ó liH e "¡T T iT ^ rfé re n c ia que hay entre estudiar el
lenguaje en general y describir las lenguas en concreto. Así, la pregunta «¿qu é
es el lenguaje?», que en el"'capítu lo arTterior hemos considerado com o la
principal cuestión definitoria de toda la disciplina, resulta más apropiada
para la lingüística general. L a lingüística general y descriptiva no carecen,
desde luego, de relación, pues cada una depende explícita o im plícitam ente
de la otra. La lingüística general proporcionaJos^ conceptos y las categorías
a partiF3e~lós*cüales ¿¿“pueden "analizar íás dirersás lenguas: a su vez, la lin -1
güística descriptiva aporta los “ciatos que confirm an o refutan las proposicio
nes y ’ te o rfís presenteclas~pbr la" lingüística general. P o r ejem plo, el lingüista
general podría form u lar la hipótesis de que todas las lenguas tienen nom bres
y verbos. E l descriptivista, p o r su parte, podría refu tarla p o r m edio de piue-
bas em píricas y m ostrar que hay por lo menos una lengua en cuya descrip
ción no puede establecerse la distinción entre nom bre y verbo. Ahora bien,
para refu tar o confirm ar la hipótesis, el lingüista descriptivista debe operar
con un cierto concepto de ‘n om bre’ y ‘verb o ’ proporcionado p o r el lingüista
general.
Hay, por supuesto, toda suerte de razones para describir una determ inada
lengua. Muchos de los que trabajan en la lingüística descriptiva no lo hacen
con el propósito de fa cilita r datos al lingüista general ni de com prob ar teo
rías e hipótesis en conflicto, sino que desean produ cir una gram ática de con
sulta o un diccionario por necesidades puram ente prácticas. Pero ello no
tiene p or qué afecta r la interdependencia entre los campos com plem entarios
de la lingüística general y descriptiva.
A lo largo del siglo pasado, los lingüistas se preocuparon mucho por inves
tigar los detalles de la evolución histórica de determinadas lenguas y p or
form ular hipótesis generales acerca del cam bio lingüístico. La rama de la dis
ciplina que trata de estos temas se conoce ahora por la lingüística h i s t ó r i-
c a. Es evidente que en la lingüística histórica, com o en la no histórica, uno
también puede interesarse p or el lenguaje en general o por las lenguas en
particular. Conviene m encionar a este propósito los térm inos más técnicos
'diacrón ico’ y ‘ sin crón ico’, acuñados p~or~~Saussure (a cuya distinción entre
‘ langue’ y ‘p a role’ aludim os en el capítulo a n terioi^ _L a descripción d i a c r ó -
n i c a de una 1engua ~escudr i ñ a~e 1 desarrollo histórico de la misma y registra
los cambios que ha experim entado entre sucesivos puntos d e l _ t i e m p o o r
tanto, ‘ diacrón ico’~equivakT-a~rh iston co ’. La descripción s i n c r ó n i c a de
una lengua nó es'K IstóncaT ya que presenta un estado de lengua tal com o se
encuentra en ún determ in ado punto del tiem po..
H ay una tercera dicotom ía entre lingüística t e ó r i c a aplicada.
Brevem ente, la lingüistica teórica estudia' el lenguaje y„ías lenguas con el "ob
je tiv o de construir una teoría sobre su estructura y funciones sin prestar aten
ción a ninguna de las aplicaciones prácticas jque podría te n e r la investigación,
m ientras que la lingüística aplicada se propone en prim er lugar al aprove-
cham iento de jo s conceptos y hallazgos de la lingüística en una variedad de
tareas prácticas, en tre las que se incluye la enseñanza de lenguas. En principio,
la distinción entre teoría y aplicación es independiente de las otras distincio
nes establecidas hasta aquí. En la práctica, apenas hay diferen cia entre los
térm inos ’ liñgüfstica te ó n c a ’ 'y 'liH g ü ís tic irgéñ ei^ C p u es la m ayoría de los que
utilizan el p rim ero "dan p o r sFnr¿3o~^u™ s^''propoñeñ la "fo rm u la c ió n de una
te o n a ^ a tis fá c to r r á ^ o b r é lá ” éslm H ü rá ’ d é r i e i ^ á j é 'e n 'g e n e r á l T É n cu anto]a
^ lin g ü ís t ic a aplicada, es evidente que se basa tanto en la general com o en la
descriptiva7"" ‘
L a"cú arta y últim a dicotom ía distingue entre una visión más estricta y
más am plia del ámb ito de investigación. N o hay una distinción term inológica
generalm ente aceptada para ello, de m odo que utilizarem os los térm inos ‘ mi-
crolingüística’ y ‘m acrolingü ística’, para decir que en la m i c r o l i n g ü í s-
t i c a, se adopta el punto de vista más estricto y en la m a c r o l j n g ü í s t i -
c a, el_más_ am plio. En su sentido m áxim am ente estricto, la m icrolingüística
se ocupa tan sólo de la estructura de lo s sistemas lingüísticos, sin tener
en cuenta cóm o se adqu ieren las lenguas, ‘se alm acenan en el cerebro o se
em plean en sus diversas funciones, y sin atender^ tam poco a la interdepen
dencia que hay entre lengua y cultura ni entre lo s mecanism os fisiológicos y
psicológicos que intervienen en el com portam iento lingüístico; en resumen,
sin atender m ás q ue al sistem a lingüístico considerado (c o m o Saussure o. me-
jor, sus editores, lo expusieron) en sí m ism o y p or sí mismc». En su sentido
m áxim am ente am plio, la m acrolingüística se ocupa de todo lo que pertenece
de algún m odo al lenguaje y a las lenguas.
Como existen muchas otras disciplinas, además de la lingüística, que se
aplican al lenguaje, no es sorprendente que ciertas zonas interdisciplinarias
se hayan identificado con la m acrolingüística y hayan recibido una denomi
nación específica: sociolingüística. psicolingüística. etnolingüística. estilística,
etcétera.
Conviene subrayar que la distinción entre m icrolingüística y m acrolin-
güística es independiente de la que se establece entre lin güística teórica y
aplicada. En pnñcipIoT’Eay uh~áspecto~~téonco en tocias las ramas de la ma-
■crolingüística. Sucede, entonces, que en Ciertas áreas de la lingüística apli
cada, com o la enseñanza de las lenguas, es esencial adoptar el punto de vista
más amplio, en lugar del más estricto, sobre la estructura y las funciones
de las lenguas. A esto se debe que algunos autores hayan incorporado lo que
aquí denominam os m acrolingüística a la lingüística aplicada.
En capítulos sucesivos atenderem os a algunos otros aspectos de la ma
crolingüística. Podría pensarse, a ju zgar por la reconocida im portancia del
lenguaje en tantas disciplinas, que la lingüística debería asumir el punto de
vista más am plio posible sobre su propio cam po de estudio. Y en cierto modo,
así es. E l problem a es que to davía no existe, y probablem ente nunca exista, un
marco teórico satisfactorio dentro deí cual podamos contem plar el lenguaje^
al m ism o tiem po desdé un punto de vista psicológico, sociológico7.cultural,
estético y neuropsicológico (para no m encionar otros puntos de vista igual-
mente pertinentes). En la actualidad, la gran m ayoría de lingüistas d iría que
la m icr^ iñ gu istica sincrónica teórica es lo que constituye el núcleo m edular
de su discip lina v lo que le confiere unidad v coherencia. Casi la m itad de
este lib ro se dedicará a este aspecto crucial; el resto se ocupará de la lin
güística histórica y de una serie selecta de aspectos m acrolingüísticos.
Aquí em pleamos el térm ino ‘d escrip tivo’ en un sentido d ife rente y opuesto
tanto, a ‘gen eral’ com o a ‘h istórico’. Este contraste es el que se establece en-
tre d e s c r i b i r cóm o son las cosas y p r e s c r i b í r cóm o deberían ser.
O tro térm ino equivaTénte á~F^ esS Tpn voT~eñ ^posicíoír~an áloga a ‘d escriptivo’,
es ‘n orm ativo’. A firm ar q ue la lingüística es una ciencia descriptiva (es decir,
no n orm ativa) supone que el lingüista trata de descubrir y alm acenar las
reglas que siguen realm ente los m iem bros de una com unidad lingüística sin
im pon eríes"otras reglas- o “normas” T3ívérsas^"y," p or tanto, extrañas) de co-
rrección. ' '
Quizá resulte confuso em plear, com o acabo de hacer, el térm in o ‘ regla’
con dos significados tan diferentes. Los lingüistas, con razón o no, lo utilizan
así. Será útil, p o r tanto, ilustrar la diferen cia entre am bos tipos de reglas
— llamémoslas inmanentes y trascendentes, respectivamente— a través de algo
que“ ñaclá—tíérieTqué ver con la íefrfgli á7"E xami ríemo s"el com portam iento sexual
de la gente en una sociedad dada. Si nos interesa el punto de vista puramente
descriptivo (es decir, no norm ativo) en la investigación de dicho com porta
miento, trataremos de averiguar cómo se comporta realmente la gente a este
respecto: si practican el sexo prematrim onial y, si es así, de qué manera y
desde qué edad; si los maridos y las esposas son igualmente fieles o no a sus
compañeros, y así sucesivamente. Ahora bien, en tanto que el com portam ien
to de un grupo dentro de la comunidad esté gobernado, en la práctica, por
principios determinables — si los miembros los obedecen o no, o son cons
cientes de ellos— , podemos decir que está regulado, en el sentido de que las
reglas son i n m a n e n t e s al com portam iento real. Pero tales reglas (si es
que cabe llam arlas-' así) son muy distintas en condición, si no en contenido,
de las reglas de conducta que podría prescribir la relación establecida o una
cierta m oralidad convencional. La gente, en la práctica, puede o no amoldarse
a esta suerte de reglas t r a s c e n d e n t e s (es decir, extrañas, o no in
manentes) del com portam iento sexual. Por lo demás, puede haber diferen
cias entre el modo com o la gente se comporta y como afirma o incluso cree
comportarse. Todas estas diferencias guardan correlación con el com porta
miento lingüístico. La distinción más importante, sin em bargo, es la que se-
para las reglas trascendentes (o prescriptivas) 5e las inmanentes (o descrip
tivas). Las afirmaciones y negaciones prescriptivas son órdenes (¡D i / Ñ o
digas )¿7)7 mTéñt7iiJ~^TTás*^fírma£Ío^es y negaciones descriptivas son sim-
ples áse^ racloñ esT £ á “ ^n /e"3¿cF7 no dice X ).
E ITn ofivo"prfñ^ípall3F ^ü elóTTingm stás actuales insistan tanto en la dis-
tin c ió ñ ^ iíffg ~ r ^ la s ~ d H c ñ p t iM s ~ y ^ fe s m ^ w á s " reside en q u é lá gram ática
tradicional presentaba un talante fuertemente norm ativo. El gram ático con
cebía su tarea com o la form ulación de pautas de corrección y su imposición,
en caso de necesidad, a los hablantes de la lengua respectiva. A algunos segu
ramente les resultarán fam iliares muchos de los preceptos norm ativos de la
gram ática tradicional: «L a segunda persona singular del indefinido nunca ter
mina en -s» (no cantastes, sino cantaste); «H ay que evitar la ambigüedad
entre antecedente y cláusula de relativo» (no Es el ch ico del vecino que estu
vo aquí)-, «H a y que respetar la correspondencia entre d eícticos» (n o Pásame
esto que llevas a h í); «N o hay que confundir los numerales partitivos con los
ordinales» (n o E l lib ro está en la doceava ed ición); «E l o b jeto indirecto pro
nominal carece de concordancia de género» (n o La escribió una postal).'
2. [Algo semejante sucede en español con ‘entre’, que rige actualmente las formas
pronominales de nominativo (v. gr., Entre tú y yo lo haremos) tras una situación vaci
lante hasta ñnales del xvu (v. gr.. Estaba entre ti y m í).]
3 [U n ejemplo de ultracorrección en español se encuentra en una grafía como Viva
lio, en lugar de Viva yo, cuyo autor, sin duda semianalfabeto y yeísta, esto es hablante
que confunde 11 (v. gr,,. calló) e y (v. gr., cayó) en favor de y (y pronuncia [kayó] en am
bos casos), se corrige-indebidamente al aplicar en exceso (en una forma de ‘yo’) la nor
ma ortográfica que ha de aplicar todo yeísta de que, a veces, ha de escribir < ll> donde él
pronuncia [y ], Cf. 6.5, nota 3.]
y a y o », etc. L o que no im plica, p o r supuesto, que todo hablante de inglés
que diga betw een you and I, H e ío_íd you and I, etc., haya realizado la ope
ración de aplicar bien y mal, al m ism o ^tiempo, la regla tradicional. Estas
construcciones son tan comunes en el habla actual de la clase m edia y alta
del inglés estándar de In gla terra que seguramerite^ las han aprendido con
toda naturalidad la m ayoría de los que las utilizan. Y no hay duda, sin em
bargo, de que se origin aron en un proceso de ultracorrección.
Desde luego, ni la lógica ni la gram ática del latín sirven de tribunal de
cisorio para d ecid ir si algo es o no co rrecto en inglés. Tam p oco puede a p e
larse a la autoridad incuestionable de la tradición p o r la tradición (« A s í m e
los énséñáron a m i, a m is padres y a los padres de m is p a d res») o al uso
de los escritores más reputados de la lengua. H ay una opinión am pliam ente
adm itida en nuestra sociedad, al m enos hasta hace poco, según la cual el
cam bio lin gü ístico supone necesariam ente un decaim iento o una corrupción
de ia lengua, ü sta o p im ó ji no puede defenderse de ningún m odo. Todas Tas
lenguas están sujetas al cam bio, no hay más que observarlo. De ahí que la
tarea de la lingüística h istórica consista en investigar todos los detalles po
sibles del cam bio lingüístico y, m ediante una teoría explicativa, contribu ir al
con ocim ien to de la naturaleza del lenguaje. Los factores que determ inan el
cam bio son com plejos y hasta ahora sólo parcialm ente com pren didos. Pero
sé conocen suficientem ente ya — desde m itad del siglo pasado^— para que no
quepa duda de que, si se m ira sin p reju icios el cam bio en la lengua, lo qu e
en un m om ento se condena com o corrupción o decaim iento de criterios tra
dicionales de uso puede siem pre ponerse en correlación con o tro cam bio
an terior del m ism o tipo que dio origen al uso que los propios tradiciona-
listas consideran genuinam ente correcto.
En cuanto al prin cip io de seguir los criterios de los escritores más con
sagrados, tam bién es índeienaiDie, ai m enos por la form a en que suele aplicar
se. N o nav razón para creer que un escritor, p o r m uy genial que sea, está
in vestido de un don especial para el conocim iento seguro y certero de las
reglas trascendentes de corrección p o r encim a de los demás hablantes. De
ahí que la gram ática tradicional tenga un verdadero p reju icio litera rio en
sus 'bases de com paración. E llo se debe a que en períodos im portantes del
desarrollo cultural europeo — desde la escuela alejandrina en el siglo n a. C.
hasta el hum anism o renacentista— la descripción gram atical, p rim ero del
griego y luego del latín, estaba subordinada a la tarea práctica de hacer acce
sible la literatu ra p rim itiva a los que no hablaban, o no podían hablar p o r
el paso del tiem po, el dialecto del griego o del latín en que se basaba la len
gua de los textos clásicos. E l p reju icio litera rio de la gram ática tradicional
no sólo se explica por estos hechos históricos, sino que resulta aun, ju stifica
ble, al m enos en lo que atañe a la descripción del griego y del latín. Pero
carece de sentido en la descripción gram atical de las lenguas habladas m o
dernam ente.
N o hay, en la lengua, pautas absolutas de corrección. Podem os decir que
un ex tra n jero ha com etido un e rro r si dice algo que viola las reglas inm a
nentes al uso de los hablantes nativos. Podem os decir igualm ente, si nos
em peñam os en ello, que el hablante de un dialecto social o regional no es
tán dar se ha expresado de una fo rm a no gram atical si su enunciación vu l
nera las reglas inm anentes a lengua estándar. Pero al expresarnos así adop
tam os, desde luego, el supuesto de que quería u tilizar la lengua estándar o de
que, al menos, debía h aberlo qu erido. Y este supuesto requ iere justificación.
Para evita r m alentendidos, hem os de subrayar que, al distin gu ir en tre
descripción y prescripción, el lingüista no m ega el establecim ien to y la pres
crip ció n de norm as de uso. E xisten evidentes ven tajas adm inistrativas y edu-
cacionales en el m undo m oderno si se estandariza un dialecto prin cip al para
un determ in ado país o región. E ste proceso de estandarización ya ha tenido
lu gar durante largos p eríod os en muchos países occidentales, con o sin la
in terven ción d el gobierno. En la actualidad se está realizando a escala ace
lerad a y den tro de la p olítica oficial en algunas naciones en vías de desarrollo
de' Á fric a y Asia. E l problem a de seleccionar, estandarizar y p ro m o ve r una
determ in aba lenguá o dialecto a expensas de ofras está lle na de difacultades
p o líticas y sociales. ¡Forma parte efe lo que se ha ven ido en Uaínar " p í a ^ T IT í-
c a c i ó n l i n g ü í s t i c a , , un cam po im portan te de la soc iolingüística apli-
ca3a.
T a m p oco debe pensarse que, al negar que todo cam bio en la lengua sea
para mal, el lingüista im pliqu e que deba ser necesariam ente para bien. E l
lin gü ista se lim ita a poner en tela de ju icio la apelación irreflexiva a crite
rios em píricam ente desacreditados. Concede que cabe la posibilidad, en prin
cip io, de evalu ar los dialectos y las lenguas p o r su flexibilidad relativa, el
ám b ito de expresión, la precisión y el potencial estético, y acepta ciertam en
te qu e el uso de un dialecto o lengua p o r cada hablante y escritor puede ser
más o menos efectivo. N o obstante, y a ju zgá r p o r la obra cien tífica más
recien te sobre el lenguaje y las lenguas, tam bién ha de a d m itir que la ma
y o ría de estos ju icios son extrem adam ente subjetivos. C om o m iem bro de
una com unidad de hablantes, el lingüista tendrá sus propios preju icios, es
pontáneos o derivados de su origen social, cultural o geográfico, y puede ser
con servador o progresista p o r tem peram ento. Sus actitudes hacia la propia
lengua no serán menos subjetivas, a este respecto, que las del profan o. P o r
ejem p lo , puede en contrar agradable o desagradable una determ inada p ro
nunciación o dialecto. Puede, incluso, c o rregir el habla de sus h ijos si los oye
u tiliza r una pronunciación, una palabra o una construcción gram atical re
probadas p o r los puristas. Ahora bien, al proced er así, si es consecuente con
sigo m ism o, sabrá que co rrige algo n o inherentem ente in correcto, sino sólo
en relación con un cierto m odelo que, p o r razones de p restigio social o p o r
alguna ven ta ja educativa, desea que adopten sus hijos.
„ E n cuanto a su actitud con respecto a la lengua literaria, el lingüista se
lim ita a subrayar que la lengua se em plea para muchos propósitos y que
estos em pleos no deben juzgarse a p a rtir de criterio s aplicables única o p ri
m ord ialm en te a la lengua literaria. Esto no qu iere decir, en absoluto, que
sea h ostil a la literatu ra o a su estudio en la escuela y la universidad. P o r
e l con trario, m uchos lingüistas manifiestan un particu lar interés p o r la in
vestigación de los usos litera rios a que se aplica la lengua y al m odo de cul
m in ar dichos usos. E sto fo rm a parte — muv im portante, p o r cierto— de la
r ama de la m acrolingüística conocida p o r e s t i l í s t i c a .
se distingue de
4. E l uso de asteriscos para in dicar m a lfo rm a ció n no debe con fu n d irse con el em p leo
tam bién com ún y más arraiga d o que se hace en ia lin gü ística h istó rica para cara cterizar
form as recon stru idas [ o no docu m en tadas] (c f. 2.5). El c o n tex to aclarará, sin duda, a cuál
nos referim o s.
está m al form ad a y, en rig o r, es no gram atical con respecto al español estándar.
N o obstante, está gram aticalm en te bien form ad a en ciertos dialectos del es
pañol. E ste e jem p lo ilu stra el p rin cip io más general de que pueden construirse
lenguas distintas a p a rtir de los m ism os elem entos y unidades, y lo que está
bien fo rm ad o en una lengua puede estar m al form ad o con respectó a qtra.
Pese a que se ha ilu stra d o con dos dialectos de la m ism a lengua, el p rin cip io
vale para lenguas d iferen tes. M ucho más podría decirse aún sobre la estruc
tura de los sistem as lin gü ísticos, p ero es m e jo r d eja rlo para los capítulos de
fon ología, gram ática y sem ántica, donde cabe presentar gradualm ente y e jem
p lificar con m a yor d eta lle las cuestiones generales.5
H em os em pezado este apartado asum iendo la definición de Chom sky sobre
la lengua (es decir, el sistem a lin gü ístico) com o un conju n to de oraciones.
Es p referib le, sin em bargo, con cebir el sistem a lingü ístico com puesto de un
in ven tario de elem entos, un vocabu lario de unidades y unas reglas que deter
m inan la buena fo rm a c ió n de las oraciones en ambos niveles. A ello vam os a
atenernos en lo sucesivo. A l parecer, con una definición adecuada de ‘ o ra ció n ’
coinciden am bas fo rm a s de con ceb ir los sistemas lingüísticos.
A M P L IA C IÓ N B IB L IO G R A F IC A
(
En general, sirve la misma que para el capítulo 1. Además, Crystal (1971), capítu
los 2-3; Lyons (1974).
De los textos que en la bibliografía aparecen con asterisco, Robins (1979a) es
el más comprehensivo y neutral en la presentación de temas controvertidos; Lyons
(1968) subraya la continuidad entre la gramática tradicional y la lingüística mo
derna, se circunscribe a la microlingüística sincrónica y se inclina en favor de una
determinada versión (actualmente pasada de moda) de la gramática transforma
tiva; Martinet (1960) se encuentra en la tradición del estructuralismo europeo; Glea-
son (1961), H ill (1958) y Hockett (1958), junto con Joos (1976), proporcionan una
buena descripción desde la llamada lingüística postbloomfieldiana; Southworth &
Daswani (1974) plantea magistralmente la relación de la lingüística con la sociolo
gía y la antropología, y vale asimismo en la lingüística aplicada; lo mismo, aunque
menos comprehensivo, resulta Falk (1973); Akmajian, Demers & Hamish (1979),
2. «com o todas las ram as del saber hacen uso del lenguaje, puede d e cirse que,
en ciertos aspectos, la lingüística reside en el centro de todas ellas com o estudio
de la herramienta que deben utilizar» (Robins, 1979a: 7). Com éntese.
5. « A menudo los filó sofos y lingüistas tienen la im presión de que las intuiciones
no so n ‘científicas' ni suscep tib les de una observación directa, y s í va ria b le s
y poco dignas de crédito. A nosotros n o s parece una objeción no válida...» (Sm ith
& W ilson, 1979: 40). Com éntese.
11. Indíquese qué se entiende por prioridad del punto de vista sincrónico
sobre el d i a c r ó n i c o , en lingüística.
12. H á ga se un com entario crítico so bre la fam osa com paración de S a u ssu re entre
la lengua y una partida de ajedrez.
14. «El sistem a lingüístico en s í ... e s una estructura puram ente abstracta» (p. 49).
C o n sid é re se esta afirm ación con referencia al u so de c ó d ig o s y cifrados sim p le s
basados en el principio de la su stitu ció n (a) letra a letra y (b) palabra a palabra
en m ensajes escritos. E sta s té cn ica s criptográficas, ¿c o n se rv a n o destruyen, ne
cesariam ente el i s o m o r f i s m o ?
15. ¿Pue de idearse un c ó d igo o cifrado sim ple que explote la independencia de
ios d o s nive les estructurales del siste m a lingüístico y cam bie uno sin afectar por
ello el otro?
3. Los sonidos de la lengua
H acia finales del siglo pasado, cuando la fonética articu latoria re cib ió un
auténtico im pulsó en O ccidente (gracias, justo es decirlo, a la secular tradi
ción in dia), los estudiosos em pezaron a sen tir la necesidad de confeccionar
un sistem a estándar e internacionalm ente aceptable de tran scripción foné
tica. Aunque hubo y tod avía hay mucho que decir en fa v o r de los sistemas no
a lfa b ético s de represen tación , en la actualidad el más u tilizado p o r los lin
güistas, con m odificacion es más o menos im portantes, es el A lfa b eto Fonético
In tern a cio n a l (A F I ), com pu esto e instaurado p o r la Asociación Fonética In
tern acion al en 1888. Se in spira en el prin cip io de disponer de una letra distin
ta para cada sonido distin gu ible de habla. Com o en realidad no hay lím ite
para el nú m ero de sonidos de habla distinguibles y capaces de ser producidos
p o r los órgan os hum anos de habla (al menos, un lím ite su perior tipográfica
m en te ra zo n a b le) este p rin cip io no puede aplicarse de un m odo coherente.
P o r ello, el A F I p ro p o rc io n a al usuario un conju nto de d i a c r í t i c o s de
d iverso s tipos que pueden añadirse a los s í m b o l o s a fin de establecer
distin cion es más precisas de lo que perm itirían p o r sí solas las letras aisladas.
Así, con un uso co rrecto y m oderado de diacríticos, el especialista puede re
p resen tar con su ficiente plu critu d las distinciones necesarias a cada p rop ó
sito. Desde luego, no alcanzará a describir con toda precisión los m is m íni
m os detalles fo n éticos que distingue una enunciación concreta de otra, pero,
p o r lo com ú n no hay razón para alcanzar este ideal. Para ciertos com etidos,
basta una tra n scrip ción relativam en te a n c h a ; para otros, conviene una
tra n scrip ción m ás o m enos e s t r e c h a . 1
E n lo sucesivo u tilizarem os el A F I para representar los sonidos del habla
o form as tran scritas fonéticam en te. Respetarem os asim ism o la convención
usual de co lo c a r las transcripciones fonéticas entre corchetes. Así, en lugar
de re ferirn o s a un sonido p, un sonido k, etc., com o hemos hecho hasta aquí,
n os re fe rire m o s a [ p ] y [ k j . (E lijo deliberadam ente sím bolos del A F I con el
m ism o v a lo r fo n ético, al m enos con aproxim ación, que las letras p y k en los
sistem as ortog rá fico s de la m ayoría de lenguas europeas.) La m ayoría de
sím bolos d el A F I p roced en d el a lfabeto latino o griego. P ero com o sabe muy
b ien qu ien habla y lee, pongam os, inglés, francés, italian o y español, las letras
distan m ucho de ten er un va lo r fon ético igual en todas estas lenguas, pese
a que em plean esencialm ente el m ism o alfabeto. En rigor, la m ism a letra no
presenta n ecesariam en te un va lo r fo n ético constante ni aun en el sistem a or
tográ fico de una sola lengua. A qu í reside una de las ven tajas de disponer de
un a lfa b eto fo n é tic o estándar e internacionalm ente aceptado, ya que no hay
qu e re la tiviza r la in terp retación de los sím bolos a una determ inada lengua
o incluso a determ inadas palabras: «a com o en ita lian o», « u com o en el fran
cés lu », etc. L a con trap artid a para tan considerable ven ta ja consiste en que
los usuarios del A F I se ven obligados a renunciar a todo tip o de supuestos
sobre la m anera com o habría de pronunciarse tal o cual sím bolo de letra. P o r
ejem p lo , [ c ] es un sonido m uy distinto del que1representa la letra c en inglés,
francés, italian o o español (cf. ch ico [c ík o ]). En lo que sigue, sólo in corp o
Figura 1. Los órganos del habla: 1, Labios. 2, Dientes. 3, Alvéolos. 4, Paladar duro.
5, Paladar blando (ve lo ). 6, Üvula. 7, Ápice de la lengua. 8, Dorso de la 'lengua.
9, Raíz de la lengua. 10, Faringe. 11, Epiglotis, 12, Esófago. 13, Cuerdas vocales.
6. E n castellan o, sin e m b a rgo , suele pron u n ciarse com o fric a tiv o p ostvelar, o uvular,
que en el A F I se tran scrib e c om o [X ] .
sordo, pero aparece en [español y ] griego m oderno (y en ciertos dialectos
del ruso).
TABLA 1
bilabiales P b m V 3
labiodentales b f
a
TZ "D V
dentales t d n e
alveolares t, d, n s z
palatales c J «ji ? j
velares k g X r
glotales h fi
Volvam os ahora al análisis articu latorio de las vocales. Com o las vocales
(en oposición a las consonantes) se caracterizan p o r la ausencia de obstruc
ción en la corriente de aire a su paso p o r la boca, no presentan un lugar de
articulación com o las consonantes. En cam bio, hay que considerar la confi
guración entera de la cavidad oral, la cual varía de un m odo infinito en tres
dim ensiones convencionales a base de cerradas : abiertas (o bien ja ita s : ba
jas), anteriores : posteriores y labializadas : no labializadas.
H agam os ahora unas breves precisiones sobre esta clasificación tridim en
sional de las vocales. En p rim er lugar, com o cada dim ensión es continua, la
diferencia entre dos vocales cualesquiera en virtu d de la abertura, la anterio
ridad y la labialización siem pre se produce en m ayor o m enor grado. N o
obstante, para estandarizar las referencias, los fonetistas recurren al sistema
de v o c a l e s c a r d i n a l e s . Éstas no deben confundirse con las vocales de
ninguna lengua real, pues constituyen sim plem ente puntos teóricos de refe
rencia a p a rtir de los cuales el fonetista establece los sonidos vocales de las
distintas lenguas. Gracias a ellas puede sentar hechos com o el siguiente: la
vocal de la form a p ie del francés, que podem os tran scribir a base de [p i ] ,
se aproxim a más a la [ i ] cardinal que la prim era parte de la vocal en la pro
nunciación fo rm al de la palabra pea del inglés, que tam bién cabe transcribir,
aproxim adam ente, a base de [ p i ] o, con más estrecham iento (in dicando la
aspiración de la consonante y la longitu d de la vocal, aunque no su cualidad
dipton gal no u n iform e), a base de [ p hi : ] . Las ocho vocales cardinales prim a
rias aparecen en la figura 2. D en tro de poco considerarem os las cardinales
secundarias. O bsérvese que las cardinales 1, 4, 5 y 8 — esto es [ i ] , [ a ] , [ a ] , y
[ u ] — constituyen los extrem os teóricos de las dim ensiones de abertura y an
teriorid ad . E n tre [ i ] y [ a ] y en tre [u ] y [a ], en intervalos supuestamente
iguales, se encuentran las vocales s e m i c e r r a d a s [ e ] ■y [ o ] y las s e m i -
a b i e r t a s [e ] y [o ].
O tro aspecto que conviente precisar es que m ientras todas las vocales an
teriores de la figura 2 son no labializadas, las correspondientes posteriores
(salvo para la núm ero 5) son labializadas. Esto no significa que no aparezcan
vocales anteriores labializadas o p osteriores sin labializar. En realidad, las
hay, p ero se encuentran m ucho menos a menudo — especialm ente las poste
riores no labializadas— en las lenguas europeas (la verdad es que el A F I y
sus vocales cardinales tienen una cierta predisposición en fa vo r de las len
guas europeas). Ahora bien,, cada vocal cardinal prim aria tiene su contrapar
tida entre l^s v o c a l e s c a r d i n a l e s s e c u n d a r i a s (anteriores labiali
zadas y posteriores no labializadas), enumeradas de 9 a 16. P or ejem plo, la
equ ivalente secundaria de [ i ] es la núm ero 9, anterior labializada [ y ] , apro
xim adam ente la vocal de la palabra tu del francés; la equivalente secundaria
de [u ] es la núm ero 16, p o sterio r no labializada [u i], que aparece en ja
ponés. ■*
Nótese, además, que las vocales de la figura 2 vienen dispuestas en un
cu adrilátero con una base más estrecha que su parte superior. Este diagram a
refleja esquem áticam ente el hecho de que, por razones fisiológicas, hay m e
nos diferencia, tanto articu latoria com o auditiva, en la dim ensión de ante
rio rid ad y posteriorid ad entre vocales abiertas que entre cerradas, esto es
hay m enos diferencia, p o r ejem plo, entre [a ] y [ a ] que entre [ i ] y [u ]. L o m is
ino sucede con respecto a la labialización. Así, [ i ] difiere de [u ] más que [a ]
difiere de [£ ] en dos de las tres dim ensiones (pues la labialización es irrele-
van te en las vocales máxim am ente abiertas). N o es sorprendente, entonces,
que las lenguas tiendan a form ar sistemas vocálicos asimétricos con menos
distinciones entre vocales abiertas que entre cerradas.
Finalm ente, hay que subrayar de nuevo que el cuadrilátero vocálico re
presenta un continuo de tres dimensiones, dentro del cual, excepto en el ideal
teórico, los sím bolos vocálicos del A F I indican zonas y no puntos. Por lo de
más, hay zonas, especialm ente en el centro del continuo, más bien poco
atendidas por el A F I y el sistema de vocales cardinales.
Basta ya sobre la articulación de consonantes y vocales. Por lo dicho hasta
aquí, pese al tratam iento selectivo del asunto, se habrá aclarado sobradam ente
que las consonantes y las vocales, consideradas com o s e g m e n t o s de
habla, constituyen haces de r a s g o s articulatorios, cada uno de ellos equi
valente al va lo r de una variable en una determ inada dimensión. Por ejem plo,
[m ] es oclusiva, sonora, bilateral, nasal: esto es, presenta el valor de [o clu
siva ] en la dim ensión de la oclusión u obstrucción, de [so n o ra ] en la de la
voz, de [la b ia l] en la del lugar (p rim a rio ) de articulación y de [n asal] en
la de nasalidad.
Segmen-
tos foné-
n. ticos
Rasgos \
articula-
torios \ P p" b m 3 t t" d n e 5 k kh g in X Y
s o n o ro — — + — + — — + + — + — — + + — +
a s p ir a d o — + — — 0 0 — + — — 0 0 — + — — 0 0
nasal — — + 0 0 — — — + 0 0 — — — 0 0
o c lu s iv o + ■ + + 0 0 + + + + 0 0 + + + + 0 0
fr ic a tiv o 0 0 0 0 + + . 0 0 0 0 + + 0 0 0 0 + +
la b ia l + + + + + + 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
d e n ta l 0 0 0 0 0 0 + + + + + + 0 0 0 0 0 0
v e la r 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 + + + + + +
T a b la 2. A lg u n a s c o n s o n a n t e s a n a liz a d a s e n r a s g o s a r t ic u la t o r io s . (A p a r e c e n e je m
p lific a d a s la s o c lu s iv a s o r a le s s o rd a s a s p ira d a s , p e r o n o la s o c lu s iv a s s o n o ra s a s p i
ra d a s , n a s a le s u o r a le s , c o m o t a m p o c o la s n a s a le s s o rd a s . A t í t u l o p u r a m e n t e ilu s
t r a t iv o , se l i m i t a n a tr e s lo s lu g a r e s d e a r t i c u l a c i ó n : la b ia l, d e n ta l y v e la r. L a ta b la
p u e d e a m p lia r s e f á c i lm e n t e h a s ta i n c l u i r la s c o n s o n a n t e s de la ta b la 1 y sus c o
r r e la t o s a s p ir a d o s .)
Los corchetes que encierran los térm inos ‘oclusiva', ‘ labial’, etc., del pá
rrafo anterior, indican que dichos térm inos funcionan com o rótulos de ras
gos fonéticos. Las tablas 2 y 3 reclasifican ahora com o conjuntos de rasgos
algunas de las consonantes y vocales ya presentadas. Obsérvese que estos ras
gos son simultáneos y no secuenciales (en cualquier sentido pertinente del
térm ino). Hay que apreciar asimismo que debe establecerse una distinción
entre los rasgos independientem ente variables y los que no lo Son. Así, un
sonido de habla no puede ser, en un mom ento dado, a la vez sonoro y sordo,
o nasal y oral. Las tablas 2 y 3 utilizan signos de más y menos para reflejar
este hecho: [s o n o ro ], [n a sa l], etc., han sido elegidos com o m iem bros posi
tivos de los pares de rasgos en correlación, mientras que [s o rd o ] [o r a l], et
cétera, aparecen com o m iem bros negativos. En cuanto al lugar de articulación
de las consonantes, la situación es diferente. Desde luego, si una consonante
es (prim ariam ente) labial no puede ser también (prim ariam en te) dental o ve
lar. Sin em bargo, no cabe tratar los rasgos [d en ta l] o [v e la r ] com o si fueran
negativos de [la b ia l]. Una vez establecido esto, si se m arca positivam ente una
consonante en uno de los valores de la dimensión de lugar de articulación,
aparece, en la tabla 2, com o neutra, y no negativa, en los demás valores. De
un m odo sim ilar se procede con la distinción entre oclusiva y fricativa. La
tabla 3 sólo representa las tres dimensiones de la clasificación articulatoria
de las vocales a p a rtir de la configuración de la boca; no hay dificultad, enton
ces, en in corporar a esta tabla la distinción entre sonoro y sordo y entre
oral y nasal para las vocales. En futuras ocasiones las tablas 2 y 3 nos se
rán útiles.
i e a a o u y tu
abierta — 0 + + 0 — — —
posterior — — — + + + — +
labializada — — — — + + + —