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N° 5 & Setiem,/Oct./Noy. "71 $ 3.— GRAMSCI- ee TOGLIATTI:, correspondencia inédita ALTHUSSER: ta relacién del arte con fa ideologia LUKACS: el cine como lenguaje critico NOE JITRIK: ef personaje “andnimo” y “popular” en fa novela JUAN RULFO: un pedazo de noche (cuento inédito) cuba: Zrevolucion en la cultura? NUEVOS AIRES DIRECCION: VICENTE BATTISTA GERARDO MARIO GOLOBOFF COLABORADORES: SUSANA CHAMAS « MARCOS MARTINEZ SALVADOR MARIO MARINO EDGARDO TRILNICK El dia 10 de julio de 1971 fallecié en un accidente automovilistico. Eso y todo lo demas es bastante increible. Por lo que él, ni nosotros con 4, nos perdonariamos el andar buscando un adjetivo mas o menos aprop'ado para hablar de esto. Su euerpo —como dos metros de altura, enorme, invulnerable incluso a las balas de los faseistas de Tacuara—, su talento —licenciado en Filosofia, profesor de cursos sobre Marxismo y Estructuralismo—, su entusiasmo por trabajar y construir —mon- tones de notas pubiicadas e inéditas, fundador y co-director de esta revista y colaborador de muchas otras—, su amistad y nada de todo Jo que ensefié 0 sembré, pueden ser abarcados por el lugar comin. ‘Tampoco por la muerte que para él debié ser una temprana fatiga, una barrera liviana que su vida va a seguir levantando como si fuera un pajaro, Precio del ejemplar —$ 3— Revista trimestral impresa en Central - Buenos Aires Distribucién en Quioscos: Pe- _ dro Sirera, Corrientes 1561, T. E. 46-4942. En Librerias ‘del Interior y el exterior, DEA, Rivadavia tml, tease NUEVOS AIRES, no refiejan hecesarlamente la opinién de Ja revista, SUSORIPOIONES: Argentina: 5 niimeros $ 15— 10 némeros $ 30,— Amérie 10 niimeros Uss. 10— Europa: 1249. Bur- ; a a Los artieulos que aparecen en 10 nameros Us (Cheques 0 giros a la orden de Gerardo Maric Goloboft.) ENSAvog.-eiy EDITORIAL 3 Cuba: ZRevolucién en la cultura? FONCIANO TORALES 13 Argentina: Imperialism, depen- dencia © socialismo? NOE FTFRIK 21 El personaje “andnimo” y “popular” en la obra de Horacio Quiroga FICCro nN — JUAN RULFO 35 Un pedazo de noche ern E—— GYORGY LUKACS 41 El cine como lenguaje critico DOCUMENTOS ——— LOUIS ALTHUSSER 51 {a relacién del arte con la ideologia ANTONIO GRAMSCI/ PALMIRO TOGLIATTI 51 Correspondencia inédita 7m Argentina: Respuestas a la represion 77 Libros ANO 2 SETIEMBRE-OCTUBRE-NOVIEMBRE NOS uP LIBROS DEL 71 Herbert, Marcuse, Edgar Morin y otros: LA NUEVA IMAGEN DEL HOMBRE Bram Stoker: DRACULA (Primera versi6n completa) Rodolfo Izaguirre: HISTORIA SENTIMENTAL DEL CINE NORTEAMERICANO Birgitta Linnér: LA REVOLUCION SEXUAL EN SUECLA César Vallejo: CARTAS A PABLO ABRIL Marqués de Sade: LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD Marqués de Sade: HISTORIA SECRETA DE ISABEL DE BAYIERA, REINA DE FRANCIA Marqués de Sade: DIARIO INEDITO Daniel Defoe, Robert L, Stevenson y otros: LOS GRANDES NARRADORES DE IN- GLATERRA Aristofanes: LYSISTRATA E. a A. Hoffman, Edgar Allan Poe y otros: FANTASMAS Y OTRAS APARICIONES Leda Valladares: MUTAPETES Marqués de Sade: EL PRESIDENTE BURLADO (3# edicién) Marqués de’ Sade: LOS CRIMENES DEL AMOR. (2* edicién) Enrique Gainza: EL CONSEJO Leda Valladares: CAMALMA De préxima aparicién: David Liberman, Mauricio Abadi y otros: PSICOLOGIA DEL OBESO Maximilien Rubel, Pierre Broué y otros: PARTIDO Y REVOLUCION Elsa Z, Posell: LA MUSICA ACTUAL EN LOS ESTADOS ‘UNIDOS Serge Moscoviei, Max Pagis, Edgar Mo- rin y ottos: PSICOLOGIA SOCIAL Y COMPROMISO POLITICO RODOLFO ALONSO EDITOR S. R. L. Florida 671 Buenos Aires ‘T.E, 392 - 9189 ‘reat novos ortstas, To cual exabeourd, yg 0 pueden ser creados artificiolmante, Se debe de luchar por una nueva cultura, es decir, tuna nueva vida moral, que no puede dejar de Hgada @ una nusva intuiciin. de ser y sentir La realidad, y por ren un mundo intimamente “artis. tas posibles'y con las “obras de ar-e postblods. «La presién del politico jue ef arte de ma prestin del politico pare 4 “ tiempo exprese ws determinado dctioldad police, no de ently ations GRAMSCI ‘Pida, hasta convertirla en una nueca manera de hecho en si no traspasaria sin embargo los limites generalmente ad- al cjercicia del poder politico por parte de un gobiemo revoluciona. ste caso del cubano, al que munca hasta hoy desde Ia izquierda so tildado de antidemocritico o discrecional, aun cuando en su haber m mumerosas disposiciones similares y todavia mucho mis severas de Tesortes politicos, ideolégicos y, hasta emocionales se han moyiliza- Bara que el juicio sobre una medida, semejante a tantas otras imagin6 negar a un poder revolucionario, haya generado, haciendo esta. anécdota particular, un enjuiciamiento al socialismo cubano en igual desproporeién: gqué significa civstio~ lo “intelectual europeo” de acceder en for= =y aun asi fraternal y solidariamente— a la reali- 1 proceso social, politico y cultural latinoamericano? , Goncepeiones sobre el ejercicio de la legalidad revolucionaria, la do eritica, el papel del arte y la funcién de los intelectuales, han’ en. © 3 *l suceso la oportunidad para desenvolverse y enjuiciarse recf- teP «Son ellas, en esencia, realmente antagénicas? gDesde qué mo- (Wife, ete: iil eee Mi Un grupo heterogéneo de intelectuales latinoamericanos y europeos, “alar- mado” primero por la detencién de Padilla y Iuego “avergonzado y encoleri- zado” por su lamentable autoeritica, dedujo que la misma solo habia podido obtenerse por la utilizacién de “métodos que son la negacién de la legalidad y. la justicia revolucionarias”. Explicita ¢ implicitamente se actualizaba en ‘ellos —escritor Padilla mediante— la vasta gama de violaciones al legalismo socialista que fue y sigue siendo habitual en la mayoria de los paises del este feuropeo. Tal celo y tal alarma tendrian allt su explicacién. No necesariamente esa genérica identificacion de procesos histéricos (“recuerda los momentos mis sérdidos de Ia época del stalinismo, sus juicios prefabricados y sus cace- vias de brujas”) en los que poco hay de comin: la presencia y participaci6m del pueblo cubano en la construccién de una mueva sociedad; Ia critica y le ‘autocritica ejercidas desde niveles dirigentes entre, ante y para las masas; ‘un uso de la violencia revolucionaria, como respuesta a la accion y Ja violencia ‘EDITORIAL contrarrevolucionaria, al que hasta hoy no se habia criticado ningun exceso sino acaso defecto. Aquella actitud apareceria, asi, fundada més en el temor quo en la evidencia en ‘el recuerdo o el mecdnico trasplante que en los datod 1 presente concreto e inédito. Y, sobre todo, en la creencia, por parte de algu- nos de los mAs notorios impulsores de la carta de Paris, de que la deformacién salinista es ley de una etapa del desarrollo en todos los paises socialistas, etapa én la que, tarde 0 temprano pero ineluctablemente, deberian desembocar €508_ \ regimenes. Las manifiestas diferencias entre: © cl camino recorrido hasta la toma del poder; © el origen politico de los cuadros dirigentes; ® su falta de compromisos con los aspectos corrosivos de la trayecto~ ria del movimiento comunista internacional que se tiene a la vistas © Ja critica en palabras y hechos, realizada a Jo largo de trece afios de revolucién al esclerosamiento del leninismo y a los responsables histéricos de esa agonia; © cl caricter internacionalista que asumid e infundié a sus actos la Revolucién cubana, y del que América latina tuvo sus mayores ejemplos; y muchas otras, no aleanzarian a impedir que los gobernantes cubanos sueum- bieran a ese determinismo sin fisuras, en una suerte de identidad fatal. De destino, mas que de multifacttico y contradictorio desarrollo (contradictorio, sf, pero también y por eso mismo creador), positivo y negativo, con lo que de recfproco contengan uno y otro: Cuando lo que esperdbamos y queriamos era una respuesta critica que in- validara aquellas afirmaciones ¥ esas suposiciones, que contestara tales argu- 4. mentos yendo a la raiz ideolégica que los sustenta, que diseutiera Ia incorrec- anifiesto por lo que dice en si (y no por y a quienes lo suscriben), contraacusaciones, los calificativos, la adjetivacién. la polémica en profundidad perjudicara, en lugar de beneficiar al no, se ha tendido a eludir el tema en disputa con el cuestionamiento a defiencen determinadas posiciones, reemplazandose el criterio de ver- el de autoridad. Y esa elusién ha dafiado. quizi m&s que cualquier error intencionada publicidad otorgada al 3 alo millones de hombres: simpatizantes de la Revolucién eubana; también © cofundidos, gentes a las cuales hay que explicar y convencer si ién “aspira a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucio- si la revolucién “solo debe renunciar a aquellos que sean incorregible- Yeaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios” como Fidel en 1961. ° Teencontrar su cauce, la polémica, creemos, puede ser todavia fértil. laro esti, a través de la consideracién personal de la ion Padilla”. el poeta Heberto Padilla, eligié hace tiempo, en medio de sus conflictos es, el camino que después de los sucesos conocidos ha ratificado. Mu. de ellos, en 1968, formulé otra especie de autocritica, menos pu- a, pero, tan enfética como Ja actual. Eligié entonces “vivir, luchar y : “participar con vida y obra en la construceién de una dad més digna y més justa”, porque “para un eseritor revolucionario no e haber otra alternativa: o la Revolucién o nada”), eect, €2 sus propias palabras, si quiso serles ficl, si al tiempo las ok rente aquellas de Marti (“Verso, 0 nos los”), diciendo ahora de si mismo y de ©osas como: “un versificador atrapado por sus propias limitaciones € intelectuales", 0 “parece escrito por un anciano enfermo del hi- (su poema En tiempos dificiles), y afirmando que en estos dias s{ ibiendo “cosas lindas” con temas tales como “la primavera”, son enig- solo 1 domina, y ya es legitimo pensar que ni siquiera él. el mejor cauce para Ja discusién es ni puede ser Ja considera- través de este tema exteriormente suscitado, del proceso re- nario cubano, Hasta Vargas Llosa acaba de reconocerlo: “con sus errores, Ia Revolucién Cubana ¢s, hoy mismo, una lad. mana y més justa que cualquier otra sociedad latinoamericana y de- igos es un deber més apremiante y honroso que Contra sus enemi criticarla”® % ¢3 cierto, piensan que “todos sus errores” son tantos que han ‘le: desdibujar 1a misma imagen de la Revolucién. Una de las tltimas Plana, Ne 313; 24-12-68, Opinién, 26-71. gufas al uso para cotiocerlos, enitie Tas varias que han aparecido fitimattenite, ‘ite, serfa el libro de René Dunbar die la fenido. x0 peed lesa sobre des- céntentos dé aqui y alld con el proceso cubano, sectores tan marcados | fendméno stalinista que se han tornado fatilmente permeables a cuanta cerltica, verificable o no, sefiale la aparicién de anilogos sintomas én la isla. En el contexto de ese supiieste anflisis objetivo y téenico de las medidas’ econdmicas y agricolas de Ia Revolucién, se vierte tal cantidad —y cdlidad— de apreciaciohes subjetivas, minésculas o mal intericionadas, que del ptometido sblo quedan dos cosas: por un Jado algunos datos y, por otto, mt: chas opiniones. Pero he aquf que las fuentes de los datos son anénimas, los mismos datos son génerilmente conjeturales las pruebas difusas*. Quedan Bues como iimicamente “sélidas” Jas opiniones. Son abundantisimas y todas, mis 0 menos, de este tenor: “Con Fidel tenia a veces la impresiin de visi- tar Ia isla conducido por su propietario, quien me iba mostrando sus cam- pos y prados, sus vaeas si no sus hombres” *. Jestis Betancourt, primer secretario provincial, dirige también en La Habana el puesto de mando provincial de la Agricultura, “Con qué aire marcial entra en el comedor de ¢se puesto: los mozos con chaquetilla se apresutan a sérvirlé. Perd él sé toma mucho tra- Bajo”. “El reemplazo de los hombres —en el trabajo— es muy lento, pues a Tos maridos celosos (somos ¢aballeros espatioles) no les gusta ver a sus mur eres trabajar. Los responsables de la organizacién comunista dicen bellos dis- ‘cuzsos sobre la necesidad de poner a trabajar a las mujeres, pero se lo im- piden a su mujer (su propiedad)”*. Preocupaciones técnico-revolucionarias como: “All{ se habilité una playa para el baiio, pero los hombres y mujeres de: servicio, barren y limpian en la magiana, Se podria abrir las puertas una. hora mas temprano, cuando €s tan estupendo bafiarsé, antes de la canfcula, y continuar limpiando en preséri¢ia de los bafistas. E) hotel Habana Libre 6 abre sa piscina sino hasta las 9 como én el tiempo en que se lamaba Hilton y albergiba, sobre todo, a turistas ociosos. Habrid que permitirlé ak erperto extranjero, st su jornada de trabajo va a ser dura, qué pueda tenér tin motitento dé reposo temnprano en la maflana, cuahdo hay buen tiempo y no incitarlo a trabajar tarde, si le gusta baiiarse”*, o actos fallides de este calibre: “|Cémo era de radiante Bayamo a comienzos de mayo de 1960, en c fo del filo de las ffestas tadicfonales y de fa Uberacinl ‘Ya Ania Fran- ‘0s no utilizaria al titulo de la Fete cubaine, si volviera a ver la triste Ba- yamo (y no importa cual otra ciudad) de julio de 1069, con las tiendas vacias ¥ los transevintes de cefio fruncido. Hay niflos que a veces estin vestidos com pedazos de sacos viejos, y muchachas avergonzadas de sus harapos: jLa Ha~ 4. Gh, Jashgs Petras. Los Libros. No 90, junio 1971, pigs. 98/29, + René Dumont. Cuba ges sOcialita?. Edit. Tempo Nuevo, Venezicla 1970, pig. 88 * Dumont, op. cit., p. 75/76 ‘ p. OL. + p. Ol. « tan:alegre antes! No-es que se edhe de-menos la prostitucién, negative” *, 10 quita que, en los marcos del movimiento revolucionario, ae san, partiéndose de la positividad del proceso. socialista cubano y. de, especificos, formularse criticas sobre aspectos que se juz , ‘9 negativos. Lejos de debilitarla, esa, postura Meva a. fortalecer oe cubana, Y * ree eee. nee ie mds que antes, de una izacién en. la, lu Iégica contra ef imperialismo en América Intina, ante el auge de.las varfantes, 3 ¥ Hacional, burguesas en el continente, a las que, justo es. decitlo, tan en buena medida recientes declaraciones de dirigentes cubanos, isistimos, para nosotros no es a través del tema hoy suscitado, ni, Jos elementos, que se an manejado hasta ahora, ni en el terreno en que se vertido las: eta! di correspgnda desarrollar este tipo de aprecia- or iiltimo,, creemos, que tampoco el cauce mds feoundo, para este. andllisis oT Reeraealipeih area eae Marlo bse tons que viven en. Europa. _ Tomarlos en un solo bloque liberal y/o contrarrevolucionario (aun, cuando, contribuyeron apresuradamente a mimetizarse en Ia lista de firmas), es Ta consecuencta de muchos para con los. principios del marxismo y su cid con los movimientos de: liberacién nacional y social, es. remanciar ea su valiosa contribucién futura y endosar a Ja derecha un. do alianzas que no le pertenéce. Es pensar que por una adtitid equivo- han dejado de ser acreedores, de golpe y por rechazo, a las palabras de Castro que los tenian por destinatarios: “podriamos decir qué muchas hemos visto cémo determinadas causas que més afectan al mundo do ‘eémo determinadas agresiones, eémo determinados erfmenes, han en- més apoyo, més protesta y més combatividad en grupos de trabaiado- ctuales izaciones de tipo politico de las cuales era de (Palabras de clausura en el Congreso Cultural solidaridad y, por el otro, que hombres como Sartre, Rossana Rossanda 0 José Reyueltas se han asustado por el caricter socialista del proceso cubano. Y, con més torpeza, hablar despreciativamente de aquellos intelectualles (con culpa claro de ser también intelectual) como de hombres incapaces de solidarizarse con la revolucién hasta el final, por su condicién de “intelectuales europeos”, es colocarse 0 en las posiciones de un folklorismo refido con el Sena proletario o en las de un obrerismo infantil, desconociendo ~ que “Ia doctrina del socialismo ha surgido de teorias filgs6ficas, histéricas y eeondmicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales” como escribia Lenin, quien agregaba que “por su posiciGn social, también los fundadores del socialismo cientifico con temporineo, Marx y Engels, pertenecian a la intelectualidad burguesa, Exacta- mente del mismo modo, la doctrina teérica de la socialdemocracia ha en Rusia independientemente en absoluto del crecimiento espontineo del mo- yimiento obrero, ha surgido como resultado natural © inevitable del desarrollo del pensamiento entre los intelectuales revolucionarios socialistas”.° ° Depurado de aquello que entendemos falso contorno, nos queda lo que consideramos es el centro de la preocupacién de los inteléctuales latinoameri- canos sobre el tema: ghay una nueva politica cultural en Cuba? Y de alliz equé estatuto admite ee Hapelneasi Se bank para sus escritores y artistas? @Qué relaciones se han creado entre el gobierno revolucionario y Ios intelec- tuales eubanos? ;Permanecerin en el mismo estado que hasta hoy o sufrirdn trasformacién? ¢Ein qué sentido?. ° Durante los primeros aiios de la Revolucién no hubo practicamente nin- guna politica oficial al respecto. La adhesién precritica y entusiasta de sus intelectuales y su voluntaria: participacién en un proceso de cambios radicales desplazé la cuestién a un plano secundario dentro del cual se suscitaron nu- amerosas discusiones y reuniones a cuyo término Fidel Castro dirigié sus cono- cidas Palabras a los intelectuales (1961) en las que afirmé que la Revolucién no implantaria normas en arte, salvo la limitacién a Ja propaganda contra- rrevolucionaria. El desarrollo y la culminacién de esta etapa es relatada, por Roberto Fernindez Retamar: “Sectarismo y dogmatismo han encontra- do siempre en el arte una victima particularmente propicla para ejercer sus errores. Nuestro caso no ‘habria de ser la excepcién. Ello explica las enco- nadas polémicas mantenidas esos afios en torno a los problemas estéticos, Sim- plificando los términos de esas polémicas que involucraban a artistas y a algu- nos funcionarios, sus extremos podrian ser, uno (sobre todo el de algunos funcionarios), la postulacién de un arte mis o memos pariente del realismo socialista; otro (el de Ja gran mayoria de los artistas), la defensa de un arte que no renurciara a las conquistas de la yanguardia, La derrota del. primer punto de vista fue sancionada cuando el Che, en El Socialismo y el hombre en Cuba, dio el puntillazo al realismo socialista, aunque no le pareciera ente- ramente satisfactorio ¢l segundo punto de vista: para él, es menester no con- sa haa ee ace. Obras escogidas, Edit. Problemas, Buenos Aires, 1946, T? 1, in esa posicién, sino ir més allé. Solo que para ir mas alld hay que algin lado, y la vanguardia parece un buen punto de partida — sino . cian em esa etapa casi completamente derrotadas ciertas deducciones ‘sobre Jas tesis leninistas de los afios 1905, interpretaciones referidas ) a Jas tareas de la prensa y de los escritores miembros del Partido n 4 la literatura propiamente dicha. de acuerdo con la cual el Partido yela a la par que por el contenido 0 del arte y la literatura, por el empleo de los medios de expresién (rea- is) que se estiman los mas ados para Ja plasmacién de un arte de eleva- ontenido ideolégico y accesible a las masas, sigue manteniéndose en la Union tica donde, en nombre del Partido, aun se considera legitimo el monopolio 1a tendencia en pugna con otras a las cuales se cataloga como expresivas de Ia ideologia esa, __Otra (consagrada en circunstancias histéricas distintas —situacién de guerra CUBA: i y revolucionaria— y producto también de una distinta relacién masa/ %REVOLUCION formulada por Mao en el Congreso de Yenin (1942), que reafir- ENA. ibordinacién del arte y Ia literatura a la politica y deducia de ello gencia de que se aceptase Ia direccién y control del Partido, rigié —por $e conoce, hasta hoy, tras un paréntesis expresado por la politica de las relaciones entre arte y sociedad en China. Ambas (cada una a su modo y con las diferencias que, en cuanto a la » habrfa que especificar) tuvieron en su época enorme influencia sobre a Preocupados por estas cuestiones, pero dieron lugar a tales y fracasos, todavia evidentes, que cayeron en visible desprestigio. expresan la tendencia casi permanente de muchos politicos reco- por obtener que el arte y la literatura reflejen las luchas de su tiem. e un modo mds o menos preciso, més 0 menos acritico, més 0 menos en- —pero también la imprecisién— de la ierta “dentro de la revolucién: todo; contra la revolucién ningén haya apagado por un tiempo la presién de la tendencia que mencio- Femindez Retamar sin que la misma cejara de luchar in cuando aquella linea que establecié la odo el mundo est de acuerdo en reparo al ealismo socialista como terreno de “formas congeladas”, En tanto, desde niveles dirigentes, se alentaba en otro orden la funcién que jugaban sus intelectuales, los que en el proceso habfan ido acen- su actitud politica no solamente contra el imperialismo y la derecha, ) también. contra los disfraces izquierdistas utilizados por Ig feaccion para i Roberto Fernindez Retamar. Hocie tna nueva intelectualidad revolucionaria en Cux } Cava de las Américas, No 40, encro-febrero 1961. ee en quebrar‘el frente de los partidarios de la Revoluoiém cubana. (Recuérdense las: iciones de’ los: intelectuales’ cubanos’ frente’ a la: revista: Mundo Nuevo, el: texto de la carta que dirigieron a Neruda, la exclusion de Nicanof Parra: como: jurado, etc.).. Esas’ actitudes: fueron: sefiaiadas y- reconocidas por Fidel, en el mencionado discurso: de:clausura del Congreso’ Cultural: : Hacia 1968 confluyen distintos acontecimientos, significatives. Ya conocida, Ia'desercién de Cabrera: Infante, en octubre de ese afio ol. Comité Director do Ja Unién’ de Eseritores. desaprueba' pablicamente dos de. los libros) premiados: por sus-jurados: Los Siete contra’ Tebas de Antén. Arrufat. y, Fuera del Juego’ de Heberto Padilla, y. resuelve publicarlos con um prélogo-en-al que los Las criticas son refrendadas por Ia revista’ Verde Olivo en un. artfculo firmado, por Leopoldo. Avila * que expresa, sin aludir directamente a prol ticos 0 de actividad artistica, aquella presién de la que hablaba Gramsvi, la que, EDITORIAL: dados: los limites: bastante difusos cuando: se ejerce desde una. tribuna revolu- cionaria,, a. eseritores: que fan a la tevolucién y sobre obras que se. publican oficialmente, ingresa. do Teno en. la. cuestién. estética, y mis. pareos expresar una lucha entre tendencias dirigistas y resistentes que una coexistencia. dialéctica entre la vanguardia politica y la vanguardia estética. Ello se desprende del tono’ agresivo de la nota de: Verde Olioo (“medios! supuestamente: intelectuales”, “a los que siempre creen que se les estén dictan- do lineas de trabajo”) y de sus’ parrafos més sobresalientes: “gPor qué caminos ha. andado eni muchas oeasiones la literatura en este pais? Por el de la exalta~ cién desmedida o de’ la infustificads faria iconoclasta, Las raloes de estas acti- tudes no lan sido siquiera apreciaciones literarias ‘puras’ sino motivos menos nobles,equivoeos, absurdos: ext un pais que hace lo que’ est: haciendo: el nues- tro: Por el camino del ablandamiento ideoldgico, de la despolitizacin absolute: se llega « la tonterfa, pero, a veces, a la contrarrevolucién”. “j ham escrito un par de pirrafos siquiera sobre aquella tragedia? (La del ciclon Flo» ra). Mas tarde el pueblo resembré aquellos campos, las casas volvieron a levantarse, las cosectias surgierom de nuevo, se construyeron diques y presas para evitar nuevos desastres, Esa fine otra epopeya sin s Los territorios, como se ve, aparecen confundidos. Se exige desde aqui um determinade apego a los feaémenos actuales, una determinada asunciém y en- foque de la realidad. Interpretacién de una realidad que, como afirma Angel Rema, siendo “el punto’ clave donde una obra tiene su coherencia interior todo 1 esfu i { toria, sino que se le proporciona bajo Ins iz cided esth de actierdo con stt operatividad y las cfreunstancias del momento”. ** ‘Que Ia literatura y ef arte enbanos jugaran cada . lar fue un deseo creciente del que iustra ef discursa de Fidet en ocasién del & : 4 i 4 12 Reproducido en nuestro pais por Ja publicacién’ América Lating, Ne 10, 11 dicleme 1968, 21 10 — phos a nas, 18-6-71, pag. SI. No para Hablar de lo que ocuttié, ni del herofsmo” de la ‘del drama hurnano; sobre el cual pueden ‘hablar los eséritores, si nos= éramos escritores, yo créo qué téhemios muy pocos; y varios a ver si ‘periodistas también, y escriben un poco. Han’ aparecidd algunas cosas tes, bien! hechas. Pero hay que lanzatse alli. ¥ dentro de treinta’ aitod ae 10s clertos escritotes escribiendo lo que pasé ahora; tieheti’ tie bilarse c ir alli y aprender de la gente y de la vida, periodistas y escritores”. | Claro que las fronteras y los vinculos resultan ast difusos. Puede tratarse de ismo hoy y del heroismo desplegado por el pueblo para riftiga® sis jue no seria excepcional en la historia de luciones socialistas) puede pedirse la observacién y el reflejo del cambio icturas o de la plasmacién de una nueva sociedad ‘en este o aquel séctot pensarse, coherentemente, que los medios para qué tiles textos séan eff- deberdn ser “claros” o “yerldicos” dando un inmenso margefi para juzgar a, la intencidn. ilustrativa y, en sintesis, el logto de esos propésitos me- ¢ ef lenguaje especifico empleado. : Tal presuncién y conclusions como las del Prinie# Congreso Nuciotial de fucacién y Cultura (abril 1071) que sostienen que “el arte e¢ un armi dé tevolucién, un producto de la moral combativa de nuestro pieblo, unt ins- mento contra la penetracién del enemigo” deben sin embargo ser objéto de Porque este diltimo también es para nosotros un justo camino orien- jor si se entiende como punto de arranque para una‘ concepeién revolucio- ria del arte, no come consigna, Si no supone inducir a los artistas a una. sobre- acion y a una subéstimacion simultinea. Sobreestimacién, ya que ni el arte tan grandiosa’ y mecdnica funcién ni la fuerza que tiene es ésa. si es é todavia conserva alguno de los caracteres migicos que aparentaban otor- al hombre un verdadero poder ilimitado sobre los objetos, Y subestimactén, ‘su trabajo es diverso (por otro camino, por otro lenguaje, por otra éepcién) al de la frase agitativa, al de la explicacién propagandistica, al dé ‘enfervorizacién por él discutso, al del odio por el conocimiento. Esa fun n del trabajo del artista, que debe rastrearse en otros terrenos, menos portante’ tal vez en el momento del enfrentamiento directo contra el, viejo ma, pero no menos itil y digna cuando, en la etapa de construccién de una sociedad, ocupa’ su ugar como una realidad social mas, y que también a la fevolucién’ a comprenderse: . Sobre estos temas y sobre las futciones de su trabajo en los marcos de # Revolucién, los propios escritores cubanos reflexionaban antes de los conien- ‘sticesos, dé modo evidentemente autecritico, Pordue concientes de los enos qué viven y dé los cambios prodacidos a st alrededor se citestiotm- ‘su propio cambio, 0, como bien se ha sefialado , porque no se trata tmica- nte de que el escritor observe o impugne lo que cambia 0 no en su contor- 2 sim impugnar lo que no cambia en si mismo cuando pretende estar inmerso un proceso global de cambios. 4 En una conversacién celebfada én’ Lit Habarit eh rifayo de 1969 de la que ‘Participaron los cubanos Robétto Ferriindéz: Retamtar; Edrmuride Desnoes y ‘CUBAY - GREVOLUCION ENLA ‘CULTURA? ii 12 Ambrosio Fomet, el salvadoreiio Roque Dalton, el haitiano René Depestre y el uruguayo Carlos Maria Gutiérrez, explicitaban su preocupacién autocritica y In coineidencia alrededor de los siguientes puntos: a) “Hay que precisar en qué consiste concretamente el trabajo del escri- tor, su funcién dentro de una sociedad en trance de revolucionarse, En ese sentido debe inventarse a si mismo no como individuo, sino como funcién, Se tratarfa del alumbramiento no de obras distintas sino de funciones distintas” * b) “Es la practica social en el seno de la Revolucién la timica actividad que puede transformar totalmente al intelectual ‘principalmente burgués’, del que Partimos, en el cuadro intelectual que la Revolucién necesita para su construc- cién socialista y que vendria a ser el principal instrumento de transicién entre Ja cultura de élite y de grupos que 10s del capitalismo y Ia cultura integralmente popular, totalizadora.”1* ; ¢) “En Ia medida en que seamos mis revolucionarios, seremos mis criticos, Ahora, esa critica, esa libertad revolucionaria, tiene otro sesgo, otro contenido del que tiene dentro de una sociedad burguesa. Es la critica dentro de la Re- volucién, a partir de una constante y activa participacién en el desarrollo de Ja sociedad. No es una libertad individual, sino social; no es la afirmacién de mi Hibertad contra la sociedad, sino para la sociedad, Es una critica y una libertad que siempre cuenta con el otro.” * ° La seriedad de esta actitud libremente asumida, que lleva a la aceptacién de una relacién subordinada querida y admitida, donde el acento esti puesto sobre la responsabilidad social del escritor, sugiere que este camino autocritico, conciente, modesto, seri altamente provechoso para el futuro de las relaciones entre los poderes revolucionarios y sus intelectuales. Pero deja abierto el inte- rrogante sobre si aqui se agota la tensién. Sobre si los conflictos y las contradic- ciones a los que ninguna formacién social puede escapar encontrarin 0 no en él arte “una victima particularmente propicia para ejercer sus errores”. Pretender desde ya que el paso a una nueva colectividad, con sus nuevas di- ferencias y tensiones, implique que la obra individual se diluya en una vasta una- nimidad simplificada es olvidar que cada obra de art inmersos en esa nueva colectividad ataca también la di lo individual y lo colectivo, entre lo particular y lo general. Ya que si todo hombre, y en especial el revolucionario, no quisiera ser algo mas que é1 mismo, no pretendiera disefiar al “hombre total”, el arte no tendria sentido propio en una nueva sociedad, Ese no contentarse con ser una parcialidad fragmentada, exigirse hacia una plenitud concreta e histéricamente recuperable, esa tendencia a unir su limitada particularidad con el todo social para reconquis- tarse en una individualidad cualitativamente superior, dan su lugar al arte y al trabajo del escritor dentro de una sociedad que se quiere mis justa, mas real. NUEVOS AIRES 14 El Intelectual y la Soctedad. Ea. Siglo XXI, México 1969; intervencién de Roberto Femindez Retumar, pigs. 130/131. 28 Op. eit, intervenciia de Roque Dalton, nig. 20. 34 Op. cit,, intervencién de Edmundo Desnoes, pig. 27. ARGENTINA: aIMPERIALISM DEPENDENCIA 0 SOCIALISMO? Ponciano El titulo de este articulo puede parecer extraordinario, Pero no hace mis teyelar desde el inicio un cuadro de situacién y posibilidades para el fu- desarrollo argentino. Mejor deberia decirse el cuadro de situacién y po- s politicas de ese desarrollo, dentro de las cuales pueden llegar a las tareas propias de la realizacién de la revolucién nacional. El signo esa revolucién parte de los presupuestos de la enunciacién socialista de sus De otra manera la palabra revolucién se convertiria en un eufemismo sentido, significaria solamente un momento del mismo desarrollo capitalista del cual nos insertamos y una postergacién de aquellos principios que gen hace ‘ya mucho tiempo las luchas y avances de los pueblos por su li- Ello no obsta, sin embargo, para que un. cuadro realista de la situacién jonal nos permita asumir las limitaciones con las cuales se tropieza para SPECIAL PARA el poder que permita iniciar la tarea revolucionaria de construir el NUEVOS AIRES smo. En efecto, el proceso de ir creando los hitos politicos de la toma ‘poder presupone hacer un balance ajustado de los elementos del juego, las aciones de fuerza existentes y, fundamentalmente, la situacién y capaci- de las clases sociales antagénicas del capitalismo para resolver los proble- NCIANO TORALES macié en Cufuai-Cuatit (Corrientes) en 1993. Li- a ‘en 1964 es becado por la Universidad Nacional de ‘Aires para cursar estudios de post-grado en la Facultad Latinoamerica- Ciencias Sociales jlogia de la Universidad de Chile y en el Instituto Central de Sociologia Ta Universidad de Concepciin, Actualmente dicta Ia citedca de“ s clase y ciencias sociales en América latina”, en la Universidad de Buenos res, Ha publicado trabajos en rovistas del pais y el extranjero. ‘Tieno inédito Uibro sobre la dominaiién en el Pert, y estudios sobre el peronismo. 13 PONCIAN TORALES. ‘mas que les plantea su mantenimiento o desaparicién. Los tres conceptos del titulo ei ser la clave tedrica para ena las hipétesis que la lu- cha politica se encargaré de yerificar en la practica, y en particular en la pric: ‘tica revoluconaria de la clase obrera argentina, ya que los tres destacan los caminos de la dialéctica de la historia argentina del presente y del futuro, y las probabilidades de su xealizacién o su fracaso. 1 Debemos comenzar por Ja crisis, realidad de nuestro momento nacional pre sente, Ella recorre todas las instancias del desarrollo capitalista argentino: Ia crisis de “estancamiento.e inflacién”, como se la lama, ciclicamente demuestra, con su grandilocuencia de desastre, que las tendencias del desarrollo capitalista se cumplen aun a despecho de la ideologia que eventualmente disimule sa existencia. Siendo la Argentina un pafs capitalista, subdesarrollado y dependiente, no €s asombroso tampoco que se manifieste con todo el dramatismo propio de esa caracterizacién: hambre, miseria, violencia, explotacién. Algunos teédricos, de todas maneras, aducen sin embargo, que estamos en presencia de una for- ma superior, més avanzada y evolucionada, del desarrollo del capitalismo en Jas dreas subdesartolladas, Dentro del contexto latinoamericano y_ subdesarro- Jado y respecto del “tercer mundo” en general, Argentina goza de un status de privilegio. Pero lo que las cifras seitalen no desmiente en absoluto el cua- dro de las crisis ciclieas o el subdesarrollo. A menos que se piense que situar un pais en una etapa superior de por si lo muestra como “desarrollado” y no como “subdesarrollado”. Ciertamente, no es dificil para un idedlogo, amparado en cifras y datos, olvidar los cinturones de miseria, el constante aumento de In explotacién, Ia inestabilidad ocupacional y geogréfica, el desgaste del sala- rio y de la canasta familiar, el deterioro regional, la justicia entre rejas o la sorruptela administrativa, En cansecuencia, digamos que la Argentina recorre las alternativas perié- dicas de la orisis como pais capitalista, subdesarrollado y dependiente; y de momento ello define, tanto para las clases dominantes que lo administran como para los sectores revolucionarios, sus respectivas estrategias de desarrollo. Argentina es, en efecto, capitalista, subdesarrollada y dependiente. Por ello nuestra percepcién de la erisis es diferente de la percepeién de los que nos pac observar con Ia 6ptica de un medio ambiente efectivamente “desarro- lado”, ya sea desde afuera e incluso desde adentro, con las anteojeras de Ia ideologia justificatoria del statu quo. Porque el origen de nuestras crisis no esta en la dominacién que ejercemos sobre atros pueblos sino en la dependencia que nos limita, resultado del dominio, en sus formas cambiantes, del imperia- Tismo. Férreamente determinados por la manipulacién de los mercados inter- nacionales y por Ja divisién internacional del trabajo impuesta desde afuera, tanto como por Ja penetracién interior sobre las fuentes nacionales de riqueza y de los resortes ocultos del poder politico, las posibilidades de desarrollo au- ténomo, de acumulacién de capital dentro de las fronteras del pais para su inversién decisiva y de construccién de una sociedad alternativa estén, defini- | 1A _ sivamente, limitadas, Sobre todo las de constryccién de una sociedad que sobe- lo 9 de lositérminos del intercambio”, “crecimiento hacia adentro” 0 “pro- sustitucién de exportaciones no tradicionales”. Al fin, lo Ymico que se mostrado hasta la saciedad con esos conceptos, es que dentro del contexto ollo capitalista, Ia brecha entre paises desarrollados y ‘subdesarrolla- ys cada vez mayor. En realidad, ni los estudios concienzudos que se han Dat lass sodas) extjpiestan inl In plopitlo| de, sbarbceataa\locados 05 ‘organismos internacionales o de los gobiernos nacionales, han logrado, con aje sofisticado, que las clases dominantes de los paises capitalistas sub- urollados y dependientes, rompan sus ataduras imperiales. Que dejen de Tas clases adménistrativas de las satraptas del imperio y, al menos, se asu- jin embargo, a poco que se observe, se constataré que esa historia no trans- ‘en vano. Lo demuestra el revolverse de los pueblos dentro de estas limi- ae ningiin saldo de miseria y explotacién oscurece la riqueza osten de algunos frente a los harapos de casi todos. Del juego de las crisis y ‘despertsr de los sometidos frente a sus dominadores surge en consecuencia ‘situacién prerrevolucionaria que coloca a cada situacién nacional latino- cana en Ja tesitura del cambio, que rompe la vieja correlacin de fuerzas Jas clases, administrativas y sus pueblos. Atin mis, y sin ahondar en las ivaciones de este razonamiento, es posible encontrar también el por qué le esta situacin en las limitaciones propias del imperialismo para sostener, or- € indefinidamente, sus posiciones, en sus, propios cambios internos, en cambios que se generan en las situaciones nacionales como resultado de su roll intrinseco, y en las cambiantes relaciones de fuerza internacionales y campo capitalista y campo socialista. Y en el hecho histérico de que a ‘iltimo respecto las “terceras posiciones” cada vez lo son menos... bag En ln escala de desarrollo capitalista donde la Argentina se ubica como lesarrollada y dependiente, las opciones de su situacién prerrevolucionaria een condicionadas, como es obvio, por sus earacteristicas nacionales y por configuracién de sus clases dominantes dependientes, de sus clases: adrninis- _ Esta caracterizacién como clases administrativas, a secas, puede dejar ludas sobre Ia taxatividad de su calificacién, La rigurosidad del término obliga ‘cada situacién nacional a prever la existencia de un “margen” de negocia- n, por decir. asi, con el imperialismo, Ese “margen” esta dado por la exis- cia de grupos 0 sectores relativamente —y solo relativamente— aul ARGENTINA: IMPERIALISMO, ‘DEPENDENCIA © SOCIALISMO? aa -pero poder al fin, aunque més no sea poder de negociacién. Esto se ve claramen- fo en el papel due juezan las capaa medias “altas", tecnocréticas, militares y , ¥ los lores “nacionales” de capital. Su existencia esti asegu- ‘Fada, no solamente por los esfuerzos que las mismas clases administrativas reali- zan para mantener su propio “margen”, sino también por los problemas de desa- rrollo del mismo imperialismo y de sus finalidades econémico-politicas dentro del campo internacional. Si en Ia Argentina el juego de la dependencia del imperialismo tiende a hacer disminuir permanentemente ese “margen” y a dete- niorarlo significativamente —tanto como para que plantear un salto hacia ade- Jante que, aunque capitalista, tenga sin embargo, una significacién revolucio- maria— ello se debe a que efectivamente su dimensién material ha tun punto critica, a que la porcién del poder efectivo de decisién que posce es incomparablemente mayor que en otros paises del drea capitalista subde- sarrollada, ya que cuentan, a partir del desarrollo histérica de las relaciones de produccién en la Argentina, con dos pivotes de lanzamiento politico nota- Blemente articulados y notablemente organizados: la clase obtera argentina y las fuerzas armadas. mm Esta aclaracién necesaria traslada ahora su importancia al terreno de las definiciones politicas y econémicas del desarrollo argentino dentro de una ins- tancia peaeins. paradojal. En efecto, se asiste al momento exacto de una correlacién tal de fuerzas entre las clases dominantes que se hace ble una lucha definitoria por la hegemonfa politica, una lucha abierta y_ sin smbigtiedades que, en los acontecimientos relstados por Ia erénica periodistien, aparece como el simple enfrentamiento entre grupos militares. Pero tal defini- cién esté planteada dentro de las instancias del desarrollo capitalista. Porque esti en juego, justamente, la propia vigencia del mismo, la cual, paradojal- mente, solo es posible en tanto y en cuanto y a condicién que una forma revolucionaria, nacional y antiimperialista; a menos que se opte por la alternativa ya imposible de una dependencta basada en el garrote y la sucotén econdmica descarnada que los sectores mis ideolégicamente atrasados de las clases administrativas todavia postulan a despecho de la historia. Es que dado el desarrollo de las fuerzas productivas y-los cambios pro- ducidos en la base real, y las contradicciones que emergen de su insercién en Ja division internacional del trabajo impuesta por el imperialismo en América latina, Jas a i cdomeralle del capitalismo nacional le imponen, por nece- } una dimensién tevolucionaria cuyo desemb resenita dialéc- eamente al capitalism y at ocialismo. iad erza de Teiterativo lo mismo puede expresarse en el siguiente tenor: 4a Atgentina pasa por un periodo de estancamiento y crisis propio del compli miento de las leyes del desarrollo capitalista dependiente, cuya fuente de sus- tentacién oe ane de un header tradicionalmente hacia la ’ mercados int lonales de luc ‘imari fata de wn sorta ee thc Rec 7 Heit fmentes de acumulacién, inversién y reproduccién; que esta velacién a un punto tal de desarrollo que plantea Ia definiciin de la hegemonia ol politico del proceso, basada en la ruptura definitiva de Ia come- fuerzas econémico-politicas previasy el imperio de una nueva; y Posibilidad esté apoyada en el logro de un salto cualitativ del dest ) eapitalista nacional, no ya como capitalismo dependiente sino dentro de pa superior imperialista, ‘Una posibilidad 0 la posibilidad de pasar a esa etapa superior imperialista Jugar en Ja Argentina a su viabilidad inmediata. Expandirse imperial- Significaria para el pafs hacerlo segiin las condiciones geopoliticas exis- el enfrentamiento con el imperialismo mayor que sustenta la dependen- ¥ Ja captacién 0 control de otros paises para alimentar las fuentes de Wo interno. En otras palabras, generar en América latina formas de icin de fuentes, de control politico y de dependencia centradas en el ollo del capitalismo nacional. Este no es simplemente un problema de in © ampliacién de mercados, 0 de solucién al deterioro de los térmi del intereambio como parecen sugerirlo las apariencias. Por el contrario ipone el siguiente cuadro de situacién: a) una formulacién del desarrollo nacional capitalista, cuyo epicentro se- ria Ia constitucién de una industria efectivamente sustitutiva de expor- taciones “tradicionales” y a través de ello implementar una politica de €xportaciones “no tradicionales” via Ia articulacién simulténea de la “industria pesada”. Tal formulacién es ya clasica de los teéricos lati- noamericanos v hombres de gobierno desarrollistas; B) el avance hacia Ias fuentes de materias primas que geopoliticamente __ impliquen el menor costo de explotacién y transporte, a cambio de lo cual, se colocarfan los productos manufacturados que tales paises no pueden todavia producir por si mismos y que constituirian la fuente de exportaciones “no tradicionales” ya mencionadas. Esto deriva también hacia la exportacién de capital en tanto se establezcan condiciones in- oe de control efectivo y monopolizacién de las fuentes de acumu- lacién; €) Ia captaciin de tales mercados y fuentes de materias primas modelaria tun contexto de enfrentamiento con el imperialismo dominante de tipo econémico-politico, abierto a su vez en otros frentes del mercado in- ternacional, a despecho de Ia competencia que se generara en ese sen. tido en relacién con el mismo y, en consecuencia, surgirian decisiones “soberanas” opuestas a aquellos intereses; d) Ia realizacién de cambios estructurales intemos Io suficientemente pro- fundos como para que impliquen la posesién de las fuentes de accom Tacién “tradicionales” en manos de la oligarquia agro-exportadora y de de Ios sectores financieros internacionales, con la consiguiente definicién de Ia hegemonia por parte de la fraccién dominante industrial. elle conlleva Ia ruptura del “compromiso” o alianza pre-existente con esos sectores; ©) Jo cual presupone Ia gestacién de un frente politico nacional anti- imperialista, cuyo comando ejerceria la fraccién de marras, pilar que ‘estarla constituido por las clases populares organizadas, y ensamble que estaria dado por una redistribucién “populista” o socializante de los sIMPERTALISMO, DEPENDENCIA 0 SOCIALISMO? 17 eneficios derivados de la explotacién de los probables sectores extra~ nacionales dependientes, amén de su controlada participacién en las ‘decisiones politicas del sistema asi instaurado. Hasta dénde es posible este cuadro de situacion se establece por las limi- taciones propias del contexto donde se plantéa. La mera exposicién de posibi- idades no da cartabon de realidad a un proyecto social capitalista de esta envergadura. La situacién paradojal de supervivencia de un sistema esti asen- fada no solamente en las limitaciones propias de un pais capitalista, subdeso- srollado y dependiente, sujeto a las determinaciones de los mercados interna- cionales ¥ @ la divisién del trabajo internacional pre-establecida, sino también en Ja historia politica actual de los paises latinoamericanos.* ¥ ciertamenite para un pais como Argentina, a pesar de encontrarse en una condicién superior dentro de la escala del subdesarrollo, el asumir un proyecto tal, tiene, por sus mismas connotaciones una impronta revolucionaria que no BONCIANO podria soslayar indefinidamente: la superacién del mismo capitalismo que lo TORALES engendra, que en los hechos significa, ni mds ni menos, que jdesarrollar el so- Gialismo! Significa que aquella fraceién hegemdnica de las clases dominantes {que lo impulsara se negase a un tiempo como clase administratica y como Gase nacional. O lo que es lo mismo, que se viera superada por las mismas fuerzas que desate. Como es de experiencia universal, ninguna clase dominante se abandona a si anisma ni se autocastra como tal, al menos coneientemente. Y al mismo tiempo que se encuentra cercada por un dilema de hierro, en su seno sus pro~ tagonistas buscan la formula de compromiso que asegure sx perdurabilidad ‘aun corriendo el riesgo de la recaida en el estancamiento y la crisis a corto o tnediano plazo, Hay dos ejemplos bien claros de esta ambigiiedad en los tér- minos y en los hechos de la historia politica nacional, dos momentos en. que pudieron cobrar visos de realidad secuencias de cambio en tal sentido. Uno, librerias FAUSTO } TODOS LOS LIBROS DE TODAS LAS EDITORIALES (CORRIENTES 885 * SANTA FE 1715 * CORRIENTES 1311 Jas masas populares se reflej6 en sucesives cambios en la dimension y estrus. tura de las empresas industriales, que a su vez comenzaron a str también inexorablemente por el capital extranjero, via compra de los paque- tes accionarios de las empresas y transferencia de beneficios hacia el exterior, Esta es una historia conocida y denunciada hasta el hartazgo, pero Jo que importa son las eonsecuencias politicas de estos cambios respecto de la correlaciin de fuerzas existentes frente a las alternativas de expansion del ca- pitalismo en la Argentina. En efecto, se van ereando condiciones de enfrentamiento diferentes segin sean los diferentes momentos hist6ricos del desarrollo de esta clase industrial, cuyas bases econémicas de sustentacién son lo suficientemente heterogéneas Como para marcar el punto en que dentro de ella surgen fracciones que eall- ficamos de “nacionales” 0 de meramente “administrativas”. Se produce ritmica mente un ciclo de concentracién financiera ¢ industrial y cambian asi los vec PONCIANO tores de fuerza del compromiso, pues de un lado quedan aquellas empresas TORALES industriales oligopdlicas de gran envergadura con predominio de capital ex- tranjero y Jas empresas oligopélicas de capital “nacional” y, por el otro, queda cl grueso de las empresas medianas y pequefias, de baja densidad de capital ¥ alta densidad de mano de obra, baja productividad, salarios difereneiales mis hajos, tecnologia deficiente. ‘Queda asi escindida Ja clase industrial en varias fracciones, con distinta capacidad de aghatinamiento y de formulacién de politicas de captacién del LEE tercer mundo revista de informacién y anilisis Comité de Direecién: HERMES BENITEZ AUGUSTO BOLIVAR JORGE VERGARA Suscripeién anual aérea en América Latina uss 10. Suscripoién anual aérea en Europa . ugs 14. Pedidos, envios y correspondencia: ‘TERCER MUNDO, A. Birlhe 051 SANTIAGO DE CHILE —_——————————— itico y por ende en condiciones difereneiales de acomodarse al com- vigente con los sectores financieros y las clases tradicionales. En tales nes el campo de la dependencia, si bien marca el desarrollo de un , Ya en vias de estancamiento y crisis, que se complementa con el urollo de las capas medias administrativas, “ideolégicas” y consumidoras [de los sectores obreros, no supone homogeneidad politica para Ia conse- én del defenestramiento de las bases del poder tradicional. Pero a favor “margen” juega, sin embargo, que si en otro tiempo el compromiso con el er de las clases tradicionales se basaba en la capacidad de acumulacién éstas y de poder sobre los recursos nacionales, tal situacién ha variado sig- cativamente y hoy presenta un signo diferente, Pues aunque las alternativas ja dependencia lo colocan todavia como sector generador de las divisas desarrollo, sus posibilidades de perdurabilidad dentro de los mismos moldes ® antafio respecto del mercado internacional han cambiado. Esta debilidad } es solamente la debilidad del sector sino del sistema en su conjunto, Hasta tanto no existan alternativas distintas, hasta tanto la clase industrial Jogre dar su salto cualitativo, seguiri marcando el ritmo del satu quo y de la lependencia. A su favor juega Ia “necesidad” que lo hace perdurar como sec= y como clase, la heterogeneidad de 1a clase industrial y el jaqueo del sis- a financiero internacional, la divisién internacional del trabajo, que deriva hacia otras érbitas de mayor rentabilidad el capital necesario para el desarrollo ‘el salto cualitativo del sector industrial nacional, las politicas estratégico- de- ensivas del imperialismo y sus relaciones con una de las poreiones decisorias del “margen” asi configurado: el poder militar. v Como sucede en otros ambitos de la actividad social, el poder militar em interior encuentra representadas a todas las tendencias de la sociedad en la ic se sittia. Esta representacién no es necesariamente proporcional pero no mr eso deja de ser igualmente politica. Mas aun si la progresiva participacién itar en los aspectos juridico-administrativos de la economia, por intermedio de su apropiamiento temporal del Estado, taca de cerca el juego de los inte- en pugna y de los procesos politicos concomitantes a ellos. Asimismo una antigua, aunque zigzagueante, asuncién del desarrollo nacional como sistema defensivo estratégico no lo exime de su participacién ideolégica y material en ‘hs contradicciones de un pals subdesarrollado y dependiente del imperialismo. "_ TeGricamente, la relacién entre capital y explotacién del trabajo asalaria~ do nada tendria que ver con el sostenimiento del aparato juridico, administra- tivo y represivo del Estado. Sin embargo, una parte de los recursos salidos de la explotaciin del trabajo social sostiene ese aparato. En consecuencia, so: ne a las fuerzas armadas. En los paises desarrollados esto, al parecer, dio Togar a una demanda creciente de Ermita de guerra, a una demanda de guerra, sobre Ja base de las necesidades de mantenimiento de Ia explotacin ‘de los paises dependientes del imperialismo. Las fuerzas armadas cumplirfan. un doble papel: asegurando que la explotacién de las condiciones de vida | del sector asalariado sea sostén de la dominacién capitalista y, a su vez, dadas 21 fi ciertas condiciones, estableciendo Ia creacién de un campo de acumulacién ca- by ‘Ahora bien, en los paises subdesarrollados y dependientes este doble papel se reproduce a través de la organizacién del poder y de la asuncién de las fuerzas armadas como sector o fraccién capitalista del desarrollo, actuando €0* mo verdaderos empresarios de una gran empresa, el Estado, y con una ideologia. perfectamente clara, la del desarrollo nacional defensivo. En la historia actual i. de las formas defensivas del desarrollo capitalista internacional, su base tiene como eje una infraestructura teenologica de gran industria pesada que requiere ; alta inversién de capital y también posibilidades de control del abastecimien- to estratégico, sin desmentir las de competencia en el mercado internacional de Ja guerra. Y la constitucién de esta base presupone una prolongacion imperia- | lista de los fines del desarrollo nacional. Claro esta que no en todos los paises subdesarrollados las fuerzas armadas tienen las probabilidades de jugar con ‘ ‘0 estas circunstancias de manera idéntica, Ello esti condicionado al desarrollo TORALES capitalista de! pais dependiente en que se establezca, donde seri o simple- mente el “brazo armado”, o el “representante” de las clases administrativas y por lo tanto gendarmes del imperialismo en Jo interno, o bien sectores “politi- cos” con ensamble capitalista de clase, cuyo poder ofensivo los coloca en una situacin privilegiada para liderar un proceso y para dirimir en algim sentido el conflicto por la hegemonia, En Ja Argentina, sin duda alguna, asistimos a esta ultima escenificacién del . Pero la misma ambigiiedad de los compromisos establecidos por la. Glase industrial, fraccionada y dependiente, con las clases tradicionales, sus en- sambles clasistas con los intereses variados en juego y la imposibilidad de ser una clase propiamente dicha, someten a las fuerzas armadas a un desgaste con- tinuo y a un fraccionamiento intermitente, el cual puede eventualmente su- perarse en caso de lograr constituir una base material de desarrollo auténomo, esto es, el pivote del desarrollo defensivo, la industria pesada. Pivote, a su vez, del salto cualitativo indispensable para la definicién de la hegemonia de clase interna y de los sectores del “margen” nacional y el control efectivo de los re- sortes de acumulacién de capital, asi como de la expansién hacia el sometimiento # de las fuentes de materias primas y la explotacién imperialista de otros pueblos. Otra curiosa paradoja, que ahora involucra al poder militar y lo somete a la decisién insoslayable de sostener la dependencia y el subdesarrollo o afirmar Ja soberania como imperialismo capitalista definiendo, al mismo tiempo, la he- gemonia interior 0, todavia peor, enfrentando la tarea hist6rica de construir el . socialismo con los sectores revolucionarios del pueblo. (;?) VI Al fin, todos los razonamientos nos llevan. a la misma conclusién: el hecho es que para definir Ia hegemonia interior a favor de una salida capitalista, ’ revolucionaria en. sus aleances, es necesario que por lo menos una fraccién de Ja clase industrial, aquella con mayor nivel de conciencia respecto del proceso « ¥ del juego de sus intereses “nacionales”, articule un poder suficiente —econd- mico-politico-militar— como para realizar las transformaciones internas que Me- ‘Yen hasta sus iitimas consecuencias tal desarrollo. __ Est probado, sim embargo, que manteniéndose relativamente intacto el po- -econémico-politico de los sectores o clases tradicionales —agro-exportadores anciero internacionales— y por ende la capacidad decisional del imperia- 0 respecto de la trayectoria que ha de seguir el curso de los acontecimien- en una Argentina dependiente de sus cinones, tal desarrollo es imposible. Si se postula teéricamente una politica industrial sustitutiva de las expor- ones tradicionales para salir del “cuello de botella” del estancamiento y de crisis, ello implica defenestrar las fuentes y recursos de subsistencia de los ctores tradicionales y convertirlos en recursos propios de otras clases sociales. la Argentina ya no basta, en consecuencia, el recurrente recurso de Ja tri- itacién, o las politicas de transferencias de ingresos al sector industrial. Quie~ ‘Te decir, entonces, que para quebrar efectivamente el poder discrecional de isién en lo econémico y politico del sector agropecuario, sin deteriorar como ‘otros momentos de Ia historia argentina su capacidad productiva y su desa~ ollo posterior, 1a clase industrial deberia “controlar” en plenitud los resortes "del mercado exterior y de la produccién agropecuaria. Verdad de Perogrullo que plantea un. paso’ revolucionario: la reforma agraria integral y definitiva, y él control de las operaciones con el exterior. Este poder inmaculado no podria "ser asaltado, como es obvio, sin resistencfas y sin enfrentamientos, a los que solamente el poder militar organizado podrfa dar respuesta. Sin embargo, co- “mo se ha visto, la ambigiiedad de los términos, el movimiento pendular, las ‘caracteristicas del “compromiso” existente y los limites de la dependencia, pre- iponen una fuerza revolucionaria que la fraccién industrial-militar no tiene, ni atin asociada al “margen”, en deterioro critico y estancado, compuesto pot las capas medias intelectuales, gerenciales y burocriticas. vir En definitiva, la historia confirma también en los paises dependientes y ‘subdesarrollados y particularmente en la Argentina, que la definiciin de la he- " gemonta, la cristalizacién de los proyectos de las clases dominantes hegem6- "nics o en proceso de serlo, depende de la apoyatura en un frente policlasista, “que si destituye de momento los enfrentamientos clisicos del capitalismo 0 los obnubila momentineamente, también encuentra su apoyo mis significativo en e] conjunto de los explotados, que establecen asi una brecha para su liberacién y la de toda la sociedad. Este proceso, de todos modos, es sinuoso y dificil, particularmente dificil “cuando el enfrentamiento entre las clases sociales se distribuye a lo largo y @ “To ancho del estancamiento y de la crisis. Porque la ambigiiedad que campea "én las ideas y en los hechos politicos de los dominantes, sus cortes internos, sus compromisos, avances y retrocesos, necesariamente deberin marcar también los alternativos enesambles de las clases trabajadoras y su insercién en el cuadro del desarrollo capitalista. Tratindose del subdesarrollo dependiente, la visibi- | lidad_ de tales cortes resulta, ademis, menos probable que aparezea en el “sentido de los cortes clasistas tipicos del capitalismo de los paises hegeménicos "€ imperialistas. En consecuencia, la panoramica de las visicitudes de una clase, Ia clase obrera, se encuentra oscurecida por la historia de su formacién y por las consecuencias que las mismas crisis y el estancamiento 0 la dependencia is ARGENTINA: zIMPERIALISMO, DEPENDENCIA © SOCIALISMO? “marcan en | de su constitucién. ' . "En Ja Argentina asistimos, sin embargo, a Ia realidad de una clase obrera > 'y organizada que resiste los embates de su configuracién como clase itica, pero que esté incorporada de hecho dentro de Ia expresién politica po- ‘a llamada peronismo, Yeello es, precisamente, el mis alto grado de con- ciencia lograble dentro de las condiciones de la ambigiiedad politica ¢ indefi- nicién hegeménica de las clases dominantes, con las cuales existe permanen- temente el recurso de la conciliacién y de tal policlasismo. Porque, ademés, ese policlasismo asegura no solamente el enfrentamiento sino también la “participa~ Gién” en el contexto del subdesarrollo capitalista argentino, tanto para la con- formacién del mercado interior como para el mantenimiento, dentro de ciertos limites “modernos”, de la explotacién. (Con esto se alude a las necesidades contempordneas de su mantenimiento y formacién como mano de obra asala- Hada, dentro de formas superiores de desarrollo que aparecen incrustadas em el subdesarrollo y la dependencia que nos rige). Estos tecnicismos, de todas maneras, deben hacer comprender que los sec tores obreros que se insertan en el policlasismo politico expresan la contradic~ ién de ser el sujeto econdmico mayoritario del subdesarrollo capitalista argen- tino y por ende de todo proceso revolucionario, y de no acceder a su constitu- ¢ién como sujeto politico predominante. Como se ve, la fuerza que otorga el numero no siempre se articula, si las condiciones no lo permiten, (esto es, el juego y la dinfmica de las correlacién de las fuerzas sociales) para dar forma al salto cualitativo de la conciencia obrera politicamente revolucionaria. Estas caracteristicas definitorias de los limites de la clase obrera estable- cen claramente su movimiento pendular como fuerza politica dentro del poli- clasismo, de manera tal que sus alianzas histéricas Ja sitian entre el desarrollo del capitalismo nacional, provisoriamente eje de su propio desarrollo como cla~ voz LIBRE Quincenario politico-cultural Julian Alvarez 297 Bs. As. ades del sistema politico total, este iiltimo caso plantearfa automé- ente la destruccién de las bases del poder dominants con el que se alia, el que Recesariamente, para definir el proceso hegeménico, deberia asignatle wna gresentatividad mayor dentro del policlasismo. En el caso que las fracciones nacionales, asociadas al “margen” y al poder itar, se lanzaran a la aventura de la constitucién de su desarrollo “im, 2, definiendo Ia hegemonia interior y proyectando la explotacion sable ctree los, caben pocas dudas acerca de ja politica dentro de la cual se verian en- los sectores populares. La cuestién reside en saber si es posible que el fio que plantee la historia en. esos momentos los encuentre alfaeadoe daatro a de tal constelacién de fuerzas, Si, como se deduce de todo lo expuesto, Ia posibilidad de desarrollo de la ia “imperialista” del capitalismo nacional es francamente precaria, ello ® obsta para que, del juego tictico del policlasismo on el que se apoye, surja ilidad de hacer actuar a los sectores populares como cl pivote defe- lor de los seetores oligirquicos del “ 0 la quiebra del policlasismo que le da su impronta politica, La conclusién es que se encontrarian alineadas dentro de tal constelaciin fuerzas. Pero la precariedad de la situaciin y los propios cortes del deaarnn Foes itallista del pais indican, de paso, que también algunos sectores quedarian Juera, tanto del policlasismo como de las alianzas de tal tipo, Esto lo debilita, és entabla a su vez, en el seno del movimiento obrero la Iucha por una he. interna que niega la posibilidad de un eventual enfrentamiento 0 allan: en condiciones aceptables, con los sectores del salto cualitativo del subde. ollo capitalista nacional. Esta configuracién opcional esta rexistrada en la Cotidiana que muestra los enfrentamientas internos de la clase obrera @ establecer las formas del movimiento pendular a lis que se ve sometida anentemente, En este sentido el moviminto obrero no tiene opciones pro- Politicas. Solamente es depositario de la instancia revolucionaria de ser iyoria dentro del policlasismo, Pero eso, como ya se ha dicho, no Io convierte le inmedliato en creador de un acto de politica conciente y revolucionaria, co- es el de Ja asuncién del poder como clase. Lo mis importante reside en que Ia clase obrera logre manipular de tal Hawt2 el policlasismo que, al fin de cuentas, se proyecte hacia la instancia por de la asuncién del poder, y de la revolucién socialista. Si ello no ha so ble hasta ahora no quiere decir que no esté definitivamente colocade en Pde sutsion tal que actie va como el balance definitivo de cualquier proyee. de poder, en el cual estén involucradas la hegemonia dentro de las clases antes y la redefinicién de Ja relacién con el imperialismo. Pero, los pasos Seguir no son claros, la estrategia del socialismo. no es patrimonio condiente esta clase obrera, Slo es una propiedad, por ahora, de su existencia como 'en el seno del desarrollo del capitalismo dependiente y subdesarrollado. En sentido su proyecto socialista es también subdesarrollado y dependiente nO POF e80 menos vilido como instancia, dentro del policlasismo y tam. it 25 ye IMPERIALISMO, DEPENDENCIA 0 SOCIALISMO! bién fuera de él, en una dialéctica de unificacién que suprima at sistema en si conjunto. Cualquier politica que no comprenda esta unidad crea solamente las conticiones del debilitamiento y el desaliento en la definicién de un enfrenta~ fniento ficticio, Cualquier politica que no rompa los moldes del policlasismo, Solo especula con una historia abstracta en la cual la tinica que sale pe ‘es la clase obrera, con toda la ambigiiedad que su insercién en un sistema am- iguo y corruptor le incorpora y que oculta la posibilidad politica de su de- sarrollo. ‘De esta manerea In clase obrera tiene abiertos varios frentes y por Jo tanto variadas politicas de desarrollo, que dependen todas del juego politien de las ‘opciones que en el desarrollo capitalista on se le abren a través de su participacién en cl policlasismo politico que Ja incorpora. Pero su tarea Tett poxotaxo ——_[cionaria esté en asus, a través de a Escion de instancias poitcas revola- qiownias, desde el proceso electoral hasta Ja lucha armada, la unificacién de sus frentes dentro y fuera de policlasismo, para que, en el juego de Tas opeior wes que se presenten dentro del proceso nacional capitalista, se creen las con: Uiclones del real enfrentamiento de clases y de su superacin socialista y Tevo~ lucionaria. @ Bem eania usin sce OU a ee GRANICA EDITOR ANUNCIA SUS “BEST-SELLERS” PON a LOS CRIMENES DE GUERRA EN VIETNAM Daniel Elisberg, Telford Taylord y otros COMO ANALIZARSE CON UN PSICOANALISTA NEUROTICO Stephen Baker COMO VIVIR CON UNA MUJER NEUROTICA PS Stephen Baker | LOS: NUEVOS TITULOS QUE ESTAN ASOMBRANDO AL MUNDO MARATON 16 Martin Shepard y Marjorie Lee Experiencias sensoriales: Cinco hombres y eineo mujeres, en una se ‘sién ininterrampida de 16 horas, ‘fantasean, dicen y hacen libremente Yodo Io que sienten. ‘ODIO A MIS PADRES Anita Stevens y Lucy Freeman. Anite cectamiento generacional desde el punto de vista psicoanalitico. PRONTO: “BEST-SELLERS” TAMBIEN EN BUENOS AIRES YA ESTAN EN SU LIBRERIA elie U0! ys eee oe eo “ANONIMO” Y “POPULAR” EN LA OBRA DE HORACIO QUIROGA _, a8 pdginas que siguen forman parte —capitulo V— de un ensayo titulado i No Existente Caballero (Ensayo sobre la evolucién de la idea de “personaje” ‘€n la narrativa tatinoamericana). Es casi obvia la reminiscencia que trae el titulo: Macedonio Ferndndez es su fuente (Museo de la Novela de la Eterna), que tanto medit6 y propuso sobre la indole no-realista de esa figura que amos personaje y que arrastra las mayores energias de la construccion tin relato. El subtitulo también es indicativo: se supone que to que los escritores an que debe ser un personaje va cambiando con el tiempo; inicialmente Piensa que ef personaje es una persona y por lo tanto debe imitarla To ds nerfectamente posible; al final se piensa que es una especie de fantasma ain un obstdculo —impuesto por la tradicional tendencia a tmitar— para el relato sea la eseritura de un relato. Esa evoluein se propone describir ensayo pero dentro de un corpus elegido por razones locales, personales, tices, ambientales: ese corpus es América latina lo que no supone que dicha evolucién no tenga correspondencias con 1a evolueion sufrida por figura det personaje en otras partes. Para decir lo fundamental, me parece Ja narrativa latinoamericana parte de una mdzima pretension de vero~ ilitud y Wega hasta cast la disolucion en ta conjiguracion del personaje, Desde luego, se proponen Aificultades antes de describir el proceso: la pri- a consiste en definir el personaje como elemento del retato; como se sabe, diversas creencias sobre la que significa; para gran patre de la gente es obvia la nocién que se confunde con Ia del relato mismo. Yo he cretdo, el contrario, que habia que tratar de precisar el papel que cumple; razona~ 0 fenomenolégico, si se quiere, pero histérico también pues se’ trata de rar su origen en su descripctin, Ambas lineas confluyen (ta fenomeno- a y la historica) en la inauguracién de la narrative latinoamericana mo- derna, a saber en el realismo, prong realism, Dues, constituye la primera etapa en et proceso de evolucion Propiamente dicho, La etapa que sigue —y que crea una variante importante- tiene como efe analitico la obra de Quiroga que presenta una posibilidad de Personajes concebidos todavia con el ddsico criterio de ta verostmilitud rea= fa pero atenuando esta perspectiva, A continuacién consideramos como 27 El PCar ATs etapa importante —de “irrealizacin’— las propuestas tedrico-practicas de Mea clapeio Ferndndes: euesta mostrar como tales propuestas estan en et origen Sei que podemos considerar como lo mds moderno y avanzado de la narra~ fioa latinoamericana; cuesta porque estamos acostumbrados a que existhn. pre” tee ode influencia que ofrecen et simil de lg ley de a feerencta para ta historia Ge ta literatura. Finalmente, trato de clasificar las tentativas actuates; mefor Gicho, trato de relacionar tos procedimientos en curso en la actualidad pare Gar forma a los personajes con una tendencia de cardcter general, la que yo Namo tendencia a Ia cast disolucton. ‘fe parece, por otra parte, que no se puede entender cada una de estas etapas sino como figuras culturales, es decir que la forma del personaje om ‘ada una de estas eapas es como un andlogon de la forma de la cultura y Por ade wievaia de ta sociedad. Lo que no indica “sociologismo” en la concepcién General del trabajo. Pero esto, por supuesto, queda Wbrado at juicio de avienes {oan el trabajo en su tolalidad. En to que concierne al Capitulo V, lo eteg! por” que creo que reine varios elementos de los manejados en ta totalidad. Viens 4 sey an micro-ensayo que encterra las categorias formales e ideotogicas de la LN. ‘Acaso hayamos logrado dibujar el clima y las condiciones en que se reall- za 1a llamada “maxima exigencia de verosimilitud” en los comienzos de la na- ‘rativa latinoamericana; el esquema de trabajo es, naturalmente, perfectible y completable pero lo esencial reside en el fortalecimiento de la perspectiva des- de 1h que extminamos los hechos que nos parecen representatives y que tal vez puedan ser corregidos por obras que no mencionamos 0 no conocemoss st Ta perspectiva es vélida més que haber cumplido con un examen exhaust del periodo “naturalista” habremos creado las condiciones para ver qué oeuire en Ja actualidad. Por cierto que hay momentos intermedios que conviene ext minar pero no por un prurito “evolucionista” o para dar la impresion de que efectivamente estamos haciendo una historia sino porque constituyen momex tos importantes, camosos que enriquecen las posibilidades de un anilisis de la forma del personaje. El primero de dichos momentos tiene como centro y efe 1a obra del ura: guayo-argentino Horacio Quiroga, especialmente sus lamados “cuentos misio- Heros"; sf por cierto, Quiroga se plantea problemas de “verosimilitud’ en cuane to a los personajes y no entiende que pueda pensirselos de otra manera: estit @0 su época, ha aecedido a esta nocién en el trinsito que ha hecho desde Ja poesfa modernista a la prosa narrativa de tipo naturalista primero, y a sus xeaentos misioneros” después, y es comprensible que quieta permanecer em su estética adquirida, sin embargo, personajes de sus cuentos rompen la existen= cia de la “méxima verosimilitud” y persiguen la verosimilitud de otra forma, fatemperadamente, como si el autor hubiera advertido que el concepto estaba entrando en crisis o simplemente anunciéndola como un acontecimiento que no tardarfa en producirse.(*) Desde luego, la teorizacién autoral no nos ilumina demasiado sobre Ja transformacién que se opera a nivel de personaje; vamos, por lo tanto, a ob Q) Ch, Emir Rodriguer M fie ekiton| de: # 4 A ins, ane TNE 2, cd ree: ica de Quiroga”, Boletin de Literatura a directamente: por empezar, los personajes se resisten a evar un nom- re O, Si Jo Hevan, es tan genérico que no indica nada preciso, ni una calidad ni un origen, ni un simbolo (Mr. Jones en La insolacién, Juan Brown. | Tacuara-Mansion, Orgaz en El techo de incienso, el hombre en El hombre » por no dar mis que unos pocos ejemplos (*); esta cuasi-anonimizacion Ya un primer paso importante pues de entrada només su personaje quiere ‘el “héroe” comin, el personaje que se liga a su circunstancia inmediata, es la que fija In atencién pues se debate en ella, debe afrontarla: esta cir- ancia inmediata es por eso un puente tendido hacia el lector que se con- mis en ‘el debate que en el personaje —a Ia manera de los cuentos de- tivos en los que hay un desafio— 0, si se quiere, en el personaje en tanto je debate con su circunstancia. En segundo lugar, andnimo, el personaje se des- ende de su historia, no parece ligada a una causalidad: arranca de un estado terminado y Io que se cuenta acerca de él no pretende ninguna evolucién ie conduzca a ningiin intento de imitacién del tiempo; falta, pues, esa defi- itoria nocién de “biograffa lineal” mediante la cual la “verosimilitud” inten- ba imponerse en todos los planos. El narrador de los cuentos de Quiroga se " tuida de hacer la génesis del conflicto, no se preocupa por informar al lector ‘acerca de las razones qué Ilevaron al personaje a la situacién en la que se Io (*): si hay, como es natural, una historia que puede explicar la situacién, adivinada, es intrahistoria, un contenido al que se le puede aplicar cualquier ia ¥ que al transmitirse al personaie le confiere una apertura total, una es- ie de disponibilidad. Conociendo a Quiroza, podria decirse que hay un “ocul- wiento” de la historia de cada personaje lo que corresponderia por un lado Su propio sistema de ocultamientos (su decision de instalarse en la selva mi- sionera reposa posiblemente sobre una compleja red de culpas (*), y por otro ‘una norma de la existencia de frontera en la cual cada hombre es puro pre- ente, negaoién de su pasado pues la frontera es la marginalidad por excelencia "yall caen los que no quieren ser recordados (cf. la figura del Doctor Else en os destiladores de naranjas). Sean cuales fueren las razones, Ja figura asi “abierta del personaje por un lado engloba tedricamente al lector —pues sus “Contenidos silenciosos crean una imagen que no excluye la imagen que de los _ 2) Los nombres extranjeros pueden confundir: puede oreerse que constituyen ‘un maximo de particularizacién; aparte del hecho que son muy pocos indi: ‘cativos —Brown, Jones— se refieren mas bien a Ia idea de frontera como asilo, refugio de seres provenientes de todas partes del mundo, zona, en con- seeuencia, en la que el seudénimo —estos nombres lo parecen— o él anoni- mato son no solo una necesidad sino también una condicién, 3) En “El desierto” se nos explica, que el personaje esti solo con sus hijos por- _ que habiendo muerto su mujer hace un tiempo no consigue sirvienta caya Presencia le daba cl reposo necesario para curarse una infeccion: creo que no hay derecho a considerar estos datos como “historia” del personaje, sins como minimos apuntes que ilustran el dramatico presente; lo mis impor, fante ocurre una vez olvidadas esas precisiones. Lo mismo de Else, en “Des. tiladores de naranjas”, 9 de Olivera, en “Un peén”, Cf, Emit Rodriguez Moncgal, “Las raices de Horacio Quiroga”, Montevideo, Alfa, 1961, y Noé Jitrik, “Horacio Quiroga, una obra de experiencia y riesgo", ‘Montevideo, Arca, 1967. ie aie” contenidos puede hacer el lector— y por el otro destaca su capacidad MpPRespuesta o de tensién respecto de la situacién a la que se enfrentan. Es claro que la “técnica” del cuento favorece este deslizamiento de la fi- gura del personaje en favor de Ja situacién; Quiroga, como nos lo muestra Rodriguez Monegal en el articulo publicado en Cérdoba, estaba preocupado por les problemas de realizacién y habia Negado a proponer ciertas formulas Que hoy pueden parecemnos yagas pero que responden a un alto grado de in- temnalizacién de intuiciones que podemos Tamar “estructurales”: preconiza una ‘economia de medios expresivos, concibe los elementos que dan cuerpo al rela to como dentro de un recipiente estrecho en el cual deben acordar, jerarquiza Jas funciones y, dentro de ellas, concede predominio a la descripeién; de acuer- do con todo esto, el cuento vendria a ser un ejercicio de sintesis mientras que Ta novela seria un ejercicio de anilisis: Quiroga triunfé en el primero y fracas6 estrepitosamente en el segundo. Y bien, en esa perspectiva sintética, la “situa cién” se valoriza y el personaje empalidece 0, mejor dicho, lo que se destaca Hy es un personaje en situacién més que un cardcter, una psicologia o un tempe- mt? ramento 0 un caso que ejemplifique las situaciones mediante las que el relato se desarrolla. Pero podemos éncontrar més rasgos de esta figura de personaje que nos propone Quiroga: a partir del particular sitio que ocupan los términos de la . ecuacién “personaje-situacién” y en la cual el segundo término se valoriza, los personajes aparecen como “generalizados”, lo que también es consecuencia de Ta desinsercién histérica, no importa mayormente reconocer lo que tengan de individual, peculiar o intransfe por afadidura, los narradores no los ca- Iifican, la fuerza de la descripeién se manifiesta en el dibujo muy preciso de Jas reacciones y comportamientos y no en la valorizacién de los actos (*); por ‘iltimo, lo que le sucede al personaje y que lo obliga a manifestarse confirma i ‘ese earicter de generalidad, puede muy bien sucederle a cualquiera y si le cure al personaje en cuestién no es en virtud de ninguna causalidad social © de un sistema por el cualide una manera u otra debia ocurrirle sino como representacién de “eso” que sucede y que si se encarna en el personaje es por pura formalizacién, para sefialar que “eso” debe encarnarse en alguna forma perfectamente sustituible; esto me permite observar que lo que desencadena Jos cuentos misioneros es siempre un hecho de cardcter igualmente general del que est& excluida minuciosamente toda psicologia (que Quiroga reserva para sus novelas o sus dramas): se trata de un accidente o de un error, del mal tiempo o del exceso de calor, de Ia accién de un animal o de la fuerza de la corriente. El hombre muerto, uno de sus mejores cuentos, es en este sentido ejemplar: es el “hombre” que pisa mal al cruzar un alambrado y se (5) En un cuento como “La miel silvestre” (pero también “Barigii” 0 “La inso~ Jnclon”) = evidente que hmporta menos ia ealifieacin de la imerperiencia $0 © Wave ei inexperimentado contador se scerta, "* SwPrens® So cm selva. ® sa contorno. (*) i _ Esta forma de narrar tiene consecuencias relativas al lector, paradéjicas _Se quiere: por un lado no puede identificarse con el personaje pues si se a en él se veré muy diferente pero, por otro lado, en un plano de catego- profundas, puede muy bien sentirse englobado pues lo que se destaca e Ia figura del personaje es justamente su relacién con su situacién que, a vez, es definida en términos que si le conciernen, por Io menos en cuanto @ los desencadenantes, a saber el accidente, el error, la Huvia, el calor, ete., que dibuja una figura contraria a la de la distancia que creaba el yerosimil je naturalista, tan marcado en sus rasgos, tan estudiado que nada te- que ver con nadie en particular; aqui, en cambio, la negativa es dificil, posibilidad de la sustitucién es quiz la significaciém més importante que ‘tome forma y prevalezca, Pero hay una consecuencia que se revierte sobre el autor quien no puede ‘Ro tener alguna relacién con la forma de su persor ast como la “distancia” caba Ia relacién del naturalista con su personaje y esta distancia se tras- iba al lector, el englobamiento de que beneficia el lector procede de un globamiento en. la forma del personaje producido previamente en el autor. En virtud de mecanismos inherentes a la conformacién misma del personaje la proyeccién— el autor proyecta en personajes de marcada generalidad su ia generalidad, se arriesga a través de los riesgos que necesariamente esa “Bencralidad vomporta (es un yertiginoso vacio frente a la seguridad protec- ‘tora de lo particular), da forma —en la forma del personaje— a todos esos “ontenidos de su conciencia que por lo comin una técnica muy exquisita de critor tiende a disimular u ocultar como si el escritor estuviera privilegia- mente por encima de todas esos temblores. El personaje aparece asi, con mas precisién que nunca, como una forma posible de la conciencia del autor "¥, por To tanto, una vez conformado, el personaje muestra las trazas de la ‘hisqueda hecha por el autor, se reconoce esa biisqueda pues ha sido menes- ter salir de un sitio para Iegar a ese otro extremo imaginario concreto que #8 el personaje, ha sido necesario realizar ciertas. gestiones que si bien son siempre precisas emergen a su vez de una actitud de experiment; "parte de ella. __Y bien, escritor y personaje estin unidos por la experimentacién, entre am- bos se tiende ese espacio que Iamamos “experiencia” en cuanto por un lado “experiencia” representa lo concreto e individual de la experimentacién y ‘el otro, un resultado que se manifiesta en un conocimiento adquirido— en doble sentido de un autorreconocimiento y de una produccién: Ia “expe- ncia” es la escritura misma y el personaje, finalmente, es la forma final de escritura que intenta representar todos los planos del circuito literario. y forman fea situaciones en Ias que Quiroga pone a sus personaj erro, leeutieuca, agente, sootusiee, scat, we} weet At eae eee: tico que solo el psicoanstisis podria discernit, Tiene Interés all respects el de Roberto Carlos Polito, “Aproximacién psicoanalitica a Horacio EL PERSONAJE “ANONIMO” ¥ “POPULAR” EN LA OBRA DE HORACIO QUIROGA La verosimilitud queda, pues, desalojada, juega un papel accesorio, es pura- mente un instrumento o una costumbre y ya no un objetivo que justifica toda estética. Es claro que Quiroga es un ejemplo privilegiado pero no solo porque pueden reconocerse claramente en su obra estas variantes, que me parecen importantes, sino también porque el sector de su produccién narrativa que me interesa se recorta con toda nitidez sobre un conjunto de decisiones vitales re- conocidas. A su vez, esta relacién se toma doblemente significativa porque no solo permite reconocer una temitica sino establecer un esquema socialégico, correlativo al que establecimos al hablar del naturalismo y la sociedad que a sti través se expresaba. La forma del personaje responde al mismo sistema de impulsiones que estén modificando formas sociales: sus rasgos son homélogos de las que definen la sociedad en la que un escritor como Quiroga transcurre y conereta un proyecto. En efecto —y estas consideraciones rigen con toda seguridad para Argen- tina y Méjico— desde 1910 en adelante hay una correccién del liberalismo tra- dicional: yrigoyenismo y revolucién agraria son los términos nuevos; las élites Caracterizadas asisten a la aparicién en la escena piblica de hombres de otra prohibidos para indiferentes FALSOS PASAPORTES, de Charles Plisnier, La epopeya tréigica de los primeros revolucionarios pro- fesionales. UNA SOCIEDAD COLONIAL AVANZADA, de Luis Felipe Noé. ‘Una radiografia al vitriolo de la Argentina de hoy. Tlus- trado por Alonso, Cattélica, Noé y Quino. GRECIA: CUANDO LLEGAN LOS CORONELES, de Nerio Minuzzo, Un informe impresionante sobre el gotilazo y sus pro- tagonistas. Lo que sucede en Grecia cuando termina i EL SOLICITANTE DESCOLOCADO, de Leonidas Lamborghini. Desbordante de delirio y fuerza, la obra politica del poe- ta de “Las patas en las fuentes”. ISRAEL SIN SIONISTAS, de Uri Avnery. ‘Un diputado israeli contrario al sionismo, despierta 1a polémieca con sus originales propuestas para la paz. EDICIONES DE LA FLOR Lavalle 1569 - 2°, 217 Distribuye en Capital: CENTRO S.R.L. Corrientes 1994 - 29, 5 - 49-1300 ecién social, sectores medios, hijos de inmigrantes, campesinos: Yrigoyen, ’, Villa, Zapata, Molinari; es el hombre comin, el hombre en general halla poderosos medios politicos de expresién; ambas experiencias son cen- tripetas, se trata de hacer algo adentro y no de acuerdo a modelos forineos, sea redistribuir la tierra —como en Méjico— ya sea ampliar las zonas explo- les —como en la Argentina—: colonizacién, revolucién, pionerismo son los inos que caracterizan y cubren todas las actitudes posibles y su comén raiz: sptar Ja aventura de una transformacién. Politicamente, Ia aventura tiene enormes riesgos; ante todo implica una ie de “matar al padre” que fundamenta todo nacionalismo inicial (dijimos las experiencias eran centripetas) sobre todo revolucionario, pero aun bur- como es el caso argentino, y que se concreta en un enfrentamfento vivido como un enfrentamiento a la naturaleza y a sus acechanzas (todo. acto re- ‘olucionario sacraliza aquello que intenta destruir, lo mitifica y, por lo tanto, simila a una violacién de normas que antes de la toma de conciencia eran n importantes como la naturaleza misma). Por ultimo, el revolucionario me- Aicano 0 el radical argentino no conciben su empresa de transformacién como un dono de toda forma sino como una modificacién de lo existente para hacer- Jo mas universal, ya sea distrilouir la tierra en propiedad ya instaurar la “repara- cién’” moral de un pueblo cuyas virtudes han sido “conculeadas por él régi- (7); por lo tanto, conserva Jazos con aquello mismo que combate. Pero, iis importante, vive el espacio de su aventura en lo inmediato, casi despren- ido de la historia, el mundo se le presenta como un misterioso y fascinante mun- do en blanco que debe ser Henado con los signos que su imaginacién debe trazar. _.,, Momento apasionante de Ja conformacién de Latinoamérica, posiblemente estos caracteres pueden registrarse en diversos campos; sin necesidad de presen- euadros muy rigurosos, creo que se pueden advertir las concomitancias con forma del personaje tal como lo he descripto a propésito de los ‘euentos misio- de Quiroga: el anonimato, la experimentacién, la escritura, por lo menos gran una semiologia que se recorta muy apretadamente sobre otra de indole ambas —y todas las dem&s que pudieran deseribirse— introducen al sen- do més entrafiable de una época. Ahora bien, tal como lo hemos sefialado en el capitulo anterior para otra ex- fencia narrativa, no puede dejar de decirse que las exigencias de este atem- ento de la verosimilitud —y de sus consecuencias— no se agotan en Ia de Horacio Quiroga; esto no quiere decir que le atribuyo una categoria de 0” (lo que contrariar‘a el cardcter de “ejemplo” que veo en las variantes ie propone: caricter més rico y abierto, alude a un texto privilegiado porque facilita el an: de rasgos que también estan en otros textos, pero mis ocultos ). contrario, hay algo as{ como una linea que se prolonga hasta nuestros dias y explica del \inico realismo todavia posible frente a las exangiies pretensiones Ta manera realista inicial; no podemos recorrer esta linea, ni siquiera. podemos Sus sefias principales; bistenos decir que podria definirse, muy aproximati- ‘Yamente, por una especie de “conductismo” que permite, no obstante las con. EL PERSONAJE “ANONIMO” ¥ “POPULAR” EN LA OBRA DE HORACIO QUIROGA iciones de la designacién, muchas transformaciones: entre el cuento de Car- pentier Los fugitivos (donde la generalidad de los personajes y su anonimato lle- gan al punto de Ilamarse “Cimarrén” un cimarrén y “Perro” un perro y la sustan- cia del relate a reducirse a la pura engafiosa solidaridad de ambos) y la novela de Benedetti La tregua (donde la conyencién del diario intimo del burécrata ~desmitificacién inmediata del “diario”— deshistoriza, desacraliza sentimientos € ideologias) y Sudestada, de Haroldo Conti (pura relacién de hombres con su medio) y hasta La casa verde, de Mario Vargas Llosa ‘(que en su rico tecnicis- mo dibuja personajes que no se apartan de esa norma de rigor) hay un aire co- min, una misma atmésfera que proviene, me parece, de una similar concepcién del personaje. Pero estos ejemplos son escasos y lacdnicos; estoy seguro de que esta continuidad, que enriquece todavia los relatos latinoamericanos, caracteriza. un buen niimero de expresiones cuyo andlisis permitiria ver, seguramente con més amplitud todavia, todo el mundo de presupuestos relatives al personaje ‘NOE JITRIK que he tratado, por comodidad, de desprender de la obra misionera de Quiroga. ea ‘Una ultima reflexidn: si el concepto de “distancia” es un concepto discreto implica una suerte de externalizacién del personaje en la novela realista tradi- cional y una acentuacién de los aspectos intelectuales de la aprehensién de la. forma del personaje; correlativamente, el concepto de “englobamiento” debe im- plicar una suerte de intemalizacién del personaje y, por lo tanto, una acentua- cin de los aspectos “afectivos” o “vividos” de la forma del personaje; en iiltima instancia, esta oposicidn es la distintiva y la més significativa. La novela “social” tradicional ha perdido validez porque persiste en la presentacién de conflictos que se encarnan en personajes vistos desde afuera, con lo que frustra sus propios objetivos, si sus objetivos consisten en el establecimiento de un juicio sobre la “realidad”, aun sin precisar este concept; creo que la tinica manera realista de establecer un juicio sobre la “realidad” puede proceder solamente de personajes cuyas figuras sean engendradas en una interioridad sin concesiones. Y bien, estas concesiones han sido hechas en la narrativa europea y latinoamericana bajo la envoltura de lo que se ha dado en Iamar el “realisme socialista” que pretende armonizar ambos planos, que busca el juicio que sobre la realidad pretende todo tealismo, pero queriendo no permanecer en el mero plano intelectual, que- tiendo al mismo tiempo suscitar un “entusiasmo”, una “participacién” afecti- va en los hechos “objetivos” ¢ irrechazables que se presentan en forma de perso- najes muy compenetrados con una conciencia de clase, 0 patridtica, o industrial. Es el caso de una novela que retoma el ambiente caracteristico de Quiroga, El rio oscuro, de Alfredo Varela: en virtud de las normas del “realismo socialista” constituye sus personajes como por placas superpuestas, la placa clasista, la placa moral, la placa de la explotacidn, la placa de la rebeldia; de este modo, el per- ah Sonaje se mecaniza pero no deja de aspirar a una sintesis: una adhesién senti- mental y dolorida, interior pero que no desborda sino que gira alrededor de una. Situacin objetivamente comprensible y defendible, La mayor parte de las nove- ‘a las soviéticas del perfodo stalinista buscan animar a la poblacién y hacer que cada individuo sienta como algo suyo, intransferible e irrenunciable el problema. Telativo al socialismo, construir una Fabrica, defender una frontera, cumplir con su deber. Este compromiso muestra pronto su impotencia. Otras salidas, mds volucionarias, nos. propondré la teoria y prictica narrativa latinoamericana Juan Rulfo Edmundo Valadés ha preparado para el suplemento de EL DIA, de Mézico, una excelente antologia del cuento latinoamericano, En ella se destaca este texto de Juan Rulfo, quizé un fragmento de nove- 1a; 0 un cuento, ya que puede leerse coma tal. El personalisimo esti- Jo rulflano presenta una novedad: et creador de PEDRO PARAMO trasladé a la ciudad el mundo mégico que hasta hoy habia ubicado en et marco rural, El manejo perspicaz del idioma, & ambiente cast Onfrico, el desolado monologar, persisten con la maestria que han he- cho de él uno de los mds grandes narradores de este tempo, Alguién me avis6 que en el callején de Valerio Trujano habfa un campo Pero que antes de conseguirlo tenfa que dejarme “tronar la nuez”, No decir en qué consistia aquello, porque todavia, calculando que no me e ni un pedazo de vergiienza, hay algo dentro de mi que busca desba- los malos recuerdos, Yo estaba entonces en mis comienzos. Apenas unos dias antes habla aga- trado la cuerda, cuando las muchachas de Trujano me dieron la oportunidad, Raciéndome un campito a su alrededor. ¥ a pesar del contrapeso que era te. her siempre delante de una al sujeto que tronaba las nueces; a riesgo de estar ndo a todas horas su cara seca y sus ojos sin zumo y sin pestafias y su ireaje huesudo, era mucho mejor estar aquf, trabajando chorcha, que andar amada por las calles. | Ademés, en Valerio Trujano se me desterré el miedo. Al cabo de dos tres semanas ya no lo senti, como si se hubiera dado cuenta de que con- g0 sala sobrando. Y aunque en muchas ocasiones noté sus temblores, pro- iba esconderse cuando veia mis necesidades, tal vez y seguramente por do a que lo mandara a vivir solo, porque el miedo ¢s cosa que mis mizdo fiene a la soledad, segiin yo sé. 35 JUAN RULFO Asien esas andanzas, fue cuando conoci al que después fue mi marido. Una noche se me acercé un hombre. Esto no tenia importancia, pues Para eso estaba yo alli, para que me buscaran los hombres, Pero el que se arrimé esa noche se distinguia de los dems en que traia un nifo en bra- 208. Un nifio pequefio, de las que todavia se valen de la gente para ir de un lado a otro. Al verlo junto a mi, pensé que vena a limosnear, porque alarg6 Ja mano como pidiendo dinero. Estaba yo por darle unos centavos, cuando inauirié Por el precie, —iNol —le dije yo-. Ast no. —gAsi no qué? —Con eso que Ievas encima. A 4 no le interesen todavia estas cosas —respondié—. Ahora que no estarla por dems que ya se fuera instrayendo, Desentendiéndome de él, miré a todas partes buscando con los ojos al- guna muchacha que me viniera a sacar del apuro. Pero las pocas que anda- ban por alli, estaban aparejadas. Tal vez vienes buscando a alguien en especial —le dije-. Alguna con quien ya has estado otras veces. Vengo por ti —me contesté—. Nomds dime cudnto cobras. Parecia no entender que yo no iria con éI a ninguna parte mientras car- gara su criatura, Nomis dime —volvié a decir. Entonces le sefialé un precio muy alto, quizi diez veces mayor del que acostumbribamos pedir. —Esté bien —dijo—. ;Vamos! Yo pensé que aquello no estaba nada bien. Pero también pensé que el que “tronaba Tas nueces” no nos daria cuarto en el hotel. Y asi sucedi6. En cuanto cruzamos el pasillo, sentimos el aire de su mano huesuda que nos echaba afuera. —Ya ves —Ie dije-. Ya ves que no se puede. =Se podré —contesté él. No faltaba mis. Estdbamos otra vez en Ia calle. Me roded la cintura y me fue Ievando, —Conozeo un sitio medio oscuro... el encargado es un “tila-trais”, Alli si nos dejarin entrar, Yo iiraba al nifio que se retorcia en sus brazos. Tenia los ojos como de gente grande, llenos de malfcia o de malas intenciones. Pensé que tal vez fuera el pura reflejo de nuestros vicios, Me hubiera gustado que se soltara berreando para que su padre le echa- ra tierra a este negocio y se fuera con todo y nifio a descansar en paz. Pen- saba en eso, cuando los ojos del muchachito empezaron a reir. Me tendié los brazos y brincaba y se rea conmigo, ensefiindome el tinico diente de su —¢¥a ves? —dijo el fulano—. También él quiere ir contigo. EI chamaco estaba envuelto como tamal, enrollado en un jorongo, Lo 36 apreté contra mi cuello dindole de nalgaditas Para que se durmiera. Pero CE eS, wee Oa ney Ce nye | niflo no tenfa suefio; se revolvia como gusano y buscaba con su boca It donde sabia que estaba la comida. A rasgufio y rasgufio fue abriéndome da blusa hasta que sus manos se agarraron de mis senos. _ ~Esta erfatura tiene hambre —le dije al tipo aquel, =Tenemos tiempo —contest6—. Después le daremos de comer. amos a Ja puerta de un hotel donde él me detuvo. —gAqui es? —le pregunté. Si aqui mero. __,Pasamos, Atravesamos un patio donde habia un tendedero de sibanas, al comenzar a subir la escalera, ofmos una voz chillona que nos gritaba ¢ alli no era casa de cuna. Entonces fuimos mits lejos, como por alld, por las calles de Ogazén. se lamaba Claudio Marcos. No, el nifio no era suyo. Era de un com. » Nomis que él se habia acomedido a cuidarlo porque hoy la estaba sbrando. Bueno, todos los dias se la colocaba, pero nunca se habla pues- tan necio como ahora. DE NOCHE Por eso habia sacado al nifio de la cantina, para que no siguiera apo- andose la cabeza cada vez que el compadre se caia al suelo. Y como a estaba desentendido, fue facil quitirselo, Lo bueno va a estar mafana fando recuerde y no dé con el muchachito y no se Tas huela donde lo dej6. =gNo lo vasa evar a su casa? ~Para all iba. Pero al verte varié de opinién. Se me oeurrié que el nifio fa_bien la noche con nosotros. =a divierte hacer eso? =2Qué dices? —Nada, ~Yo a ti ya te habia echado el ojo —siguié diciéndome—. Pero no me animabs a hablarte. Con esa cara no pareces de Ja misma raza que las otras. Si hasta cref que andarias por estos barrios noms de visita. _ =Bueno, gadénde vamos? —pregunté yo. El no hizo caso. Siguié caminando sin dejar de hablar. =Lo mejor es que Hleves al nitfo con su madre —le dije, =No ganarfamos nada con eso —respondié—. No es ella la que le da de mamar, Toreimos por una calle plana, deslumbrada. Al entrar a la placita de los ngeles, un policia alcanz6 a conocerme: =No te me desparrames, Olga —dijo. ~gA quién le dicen asi? —me pregunté Claudio Marcos. ~A mi. —gNo que te Hamabas Pilar? =Da Jo mismo un nombre que otro, Para Io que sirve —le contesté, ya “Motio fastidinda—, Lo que tenemos que hacer es regresarnos, ando lejos de _ mi zona. legamos al jardin de Santiago y nos sentamos en una banca. EV chiqaillo se habia dormido sobre mis hombros. Y aunque casi ‘no Pesaba de tan flaco, de cualquier manera no hallaba cémo deshacerme de 4. No me explicaba tampoco por qué razén seguia yo alli, y mucho menos @7 UN PEDAZO JUAN RULFO me pasaba por la cabeza que fuéramos a acostamos juntos, con aquel recién nacido en medio de nosotros. Con todo, el hombre no daba traza de termi- nar Ja_plitica —Oiga —le dije, poniéndome seria—, este nifio deberia estar ya dormi- do en su cama. Harfa bien en Hevirselo, Y sila madre no le da de mamar, pues higalo usted, aunque sea nada més por consideracién, —gGrees que ya es hora de que le toque? =Yo no sé —le contesté—. Pero por lo flaco que esti, pienso que no ha probado bocado en toda su vida. —Ah, no. Eso si que no. En eso si no estoy de acuerdo, El nifio come. Y¥ come un resto, Nada menos hoy al mediodia se zampé media docena de tortillas. También le gusta el chile y el caldito de frijoles. Todo eso se come, Ahora que si ti no me crees, vamos a algin lado. Aqui traigo cincuenta pe- sos. Entramos en un merendero y pedimos cincuenta pesos de cosas y nos las comemos entre los tres. ¢Quicres? La verdad ¢s que y6 tenia hambre. Nos metimos en Ja primera torte- rfa que encontramos. Ya alli, entre tanta gente, entre el olor agarroso del chorizo frito, se me olvid6 Jo que andaba haciendo con aquel fulano que te- nia enfrente, Y se me ocurrié pensar que a él se le habia olvidado hacia rato el motivo por el que me levanté de la calle. Comimos. Bl, aparte de lo suyo, pidié un vaso de leche y unas semitas, Senté al nifio en sus piernas y le fue dando un bocado tras otro remo- jado en leche, Cuando dio fin a Ia primera semita, tomé otra y ast siguié con Ia tercera. El nifio mordisqueaba con su tmico diente hasta ir achicando el pan, Iuego amasaba el migajén granuloso y de pronto se lo tragaba de un tirén. —eYa ves cémo ni se atraganta? —me decta aquel sujeto riéndose—. Sus padres le hicieron el cogote asi de grande a fuerza de embutirle, desde re- ién hecho, cuanta bontana les daban en las cantinas. Y no cabe duda que sirve de mucho tener el cogote de este tamaiio. —Ya que estamos en esto —le dije—, gqué demontres andas haciendo th con ese muchacho, si tiene madre que se encargue de cuidarlo? —gTe refieres,a mi comadre Flaviana? —No sé a cual de todas tu comadres me refiero, Pero a mi no me va a ir muy bien esta noche. No ganaré ni para vergiienzas, —Pienso pagarte, sO qué quieres que lo haga por adelantado? —No —le dije—. Lo que quiero es ir a cuidar mi pedazo de pared, Tal vez esté algin amigo esperindome. En realidad tenia miedo del “quiebranueces”. Tanto por haberme dejado ver con aquel cliente del nifio, que de seguro era ir contra las reglas, como por Ja idea que ha de haber tenido de mf, pensando que le quise meter un cachirul. Y luego estaba lo del impuesto del dia, que jamés perdonaba. asi una estuviera vomitando sangre. El que decia Hamarse Claudio Marcos también se habla quedado pen- sativo. Luego dijo: f —Soy sepulturero. gNo te asusta si te digo que soy sepulturero? Pues bien, es0 soy yo. Y nunca he dicho que con ese trabajo no gano ni para =. Es como cualquier otro. Con la ventaja de darse muy seguid to de enterrar a la gente. Te digo esto porque ti, igual que yo, debes liar a Ja gente. Tal vez mucho més que yo. Y sobre este asunto quisiera ‘un consejo: nunca quieras a nadie. Deja en paz esa cosa con que se lere alos demds. Me acuerdo que yo tuve una tia a quien quise mucho, murié de repente, cuando yo estaba mis encarifiado con ella, y lo tnico ue consegui con todo eso, fue que el corazén se me Ienara de agujeros, Lo ofa. Pero eso no me quitaba del pensamiento al “quiebranueces” con ojos hundidos y como mudos, Mientras aqui, este tipo me estaba la- do que odiaba a media humanidad, y que era muy bonito saber cémo enteraria uno a uno a los que él vefa a diario, Y que cuando alguien de aqui o de por alli le decia o le hacia alguna maldad, 61 no ce enojaba; pero ieallada Ia boca se prometia dejarlos quietos una temporada muy larga ctan- cayeran en sus manos. =No, no me dan pena los muertos, y mucho menos los vivos. Desde ee quince aiios acabé con eso. Al principio me entristecia mucho cuando raiz de sepultar a la madre de un montén de hijos. ellos se soltaban do unos alaridos espantosos, y se abrazaban al cajén como ladillas sin fuera suficiente Ia fuerza de tres ni cuatro hombres para despegarlos. Me ha tocado asistir a infinidad de casos por el estilo. Pero ahora eso ya murié. Cuando uno es sepulturero hay que enterrar la Listima con cada muer- que uno entierra... Los vivos son los que son una vergiienza. ¢No lo s tii asi? Los muertos no le dan guerra a nadie; pero la que es los no encuentran ¢émo mortificarle la vida a los demés. Si hasta se me- matan por acabar con el corazin del prdjimo. Con eso te digo todo. cambio, a los muertos no hay porque aborrecerlos. Son la gran cosa. Son nos. Los seres mis buenos de Ja tierra, ~Salgamos afuera —Ie dije~-. Me siento sofocada. Vamos a donde nos el aire, ‘Cuando estuvimos en Ia calle, todavia nos siguié por un rato el humo cio de las fritangas. EI habia escondido al nitio debajo del saco, segura- nente para protegerlo del viento de la noche. __ —Ahorita que te levantaste, me acordé de una cosa -dijo-. De que comadre Flaviana no tiene nada aqui —siguié diciendo, mientras se ta- aba el pecho—. Ahora que si los tuviera como ti a lo mejor estarian Henos pulque, asi que no le servirlan de ningtin modo para engordar a una tura. Entonces yo Ie pregunté si no tenia él por costumbre, aprovecharse de tal Flaviana cuando su compadre pasaba las noches enteras en la cantina. Luego, me sespondid que no. Porque no habia modo, pues ella no s¢ ‘aba nunca del _marido. —Los dos se emborrachan juntos y por todas partes andan juntos, hasta ue se les cae o se les pierde la memoria a los dos por igual, | Casi no lo ala, Pensé ir a dormir, Pero a él se le ocurrié que nos arrin- ramos un rato en Ia entrada de cualquier zaguin, donde. estuviéramos olos y como fuera de este mundo: Me haré a la idea de que te soné —dijo—. Porque la verdad es que DE NOCHE JUAN RULFO te conozco de vista desde hace mucho tiempo, pero me gustas més cuando te suefio... Entonees hago de ti lo que quiero. No como ahora que, como ti ves, no hemos podido hacer nada. Ya casi era de dia. Olfa a dia, aunque Ia tierra, las puertas y las casas seguian a oscuras. El suefio me hizo crugar Ja calle y buscar algin hotel. El hombre se vino tras de mi. Me detuvo: —§Te debo algo? —No, nada —Ie contesté, —Te hice perder tu tiempo, Debes cobrarme lo que sepas cobrar por una noche. Me zafé de él. Abri la puerta y busqué el primer cuarto desocupado. Me eché vestida sobre la cama, apreté los ojos y, aflojando el cuerpo, me fui quedando dormida. Alguien rasgufiaba la calle con una escoba, Alguien agui dentro pregunté: —gNos volveremos a ver algiin dia? Me quedaron ganas de platicar contigo. Senti que se sentaba al pie da Ia cama. Es el mismo que esté sentado ahora al borde de mi cama, en silencio, con Ja cabeza entre las manos. Acaba de despegarse de las rejas de la_ven- tana donde acostumbra pasar las noches esperando mi regreso. Me ha dicho muchas veces que no soy yo Ia que Ilega a estas horas que nunca acabaremos por encontramos: =...0 tal vez si —dice—; quiz cuando te asegure bajo tierra el dia que me toque enterrarte. Lo que él no sabe es que quiero dormir. Que estoy cansada. Parece como si se le hubiera olvidado el trato que hicimos cuando me casé con él: que me dejaria descansar; de otra manera acabaria por perderse entre los agu- jeros de una mujer desbaratada por el desgaste de los hombres... Director caSa ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR de las américas ~ Suseripcién anual en el extranjero: Correo ordinario: tres délares canadienses REVISTA BiMESTRAL Por via aérea: ocho délares canadienses CASA DE LAS AMERICAS, Colaboraciones de los jores escritores ee ectac’ y xtudlon de nuestins TERCERA ¥ G, VEDADO realidades. LA HABANA, CUBA Giyrgy| BL CINE Lukacs} COMO LENGUAJE CRITICO q Poco antes de su muerte, Gyorgy Lukacs concedié una entrevista a Yvette Biro y Szilard Ujneivt de la revista htingara “Film Kultura”. Como se veré, en ese reportaje se trataron los problemas artisticos y politicos del cine dentro de un estado socialista, su insercién en la vida cultural y social, y el papel de vanguardia que representa ac- B tualmente en Ia evolucién de ta conctencia Nos parece importante ta inclusién de este texto ya que la de- jensa argumentada y vigorosa que Lukacs hace del joven cine hiin- garo, y en particular de los films de Jancsé y de Kovdcs, resulta una clara respuesta a las eriticas "iaguierdistas” que se han dejado ofr ‘entre nosotros. Criticas que se esfuerzan en demostrar que esos films, al poner en tela de juicio al stalinismo y sus secuelas, debititan el ré- gimen socialista y promueven una ideologia no marzista, En los films htingaros que ha tenido Ud. ocdsién de ver recientemente, se pueden encontrar caracteristicas comunes, sea en lo referente a la ac- Hitud de los realizados, sea en él contexto metodolégico. ¢Dénde nota Ud. esas caracteristicas? =Seria sumamente dificil de resumir en una sola frase las caracteristicas los nuevos films hvingaros, incluso sus caracteristicas communes, desde el mento en que los dos autores mis eapaces, Jancs6 y Kovécs, utilizan méto- absolutamente diferentes. La novedad, a mi modo de ver, reside en el echo de que ellos han encontrado el medio de utilizar en una forma adecuada nuevos desarrollos técnicos del cine, Por otra parte, no hay que olvidar {que el cine es una nueva forma de arte y sobre todo, que los dos realizadores mencionados han aportado substanciales enriquecimientos téenicos, También ‘en occidente, las novedades se presentan sobre todo en el dominio técnico y 41 R } : veces tna ausenea de eee iparse de nuevos elementos, de los nuevos sentimientos humanos por ejem- ie ad foonts cs erp eee las relaciones humanas y en. ese aspecto trae “nuevos medias de expresién a nuestros problemas reales. De este moda, si no- sotros enfocamos Ia discusién desde el punto de vista del contenido. social, podemos afirmar que nos encontramos ante una renovacién, y en ese sentido es posible traer, en cierta medida, algo nuevo y original a occidente. Se debe distinguir entre la renovacién técnica y su traduccién en términos artisticos. Se logra una traduccién en términos artisticos si el piblico se da cuenta que con tales medios es posible expresar relaciones de un tipo nuevo. Esto, aqui se yerifica ampliamente, S6lo citaré un ejemplo: una de las nuevas téenicas consiste en representar Jos antecedentes de una accién huma- na con flash-backs, como retroceso en el tiempo; habitualmente esto es un arreglo técnico. Por este medio, Kovacs ha logrado mostrarnos en DIAS HE- LADOS cémo hombres de una mediocridad muy comin pueden haberse trans- Ss formado en criminales fascistas. La transformacién 0 el cambio no se ha pro- ducido tedricamente 0 analiticamente, sino que ests representada por una pro- yeccién en el pasado de tipo cinematogriifico. De este modo Kovacs ha obte- nido dos resultados: por un lado le ha dado un muevo significado a un periédo histérico, y por otro lado ha realizado este significado en el marco de una for- ma de expresién, por medio de una técnica artistica personal. Por cuanto sé DIAS HELADOS ha obtenido un gran éxito en el extran- jero y se comprende que haya encontrado el favor de los expertos de otros paises.” —Pero mds allé de las relaciones de contenido y de forma, gno presenta este problema relaciones directas? Si esté claro, por wna parte, que Jancs6 y Kovdes trabajan con métodos antitéticos, zno seria posible descubrir, por otra parte, algiin rasgo comiin en su actitud? En este sentido, ave Ud. algo comin en ellos das? gQué problemas enfrentan y con qué objetivos? Claro que hay algo en comin, y en ese sentido el cine de Hungria —o al menos en Ja cultura hningara— tiene hoy una funcién de vanguardia. De hecho ~y en ese sentido nuestra historia de la literatura y nuestra erftica som res- ponsables— nos hemos puesto en condicién de aceptar cualquier modemismo re exterior, mientras que en realidad actuamos atin en la perspectiva de la poli- ‘i tica erénea de la antigua superioridad cultural. Me refiero al hecho de que en realidad cultivamos la justifieacién del pasado. Para vencer o superar lo antedicho, se necesita una dialéctica espectfica. De hecho, el marxismo no sélo consiste en clarificar causas determinadas y en explicar las relaciones entre las cosas. Opino que nuestra historiadores tienen razén cuando sostienen que no existian en Hungria verdaderos movimientos revolucionarios antes de 1867. Es Jn verdad. Pues una cosa es defender esta verdad sosteniéndola con documen- ; fos, y otra cosa es glorificarla. Porque también es verdad que el desarrollo de 7 Tiquidacin del feudalismo, débil y superficial en 1848, quedé fuera del pro- gama de 1867. El capitalismo naciente no tocé al feudalismo provineial y agrario, Toda Ia literatura de este periodo ha exaltado un proceso de evolucién, Ya veces se hace lo mismo hoy en dia. u m Be lcais ta pace LOMO SERERRAnCH Le Ee eee con este Es, para mi, un gran paso. En este punto tocamos un im- nte tema de orden tedrico. Cuando Lenin hablaba de las cualidades del Partido, decia que el mards- se caracterizaba por dos hechos. Por un lado, logré dar una imagen de la dad, mis objetiva de la que fuera dada por las ciencias burguesas; por ado, en ese momento, en esa objetividad, toma una posicién, ¥ es, segn ni opinion, lo que se verifica en LOS DESESPERADOS. Es decir que existe en cl film una toma de posicién —afirmada muy abiertamente— referente a la cesidad de odiar en nuestra historia todo aquello que merece ser odiado. ria no seria jamds un pais culturalmente desarrollado si los que estén Tla- los a guiarla ideolégica y politicamente no se dan cuenta de las contradic de la historia de nuestro pais y no reniegan, y no odian, lo que en esta ia hay de odioso y de repugnante. Contra este principio hemos encontrado una cierta reticencia y una pro- ¥ la protesta est dirigida también (en cierto modo) a DIAS HELADOS. Existe, de hecho, una visién errdnea del problema, no s6lo limitada a sae burdcratas, sino que se extiende también a inteligentes y buenos Ja cual Hungria se encontré presa del faseismo como Poncio Pilatos del do... Y ésto no es verdad... El desarrollo de los hechos que condujeron al al fascismo tuvo su origen en 1867, y nosotros jams nos desviamos de la del desarrollo llamado “a la prusiana”. La revolucién de 1918-1919 fue de- o breve para conducit a cambios determinados. Hungria, que no habia bido liquidar el feudalismo, entré con las banderas en alto en el fascismo. Y esto es lo que Andras Koviies presenta en el hombre comin de todos dias, Mikszath tuvo el gran mérito —él ha sido ell mas critico de los escri- res hiingaros— de mostrar ese lado negativo del desarrollo de la historia hin- a, aunque lo haya hecho sin edlera, sin indignacién, pero siempre con el to de la verdad. Hoy también, Jancsé y Kovics ponen el tema sobre el tapete, insistiendo n embargo sobre el hecho de que para el desarrollo de Hungria, es convenien- odiar lo que merece ser odiado. Esto no es, para ciertos buréeratas y na- listas, una actitud popular. Sin embargo, desde el punto de vista ideolégico, despecho de ciertas criticas, tal actitud constituye un paso adelante y es por que pienso que debemos considerar a Jancsé y a Kovacs como los repre- sentantes, en el ambito de la historia, de una verdadera vanguardia. —Las discusiones sobre este tema han tenido sin duda miiltiples aie nativas, Algunas afirman que esos films destruyen ciertos valores tradi- cionales 0 una especie particular de sentimiento nacional, =Que a destruyan pues! Se trata de romper con un sistema que no ha sido instaurado por otra sociedad sino que nosotros mismos hemos construido. Nos oponemos a nuestros propios errores para salar los resultados adquiridos, —Cada clase revolucionaria hereda defectos y méritos del sistema social 43 que la ha precedido, y depende de ella el lograr liberarse de esos errores con mayor 0 menor energia, Aqui reside la gran diferencia entre Lenin y Stalin. Lenin se ha manifes- tado en sus escritos, a propdsito de Ja vieja Rusia, com los acentos mis crudos, sin concederle nada al tradicionalismo, pero estaba atado por una plena adhe- sién sentimental, a la tradicién de Puchkin y de Tehemichevsky. En la época de Stalin, por el contrari, fue normal considerar al Suvorov, que habia com- batido la Revolucién francesa, como un precursor del socialismo. Esto no debe aceptarse ni en pequefias ni en grandes dosis. No dejaré de luchar por esas ideas y estoy contento de que nuestros mejores realizadores discrepen sobre su propia posicién. Esta claro que si se tratara de errores pertenecientes a wm pasa- do terminado y olvidado, la cuestién seria mucho menos grave y sobre todo ted- rica. Sin embargo para decir Jas cosas en forma brutal, si la tradicién de Raday —como nos la muestra Jancsé— no hubiera estado viva en Hungria, no se ha- Gyorcy ‘brian encontrado tan Ficilmente muchos Mihaly Farks. LUKACS —gLos temas histéricos no se refieren exclusivamente al pasado? ¢Pueden ellos aclarar también situaciones actuales? Yo creo que a esta pregunta puede muy bien responder Anatole France en su novela: “LOS DIOSES TIENEN SED”. Es decir que el pueblo francés, la ee TERZO MONDO rivista trimestrale di studi, ricerche e documentazione sui paesi afro-asiatici e latino-americant anno IV n, 12 giugno 1971 Sommario presente e il futuro dell!An- Ki Son: Laos 1969-1970 ‘Agortioho Ne Giorgio Cairati: I problemi economici dei paesi Valdo Vaccaro: Terzo Mondo, una svolta a li- ‘vello mondiale in via di sviluppo e gli interventi delle orga- uiducel: La soctologia. del Tero M i ” Roberto Guiducel: ‘ero Mon- do e il problema delle rivoluzioni convergenti Cesare Cocrezza: La guerra del petrolio Giuliano Prandini: I socialismo africano a Y Azzo Ghidinelli: Sottosviluppo, etnocentrismo interpretazione della realté precoloniale ¢ ed accultarazione moderna dell’Atrica Nera a cura di U, Melotti: vosteta Eugenio Turri: Antropologia dei popoli nomadi incontre elle culture GU ee interventi di Giuliano Bellezza ¢ Silvo Zavatti Lettere, Archivio per il razzismo, Attivita TERZO MONDO via G. B. Morgagni 39 — 20129 Milano, Italy Suscripeién: US. $ 6 — Numero suelto: US. $ 2 by bank or money orders itura francesa, no se han echado atris frente a este problema... Pero en films y en estas criticas, no se trata del hecho de que una tendencia haya ido por razones revolucionarias aquellos Mmites sobre los cuales Marat in tenian sus opiniones. No se trata aqu{ de eso... Segin mi opinion Krut- ev; que sélo tenfa razén en algunos temas, estaba en lo cierto cuando opind os procesos politicos de los afios 30 eran politicamente superfluos porque iban dirigidos contra enemigos ya vencidos. No, en la dictadura del prole- fariado htingato, el terror sélo ocupé un lugar desdefiable y no merece que s¢ Jo mencione. Pero en lo que concierne al periodo de Rakosi, el nudo de la Guestién es que aquellos que fueron eliminados como enemigos del socialismo Y epesitores, no eran ni enemigos del socialismo ni opositores. =El problema es que en ese régimen, en los diversos puestos y cargos 5,10 hablamos aqui de situaciones ilegales— en diversas posiciones y en Aiversos lugares, operaban, al lado de Rakosi, los hombres de la generacign comunista que vive atin hoy y que cuando ella replantea el problema, debe enfrentarse a sf misma y condenar su propio pasado, | ~Es justamente por eso que digo que aquéllos que han tomado parte en ‘todo fc totes hacer el balance de esta realidad. Yo no digo que sea nece- ario citar ante Ia justicia a todas estas personas, sino que la opinién piiblica tbe al menos forzarlos a examinar sus propios actos. Callar los aspectos con- ertidos de nuestro pasado sdlo puede ser dafiino porque en ese caso —lo yerificado también en intelectuales serios— la cuestién mal planteada del ‘terror revolucionario est4 asimilada a Ia ilegalidad y entonces hemos legado 4 conclusiones absolutamente falsas. Si tuviéramos el coraje de hablar abierta- Tnente del mal, tendriamos mucho mis seguido, la ocasién de volver a encon- ‘trar el bien del que podemos hablar,

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