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Cooperativas y la

Transformación de la
Sociedad
Sistematización de la Experiencia Cooperativista
Apoyo Mutuo

Septiembre, 2016

Organización Estudiantil
Facultad de Economía y Negocios (FEN)
Universidad de Chile
Cooperativas y la Transformación de la Sociedad

Sistematización de la Experiencia Cooperativista


Apoyo Mutuo

Organización estudiantil Amauta


Índice

I. Introducción 7
II. ¿Qué es el Cooperativismo? 9
III. Origen y desarrollo del Cooperativismo 10
IV. Los 7 principios del Cooperativismo 12
V. Alcances y limitaciones para la
transformación de la sociedad 15
VI. Problemática actual de las cooperativas
en Chile y el mundo 18
VII. La experiencia de la Cooperativa Apoyo Mutuo,
de la población Lo Hermida 25
VIII. Conclusión y reflexiones finales 30
IX. Referencias 33
I. Introducción

El capitalismo ha alcanzado un alto nivel de desarrollo a lo largo del mundo y


nuestro país no es excepción. Nunca antes en Chile había existido tanta produc-
ción de mercancías, tanto crecimiento económico. Hoy el PIB per cápita se en-
cuentra en su punto más alto en la historia. En números macro, la situación de la
población se ve aparentemente buena, sin embargo, el problema radica en que nos
encontramos inmersos -tal como dijimos antes- en el capitalismo y por lo tanto
existen diferencias abismales entre los dos grandes actores del proceso productivo
bajo el capital; las y los trabajadores y los grupos empresariales. La producción
del país no es decidida por la sociedad en su conjunto, sino por la clase dominan-
te, quienes son los que finalmente gozan de las riquezas que genera la clase traba-
jadora.

El problema de la existencia de el capital, como una relación social de explota-


ción, genera repercusiones en todos los ámbitos de nuestra vida. Día a día hace-
mos propios los valores e ideas de la clase dominante; la ideología burguesa. A
través de discursos ciudadanistas se nos hace ver a todos como iguales, por ejem-
plo, cuando se dice que pertenecemos a una “clase media”. De esta forma se aleja
la conciencia de las clases sociales, de que la clase trabajadora es usada como un
insumo más para la acumulación de cada vez más capital y riqueza por parte de
los empresarios y accionistas, generando una permeabilidad a las lógicas indivi-
dualistas en la población, en donde cada persona debe buscar surgir por sí misma
con lo que tenga a su alcance.

La idea capitalista de surgir individualmente se ve de manera muy evidente en


la esfera del trabajo. En el capitalismo el trabajo asalariado surge como una nece-
sidad del capital por valorizarse cada vez más, en la cual está la clase capitalista
que cuenta con medios de producción, es decir, que es dueña de los implementos
para desarrollar una actividad económica, que además requiere de fuerza de traba-
jo para poder generar un producto, y –por consiguiente– un beneficio. La fuerza
de trabajo la debe proporcionar la clase trabajadora, que como no cuenta con nada
más que su capacidad de trabajar, está obligada a someterse al proceso capitalista
de producción y vender su fuerza de trabajo, es decir, buscar ser empleado por al-
guna empresa.

Esta relación desigual lleva consigo una deshumanización o enajenación de


ambas partes. El capitalista, en busca de obtener el máximo de ganancia, busca re-
ducir sus costos, lo que implica pagar lo menos posible en salarios (resultando en
que en las economías capitalistas se repartan salarios reales muy bajos para el
grueso de la población, cercanos a los de subsistencia) o imponer largas jornadas
a sus trabajadores. Por el otro lado, el trabajador asalariado es explotado, pues se

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le remunera menos de lo que realmente produce para la empresa –el resto se lo
apropia el capitalista en forma de plusvalor– y a su vez, realiza sus funciones de
manera cada vez más alienante, es decir, separado o inconsciente del producto
que crea, pues, no toma decisión alguna sobre qué, cómo ni para qué trabajar y
producir.

De esta forma, ambas partes entran en el proceso de reproducción del capital;


un proceso circular enajenante, relacionándose de forma impersonal. El capital
asume una forma casi humana al querer reproducirse y valorizarse a una escala
cada vez mayor, todo esto mediante el capitalista que personifica sus intereses,
decidiendo cuánto y cómo producir dentro de cada empresa. Finalmente, no existe
un control de parte de la sociedad de la producción; el capital genera sobrepro-
ducción y daños al medioambiente debido a que la producción no es decidida de
acuerdo a las necesidades de la sociedad, sino que de acuerdo a las necesidades
del capital, que busca reproducirse y valorizarse cada vez más dentro de cada em-
presa capitalista.

En este contexto, nace el cooperativismo, como una forma de organizar el tra-


bajo de una manera totalmente diferente a las relaciones capitalistas de produc-
ción, intentando eliminar el proceso enajenante para la sociedad que responde a
las necesidades del capital. El cooperativismo se enmarca en un proyecto de una
nueva sociedad, en el sentido que responde a una estructura igualitaria de poder y
un conjunto de principios y valores socialistas, que constituyen pilares fundamen-
tales para lograr una conformación social al servicio de sus propias necesidades,
como totalidad, en vez de la acumulación capitalista.

Este trabajo busca ahondar en esta temática, para explicar de manera sencilla
qué es realmente una cooperativa, cómo surge y ha mutado el cooperativismo en
el tiempo, cuál sería su potencial transformador y qué limitaciones encuentra en
esa misma tarea. Para finalmente, analizar la experiencia organizativa de la Co-
operativa Apoyo Mutuo de la Población Lo Hermida (Santiago), que opera como
un almacén popular de resistencia al consumo masivo en los grandes supermerca-
dos.

Todo esto lo hacemos desde nuestra mirada como estudiantes de carreras rela-
cionadas a la economía y la administración, y que hoy nos encontramos agrupa-
dos/as en la organización Amauta, bajo una crítica común a la orientación mer-
cantil que se le da a nuestras disciplinas y al conocimiento que se genera en todos
los centros educativos en general. Nos encontramos descontentos/as ante una uni-
versidad que responde a los intereses del capital, buscando generar profesionales
que se inserten de la mejor forma posible en el mercado capitalista, reproduciendo
un sistema que es deshumanizante e irracional, daña el medio ambiente y que re-
produce sistemáticamente la explotación y la desigualdad.

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Ante esto, vemos la necesidad de levantar una alternativa que dispute el senti-
do de ese conocimiento a la universidad y entre nuestros/as compañeros/as. Por
eso, para nosotros/as es importante desarrollar herramientas –como lo es este do-
cumento sobre cooperativismo– que nos permitan como futuros/as profesionales
utilizar nuestras disciplinas y conocimiento al servicio de la transformación so-
cial, así como también un insumo para debatir acerca del rol y la utilidad de las
cooperativas bajo el capitalismo.

II. ¿Qué es el Cooperativismo?

Las cooperativas, en un sentido amplio, son una asociación o grupo de perso-


nas que se unen voluntariamente para satisfacer necesidades comunes, de carácter
económico, social y/o cultural, que se administra de manera democrática, autóno-
ma y abierta. (Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012, p.34)

Ahora bien, una definición tan amplia como esta, no alcanza a abarcar todas
las aristas que trae consigo el trabajo en una cooperativa. Por esto, para entender
de mejor manera su complejidad, las siguientes páginas tratarán de responder de
una manera simple, de qué se trata una cooperativa, para qué surge, y qué impli-
cancias podría tener en la sociedad y las y los sujetos que la conforman.

Como punto de partida de la existencia de una cooperativa, se encuentra una


necesidad social, es decir, un problema que aqueja a un segmento de la sociedad
en un determinado momento. Frente a esto, un grupo de personas se reúne y se or-
ganiza para crear una solución colectivamente mediante su propia acción y así,
mejorar las condiciones de sus vidas y las de la comunidad en que se encuentran.
Esto último es importante de resaltar, ya que este tipo de asociación no sólo busca
el bienestar propio de sus integrantes, sino que el de la comunidad en la que traba-
ja.

Un aspecto clave dentro de una cooperativa, es que sus medios de producción,


es decir, todos los implementos materiales que se utilizan para desarrollar los pro-
ductos y/o servicios, independiente del propietario, son gestionados y utilizados
por el colectivo. Es por esto que se suele decir que las cooperativas pertenecen al
“tercer sector”, porque no son estatales ni privadas, sino colectivas. Se toman las
decisiones de manera conjunta y democrática vía asambleas de socios, donde la
opinión de todos/as las y los socios pesa por igual y entre todos/as deciden dife-
rentes aspectos de la producción, desde el cómo y cuánto producir hasta la jorna-
da laboral y las remuneraciones que recibirán.

Otro aspecto a destacar, es la diferencia empírica que presentan las cooperati-


vas en relación a las empresas capitalistas respecto a la relación existente entre sa-
lario y empleo. En las empresas capitalistas existe una relación negativa entre sa-

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lario-empleo, es decir, mientras más altos sean los salarios que cada empresa debe
pagar, menos disposición se tiene a emplear nuevos trabajadores. Sin embargo, en
las cooperativas esta relación salario-empleo es positiva, lo que evidencia que las
cooperativas, a medida que las remuneraciones son mayores, más incentivos tie-
nen a aceptar nuevos integrantes.

Esta investigación, realizada en Uruguay el año 2009, demuestra además otro


aspecto muy importante: Las cooperativas son menos sensibles a los shocks eco-
nómicos (recesión o crisis económica) dado que logran ajustar las remuneraciones
de las y los asociados, subiendo o bajando, sin tener que despedir a sus miembros.
En cambio, en las empresas capitalistas lo que ocurre es que en los shocks, preva-
lece el despido de empleados por sobre el ajuste de salarios. Entonces, las coope-
rativas anteponen el trabajo de sus miembros por sobre las crisis, generando un
ambiente colaborativo que logra superar las crisis internas en base a la organiza-
ción y el apoyo mutuo. (Burdín & Dean, 2009)

Hasta ahora, nos hemos enfocado más en las cooperativas de producción de


bienes y servicios, denominadas cooperativas de trabajo. Sin embargo, también
existen otros tipos de cooperativas, como lo son las de compra y venta; las coope-
rativas de consumo, tal como la Cooperativa Apoyo Mutuo, y también las coope-
rativas de ahorro y crédito, que más adelante veremos que no poseen los princi-
pios cooperativistas y cubren necesidades propias del capitalismo.

Este poder de decisión que tienen las y los trabajadores es la esencia del
cooperativismo, pues la producción se encuentra en sus manos de acuerdo a sus
propios criterios sociales, desplazando así la figura del patrón y el empleado, y
por lo tanto, la explotación laboral.

III. Origen y desarrollo del Cooperativismo

Para entender de mejor manera la corriente cooperativista, es útil comprender


su origen histórico y el desarrollo que han tenido las ideas cooperativistas a través
del tiempo.

En Europa, en la Edad Media, el modelo político existente era la monarquía y


el modo de producción imperante era el feudalismo, donde existía una fuerte
unión entre el estado monárquico y la iglesia, y los derechos sobre la propiedad
privada no existían como tal debido al sistema de feudos, donde existían relacio-
nes de dependencia y subordinación.

Lentamente se fueron generando profundos malestares entre los intelectuales


de la época, donde comenzaron a sembrar en el resto las ideas de progreso, liber-
tad e igualdad, generando así una revolución burguesa. Los acontecimientos que

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posibilitaron dicha revolución serán dos fundamentalmente; la revolución france-
sa y la revolución industrial, en la cual la revolución francesa logra mejorar cier-
tos aspectos de la población; igualdad de derechos ante la ley, separación del Es-
tado y la Iglesia y los derechos a la propiedad bien definidos. Sin embargo, esta
revolución no era de carácter emancipatorio para la existencia humana, puesto
que las reivindicaciones eran más bien políticas, que fueron generando el ascenso
de la burguesía y la clase proletaria.

Con el ascenso de las nuevas clases; una burguesía incipiente y consigo una
clase proletaria, se fueron creando las condiciones para un nuevo modo de pro-
ducción; el modo de producción capitalista. Al mismo tiempo que el capital co-
menzaba a predominar en las sociedades modernas -mediante las empresas capita-
listas-, comienzan a aparecer los denominados “socialistas utópicos”, que, des-
contentos con el capitalismo, empezaron a idear distintas formas de organización
social bajo el socialismo, en donde las cooperativas cumplían un rol central. El
surgimiento de las primeras cooperativas modernas tiene lugar con los primeros
efectos terribles de la Revolución Industrial en Gran Bretaña, a finales del siglo
XVIII: jornadas de trabajo extremadamente largas en pésimas condiciones, sin de-
rechos ante los patrones, y recibiendo mucho menos de lo necesario para la ali-
mentación. (Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012, p.37)

Dentro de los socialistas utópicos está el Conde Henri de Saint-Simon, quien


bajo un velo cristiano proclama la fraternidad antes del ánimo de lucrar. También
encontramos a su compatriota Fourier, que bajo la crítica a la empresa privada y
la vida bajo el capitalismo, propone un sistema de falanges o comunidades coope-
rativas. Pero el socialista utópico más importante para la generación del coopera-
tivismo, fue el inglés Robert Owen.

Owen plantea que el carácter de las personas se moldea por el entorno donde
viven y trabajan. Aunque hijo de un artesano pobre, logró ser director de una fá-
brica en New Lanark, Inglaterra, la cual se convirtió en modelo de buen funciona-
miento y de medidas en beneficio de los trabajadores (reducción de la jornada la-
boral, vivienda, salud y otros servicios). Owen creía firmemente que la creación
de asociaciones sin los capitalistas podría ayudar a mejorar la situación de los
obreros y a transformar la sociedad. (Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012,
p.37). Sin embargo, más adelante veremos que estas ideas que presentaban los so-
cialistas utópicos, que criticaban al capitalismo desde una posición ético-moral
sin reconocer las contradicciones antagónicas entre la clase trabajadora y la capi-
talista, poseen un problema político que les impide dar a las cooperativas por sí
mismas el salto cualitativo hacia la transformación social.

Algunos años más tarde, en 1844 se conforma la Sociedad de los Pioneros


Equitativos de Rochdale, una cooperativa formada por un grupo de 28 tejedores
de una fábrica de hilado de algodón en la barriada de Rochdale, Manchester que

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habían decidido unirse para crear una cooperativa de consumo, tal como la Co-
operativa Apoyo Mutuo de Lo Hermida, en la cual los miembros ahorraron dinero
para arrendar un local, de forma que se usara como un “almacén cooperativo”.

Al igual que la Cooperativa Apoyo Mutuo, la cooperativa de Rochdale com-


praba bienes básicos al por mayor y luego los vendía a precios solo un poco por
encima del costo. Poco a poco se fueron sumando más trabajadores que, cansados
del trabajo deshumanizante que había traído consigo la Revolución Industrial,
veían en la cooperativa una forma de ayuda mutua y cooperación para la realiza-
ción del trabajo. Muchos de ellos eran militantes comunistas o de ideas socialis-
tas, dotando así de un carácter político a la cooperativa.

Una vez que se estaba consolidando, la cooperativa de los Pioneros de Roch-


dale establecieron los siete principios de funcionamiento para asegurar el éxito de
su organización y que finalmente quedarían como modelo a seguir en la posteri-
dad bajo el nombre de los 7 Principios del Cooperativismo. Esta primera coopera-
tiva exitosa sirvió de inspiración para muchas cooperativas de consumo que fue-
ron creadas posteriormente en Inglaterra, Francia, Alemania, generando así el mo-
vimiento cooperativista en Europa, que, con la posterior expansión del capitalis-
mo en el mundo, fue dando paso a su natural forma de resistencia; el cooperativis-
mo a nivel mundial.

IV. Los 7 Principios del Cooperativismo

En la actualidad, un gran número de personas se encuentran trabajando en co-


operativas a lo largo del mundo que realizan actividades económicas diversas, es-
pecialmente en el rubro agrícola. A modo de ilustrar, puede decirse que “Son
miembros de alguna cooperativa, uno de cada tres canadienses, uno de cada tres
franceses, uno de cada cuatro argentinos, uno de cada cuatro alemanes, uno de
cada cinco indios, uno de cada diez costarricenses y uno de cada diez colombia-
nos” (Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012, p.31).

Estas cifras pueden parecer altas y esperanzadoras para el cooperativismo,


sin embargo, lamentablemente un gran número de empresas que actualmente se
identifican legalmente como una “cooperativa”, en la práctica se alejan bastante
del ideal, en tanto no cumplen los Principios del Cooperativismo y sólo utilizan
este nombre como una persona jurídica para acceder a beneficios del Estado.
(Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012, p.31).

Esos Principios del Cooperativismo que mencionamos anteriormente, son


los que fueron creados por los Pioneros de Rochdale con la intención de resguar-
dar el funcionamiento y propósito de esta forma de organizar el trabajo para que

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la cooperativa sobreviva en el tiempo y no se someta a las lógicas capitalistas de
producción.

Hasta el día de hoy, la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) adhiere y pro-


mueve los siguientes 7 principios, que constituyen los pilares que sustentan el
cooperativismo a lo largo del mundo. (Cruz Reyes & Piñeiro Harnecker, 2012,
p.41-48)

1. Membresía voluntaria y abierta.


Las cooperativas se deben encontrar abiertas a aceptar la inclusión de nuevos
integrantes, así como también a decidir expulsiones o separaciones. Para ambos
casos, los criterios para tomar esas decisiones los establecen las y los mismos so-
cios de manera democrática en un reglamento interno de la cooperativa.

2. Gestión democrática por parte de los asociados.


Las y los miembros de una cooperativa participan activamente en todas las de-
cisiones relacionadas con la gestión y dirección de la cooperativa, es decir; los
planes de producción, distribución de los excedentes, criterios de retribución del
trabajo, entrada o salida de asociados y presupuestos.

Cada asociado, al participar activa y democráticamente de las decisiones, tiene


mayor control sobre el proceso de producción, a diferencia de lo que ocurre en las
empresas capitalistas, donde el empleado no posee ningún poder de decisión, ni
conocimiento sobre el producto y gestión de la empresa.

3. Participación económica de los asociados.


Las y los asociados se deben relacionar económicamente con la cooperativa.
Es decir, por una parte contribuyen equitativamente al capital de sus cooperativas
y a su vez, todos sus asociados se reparten los excedentes que resultan de la acti-
vidad económica de la cooperativa de manera equitativa.

La diferencia con las empresas de tipo capitalista es que en ellas los beneficios
se reparten en forma de salarios para las y los trabajadores (generalmente cerca-
nos al monto mínimo para subsistir), mientras que la mayor parte de los benefi-
cios económicos queda para los inversionistas y dueños del capital de la empresa.

4. Autonomía e independencia.
Las cooperativas son organizaciones autónomas e independientes en el sentido
de que cada cooperativa está sujeta a la gestión de sus propios asociados, y pue-
den entrar en acuerdos con otras organizaciones (estatales, privadas, otras coope-
rativas) siempre y cuando se mantenga el control democrático por parte de sus
miembros. Es decir, ante cualquier acuerdo de la cooperativa con otra organiza-
ción, los asociados deben mantener la capacidad de tomar las decisiones relacio-

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nadas con su propia gestión, y no someterse obligadamente a las decisiones que
otra organización pueda tomar.

5. Educación, formación e información.


Este punto se refiere a la solidaridad y apoyo mutuo que debe existir entre los
asociados de una cooperativa, así como también a la relación entre la cooperativa
y la comunidad en la que se desenvuelve. Los asociados deben estar constante-
mente fomentando entre ellos que adquieran cierto nivel de educación, así como
también en incentivar el aprendizaje de los conocimientos técnicos propios del
proceso productivo de cada cooperativa.

También, entre todos se deben informar acerca del estado en el que se encuen-
tra la cooperativa. De esta forma, se puede asegurar de mejor manera que cada
asociado efectivamente va a poder ejercer su poder de decisión dentro de la co-
operativa, así como también la capacidad de analizar información respecto a lo
que suceda en su cooperativa.

Además, para contribuir a la expansión y consolidación de las cooperativas, se


espera que ellas informen y eduquen a la comunidad en la que está inserta sobre
los beneficios que trae consigo el cooperativismo en comparación a las empresas
capitalistas.

6. Cooperación entre cooperativas.


Este principio es fundamental para el desarrollo de las cooperativas, ya que
muchas veces se encuentran en el mercado compitiendo junto a empresas capita-
listas. De esta manera, una forma de que una cooperativa pueda sostenerse en el
tiempo, en el contexto capitalista, es desarrollar una solidaridad, apoyo mutuo y
cooperación entre cooperativas que les permita sobrevivir en el ambiente compe-
titivo y hostil propio del capitalismo.

7. Interés o compromiso por la comunidad.


Las cooperativas deben trabajar para el desarrollo sostenible de la comunidad
en la que está inserta por medio de políticas aceptadas por sus miembros. Las co-
operativas, por tanto, deben abogar no sólo por los intereses propios del proceso
productivo de cada cooperativa, sino en los intereses de la comunidad. Por lo tan-
to, cuando existen problemas en la comunidad, la cooperativa debe ser capaz de
participar activamente de la organización para poder solucionarlo. Sin embargo,
este es el principio de las cooperativas que es menos respetado en el mundo, al
igual que en el contexto chileno (abordaremos este tema en la sección VI).

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V. Alcances y limitaciones para la transformación
de la sociedad

Estos 7 principios se contraponen a la forma imperante de relacionarse en el


trabajo, la cual es bajo las relaciones capitalistas de producción. Sin embargo, así
como todas las formas de organización, el cooperativismo tiene alcances y limita-
ciones respecto al grado de incidencia que tiene en la construcción de una socie-
dad sin las contradicciones centrales del capitalismo; la transformación hacia el
socialismo. (Gambina & Roffinelli, 2012)

Identificamos alcances y limitantes tanto a nivel de las y los socios y la comu-


nidad que se relaciona con la cooperativa, como de la sociedad en su conjunto.
Ahora bien, ambos niveles interactúan en una relación dialéctica, es decir, que se
encuentran conectados en un ir y venir de efectos, que van interactuando conjun-
tamente desde un nivel a otro y viceversa.

El principal alcance transformador del trabajo en una cooperativa lo identifica-


mos a nivel de las y los socios y la comunidad, a través de la contraposición de
ideas y prácticas de la nueva sociedad a la realidad capitalista actual. Esto lo tra-
ducimos en el desarrollo en dos planos; el plano ideológico y el plano organizati-
vo. Cuya combinación avanza a la recomposición de la conciencia política del su-
jeto popular, en este caso, del miembro de la cooperativa y de manera más indi-
recta, de la comunidad en la que esta se inserta.

El avance en el plano ideológico tiene que ver con el pensamiento, los valores
e ideas que se incorporan a la vida cotidiana de las personas. Al contrario de la
ideología dominante, es decir, del proyecto de sociedad del sistema capitalista –
que promueve el individualismo, la apatía y la competencia– el cooperativismo
fomenta y exige la solidaridad, la cooperación, la participación activa, la ayuda
mutua y la igualdad social entre las personas para poder lograr las metas que se
propongan.

Las cooperativas van construyendo una nueva forma ideológica en los sujetos,
en la medida que las y los socios y las comunidades van incorporando a su coti-
dianidad los valores propios de el hombre y la mujer nuevos en el socialismo, que
se encuentran en oposición a los del sujeto atomizado en el capitalismo.

A modo de ejemplo, vemos que bajo los principios del cooperativismo, se eli-
mina lo que se conoce por división social del trabajo. Es decir, la capacidad que
tiene un trabajador en un determinado puesto para dar órdenes a otro que tenga un
rango menor en la jerarquía, por su posición en la sociedad, sea una diferencia de
estudios, dinero, influencia social, etc. Lo cual influye directamente en las rela-
ciones sociales que se configuran entre las y los trabajadores.

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Respecto a un plano organizativo, podemos observar que la cooperativa está
conformada por un conjunto de trabajadores con igual poder de decisión acerca
del proceso productivo que busca satisfacer necesidades sociales. Esta caracterís-
tica particular de las cooperativas deja en total evidencia el hecho de que la pro-
ducción sin “patrones” es absolutamente posible y realizable, al contrario de lo
que difaman ciertos sostenedores del capitalismo que defienden el rol de los capi-
talistas en el proceso productivo bajo el argumento de que sin ellos no habría con-
trol en la producción.

Las necesidades sociales –a través de las cooperativas– sí pueden ser autoges-


tionadas por los propios miembros de manera democrática, lo cual nos da una
idea de que los problemas y necesidades sociales en una sociedad entera efectiva-
mente pueden ser manejadas y solucionadas por el conjunto de los trabajadores
mediante la organización. Esta idea, de que existe un control por parte de las co-
munidades y/o la sociedad como ente superior, es la idea de la sociedad emanci-
pada en el socialismo, liberada de la ideología y los problemas propios de la acu-
mulación de capital.

De esta manera, se podría llegar a una esperanzadora conclusión; el socialismo


es realizable, e incluso es en cierta medida palpable dentro de las cooperativas,
pues conforman una suerte de “micro-socialismo”. En este las y los sujetos en di-
ferentes aspectos de la vida cotidiana se contraponen a la ideología y práctica bur-
guesa, con los valores, ideas y acciones que surgen de su relación con el proyecto
cooperativista; la ideología y práctica socialista.

La síntesis o conjunción del plano ideológico y el plano organizativo en las


personas, aporta al desarrollo de la conciencia política de éstas, es decir, sobre el
potencial que tiene la colectividad para transformar la realidad en que se encuen-
tran. Sin embargo, este alcance transformador del cooperativismo, se encuentra
con importantes limitaciones que impiden alcanzar la transformación de la socie-
dad en su conjunto.

La principal limitante del cooperativismo que impide dar ese salto cualitativo,
paradójicamente, provienen de aquello que antes identificamos como un alcance;
la conformación de “micro-socialismos” en el marco de una sociedad capitalista.

Pero para entender por qué hacemos aquel diagnóstico, resulta necesario ha-
blar desde una óptica clasista, y no ciudadanista. Esto quiere decir que se debe
considerar que antes que ciudadanos con derecho a voz y voto, se es parte del
pueblo, de una mayoría explotada que tiene el potencial para liberarse y cambiar
la forma en que se vive como sociedad. De esta forma, se logra apreciar que en el
capitalismo existe una contraposición de intereses entre el pueblo y los grandes
dueños del capital, una lucha de clases. Por el otro lado, la concepción ciudada-

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nista y liberal no hace distinción entre capitalistas y trabajadores, pues los consi-
deran como iguales; no existe una contradicción, una oposición entre capitalistas
y trabajadores, todos somos parte una gran masa ciudadana que busca los mismos
intereses.

Con estas visiones aclaradas, podemos introducir las limitantes que tienen las
cooperativas para la transformación social. En primer lugar está la posibilidad de
que los miembros tomen una actitud pasiva ante la comodidad de estar insertos en
este “micro-socialismo”, donde logran mejorar sus condiciones de vida, conseguir
estabilidad laboral, relacionarse de manera fraterna con sus pares y liberarse apa-
rentemente de la explotación directa que ejerce el capital en su trabajo.

El otro sentido en que puede adquirirse tal pasividad de acción, y en la que le


daremos mayor énfasis, es mediante una concepción errada del concepto de “Eco-
nomía Social Solidaria”. En esta se lleva a pensar que es posible alcanzar el socia-
lismo de manera pacífica a través del mercado, mediante la expansión y globali-
zación de las cooperativas o “micro-socialismos”, en donde estas serían capaces
de quitar terreno a las empresas capitalistas hasta eliminarlas, generando así un
socialismo en el total de la sociedad.

A esta visión se le denomina también el concepto de socialismo cooperativista


oweniano –por el inglés Robert Owen–, sin embargo, la evidencia histórica nos ha
demostrado dos problemas frente a esta concepción de socialismo cooperativista.
En primer lugar de que, dado la lucha de clases, la burguesía siempre ha atacado y
atacará cuando existe un mayor nivel de organización entre la clase trabajadora,
como la experiencia vivida en Inglaterra en 1832:

"En 1832, Owen crea la “Bolsa nacional de cambio equitativo del trabajo” que
emite “billetes de trabajo” que se suponía expresaban el tiempo invertido en la fa-
bricación más el costo de las materias y máquinas empleadas, sin tener en cuenta
las relaciones de trabajo establecidas durante el proceso productivo. Este proyecto
alternativo funcionó durante los primeros meses, mientras los artesanos y algunos
pequeños industriales aceptaron su equivalencia supuesta. La euforia apareció en-
tre los reformadores sociales que creían haber encontrado la fórmula mágica para
instaurar pacíficamente el socialismo cooperativista oweniano. Por otro lado, la
violencia de la burguesía había amilanado al naciente movimiento, 9 ahorcamien-
tos y 457 deportaciones, según cita Iñaki Gil en su libro, habían frenado el ímpetu
de las luchas obreras y campesinas, por lo que el owenismo apareció durante este
período como la alternativa pacifista y realista de cambio gradual mediante un
cooperativismo capaz de transformar desde dentro al capitalismo. Pero estos sue-
ños se esfumaron a los pocos meses de aparecer el “billete de trabajo”. La bur-
guesía aplicó el axioma de “golpéalo mientras esté abajo” (hit them while they are
down) destrozando el movimiento, que con solo 6 deportaciones —los “mártires
de Tolpuddle”, según la prensa owenista— se paralizó totalmente en 1834. Una

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de las lecciones importantes de este experimento, en términos de cambio antisiste-
ma, radica en la insuficiencia de redistribuir la riqueza de forma justa mantenien-
do la base del modelo productivo del capital. La evidencia histórica, incluido este
experimento promovido por Owen, apunta al colapso. La producción capitalista
es incompatible con la justicia distributiva, al menos en la manera en que esta ha
sido concebida y puesta en práctica en el último siglo.” (Miranda Lorenzo, 2012,
p. 78-79)

En segundo lugar, otro problema que surge de la concepción ciudadanista de la


sociedad bajo el socialismo cooperativista oweniano, es el hecho de que las co-
operativas se ven compitiendo dentro de un mercado capitalista. La evidencia his-
tórica nos muestra que mientras más van creciendo las cooperativas, más deben
adaptarse a las lógicas capitalistas de producción para poder seguir compitiendo,
y por lo tanto deben renunciar a los principios cooperativistas. Este punto se desa-
rrollará más adelante en la sección VI.

Es por estas razones que, para efectivamente lograr la superación del capitalis-
mo, es necesario lograr la transformación de la sociedad en su conjunto, de lo
contrario los intentos de transformar el sistema capitalista bajo el mercado resul-
tará en vano.

Esto nos lleva a concluir que las cooperativas, más que un ente transformador
de la sociedad en sí mismo, es una organización de resistencia al capitalismo. Es
decir, que las cooperativas son la muestra empírica de que las personas pueden
funcionar bajo lógicas contrarias a las capitalistas; a las de cooperación y solidari-
dad bajo relaciones sociales de producción iguales.

En resumen, las cooperativas tienen un potencial transformador que descansa a


nivel de sus miembros y comunidad más cercana, a través del desarrollo de un
plano ideológico y un plano organizativo de la conciencia política que es neces-
aria para lograr sujetos activos que confronten el orden actual. Sin embargo, se
debe ser cauteloso en las expectativas de este alcance, pues se encuentra limitado
por el contexto mismo de la cooperativa: el sistema capitalista. Hemos expuesto
que las cooperativas en sí mismas no son capaces de transformar el sistema capi-
talista en su conjunto, y que para aquello ocurra es necesaria la confrontación pro-
pia de la lucha de clases, para así resolver las contradicciones del sistema capita-
lista de raíz.

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VI. Problemática actual de las cooperativas en Chile
y el mundo

En Chile, a marzo de 2014 habían 4984 cooperativas registradas en el departa-


mento de cooperativas (DECOOP), de las cuales actualmente 952 se encuentran
activas en el mercado.

De ellas, un 55,7% de las cooperativas son de servicios (ahorro y crédito, agua


potable, de vivienda, etc), un 28,1% son Agrícolas, Campesinas y Pesqueras y,
por último, un 14,1% son de Trabajo. El 2,0% de las cooperativas restantes están
organizadas como Confederaciones o Federaciones. Hay cerca de 1 millón 748
mil socios inscritos, donde el 75% se concentra en cooperativas de ahorro y crédi-
to, luego en las áreas de agua potable, consumo, electricidad, servicio y vivienda
abierta hay entre un 4% a 5% cada una, y finalmente, hay porcentajes menores del
1% de los socios para los demás industrias.

Sin embargo, de todas las cooperativas que existen en Chile, muchas de


ellas sólo ocupan el marco legal para su constitución, y luego no cumplen a pleni-
tud todos los principios del cooperativismo, para así hacer uso de beneficios esta-
tales. Asimismo, también existen cooperativas que nacen intentando cumplir a
plenitud los principios cooperativistas, pero que al competir en el mercado capita-
lista, terminan asimilando las lógicas capitalistas de producción, dejando de ser
una forma de resistencia contra este sistema político-económico.

A continuación se intentará ejemplificar, a través de los principios cooperati-


vistas, algunas dificultades que poseen las cooperativas para subsistir dentro del
mercado capitalista, y como también otras cooperativas han aprovechado su ca-
rácter legal para usufructuar de los beneficios de las mismas.

1. Membresía voluntaria y abierta


La membresía voluntaria y abierta al ser controlada por las y los miembros de
la cooperativa, puede obviar el derecho a la entrada de nuevos socios cuando así
lo requiera. Como existe un estatuto que se aprueba de manera legal, los miem-
bros de una cooperativa pueden definir quienes entran como nuevos miembros y
quienes no, perdiendo así la naturalidad de este principio, que se basa en la solida-
ridad y el reconocimiento del sujeto como un aporte a la cooperativa. Por ejemplo
Colún y Capel, las dos cooperativas más grandes de Chile (sin contar las 7 coope-
rativas de ahorro y crédito que poseen más de 400.000 UF de patrimonio) aceptan
socios a los cuales llaman cooperados. Estos son agricultores, ganaderos, campe-
sinos, etc. que generan su producción exclusivamente para la cooperativa, y a
cambio la cooperativa les paga un valor razonable por su producción, además de
múltiples beneficios, los cuales son para todos por igual, independiente de su vo-
lumen de producción.

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Esto si bien es muy bueno para una cooperativa, dado que permite mejorar el
bienestar social, al realizar negocios justos con productores campesinos, también
es peligroso, porque asigna roles a los miembros de una cooperativa. Por ejemplo,
en el caso de Capel, los productores de uva tienen el rol de abastecer con materias
primas a la cooperativa, a cambio de un pack de beneficios monetarios y no mo-
netarios. Y esto los pone en una zona de confort, dejando de lado la capacidad crí-
tica y de resistencia contra el capitalismo, dado que Capel compite en las reglas
del mercado, y como les funciona, se genera un proceso de adaptación al capita-
lismo, y se desvirtúa la esencia cooperativista.

En conclusión, la membresía voluntaria no resulta ser tan “abierta” cuando se


compite en las lógicas del mercado, el cual se encarga de modelar y especializar a
las personas, dejándolas “felices” en su zona de confort, sin darse cuenta de los
problemas sociales que ocurren en otros lugares.

2. Gestión democrática por parte de los asociados


La Cooperativa del personal de universidad de Chile limitada (Coopeuch)
cuenta con más de 615.000 socios entre Arica y Punta Arenas, siendo actualmente
la Cooperativa de Ahorro y Crédito de mayor tamaño a nivel nacional y una de las
más importantes de América Latina. Su sistema de socios es el mismo que ocupan
todas las cooperativas de ahorro y crédito, donde los socios pueden ser clientes al
mismo tiempo. En los deberes y derechos del socio, este puede optar a créditos,
becas, y otros beneficios, a cambio de mantener su cuota de participación mensual
al día, y otras obligaciones financieras. En ese sentido, la gestión democrática por
parte de los asociados se traduce en hacer uso de sus derechos, los cuales no po-
seen mayor alcance que mejorar la gestión administrativa de la cooperativa, a tra-
vés del voto para la junta de accionistas. Pero esto es contradictorio con la lucha
cooperativista, la cual busca reivindicar la organización como esencial para la re-
volución, con el fin de mejorar el bienestar social. En cambio, en esta lógica dual,
donde el socio es cliente a la vez, se despersonaliza la relación con la cooperativa
con un fin utilitarista, egoísta y de conveniencia personal, dejando la gestión de-
mocrática, a conflictos de interés.

3. Participación económica de los asociados


Este principio, ha sido uno de los más desvirtuados con el paso de los años. En
el experimento cooperativista de los pioneros de Rochdale, todos los socios apor-
taron un capital que no necesariamente debía ser el mismo para todos (lo cual se
basa en la solidaridad, dado que muchas veces el capital que posee alguien ocurre
por privilegios, y es una barrera para otros que no tienen). Y luego, los socios se
reivindicaban con su trabajo, para la cooperativa.

Entonces el socio era al mismo tiempo el trabajador, y entre todos los trabaja-
dores, los dueños del control de la cooperativa. Pero esto en la gran mayoría de
las cooperativas no ocurre, donde poseen o más socios que trabajadores, o más

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trabajadores que socios. Y esto es una desigualdad tremenda, porque el trabajador
que no es socio, y está sujeto a un contrato (la forma más práctica de evitar que
alguien sea socio es a través de la subcontratación) no posee los mismos benefi-
cios que un socio, y probablemente trabaje lo mismo o más que el asociado. La
cooperativa de Mondragón, la más grande del mundo, al año 2008 posee 30 mil
socios, y 60 mil asalariados, reflejando que su condición exitosa de cooperativa,
ocurre también por la explotación de los asalariados, los cuales, no son retribuidos
de la misma manera que los socios.

En Colún, ocurre un caso similar. En su reporte de sustentabilidad del año


2015, evidencia que tiene 1217 trabajadores propios, y 885 trabajadores subcon-
tratados. ¿será acaso, que las cooperativas para ser rentables a largo plazo, tendrán
que seguir la misma lógica capitalista, de la explotación del sujeto, y su conver-
sión a un objeto? Lo más probable, es que para mantener rentabilidades, y no te-
ner que repartir los excedentes finales, a tantos socios, se ocupe este mecanismo.
Pero aquello es contradictorio con la naturaleza solidaria de las cooperativas, y
discriminatorio para quien trabaja sujeto a un (sub)contrato y no pueda ser socio
del lugar donde se jactan de seguir los principios cooperativistas.

En Colún se pueden defender, apelando a que sus socios son los cooperados,
los productores de leche, y ellos no quieren compartir parte de los beneficios con
los no miembros, pero eso es un síntoma de que la concepción del cooperativismo
en un sistema capitalista, obliga a realizar contradicciones con los principios
cooperativistas, o reinterpretaciones de los mismos.

4. Autonomía e independencia.
La base de este principio es la supervivencia de la cooperativa al largo plazo,
sin intervención de terceros, que puedan presentar conflictos de interés. Un ejem-
plo de esto es cuando Capel en el año 2003, frente a la crisis económica interna,
producto de la llegada de la competencia CCU por parte del grupo Luksic, estuvo
a punto de vender la cooperativa a este grupo, pero gracias a la negación por parte
de los cooperados se evitó la disolución de Capel. Rodrigo Salinas, gerente gene-
ral en esa época, se refería a los hechos: “Los cooperados preferían quebrar, con
dignidad, antes que vender su empresa a la competencia que comenzaba a insta-
larse en la zona”. Incluso, el lema que defendían los cooperados frente al proble-
ma era: “si bien toda empresa tiene su precio, una forma de vida, en cambio, no la
tenía”. (Rojas Aguilera, 2013)

Si bien este caso refleja la capacidad de las cooperativas de sobrevivir en el


tiempo, dado que al democratizar las decisiones, se logra valorar de mejor manera
los beneficios pecunarios y no pecunarios de la organización (estilo de vida, flexi-
bilidad, participación, mejores remuneraciones, etc.) también es peligroso en el
sentido del amor irracional a la cooperativa, por sobre el proyecto político que

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hay detrás, de la misma manera en que los partidos políticos tienden a valorar el
partido mismo, que el proyecto político que los sustenta.

Esto es peligroso en el sentido de que una cooperativa al declararse apolítica y


autónoma, perpetúa a la cooperativa como un grupo de personas que buscan un
beneficio en común mediante la organización, pero que al mismo tiempo se desli-
ga de sus responsabilidades con la sociedad. Y esto puede sesgar a la cooperativa
hacia un fin utilitarista, y egoísta con su entorno, lo cual refleja dilemas cómo:
¿hasta qué punto estoy dispuesto a aumentar las utilidades de una cooperativa? o
bien ¿cuánto porcentaje de nuestras utilidades destinamos a la ayuda social? y fi-
nalmente la gran pregunta ¿es la cooperativa un medio para llegar a una mejor so-
ciedad, o un fin en sí mismo?

5. Educación, formación e información.


Este ha sido otro principio tergiversado con el tiempo. Uno de los pilares fun-
damentales de una cooperativa democrática y autónoma es la autoformación, la
constante búsqueda de crecimiento personal, con el fin de ayudar a la superviven-
cia prolongada de la cooperativa. Y esto se intenta transmitir a la comunidad, a
través de la educación permanente, y talleres de formación sobre el cooperativis-
mo. Pero en la realidad esto se traduce a la orientación del conocimiento hacia la
especialización, y no a la crítica permanente del rol de las cooperativas en la so-
ciedad.

La organización, implica que unos sepan más que otros en algunos temas, y así
mediante la autoformación organizativa, se van integrando conocimientos. Pero
cuando una cooperativa entra a la lógica del capitalismo, entra a la lógica de la es-
pecialización, a la lógica de las capacitaciones técnicas que buscan aumentar la
productividad del trabajador, sin cuestionar el trabajo mismo. Y el acto reflexivo,
es necesario para generar cambios, y si este se orienta de manera unidireccional,
es peligroso porque entrega una verdad parcial.

Coopeuch, en uno de sus planes que fomenta la educación en la comunidad,


apadrina escuelas, y les enseña a formar cooperativas. Pero les enseña su expe-
riencia de cooperativas, la cual evidentemente está orientada a las lógicas del
mercado. Y esto distorsiona el concepto de cooperativas a una lógica amigable
con el sistema capitalista, donde los valores como la solidaridad, democracia, y
ayuda mutua, están sesgados a la misma lógica. Por ejemplo, no es lo mismo mi-
rar a las cooperativas como un acto de resistencia contra las lógicas explotadoras
del capitalismo, que mirarlas como una manera de mejorar el capitalismo, porque
ello implica, redundar en las contradicciones básicas del capitalismo (explotación,
acumulación de capital, crisis, sujeto como objeto y el dinero como sujeto, etc).

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6. Cooperación entre cooperativas
Este principio es el que posee mayor reflejo de las lógicas capitalistas y sus
formas de desintegrar las cooperativas, adaptándose a las lógica capitalistas. Para
ello usaremos un ejemplo práctico: Imagine el lector que quiere formar una co-
operativa. Su primera decisión será escoger un producto o servicio, luego si ten-
drá que producirlo o comprarlo, y finalmente a quien se lo venderá. Pensemos que
quiere hacer una panadería, y para ello necesita insumos. Sus opciones son dos:
comprar harina envasada a un mayorista, o comprar la harina directamente a un
productor. Como usted es una cooperativa pequeña, comprará la harina envasada,
porque es más barata y usted quiere ayudar a la comunidad entregando un rico
pan a un precio más barato que el supermercado. Pero esa harina envasada, lo más
probable es que haya sido creada en una empresa capitalista, con todos los proble-
mas que trae consigo. Entonces surge una contradicción, entre ayudar a la comu-
nidad entregando un pan más barato, pero conociendo su procedencia, o comprar
la harina al productor y tener un pan más caro que el supermercado. ¿Porqué ocu-
rre esto?

Esto se debe a que el capitalismo está inmerso en todas las áreas económicas
del mundo, y cuando usted quiera formar una empresa, en cualquier parte de su
cadena de valor (extracción de materia prima, conversión a producto, despacho a
mayorista, despacho a almacenero, despacho a cliente, etc) tendrá que toparse con
una empresa capitalista. Y por ello, dado que el capitalismo, con sus mecanismos
de protección y mayor presencia, como lo son las alianzas con los extractores de
materias primas, resultan en que las cooperativas adoptan herramientas capitalis-
tas.

Esto se podría evitar si existe una proliferación de cooperativas en el mundo de


distintas áreas que se puedan apoyar entre sí, y así poder sobrevivir en el medio
hostil. Por lo tanto, es muy importante crear redes de mutua cooperación al mo-
mento de crear una cooperativa, para que proyecte su naturaleza solidaria y así
evitar entrar en las lógicas del mercado, al menos en cierta medida.

7. Interés o compromiso por la comunidad


El compromiso por la comunidad es la manzana de la discordia en todo senti-
do. En el caso de las cooperativas, significa retribuir parte de sus excedentes a la
ayuda social, En la práctica, las cooperativas exitosas realizan donaciones, aportes
culturales, eventos sociales, etc. Esta lógica es la misma que poseen las empresas
capitalistas con los actos de responsabilidad social empresarial, donde hacen actos
muy parecidos, sin cuestionar la realidad,

Cuando se habla de compromiso con la comunidad, esto implica diálogo, in-


tentar crear lazos con la comunidad. Y ello implica generalmente cambio, cuando
la comunidad lo necesita. Sin embargo, las cooperativas actuales han caído en la

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misma lógica asistencialista que las empresas amigables del capitalismo, dado
que todos sus actos “comunitarios” entregan momentos efímeros de felicidad,
pero no cuestionan en ningún momento las contradicciones del capitalismo. Un
real compromiso con la comunidad, es conocer sus problemas, sus necesidades y
quejas, y esta relación, es complicada cuando se tienen cooperativas que lo inten-
tan hacer, pero les faltan recursos para ello, o entran en la discusión de la reparti-
ción de excedentes.

Si bien acá se presentaron evidencias de cómo el capitalismo ha desprestigiado


a las cooperativas a través de su influencia en distintos niveles, también existen
problemas para las cooperativas que deseen mantener su fidelidad a los principios
cooperativistas. Uno de ellos es la fuga de talentos. Las cooperativas más ortodo-
xas, intentan realizar pagos equitativos de sueldos mensuales, lo cual es bueno
hasta cierto punto. Pensemos en una cooperativa, que logra hacer las cosas bien, y
sus socios ganan $500.000 al mes, por trabajar 44 horas a la semana. Ese sueldo,
que evidentemente es bueno para el 70% de la población, no es suficiente para
quienes poseen estudios superiores, porque, entrando nuevamente a las lógicas del
mercado, quien posea mayor estudio institucional, debe ser remunerado con más
dinero.

Pero como en las cooperativas ortodoxas se busca la autoformación, siempre


es necesario que se asocien personas con estudios en diversas áreas, para que los
demás puedan aprender. Sin embargo, ¿cómo motivamos a los talentos (a quienes
tuvieron el privilegio de estudiar una carrera superior, dado que todos tenemos ta-
lentos) a trabajar en una cooperativa?

Si bien esta pregunta abre muchas otras, hay cosas esenciales que se tienen que
desmentir, y deben ser la bandera de lucha de las cooperativas: La creencia de que
un estudio superior te hace mejor persona, la necesidad (creada por el capitalis-
mo) de materializar el estudio con éxitos estereotipados, la creencia de que a ma-
yor dinero tendrás mayor felicidad, etc. Esto invita al lector a buscar otras mane-
ras de desideologizar el salario.

En conclusión, los principios cooperativistas de Rochdale han sido tergiversa-


dos en el tiempo, y han tomado un tinte capitalista. En efecto, si bien los pioneros
de Rochdale realizaron la cooperativa como una manera de superar la pobreza del
consumo, también gran parte de los Pioneros militaban en partidos de dirección
socialista, lo cual entrelazaba un proyecto político con una organización económi-
ca-práctica que ayudaba a sostener el proyecto.

En cambio en la actualidad, la gran mayoría de las cooperativas, sobre todo las


más grandes, han perdido esa esencia de resistencia al capitalismo, aplicando las
mismas prácticas que en su momento fueron repudiadas por el movimiento
cooperativo: La explotación del trabajador, en este caso con la discriminación de

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miembros y no miembros; la discriminación salarial para los miembros; el encasi-
llamiento de los miembros como piezas de una organización y no como seres que
pueden autoformarse, y por lo tanto tomar injerencia en las decisiones de la co-
operativa (dado que la mayoría de los directivos poseen títulos profesionales, ne-
gando la autoformación, y sesgando las decisiones estratégicas a los profesiona-
les); y finalmente, la pérdida de un proyecto político que se declara anticapitalista.

De todas formas, sí es posible realizar cooperativas políticas sin tener que


adoptar prácticas capitalistas, y varias cooperativas a lo largo del mundo lo de-
muestran en su actuar en el día a día. En Chile un ejemplo de ello es la Cooperati-
va Apoyo Mutuo, así como también la federación de cooperativas de trabajo,
TRASOL, que proclama:

“Somos 12 cooperativas de trabajo de distintos rubros que nos unimos para


formar la federación de cooperativas de trabajo TRASOL la cual tiene por objeto
social integrar y representar a las cooperativas de trabajo para fortalecerlas y
promoverlas, difundiendo y fomentando este modelo basado en la autogestión, la
democracia y la solidaridad, que mejora la calidad de vida de las personas y
aporta a la transformación social; velar por los intereses y, complementar y faci-
litar el cumplimiento de los objetivos de las cooperativas asociadas, cooperando
con sus labores y actividades”

Esta federación, cumple gran parte de la esencia de las cooperativas ortodoxas


(igualdad de sueldos-utilidades, ayuda entre cooperativas, solidaridad, transfor-
mación social, democracia en las decisiones, autoformación, etc) sin tener que
adoptar prácticas capitalistas, para ser un medio legítimo de resistencia, y de una
realidad donde se genera organización para la transformación del sistema capita-
lista, tal como buscan las y los compañeros de la Cooperativa Apoyo Mutuo.

VII. La experiencia de la cooperativa Apoyo Mutuo1

Como se dijo anteriormente, los autores de este documento somos jóvenes de


la organización Amauta, que estudiamos carreras relacionadas a la economía y la
administración y que descontentos con la visión mercantil y capitalista que la
Universidad da a nuestras disciplinas, buscamos maneras de problematizar esto
entre nuestros/as compañeros/as, disputando este sentido y generando herramien-
tas que nos sirvan para, como futuros/as profesionales, poner nuestro quehacer y
conocimiento a disposición de la transformación total de la sociedad.

1 En esta sección hacemos uso de los testimonios de entrevistas personales realizadas a las y los socios y
organizadores de la cooperativa Apoyo Mutuo: Darío, Carlos, Erika, Victor, Kelly y Alejandra, así como
de vecinos y vecinas que compraron en la venta realizada el día 1 de Mayo de 2016 en la población Lo
Hermida, comuna de Peñalolén en Santiago.

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Para nosotros/as era interesante analizar, desde la perspectiva económica e
ideológica, la experiencia del cooperativismo y su potencial transformador, así
como tensionar nuestros conocimientos adquiridos en la Universidad y ponerlos
al servicio de las necesidades de una de estas organizaciones, que en esencia son
reflejo y resultado de las necesidades sin resolver que tenemos como clase popu-
lar.

Así fue que trabajamos durante siete meses en conjunto con la cooperativa
Apoyo Mutuo, a la cual pudimos aportar con nuestros conocimientos de contabili-
dad, manejo de programa excel, finanzas, administración y la sistematización de
su experiencia cooperativista con este documento y material audiovisual de foto y
cortometraje.

La Cooperativa Apoyo Mutuo nace el año 2012 en la población Lo Hermida,


ubicada en la comuna de Peñalolén (Santiago de Chile) y surge frente a la necesi-
dad que tienen los pobladores, de optar al consumo de una canasta básica más
económica que la obtenida en almacenes tradicionales o supermercados. Por lo
tanto, Apoyo Mutuo funciona como un almacén popular de venta mensual para la
población, que logra dar respuesta a una problemática común para los vecinos de
Lo Hermida.

La base de esta organización se encuentra compuesta por siete integrantes, que


a pesar de desarrollarse laboralmente en distintas ocupaciones, confluyen y se or-
ganizan para dar vida y continuidad a esta solución colectiva. La mayoría vive
cerca del sector o tiene una estrecha relación con la comunidad a través de más
organizaciones sociales, ahora bien, a todos los une la convicción de que la orga-
nización y el trabajo colectivo son herramientas fundamentales para cambiar la
sociedad.

Respecto a la labor de la cooperativa, esta se concretiza los primeros Domin-


gos de cada mes en la sede de la unidad vecinal n° 17 Isabel Riquelme de la po-
blación Lo Hermida junto al Barracón, donde cerca de las diez de la mañana se
reúnen para levantar lo que será una nueva jornada de trabajo. Aquí se instalan
mesones con variados productos, desde alimentos no perecibles hasta útiles de
aseo, en otras palabras, productos básicos del quehacer diario. La venta se extien-
de hasta las dos de las tarde aproximadamente, para después dar por finalizado un
día más de acción colectiva a favor de una sociedad justa.

El contexto de la Cooperativa Apoyo Mutuo es que nace en respuesta a la


abrumante carencia social de solidarizar con el otro, partiendo desde la satisfac-
ción de necesidades básicas, como lo son la alimentación e higiene, pero no desde
de la vereda de la inflación de precios y/o ganancia exacerbante, si no desde una
mirada empática, solidaria y justa.

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Se enfrenta a una realidad donde las grandes cadenas de supermercados elevan
los precios de los productos a fin de obtener mayores ganancias, sin importarle en
lo más mínimo la limitante que esto significa para quienes no cuentan con dinero
o un poder adquisitivo suficiente, provocando finalmente que no todos podamos
satisfacer con plenitud ciertas necesidades que son básicas para una vida digna.

Aquí es donde esta forma de organización entra en juego, y rompe con los es-
quemas capitalistas de las grandes empresas. Su objetivo es brindar al poblador
una herramienta para satisfacer cierta necesidad social de manera colectiva. En
una entrevista realizada a un miembro de la cooperativa, Darío nos relata los valo-
res que sustentan este proyecto, siendo la participación social, comunicación en-
tre vecinos/as y solidaridad, los más importantes a la hora de hablar de cooperati-
vismo, en el cual se busca construir un proyecto social de manera colectiva, den-
tro de un marco de economía social solidaria. Sobre esto Kelly nos dice:

“Forma de relacionarse más allá de una necesidad puntual, no desde una es-
tructura de poder desde un escalón superior que te diga qué es lo que tienes que
hacer, ni cuánto tienes que ganar. El trabajo colectivo es la principal idea, este
concepto supera el individualismo del modelo neoliberal. La cooperativa no solo
responde a necesidades materiales, sino también a necesidades sociales, como
parte de la vida. Responde a una necesidad existencial, como estilo de vida… se
retomaron ciertas prácticas que se daban en la población en época de dictadura”

Si bien la Cooperativa Apoyo Mutuo ha salido adelante, con esfuerzo, perseve-


rancia y dedicación por parte de sus miembros, no ha estado exenta de dificulta-
des que han hecho menos eficiente su funcionamiento. Nosotros/as desde nuestras
disciplinas hemos podido ayudar en lo que ha estado a nuestro alcance, sin embar-
go, existen trabas que responden más al contexto actual de la sociedad capitalista.

Una de estas trabas en la que pudimos aportar, fue la falta de conocimiento téc-
nico sobre administración y por tanto, la difícil gestión de los recursos, especial-
mente en cuanto al orden financiero y la contabilidad, es decir el registro de ven-
tas y las planillas de costos. La situación es que todas las ventas que se realizan
mensualmente son registradas en el mismo momento, de tal forma que se pueda
tener un catastro detallado de lo vendido, a modo de mantener el orden y a la vez
determinar la demanda de productos para la siguiente venta.

El problema que tenía la cooperativa, era que este registro se hacía de forma
manual en una planilla excel que no se ajustaba al verdadero proceso de venta y
sólo una persona sabía realizarlo. Esto generaba que se retrasara la venta y se for-
mara una alta dependencia hacia aquella persona, que imposibilitaba funcionar en
su ausencia. Por lo tanto, uno de nuestros desafíos fue generar una nueva manera
de hacer el registro y manejar esta información, tal que facilitara su uso para cual-

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quier usuario y llenara los vacíos de la antigua planilla para ajustarla de mejor
manera al proceso actual de compra y venta.

Por otra parte, los principales obstáculos con que encuentra Apoyo Mutuo –y
que escapa de nuestra posible acción– han sido los recursos físicos, monetarios y
de tiempo que dispone la cooperativa para funcionar y que se ajustan al punto de
realizar una sola venta en el mes. No ha sido posible disponer de mayores bode-
gas para almacenar productos y mucho menos, de un local físico que pueda ser
atendido por un trabajador a sueldo. Por esto mismo, las y los miembros viven de
sus trabajos en otros lugares y por ende, el tiempo que disponen para organizarse
y gestionar la cooperativa se encuentra restringido al horario post-jornada laboral.

Respecto a ciertos obstáculos, Darío nos cuenta: “Un problema ha sido el


transporte, la primera compra fue super simbólica, fuimos a comprar a San Pablo
con carros de supermercado y luego nos subimos a la micro. Otro problema es la
contabilidad en una oportunidad hubo un problema con el tema del IVA, en don-
de nos fijamos solo en el valor neto de los productos, por ende se pensó que había
salido más barato, pero en realidad se quedó debiendo dinero. Es muy importante
la confianza ya que esto, se quiso ocultar a los demás integrantes, pero después se
procedió a contarlo. Es muy importante ser honesto con todo lo que se está ha-
ciendo.”

Asimismo, los bajos niveles de participación de las y los vecinos para sumarse
a la gestión de la cooperativa ha sido un problema que ha estancado el crecimien-
to orgánico de la cooperativa y por lo tanto, ha limitado el impacto de esta en la
comunidad.

Frente a estas dos situaciones recién planteadas, la cooperativa actualmente se


encuentra en un proceso de legalización con la intención de poder captar mayores
recursos a través de los fondos concursables que ofrecen distintas instituciones.
Para aportar con nuestro conocimiento en este proceso, se trabajó en una posible
proyección en términos financieros, a través del cálculo del VAN y tasa de interés
correspondiente para analizar la sostenibilidad de su funcionamiento en el tiempo.

Ahora bien, aunque la cooperativa se encuentre con estas dificultades, ha podi-


do desarrollar aspectos positivos que han impactado directamente en sus miem-
bros y la comunidad en que se insertan.

Primero, debemos destacar que la relación comprador-vendedor que esta gene-


ra, no se basa en una mera transacción, como lo es habitual en los grandes blo-
ques comerciales. Aquí existe una interacción mucho más cercana y empática
que rompe con los valores mercantiles que impone y naturaliza el sistema neoli-
beral. Respecto a esto Carlos nos dice:

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“Buscamos crear un contacto con los vecinos, lo bueno es que se enganchó a
varias personas, cada vez nos fuimos reafirmando más en la idea de la cooperati-
va, si bien ha ido rotando la gente a lo largo del tiempo, últimamente nos hemos
fortalecido como cooperativa. La confianza es lo que nos ha permitido avanzar
más rápido en la cooperativa, pero es difícil ganar esa confianza”.

En una de las tantas visitas que realizamos los primeros Domingos de cada
mes, pudimos entrevistar a los vecinos que suelen comprar habitualmente su mer-
cadería mensual en la Cooperativa Apoyo Mutuo, estos nos recalcaban con énfa-
sis el grato ambiente que se origina en las jornadas de ventas, los vecinos asisten
en familia y se sienten en casa, los niños juegan, los vecinos se conocen y se crea
una espacio donde prima la solidaridad, respeto y la vida en comunidad.

Otro aspecto positivo a mencionar es el aumento progresivo de vecinos y veci-


nas que asiste a las ventas mensuales de la Cooperativa. Darío nos comenta que
todo comenzó entre amigos/as y compañeros/as de diversas organizaciones socia-
les, y poco a poco se fue ampliando a las y los pobladores, que a la vez corrían la
voz a sus cercanos, sobretodo por los precios bajos y el grato ambiente. Una seño-
ra que es compradora frecuente, nos dice “Uno siempre anda buscando lo más
económica y esta cooperativa es super buena para los pobladores, se ahorra. [...]
Yo espero todos los meses para venir a comprar acá.”

Es importante recalcar que esta cooperativa se organiza además con la idea de


ser una resistencia o una alternativa al capitalismo, como dicen al inicio y cierre
de la venta mensual. La visión de las y los miembros de este proyecto se contra-
pone al modelo de libre mercado que sólo termina beneficiando a los grandes gru-
pos económicos.

Por ejemplo, hacen una crítica directa al control que ejercen las principales ca-
denas de supermercados del país, concuerdan en que existe un monopolio (o más
bien, oligopolio) de los productos básicos de consumo con el único fin es rentabi-
lizar al máximo el negocio de los dueños del capital, sin importar las dignidad de
las personas, las necesidades sociales, el cuidado del medio ambiente, los dere-
chos laborales, entre otros.

En este mismo sentido, Víctor que es Ingeniero comercial de la Universidad de


Santiago, miembro de la Cooperativa Apoyo Mutuo y encargado de llevar el re-
gistro de las ventas mensuales, nos comenta cómo las distintas disciplinas están al
servicio de las necesidades del mercado y no de la sociedad, cómo el conocimien-
to se ha mercantilizado, se ha transformado en un bien transable, el cual comienza
a tomar forma y sentido de acuerdo las exigencias del mercado, esto provoca que
aquellas personas que no puedan “pagar” por ese conocimiento se vean restringi-
das y segregadas, lo que se refleja en la gran desigualdad social que atraviesa
nuestro país.

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Así vemos que Apoyo Mutuo es una experiencia cooperativista que logra en-
carnar los principios del cooperativismo y ser un ejemplo de resistencia al capita-
lismo, que si bien se encuentran con variadas dificultades para funcionar y desa-
rrollarse en la sociedad, logra dar respuesta a una problemática concreta en la po-
blación.

Como estudiantes y parte del pueblo, debemos ser conscientes de nuestro en-
torno, ser capaces de articularnos y organizarnos para tomar acción frente a las
injusticias. Para transformar la sociedad se requiere poner nuestras herramientas
al servicio de las necesidades de la sociedad. Nos quedamos con el ejemplo del
accionar de las y los miembros de la cooperativa, quienes han demostrado que
con trabajo colectivo, valor y corazón se pueden crear caminos más justos e igua-
litarios. Víctor enfáticamente nos deja un claro mensaje: “Lo que buscamos como
objeto final, es que los vecinos tomen conciencia, de que unidos, pueden lograr
muchas cosas”.

VIII. Conclusión y reflexiones finales

El cooperativismo se origina a partir de un descontento ante la conformación


actual de la sociedad, en donde todo el aparataje social, leyes, Estado, medios de
comunicación, instituciones, cultura, producción de bienes y servicios giran en
torno a la perpetuación de la acumulación de capital por parte de la clase domi-
nante. En este contexto nacen las cooperativas, que con sus formas colectivas de
organización del trabajo, se presentan como una forma de resistencia ante las lógi-
cas capitalistas de producción.

La característica central de las cooperativas es que su forma de producir des-


cansa en el poder de decisión que poseen las y los miembros dentro de cada co-
operativa. Es decir, el control de la empresa no reside en una figura unipersonal
de los empresarios capitalistas, sino que por el colectivo; el conjunto de las y los
miembros deciden la planificación, producción y repartición de excedentes. De
esta forma ya no existen salarios de subsistencia y beneficios capitalistas producto
del plusvalor que caracteriza toda empresa capitalista; en las cooperativas existe
una repartición democrática de los excedentes.

Los Pioneros de Rochdale, mediante la cooperativa de consumo que sirvió


como inspiración para el desarrollo del cooperativismo a lo largo del mundo, sen-
taron las bases de lo que son los 7 Principios del Cooperativismo. Esto, con el fin
de asegurar los valores anticapitalistas de la solidaridad, compañerismo e igual-
dad dentro de cada cooperativa, así como también para evitar que las cooperativas
se sometan a las lógicas capitalistas de producción al momento de competir en el
hostil mercado capitalista.

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Las cooperativas, entonces, van construyendo a través del trabajo colectivo
una nueva forma ideológica en los sujetos, en la medida que las y los socios y las
comunidades van incorporando a su cotidianidad los valores socialistas, que se
encuentran en oposición a los del sujeto atomizado en el capitalismo. Este impac-
to es considerado un alcance o potencial de esta forma de organización en la
transformación de la sociedad.

A partir de todo lo expuesto se podría concluir apresuradamente que basta con


las cooperativas para poder superar las contradicciones del capitalismo y alcanzar
el socialismo mediante su globalización y fortalecimiento. El problema de este ra-
zonamiento, es que el capital opera no sólo en el mercado, sino que en diferentes
esferas de la vida humana y por lo tanto, para poder transformar la sociedad es ne-
cesaria la acción política que surge a partir de la lucha de clases. Establecimos en-
tonces que las cooperativas, más que un ente transformador de la sociedad en sí
mismo, es una organización de resistencia al capitalismo.

Como las cooperativas compiten dentro de un mercado capitalista, mientras


más grandes son, más deben acomodarse a las lógicas capitalistas de producción,
y por ende deben ir renunciando poco a poco los principios cooperativistas. Esto
se traduce en funcionar como cualquier empresa bajo el nombre legal de “Coope-
rativa”, para así hacer uso de los beneficios estatales. En el caso chileno, lo ante-
rior es bastante común y para ejemplificar revisamos uno a uno las distorsiones
que han sufrido los principios.

Para nosotros/as era interesante analizar, desde la perspectiva económica e


ideológica, la experiencia del cooperativismo y su potencial transformador, así
como tensionar nuestros conocimientos adquiridos en la Universidad y ponerlos
al servicio de las necesidades de una de estas organizaciones, que en esencia son
reflejo y resultado de las necesidades sin resolver que tenemos como clase popu-
lar.

Así fue que trabajamos durante siete meses en conjunto con la cooperativa
Apoyo Mutuo, a la cual pudimos aportar con nuestros conocimientos de contabili-
dad, manejo de programa excel, finanzas, administración y la sistematización de
su experiencia cooperativista con este documento y material audiovisual de foto y
cortometraje.

Esta cooperativa, tal como los Pioneros de Rochdale, se dedica a la compra y


venta de productos básicos de consumo. Apoyo Mutuo es una experiencia coope-
rativista que logra encarnar los principios del cooperativismo y ser un ejemplo de
resistencia al capitalismo, que si bien se encuentran con variadas dificultades para
funcionar y desarrollarse en la sociedad, logra dar respuesta a una problemática
concreta en la población.

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De la mano de esta experiencia hemos aprendido de qué se trata el cooperati-
vismo, cómo va impactando en la sociedad y de qué manera va desarrollándose
contra la corriente en el Chile actual. Nuestra intención, además de resultar un
aprendizaje enriquecedor para nosotros/as como personas, ha sido siempre poder
utilizar nuestro conocimiento y disciplinas para aportar a esta experiencia popular
de cooperativismo, que en el fondo, es reflejo y proyección de las necesidades y
problemáticas que tenemos cotidianamente como sociedad. Esta tarea ha sido un
desafío tremendo para nosotros y nosotras, ya que nuestra formación se encuentra
enfocada a casos de la gran empresa y el mercado y por lo mismo, ha sido un
constante tensionamiento de nuestra enseñanza, de nuestra relación con la univer-
sidad y de nuestro rol como futuros/as profesionales.

Nos hemos dado cuenta en la práctica de la relevancia de cuestionar el sentido


que poseen los centros educativos y la necesidad y urgencia de enfrentar y dispu-
tar esta orientación capitalista. De que, para nosotros/as como estudiantes es im-
portante luchar por una Universidad que ponga su conocimiento y su formación
de profesional a disposición de la transformación de la sociedad, a una que entre-
gue una vida digna, justa e íntegra a cada persona que la compone.

Por eso, volvemos a la universidad con la claridad más fuerte de que no pode-
mos seguir aguantando una formación que da por hecho que la sociedad debe y
deberá siempre organizarse bajo el modo de producción capitalista, que el capital
–expresado en el mercado capitalista– debe ser el ente que distribuya nuestros re-
cursos, que la Universidad debe enseñar lo que el mercado laboral exija, y que el
capital sea el motor de nuestra existencia, con todos los problemas que trae consi-
go.

Creemos firmemente que el cooperativismo debe ser ejercido y potenciado hoy


en día en distintas poblaciones y comunidades a lo largo del país, como una forma
de organización colectiva y democrática para el trabajo.

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IX. Referencias

Burdín, G. & Dean, A., 2009. Las decisiones de empleo y salarios de cooperati-
vas de trabajo y empresas capitalistas: Evidencia para Uruguay en base a datos de
panel. Instituto de Economía. Serie Documentos de Trabajo

Cruz Reyes, J. & Piñeiro Harnecker, C., 2012. Una Introducción a las cooperati-
vas. En: Cooperativismo y Socialismo: Una mirada desde Cuba. La Habana: Edi-
torial Caminos.

Gambina, J. C. & Roffinelli, G., 2012. La construcción de alternativas más allá


del capital. En: Cooperativas y Socialismo: Una mirada desde Cuba. La Habana:
Editorial Caminos.

Miranda Lorenzo, H., 2012. Cooperativismo y autogestión en las visiones de


Marx, Engels y Lenin. En: Cooperativas y Socialismo: Una mirada desde Cuba.
La Habana: Editorial Caminos.

Rojas Aguilera, G., 2013. El caso de la cooperativa CAPEL. Flacso Argentina.

CONTACTO

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catedras.amauta@gmail.com

Redactores:
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Ediciones Periplos & Peripecias
periplosyperipecias@riseup.net

Impreso en Lo Hermida
Santiago, región chilena
Septiembre, 2016
Somos estudiantes de la Facultad de Economía y
Negocios de la Universidad de Chile, que nos or-
ganizamos para generar instancias que cuestionen
la hegemonía mercantil del conocimiento que se
reproduce en la facultad y disputar el sentido de
nuestras disciplinas, para que estas sirvan a las ne-
cesidades sociales. De esta manera, hacemos un
esfuerzo por construir y fortalecer una alternativa
revolucionaria y popular en la Universidad.

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