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Una parte importante del pensamiento de Nietzsche gira en torno a la cuestión del ser humano.

¿Qué
significa ser humano? De entrada, traspasar las barreras establecidas y buscar el placer. El ser
humano es un animal que huye del aburrimiento a través del juego y el estímulo de los sentidos. El ser
humano es principalmente vida. La vida no busca refugio en la religión, no se consuela con la ciencia.
La vida sólo se sienta satisfecha con un incremento de vida, con un aumento de su voluntad, con la
afirmación de cada instante.

La temprana lectura de Schopenhauer resulta aquí decisiva. En el año 1865 Nietzsche descubría en
un anticuario de Leipzig los dos tomos de El mundo como voluntad y representación. Los leyó
inmediatamente y, tal como cuenta en su autobiografía, durante cierto tiempo anduvo sumido en un
estado de embriaguez. La idea de que el mundo labrado por la razón y gobernado por la moral no es
el mundo genuino le fascinó desde el primer momento. Por debajo de todo convencionalismo –sea
éste de tipo religioso, moral y político – ruge la vida real: la voluntad. La esencia del mundo, su
sustancia, no es algo racional, lógico, sino un impulso oscuro, vital. Desde la perspectiva de
Schopenhauer, los poderes de la vida –los interiores y los exteriores– le parecen sublimes. El 7 de
abril de 1866 Nietzsche describe así la impresión que le produce una tormenta: “¡Cuán distintos son el
relámpago, la tempestad, el granizo, que son poderes libres, sin ética! ¡Qué felices, qué fuertes son,
voluntad pura, sin perturbaciones por causa del entendimiento!” (B 2, p. 122) [1] También los hombres
de su entorno se le presentan ahora de otro modo. Desde que Schopenhauer ha quitado de sus ojos
“la venda del optimismo”, ve con mayor agudeza, y la vida se ha hecho “más interesante, aunque
también más fea” (B 2, p. 140), escribe a Mushacke el 11 de julio de 1866.

A este respecto, la convicción de Schopenhauer de que la vida se puede redimir por el arte se
confirma en su pasión por la música. Algo que resulta decisivo para el desarrollo ulterior de su propio
pensamiento filosófico. El hecho de que en general exista el entusiasmo por el arte es interpretado por
el joven Nietzsche como triunfo de la esencia espiritual del hombre sobre la cautividad de la voluntad
en la naturaleza. El arte se convierte en la búsqueda de recursos alternativos a la racionalidad y la
representación.

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