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Los seres humanos siempre hemos considerado los sentidos una puerta de
acceso al mundo exterior, a través de los cuales explorábamos nuestro entorno
y obteníamos información sobre él, básica para poder velar por nuestra
supervivencia. Aristóteles clasificó esos rádares naturales del organismo en
cinco: vista, oído, gusto, tacto y olfato. Y a esos, hemos ido añadiendo,
recientemente, otros como el sentido del equilibrio, la temperatura, el dolor, la
posición corporal y el movimiento.
Cómo percibimos Mientras usted lee este artículo, todo su organismo está
atento a los diferentes estímulos que hay en el ambiente. Para empezar, sus
ojos están recogiendo la información visual y enviándola al cerebro; sus
manos están sosteniendo el suplemento, sienten el tacto del papel en las
yemas de los dedos; sus oídos están rastreando, quizás de forma inconsciente,
el entorno en busca de variaciones, oyen a los niños en la habitación
contigua, quizás el silbido de la cafetera alertando de que ya está el café; de la
misma forma que su nariz también está atenta a cualquier cambio. Todos sus
sentidos envían información al cerebro continuamente y con ella, éste se hace
un mapa de la situación.
Y eso lo hace por fases. En primer lugar, las señales que envían los receptores
llegan a una primera área de procesamiento, donde se extraen las primeras
características básicas de la información, como si se tratara de un primer
procesado de los datos. Luego pasa al tálamo, donde se compara la
nueva información con la antigua almacenada para poder interpretarla. Y
desde allí, se redirige a distintas áreas sensoriales en el córtex cerebral, donde
se acaba de determinar el significado y la importancia del nuevo estímulo,
mediante un proceso de identificación. Y así se genera la percepción.
Por ejemplo, ante una taza de café recién hecho, antes de que demos el primer
sorbo, las moléculas volátiles olorosas se cuelan en la nariz, llegan hasta la
pituitaria, recubierta de una especie de alfombra de células receptoras que
fijan esas moléculas y envían señales eléctricas al cerebro con la
información. Primero llegan al bulbo olfativo, que percibe el olor aunque no lo
identifica; luego pasan por el sistema límbico, donde se desencadenan
las emociones. Y, por último, arriban al córtex cerebral y al hipotálamo, donde
se comparan con la información que el cerebro guarda en la memoria para
poder identificar aquello que olemos. Si se trata de algo nuevo, el cerebro lo
registra y clasifica de manera que si nos volvemos a topar con ese efluvio,
seamos capaces de reconocerlo. Y si es conocido, el cerebro lo asociará a un
alimento: ¡café!
“El conocimiento que tenemos del mundo depende del cerebro, que filtra la
información que recibe, la procesa y la hace consciente, a su modo”, explica
Morgado. Experimentamos ondas electromagnéticas pero no como tales,
sino como imágenes y colores. Experimentamos compuestos químicos
disueltos en agua o en el aire, pero como gustos y olores. Y todo eso, los
colores, los sabores, los olores, con productos de nuestra menteconstruidos a
partir de experiencias sensoriales. “Si un árbol se derrumbara en medio del
bosque, no existiría un sonido. La caída del árbol crearía vibraciones. Sólo si
esas vibraciones son percibidas por un ser humano ocurriría el sonido –apunta
este psicobiólogo–. La mente humana tiene mucho de virtual por el modo en
que transforma la realidad. La complejidad o la belleza que apreciamos en las
cosas tienen que ver con la mente misma y sus posibilidades, y también con
sus limitaciones”. Es la manera como el cerebro hace que percibamos las
diferentes formas deenergía que circundan nuestro entorno. Fuera de
nosotros, no hay luz, sólo energía electromagnética; ni tampoco olores, sólo
partículas volátiles.
Aún hay más. Se han realizado experimentos con niños de cinco años. Estos
empeoraban su habilidad para realizar un puzzle cuando, de
manerasubliminal, se esparcía por la habitación en que estaban un olor
desagradable. En cambio, en las salas de espera de dentistas, se ha visto que
la ansiedad disminuye notablemente –sobre todo en las mujeres, más sensibles
a los olores– usando un simple ambientador de naranja.
Nuestrossentidos interactúan entre ellos. Desde que comienza una
percepción, se encargan de aumentar, potenciar a otros sentidos, de competir
incluso entre ellos, y de alterarse unos a otros de formas asombrosas, como
acabamos de ver. Esa mezcla de información sensorial es esencial para que el
cerebro componga una imagen del mundo exterior.
musical. Y al Che Guevara, del que dicen que incluso tenía graves dificultades
hasta aquellas que no pueden clasificar los colores, o las voces, o que no
el espacio izquierdo, por lo que comen sólo la parte derecha del plato, ven sólo
derecha de la cara.
Dijo una vez el premio Nobel de física Richard Feynmann que “cuando miro
ecuaciones, veo todas las letras en colores”. Aquello no era una metáfora de
la pasión que sentía por la ciencia, o tal vez sí, sino una descripción de una
facultad poco común que tienen algunas personas de mezclar sentidos. Los
sabores; tocar texturas y oír melodías; o ver colores en las letras o alrededor de
las personas.
(Habla, memoria, 1967) que “La a larga del alfabeto inglés […] tiene para mí el
superficie de ébano”. Esta capacidad del cerebro para enriquecer los sentidos
sistema perceptivo entra en marcha. Fue así como han visto que cuando una
nutritivo y evitar aquellos que resultan peligrosos para la salud. A los cuatro
típicos, salado, amargo, dulce y ácido, hay que sumar un quinto, umami, que
se puede asociar al sabor del caldo de carne. Cada uno de los gustos tiene
una función evolutiva: el dulce nos señala alimentos ricos en energía; el salado
detecta las sales que regulan elequilibrio hídrico del organismo; los gustos
ácido y amargo solían señalar alimentos que podrían ser peligros; y por último,
El sabor es mucho más complejo que el gusto. Es, de hecho, una de las
VISTA La luz y los colores no existen fuera de nosotros. Las células receptoras
del ojo –los conos y los bastones–, recogen los fotones y los transforman en
ya disponía. Es así como identificamos que eso es una naranja y aquello, una
una estructura cerebral que forma parte del sistema límbico y que tiene forma
de almendra. Está implicada en el procesamiento emocional de
OÍDO Los receptores del oído captan las ondas acústicas y las vibraciones que
TACTO Gracias a la piel sentimos si algo nos toca, en qué parte del cuerpo, si
Estudios recientes apuntan a que lapiel podría ser como un tercer oído, puesto
que capta las pequeñas corrientes de aire que creamos al hablar. Con
sociedad.
a algún lugar que frecuentaban de niños y darse cuenta de que no era tan