Está en la página 1de 8

SERENDIPIA SEMPITERNA.

#SWEEKLOVE

Y
cada uno tomó su propio camino –de cierta forma-, nunca se volvieron a ver. Fue un
amor enfermizo, nunca amaino, fue tan vasto que los eones medidos generaron su
propia forma de medición y hacía incalculable la suma de los sentimientos generados
ahí.

Y como siempre, fui a tomar un té, de esos que me encantan, uno de canela tibio. Mientras
leía las conspiraciones sionistas, el nuevo orden mundial, investigaba las raíces judías y leía
sobre Hitler. No me quedaba más, ahora y como siempre, me quedaría con los pensamientos
de siempre, con la concepción propia de la vida misma, sin poder de cierta forma sentirme
vivo. ¿Qué me quedaría hacer? –vivir, claro está- Seguir de cierta forma la vida que he llevado
en este lapso. Supongo que las relaciones son aprendizajes, algunos buenos y otros eriales.
Hay personas que jamás se olvidarán, otras que insustancialmente pasaran como
microorganismos invisibles hacia nuestra vista. Podemos ser el amor excelso o podemos ser lo
más anodino para alguien. El amor ¿el amor? ¿Qué es el amor? No hay una definición concreta
de algo que no podemos explicar. Porque… ¿por qué?

En el caso de amor, el sufijo “or” confiere resultado o efecto, o sea, el amor; de algún modo es
el “efecto de la necesidad ineludible de lo esencial”. ¿Habrá alguien que pueda vivir sin amor?
¿Mi panorama sería igual que el de alguien más? Estos atisbos diarios me llevan a perder la
cabeza. La rutina carcome las ganas con el tiempo de querer hacer algo nuevo. De develar, de
observar algo más allá. Mi consuelo se pierde en un fluctuoso pensar, leyendo desde Nietzsche
a Marqués, desde Paz hasta Murakami. Oyendo a Bach, Liszt y pensando quién querría oír a
este taciturno conspiranoico.

Mi amor no fue tan grande por ella, lo malo es que ella dio su sangre y vida por demostrar de
formas vastas en los ápices de sí. Perdió su ser, perdió su esencia, perdió lo que algún día ella
era. “Cuando se habla de estar enamorado como un loco, se exagera, usualmente se ama
como un tonto”, dice Clarasó; supongo.
Recuerdo ese día, nada que hacer, con el constitucionalismo marcada en códigos de barra
sobre mi frente. Estaba en internet, estaba en Facebook. Conocí a una chica por ese medio tan
absurdo y manipulador –admito mi derrota ante él- estereotipándonos hasta no más. Llegó
una solicitud de amista, la acepté. Era una chica, comenzamos a hablar. Duramos días enteros
hablando sobre nosotros, gustos, sobre miedos, sueños, anhelos, vida, muerte, colores,
comida, odios, imposibles, átomos, libros, universo; de cómo aguantar el peso.
Inmediatamente llegó la preposición entre ella y yo. Me encantaba su forma de ver las cosas,
tan rígidas, verdaderas, solemnes, sustanciales con una convicción inexorable. No tardó para
que empezáramos a hablar sobre temas predilectos dignos de nosotros.

- Y ¿entonces qué opinas sobre David Rockefeller? Pregunté yo.


- ¿Qué podría opinar? ¿Te imaginas todo lo que tendrá? Su dinero, bienes, propiedades,
tiene todo.
- De cierta forma ¿y sus fundaciones?
- Jajá ¿Cuál de todas? Oh ¿y qué dices B. Gates?
- ¿Hablas sobre Monsanto y la eugenesia?
- Exactamente, me refería a eso.
- Desde mi punto de vista, es delicioso ¿no?
- Jajá, la muerte jamás había tenido tan buen sabor.
- Ni lo digas ¿Qué dices el 11-11?
- Lo mismo que diría del HAARP, cortinas de humo para intentar tapar la verdad, sabemos
bien la relación con Israel ¿cómo es posible que nos crean tan imbéciles?
- Tienes toda la razón ¿pero qué esperabas? A todos les interesa quien ganó el Oscar con
sus MKUltra mientras Siria se defiende y la tachan de terrorista.
- ¿Cómo es posible que todo esto siga? Mientras los Británicos y EE.UU hacen la
manipulación para la creación de campos de concentración –cámaras de gas- y la
muerte de 6 mil millones de judíos.
- No sé cómo es que se tragan la propaganda barata. ¿Cómo es posible que la fortuna de
alguien sea de billones mientras patrocina las guerras? Mientras hacen rituales y el
proyecto Monarca sigue.
- Ni lo digas, esos bastardos de San Gotardo ni se preocupan en disimular.
- Hablando de disimular, quienes lo deberían hacer serían los infelices de Bilderbeg ¿no
crees?
- Ni duda alguna. Y a todo esto ¿crees que quedé un poco de luz entre nosotros?
- Claro que sí, la solución a veces es más sencilla de lo que parece. Hay personas que
gracias a ellos debemos muchas cosas, arriesgan su vida… dándonos a conocer
información que no llegaría sola. Necesitamos un cambio, claro, intelectual. Pero
mientras todos prefieran salir a bailar en lugar de buscar la verdad, seguirá así por un
tiempo, un gran tiempo.
- La razón absoluta es relativa a lo que dices.

Y así pasábamos varias horas al día contando sobre lo que sabíamos, de una u otra forma
me fui enamorando ciegamente de su libertad tan peculiar de ella. Pasado un tiempo, una
medianía de un año de forma contigua decidimos conocernos. Ella era de mi país, mas no
era de mi ciudad, se ubicaba al norte y yo en el centro. Para nuestra fortuna había forma
de llegar por un módico precio. Llegados a este punto, pasaba días enteros pensando en
cómo sería verla, oír su voz, sentir el tacto entre ella y yo. Sencillamente me fulminó. Cada
día de cada mes sin falta alguna, hablamos, poco o mucho tiempo pero siempre nos
hacíamos presentes ante el otro. De cierta forma yo sabía que cuando nos conociésemos
no podríamos mitigar ciertas conductas de nosotros, las mías por ejemplo: el rechazo a
muchas actividades diarias, lugares, personas, pensamientos, artículos o cosas en sí, ella
por embargo: tenía una cierta dependencia de que uno le mostrará los sentimientos hacia
ella de una forma constante, algo contra intuitivo de una forma, ya que, al ser una chica
inteligente, sabría de ante mano que con el amor que uno mismo se tiene bastaría y no
hace falta buscar para su culminación faltante, que no es cuestión de ver quién da felicidad,
sino, de compartirla y sentirse bien consigo mismo para expresarlo con el otro, pero quién
sabe, igual y siempre le busco la opción “C” a este plano de respuestas dual.

Nos veríamos en Marzo el día 27. Teníamos todo arreglado, el lugar, a dónde ir, cuántos
días, presupuesto. Estaba todo calculado de una forma excelsa, no había flaqueo en
nuestro porvenir. Un día como cualquier otro no pude hacer la conexión rutinaria que solía
tener por unos días -más o menos fueron por dos-, cuando abrí la bandeja de mis mensajes,
tenía 120 de ella. Me desconcertó, creando de forma instantánea un ambiente inhóspito-
lúgubre, realmente me espanté porque jamás había notado un comportamiento tan bizarro
–en el uso anglosajón de la palabra- de ella, con mensajes como: ¿dónde estás? ¿Por qué
no te conectas? ¿Te olvidaste de mí? ¿Estás bien? Te necesito conmigo. ¿Por qué me haces
esto? Después de reaccionar del shock centesimal de milisegundos que tuve, le aclaré el
porqué de lo ocurrido. Desde ese preciso momento me empezó a parecer de forma
correcta, tener que investigar sobre ella, así que empecé a preguntar cosas que me había
olvidado en un pretérito.

- Jamás hemos hablado de una forma clara sobre nuestra familia ¿por qué no me
cuentas un poco de ello?
- Jamás habíamos platicado porque no es un tema en el que tenga vivacidad de hablar.
- Pero me parece importante que tomemos esta charla, estamos a nada de
conocernos y prácticamente sólo nos conocemos de una forma epistolaria, y yo
necesito saber.
- Vivo sólo con mi madre, ya conoces un poco de ella. Soy hija única, no conozco a mi
padre, mi demás familia realmente no la conozco en sí, sólo estoy con mi madre, ella
sale a trabajar mientras yo estudio. Lo demás sobre lo que hago ya lo sabes, la rutina
de los días.
De una forma lacónica lo dijo sin querer hablar más, ahora yo tenía mis dudas sobre ella.
No sabía bien qué éramos, qué seríamos, pero estábamos, y eso era lo importante. Yo
seguía mi vida diaria, investigando, saliendo, conociendo; lo típico de mí, a mi forma. Hubo
de trasfondo algo que nos separó un poco, quizás fue el miedo de conocerla un poco más y
no saber muy bien su conducta psicológica, pero sin embargo, retomamos apaciblemente
las pláticas de siempre. Estábamos a punto de que llegará el mes de Marzo, todo parecía
tranquilo, seguíamos el mismo hilo de siempre. Pasado los días, ella me escribió un muy
lindo mensaje en el cual confesaba el amor que me tenía:

“Hola querido Andre. Déjame decirte unas cuantas palabras por favor. Quiero dar las
gracias al día que nos empezamos a hablar ¿sabes? Ser así, con esta forma de pensar; por
ende lleva una carga invisible, pedruscos tan pensados que a veces no puedo soportar,
latidos que cada vez son de olvido y una que otra vez ganas turbadas de querer acabar con
esto. Desmentir las falacias, aversión a ciertas cosas. Recordar lo que era visible y que hora
sea algo incapaz de ver más allá del fondo negro traslucido. Salir de la caverna y conocer las
sombras. Disputar con cualquier imbécil que cree que el sistema-capitalista es bueno,
manifestaciones, discernir entre asertividad o empatía; morir de un modo zafio. Pero vi luz,
luz incesante, nítida sin lasitud, y no era la cadencia de las notas de Beethoven, eras tú… Vi
luz en un ser, latidos, latidos de vida, vi vida. Dejé de platicar con piedras, seguí asido en un
abrazo a los árboles, pero la diferencia es que ahora platicaba con alguien de verdad,
contigo, y ahora quería abrazarte a ti rodeados de la burbuja que nos encierra con esa
hermosa iridiscencia para tapar todo el daño hecho. Darte las gracias de poder hacerme ver
que no todo está perdido. Igual y me hace falta conocer más historia para saber que los
héroes han existido y seguirán existiendo para la humanidad misma. Gracias por
recomponer mí desastrado pensamiento… El día que nos veamos el ademán más grande
que haré, será abrazarte. ¡Gracias! No te dejaré ir jamás, siempre quiero estar contigo.
Hasta que los huesos se pudran. Esto es tan idílico que no lo podría relatar. Aquí estaré
para ti. Te quiero, te quiero de una forma que jamás lo había conseguido; jamás había
querido. Eres mi ad libitum más hermoso. Espero el dos siete, gracias. “Me dije a mí mismo:
la noche eterna cae sobre nosotros, y la oscuridad será aterradora. ¿Qué ocurrirá cuando
todos se den cuenta de que ya no existe el Sol?"

Atentamente:
Marie.”

Al terminar de leer esas líneas, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de punta a punta, y es
que no sé si lo que sentí fue miedo o amor. Intenté asimilar la carta, igual y mi
interpretación era errónea y malinterpreté su amor. Me pasé un tiempo pensando en qué
quería decir realmente. Después de un tiempo tan solo quedaban dos días para vernos, era
24 en la noche, justamente un cuarto para las cero horas. Me envió varías imágenes en
donde se podía observar muerte y amor, una dualidad arbitraria. Le preguntaba cuál era la
relación que hacía, pero no me quiso contestar. Fue un poco desagradable que despertó
cierta cólera en mí, pero lo ignoré y seguir el curso destinado.

En fin, pasaron esos dos días faltantes como los últimos segundos de vida. Yo decantado
listo para el viaje hacia ella. Nos enviamos el último mensaje por internet antes poder
hablar en persona. Unos días atrás, recuerdo con un fervor incesante cómo nos decíamos
qué tan lindo sería conocernos, lanzando palabras al aire de la perspectiva y de la realidad.

- Quién lo diría, por fin llegó el día. Le dije.


- Sí, ya quiero verte, ver tu mirada insondable. Admirarte y poder abrazarte.
- Vamos conferirnos lo que queremos. Llegaré aproximadamente a las 11:30 minutos en la
parada de autobuses. Iré de negro con una mochila verde. Estoy tan ansioso de poder
vernos por fin, de tener el poder de admirar tu cara, tu cabello; ser.
- No sabes cuánto esperé para esto. Yo iré igual de negro, con un chaqué verde y una bolsa
café. Quiero conocer a quien deprava ciertos pensamientos míos, quiero verte con ahínco.
- Entonces, te veo ahí. Te quiero. Vamos a romper esta penumbra que nos rodea.
- Claro. Y yo a ti. No habrá antidisturbios que nos frenen.

Emprendí el viaje. Ya iba a la mitad del camino. Mi mente empezó a generar ideas tan
espontáneas que se quebró. Desbordó una colisión mental la cual con su perspicacia de ella
me hizo temblar en el sólo hecho de conocer a quien anhelaba. Puse mis audífonos oyendo
a Edith Piaf y sólo esperar el fin del camino para llegar al inicio del comienzo. Mis manos
sudaron, mis pensamientos acrecentaron a la cúspide del pináculo de mis neuronas. Diferí
de mi música cuando vi que ya habíamos llegado. Se escuchó el fragor de la gente y el
frenado del autobús. Bajé del mismo con mis cosas en mano. Me dije a mí mismo: no
tengas miedo, no lo pienses, sólo hazlo; déjate llevar. Pasaron cinco minutos y empecé a
ver como progresivamente una silueta vestida de negro, con una bolsa café y un chaqué
verde se acercaba a mí. Aumento mi pálpito, la dopamina irrumpió en mí ser junto con
epinefrina. Ella corrió y yo también –intuitivamente- y nos dimos un abrazo. Todo se
detuvo, erigimos, nos consagramos. El sentimiento de amor emancipado fue deliberado.
Ambos nos cautivamos en las comisuras de nuestro ser. Por primera vez sentí un hito en mi
ser. Después de terminar el abrazo y darnos un tierno beso con una textura jamás antes
sentida por sus labios, corrimos hacia un taxi para irnos al hotel que habíamos reservado.
Llegamos. Entramos, tiramos las cosas; nos lanzamos uno sobre el otro. Tuvimos tantas
ganas de estar el uno con el otro que fue idílico, acezante. Hicimos todo lo que nunca
dijimos. Pasamos una noche entera hablando sobre todo, mirando minuciosamente los
detalles tan perfectos característicos del otro. Admirábamos la mirada ajena de un, fue
perpetua la noche, los estratos de ésta quedaron ínfimos a nuestra oscuridad junta. Fue
prodigioso. Pasadas unas horas maravillados por nosotros mismos, decidimos ir a
descansar.

Cuando desperté ella no estaba, me pareció sumamente raro, pensé que estaba en el baño
o en algún lugar de la habitación. Estaban todas sus pertenecías, así que deduje que no
sería posible que ella se haya marchado. Pasaron varias horas y fue cuando me empecé a
preocupar. Salí a buscarla con cierto recelo con necesidad de encontrarla. Busqué en toda
la ciudad, -una ciudad que desconocía- me perdí por tanto buscar. Pasó todo el día y no la
encontré. Regresé al hotel con una auto aversión sintiéndome ínfimo y desamparado.
Decidí buscar entre sus cosas y me encontré con una carta. Si creí que el abrazo fue un hito,
esto no sé qué fue.

“Andre. Enamorado mío. Tengo que decirte algunas cosas. No puedo con esta defección en
mi interior. Tengo que desistir a ti. Sencillamente me perdería si me engolfo en tus
adentros. Si intentará si quiera descifrarte no podría. Moriría en el intento. Es que mi
aptitud mental me es incapaz de poder ser lo que buscas. Tengo más oscuridad que luz en
mí, tengo más odio que amor propio, pero ¿sabes? Te tengo más amor a ti que odio hacia
mí. Instauré un templo llenó de aversión siniestra relegada de las ganas de vivir. Esto es tan
sórdido y pernicioso para mí. Me está matando. Tengo que prescindir. No lo puedo dejar a
merced del destino, lo que te diré lo había urdido desde hace tanto. Sé que quizá suene
inusitado de mi parte, pero ayer, mientras dormía quise asfixiarte para que siempre fueras
mío. No puedo atentar contra quien amo, con quien siento algo de verdad. Necesito esto
para conseguir el menester que necesito. Me iré, no será a algún sitio, sencillamente me
desharé de mi vida. No sé si te importe, si valga la pena de leer esto al menos, pero quiero
decirte desde los adentros podridos de mi corazón y mi mente lunática, desde lo más
recóndito, quiero decirte que; te amo. El hato de mis sentimientos lo sabe muy bien. Jamás
conocí a alguien como tú, y sé que jamás lo conoceré. No tengo más motivos para seguir
aquí, más que tú, mas no quiero atentar contra ello. No tengo la entereza suficiente para la
vida. Gracias, Andre. Gracias por hacerme ver que un ser por más desastrado que esté
puede ser amado hasta sus raíces. Te llevo en mi corazón, incrustado en mis recuerdos y
tatuado en mi piel. Jamás te olvidaré. Gracias por cada motivo que me diste, por quitarme
la venda. Sigue tu vida y tus objetivos, tienes un futuro tan prometedor que ni tendrías que
ser tenaz para conseguirlo. Lucha como me dijiste, no dejemos que el sistema nos
corrompa, no dejes que te pase esto. Te amo y siempre te amaré. Perdón por obsequiarte
un amor imperfecto. Y ahí donde quiera que esté, recordaré tu nombre con una sonrisa,
feliz por el hecho de conocernos. Esto es un adiós, como me encantaría que fuera un hasta
pronto. TE AMO.

Atentamente:
Miare.”

Lo leí mientras Mendelssohn no dejaba de tocar. Me fulminó. Lloré descontroladamente. Se


partió mi corazón. Se quebró el arbitrio para pensar. Me sentí un fiasco, una mierda. Quise
dimitir de todo, encontrar la paz. Fue imponderable, tomé mis cosas y salí de ahí mientras
lloraba en un desasosiego amoroso. Conseguí calmarme después de varias horas, miré con
detenimiento y analicé mi situación. Me negué a aceptar lo sucedido. Regresé a casa.
Cambiado y dañado. Cierta parte de mí murió en ese lugar. Pasaron días, meses, años la vida y
aún no logro entender el porqué lo hizo. Me sentí dentro de un agujero. Muerto por no saber
qué sentir. Perdí ganas de vivir, pero gané ganas de luchar. Me quise morir para estar con ella,
anhele vivir por ella. Quise llorar y no podía, y cuando no quería podía.

Después un lapso grande de tiempo, intenté entender lo sucedido. Asimile pero jamás lo
acepté. Nunca lo entenderé. Quedaron muchas preguntas al aire que jamás podrán ser
respondidas. Estoy seguro que si me hubiera oído aún estaría conmigo, estaríamos juntos
compartiendo el destino.

Y como siempre, fui a tomar un té, de esos que me encantan, uno de canela tibio. Mientras
leía las conspiraciones sionistas, el nuevo orden mundial, investigaba las raíces judías y leía
sobre Hitler. No me quedaba más, ahora y como siempre, me quedaría con los pensamientos
de siempre, con la concepción propia de la vida misma, sin poder de cierta forma sentirme
vivo. ¿Qué me quedaría hacer? –vivir, claro está- Seguir de cierta forma la vida que he llevado
en este lapso. Supongo que las relaciones son aprendizajes, algunos buenos y otros eriales.
Hay personas que jamás se olvidarán, otras que insustancialmente pasaran como
microorganismos invisibles hacia nuestra vista. Podemos ser el amor excelso o podemos ser lo
más anodino para alguien. El amor ¿el amor? ¿Qué es el amor? No hay una definición concreta
de algo que no podemos explicar. Porque… ¿por qué?

No podré entender lo sucedido. Mi vida ya no es la misma desde ese momento. Los


precedentes formaron mi concepción de mirar hoy las cosas. Creo que el amor es inherente y
necesario para vivir. Voy a argüir en nombre de Miare. Podría decir lo que es para mí el amor.
Podría ser objetivo y abstenerme de dar una respuesta subjetiva, pero si vemos más allá por
más que nos pongamos a discutir para conseguir una conclusión del concepto jamás dejará de
ser subjetiva, ya que, aun así, seguirá siendo nuestro punto de vista. Hay personas que te
dejan una huella tan marcada que imposible borrar de tu ser. No sé cómo es posible que tanta
complejidad emane de nosotros, de los albores del mismo ser pueda ser tan banal o tan
enrevesado. Las relaciones son el más hermoso castigo. Deberíamos de vivir conociendo el
riesgo que éste conlleva y aun así asumirlo. Sentir la adrenalina de caminar por sus aristas. El
sujeto adolorido se marchó, ahora tengo motivos de sobra para estar aquí. Agradezco este
dolor que quema y nunca cicatriza. Si la vida es un suspiro, gasté el mío en hablarte de mí. Y
ahora ¿qué se supone que debería hacer? ¿Vivir? Aún no lo sé.

También podría gustarte