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Al volver de su larga estadía en Europa, Belgrano que ya era Secretario de Comercio de Buenos
Aires (cargo conseguido en buena medida a partir de sus buenas relaciones con la familia Borbón)
buscó llevar adelante y concretar proyectos vinculados a lo educativo. Para él, la educación era
entendida como el fundamental y necesario motor de progreso de la sociedad. Además, en varias
de sus Memorias Consulares, Belgrano dedica espacio a reflexionar sobre la importancia de la
educación dejando en claro su postura. En la primera de ellas sostiene que:
“Uno de los principales medios que deben aceptar a este fin, son las escuelas gratuitas, donde
pudiesen los infelices (es decir, los pobres, según Belgrano) mandar a sus hijos sin tener que pagar
cosa alguna por su educación, inspirarles así amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste,
decae el comercio y toma lugar la miseria”.
A Belgrano también le interesaba mucho la educación de las mujeres, con respecto a esto señala
en otra de sus Memorias Consulares:
“Igualmente se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñase doctrina
cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc, inspirándoles amor al trabajo para separarlas de la
ociosidad”.
Resulta llamativo, en términos de Belgrano, que llame “infelices” a los pobres. Pero estaba
presente la posibilidad de educar a los más desfavorecidos y darles de ese modo una posibilidad
de progresar socialmente. Respecto a este tema, señala en su Memoria Consular: “Sin enseñanza
no hay adelantamientos, y he clamado siempre por la escuela, como medio para la prosperidad del
Estado”.
Estas ideas educativas, Manuel Belgrano las puso en práctica durante sus primeros años de la
gestión pública en el Consulado, antes de embarcarse en acciones militares vinculadas al proceso
de independencia del territorio.
Belgrano, experto en política económica, estaba convencido de que era necesario formar a las
nuevas generaciones en diversas artes y ciencias, y que esta formación debía ser gratuita. Sus
esfuerzos en materia educativa se plasmaron en dos instituciones que corrieron diversa suerte:
Belgrano creía en la educación porque entendía que el avance en el conocimiento, haría avanzar a
la sociedad.
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LA EDUCACIÓN EN LA REVOLUCIÓN 1810 – MARIANO MORENO
Luego de la Revolución de Mayo, los nuevos ideales en vigencia, hicieron sentir a la minoría
dirigente ilustrada, la necesidad de una nueva concepción educativa, pero ésta no llego a
concretarse de inmediato debido fundamentalmente a raíz de las preocupaciones de la guerra de
la Independencia. Por eso, la educación continúo desenvolviéndose con las ideas originadas en el
enciclopedismo francés, que a través de pensadores españoles se difundieron entre nosotros.
De acuerdo con las doctrinas filosóficas que habían inspirado la Revolución, se crearon escuelas de
enseñanzas especiales y el Triunvirato intentó mejorar la situación de los obreros, obligando a los
artesanos a iniciar a los nativos en los secretos de sus respectivos oficios.
El 12 de Junio de 1810 Moreno fundó el diario La Gaceta. Cómo los ejemplares de este periódico
eran pocos, los párrocos de las iglesias debían leer el último número a los fieles después de la
misa. Desde las páginas de La Gaceta, propició una suscripción popular con el fin de conseguir
recursos para establecer la Primera Biblioteca Popular. Gracias a las donaciones la Biblioteca llegó
a tener en poco tiempo cerca de 4.000 volúmenes. Funcionaba todos los días para los letrados y
dos veces por semana para el público en general. Moreno quería ilustrar al pueblo por medio de
la lectura y pretendía sustituir la educación dogmática y teológica por una educación de carácter
científico, pero esto último no llegó a concretarlo debido a su corto periodo de vida.
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LA EDUCACIÓN BAJO RIVADAVIA
Rivadavia significó para la educación un periodo de renovación. Con la meta de crear un nuevo
clima cultural, buscó imponer orientaciones que eran base de la civilización europea. Así impulsó
las investigaciones jurídicas y sociales, y los estudios históricos, promoviendo el desarrollo de las
ciencias. Creó dos instituciones educacionales como el Colegio de Ciencias Morales y el Colegio
de Ciencias Naturales, aunque lamentablemente este último no pudo activarse por falta de
elementos y materiales.
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LA EDUCACIÓN EN LA ÉPOCA DE JUAN MANUEL DE ROSAS 1829/1832 y 1835/1852
Debe admitirse que durante los gobiernos de Juan Manuel de Rosas, la cultura y la educación no
gozaron precisamente de esplendor, no solo porque la mayoría de los intelectuales optó por
radicarse en Uruguay, Chile, Bolivia, sino porque el gobernador de Buenos Aires, había clausurado
el Colegio de Ciencias Morales, en 1838 retiró el apoyo económico a los maestros de las escuelas
y universidades. Dispuso que los alumnos contribuyeran por prorrateo al pago de los sueldos de
los profesores, y de los gastos que gastara cada cátedra. El alumno que no abonara debía “ser
despedido” y si no se reunía cierta cantidad necesaria la Universidad tendría que cerrar. Esta se
mantuvo a duras penas con el aporte de los interesados y el sacrificio de los profesores.
La obra educacional de la Revolución, llevada a cabo por Belgrano y Moreno, encauzada por el
gobierno de Pueyrredón y llevada a su máxima realización por Rivadavia vio detenida su marcha
ascendente bajo el gobierno de Rosas.
En materia educativa, la acción del gobierno de este periodo se caracterizó por el abandono de
toda preocupación por la instrucción pública. La educación elemental sufrió un grave retroceso ya
que desaparecieron importantes conquistas logradas en épocas anteriores, como la
obligatoriedad escolar y la gratuidad de la enseñanza para las clases indígenas.
La enseñanza primaria:
En el trascurso de su primer gobierno, Rosas declaró obligatoria la enseñanza del catolicismo en
los establecimientos educativos. En materia de educación la crisis económica perjudicó a las
escuelas primarias y beneficio a las privadas. El gobierno declaró que no estaba en condiciones de
afrontar los gastos de la educación pública. Comienzan a crearse colegios secundarios pero de
carácter privado.
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LA INFLUENCIA DE SARMIENTO (1856-1861)
Sarmiento nace en San Juan, provincia que tenía 30 mil habitantes de los cuales solo 5 mil estaban
alfabetizados. Crea una escuela para niñas con su propia Junta Protectora, él escribía poemas y
había fundado el diario El Zonda, que predicaba contra el Rosismo y como consecuencia fue
encarcelado y en 1840 expulsado a Chile. Desde allí tuvo tres actividades: periodismo, política y
educación. Compartía con algunos maestros la caracterización de la población indígena y mestiza
como culturalmente irrecuperable. Rechazó también nuestras raíces hispánicas y adjudicó el
atraso de los pueblos latinoamericanos a la combinación entre la sangre y la cultura española y las
indígenas.
Cuando en 1847 Sarmiento visitó los Estados Unidos enviado por el presidente chileno Montt
quedó especialmente impresionado por los aspectos más democráticos del naciente sistema
educativo Norteamericano. Encontró una realidad en la cual el nexo entre educación y progreso
parecía posible.
Sarmiento estaba de acuerdo con que el Estado solventara la educación y prefería todos los
modelos de educación que él había aprendido y admirado en Estados Unidos.
Había que cambiar las costumbres, la cultura y el lenguaje para que la gente se volviera
industriosa. Sólo en ese orden se alcanzaría el progreso, Sarmiento propuso darle a la población
una educación básica integral que elevara su cultura. Dio importancia a las escuelas de artes y
oficios y quiso una educación racional y científica, pero no fue simplemente útil. Sarmiento
imaginaba un sistema educativo extenso que llegara a todos los habitantes “educables”. No dejó
fuera de juego político al pueblo analfabeto, sino que lo dividió en educables y no educables, en
forma definitiva.
Sarmiento que admiraba las experiencias norteamericanas, no reconocía la tradición que tenían en
nuestro país las asociaciones protectoras de la educación y las bibliotecas públicas. Él influyó
exponiendo sus ideas sobre los métodos de enseñanza de la lectura y escritura. Sarmiento vivió
en Chile hasta la caída de Rosas y en 1852 llegó a Buenos Aires imaginando un sistema educativo
moderno para el país. Él fue una figura educativa muy contradictoria porque quería una
educación para todo el pueblo, pero seleccionaba entre los que él consideraba educables y no
educables. Sarmiento fue muy importante por sus ideas pedagógicas.
Sarmiento publicó en 1845 “Civilización y barbarie”, él creía que el obstáculo que impedía el
progreso del pueblo en Argentina era el dilema entra la civilización y la barbarie. Entendía que la
civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo,
lo que para él era el progreso. Por eso alentaba a la inmigración. La barbarie, por el contrario, era
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el campo, lo rural, el atraso, la clase indígena, el gaucho, ignorantes para él y lo que impedía el
progreso del país.
La Argentina para Sarmiento, debía hacerse al modelo europeo y este dilema solo podría
resolverse si la civilización triunfaba sobre la barbarie.
Todo parece coincidir con la situación peculiar de los Estados Unidos: se justifica el deseo de
anexiorarse a Uruguay y Paraguay porque también “los Estados Unidos del Norte se agrandan por
la creación de nuevos estados y la anexión de los vecinos”;
Una vez establecida la forma de gobierno y el modelo a imitar, todavía quedaba el problema del
pueblo que había de constituirse y para ello se requería una campaña educativa vigorosa, parecida
a la que se estaba llevando a cabo en los Estados Unidos, y además había que abrir las puertas a la
inmigración.
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Conflicto y armonías de las razas en América
Los intentos de Sarmiento por hacer cambios en la mentalidad del pueblo mediante un vigoroso
programa educativo no obtuvo resultados, es decir, el pueblo mismo derrotó sus intentos y se ve
forzado a aceptar el carácter mestizo de la población iberoamericana.
Su aversión por los indígenas americanos es algo presente en los escritos más tempranos de
Sarmiento. En 1844 señalaba que quería apartar de toda cuestión social americana a los salvajes,
por quienes sentimos una invencible repugnancia. “Los indios no piensan, porque no están
preparado para ello, y los blancos españoles habían perdido el hábito de ejercitar el cerebro como
órgano”. Es decir, Sarmiento pensaba que no había posibilidad alguna de unir un pueblo salvaje y
uno civilizado.
Él consideraba que la única solución para Iberoamérica era una fuerte inmigración europea capaz
de “diluir” el ingrediente indio porque opinaba: “donde hay inmigración y se elimina o margina al
indio, el pueblo progresa. Donde las leyes dificultan o imposibilitan la inmigración, como en los
países andinos, el pueblo retrocede y lo indígena absorbe lo criollo”. De este modo se ocultaban las
verdaderas causas del fracaso iberoamericano, las cuales en realidad eran: la falta de originalidad,
la imitación absoluta y el desapego por lo propio que preferían ignorar (tradiciones y costumbres).
Nunca se había contado con el pueblo para gobernarlo, se le habían impuesto constituciones que
no sentían, leyes que les eran desconocidas y, ahora se les acusaba también del fracaso de unas
formas de gobierno en las que el pueblo nunca había participado.
Finalizado el periodo Rosista surgió la preocupación de retroceder las cosas a la situación en que
se encontraban antes que se iniciara aquel lapso. No obstante, en el Estado de Buenos Aires,
temporariamente separado de la confederación, fueron pocos los progresos educativos durante
los primeros años. Hasta que Sarmiento empezó a actuar la educación se encontraba en el medio
de la desorientación.
Las autoridades comenzaron a dejar sin vigencia el decreto de Rosas de 1838, que había sacado la
asistencia económica a la educación. Intentaron reorganizar la Universidad y crear escuelas pero
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faltaban maestros y recursos, y en verdad el pueblo permanecía indiferente a los problemas de la
educación. Por lo que esos intentos no tuvieron éxito.
El verdadero progreso educativo en Buenos Aires se llevó a cabo entre 1856 y 1861, desde la
llegada de Sarmiento, quien fue el impulsor principal de la acción educativa de esa provincia. No
solo se preocupó de que las escuelas tuvieran edificios adecuados por razones educativas, de
higiene y aún de estética, sino que hizo reemplazar los viejos textos por nuevos libros escolares.
Para Mitre, durante 1870, la educación es un servicio que la sociedad debe a los miembros que la
componen, pues es necesaria e indispensable para su existencia y progreso. De ahí que
consideraba que era deber fundamental del Estado propagarla sistemáticamente. Ordenó a su
ministro de Justicia, Culto e Instrucción público, Eduardo Costa, que pidiera informes exactos a los
gobernadores de las provincias, respecto del estado de las escuelas, sus necesidades y recursos.
Sólo tres provincias respondieron y ello fue suficiente para poner al descubierto la educación del
país. Mite reaccionó incluyendo en el presupuesto nacional la posibilidad de conceder subsidios a
La Rioja, Catamarca, San Luis y Jujuy para ayudarles a cumplir con sus obligaciones de educar al
pueblo.
Por decreto el 9 de diciembre de 1864 se crearon colegios nacionales en Catamarca, Tucumán, San
Juan, Salta y Mendoza. Y cuyo plan de estudios se ajustaría al que regía en el Nacional Buenos
Aires. Así por la acción del gobierno de Mitre, quedaron definidos los lineamientos de la
enseñanza secundaria, que no ha cambiado esencialmente en sus alcances pedagógicos, sociales y
políticos.
Nicolás Avellaneda (1836-1885) fue continuador de la obra de Sarmiento, tuvo ideas bien definidas
en materia de educación que se pusieron de manifiesto durante su gestión como presidente.
PERIODO 1880-1910
El avance del Estado Nacional sobre nuevas áreas de la vida política y económica se afianzó a partir
de 1880. La educación fue una de las esferas más relevantes de ese proceso de transferencia al
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Estado de funciones que anteriormente eran atribuidas a las corporaciones religiosas, étnicas y
civiles. La educación fue una de las primeras políticas públicas implementadas por el Estado
Nacional. Esto significó la asignación de recursos económicos.
Hubo distintas opiniones sobre las formas de financiar la educación, los medios de distribuir los
recursos a invertir, la obligatoriedad de la escuela o las competencias de la Iglesia en la
organización educativa. Otros temas de debate estuvieron referidos a los contenidos educativos.
No había dudas sobre la conveniencia de imponer el método de lectura gradual, pero temas como
la educación mixta y la enseñanza religiosa dividían a los educadores.
Con el tiempo se formó una especie de sentido común pedagógico. Una de sus ideas radicó en la
importancia atribuida a la relación del maestro con los alumnos en el proceso de aprendizaje. El
maestro era una figura insustituible del proceso educativo. La enseñanza debía evitar el cansancio
y la violencia, el docente debía apelar a las ideas, a la intuición y a la observación de sus alumnos.
Para garantizar este proceso era necesario que los contenidos estuviesen vinculados lo más
posible con las experiencias del entorno vital de los niños. Estaba expresamente prohibido enseñar
exclusivamente mediante la memorización.
A medida que se consolidó el sistema educativo, la pedagogía se legitimó cada vez en un discurso
científico experimental y simultáneamente en una perspectiva psicológica.
Entre 1880 y 1910 la vida en las aulas se transformó en el marco de la expansión del sistema
educativo. Se identifican tres fenómenos que contribuyeron a ese proceso de cambio: la creciente
regulación de la actividad escolar, los nuevos paradigmas pedagógicos y los cambios en los
espacios educativos.
Comienza la presidencia de Julio Roca en 1880. El primer ministro de educación fue El Doctor
Manuel D. Pizarro, conocido católico, que por un enfrentamiento con Sarmiento debió renunciar al
cargo, siendo sustituido por Eduardo Wilde, un hombre de marcado tono laicista.
El ministro Wilde remitió a las Cámaras un proyecto de ley implantando en el país la enseñanza
primaria “obligatoria, gratuita y laica” supervisada por el Consejo Nacional de Educación. Hasta
ese entonces la enseñanza pública en nuestro país estaba bajo la influencia de la Iglesia y se
inspiraba en normas de la religión católica, por tal motivo se desataron opiniones contrapuestas.
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En el Congreso oradores como Pedro Goyena, Emilio Lamarca y José M. Estrada, rector del Colegio
Nacional de Buenos Aires, fueron defensores de la escuela tradicional católica. Mientras que los
ministros Leguizamón y Wilde tuvieron a su cargo la defensa del Proyecto que finalmente quedó
convertido en la Ley N°1420 de Enseñanza Común.
Poco tiempo después se presentaría al Congreso la Ley Avellaneda por el ex presidente, por
entonces Senador de la Nación, que reordeno a su vez la enseñanza universitaria argentina.
Argentina se inserta en los nuevos mercados internacionales a través del modelo Agroexportador.
La baja cantidad de población más la carencia de riquezas mineras, se había orientado hacia el
desarrollo agropecuario extensivo.
Incorporar al proyecto modernizador a la población nativa del interior suponía un esfuerzo muy
largo y costoso, además de una redistribución de tierras que nadie estaba dispuesto a hacer. La
respuesta más inmediata y eficaz fue el flujo migratorio europeo ya que ellos no solo traerían
nuevas costumbres democráticas y liberales sino también técnicas de trabajo y producción que
aquí no se conocían.
Como consecuencia, a la población nativa, que tenía rasgos culturalmente insatisfactorios a los
ojos de la élite dirigente y requería una reeducación, se agrega una enorme masa de inmigrantes
de diverso origen. La gran cantidad de extranjeros comenzaba a presentar problemas de
asimilación y contención social, por este motivo, crece la necesidad de implementar un sistema
nacional de educación, para una sociedad más eficiente, más productiva y ordenada.
Hacía 1870 Argentina no contaba con un sistema escolar único. Esto no quiere decir que no
hubiera escolarización, por el contrario, la escuela elemental tenía amplia difusión, aunque la
acción del estado fuera limitada en este sentido. La situación de la educación era la siguiente:
El 8 de julio de 1884, bajo la presidencia de Julio Roca se promulga en nuestro país la Ley 1420 de
educación común, gratuita, laica y obligatoria. Fue una ley nacional que tuvo vigencia en la Capital
Federal y en los Territorios Nacionales, lo que indica que no se trató de una Ley General de
educación, aun teniendo en cuenta la extensión relevante de estos territorios nacionales en 1884.
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Sus fundamentos fueron:
El objetivo principal que perseguía la ley 1420 era la concepción de una unidad nacional a
través de la Educación Común. En un país que recibía gran cantidad de inmigrantes era muy
importante integrar rápidamente al Estado a los nuevos habitantes en calidad de ciudadanos,
para lo cual era necesario promover una educación común que impartiera formación integral
primaria y básica y “unificadora” en sus principios filosóficos.
Desde el punto de vista político la ley fue concebida como un instrumento necesario e
imprescindible para ejercer el gobierno efectivo del sistema educativo y concebir asimismo los
mecanismos más adecuados para su administración y gestión.
Era un medio efectivo para la “democratización” y para la expansión del sistema educativo.
La ley establecía:
La ley abrió un importante ciclo en la evolución de las universidades, este régimen legal se
mantuvo casi inalterado durante 33 años hasta su reforma en 1918. La ley 1597 otorgó gran
autonomía limitada a las universidades nacionales, facultándolas a establecer su gobierno, elegir
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sus autoridades y a su vez a dictar sus propios estatutos aunque sujetándolos la posterior
aprobación del Poder Ejecutivo Nacional.
Las Universidades venían teniendo momentos de logro, pero también de quiebre, de fractura
ideológica e institucional y aún de decadencia.
Desde que se nacionalizan las Universidades de Córdoba 1858 y la de Buenos Aires en 1881
hasta la fecha, se han creado en nuestro país 41 casas de altos estudios.
En el año 1906 contaban con 28.152 alumnos y en 1934 llegó hasta 325.000. Este proyecto tenía el
apoyo del Consejo Nacional de Educación. Esta ley contribuyó eficazmente la lucha contra el
analfabetismo y permitió que muchas provincias pudieran tener las escuelas con recursos propios
que hubiesen tardado años en formalizar.
Se ponía énfasis en el aspecto externo de la persona. El maestro debía tener buena presencia,
buen porte, y buenos modales. También debía ser capaz de inculcar en sus alumnos los valores
morales y sobre todo estéticos, considerados como legítimos y permitidos.
Una manifestación de este rasgo estaba representada por el guardapolvo blanco, concebido este,
como ícono de igualdad, uniformidad, pureza, aunque también significa la imposición de
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identidades culturales y sistemas de valores, ocultando bajo ese uniforme la diversidad cultural
que en aquel momento no fue respetado y fue entendida como barbarie.
La Escuela Normal de Paraná (creada por Sarmiento) fue la cuna de los normalistas. El Normalismo
rápidamente iba adquiriendo una cierta autonomía respecto de las políticas oficiales y de las
teorías de la época, que influían también sobre el pensamiento y la actividad de maestros y
profesores. El nombre de “normalizadores” se vincula al hecho de que muchos de ellos fueron
egresados de las primeras escuelas normales que se fundaron en el país: de la Escuela Normal de
Paraná y de las Escuelas Normales N° 1 y 2 de Capital Federal. A través de ellas se difundió una
pedagogía que reformó las formas de enseñar y aprender en la Argentina.
La concepción normalizadora, fue influida por el higienismo, una corriente médica y sociológica
que tuvo mucho auge en la Argentina. La preocupación por hábitos higiénicos, alimentarios y
sexuales se acrecentó con la llegada de los inmigrantes, que veían bruscamente cambiados sus
condiciones de vida. El higienismo avanzó y penetró en la vida de las escuelas.
Los normalizadores estructuraron las bases de una relación entre maestros y alumnos en el aula
por largos años y desarrollaron un sistema de clasificación y diferenciación de los alumnos según
edades, progresos y orígenes sociales. También se incluyó la Educación Física con dos corrientes o
ideas doctrinarias: una que identificó a la gimnasia con ejercicios militares y otra que puso énfasis
en la salud y la utilidad de movimientos encarados en forma científica.
El peronismo mejoró las condiciones de vida de los trabajadores. La población cambió su calidad
de vida, se amplió en consumo y se extendieron los derechos sociales. En este contexto, se
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expandió la matricula educativa, atendió a la enseñanza técnica y los maestros participaron en su
calidad de trabajadores del régimen peronista y usufructuaron de sus beneficios económicos y
sociales.
Con respecto a la educación, se llevó a cabo cambios, permitiendo fundamentalmente que todos
los argentinos tengan acceso a la misma en condiciones de igualdad, los hijos de los obreros
contaron con la posibilidad de realizar estudios universitarios y terciarios.
Se intentaba que la educación sea un patrimonio igual para todos creando oportunidades para
quienes no tienen acceso a la educación, estableciendo que debía haber enseñanza práctica y
profesional en el nivel medio.
El aprendizaje atendía a la urgencia de formar obreros con nivel de oficiales para todas las
especialidades, incluyendo el manejo de herramientas para oficios y prácticas de huertas y granjas
experimentales manufactureras y comerciales.
Arizaga constituye una modalidad que constituyen las Escuelas Técnicas de capacitación, para
ingresar a estas escuelas era necesario poseer certificado de estudios primarios y en algunos casos
de estudios secundarios.
En este periodo japarecen las Escuelas Fabricas, que eran escuelas de aprendizaje donde la
juventud se orienta y perfecciona en diversas técnicas industriales. La orientación profesional
comprendía de tres ciclos: ciclo básico, ciclo técnico y la Universidad Obrera Nacional (UON). Al
final el ciclo básico los alumnos que lo cursan obtenían su título correspondiente y son dueños de
una formación artesanal o técnica que brindan trabajo idóneo y futuro.
La UON luego es refundada con el nombre de Universidad Tecnológica Nacional (UTN) que
actualmente se extiende por todo el país con 21 facultades donde hay distintas especialidades de
la ingeniería y casi 70.000 alumnos.
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“modernas” y los intentos por hacer los estudios más técnicos y menos humanistas. Dentro de las
escuelas el trabajo pedagógico siguió funcionando con el modelo del Normalismo pedagógico.
Entre 1963 y 1965 se graduaron 40.000 alumnos de la Universidad de Buenos Aires, cifra más alta
de la historia de esa universidad.
El 28 de Junio de 1966 Arturo Illia fue derrocado por un golpe cívico-militar y asume como
presidente Juan Carlos Onganía y poco tiempo después las universidades comenzaron a ser
intervenidas.
En la Argentina, el campo que generalmente suele ser atacado por los gobiernos es el campo de la
educación. Durante la etapa de 1966-1970, al educación resultó estar alterada y modificada por
las decisiones políticas adoptadas. Una vez en el poder, Onganía buscó aplicar una rígida censura a
toda la prensa y manifestaciones culturales, observándose así la búsqueda por mantener acallada
a la población. A su vez, Onganía contrajo una violencia mayor en la sociedad y una pérdida de la
inteligencia y del futuro académico. El autoritarismo, la censura y la violencia como método de
represión social fueron las principales características del gobierno de Onganía.
Por decreto la educación sufrió la intervención de las universidades nacionales, la policía podía
expulsar a los estudiantes y profesores que estuvieran logados al comunismo. Perdiendo de tal
modo la autonomía que Illia había instaurado en las Universidades. Del mismo modo, Onganía
estableció la supresión de varios organismos sindicales y estudiantiles y la represión continua
hacia las manifestaciones estudiantiles.
La noche de los bastones largos: el 29 de julio de 1966, la guardia de infantería dirigida por Mario
Fonseca, cargó a garrotazos u con gases lacrimógenos contra estudiantes, docentes y profesores
extranjeros de la Facultas de Ciencias Exactas. El resultado fue la detención de 200 personas,
varios heridos, alrededor de 1300 renuncias de autoridades y docentes de la UBA, y el comienzo
de una etapa de decadencia y desgracia para la educación.
Para empeorar la situación, en 1967 se dicta el Plan Krieger Vassena que promovía reducciones en
las subvenciones del gobierno a las universidades y en el presupuesto educativo, con el objetivo
de achicar los gastos públicos. Nuevamente se observa que la educación que Illia había
implantado, estaba siendo nuevamente atacada.
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“El Rosariazo”: el 15 de mayo de 1969 la Universidad de Corrientes buscaba economía alquilando
sectores de la universidad a empresas privadas, esto fue lo que generó una huelga estudiantil y
como respuesta, el gobierno ordenó a la policía a reprimir, causando la muerte de un estudiante
de medicina.
Como respuesta a este ataque, en Rosario se llevaron a cabo varias movilizaciones donde hubo
otro enfrentamiento con la policía y al igual que en Corrientes ocurre otra muerte de otro
estudiante. Seguidamente se produce la “Marcha del Silencio”
El secuestro, la tortura y la muerte fueron los tres elementos básicos de la represión ilegal por
parte del Estado.
La cultura fue atacada en todas sus acepciones y se instauró la cultura del orden y de la sospecha
en todos los ámbitos: sociales, institucionales, educativos, comunicacionales, etc. Se rechazaba a
los intelectuales y a la cultura letrada. También fueron atacados las producciones literarias o
artísticas, la cultura masiva, los medios de comunicación, la industria cinematográfica, todo lo que
al arte se refiera.
La represión buscaba erradicar la presencia física de los intelectuales y también evitar sus
contribuciones teóricas en las escuelas y universidades. La dictadura también distribuyó “listas
negras” en las que figuraban actores, artistas, intelectuales, y libros de circulación prohibida.
Con el advenimiento de la democracia en1983, el gobierno de Dr. Alfonsín mostraría una especial
preocupación por la democratización interna y externa de la educación. El gobierno atribuyo una
gran importancia a la política cultural y educativa a remover el autoritarismo que anidaba en las
instituciones.
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Las consignas generales fueron la modernización cultural, la participación amplia y sobre todo el
pluralismo y el rechazo a todo dogmatismo. Alfonsín decía que: “con la democracia se come, se
cura y se educa”.
En las escuelas secundarías se percibía un espíritu de participación muy grande motivado en gran
parte por las organizaciones estudiantiles universitarias que formaban un movimiento muy
importante en este proceso de democracia.
Menem implantó la política educativa “neoliberal” y afecto a la educación clásica y media, por
considerar a la educación como un elemento del mercado, antes que un bien social. Propugnó el
retiro del Estado de la función educacional.
La política educativa del gobierno menemista se ajusta exactamente a las directivas del Banco
Mundial. Estas políticas tienen el objetivo global de disminuir el gasto estatal para derivas los
fondos hacia el pago de la deuda externa. El gobierno no discutió ninguna de las recomendaciones
del Banco y le posibilitó intervenir en la organización de las finanzas del país y en las dediciones
sobre el monto y uso del presupuesto educativo. El Banco actúa como prestamista colocando
dinero pero a un alto interés para que se financie el ajuste del sistema.
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- Reducción de modalidades que no dieran rédito económico inmediato, como la
educación de adultos, y de materias del currículo como música, educación cívica,
plástica, educación física.
- Descuido de la educación para discapacitados.
- Restricciones sociales y territoriales en la extensión del servicio de la educación
pública.
En el período que va desde 2003 a la actualidad, se han sancionado cuatro Leyes: la Ley n° 25.864
de los 180 días de clase, en el año 2003; la Ley n° 26.058 de Educación Técnico Profesional, en el
año 2005; la Ley n° 26.075 de Financiamiento Educativo, también del año 2005; y finalmente, la
Ley n° 26.206 de Educación Nacional, en el año 2006. Cabe destacar que también está en debate la
sanción de una nueva Ley de Educación Superior, que aún no se ha debatido en el Congreso de la
Nación a pesar de haberse presentado más de diez proyectos de Ley de distintos bloques
parlamentarios, sin embargo, aún sigue vigente la Ley de Educación Superior n° 24.521 del año
1995.
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Luego de la devaluación, el sector industrial argentino, que en los ´90 había sido fuertemente
perjudicado por la política económica neoliberal, será uno de los mayores beneficiarios del nuevo
tipo de cambio, generando mayor competitividad en algunos sectores de la industria. Por otro
lado, el sector agrario, que también había sido perjudicado durante los años ´90, será otro sector
que, luego de la devaluación, saldrá fuertemente fortalecido. El sector industrial y el sector agro-
exportador pasaban a convertirse en la nuevo sector hegemónico dominante, dejando atrás al
sector vinculado a la valorización financiera (banqueros, financistas, etc.)
A partir de fines del año 2003 y principios del año 2004, el Ministerio de Educación inicia un
camino de reformas de las leyes hasta entonces vigentes, de esta manera en diciembre de 2003 es
sancionada la Ley n° 25.864 llamada de los "180 días de clase"; en el año 2005 se sancionan dos
nuevas Leyes: la Ley n° 26.058 de Educación Técnico Profesional y la Ley n° 26.075 de
Financiamiento Educativo; finalmente, en el año 2006 se sanciona la Ley n° 26.206 de Educación
Nacional, quedando incólume, al menos por ahora, ya que existen actualmente. Estas reflejadas
en la importancia de implementar medidas urgentes referidas a más horas de educación que
compensen las desigualdades de origen y las horas perdidas de clase, más inversión en edificios y
materiales, mayor exigencia escolar en cada nivel, inclusión de los sectores más desfavorecidos,
mayor financiamiento.
Esta ley, que fue sancionada en diciembre de 2003, tenía como principal objetivo garantizar un
piso mínimo de 180 días efectivos de clases en todo el país, por lo que las provincias deberían
sujetarse a ella pese a las huelgas y conflictos docentes que eventualmente interrumpan el dictado
del ciclo lectivo. El texto de la norma señala que los 180 días serán fijos para los establecimientos
en los que se imparta educación inicial, educación general básica o educación polimodal. Detalla
que en caso de que las provincias no puedan saldar las deudas salariales del personal docente
podrán solicitar asistencia financiera al Poder Ejecutivo. A mayor cantidad de días de clase, mejor
sería la calidad de la educación.
Esta Ley, que fuera sancionada en septiembre de 2005, tiene como gran objetivo vincular
fuertemente la educación técnica con las nuevas necesidades empresariales e industriales de
formación de obreros calificados. Es importante destacar que tras la devaluación, los empresarios
e industriales se vieron en la necesidad de producir en el país lo que antes, con el 1 a 1,
exportaban, pero se encontraron que, tras el vaciamiento de la educación técnica producida en la
década del ´90, no había obreros calificados para tal producción.
Hacia finales de 2005, se sanciona la Ley n° 26.075 de Financiamiento Educativo, que tiene como
principal objetivo alcanzar una inversión en educación, compartida entre el gobierno nacional, las
provincias y la CABA, al 6% del PBI en 2010.
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Esta ley de financiamiento mantiene el esquema descentralizado que se había adoptado en los
años ´90. Porque el Estado Nacional solo aporta el 40% del financiamiento y el 60% restante lo
aportan las provincias. Es decir que pondrá menos de la mitad de los recursos, pero obliga a las
provincias a cumplir con las metas diseñadas por la Dirección Nacional de Información y
Evaluación de la Calidad Educativa y del INDEC, bajo la pena de restringir los aportes de la Nación a
aquellas provincias que no cumplan las condiciones que impone el gobierno nacional.
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con las exigencias legales, técnicas y pedagógicas de los diferentes niveles educativos. Son
modalidades: la Educación Técnico Profesional, la Educación Artística, la Educación Especial, la
Educación Permanente de Jóvenes y Adultos, la Educación Rural, la Educación Intercultural
Bilingüe, la Educación en Contextos de Privación de Libertad y la Educación Domiciliaria y
Hospitalaria
La Educación Primaria es obligatoria y constituye una unidad pedagógica y organizativa
destinada a la formación de los/as niños/as a partir de los seis (6) años de edad.
La Educación Primaria tiene por finalidad proporcionar una formación integral, básica y
común y sus objetivos son: a) Garantizar a todos/as los/as niños/as el acceso a un conjunto de
saberes comunes que les permitan participar de manera plena y acorde a su edad en la vida
familiar, escolar y comunitaria. b) Ofrecer las condiciones necesarias para un desarrollo
integral de la infancia en todas sus dimensiones. c) Brindar oportunidades equitativas a
todos/as los/as niños/as para el aprendizaje de saberes significativos en los diversos campos
del conocimiento, en especial la lengua y la comunicación, las ciencias sociales, la matemática,
las ciencias naturales y el medio ambiente, las lenguas extranjeras, el arte y la cultura y la
capacidad de aplicarlos en situaciones de la vida cotidiana.
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