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TLÁLOC ¿QUÉ?

Boletín del Seminario


El Emblema de Tláloc en Mesoamérica

Año 2 N°5 Enero-Marzo 2011


2
UNIVERSIDAD NACIONAL NACIONAL AUUNIVERSIDAD NACIONAL

José Narro Robles Las opiniones expresadas en Tláloc ¿Qué? Boletín del
Rector Seminario El Emblema de Tláloc en Mesoamérica son
responsabilidad exclusiva de sus autores.
Estela Morales Campos
Tláloc ¿Qué? Boletín del Seminario El Emblema de Tla-
Coordinadora de Humanidades
loc en Mesoamérica es una publicación trimestral del
Proyecto El Emblema de Tláloc en Mesoamérica, del
Renato González Mello
Instituto de Investigaciones Estéticas de La Universidad
Director del Instituto de Investigaciones Estéticas
Nacional Autónoma de México, Circuito Mario de la
Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, México
María Elena Ruiz Gallut D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.
Titular del proyecto

María Elena Ruiz Gallut


América Malbrán Porto
Enrique Méndez Torres
Editores

América Malbrán Porto


Diseño editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo
del título, Dirección General de Derechos de Autor,
Secretaría de Educación Pública, número ( en

Consejo Editorial: trámite ) . Certificados de licitud de título y de con-


tenido, Comisión Certificadora de Publicaciones y
Jorge Angulo Villaseñor
Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación,
Marie-Areti Hers
números, ( en trámite ) , ISSN ( en trámite ) .
Alejandro Villalobos
Patrick Johansson K.

Portada: Lámina K02_ B _ 07 del Códice Kingsborough


Cenefa: Detalle Mural del Templo de la Agricultura en Teotihuacan, greca según Chappie Angulo.

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CONTENIDO

Presentación p. 6

La falacia del fin del mundo ¿De los mayas? p. 8


Jorge Angulo Villaseñor

El culto a Tláloc al norte del Estado de México p.18


Valerio E. Paredes Vega

Anteojeras y bigoteras en Texcalpintado, Puebla p. 28


Enrique Méndez Torres y Raúl Francisco González Quezada

Sesiones del Seminario p. 42

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5
PRESENTACIÓN

María Elena Ruiz Gallut

6
7
LA FALACIA DEL FIN DEL MUNDO ¿DE LOS MAYAS?
U O U I I I I I G H… otra vez los mayas…

Jorge Angulo Villaseñor

P
obrecitos mayas del periodo Clásico, las cosas que les han achacado durante las últimas
décadas, ya sea por quienes los ven con respeto y admiración por lo valioso de las estruc-
turas arquitectónicas dentro las regiones selváticas, lo elaborado de sus esculturas en pie-
dra y barro o lo profundo de sus conocimientos astronómicos y sistemas de escritura glífica o por
quienes los consideran como los sabios que predijeran el fin del mundo, 1500 años antes de que se
difundiera ese negativo oráculo que les endilgan sobre el 2012.
Esta fecha que cómodamente escriben 12/12/12, corresponde al final de un ciclo matemático cuyo
significado difiere totalmente del que ahora se le ha venido atribuyendo, al acusar a los mayas de
haber pronosticado maleficios de inaudita destrucción y muerte, cuando en realidad las creencias
apocalípticas sobre las múltiples catástrofes del mundo se han difundido repetidamente desde la
Edad Media o antes.
No sería difícil que esas y otras profecías de terror sobre el destino que le espera a la humanidad
que duda de los cánones establecidos por la iglesia, hubiesen sido provocadas por el llamado San-
to Oficio, o antes que, enriqueciendo las visualizaciones proféticas de Nostradamus y otros visiona-
rios, mantenía a los fieles cristianos en un exagerado temor a las terribles formas de morir; ya fuese

8
por lo que su dios les enviaba en forma de dilu- A través del tiempo y el desarrollo socio-
vios y otros fenómenos naturales a quienes económico por el que han ido pasando las cul-
desobedecieran sus mandatos (fig.1). turas con los credos judeo-cristianos que se
Los remanentes de esos credos sobre el ocaso mantienen vigentes en la cultura occidental, ha
del mundo, se han venido posponiendo cada quedado como un remanente en el subcons-
fin del siglo o de cada milenio en la cultura oc- ciente de una gran parte de integrantes que se
cidental. Sólo que, al terminar el cíclico cente- cumpla un cálculo matemático-astronómico,
nario y no ocurrir lo vaticinado, el plazo del considerado como un misterioso oráculo en el
apocalipsis que acabaría con los no creyentes que, desde las últimas décadas del siglo pasa-
y los fieles tibios, se extendía la oportunidad de do se han venido mezclado el conocimiento y
vivir, siempre y cuando se mantuviera el miedo la filosofía que emanaban de las actividades
a la desobediencia del Dios todopoderoso que laicas y religiosas de las culturas prehispánicas
mantenía en plena vigilancia la conducta de incluyendo los cálculos astronómicos y, en
sus fieles. consecuencia, los calendáricos.
Quienes en verdad se interesan en saber lo
que acontecerá a final del año 2012 sólo tienen
que enterarse del sistema con el que los ma-
yas establecieron las formas para medir el
transcurso de los días, los meses y los años,
agrupados en periodos matemáticos.
Como preámbulo a una comprensión más sen-
cilla sobre el sistema de la cuenta calendárica
que manejaban los mayas desde el periodo
Clásico (300-900 a.C.), será necesario señalar
que en nuestro planeta tierra hay diferentes
formas de registro y contabilidad numérica de
las que, por ahora, sólo se mencionarán la de-
cimal a la que estamos acostumbrados en la
cultura occidental y la vigesimal que existía en
todos los grupos de las culturas mesoamerica-
Fig.1. El diluvio universal
Ilustraciones de la Biblia por Gustave Doré, 2010 nas, especialmente entre los mayas.
9
Sin tener que profundizar en mayores detalles que ha quedado implantado como regla de
aritméticos, se recuerda que en el sistema de- conducta moral en las organizaciones labora-
cimal con el que efectuamos todas nuestras les judeo-cristianas, que aún rigen en nuestra
transacciones económicas, astronómicas y de- cultura occidental.
más formas de contabilidad práctica, se hace Es posible que de una manera similar a la
obvio que la medición del tiempo también se adopción del mito bíblico sobre el número 7, el
agrupe en periodos de 10 años (o décadas), número que los mayas y demás culturas me-
que al multiplicarse por 10 se convierten en si- soamericanas, consideraban esencial o sagra-
glos y el cúmulo de 10 siglos (10X10X10) les do era el número 13. Aunque muy poco des-
llamemos milenios. pués de la conquista hispana, se fue incremen-
Con estos términos se hace referencia a los tando una campaña de rumores y anécdotas
sucesos históricos, tanto como a los contem- que lo consideraban como número de mala
poráneos en los que habitualmente se utilizan suerte, por razones no relevantes para esta
los números romanos para señalar, en forma temática.
implícita los años, siglos y milenios. En la gran En el sistema del calendario al que estamos
mezcla cultural en la que vivimos en la actuali- acostumbrados a utilizar, las fechas se escri-
dad se marca gráficamente el tiempo al desig- ben combinando el número con los nombres
nar los siglos con números romanos puesto del día correspondiente de la semana como
que el año 2012 es parte del siglo XXI, tanto sería: domingo 1, lunes 2, martes 3, miércoles
como del tercer milenio de la era cristiana. Una 4, jueves 5, viernes 6, sábado 7. Secuencia
combinación sacra que marca el día 12 del do- numérica que, al repetirse nuevamente el
ceavo mes, o Diciembre, del año 2012, abre- nombre del día de la semana, como sería el
viada como 12/12/12. domingo, se continúa con el número 8 y el 9
En todas las religiones establecidas hay núme- para el lunes, hasta completar los 28, 30 ó 31
ros sagrados basados en diversos mitos o cre- días de acuerdo con el mes, antes de volver a
encias que culturalmente se heredan de los empezar con el número 1 y el día correspon-
escritos bíblicos como el que hace referencia a diente de la semana en el siguiente mes del
que Jehová creó el mundo en sólo seis días y calendario.
dejó el séptimo día para descansar. Un número Por estar habituados a esta forma de medir el
al que nos hemos habituado a conceptuar vela- tiempo, no la consideramos como un acomodo
damente como sagrado o de “buena suerte” de números totalmente irregular para contar
10
los días de cada mes. Y por igual, no pensa- del año, no pudiera ser diferente al registrado
mos que esta anómala forma fue ocasionada por todas las culturas que compartiendo el mis-
por la combinación de los sistemas de cuentas mo planeta, circundan al astro solar.
del calendario hebreo y el griego, al que los La peculiaridad en las culturas mesoamerica-
romanos le añadieron dos meses (en honor de nas y muy clara entre los mayas, consistió en
sus emperadores Julius y Augustus), antes de dividir la cuenta de los días, en dos sistemas
ser heredado, modificado, adaptado y adopta- correlacionados. Uno para calcular el momento
do por la cultura occidental. para efectuar sus actividades agrícolas, de
El sistema de los mayas para agrupar los días acuerdo a los cambios climático-temporales
en meses y los meses en años, se basaba en (época de lluvias y sequía) que ocasiona la po-
el mismo principio del movimiento solar, que sición de la tierra respecto al sol. La otra forma
los demás sistemas calendáricos han tenido para medir el mismo transcurso del tiempo se
para medir los años. Salvo que la agrupación correlacionaba con la cuenta de un calendario
de días para formar una semana no era de 7, sagrado de 260 días (13 días X 20 meses) lla-
sino de 13 números que se combinaban con el mado Tzolkin. En este calendario marcaban la
glifo-nombre que tenía cada uno de los 20 días celebración de las festividades religiosas rela-
del mes (o Uinal, en maya). En este sistema, al cionadas con los diferentes elementos de la
terminar la serie numérica de 13 dígitos asocia- naturaleza que, de una manera práctica, se
dos al glifo-nombre de cada día del Uinal, la intercalaban por igual a la cuenta del calenda-
numeración correspondiente a la catorceava rio solar (Haab).
posición del correspondiente nombre de la En ese sistema, la correlación del primer día y
veintena, volvía a tomar el numeral 1. del primer mes en que se inician las cuentas
Sin profundizar en el sistema de las cuentas entrelazadas del calendario sagrado de 260
aritméticas utilizadas por los mayas del periodo días o Tzolkin y los 365 del solar o Haab, sólo
Clásico, se enfatiza que para medir el tiempo pudieran coincidir nuevamente hasta pasado
que lleva el planeta Tierra para llegar a la mis- un ciclo de 52 años. El cálculo aritmético cono-
ma posición en la que se inició el conteo del cido como mínimo común múltiplo combinado
tiempo, conocido como ciclo solar o año Trópi- con la forma para encontrar el máximo común
co de 365 días 6 horas (Haab en maya), se ex- denominador, muestra que al dividir los núme-
plica que ese mismo sistema de contar los días ros 260 y 365 entre 5 dan como resultado los

11
números 52 y 73, correspondientes a los años
que cada uno de los ciclos calendáricos tiene
que pasar para que, al cabo de 73 vueltas X 260
días, lleva los mismos 18,980 días que 52 vuel-
tas X 365 días. Un lapso en el que sólo volviera a
coincidir el acomodo del numeral uno con el pri-
mero de los nombres-glifo de la veintena (Fig.2).
Profundizando un poco más sobre la forma de
contar el tiempo que los mayas tenían, se enfati-
za que los veinte días que cada uno de los 18
meses (Uinal-ob) suman 360 días, a los que au-
tomáticamente les de añadían 5 días dedicados
a las festividades religiosas (Uayeb), con las que
se constituía el año solar o el Haab (Fig.3).
En esta forma, el sistema vigesimal que los ma-
yas y demás culturas prehispánicas tenían, era
igual o un tanto parecido al que ahora tenemos
con el nombre de decimal. Con estos sistemas
de cuenta agrupamos los días en meses de can-
tidades variables en nuestro calendario mientras
que los mayas los agrupaban en meses de vein-
te días. Los grupos de 365 días cambiaban el
nombre de años por el de Tunes. Los mayas for-
maban grupos de 20 tunes (o años) con el nom-
bre de Katunes y sus Baktunes correspondías a
periodos de 20 x 20 años o de 400 años (Fig.4).
Ese sistema de cuenta de los tunes y baktunes
era tan importante para la mítica de los mayas,
como los periodos de 100 años que hacen un
Fig.2. Rueda calendárica maya.
siglo y los de 1,000 años de un milenio, es para
Tomada de Edmonson , 1994
la mítica de la cultura occidental.
12
4004 años a.C. Por esta razón o razones simi-
lares, cada cultura lleva su propia cuenta con la
numeración que corresponde al cúmulo de
años transcurridos a partir de una fecha fija,
atribuida a un evento histórico o mítico que, por
lo regular, se ha perdido en la memoria de los
pueblos.
Los siguientes ejemplos señalan las diversas
formas de contar el tiempo de acuerdo a los
grupos religiosos que siguen los calendarios
usados que aquí se cotejan de manera compa-
rativa:

Fig. 3. Meses del calendario Haab. 1. Entre los hindúes, Los Vedas refieren que
Tomado de Thomson, 1950.
el inicio del calendario no se puede rastrear en

Se debe aclarar que cada grupo cultural que el tiempo pues es infinito, mientras que en el

existe lleva su propia cuenta del tiempo que calendario Brahmánico hay una lista de cuentas

parte de una fecha determinada por un evento que se miden por eras que se inician de acuer-

mítico o acontecimiento histórico, sagrado o lai-


co en el que se inicia la cuenta de los días y los
años, que de acuerdo con el movimiento de la
Tierra alrededor del Sol, lleva 365 días y 6
horas. Un excedente de horas que al cabo de
cuatro años se actualiza por el año bisiesto.
La fecha clave para comenzar las cuentas ca-
lendáricas en cada cultura ha ido de acuerdo al
concepto mítico-cosmogónico que cada religión
ha propagado a sus feligreses. Tomando como
base la suma de años en los relatos generacio-
Fig. 4. Variantes de glifos de katunes, tunes y uinales,
nales descritos en la Biblia el Obispo Usher en las inscripciones y en el Códice de Dresde.
Basado en Thompson, 1950.
(1658), llegó a fechar la creación de Adán en

13
do a una secuencia de profetas que se han ve- 20 años) o Baktunes, asociados, como se ex-
nido sucediendo desde el año 3,102 antes de plica arriba con el número sagrado 13 (Fig.5).
la era cristiana (Gallud Jardiel, 2010).
2. El calendario Chino data de 2,697 antes
de esta misma era y el primer día del año es
movible puesto que comienza con la entrada
del signo de Piscis al movimiento solar
(Aslaksen, 2010).
3. En el calendario hebreo o judío se encon-
traba en el año 3761 a.C. cuando Yahvé creó
el mundo según el Rabino bíblico Samuel.
Aunque, de acuerdo al cálculo efectuado por el
Arzobispo Usher le correspondería al año 4044
antes de la era cristiana (Usher, Op.cit.).
4. Quienes llevan cuenta formal de las fe-
chas que se le atribuyen al inicio de estas
cuentas, aún discuten si la era cristiana se ini-
cia en la fecha en que nació Cristo, o en la fe-
cha en que se dice murió crucificado.
5. El calendario Musulmán se inicia en el año
622 de la era en curso, conmemorando la
Hégira o salida de Muhammad a la Mecca
(Hamidullah, 1981:9).
6. De acuerdo a la lectura de los glifos en el
calendario Maya, la fecha más antigua corres-
ponde al año de 3,114 a. C. la cara Este de la
Estela C de Quiriguá (fig.2), con los glifos 13
(0) baktun, 0 katun, 0 tun, 18 (0) uinal, 0 kin, 4 Fig.5. Cara este de la estela C en Quiriguá con el mítico
dato del inicio de la cuenta larga en 13 (0) baktun, 0 katun,
Ahau y 8 Cumku en la que, de acuerdo a su 0 tun, 18 (0) uinal, 0 kin, 4 Ahau y 8 Cumku correspondiente
al 11 de agosto de 3114 a. C. del calendario gregoriano.
propio sistema de medir los años o Tunes y los
periodos de 20 años o Katunes y los de (20 X
14
El complejo sistema calendárico de los mayas, los mayas hubiesen lanzado fatales presagios
relacionaba la cuenta de los 365 ¼ días del o profetizado el fin del mundo maya, ni mucho
año solar (Haab) con los del año sagrado menos el del mundo occidental en que se vive
(Tzolkin), en los que cada Katun (20 años), ter- ahora, puesto que en el transcurso del tiempo
minaba en un día “Ahau”, formando un ciclo de que lleva, en cualquiera de los sistemas de
tiempo llamado en maya, traducido como el cuenta, sea decimal, como la de los calenda-
retorno, o la vuelta a la cuenta de los Baktunes rios judeo-cristianos y musulmanes, o vigesi-
(400 años), en la que se cerraba la cuenta de mal como la de los mayas, una vez que se
los tiempos. Una cuenta que en la que sólo cumple un ciclo de tiempo, (siglo, milenio o
volvían a concordar los nombres iniciales del katún), siempre habrá un día siguiente que dé
día 4 Ahau con el del año 8 Kumhú. inicio a un nuevo periodo por comenzar. Sin
Analógicamente se podría decir que ese perio- embargo, no se puede negar que en las últi-
do de 400 años podría ser, en el concepto vi- mas seis décadas (o los últimos tres katunes)
gesimal de los mayas, lo que en nuestra forma todos los componentes naturales que constitu-
decimal de medir el tiempo, equivaldría a un yen nuestro planeta (animales, vegetales y mi-
siglo o quizás hasta a un milenio. Se debe con- nerales) vienen sufriendo un acelerado proce-
siderar que en la interminable sucesión de si- so destructivo en manos de un grupo de aso-
glos por los que ha pasado nuestro planeta, las ciaciones industriales y empresariales que, con
profecías de Nostradamus (a las que siempre la venia de los gobiernos tercermundistas, mul-
se les ha encontrado coincidencia después de tiplican sus ganancias personales y empresa-
ocurrido el acontecimiento), han sido substitui- riales devastando bosques y aéreas selváticas,
das por el hecho de que en las cuentas del ca- contaminando mares, lagos y ríos con dese-
lendario maya, se da por terminada la cuenta chos tóxicos con una economía de desperdi-
del Katún 13 (cuando ocurra el solsticio de in- cio, crean montañas de desechos no recicla-
vierno del año 2012, no en el 12/12/12), y que bles o de aparatos electrónicos programados
al día siguiente se conmemorarán los 5 días para un año de funcionalidad, por mencionar
festivos (Uayeb), antes de que se vuelva a ini- solo unos cuantos elementos que saltan a la
ciar el siguiente gran periodo designado con el vista en cualquier ámbito que se uno encuen-
nombre del día 1 Imix del año 1 Pop. tre.
El hecho de que la cuenta de que los Katunes Si hay la preocupación de que el mundo se
termine con su treceavo ciclo no significa que acabe para el 2012, no se puede atribuir a pre-
15
Fig.6. Secuelas en la fauna marina del derrame de petróleo ocasionado tras el hundimiento de una plataforma de Bri-
tish Petroleum, en mayo de 2010.
Tomado de noticiasaldia.com.mx

presagios que los mayas no hicieron, sino a las queología Mexicana Nº7, Vol. II. Abril-Mayo.
Editorial Raíces. México. Pp.6-11.
voraces actitudes de enriquecimiento rápido de
las empresas apátridas y deshumanizadas que Gallud Jardiel, Enrique
2010Las eras y el calendario hindú. Instituto de
han devastado y siguen explotando los recur-
Indología.
sos naturales de nuestro planeta, sin la menor http://www.institutodeindologia.com/index.php?
option=com_content&view=article&id=75:la-
intención de restaurarlos o por lo menos de
eras-y-el-calendario-hindu&catid=46:ciencia
conservarlos (Fig.6). &Itemid=70. Consultada el 15 marzo de 2012.

Hamidullah, M.
Bibliografía 1981 “Mahoma” en El correo de la Unesco,
agosto septiembre, Año XXXIV, Organización
Aslaksen, Helmer
de las Naciones Unidas para la Educación, la
2010 The Mathematics of the Chinese Calen-
Ciencia y la Cultura. Paris, Francia. Pp.7-10.
dar. Department of Mathematics. National
University of Singapore, Singapore.
La Biblia.
2010 Antiguo y Nuevo Testamento. Ilustracio-
Edmonson, Munro S.
nes de Gustave Doré. Grupo Editorial Tomo.
1994 “Calendarios mesoamericanos” en Ar-
México.
16
Noticias al día
http://www.noticiasaldia.com.mx/notas.pl?
n=18834&s=b. Consultado el 7 de abril de
2012.

Thomson, J. Eric S.
1950 Maya Hieroglyphic Writing, Introduction.
Publication 589. Carnegie Institution of Wash-
ington. Washington, D.C.

Ussher, James
1658 Annals of the World. Printed by E. Tyler,
for F. Crook, and G. Bedell. London.

17
EL CULTO A TLÁLOC AL NORTE DEL ESTADO DE MÉXICO

Valerio E. Paredes Vega

E
ste trabajo trata sobre dos temporadas de campo, de recorrido de superficie y de un res-
cate arqueológico, llevadas a cabo en el norte del Estado de México, concretamente en
los municipios de Jilotepec, Chapa de Mota, Villa del Carbón, Huehuetoca, Tepotzotlán y
en el sur del Estado de Hidalgo, en el municipio de Tepejí de Río, conocido como la parte sur del
Valle del Mezquital (Sánchez Alaníz y Paredes Vega, 2002, 204,2006) que estuvo ocupada por gru-
pos otomianos desde épocas remotas.
Estos grupos de personas aprovecharon las vegas de los ríos, las cimas de las lomas y terracearon
las pendientes de los cerros para practicar la agricultura, por lo menos desde inicios del periodo
Clásico; por lo que su forma de vida estuvo estrechamente ligada a los ciclos agrícolas y por ende a
los del agua. Además de completar su dieta con otros importantes productos estacionales, por
ejemplo sisas (gusano de ocote), cupiches (larvas de la mariposa del madroño), güijes o escamo-
les, gusanos de maguey, hongos y toda clase de animales terrestres como venados, conejos, tepo-
ringos, armadillos y animales acuáticos como ranas, acociles, peces, ajolotes, etc.
Por lo que Tláloc fue la deidad más claramente reverenciada por esta gente. El culto lo hemos
observado en dos vertientes; la primera es la de ofrendas de objetos de barro dejadas en la ci-
mas de los cerros más altos de la región, donde invariablemente se encuentran estructuras de
18
piedra asociadas directamente a esta devo- el ascenso que habíamos realizado a un lugar
ción, y la segunda es de cajas con ofrendas tan escabroso en donde se pueden encontrar
depositadas, posiblemente en campos de culti- con muchas víboras de cascabel, el bosque es
vo o lugares sagrados. muy denso y donde los derrumbes son frecuen-
Del culto al dios de la lluvia en las montañas tes.
más altas de la región, lo empecé a notar Platicando con él, contaba que en sus largas es-
cuando en mi juventud emprendimos excursio- tadías en este desolado lugar, en algunas oca-
nes a estos lugares; uno de ellos lo encontra- siones era asustado por seres malignos; él lo
mos en el cerro de Las Ánimas del municipio atribuía al sinnúmero de figuras de barro que en-
de Chapa de Mota, en la cima de esta monta- contraba escarbando en las laderas del cerro y
ña, de más de 3000 msnm. En este lugar se los peñascos, mostrando sus hallazgos consis-
encuentra un observatorio astronómico de la tentes en figurillas de barro con forma de floreros
UNAM, una pista de despegue de parapentes y y aplicaciones al pastillaje de ojos redondos y
una estación de observación de incendios fo- grandes orejas, manufacturadas de manera bur-
restales. da siendo rugosas al tacto (Fig.1).
Cuando alcanzamos la cima el guardabosques Posteriormente, en los recorridos de superficie
quedó sorprendido de que llegáramos ilesos por del Proyecto Chapa de Mota 2002 y 2004, que

Fig. 1. Figurillas similares a las encontradas en el cerro de Las Animas en Chapa de Mota, las de la imagen pertenecen
al Museo de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato.
Foto. Valerio Paredes
19
realicé en conjunto con el Arqlgo. José Ignacio de ofrenda halladas en la Cabecera Municipal.
Sánchez Alaníz, se exploraron más cimas de Todo comenzó cuando, como parte de la cons-
montañas, encontrando más figurillas similares trucción de un drenaje, en el predio ubicado en
a las antes mencionadas, en los sitios del cerro Av. Juárez N°30, en Villa del Carbón, Estado
de la Bufa, Iglesia Vieja, La Idolatría, Mesa de México, se observaron restos arqueológicos
Verde y La Alcaparrosa. En algunas montañas de cerámica y muros de piedra, por lo que se
las figurillas fueron halladas asociadas con es- dio aviso al INAH, a través de la Dirección de
tructuras de piedra de varias formas y tama- Registro Público de Monumentos y Zonas Ar-
ños. queológicas. Este hallazgo resultó interesante
Estos rituales a los montes perduran hasta ya que nunca se habían encontrado restos ar-
nuestros días en la región y en algunas fechas queológicos in situ en la cabecera del munici-
son visitados por los pobladores y se les hacen pio.
rituales, involucrando a santos cristianos; pero Excavación
que si se les estudia con cuidado, de alguna Para la excavación se planeó una cala de 2 x 6
manera tienen una conexión directa con los m para cubrir la superficie de los materiales
antiguos rituales a los cerros y al agua, como expuestos, con la posibilidad de ampliarse
el Señor del Cerrito en Ixtlahuaca, municipio hacia el sur, este y oeste según mostrara la
vecino a la zona de estudio. evidencia arqueológica. La parte norte corres-
El segundo caso mencionado, de cajas de ponde a una barda limítrofe con otro predio,
ofrendas localizado en distintas partes de la por lo que su exploración resultaría más com-
cabecera municipal de Villa del Carbón, donde plicada. Los restos se encontraban más o me-
aparecían una serie de platos, ollas y vasos de nos entre los 0.50 cm y 1 m. de profundidad y
tamaño pequeño en las milpas de la localidad. se exploró en niveles métricos de 10 cm (Figs.
Recuerdo haber visto una caja llena de ellos en 2 y 3).
la casa de mi abuelo materno el Sr. Manuel La capa III correspondió al contenido de las
Vega Espinosa, pero nunca supe de dónde sal- cistas I y II, que miden de 40 a 55 cm de pro-
ían exactamente y ni siquiera si eran prehispá- fundidad (Fig.4). Esta capa se formó con los
nicos, ya que la capa de engobe de la cerámi- objetos arqueológicos depositados como ofren-
ca era poco clara o inexistente. da y por las filtraciones de tierra, que con el
Estas vasijas cobraron sentido, cuando encon- paso de los años rellenó las cistas. Está com-
tramos varias de ellas en contexto en dos cajas puesta por materiales arqueológicos cerámi-
20
Fig. 2. Vista Norte de inicio de excavación.
Foto. Valerio Paredes

Fig. 3. Vista sur de la cista II, donde se muestra el fondo de un vaso, que ahí se encontró, antes del rescate.
Foto. Valerio Paredes

21
cos, lítica y carbón, fechados hacia el Clásico Se ubica en la parte este de la excavación,
Medio, fases Tlamiminolpa y Xolalpan (200 al tiene orientación norte sur, con una desvia-
650 d. C.). ción de 15° al E, mide aproximadamente 2 m
Esta tierra tiene la particularidad de ser muy de largo x 0.50 m de ancho. Su sistema cons-
pegajosa y en seco es sumamente dura, lo que tructivo consiste en la excavación y desplante
hace muy difícil excavar este terreno, ya que sobre el terreno natural; en las paredes se co-
se adhiere a las piezas cerámicas de manera locaron sillares de piedra Chiluca, para los
tan agresiva que literalmente les arranca el en- muros medidas variables, disponiendo en ge-
gobe, de ahí la razón de que las piezas conoci- neral de 2 ó 3 hiladas, hasta lograr la altura
das anteriormente no tenían acabado de su- de 0.50 m del desplante. En la parte norte se
perficie en su gran mayoría. La manera en que apreciaba una especie de nicho de 12 cm de
se resolvió este problema fue humedeciendo ancho x 17 cm de largo. La parte sur no con-
las piezas para liberarlas más fácilmente de la taba con piedras que cerraran el rectángulo
tierra. de forma evidente. La cista estaba cubierta de
Cista I piedra laja de aproximadamente 73 cm de lar-

Fig. 4. Vista Norte, donde se observa parte de la cista I y II y el canal al centro de drenaje moderno.
Foto. Valerio Paredes

22
go x 38 cm de ancho y 6 cm de grosor (Fig.5.) una olla votiva con la representación al pasti-

Desafortunadamente la máquina para excavar llaje de atributos de Tláloc, dios de la lluvia

el drenaje destruyó por el centro aproximada- (Figs. 6 y 7), un vaso monocromo naranja de

mente el 55 % de este elemento; del que se 14 cm. de altura, fragmentos de mica, navaji-

conservó más la parte norte, pese a que to- llas de obsidiana verde, puntas de proyectil y

dos los objetos cerámicos se encontraban en un raspador de color gris, carbón y una cuen-

la parte sur por lo que resultó un poco difícil ta de jade verde.

su investigación. Cista II
Los materiales arqueológicos recuperados en Se encuentra en la parte oeste de la excava-
esta unidad consistieron en la mitad de un ción, tiene orientación norte sur, con una des-
plato monocromo color naranja, una mitad de viación de 15° al Este, mide aproximadamen-
te 1.70 m de largo x .40 m de ancho. Su siste-
ma constructivo consiste en la excavación y
desplante sobre el terreno natural, en las pa-
redes se colocaron fragmentos de piedra Chi-
luca, disponiendo en general de 3 a 5 hila-
das, hasta lograr la altura de 0.40 m de el
desplante. A diferencia de la Cista I, esta sí
contaba con sus delimitaciones cuadrangula-
res de forma clara. No se encontró evidencia
de lajas que cubrieran la caja, por hallarse en
un nivel más alto con respecto a la primera
cista, por lo que el arado pudo remover esta
evidencia. Al igual que la Cista I, la máquina
para excavar el drenaje destruyó este ele-
mento por el centro, en aproximadamente el
60 % y se conservó más la parte sur en un 35
%, por lo que resultó un poco más difícil su
Fig. 5. Vista Norte, de la cista I, donde se muestra una
reconstrucción parcial de sus paredes laterales y se investigación.
observa el nicho al centro de este elemento. Foto. Va-
lerio Paredes

23
Figura 6. Vista sur de la cista I, donde se muestra la cara interior de la Olla Tláloc, que ahí se halló, antes del rescate.
Foto. Valerio Paredes

Figura 7. Replica de la Vasija Tláloc, encontrada en el rescate de Av. Juárez N°30, en la cabecera de Villa del Carbón.
Foto. Valerio Paredes. Digitalización América Malbrán Porto
24
Los materiales arqueológicos recuperados en que más de mil años antes, ya había gente

esta unidad consistieron en la mitad de un habitando el mismo espacio geográfico.

cuenco color rojo, una olla votiva miniatura, un Otro aspecto interesante es que estos no son

vaso monócromo naranja de 14 cm. de altura, elementos aislados, ya que se tenían antece-

fragmentos de navajillas de obsidiana verde, dentes de estos hallazgos. El señor Manuel

puntas de proyectil y carbón (Fig.9). Vega Espinosa tenía guardadas en su casa


varias piezas arqueológicas de este tipo que
Conclusiones
Es de gran importancia para la historia de este había encontrado en los terrenos de su casa, a

lugar que este tipo de investigaciones se reali- los que pertenecía el predio excavado, donde

cen por especialistas en la materia, ya que es se hizo el rescate arqueológico, además en

la primera excavación arqueológica en la ca- ranchos cercanos se han encontrado elemen-

becera de Villa del Carbón, debido a que se tos similares, como lo señala en comunicación

desconocía que esta población, fundada en personal, el Sr. Antonio Hernández Vega y la

1700 por españoles, estuviera asentada sobre Sra. Siomara Vega Cruz, por lo que se tenía

restos prehispánicos del 200 al 650 d.C., por lo una tradición ritual en la zona y se hacía este

Figura 9. Muestra de algunos objetos cerámicos encontrados en la cista I y II, donde se observa la olla Tláloc al centro,
la olla miniatura a la izquierda y un vaso a la derecha.
Foto. Valerio Paredes
25
tipo de ofrendas. máquina que abrió el drenaje. Es la figura más
Por recorridos de superficie que hemos realiza- elaborada de Tláloc que se conoce de esta zo-
do en este lugar, sabemos que el culto al dios na. La cerámica parece de hechura local, aun-
Tláloc, era el más importante que se llevaba a que con una notable influencia teotihuacana,
cabo en este territorio, debido a que en las ci- también se localizó un raspador, navajas y
mas de las montañas de los alrededores se puntas de proyectil elaborados en obsidiana
localizan gran cantidad de estructuras religio- verde y gris, que provienen de los estados de
sas, con ofrendas cerámicas conocidas como Hidalgo y Michoacán o de alguna parte del Es-
huemas y que son representaciones de esta tado de México así como fragmentos de mica
deidad de la lluvia, recordemos que en esa que vienen de Oaxaca. Además de lentículas
época se pensaba que el agua de lluvia pro- de carbón y posiblemente otros materiales pe-
venía de las grandes montañas y de las cue- recederos, ya desintegrados por el paso del
vas. Este dios está íntimamente relacionado tiempo. Para cubrir estas ofrendas se coloca-
con sociedades sedentarias, con sistemas de ron unas lajas que provienen de aproximada-
subsistencia predominantemente agrícola, por mente 10 km de distancia, por lo que en su
lo que esto contradice un poco la información conjunto este hallazgo denota que los objetos
de que los otomíes de este lugar eran sola- de estas cistas pudieron ser ofrendados duran-
mente cazadores recolectores. te alguna época de crisis, como una sequía,
Los objetos que conformaron estos elementos una festividad o en algún momento ritual muy
tienen un carácter especial, ya que primero ex- especial, ya que los objetos nos hablan de su
cavaron un agujero en la tierra, donde levanta- sistema de pensamiento y creencias religiosas
ron directamente sobre el suelo las paredes de locales de complejidad e importancia hacia los
las cajas, con una piedra de cantera local lla- cultos acuáticos.
mada Chiluca, que proviene de una distancia Por otro lado, estos objetos no se sabe en qué
de 4 Kilómetros y que fueron careadas en for- contexto mayor se encontraban, si en una zo-
ma de sillar, con un muro divisorio entre la Cis- na habitacional, agrícola o ceremonial, ya que
ta I y II. Posteriormente se depositaron objetos el asentamiento poblacional actual de Villa del
de cerámica y lítica, consistente en ollas voti- Carbón, ha descontextualizado estos objetos,
vas, vasos, platos y cuencos, en colores natu- por lo que se necesita investigar más al respe-
rales y rojos; destaca la olla Tláloc adornada al to de este asentamiento humano y de la in-
pastillaje, que se encontró fracturada por la fluencia que pudo haber recibido de la ciudad
26
de Teotihuacán, ubicada a 64 km. en línea re-
cta desde este lugar.

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27
ANTEOJERAS Y BIGOTERAS EN TEXCALPINTADO, PUEBLA
Enrique Méndez Torres
Raúl Francisco González Quezada

E
n el marco del Proyecto “Ocuituco, Morelos, Transformación Sociocultural del Horizonte
Posclásico al Colonial”, a cargo del arqueólogo Raúl Francisco González Quezada, se
realizaron recorridos de superficie en el área y parte de ellos consistieron en la reubica-
ción de algunos sitios arqueológicos reportados, a la Dirección de Registro Público de Monumentos
y Zonas Arqueológicas del INAH, hace varios años en los municipios vecinos de Tetela del Volcán,
Morelos, y Tochimilco, Puebla. Esto debido a que la división política de los Estados está muy cerca-
na y la carretera morelense pasa por una pequeña esquina del municipio poblano (Fig. 1).
Esta zona se caracteriza por ser un espacio geomorfológico conocido como pie de monte, es una
parte transicional donde se pueden ver algunas elevaciones combinadas con tierras que tienen una
moderada pendiente hacia el sur y suroeste; aunque no son perceptibles hasta que uno transita por

Fig. 1, Ubicación de Texcal pintado en relación con el estado de Morelos.


Dibujo Enrique Méndez Torres

28
estos lugares. El área está muy limitada y sur- de PVC.
cada por muchas cañadas, algunas de las cua- Al inicio de esta barranca hay una cascada de
les llegan a tener más de 50 metros de profun- donde proviene parte del agua que alimenta el
didad, mismas que han servido como drenaje a cauce, a su paso se ve nutrido por algunos
las lluvias y sobre todo al deshielo de la poca manantiales que brotan en las partes bajas de
nieve que se llega a concentrar aún en el las paredes de la cañada. Cerca de la cascada
volcán Popocatepetl (Fig. 2). se puede observar una cueva, que no excede
De todas estas barrancas hay una que nos in- los 20 metros de profundidad, en desarrollo
teresa y es la que ha ido horadando el cauce horizontal sobre un estrato volcánico. En los
del río Amatzinac. casi seis kilómetros que hay de este punto
Un texcal en la barranca del Amatzinac hasta el Texcal1 no se encontraron, hasta aho-
En la actualidad el flujo del vital líquido ha sido ra, evidencias de otras manifestaciones pictóri-
mermado a consecuencia de la captación del cas.
mismo por habitantes de poblados distantes
“río abajo” casi desde su nacimiento, y viaja
1 Con este vocablo Náhuatl los pobladores reconocen a
por más de 6 kilómetros en mangueras negras los abrigos rocosos.

Fig. 2, Ubicación de Texcalpintado y su contexto en el espacio geográfico.


Dibujo Enrique Méndez Torres

29
A la altura del cerro Megatepetl, esta barranca,
que perfila suelos sedimentarios sobre estratos
volcánicos, muestra en su pared Este, la inclu-
sión de una gran roca de origen ígneo, misma
que por acción fluvial ha sido modelada, junto
con la pared, formando un pequeño balcón con
un techo ligeramente extraplomado, el cual fue
aprovechado por gente prehispánica para plas-
mar pinturas rupestres en tinta plana de color
blanco, que reflejan parte de su ideología reli-
giosa, su vida cotidiana y su entorno geográfi-
co. También se observan una serie de puntillis-
mos hechos mediante la técnica de abrasión.
La disposición del techo ha servido para evitar
que los escurrimientos de agua y sales minera-
les afecten el área donde se plasmaron las pin-
turas y que de este modo se preservaran mejor
que en otras partes de la barranca. Es plausi-
Fig. 3, Ladera del cerro Megatepetl donde se pueden
ble que este factor haya sido también una de apreciar el intemperísmo por los escurrimientos de agua
las razones para que la gente aprovechara el y la parte del texcal que soporta las pinturas por arriba
lugar. A este tipo de formaciones las conocen de las mangueras que surten de agua potable a pobla-

localmente como texcal, y el área con pinturas ciones. Foto Enrique Méndez, 2007.

tiene unas dimensiones de 23 metros de largo


por 5 de alto (Fig. 3). Estas expresiones gráficas, por asociación con
Entre las pinturas en color blanco sobresalen otras pinturas de la región y estilo, presentan
figuras antropomorfas y zoomorfas, algunas de una similitud a las de los códices del Centro de
las cuales llevan atuendos de guerra, glifos y México, por lo que se han fechado tentativa-
sobretodo el constante ícono de la deidad del mente entre el Posclásico Medio y el período
agua representado con las anteojeras y bigote- del Virreinato Temprano.
ras.

30
Trabajos previos La arqueóloga fecha las pinturas para el
Se tiene noticia de que este sitio fue reportado Posclásico Tardío basándose en la iconografía
por algunos habitantes del cercano poblado de de las imágenes, los topónimos de la región y
Hueyapan en septiembre de 1943 (Espejo, la posible conexión con barrios de la mixteca
1944-1945). Al parecer Antonieta Espejo, (Op. Cit.).
acompañada de Robert H. Barlow, fueron los No es hasta el siguiente siglo que las pinturas
primeros en registrar estas pinturas (Fig. 4). son redescubiertas por antropólogos y vuelven
Para el año de 1945, Espejo hace referencia a a ser mencionadas en la literatura científica.
este lugar en un artículo publicado por The En el 2006 Elías Rodríguez Vázquez visita el
Carnegie Institution of Washington, donde lo sitio y coincide con Espejo en que se trata de
describe como un posible altar de petición de un altar de lluvia (Rodríguez Vázquez, 2006).
lluvias basándose en las representaciones de En su investigación aborda el tema desde un
máscaras Tláloc, además de los bastones que análisis de los altares de petición de lluvia en
caracterizan a esta deidad para la fiesta de Et- el sur del Popocatépetl, mencionando además
zalcualiztli, que era la sexta veintena en la que otros sitios sagrados que se visitaron durante
se celebraba la buena cosecha, mediante la sus temporadas de campo.
repartición de frijoles y maíz a la comunidad. En 2007, haciendo un recorrido para localizar

Fig. 4, Registro de las pinturas rupestres de Texcalpintado realizado por Robert H. Barlow para Antonieta Espejo. Toma-
do de Espejo, 1943:176-177.

31
un sitio con coordenadas conocidas, y valién- La mayoría de estas pinturas, junto con algu-
donos de un GPS para llegar a él, los autores nos agujeros hechos por abrasión empleando
al transitar por la barranca del Amatzinac, reco- buriles, se encuentran a gran altura, lo que nos
rriéndola río abajo, al encontrarnos a un costa- hace pensar que se haya empleado un anda-
do del cerro Megatepetl pudimos observar en mio para plasmar los grafismos de manera se-
la pared unos trazos en color blanco y se pro- gura. En otro sitio, también con pintura rupes-
cedió a realizar el registro formal del sitio. tre y una imagen de la Virgen de Guadalupe
Se tomaron fotografías, sin empleo de flash, a repintada recientemente, se pudo apreciar este
alta resolución para procesarlas con el módulo tipo de construcción elaborado con troncos de
DStreatch del programa computacional ImagJ árboles y maderas cortadas a sierra, donde se
el cual sirve para resaltar algunos colores ya le colocan flores y también aprovechan para
velados por el paso del tiempo, siendo efectivo limpiar la pared y retocar los colores de la ac-
para algunos rasgos y auxilió a reconstruir figu- tual pinta (González Quezada, Op. Cit.) (fig.5).
ras al momento de dibujar los motivos Para el trazado de las pinturas de Texcalpinta-
(González Quezada, 2006). do, se ha observado que se emplearon bro-
En el 2009 Helena Matos Ortega empieza a chas o pinceles de diversos grosores, deduc-
trabajar también este mural con la propuesta ción que surge a partir de la presencia de líne-
de hacer un registro de elementos basándose as de distintos anchos. También se notan mo-
en fotografía y video, así como la elaboración mentos temáticos variados los cuales son evi-
de dibujos a escala, donde pretende hacer un dentes por la serie de sobreimposiciones pictó-
análisis morfológico comparativo para definir ricas y que algunas pinturas muestran trazos
un “cronoestilísmo”, así como elaborar un aná- velados y otros amarillentos. Es claro que en la
lisis iconográfico de los elementos como parte serie de pinturas observamos estilos diferentes
de su investigación para obtener el grado de y en algunos casos la huella de las manos de
maestría, la cual está en desarrollo (Matos Or- los artistas.
tega 2010). Gracias a su posición estratégica, la conserva-
Descripción general del texcal ción de las pinturas en general es muy buena,
Evidentemente este espacio fue elegido en un sin embargo, la roca que sirve de soporte pre-
recodo del río, donde la pared no está propen- senta en ciertas secciones un poco de exfolia-
sa a los escurrimientos de sales, agua de lluvia ción, en otras partes no se pueden observar
y la línea de goteo tampoco la afecta. ciertas líneas debido a la acumulación de polvo
32
Fig. 5, Andamio de madera de más de tres metros de altura, es posible que uno de manufactura similar, pero de mayo-
res dimensiones, se haya empleado en Texcalpintado. Foto Enrique Méndez, 2007.

sobre la roca. la pintura se nota más diluida y en otras más


Algunos trazos conservan en óptimas condicio- espesa.
nes la pintura blanca, en otros ésta va virando Es posible que algunos de los trazos se reali-
al amarillo, mientras que hay grafismos que ya zaran desde el pequeño balcón que se en-
presentan exfoliación y desprendimiento. Al cuentra a 6 m de altura sobre el lecho del río.
momento de realizar los dibujos de las pinturas Éste tiene en su sección más ancha hasta 1.70
que no se encontraban en óptimas condiciones m, presenta escasa sedimentación y tiene una
de conservación fue necesario reconstruir los ligera inclinación que lo va reduciendo hasta
trazos velados, basándonos en la impronta al fusionarse verticalmente con la pared. Para
negativo que dejó la pintura. poder subir hasta el balcón existe una serie de
Por lo general el color blanco empleado en las peldaños esculpidos intencionalmente en la
pinturas, es producto de la mezcla de cal con pared baja, aunque el ascenso no es fácil, de
agua, y algún aglutinante que le da mejor soli- hecho es parcialmente peligroso ya que los
dez y en Texcalpintado se puede observar que peldaños no exceden los 10 cm de planta (figs.
hubo diferentes mezclas, pues no toda se ero- 6, 7 A y B).
siona de la misma manera y en algunos trazos

33
Fig. 6. Subida al balcón que sirvió para pararse y realizar algunas pinturas. Foto Enrique Méndez, 2007

Fig. 7. A, vista sur de la parte superior del balcón. B, vista norte de la parte superior del balcón de Texcalpintado.

34
Fig. 8. Dibujo de Texcalpintado donde se muestra el amplio panel con pinturas.
Dibujo: Enrique Méndez Torres

Existe todo un proyecto icónico que hasta el sido vandalizadas, sin embargo cerca del
momento presenta la problemática de tratar de balcón perforaron la roca para fijar algunas
elaborar conjuntos, sin embargo hay algunos mangueras de plástico negro que llevan agua
que por su ubicación están mejor delimitados potable a otros poblados, con la misma inten-
que otros (Fig. 8). Los registros de Espejo (Op. ción se instalaron sobre la pared de la barran-
Cit.), sólo refieren tres conjuntos colocados ca, más de 10 metros arriba otras mangueras.
hacia la derecha, olvidando un complejo grupo Contexto cultural de las pinturas.
de pintura y círculos, así como uno en el extre- La gente que elaboró este conjunto sígnico sin
mo izquierdo que incluye pocas figuras en la lugar a dudas provenía de una tradición pictóri-
mayoría prácticamente desaparecidas en la ca que se remonta a la época prehispánica de
actualidad. filiación nahua, que estaba alejada de los gran-
Como ya se mencionó, el espacio es conocido des centro ceremoniales y que es probable
por los pobladores locales y el actual lecho del que sus rituales tuvieran algunas adecuacio-
río sirve de camino para trasladarse a otros pa- nes propias de su medio ambiente donde el
rajes donde la gente no sólo transita a pie sino campesinado tiene un papel preponderante en
que también es una vía de terracería para la recreación de actos litúrgicos, en los mismos
vehículos. A pesar de esto las pinturas no han espacios donde ven brotar el agua y cómo ésta

35
beneficia a los granos cosechados y no como A partir de esta época se puede apreciar la
un protocolo elaborado desde una gran urbe persistencia de un núcleo que se había empe-
como lo fue Tenochtitlan donde sus necesida- zado a integrar en las concepciones espacio
des radicaban en el acopio de excedentes. temporales de los primeros agricultores del
Con el contacto europeo la gente encargada Clásico Temprano, subsistiendo lo más profun-
de realizar los rituales se vio en la necesidad do de la religión mesoamericana, eso que liga
de revalorizar su sincretismo y en pocas gene- al hombre con sus valores más íntimos y coti-
raciones se dio una amalgama ideológica im- dianos. Esto es la relación de los hombres con
poniéndose la católica. La estrategia empleada sus dioses patronos, lo cual, de alguna mane-
por el clero fue la suplantación de imágenes ra, lo propiciaron los mismos frailes con la su-
prehispánicas por las de la religión conquistada plantación de santos (López Austin, 2002).
y aprovechó la coincidencia de algunas fiestas. De esta manera podríamos entender, porque a
Las epidemias influyeron notablemente en el pesar de tener un espacio donde se están re-
genocidio, y habiendo menos mentes que do- presentando deidades prehispánicas en la ac-
minar la estrategia evangelizadora se volcó tualidad los vecinos no le dan importancia. Se
hacia los menores para adoctrinarlos. Con es- ha visitado el lugar en distintas épocas del año
tas situaciones la penetración de instituciones y no se han encontrado materiales que eviden-
y formas de vida occidentales fue más fácil. cie que el lugar tiene aún validez para las co-
Como la conquista espiritual nunca fue del todo munidades agrícolas, quienes dependen fuer-
exitosa, el sincretismo religioso se fue mez- temente de las temporadas de lluvias oportu-
clando y con el tiempo darían paso a una fu- nas.
sión de ideas, provocando que la religión me- En la actualidad podría considerarse el espacio
soamericana ajustara sus mitos, cuentos y le- como fuera de uso, pero para la época colonial
yendas con los nuevos elementos que se im- es probable que haya fungido como un espacio
ponían del Viejo Continente. donde se realizaban rituales a la fertilidad de
El “logro” de éste dominio religioso se puede forma clandestina al ojo celoso de quien im-
apreciar actualmente, no sólo, al interior de los partía la religión católica.
rituales domésticos o familiares sino en la Registro iconográfico.
aceptación de la iglesia de la anexión de las Al estar frente a las pinturas de Texcalpintado
ideas sacras y credos de carácter prehispánico llaman la atención las figuras antropomorfas,
a su culto. las representaciones icónicas de Tlaloc (Fig. 9)
36
Fig. 9. Dibujo de Texcalpintado donde se muestra la distribución de Tlaloc reconocidos por las bigoteras y anteojeras,
también se aprecian otros signos incompletos, una deidad femenina y unos trazos como referencia.
Dibujo: Enrique Méndez Torres

y los animales aquí representados, aunque En cuanto a los antropomorfos los podemos
también hay algunos glifos, concentraciones de dividir de cuerpo completo y rostros, unos de
puntos, representaciones de astros, otras re- ellos representados de forma natural y otros
presentaciones más simples de rostros y otros esquemáticos. Sólo uno podría sexarse como
elementos no bien identificados. femenina debido a que presenta un tocado co-
En estas latitudes no es extraño encontrar en mo el que usa la diosa Xilomen y es una de las
las barrancas, lugares donde surca el agua y figuras más grandes y está en la parte más al-
se llegan a encontrar manantiales, imágenes ta. Las representaciones masculinas se pue-
de la deidad acuática. Al igual que en otras den englobar en dos tipos de actividades, béli-
partes de Mesoamérica. Incluso en otra barran- cas, por el empleo de algunas armas como es-
ca del cercano municipio de Yecapixtla hay cudo y saetas; y las de tipo religioso, por el
otras imágenes que representan a Tlaloc y a hecho de portar unos bastones o chicahuaztli.
sacerdotes, también pintadas en color blanco, Entre las representaciones zoomorfas pode-
y en el estado de Morelos hay más pinturas de mos observar venados, canidos, lagartijas, ser-
este numen de estilo similar que se han fecha- pientes y aves. Una de las dos serpientes lla-
do para el Posclásico en el mismo color . ma la atención debido a que en su cabeza tie-
ne un par de cuernos. Recordemos que este
37
animal fantástico está asociado a las crecidas de lluvia y de deslaves.
de agua o las lluvias. El tipo de contexto que representan las pintu-
De los elementos celestes tenemos represen- ras de Texcalpintado nos está haciendo refe-
taciones de estrellas y luna, está en su fase de rencia a una actividad ritual relacionada con la
llena o creciente, en algunas ocasiones la cre- deidad Tlaloc.
ciente esta en pares. El estilo de las pinturas corresponde al em-
Respecto a las deidades Tlaloc se puede apre- pleado en el Centro de México por gente de
ciar que se les ha representado típicamente cultura náhuatl entre el Clásico Tardío y la Co-
con las anteojeras y bigoteras pero hay algu- lonia, fecha esta ultima en que se elaboraron
nas que tienen otros atributos, tenemos así varios códices que han servido como referen-
imágenes coronadas, otros tienen debajo de cia de las imágenes analizadas.
sus anteojeras unos círculos, a manera de re- Sahagún nos hace referencia que el culto a la
saltar las mejillas. Hay otros que sus dientes deidad del agua fue relevante para los mexicas
están más pronunciados; algunos tienen una y debemos entender que para todos los pue-
boca que está abierta de cuyos extremos sale blos agricultores este numen debió de haber
la bigotera. Aunque hay algunos ejemplos par- tenido una jerarquía primordial, pues sabemos
ticulares también llega a ver mezclas de esti- que es importante que la época de lluvias lle-
los. gue en las fechas adecuadas para regar las
En nuestro contexto aparecen imágenes de semillas sembradas y también que la cantidad
personas con unos elementos de guerra, tales de agua sea la necesaria, ni más abundante
como un escudo o rodela, unas flechas y que ahogue a las semillas ni que deje de llover
quizás unas lanzas, una propuesta, como ya por temporadas largas para que continúe reci-
se mencionó, es que también se hayan pintado biendo el vital liquido.
representaciones de una batalla, quizás ritual Dalhgren menciona que en ritos agrícolas y
para hacerse de cautivos y sacrificarlos. ceremonias se le hacían ofrendas sacrificándo-
Discusión le niños y prisioneros. Puede ser probable que
De entre todos los espacios en la barranca del las escenas de guerra que tenemos, los perso-
Amatzinac el que se ubica al pie del cerro Me- najes con escudo y flecha estén representando
gatepetl fue el más apropiado por el tipo de una guerra sagrada o florida que tenía la finali-
abrigo que se formó de manera natural que es dad de hacerse de cautivos para estos sacrifi-
propio para evitar los escurrimientos de agua cios.
38
Sin embargo, se ha observado en varios de los retorcidos sin que exista un patrón estilístico,
códices de la época de la Colonia que muchas como lo muestran las imágenes de los códices
de las deidades mexicas se han representado Borgia y Laúd.
con algunos atributos de guerreros, usando es- Sacerdotisa.- En algunos códices se ve a una
cudo, lanzas, macanas o las flechas, sin que mujer con un tocado con borlas en la cabeza,
se vean estos en actitud combatiente, por lo notándose que juega un papel importante en
que el hecho de que aparezcan en Texcalpin- un ritual a la fertilidad como lo ejemplifican los
tado representaciones de escudo, flechas o códices Borgia, Laud, Magliabecchiano y el To-
lanzas pueda ser parte de los atributos que malamatl.
acompañe a las representaciones divinas. Borlas.- Es casi representativo que los toca-
Algunos de los elementos distintivos que se dos que están asociados a Tlaloc, alguna de
observan en las distintas representaciones de sus advocaciones femeninas u otros rituales
la deidad acuática pueden ser abstracciones de fertilidad, se lleguen a emplear un arreglo
de sus elementos o atributos con los que se en la cabeza de donde penden dos borlas, una
han visto asociados en códices como: a cada costado, como lo ejemplifican los códi-
Corona.- Hay algunas imágenes en que este ces Borgia, Magliabecchiano y Tonalamatl.
numen aparece con un tocado rematado por Tenemos pues, un espacio que se utilizó para
unos elementos cónicos o con unas plumas la recreación de rituales asociados a la fertili-
como en los códices Borgia, Telleriano Reme- dad y con mayor peso a la deidad acuática Tla-
sis, Borbónico, Laúd, Magliabicchiano y otros loc representado por distintos iconos con va-
más. Y lo que se llega a ver en Texcalpintado riantes, lo que puede sugerir distintas fechas y
es una simplificación de este adorno y que en quizás gente de los diversos poblados aleda-
otros conjuntos pintados se ha llegado a tomar ños que acudían a este “santuario” a realizar
como una corona. Sahagún nos dice que algu- sus rituales de pedimento o agradecimiento.
nas deidades asociadas al agua usaban una Sin embargo hay muchos otros signos que re-
corona de papel, un Nappatecutli. sultan de difícil interpretación debido a que no
Bigotera.- es una característica de Tlaloc, contamos con referentes de interpretaciones
aparte de sus anteojeras, la bigotera y sus col- iconográficas. Y para el caso de unas líneas o
millos. Sin embargo, se ha observado en distin- puntos podrían ser interpretaciones o muy va-
tas representaciones que la bigotera puede lle- gas o muy complejas, quedando un gran vacío
gar a tener bigotera o los colmillos retorcidos interpretativo.
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Morelos, Mexico: The development and corre-
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chronologies. Thesis Ph. D., University of Illi-
nois, Urbana-Champaign, U.S.A.
Torquemada, Fray Juan de.

1983 Monarquía Indiana. Volumen 6. Instituto


de Investigaciones Históricas. UNAM. México.

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Sesiones del Seminario

Dra. Georgina Bribiesca y Lic. Francisco León

Dr. Francisco Rivas durante su exposición

Miembros del Seminario

Dra. Marie-Areti Herz


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Invitación a publicar

Se invita a todos los investigadores interesados


en temas relacionados con Tlaloc y demás dei-
dades de la lluvia y la fertilidad a enviar sus artí-
culos de no más de 15 cuartillas.
Las imágenes se enviaran por separado en re-
solución de 300dpi. Se aceptará un máximo de
10 imágenes.

Para entrega de originales se siguen las normas


de la revista Anales IIEs

Toda correspondencia deberá dirigirse a la Dra.


María Elena Ruiz Gallut al Instituto de Investiga-
ciones Estéticas, Circuito Mario de la Cueva,
s/n. Ciudad Universitaria, C.P. 04510, México
D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.

De igual manera los artículos podrán mandarse


a las siguientes direcciones electrónicas:
seminario.tlaloc@gmail.com.

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