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El que peca y reza empata?

No lo creo así.

Desde hace muchos años se popularizó una frase: “El que peca y reza, empata”. Esto, en círculos
espirituales se refería al hecho de que si una persona cometía un pecado, si el infractor o alguien le
hacia el favor de orar por él, se solucionaba el problema y lo sacaba de líos, ya fuera de una situación
cotidiana o de su misma condenación. Veamos, con algunos textos y contextos bíblicos , que tan cierto
es esto y en qué forma tiene efectividad tal oración, para ver si logra el empate!

Oportunidad para arrepentirse:

“… orad por mi” (de Faraón a Moisés)


(Éxodo 8.28)

Esto le pidió Faraón a Moisés después que le vino una plaga de moscas, como castigo divino por no dejar
en libertad al pueblo de Dios, que sufrió maltrato y esclavitud por 400 años. En varias ocasiones Moisés
oro a Dios para que le fueran removidas las plagas a Faraón (no sin antes instarle una y otra vez a
cambiar su actitud habiéndole mostrado maravillas ante sus propios ojos), pero aun así, su corazón
parecía endurecerse más y más, y aunque encontró solo un alivio a sus castigos, es apenas obvio el
destino final de Faraón.

Fueron demasiado lejos:

“…han enloquecido, pues no conocen el camino de Jehová,


el juicio de su Dios…sus rebeliones se han multiplicado,
se han aumentado sus deslealtades. Como te he
de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron…
Los sacie, y adulteraron, y en casa de rameras se
juntaron en compañías… Negaron a Jehová…”

Estos extractos de texto del libro del profeta Jeremías, son un equivalente al mostrado en Hebreos 10.26
que dice:
“…si pecaremos voluntariamente después de haber recibido
el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación
de juicio, y de hervor de fuego que ha de devora a los
adversarios…Cuanto mayor castigo pensáis que merecerá
el que pisoteare al Hijo de Dios y tuviere por inmunda
la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia?”

Los dos versículos anteriores perfectamente pueden ser aplicados a la blasfemia contra el Espíritu Santo.
Para ponerlo en términos simples, al que mucho se le ha dado, más se le demanda. Si en vida alguien ha
negado a Dios con sus hechos, y más aún cuando ha sido saciado de las bondades del reino, no hay más
tela de donde cortar y por mucho que orare el transgresor, de nada le serviría para salvarse de las llamas
infernales.

Posibilidad de Perdón (a discreción del Señor):

“Arrepiéntete, pues de esta tu maldad, y ruega a Dios,


Si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu
corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de
maldad veo que estas. Respondiendo entonces Simón,
dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada
de esto que habéis dicho venga sobre mí”.

La posibilidad del perdón está condicionada a la obediencia.


Un mago de nombre Simón había visto el poder de Dios en acción en las manos de Pedro y Juan,
discípulos del Señor y la Biblia dice que el mismo Simón había creído. Samaria había recibido la Palabra
de Dios fruto de la predicación, y el mago aparte de los milagros vio que por la imposición de las manos
de los apóstoles, los samaritanos recibían el Espíritu Santo. Quiso comprarles con dinero este don, como
si ese fuera el caso y fue seriamente reprendido por Pedro, conforme al texto mostrado arriba.

Nótese que Pedro le dice, “arrepiéntete...y ruega… por si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu
corazón…”. Descompongamos para estudio, tal texto:

 Le dice, “arrepiéntete y ruega” (si, tu!), le encomendó una acción personal. Solo él debía orar.
 “…por si quizá…”, indica que hay una posibilidad de perdón de parte de Dios.
 “…el pensamiento..”. Ni siquiera le dijo el perdón del pecado sino de su pensamiento, el cual es
primero.

Esta historia del capítulo 8 de Hechos, nos muestra que en algunos casos se deja ver la discrecionalidad
de Dios para absolver a alguien que ha ofendido su Palabra. No sabemos por la Escritura que pasó
después con la vida de Simón el mago, pero el texto mostró la posibilidad y decisión del Señor para
perdonar en tal caso. Este hombre llegó en un momento a creer, pero requería de liberación pues su
misma amargura y esclavitud espiritual no lo dejaban ver la doctrina sana del evangelio de Cristo. El gran
problema del mago, por lo menos hasta donde la Palabra nos permite ver, es que el pidió intercesión de
Pedro por su pecado, cuando el mismo apóstol le había asignado la tarea de que el mismo se (1)
arrepintiera y (2) rogara a Dios por el perdón.

El Invocar (orar) involucra un Proceso

“porque todo aquel que invocare


el nombre del Señor, será salvo”

No es lo ideal tomar un texto sin su contexto, pues se convierte en un pretexto. En el libro de Romanos,
se nos dice que si una persona invoca (llama, clama) el Nombre del Señor, obtiene la salvación. Y para
captar la fuerza del texto, es necesario -en lo posible- leer todo el capítulo 10, de los cuales, unos
cuantos versículos nos confirmarán que la salvación es más un proceso que la emisión de una palabra
mágica o un “acercamiento al altar”. De nuevo, por el hecho de que un candidato a recibir salvación,
haga una “oración de fe”, pase adelante al altar o le de la mano al pastor, no lo libraría de la perdición, a
menos que un arrepentimiento genuino y un creer bien vaya acompañado.

 “.. si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó
de los muertos, serás salvo”. Este es el verso en toda su plenitud, que nos da la garantía plena
de redención, cuando hacemos lo que Él nos dice. Creer y Confesar son inseparables, no es solo
declarar!

 Solo cuando alguien es enviado (por Dios, quien usa su Cuerpo) a anunciar las buenas nuevas, es
que este predica el reino de Dios. La gente oye, y si lo hace con fe, cree la Palabra de salvación,
y por consiguiente invoca el Nombre del Señor, produciendo el nuevo nacimiento.

Y qué pasa si se invoca sin haber hecho los frutos de arrepentimiento?

“Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramare mi espíritu


sobre vosotros, y os hare saber mis palabras. Por cuanto llame,
y no quisisteis oír…también yo me reiré en vuestra calamidad…
Entonces me llamaran y no responderé; me buscaran
de mañana, y no me hallaran”

Estos extractos de proverbios 1 nos ensena que la oración y comunicación con el Padre está
reservada para los nacidos de nuevo. Quien aún no ha ingresado al Reino, puede orar a Dios con
el fin de establecer una relación personal con El.

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