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Mi yo adictivo derrotado

Crisis Actuales

“No vale nada la vida, la


vida no vale nada, comienza
siempre llorando y así
llorando se acaba, por eso
en este mundo la vida no
vale nada”
José Alfredo Jiménez (1)

No, no es la reflexión filosófica de ningún pensador universal. Se trata del


canta-autor mexicano componiendo elegías a la vacuidad efímera y sin sentido.
Componía sus canciones en la mayoría de los casos, bajo los efectos de su
ansiolítico preferido: el alcohol. Por eso creo que su reflexión es tan válida como
aquella expresada en el Mito de Sísifo: rodar una piedra hasta la cima de la
montaña para dejarla caer de nuevo, y así hasta el sin fin, es lo mismo que
derramar lágrimas de principio al final de la vida, cuando ésta después de todo, no
vale nada.

Mi interés es reflexionar y escribir pensando mi ignorancia en el tema: las


adicciones. He dedicado varias horas al estudio de las mismas, me he
autoanalizado, cuestionando el proceder en mi historia personal, mi relación íntima
con el alcohol y sus consecuencias desesperadas, así como las vivencias actuales en
la labor incipiente como asesor de adictos.

Presentaré lo que me parece más importante, tratando de hacerlo a través de 4


Tesis que nos ayuden a entender mejor estos temas. Sin duda se ha escrito mucho,
pero no todo lo escrito me parece valioso. Existe mucha información, debemos
escoger la óptima.

Tesis No. 1

Definición de Adicción

Existen un sinnúmero de definiciones de adicción. Me parece que la más precisa en


lo personal es la de Craig Nakken, pues puntualiza y es incluyente a la vez: “La
adicción es una relación emocional con un objeto o conducta, a través de la cual el
adicto trata de satisfacer sus necesidades más íntimas”. (2) Lo que establece el
adicto es en lo fundamental una relación emocional. El establecimiento de la misma
tiene su origen en las emociones la cual coincide con lo declarado por Alcohólicos
Anónimos, cuando señala: “el principal problema del alcohólico está centrado en la
mente más que en su cuerpo”. (3) El alcoholismo es pues una dependencia
emocional y orgánica del alcohol. Ésta dependencia emocional es la que, una vez
fijada en el adicto, desarrollará lo que Nakken llama atinadamente una personalidad
adictiva. El objeto de la adicción es variado: alcohol, cocaína, crack, comida, tabaco,
fármacos, etc. La conducta lo es igualmente: trabajo, cleptomanía, sexo,
videojuegos e Internet, sólo por citar algunos. Es frecuente observar que el adicto al
alcohol o a los fármacos los utilice para estimularse, sin embargo en otros casos
vemos que el consumo lo realiza para sentirse normal.

Conozco el caso de un adicto que me decía que cada vez que sentía hambre,
inhalaba cemento, pues aprendió a hacerlo desde muy pequeño cuando en su casa
su madre no le daba de comer pues los recursos económicos no alcanzaban para las
demandas de toda la familia. Aquí el menor estableció una relación emocional, a la
manera de estímulo-respuesta Pavloviana. Tiene implicaciones no sólo emocionales
este caso, sino que a la vez es fundamental para entender el enfoque psico-social
más adelante. Otro caso es el depresivo que cada vez que se sentía triste o
deprimido recurría a los fármacos para tener acceso al “conocimiento exacto del
universo”. Me decía: sabes Abel ¿Estar a la misma altura que la montaña que vemos
allá lejos? ¿Serán éstas las necesidades más íntimas que habla Nakken? En el
menor el hambre, en el joven su tristeza. Creo que Abraham Twerski tiene razón:
“Es sumamente importante que tanto el adicto como los miembros de la familia
comprendan que en la adicción los sentimientos eran el blanco principal de las
sustancias químicas y que la abstinencia puede dar como resultado al principio un
caos o una parálisis emocional. Aprender a evaluar y a manejar los sentimientos es
un objetivo importante”. (4)

Existen pocos pensadores cristianos que de alguna manera coinciden con ésta Tesis.
Es invaluable el ensayo del Dr. René Krüger: El Alcoholismo. (5)

Retomo solo los puntos coincidentes con la misma:

1. Él afirma que el alcoholismo es una enfermedad psicofísica, lenta,


progresiva, crónica y mortal.
2. La define como una adicción. Es la necesidad imperiosa de consumir
regularmente alguna sustancia, es decir, no poder moderar el consumo y
menos aún dejarlo del todo. Una vez instalada la adicción, estamos ante
verdaderas enfermedades.
3. El Dr. René Krüger sentencia genialmente: no corresponde hablar de “vicio”,
“perversión”, “inmoralidad”, ellas mismas son enfermedades, y señala como
común denominador: la dependencia.
4. No todas las personas que beben alcohol se convierten en alcohólicos. La
ciencia aún no puede determinar con exactitud las causas de la inclinación al
consumo de bebida alcohólica y por qué unas personas se convierten en
alcohólicos y otras no.
5. El alcoholismo es una dependencia emocional y orgánica del alcohol. Enferma
emocionalmente el entorno de la persona alcohólica.
6. El alcohol como la droga sólo brindan un placer breve, y después se
transforman en todo aquello que el adicto quiso evitar. Angustia, dolor,
soledad, pobreza, rechazo y muerte.
7. No existe cura, sólo recuperación.

Hasta aquí la intervención del Dr. Krüger, su aplicación cristiana la detallaré más
adelante, solo quise señalar los puntos coincidentes con la Tesis manejada en ésta
monografía.

Otro autor cristiano Howard J. Clinebell Jr. en otro ensayo elocuente (6) señala
algunos puntos coincidentes con nuestra Tesis:

1. El alcoholismo es la respuesta trágica a campo de tragedia en nuestra


sociedad.
2. El alcohol ofrece la ilusión de unidad con sus semejantes, amortización de
ansiedad y el acallamiento de conflictos interiores.
3. Con el uso del vino, el hombre ha anestesiado los sufrimientos causados por
el caos social.
4. El hombre es el animal que sabe que morirá, es el animal que quiere
trascender su animalidad, llegar a ser mayor, más poderoso, sentirse
infinito. El alcohol puede darle una ilusión de trascendencia.

Al igual que el Dr. René Krüger, Clinebell en su ensayo da sus opiniones valiosas
como cristiano, las cuales detallaré más adelante. Hago constatar las coincidencias
que existen con otros psicoterapeutas que tratan adicciones sin caer en descréditos
innecesarios.

El Dr. Saúl Alvarado, médico adiccionista puntualiza: “La adicción es una


enfermedad de naturaleza biopsicosocial. O sea que las causas de la adicción son
múltiples e interaccionan de manera compleja para producir el desorden adictivo. Su
etiología no lineal, multifactorial y sistémica hace difícil comprenderla con una visión
lineal o “simplista de una causa-efecto”(7).

Etapas en las Adicciones

Debemos entender que la drogadicción es un proceso que se da en el adicto como


todo en la vida. Esto no se da una vez y para siempre. No, requiere de ir avanzando
poco a poco hasta el final, por eso se dice, que la adicción avanza y que el adicto es
el último en darse cuenta de su existencia. No voy a entrar en detalles sobre cada
una de las etapas que recorre el adicto, sólo las cito:

1. El cambio interior. El aspecto más importante es la creación de una


personalidad adictiva, esta personalidad crea en el adicto la ilusión de que un
objeto o una conducta la pueda satisfacer.
2. Cambio en el estilo de vida. El adicto depende de su personalidad adictiva y
no del cambio de ánimo o del objeto o conducta adictiva.
3. Rompimiento de vida. El adicto sufre una sobrecarga emocional en donde
surgen pensamientos de suicidio (8).

Tesis No. 2

“Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol (droga, sexo, comida,


trabajo, Internet…) y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”. (9)

La palabra admisión en ésta segunda Tesis nos demuestra el carácter plural que
se vive en ésta confesión comunitaria. No es una declaración unipersonal, sino un
“nosotros” el que de debe ser pronunciada, como una confesión colectiva por
aquellos que de alguna manera viven cierto tipo de problemática adictiva. De
manera que ésta fidelidad declaratoria se debe dar si el adicto quiere iniciar su
proceso recuperatorio.

La importancia de ésta segunda Tesis está en que el adicto ha manejado desde


el inicio de su carrera adictiva la idea que tiene el control absoluto de su vida. Esto
es sin duda alguna parcialmente cierto, sólo al inicio de la misma o en la primera
etapa como señalábamos en la primera Tesis. El adicto se cree omnipotente, él es el
centro sobre quien gira todo su entorno. Esto es una ilusión. Por éste motivo resulta
difícil dar éste primer paso, el adicto debe dejar su omnipotencia para dar paso a su
impotencia y esto sólo se logra admitiendo su derrota.

¿Por qué es difícil ésta admisión de la derrota? El éxito para un alcohólico está
en no dejar de beber, sino en no volver a beber. Lo que dificulta ésta derrota, es el
uso exagerado de mecanismos mentales inconscientes de defensa, que toda
persona trae en la mente, sólo que el alcohólico los utiliza de manera repetitiva y
constante. Algunos terapeutas han estudiado demasiado para demostrar el
significado y la importancia de comprender la relación entre complacencia y la
habilidad de derrotarse y aceptarse.

Ésta disyuntiva se entenderá mejor si comprendemos éstos mecanismos


inconscientes manejados constantemente por los adictos. Hace unos meses
platicaba con un amigo y él me cuestionaba: ¿Abel, crees que soy alcohólico? El
diálogo empezó cuando me afirmó diciendo: Yo no creo que soy un alcohólico
(negación), ciertamente voy al bar, pues vivo muy lejos de mi negocio y aprovecho
la “botana”, y pues me tomo sólo unas cuántas cervezas (racionalización); los que sí
son borrachos son mis cuates, pues ellos sí la siguen; yo no (proyección). Yo como
te platico sólo unas cuántas y me regreso a trabajar (minimización). Bueno, ¿Y por
qué hueles a alcohol ahora mismo? Es que ayer tomé y me quedó la resaca
(mentira),…venía del bar. Esto es una muestra gratis del manejo de los mecanismos
de defensa.

No solo esto complica en el adicto su esperada derrota ante el alcohol. Es


ilustrativa la frase de Víctor Frankl al respecto: “El hombre que no es ya capaz de
encontrar un sentido a su vida, como tampoco de inventarlo, busca la manera de
refugiarse de su creciente sentimiento de falta de sentido, ya en el absurdo, ya en
lo subjetivo”. (10) Resulta obvio que Frankl, sin estar pensando nunca en adictos con
todas sus variantes, adecua bien su pensamiento a mi labor como asesor de adictos.
Dejo constancia en este momento, la ayuda inmensa de Frankl en mis últimas
terapias de apoyo. Cuando al adicto le explico que su absurdo consiste en el uso
inmoderado de alcohol y que éste abuso lo conduce al uso de la cocaína, el paso a
su derrota se aproxima en el momento que comienza a darle sentido a su vida y a
construir su proyecto futuro. Claro, el camino no es fácil sobre todo cuando se niega
la condición de adicto.

Entendiendo al Adicto

La mayoría de las personas cree que todo alcohólico debe sucumbir su carrera
etílica en las peores condiciones de vida. Es necesario según ellas que el alcohólico
pierda trabajo, familia, dinero y salud, para que pueda descubrir que algo anda mal
en su vida. Que el alcohólico llegue a un estado final de delirium tremens, en donde
se llegue a percibir que la psicosis está a la vuelta de la esquina. Todo lo dicho
hasta aquí es una gran mentira. Para clarificar ésta admisión de su adicción es
necesario que se den en la vida del adicto tres eventos: Tocar Fondo, y el
Rompimiento con sus Codependientes y Facilitadores. Debemos conceptualizar
primeramente:

1. Tocar Fondo: “El fondo no es mas que un cambio de percepción, en el que la


abstinencia se percibe como una inquietud menor que el consumo de
sustancias químicas”. (11) Cuando el adicto vive ésta experiencia, su
recuperación tendrá lugar y buscará apoyos con los grupos de autoayuda,
asesores, padrinos y si es posible con un psicoterapeuta.
2. Facilitador: Existe también algunas personas alrededor del adicto que
impiden que él mismo viva las experiencias dolorosas del consumo de
fármacos, alcohol o cocaína, éstos en lugar de ayudar perjudican al adicto en
su enfrentamiento con su problemática, son los llamados facilitadores. La
abstinencia es el primer paso que el adicto necesita dar para vivir su
recuperación. Sin embargo aunado a la abstinencia se deberá dar dentro de
la misma experiencia, un cambio de actitud y de conducta. El alcohólico no
deberá ir al bar los viernes, pues al hacerlo repetiría su conducta de gastarse
su quincena, el sábado acudir al bar a “curarse” la resaca y el domingo tratar
de revivir un poco. El adicto al sexo no deberá hojear más revistas
pornográficas, el adicto a la comida, no deberá durante la noche visitar su
cocina para encontrar algo de comer, el adicto al trabajo, llevarse
expedientes de su oficina, para “adelantar el trabajo en casa”, en fin, cada
abstinencia deberá de iniciarse con un cambio de actitud.
3. Codependencia: Otras personas que tampoco ayudan al adicto en su
recuperación, son los que conocemos como codependientes. Según Melody
Beattie: “La persona codependiente es aquella que permite que la conducta
de otra la afecte y a la que le obsesiona controlar la conducta de esa
persona”.(12)
Por tales motivos en tanto el adicto no logra tocar fondo en su adicción, es muy
difícil que su abstinencia llegue a ser una realidad. Los facilitadores y
codependientes estorbarán siempre para que el adicto entre en recuperación.

Tesis No. 3

Enfoque Psicosocial

“Todo fenómeno social, en este caso las adicciones, tienen una dimensión
multisectorial, es decir, el fenómeno en sí tiene manifestaciones económicas,
biológicas y biopsíquicas.”

El Pensamiento Adictivo.

“Si comprendemos toda enfermedad como psicosomática, o sea, un cuerpo unido al


alma, y como expresión de un drama emocional afectivo, esto nos permite hacer un
nuevo abordaje al acto de enfermar”. (13)

Ésta declaración del Dr. Jorge A. León me esclarece al pensar en los adictos y su
proceso de recuperación, el adicto al consumir droga o alcohol empieza su drama
emocional a gestarse muy al interior de su cuerpo. Lo primero que somatiza en su
cerebro son sus pensamientos. El origen los encontramos tal vez en sus primeros
años de vida, cuando la mente está en construcción. El cuestionamiento si “los
procesos de pensamiento de una persona contribuyeron a su adicción o si su
pensamiento adictivo es síntoma de la adicción, no lo sabemos a ciencia
cierta”. (14) De lo que sí estamos seguros es que el tratamiento y la recuperación
deben iniciarse en algún momento. Cuántas veces he escuchado al alcohólico decir:
Ésta fue mi última borrachera, no lo vuelvo a hacer. Sin embargo sabemos que ésta
promesa que el alcohólico se hace a sí mismo, pronto quedará en el vacío, pues su
compulsión a repetir su conducta es intermitente.

¿Por qué la gente se droga? ¿Por qué la gente se alcoholiza? No lo sé. Lo cierto es
que el drogarse y emborracharse tienen consecuencias y éstas sí las podemos
observar y estudiar.

“No se debe atribuir a lo sobrenatural un fenómeno de la conducta humana, antes


de haber agotado todas las posibilidades científicas de investigación del
caso”. (15) Ésta declaración del Dr. León, confirma la Tesis que manejamos en cuanto
que la adicción tiene su etiología en problemas de la conducta humana, que
identificamos como mentales.

Desconfío de la Psiquiatría que sólo ve parcialmente la adicción como


enfermedad, aduciendo que antes se consideraba como una deformación del espíritu
o un vicio. Me adelanto y lanzo una hipótesis, asumiendo sus consecuencias: Creo
que todas las adicciones son originadas por una culpa real idolátrica, producto de la
actuación mítica edénica, de ahí surgen las compulsiones a repetir
inconscientemente todos los mecanismos mentales de defensa utilizados en el
sistema de pensamiento patológico adictivo. Mi culpa real, se neurotiza en mi
aprendizaje durante mis primeros años de vida, lo demás es repetición. Si logro en
el ejercicio terapéutico con adictos, ubicarlo en su miseria neurótica que comparto
felizmente con ellos, y logro convertirlos en infelices comunes, el avance es notable.
La redención cristiana está más próxima.

¿Cuál es la medida de lo sano? ¿Dónde está la línea divisoria entre la cordura


y la locura? Erich Fromm señala: “El hombre tiene que luchar no sólo contra los
peligros de la muerte, el hambre y el daño corporal, sino contra otro peligro
específicamente humano: la locura. En otras palabras no sólo tiene qué protegerse
contra el peligro de perder la vida, sino también contra el de perder la mente”.(16) Si
alguien realmente vive ese drama, sin procurar siquiera ir a la guerra, es el adicto,
que sin querer morir porque el alcohol o la droga le proporciona el placer al
principio, cuando avanza la adicción hasta la tercera etapa, como señalé en la
primera Tesis, el rompimiento de vida es inminente, su falta de cordura lo conduce
irremediablemente a la locura y escogerá morir.

Enfoque Social

Cuando un miembro de la familia sufre, también sufren todos los demás. Sabemos
también que una familia es un sistema viviente al interior del cual se establecen
interacciones regulares y constantes entre sus miembros. Cualquier acontecimiento
que afecta a un miembro, sus efectos repercuten sobre todos los demás. Si una
familia tiene dentro de sí un desarrollo saludable, decimos que esa familia es
funcional. Sin embargo, si algún miembro de la familia enferma, sea el padre, la
madre o alguno de sus hijos es adicto, decimos que su enfermedad enferma a los
demás, entonces ésta familia es disfuncional. Es verdad que el nivel socioeconómico
de cada familia determinará el tipo de tratamiento a seguir de acuerdo a los
recursos instrumentales y psicosociales de la comunidad, objetivo y metas de la
terapia, éste estudio, rebasa el propósito de la presente monografía.

Me parece interesante insertar la reflexión del sociólogo mexicano Dr. Luis Leñero,
disertando sobre adicciones, el anota: “La familia se está desintegrando porque no
está respondiendo ya a los patrones tradicionales, claro que no está respondiendo a
los patrones tradicionales, pero la vida social es precisamente un cambio, pero que
bueno que la familia cambie, porque sino se hace inepta para responder a las
nuevas necesidades. Si mantiene esa rigidez, la familia no va a poder responder con
la flexibilidad necesaria del cambio a las nuevas generaciones y entonces va a
existir un rompimiento intergeneracional”. (17)

La visión del Apóstol San Pablo en Romanos 12.2, es la de exhortarnos a no


permanecer estáticos ante la movilidad social de un mundo cada vez cambiante. La
no conformación, no tomar la forma de la estructura económica imperante en el
momento que nos toca vivir. No permanecer quietos, sino inquietarnos ante cada
cambio social que se está dando, para reconocer por medio del análisis
epistemológico; San Pablo lo denomina “transformación de vuestro entendimiento”,
lo que considera importantísimo: la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Sin tener a la mano las herramientas culturales de la sociología, San Pablo ya había
expresado hace dos mil años, lo que el Dr. Leñero señalaba apenas hace 11 años, la
familia debe ser flexible a los cambios de las nuevas generaciones, pero le faltó al
sociólogo la puntualización principal: el reconocimiento de la voluntad de Dios
agradable y perfecta, para la vida del hombre en sociedad.

Estructura Familiar Simbiótica

En la familia simbiótica las personas no tienen idea que son personas


independientes, actúan sus roles como si actuaran en una obra de teatro. Todos
están psicológicamente sometidos a quien detenta el poder. El manejo viene por el
lado afectivo.

En familias adictivas me es frecuente encontrar casos de simbiosis patológica. “Los


miembros se pasan más tiempo observando al adicto que está en peligro, que
dedicarlo a las diferentes actividades familiares”. (18)Esto es, debido al papel que
desempeña el codependiente que en algún momento pretende que puede resolver el
problema y cambiar al adicto.

Hace algún tiempo me decía la esposa de un adicto a la cocaína y al alcohol, que


ella ya se había acostumbrado a tener a su esposo en esa condición. Realmente ya
no lo amaba pero que “solo así” podía recibir el dinero que ella necesitaba para su
uso personal y el de sus hijos. Cuando le expliqué que gran parte de la culpa del
alcoholismo de su esposo era suya se sintió ofendida. Le dije que eran muchas sus
“ganancias secundarias” que recibía por la adicción de su esposo, pero que muy
pronto ya no las tendría, pues él iba a morir. Me corrió y tuve que salir. Así
funcionan las familias adictivas en simbiosis patológica.

Tesis No. 4

Enfoque Psicopastoral

“Dentro de cada ser humano hay dos realidades en pugna: La imagen de Dios y el
pecado. Ésta situación motiva la ambivalencia que el ser humano experimenta
frente a Dios: amor-odio, culpabilidad-justificación, temor-deseo, fe-incredulidad.
Atracción-rechazo. En algunos seres humanos predomina la atracción hacia Dios, y
entonces ellos procuran adorarle en Espíritu y en verdad. En otros predomina el
rechazo, y entonces procuran satisfacer su Imago Dei a través de un sustituto de
Dios, un ídolo de su creación o de importación”. (19)

Ésta Tesis la enmarco en el tema de adicciones. Me aclara la pregunta que me


vengo haciendo desde el principio ¿Por qué las personas eligen drogarse? Y no es
ingenua la misma, si esto fuera así, cualquier explicación que se diera sería una
excusa para ya no insistir en la misma. No, la pregunta es crucial. De la respuesta
que podamos dar, depende la vida de muchas personas que hoy sufren las
consecuencias de la drogadicción. Sin embargo, debemos tener cuidado con
nuestras respuestas y no caer en simplismos insulsos inconscientes, diciendo que, el
hombre se droga porque es pecador y de ésta manera concluyamos nuestra
enigmática pregunta, rehusando dar más explicaciones. Creo que la coexistencia de
estas dos realidades en pugna, si la entiendo correctamente, puede dar luz a mi
respuesta. Porque o no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba
tratando de entender.

Hace algunos días leía lo siguiente: “Según Doyle, hay que tener en mente el
contexto al leer estos versos (1ª. Cor. 6:9-10) ¿No sabéis acaso ustedes que los
injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis…. Ni los borrachos…. Ni los
homosexuales heredarán el reino de Dios. El homosexual –en tanto injusto- no
accede al reino de Dios… y así con todos. Si el borracho es injusto, sin duda no
puede heredar el Reino de Dios. En las mismas condiciones tampoco lo pueden
heredar los abstemios por injustos, no por alcohólicos o antialcohólicos”. (20)

Quiero entender que éste buen exégeta (¿eiségeta?), tiene la sana intención de
justificar cierto tipo de conducta. Si añado puntos suspensivos al texto, lo hago no
por evadir del todo la pregunta integral. No, sólo quiero resaltar el tema a tratar en
mi monografía: las adicciones. Por eso, he dicho que no entiendo lo que está
pasando. Aclaro, nunca he conocido a un adicto que antes de su vida adictiva no
haya experimentado un sentimiento de inferioridad y en actividad alcohólica,
digámoslo claro, borracho haya realizado actos de sano juicio. Doyle no tiene razón.
No la tiene, porque si algo sostengo en la segunda Tesis, es que nuestra derrota (mi
derrota) no adquiere sentido si no reconozco (admito) en el mismo momento, que
mi conducta, era totalmente contraria a mis actos de cordura en sobriedad.

Concretando, en actividad alcohólica sólo se pueden realizar actos de mal juicio;


¡Jamás actos de justicia! Aprovecho el viaje para señalar ¿No será la
homosexualidad algún tipo de adicción? No lo sé. En otro espacio adictivo lo trataré,
por ahora no.

Podría hacer exégesis sobre la pregunta de Weigandt al Dr. Rooy ¿Y qué pensás vos
de aquellos otros que no piensan como nos? La respuesta es genialmente irónica. Si
es de Dios, Él se encargará de sostenerlo… tú sigue su proyecto. Yo la intuyo como
una paradoja exegética típicamente Freudiana: ¿Si Dios piensa como vos… entonces
no es Dios? ¿Y entonces quién es?.... Pues, eres tú y tu inconsciente.

Adicción: Enfermedad o Pecado

Siguiendo ésta cuarta Tesis señalo que en las adicciones como en cada ser humano
coexisten ambas realidades. El alcoholismo y toda adicción en general puedo decir,
sin prejuicio alguno, que es una enfermedad-pecado, como las dualidades funestas
señaladas por el Dr. León: amor-odio, culpabilidad-justificación, fe-incredulidad.
Considero oportuno, en este punto la reflexión de Paulo Freire: “…Al dicotomizar el
sujeto del objeto, dicotomizan, automáticamente la práctica de la teoría que de este
modo, dejan de constituirse como la unidad dialéctica. Separada de la práctica, la
teoría es puro verbalismo inoperante, desvinculada de la teoría, la práctica es
activismo ciego. Es por esto mismo que no hay praxis auténtica fuera de la unidad
dialéctica acción-reflexión, práctica-teoría.(21)

Esto es lo que intentan hacer algunos cuando dicotomizan la realidad de las


adicciones. En su ensayo “Carta a un alcohólico”, Eduardo T. Welch empieza con
una contradicción: “El alcoholismo ha pasado de ser reconocido como pecado a ser
llamado una enfermedad”.

Resumo algunas de sus ideas:

1. Cuando vemos realidades espirituales detrás de nuestras conductas de


adicción, descubrimos que servimos a aquello que amamos. Vamos a amar y
a servir a Dios o vamos amar y a servir a nuestros ídolos. Los ídolos existen
en nuestra vida porque los amamos; los invitamos a ser parte de nuestra
vida.

2. Tenemos el concepto errado que la adicción no es rebelión contra Dios.

3. El pecado ¡Tiene la apariencia de enfermedad! Pero esto no pone a las


adicciones fuera de la esfera del pecado. En el pecado hacemos cosas que
no queremos hacer. Esa es la naturaleza del pecado.

4. Ni las drogas ni el alcohol nos convierten en adictos, sino que sencillamente


revelan y se apegan a todo lo que ya hay en cada corazón.

5. Cuando dejamos de pecar, la tentación podría perdurar como residuo del


pecado en nuestros corazones.

6. Las adicciones revelan que la relación con Dios se ha roto.

7. ¿A caso todos los adictos en algún momento no han engañado utilizando


subterfugios?

8. ¿No han justificado y echado culpas?

9. En resumen, Jesús al morir por los pecados y resucitar de los muertos, es el


centro del cambio.

10. Usted necesita ser consciente de que el método bíblico para el cambio no
hace que necesariamente la vida sea más fácil.(22)
De entrada Welch reconoce: “Yo nunca he sido adicto, pero he conocido muchos
adictos”. De acuerdo a nuestra Tesis, considero que todos somos adictos gracias a
Dios. Lo que parece ser un chiste cruel, no lo es, por razón de que existen muchos
adictos que al confesarlo viven dos mundos en agonía, el real y el adictivo. La
contradicción que en sus vidas viven los adictos, la viven en cierta manera todos los
mortales, aun los santos hombres de Dios, San Pablo lo testifica: “Porque no hago el
bien que quiero, sino el mal que no quiero. Eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya
no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien,
hallo esta ley: que el mal está en mí. Pero veo otra ley en mis miembros que se
rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que
está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte?” Romanos 7:19-24

No he utilizado en ésta monografía una dicotomía, al contrario, remarcamos la


ambivalencia que el ser humano experimenta. ¿No es la misma de la que habla el
Apóstol Pablo en Romanos 7?

Si el exceso en tomar que denominamos alcoholismo y el ingerir drogas no


convierten a las personas en adictos, entonces no hablemos de adicciones: ¿De qué
estamos hablando? No entiendo. Nunca dejamos de pecar: ¡¡Miserable de mi yo
adictivo!! Las adicciones revelan no sólo que nuestra relación con Dios se ha roto.
Confirma mi hipótesis: todas las adicciones son originadas por una culpa real
idolátrica, producto de la actuación mítica edénica. Además ¿No he señalado ya en
el ejemplo de mi entrevista con un alcohólico, el uso de mecanismos mentales
inconscientes de defensa? Welch los prefiere llamar subterfugios y justificación. Por
supuesto señor Welch, el Señor sana y salva nuestro yo adictivo.

La vida del adicto jamás será fácil en su recuperación, por eso me preocupan las
recaídas: “Las cuales algunos psicoterapeutas creen que son necesarias pues
ayudan a una toma de conciencia de la enfermedad que aun no se puede lograr.
Ésta es una observación clínica, no una indicación terapéutica”. (23)

Enfoque Pastoral Cristiano

Tanto el Dr. Krüger como Clinebell, comparten la visión cristiana en el tratamiento


de las adicciones. Ambos señalan conclusiones de personas que han incursionado en
la investigación de la problemática adictiva, sin menosprecio de opiniones ajenas. La
visión holística de los dos me invitan a reflexionar sobre sus propuestas.

El Dr. Krüger escribe en su ensayo citado:

1. La proyección de un trabajo pastoral con personas afectadas por el


alcoholismo dependerá de cada situación local y de los recursos disponibles.
No hay “recetas de cocina” para ello.
2. De entrada es decisivo que todo pastor, toda pastora reconozca y acepte los
propios límites y que abandone toda actitud mesiánica de creer que podrá
“curar a los alcohólicos”… el acompañamiento pastoral y espiritual continuo
en todo el proceso de recuperación y de puesta en práctica de la vida nueva.
3. Es de fundamental importancia disponer de conocimientos sólidos y
profundos de la materia y no sólo de nociones elementales, ya que los
alcohólicos y sus familiares suelen “envolver” a todos los que se les acercan.
4. Seguimiento pastoral de cada persona y familia.(24)

Hasta aquí lo que me parece ad-hoc a nuestra Tesis. Intento resaltar del ensayo
citado de Clinebell las siguientes propuestas:

1. El alcohol le proporciona al individuo la capacidad temporal de aceptarse


así mismo.

2. Cuando uno se siente aceptado por Dios es que puede “aceptarse así
mismo como aceptado”. Cuando uno se ha aceptado así mismo, puede
aceptar a otros, y sentirse aceptado por ellos. Es a través de este
sentimiento de aceptación divina que se alivian las angustias
fundamentales.

3. La religión sana proporciona un sentido de unidad, de auto-perdón, de


aceptación y de una vida más amplia.

4. La fe religiosa, de hecho, suministra la única respuesta satisfactoria a la


angustia fundamental.

5. Al darle al alcohólico un propósito para vivir, un sentido de que es parte


importante en el plan dado por Dios para ayudar a los demás, se le
proporciona una razón positiva para no beber.(25)

Como vemos éstas dos concepciones sobre la enfermedad alcohólica


coinciden en la apreciación de la misma. Krüger no se anda por las ramas, es
riguroso, duro y directo: “Abandonar toda actitud mesiánica” ni “Existen recetas de
cocina”. Creo que está pensando en aquellos milagreros que al poner manos, (no
imponer, éste es un asunto más serio) provocan derrumbes espectaculares en las
personas inmersas en un histerismo colectivo. No, en el alcoholismo ésta terapia no
procede. Lo que sí procede y enfatiza Krüger es el acompañamiento pastoral y
espiritual en la recuperación del adicto.

Clinebell enfatiza en la aceptación que el adicto debe reconocer en su


persona. Admitir su derrota, siendo aceptado por los otros y por Dios. Si éste
recorrido: admisión, derrota y aceptación se da en un contexto de fe cristiana, el
sentido de vida adquirido por el adicto, lo lleva a tener una razón positiva para no
beber. Hace unos meses escribí el encuentro con una adicta, publicado en la página
de Cristianet, el cual ilustra lo que estoy explicando, lo titulé, “Rocío: una
encrucijada”.

La Iglesia: ¿Comunidad Sanadora o Enfermante?

Octavio Paz comentaba en su libro Posdata: “Cuando una sociedad se corrompe, lo


primero que se gangrena es el lenguaje”. (26) Ésta verdad sigue teniendo vigencia
hoy en día. Los púlpitos cristianos en algunos casos están padeciendo los estragos
de una sociedad altamente secularizada y adictiva. Muchas ocasiones la palabra de
falsos líderes hablan de una comunicación directa con Dios: El Señor me reveló… El
Espíritu me dijo… cuando constatamos que no es la palabra de Dios quien lo dice;
sino el espíritu del hombre es quien toma la palabra y la expresa revelando
verdaderas aberraciones de neuróticos, contaminando histéricamente
congregaciones enfermizas por el mal endémico de dichos líderes. Sin duda la
sociedad está enferma, y nosotros como integrantes de dicha sociedad también
enfermamos y regresamos este mal a la sociedad.

“Toda comunidad cristiana es terapéutica porque se congrega en torno a Jesucristo


y por lo tanto, las personas que a ella se aproximan pueden recibir su influencia
sanadora”. (27) En esto radica el propósito de Dios para el hombre. El Señor como
cabeza de su iglesia, es el sanador por excelencia. De manera que esperando que
donde está el Espíritu del Señor ahí hay libertad, resulta que ésta libertad se
convierte en dictadura como señala atinadamente Edin Lövas refiriéndose a líderes
religiosos como: “verdaderos dictadores espirituales, con el ansia de poder, ha
llegado a ser un vicio, del modo que el alcohol lo es para el alcohólico o el robar lo
es para el cleptómano. (28) De ahí surge mi interrogante ¿Es posible que aún
nuestras iglesias sean dirigidas por personas adictas? Yo creo que sí.

En lo personal, hace cuatro años, año axial para mi (2001) el Señor rescató mi yo
adictivo y lo sanó. Así es, el Señor me rescató de una recaída de varios años en el
alcohol… El Espíritu me devolvió el gozo de la salvación. Ahora encuentro en mi
iglesia local, una comunidad verdaderamente terapéutica. Esa es la iglesia del
Señor, y no creo estar equivocado.

Daniel Gandini, Pastor argentino hace varios años escribía: “La iglesia del Señor se
levanta viva y poderosa allí donde las personas comienzan a vivir juntas en nombre
de Jesús, a amarse y aceptarse tal como son, ayudándose a descubrir los misterios
del Reino de Dios para los hombres. Por ello no hay comunidad sin servicio, ni
sanidad sin amor” (29). Un amigo mío puntualizaba: “…la iglesia está afiebrada, la
fiebre no es una enfermedad, es el síntoma de que está afectada por uno o varios
males”(30) Eso también lo creo, por eso ambas citas son pertinentes.

Cuando contestaba la evaluación del Módulo 2, el tutor me preguntaba con cierta


ironía, capciosa y estresante: ¿Cuáles son a su criterio, algunas manifestaciones que
demuestran que una iglesia no es una comunidad terapéutica? Yo contestaba: entre
las principales manifestaciones de una iglesia que deja a un lado su labor
terapéutica son su falta de amor y la división dentro de la misma. Cuando en una
iglesia empiezan las peleas por la toma del poder, o se comienzan a discriminar la
presencia de ciertos hermanos, éstos son síntomas de un mal mayor: El síndrome
de falta de amor. Consecuencia fatal de la carencia de amor es la anemia espiritual
y posteriormente la muerte física del individuo y posiblemente de la iglesia local.

Dar por concluida ésta monografía, sería un acto de soberbia, no quiero caer en
excesos narcisistas. Dejo estos comentarios, que forman parte integrante de mi
reflexión diaria a vuestra consideración. Mi gratitud al Señor Jesús, por haberme
llamado a éste Ministerio de Adicciones. Al Dr. Jorge A. León, por su prolífica obra,
varón de Dios, impregnado con Sabiduría de lo Alto. Al Lic. Jorge León Toledo
acuciante tutor, por sus comentarios puntillosos a mis respuestas evaluatorias.
Ambos me han enseñado que juntos estamos “Cuidando El Rebaño Del Señor”. Así
sea.

Referencias Bibliográficas

(1) Este mismo personaje es el autor de otra canción denominada “El


Rey”, la cual fue inmortalizada hace unos días (Nov 05) al cantarla
el ínclito Presidente de Venezuela Hugo Chávez ante miles de sus
fans en Caracas, luego del “rasgado de vestiduras” con su
homólogo Mexicano por los desatinos acontecidos en Buenos
Aires,. Argentina con motivo del ALCA. ALCA… ALCA… Al Carajo.
Asociación De Libre Comercio Americana.

(2) Nakken Craig. La personalidad Adictiva. Editorial Diana. México.


1999.

(3) Libro Grande. El Texto Básico de Alcohólicos Anónimos.

(4) Twerski Abraham J. El Pensamiento Adictivo. Editorial Promexa.


México. 2002.

(5) Krüger René Dr. El Alcoholismo. Cristianet.com

(6) Clinebell Howard J. Cómo entender y asesorar al alcohólico. Algunos


enfoques religiosos sobre el alcoholismo.

(7) Alvarado Saúl Dr. Médico Adiccionista. www.adicciones.org.

(8) Nakken Craig. La Personalidad...op cit.

(9) Programa Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos. Primer Paso.


(10) Curso Cuidando El Rebaño Del Señor. Módulo 1 Pág. 20.

(11) Twerski A.: El Pensamiento… op cit.

(12) Ibid.

(13) Curso Cuidando El Rebaño Del Señor. Módulo 8 Pág. 49.

(14) Twerski. A. El pensamiento… op cit.

(15) Curso Cuidando El Rebaño Del Señor. Módulo 8 Pág. 36

(16) Fromm Erich. La Revolución de la Esperanza. Fondo de Cultura


Económica. México 1968.

(17) Encuentro Sobre Adicciones Juveniles en Sus Contextos Familiares.


Dr. Luis Leñero. Universidad Intercontinental y Cáritas.
Arquidiócesis de México, México 1994.

(18) Nakken Craig. Recupere a su Familia de la Adicción. Editorial Diana.


México 2000.

(19) León Jorge A. Dr. Psicología Pastoral Para Todos Los Cristianos.
Kairos. Buenos Aires. 2000.

(20) Weigandt Wilfredo. La Problemática Homosexual: reseña bíblico-


teológica. Cristianet. 2005.

(21) Concientización y Liberación: Una Charla con Paulo Freire. Ginebra


1973.

(22) Welch Eduardo T. Carta a Un Alcohólico. Desarrollo Cristiano. 2004.

(23) Barriguete C. Armando. La Copa Nostra. Editorial Diana. México


2002.

(24) Krüger René Dr. Op cit.

(25) Clinebell Howard. Op cit.


(26) Paz Octavio. Posdata. Joaquín Mortiz. México 1968.

(27) Curso Cuidando El Rebaño Del Señor. Módulo 2 Pág. 43.

(28) Lövas Edin. Citado por Jorge A. León. Estructuras y Rasgos


Psicopatológicos en la Comunidad Eclesial.Cristianet.com.

(29) Gandini. Alberto Daniel. La Iglesia Como Comunidad Sanadora. Casa


Bautista de Publicaciones. USA 1989.

(30) Conferencia dictada por el Lic. Jorge León Toledo. 28 Oct 2004.
Cristianet.com.

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