0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
126 vistas4 páginas
La ratita le pide clemencia al león para salvar su vida, prometiendo devolverle el favor. Más tarde, cuando el león queda atrapado en una red, la ratita acude con sus hijos para ayudarlo royendo la red y liberarlo, cumpliendo su promesa. El león queda sorprendido y agradecido por cómo la pequeña ratita pudo devolverle el gran favor de perdonarle la vida.
La ratita le pide clemencia al león para salvar su vida, prometiendo devolverle el favor. Más tarde, cuando el león queda atrapado en una red, la ratita acude con sus hijos para ayudarlo royendo la red y liberarlo, cumpliendo su promesa. El león queda sorprendido y agradecido por cómo la pequeña ratita pudo devolverle el gran favor de perdonarle la vida.
La ratita le pide clemencia al león para salvar su vida, prometiendo devolverle el favor. Más tarde, cuando el león queda atrapado en una red, la ratita acude con sus hijos para ayudarlo royendo la red y liberarlo, cumpliendo su promesa. El león queda sorprendido y agradecido por cómo la pequeña ratita pudo devolverle el gran favor de perdonarle la vida.
Un león dormía la siesta en la sabana africana, cuando pasó por allí
una ratita. Confundiendo la melena de león con hierba, la ratita trató de abrirse paso entre ella.
-¿Quién interrumpe mi siesta? -rugió el león, agarrando a la ratita
con una de sus enormes zarpas.
-¡Vaya! ¿No es más que un ratón? Justo lo que más me apetece
comer hoy.
La ratita gritó y pidió clemencia de rodillas:
-León, por favor, perdóname la vida. Mis siete hijos esperan mi
regreso.
-¿Tienes siete hijos? -preguntó el león.
-Sí. Una ratita diminuta como yo no será bastante para satisfacer tu hambre. Si me perdonas la vida, prometo devolverte el favor.
-¡Ja, ja! ¿Dices que me devolverás el favor si te perdono la vida? ¿Y
cómo puede un animal tan pequeño como tú devolverme el favor? -preguntó el león.
Finalmente dejó libre a la ratita pensando en sus hijos.
-Gracias, león. Te compensaré por esto, te lo aseguro -exclamó la
ratita agradecida.
Varios días después, el león, despertándose de una siesta, salió de
cacería muy hambriento.
-Sniff, sniff. Huelo a algo bueno -se relamió.
Siguió el rastro del olor y encontró un tentador trozo de carne sobre el suelo.
¡Vaya golpe de suerte!. pensó el león.
Se aproximó a lo que tenía que haber sido su almuerzo, cuando de
pronto cayó en la red de una trampa.
El león rugió y luchó con desesperación, pero no pudo salir de la
red.
-¡Que verguenza! Por culpa de mi glotonería al tratar de comerme
la comida de alguien, ahora estoy atrapado.
Por mucho que lo intentaba, no podía escapar. Entonces, la ratita a
la que había perdonado la vida unos días antes, se acercó a él con sus hijos. -¡León! Déjame devolverte el favor que te debo. Ahora me toca a mí salvarte la vida.
La ratita agarró la red y empezó a roerla con sus fuertes dientes.
Pidió a sus hijos que hiciesen lo mismo.
Los ratoncillos, que miraban al león aterrorizados, cogieron la red
enseguida y comenzaron a roerla ellos también.
-¡Daos prisa! Los cazadores se acercan -dijo la madre.
Los cazadores, con armas en la mano, ya se veían a lo lejos cuando
la red se abrió y el león cayo libre al suelo.
-Gracias ratita. No esperaba que un animal tan pequeño como tú
me devolviera el favor. Siento mucho haberte menospreciado -dijo el león, y se marchó a toda prisa.