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El símil astronómico de ocaso, que Johan Huizinga convierte en otoño, es utilizado con
mucha frecuencia en la historiografía, con un valor analógico que más que una
decadencia en lo económico o lo intelectual refleja un claro agotamiento de los rasgos
específicamente medievales frente a sus sustitutos modernos.
En las instituciones del clero también se va abriendo un abismo entre el alto clero de
obispos, canónigos y abades y los curas de parroquias pobres; y el bajo clero de frailes o
clérigos vagabundos, de opiniones teológicas difusas, o bien supervivientes
materialistas en la práctica, goliardos o estudiantes sin oficio ni beneficio.
En las ciudades, la alta burguesía y la baja burguesía viven un similar proceso de
separación de fortunas, que hace imposible mantener que un aprendiz o incluso un
oficial o un maestro de taller pobre tenga algo que ver con un mercader enriquecido por
el comercio a larga distancia de la Hansa o las ferias de Champaña y de Medina, o un
médico o un letrado salidos de la universidad para entrar en la alta sociedad. Se va
abriendo paso la posibilidad (antes inaudita) de que la condición social dependa más de
la capacidad económica (no necesariamente ligada siempre a la tierra) que del origen
familiar.
Frente al mundo medieval de los tres órdenes, basado en una economía agraria y
firmemente ligada a la posesión de la tierra, emerge un mundo de ciudades basado en
una economía comercial. Los centros de poder se desplazan hacia los nuevos burgos.
Estos reequilibrios se vieron reflejados en los campos de batalla, ya que los caballeros
feudales empezaron a ser superados por el desarrollo de técnicas militares como el arco
de tiro largo, arma que los ingleses usaron para barrer a los franceses en la Batalla de
Agincourt, en 1415, o la pica, usada por la infantería de mercenarios suizos. Es en esta
época cuando aparecen los primeros ejércitos profesionales, compuestos por soldados a
los que no les une un pacto de vasallaje con su señor sino la paga. A partir del siglo XIII
se registran en Occidente los primeros usos de la de pólvora, invención china extendida
desde la India por los árabes, pero de forma muy discontinua. Roger Bacon la describe
en 1216) y hay relatos del uso de armas de fuego en la defensa musulmana de Sevilla
(1248) y Niebla (1262, véase El cañón en la Edad Media). Con el tiempo, el oficio
militar se envilece, devaluando las funciones de la nobleza con las de la caballería y los
castillos, que quedan obsoletos. El aumento de los costes y las tácticas de batallas y
asedios traerá como consecuencia el aumento del poder del rey frente a la aristocracia.
La guerra pasa a depender no de las huestes feudales, sino de los crecientes impuestos,
pagados por los no privilegiados.
Nuevas ideas
Las nuevas ideas religiosas -que se adaptan mejor a la forma de vida de la burguesía que
a la de los privilegiados- ya estuvieron en el fermento de las herejías que se habían
producido previamente, a partir del siglo XII (cátaros, valdenses), y que habían
encontrado eficaz respuesta en las nuevas órdenes religiosas mendicantes, insertas en el
entorno urbano; pero en los últimos siglos medievales el husismo o el wycliffismo
tienen una mayor proyección hacia lo que será la Reforma protestante del siglo XVI. El
milenarismo de los flagelantes convivía con el misticismo de un Tomás de Kempis y
con los desórdenes y corrupción de costumbres en la Iglesia que culminaron en el
Cisma de Occidente. Fue devastador el impacto que tuvo en la cristiandad occidental el
espectáculo de dos (y hasta tres) papas excomulgándose mutuamente (y a emperadores,
reyes y obispos, y con ellos a todos sus sacerdotes y fieles), uno en la llamada
cautividad de Aviñón a la que le sometía el rey de Francia (fille ainée de l'Eglise -hija
mayor de la Iglesia-), otro en Roma y un tercero elegido por el Concilio de Pisa (1409).
La situación no se recondujo totalmente ni siquiera con el Concilio de Constanza
(1413), que si hubieran prosperado las tesis conciliaristas se habría convertido en una
especie de parlamento europeo supranacional, cuasi-soberano y competente en toda
clase de temas. Hasta la humilde Peñíscola se llegó a convertir por algún tiempo en el
centro del mundo cristiano -para los escasos seguidores del Papa Luna-.
Y que seguirá siendo la situación de los humildes durante los siglos siguientes, da paso
a la búsqueda de la fama y de la gloria personal, no sólo entre los nobles, sino en todos
los ámbitos sociales: los artesanos comienzan a firmar sus productos (desde las obras de
arte a las marcas artesanas), y cada vez es menos excepcional que cualquier acto de la
vida deje su huella documental (libros parroquiales, registros mercantiles, escribanos,
protocolos notariales, actos jurídicos).
Mientras que para el Mediterráneo Oriental el fin de la Edad Media supuso el avance
imparable del islámico Imperio otomano, en el extremo occidental, los expansivos
reinos cristianos de la Península Ibérica, tras un periodo de crisis y ralentización del
avance secular hacia el sur, simplificaron el mapa político con la unión matrimonial de
los Reyes Católicos (Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla), los acuerdos de estos
con el de Portugal (Tratado de Alcáçovas, que suponían el reparto de influencias sobre
el Atlántico) y la conquista de Granada. Navarra, dividida en una guerra civil entre
bandos orientados e intervenidos por franceses y aragoneses, sería anexionada en su
mayor parte a la creciente Monarquía Católica en 1512.
Debate historiográfico
Crisis
El primero es la Crisis del siglo XIV, que no sólo fue una crisis demográfica ligada a la
Peste Negra de 1348, sino que está ligada a una inadecuación del modo de producción
feudal al aumento de las fuerzas productivas:
o aumento de la población desde al menos el año 1000,
o roturación de nuevas tierras, con la consiguiente actuación de la ley de
rendimientos decrecientes,
o imposibilidad de aumentar el lento ritmo de mejoras técnicas (desconectadas
de la ciencia medieval)
o inadecuación del feudalismo para convertir los excedentes en capital: los
señores no los invierten (traicionarían su papel social, que condena el trabajo)
y los campesinos no disponen de ellos) mientras que la burguesía y la ciudad
ocupan un papel subsidiario (el alcance de éste papel es uno de los puntos
centrales del debate historiográfico entre los autores arriba señalados).
El segundo es la Crisis del siglo XVII, cuya misma existencia también es discutida por la
historiografía en un célebre debate. La crisis es una crisis general, pero con
consecuencias muy distintas en cada parte de Europa: Los países del área
mediterránea (España, Italia) se refeudalizan, produciéndose incluso la denominada
"traición de la burguesía". Los del noroeste de Europa, avanzan hacia el capitalismo, el
predominio social de la burguesía y sus valores (el trabajo, la propiedad), y estados
que los defienden mediante sistemas políticos innovadores (Holanda e Inglaterra). La
triunfante monarquía absoluta francesa, cúspide de una formación económico-social
propia del Antiguo Régimen, ha sido interpretada contradictoriamente, por unos como
una fuerza transformadora, que unifica una economía de dimensiones nacionales, y
por otros como una fuerza retardadora de las transformaciones que las fuerzas
productivas "objetivamente" pudieran haber impuesto. El papel de las clases sociales y
su misma existencia en ese momento han sido también objeto de cuestión.
El último es la Crisis del Antiguo Régimen, coincidente con las tres revoluciones
simultáneas de mediados del siglo XVIII a mediados del siglo XIX (revolución industrial,
Revolución Burguesa y Revolución Liberal), que se ha podido llamar La Era de las
Revoluciones.
Localización
Para Europa Oriental, el feudalismo llegó más tardíamente, a finales de la Edad Media y
durante la Edad Moderna se consolida el poder de la nobleza sobre los campesinos
sometidos a servidumbre. La Edad Contemporánea verá cómo se produce una
modernización a un ritmo acelerado en Rusia, lo que puede explicar las características
especiales de la Revolución de 1917.
Si otro lugar del mundo tuvo esa misma transición sería Japón, que aislado
conscientemente de influencias exteriores desde el siglo XVI se mantiene en un estadio
similar al feudalismo, para abrirse bruscamente al capitalismo, también de forma
consciente, con la Revolución Meiji.
La ley de los rendimientos decrecientes (en inglés: diminishing returns) es una de las
leyes más famosas de la economía. Afirma que cada vez se obtendrá menos producción
adicional a medida que se añadan cantidades adicionales de un input manteniendo el
resto de factores constantes. Dicho de otro modo, el producto marginal de cada unidad
de input se reducirá a medida que la cantidad de este input aumente, si los otros
permanecen constantes; debe entenderse por producto marginal de un input la cantidad
de producción adicional que se obtiene después de añadir una unidad adicional de este
manteniéndose todos los demás constantes.
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