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LOS MIEDOS SE RESUELVEN RÁPIDAMENTE... ¡AFRONTÁNDOLOS!

¿Qué pensaría Ud. si le dijeran que los miedos se resuelven creando más situaciones de
miedo? ¿Qué diría si ante sus obsesiones le recetaran que todos los días se recree
durante 30 minutos en su peor fantasía? ¿Cómo entendería que su terapeuta le propusiera
para superar su dependencia física dejar de evitar las situaciones críticas y sumergirse en
ellas por completo? Pues eso es básicamente lo que propone el psicoterapeuta Giorgio
Nardone para tratar todos los problemas que originan los miedos, desde el pánico
pasando por las fobias, las obsesiones, los problemas de relación padres/hijos y los
trastornos obsesivo-compulsivos hasta trastornos como la anorexia y la bulimia. Con
excelentes resultados -afirma- en menos de diez sesiones.

El pasado mes de Octubre el conocido psicólogo Giorgio Nardone, creador de la llamada


Terapia Breve Estratégica, pasó por Madrid para impartir un seminario clínico en técnicas
avanzadas con las que tratar los problemas del miedo, el pánico, las fobias, las obsesiones y los
trastornos alimentarios (anorexia y bulimia). Se trata de uno de los investigadores clínicos más
relevantes formados en el MIR de Palo Alto (California) de la mano de Watzlawick y Weakland.
Profesor de Técnicas de Psicoterapia Breve en la Escuela de Psicología Clínica de la
Universidad de Siena y director de la Escuela de Terapia Breve Estratégica de Arezzo sus
investigaciones en el campo clínico han conducido a innovadores y eficaces modelos de terapias.
Autor de numerosos trabajos sobre psicología y psicoterapia es miembro de la dirección científica
y de la redacción de la revista Ciencia de la interacción. Aprovechando su visita a España hemos
hablado extensamente con él.
-¿Podría decirnos en qué se diferencia su método de las demás terapias psicológicas?
-Verá, durante años estuve buscando soluciones efectivas para tratar las patologías del miedo
más frecuentes. Para lo cual profundicé en la psicología conductista, en la terapia sistémica, la
hipnosis e incluso en otras vías no relacionadas directamente con la psicología como la filosofía
de los sofistas, las estrategias del arte de la guerra y las artes marciales chinas, la lógica
aristotélica... hasta seleccionar lo mejor de cada una de ellas. Y de esa síntesis surgió la Terapia
Breve Estratégica.
-¿Y en qué consiste?
-La terapia trata de inducir al cambio de forma natural. La idea es que la persona experimente
situaciones aparentemente casuales que, sin embargo, están perfectamente planificadas de
antemano por el terapeuta. Para lo cual se crean una serie de estrategias personalizadas y
focalizadas no en el problema sino en el objetivo que se pretende alcanzar. Esa es la diferencia
fundamental con las otras terapias: trabajamos sobre la idea de que lo que hay que hacer es
construir soluciones porque es desde ahí como se descubre el verdadero problema.
-¿Por qué la califica de "breve"?
-Porque, a diferencia de otras terapias, es muy rápida. Piense que normalmente no se precisan
más 10 sesiones. A veces, incluso varias menos.
-¿Y cómo se desarrolla?
-En dos pasos. Primero hay que crear experiencias concretas de cambio mediante estrategias en
las que tiene gran importancia el uso del lenguaje, la utilización de la capacidad que tenemos los
seres humanos para comunicar y sentir. Es nuestro "sexto sentido" en realidad. Tiene efectos
perceptivos-afectivos. En este punto el terapeuta trata de inducir en el paciente experiencias
internas transformadoras. Es la fase más larga pues en ella el paciente tiene que llegar a ser
consciente de su problemática descubriendo el autoengaño en el que se halla inmerso. El
segundo paso consiste en llevar a la persona a ser consciente de sus potencialidades, de sus
recursos... y activarlos.
Es decir, primero hay que conseguir que se sienta responsable de sus cambios para luego, con
la ayuda del terapeuta, despertar sus recursos naturales.
-¿Implica eso que en su terapia es el paciente el que toma las riendas del proceso de
sanación?
-La terapia tiene como columna vertebral devolver al individuo la responsabilidad de su
existencia. Y en ese sentido es muy importante la consideración de que un trastorno es un
problema, no una enfermedad. Un problema tiene solución; en cambio, una enfermedad necesita
curación. La percepción es muy diferente.
Nosotros llevamos al paciente a actuar y sentir para que aprenda a ver su realidad de forma
diferente. Y no se trata de enseñarle a vivir otros mundos sino de que cambie su percepción de lo
que ve. La idea básica es diseñar estrategias para solucionar los problemas. El remedio consiste
en usar la misma dinámica del incidente que causa el problema pero desplazando la atención del
miedo a una tarea aparentemente más extraña, más complicada. A esa estrategia la llamamos
Cruzar el océano sin que el cielo se entere.
-¿Y qué efectos se consiguen?
-Los efectos son muy claros: primero se produce el desbloqueo de la sintomatología, después se
libera a la persona de su problema y, por último, se la acompaña mientras construye un nuevo
equilibrio reconstruyendo lo que se ha destruido. El terapeuta es durante el proceso sólo un
acompañante, un consejero. Siempre es el paciente el que da los pasos. Hay que sembrar en él
la idea clave de que si fue capaz de crear el problema es igualmente capaz de resolverlo.
Para ello le hacemos preguntas sobre cómo se siente y cómo se manifiesta lo que siente. Y cada
dos o tres preguntas parafraseamos sus respuestas para corroborar. Así el paciente siente que
es él quien hace la terapia, es él quien descubre cómo funciona su problema. El terapeuta sólo
abre ante él posibilidades diferentes, escenarios que le permitirán ponerse a prueba.
Al final de las preguntas resumimos y le damos las prescripciones. Se trata de establecer una
relación constructiva con el paciente, empática. Así aseguramos que las prescripciones serán
seguidas al pie de la letra, lo que es fundamental para los buenos resultados de la terapia.
-¿Y cómo son esas "prescripciones"?
-Se trata de desviar la atención, como antes dije, y pedirle que siga al pie de la letra las pautas
que le marcamos o prescribimos aunque le parezcan absurdas. Son muy repetitivas y van unidas
a un ritual. ¿Y por qué un ritual? Porque induce a la persona a creer en el poder de la magia.
Aunque en realidad se trata de tecnología avanzada si lo miramos desde el punto de vista de la
mente. Es un trabajo estratégico para que la magia se produzca. El cambio de la persona no lo
da la consciencia adquirida sino las estrategias realizadas. Pero no se trata de que sea
interiormente consciente de sus problemas y de conocer la causa para tratar de cambiar la
situación; en la Terapia Breve Estratégica se parte de la base de que el cambio no necesita la
consciencia sino que es, incluso, contraproducente (lea el lector cómo se desarrolla paso a paso
la terapia en el recuadro adjunto) .
-¿Qué tipo de trastornos se pueden tratar con su terapia?
-Normalmente todos los trastornos del miedo tienen una sintomatología común: un efecto
paralizador. Ahí se encuadran los ataques de pánico, fobias generalizadas o locales, obsesiones,
depresión... Y también se aplica en los casos de anorexia, bulimia, problemas de relación
padres/hijos, trastornos obsesivo-compulsivos, conflictos de empresa y organización, etc.
Además da buenos resultados en otros problemas. Por ejemplo, una paciente que resolvió en
pocas semanas sus ataques de pánico me pidió ayuda para adelgazar. Muy bien -la dije-, escoge
una de las dietas que conoces, una que no sea restrictiva. Y haz un trato conmigo: cada vez que
comas algo fuera del régimen tienes que tomarlo cinco veces a continuación. Por ejemplo, si
tomas un bombón a continuación tienes que tomar 5, si es un bocadillo habrás de tomar otros 5
iguales. En tres meses había perdido 12 kilos. Me dijo que alguna vez había transgredido el
régimen pero que hacerlo 5 veces más era una tortura. Se tomó un bombón y dijo: "¡Qué bien,
ahora a tomarme los cinco restantes!".
Pero, claro, el segundo le supo rico, el tercero menos, el cuarto aún menos y el quinto le pareció
ya insoportable.
-¿Y para qué tipo de trastornos no es válida su terapia?
-No tratamos psicodependencias, drogas, alcoholismo, etc. También está contraindicado en
problemas que no presentan sintomatología fuerte. Si se trata de pequeñas crisis puntuales o
problemas existenciales no se puede reutilizar la energía del propio trastorno y el paciente no
sigue las prescripciones. Podríamos decir que no está recomendada para casos sencillos sino
para los muy graves. Recordemos que la terapia estratégica utiliza la energía y la fuerza del
trastorno contra el trastorno mismo. Si el trastorno es débil la energía también lo es.
-¿Se tratan igual todos los trastornos? ¿Se aplica el mismo protocolo a distintos
pacientes?
-La terapia ofrece estrategias específicas para problemas específicos. Existen protocolos para
cada patología, abiertos y adaptados a cada paciente.
-¿Y con qué resultados?
.Las estadísticas son muy buenas. Se resuelve el 88% de los casos en apenas 7 sesiones como
media. Se ha tratado ya a 1.500 personas en Europa a las que se hizo un seguimiento durante
seis meses comprobándose además que no hay recaídas ni desplazamiento de los síntomas.
-¿Y en otros sitios?
-En los últimos años han sido tratadas más de 6.000 personas en todo el mundo con el mismo
porcentaje de resultados. Hay un 88% de resultados positivos en los casos de agorafobia y de un
90% en los trastornos fóbicos.
El modelo es eficaz y científico. Y puede ser transmitido, se puede enseñar a otros para que lo
apliquen; de hecho, ya hay más de 500 terapeutas formados en Italia y Europa.
-¿Por qué cree Ud. que las psicoterapias rápidas son más efectivas?
-Las psicoterapias rápidas garantizan un modelo más eficiente porque tienen una duración
limitada en el tiempo. Las largas, en cambio, al durar tantos años fallan porque se producen
cambios en la persona, en su vida y cuando acaba la terapia no puedes saber si realmente se ha
curado la persona por la aplicación de la terapia o por los cambios significativos que se han
producido en su vida.
-¿Funciona tanto para tratar miedos psicológicos como físicos?
-Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el ataque de pánico es la patología que más
está creciendo en el mundo. Un alto número de personas lo ha padecido ya o lo padecen. Podría
decirse incluso que hay dos trastornos que son producto de nuestro tiempo y de nuestra manera
de vivir: la depresión y los ataques de pánico.
Piense que el miedo es la emoción más antigua y primordial del ser humano, tanto si es dirigido
al interior como si va dirigido al exterior. Y al miedo tenemos que verlo desde dos vertientes: los
aspectos sanos y los aspectos patológicos. A fin de cuentas, es un mecanismo que nos pone
alerta ante las amenazas y nos coloca en la mejor disposición para resolver los problemas ya que
activa el organismo para lograr una mejor reacción. El miedo puede ayudarnos a salvar la vida.
Sin embargo, se convierte en algo patológico cuando supera un determinado umbral ya que
entonces nos bloquea e incapacita para dar la respuesta adecuada y necesaria. Miedo a la
pérdida de un ser querido, a subir en un avión, a perder el control, a hablar en público, a
sonrojarse, a perder el control de los esfínteres, a los espacios abiertos y a los reducidos, a la
soledad, a determinados insectos... Hay tantos miedos como personas. Miedos que además se
pueden convertir en fobias, ataques de pánico, fijación hipocondríaca...
Hay que concretar pues lo que desencadena el miedo hasta convertirse en pánico. Y después se
trata de ayudar al paciente a afrontar todas las situaciones que ha estado evitando por miedo.
-¿A qué tiene miedo hoy la humanidad basándose en la experiencia de los casos que le
llegan a la consulta?
-Pues el miedo más extendido es a perder, el control en todas sus variantes: el segundo, a subir
en avión; el tercero, a la altura (acrofobia); el cuarto, a perder a los seres queridos. Es la primera
entre las fobias relacionales: el quinto, a los espacios abiertos (agorafobia); el sexto lugar lo
ocupan los trastornos de pánico por soledad; el séptimo, la aracnofobia o miedo a las arañas; y el
octavo, la dismorfofobia (fijación por someterse a cirugía estética constante para no tener
defectos físicos). Requiere su propio tratamiento.
-Dice que los síntomas derivados del miedo se solucionan con su terapia pero éstos
normalmente esconden problemas psicológicos y emocionales. ¿Se tratan después con
otra técnica o se tratan también con su terapia?
-La verdad es que en ocasiones se elimina una fobia y aparece un trastorno obsesivo. Es como
esas muñecas rusas de madera: abres una y hay otra después. Y así sucesivamente. Lo
importante es centrarse en abrir la primera y después, cuando se haya resuelto completamente
esa, abrir la segunda y se tratarla como si fuera una nueva terapia, un nuevo problema.
En todos los casos se pretende siempre desbloquear, eliminar el problema que paraliza a la
persona, la incapacidad de hacer algo por sí mismo... y activar su máximo potencial
-¿Y si alguien se niega a seguir sus "prescripciones" (veáse el recuadro con la descripción
de las mismas)?
-Casi nadie lo hace. Se crea desde el principio un doble vínculo terapéutico, les llevo
paulatinamente a esa situación. Algunos llegan a la consulta diciendo: "Doctor Nardone, ya he
leído sus libros y conozco las estrategias así que no me van a funcionar". Y yo les digo: "No, no,
al contrario; como las conoce funcionará mejor".
Tenemos que recordar que leer algo o pensar en algo, es decir, conocerlo a través del
pensamiento, del intelecto es algo muy diferente a experimentarlo, vivir nuevas sensaciones. Mi
terapia no se basa en el pensamiento sino en la percepción. Por eso es tan efectiva, porque la
percepción va antes que el pensamiento y sus efectos también van por delante.
-Por último, ¿a qué cree Ud. que se deben los excelentes resultados de su terapia?
-Creo que es a la forma en que se induce al cambio. Nosotros hacemos que el paciente
experimente reacciones diferentes ante la misma situación y esas nuevas percepciones inducen
al cambio.
Hay dos formas de cambiar, la primera es dentro del sistema. Ahí encuadraríamos la psicología
conductista: se cambia el conocimiento o la conducta y normalmente se producen recaídas.
La segunda es romper con el sistema. Y las percepciones pueden cambiar el sistema. Mi terapia
es radical, sencillamente, porque trabaja con las percepciones.
Hasta aquí nuestra charla con Giorgio Nardone, creador de la Terapia Breve Estratégica. Es
evidente que cada día surgen nuevas terapias más respetuosas con el ser humano. Terapias que
intentan que las experiencias vividas se conviertan en conocimiento y sabiduría, terapias que
potencian el despertar de los recursos de la persona para permitirle una manifestación más
completa en todos sus niveles de expresión: físico, energético, mental, emocional y espiritual.
Nos congratula.

María Pinar Merino

Fases de la Terapia Breve Estratégica


1ª FASE
Hay que crear en la consulta una atmósfera sugestiva y saber que la relación va dirigida siempre
al cambio. En esta primera fase el terapeuta toma una parte muy activa y usa un lenguaje casi
hipnótico formulando preguntas estratégicas que permitan al paciente descubrir aspectos que no
conocía. Esta fase de indagación e investigación provoca ya el primer cambio.
El terapeuta usa en ella diversas técnicas de comunicación como redefiniciones, parafrasear,
metáforas, aforismos, etc., a fin de concretar y redefinir el contenido de lo que va saliendo.
El paciente suele sentirse a gusto, comprendido, convencido de que es él quien lleva las riendas.
Todo el proceso es suave e indirecto, sin dirigismo. El paciente se siente el protagonista de la
relación.

2ª FASE
Una vez entendido el problema se aplica la estrategia adecuada (vea el recuadro adjunto) para
desbloquear la situación aunque a veces es necesario encadenar varias estrategias. Es esta fase
el paciente comprueba sesión a sesión cómo se producen cambios notables en sus hábitos y en
su comportamiento.
La terapia posee aquí un estilo diferente ya que en las primeras era más sugestivo e hipnótico. Y
si bien normalmente las sesiones tienen lugar cada quince días en ese tiempo se mantiene el
efecto sugestivo y es un buen plazo de tiempo para que la prescripción manifieste claramente
sus efectos. De ese modo también se potencia la independencia del paciente que nota cómo va
mejorando sin la presencia constante del terapeuta. Eso le da confianza y aumenta su
autoestima.

3ª FASE
Una vez que se ha producido el cambio y con objeto de que el paciente se responsabilice el tono
se vuelve menos sugestivo, más confrontado. Se discute para que emerja la confianza en sus
recursos activos. Se le reta y se le provoca para que surja la consciencia hasta que, finalmente,
él mismo declare que ha superado los problemas que tenía. Le pedimos entonces que evalúe su
progreso de sanación en una escala de 0 a 10. Cuando declara 10 se considera que ha sido
totalmente superado.

4ª FASE
El paciente nos dice lo que nosotros deberíamos decirle. Se ha convertido en su propio
terapeuta, capaz de encontrar sus mecanismos para resolver las situaciones que antes le
atenazaban. A partir de ahí se fijan citas a 3 meses, 6 meses y 1 año como sesiones de
mantenimiento. Se mantiene así un fino vínculo entre paciente y terapeuta aunque la
independencia es total. Permanece de esa forma entre ambos un vínculo afectivo. Y es que es
importante que el paciente reciba reconocimiento por sus cambios, algo que cuando viene del
terapeuta lo potencia.

Estrategias utilizadas en la terapia


1ª) La conjura del silencio.
Consiste en pedir al paciente que no hable de su problema con nadie porque si lo hace "riega" la
planta de su problema y éste crece. Es decir, le genero un miedo. Un nuevo miedo que enfrento
a su miedo. Es lo que hacen las artes marciales: usar la energía del contrario para aumentar la
propia. Ahora bien, la terapia intenta aumentar el miedo en sentido positivo. La conjura del
silencio va dirigida a cortar el círculo vicioso que produce el hablar una y otra vez del problema.
El miedo a hablar es, pues, la base de la conjura del silencio.
En el caso de un hipocondríaco se le recomendó que mantuviera la conjura del silencio todo el
día pero después de cenar, todas las noches, debía reunirse en el salón son su mujer, coger un
despertador, marcar media hora y durante ese tiempo quejarse hasta que se acabara el tiempo.
Ella debía estar callada sin intervenir. Normalmente a los pocos días se agota y cada vez le
resulta más difícil encontrar cosas de que quejarse.

2ª) La evitación.
Se trata de no pedir ayuda a quien esté cerca porque cuando es ayudado en el fondo recibe el
mensaje de que no es capaz de hacerlo por sí mismo. Eso le patentiza que no puede resolver su
problema. Así que se le induce a una reflexión sobre la petición de ayuda. Es conveniente romper
la dependencia. "Cada vez que pides ayuda -le decimos- alimentas tu problema. Piensa en ello".
Y a veces se le somete a una provocación paradójica como la de: "No te esfuerces en no pedir
ayuda pero piensa que cada vez que lo haces crece tu problema". Enfrento así el miedo a
empeorar al miedo a pedir ayuda. No se le dice que deje de pedir ayuda pero sí que piense en lo
que ocurre cuando lo hace. Y al colocarle en esa situación el cambio es inevitable.

3ª) La concreción de la fantasía.


Esta prescripción juega con la creencia en la magia y la sugestión hipnótica. Por ejemplo, se le
dice al paciente: "Imagínese cada mañana, al despertar, que su problema ha desaparecido.
¿Qué ocurriría entonces? Pregúntese: ¿qué cambiaría en su vida si ya no tuviese este
problema?, ¿cómo sería su vida si resolviera esto?, ¿cómo le verían los demás?, ¿cómo lo
notarían?, ¿qué haría?, ¿qué otros problemas aparecerían? Piénselo". Es decir, inventamos una
realidad y la convertimos en algo concreto. El paciente cree así ya desde esa primera sesión que
la magia es posible, encontrándose en un cierto trance mágico/hipnótico.

4ª) Llevar un "Diario de a bordo".


La prescripción en este caso es: "Tiene que llevar siempre consigo un cuadernillo y cada vez que
tenga un ataque de pánico o cualquier sintomatología relacionada con el miedo apuntar en él el
día, la hora, el hecho que se produjo, su estado, cómo se sintió y en qué medida le afectó. Es
importante hacerlo en el mismo instante en que se produce el trastorno. Como si tomara una foto
de todas las situaciones críticas que ocurren durante las dos semanas. Cuanto mejor ejecute
esta tarea más le ayudará porque nos ayudará a entender su problema y podremos ayudarle
mejor". Esta estrategia es especial para los ataques de pánico aunque también se usa en los
hipocondríacos porque desplazan su atención al cuaderno, dejan de buscar el apoyo de los
demás. La hipocondría se asocia con un trastorno de pánico e interacciones patógenas a su
alrededor. Con esta estrategia desaparece el miedo porque al preocuparse por llevar un registro
completo de lo que sienten y cuándo lo sienten su atención se desplaza de la lucha contra el
síntoma a intentar simplemente describirlo.

5ª) La pregunta diaria.


Esta estrategia permite al paciente romper sus propios límites. Le planteamos: "Si Ud. quisiera no
mejorar voluntariamente su situación sino empeorarla, ¿qué tendría que hacer o dejar de hacer,
pensar o dejar de pensar? Sólo imagíneselo, reflexione. No lo haga, sólo plantéeselo. Deberá
escribirlo en su cuaderno si son muchas las cosas que le surgen pero si no con expresarlo
verbalmente en la siguiente sesión de terapia es suficiente". Esta estrategia se basa en el
axioma"Si quieres enderezar algo aprende primero todas las formas de torcerlo aún más".

6º) La peor fantasía.


La prescripción es: "Tiene que fijar media hora cada día, siempre a la misma hora, para aislarse
en una habitación a oscuras y recrear sus peores miedos, los pensamientos más negativos.
Evoque sus más terribles fantasías, todo aquello que le produce pánico, situaciones, personas,
etc. Pondrá un reloj despertador que sonará a los 30 minutos. Si le da por gritar, grite; si por
llorar, llore. Hasta que suene el despertador. Cuando eso suceda saldrá de esa habitación y
continuará su vida normal".
Normalmente nos pasamos la vida intentando evitar lo que ésta nos depara. Sin embargo, al
forzarle a imaginar las peores situaciones normalmente la persona se relaja; eso sí, le cuesta
hacerlo de forma voluntaria y algunos, incluso, se duermen. Ese es el objetivo. Experimentar que
la mejor forma de superar un miedo es provocarlo conscientemente. Llamar al fantasma,
provocarle, tocarle e ir tras él hasta hacerlo desaparecer. Después, si los resultados han sido
satisfactorios, en la siguiente sesión le pediremos: "Ahora deberá hacer eso mismo cada 3 horas.
Es decir, 5 veces al día durante 5 minutos en lugar de hacerlo media hora diaria. Sin aislarse,
donde quiera que esté, piense en las peores fantasías mientras sigue con su actividad normal. Si
surge algún problema fuera de los momentos preestablecidas lo afronta igualmente. Mirará el
reloj y durante 5 minutos intensificará esa sensación de miedo". Con ello se pretende entrenar a
la mente para que voluntariamente aumente la sensación de miedo durante esos cinco minutos a
fin de controlarlo y vencerlo también voluntariamente. El efecto es que desaparece. Se basa en la
idea de "echar más leña para que el fuego se apague". Los antiguos decían que el miedo
enfrentado se convierte en valor y desaparece; y que si intentas evitarlo se hace más fuerte. Esta
técnica enseña a erradicar el pánico definitivamente.
Ahora bien, se trata de una estrategia que no puede utilizarse con paranoicos, borderline o
psicóticos.

7ª) El ritual matinal


Viene muy bien para los depresivos. Lo llamamos Discurso desde el púlpito y está especialmente
indicado para aquellas personas que se quejan siempre. La idea es dejar que el paciente hable
durante media hora seguida pero prohibiendo el diálogo. Es decir, su interlocutor debe guardar
un religioso silencio. De esa forma le damos espacio para que se exprese pero le quitamos el
soporte para romper su modelo de comunicación que está muy viciado.
A los hipocondríacos también se les aplica esta técnica en conjunción con la de la conjura del
silencio. Es decir, por un lado se les dice que no pueden hablar de su problema durante todo el
día... pero se les concede hacerlo en los 30 minutos prefijados.

8ª) El sabio que finge ser estúpido.


Normalmente esta estrategia se aplica en las últimas fases de la terapia. A veces, cuando el
paciente ve una cierta mejoría intenta desplazar la atención hacia otro problema, otra
preocupación. Dejan de hablar del problema que les atenaza e intentan sacar otros conflictos
psicológicos. El terapeuta debe estar atento para no caer en la trampa y mantener las
prescripciones a pesar de todo. Se le pregunta al paciente: ¿cuál es su valoración del cambio?,
¿ha observado una gran mejoría entonces?, ¿qué puntuación le daría en una escala de 0 a 10?

9ª) El mapa con los límites (especial para agorafóbicos)


La prescripción es "Coja el coche todos los días y desde su casa aléjese en dirección a uno de
los cuatro puntos cardinales hasta donde llegue, hasta donde se sienta seguro, sin superar su
límite de miedo; márquelo entonces en el mapa, de la vuelta al coche 180º y vaya marcha atrás
despacio durante 50 metros. Al día siguiente haga lo mismo en otra dirección, llegue al punto en
que siente miedo, márquelo, de la vuelta al coche y circule marcha atrás 50 metros."
Con ello se le somete a una tremenda contradicción: se le dice, por un lado, que no supere su
límite; y después que debe superarlo... pero marcha atrás. Es un truco muy sugestivo.
Cuando haya ido a los 4 puntos cardinales debe volver a empezar por el primer trayecto y repetir
los mismos recorridos mirando hasta donde puede llegar (normalmente rebasan el límite
anterior). Las distancias se van ampliando considerablemente hasta que el miedo desaparece
por completo.

10ª) El secreto perturbador.


Esta estrategia se aplica en las obsesiones que sufren las personas que tienen miedo a hablar en
público (trastorno de evitación). En este caso el "diario de a bordo" no sirve porque no le permite
afrontar la situación. Así que se le propone afrontarlo como un experimento: "Al entrar en una
sala donde se celebra la reunión o la conferencia se disculpa y dice lo que le podría ocurrir, es
decir, lo que le da miedo que ocurra. Si no tiene bastante miedo no lo diga. Se trata de reconocer
públicamente esa dificultad. Si lo hace se convierte en un acto de coraje que es valorado por los
demás. Por ejemplo, si dice: 'Discúlpenme pero en estos días estoy muy estresado y dentro de
un rato podría sonrojarme, bloquearme o incluso olvidar algo importante'. Declarando un secreto
perturbador usted demuestra más valor".
El obsesivo lo admite si se le convence de que puede escoger entre dos opciones: afrontar la
situación temida y resolverla -es decir, callar, pasar sin declararlo- o atreverse a decirlo y los
demás le verán como un valiente y le entenderán.
Con esta estrategia la persona deja de evitar. Su atención se desplaza a lo que debe hacer, tiene
que decidir hacer una cosa u otra pero va a afrontar la situación. Es crear de la nada una
estrategia. Con ello pierde el miedo y la vergüenza a quedar mal ante los demás y al poder elegir
se siente más libre.
Si siente más miedo que vergüenza confesará su límite, verá la disposición de la gente,
descargará su tensión y será terapéutico de igual manera. Si tiene más vergüenza que miedo
nunca confesará su secreto pero no por ello su nivel de miedo subirá. En este caso enfrenta la
vergüenza al miedo y también es terapéutico.

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