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¿Qué pensaría Ud. si le dijeran que los miedos se resuelven creando más situaciones de
miedo? ¿Qué diría si ante sus obsesiones le recetaran que todos los días se recree
durante 30 minutos en su peor fantasía? ¿Cómo entendería que su terapeuta le propusiera
para superar su dependencia física dejar de evitar las situaciones críticas y sumergirse en
ellas por completo? Pues eso es básicamente lo que propone el psicoterapeuta Giorgio
Nardone para tratar todos los problemas que originan los miedos, desde el pánico
pasando por las fobias, las obsesiones, los problemas de relación padres/hijos y los
trastornos obsesivo-compulsivos hasta trastornos como la anorexia y la bulimia. Con
excelentes resultados -afirma- en menos de diez sesiones.
2ª FASE
Una vez entendido el problema se aplica la estrategia adecuada (vea el recuadro adjunto) para
desbloquear la situación aunque a veces es necesario encadenar varias estrategias. Es esta fase
el paciente comprueba sesión a sesión cómo se producen cambios notables en sus hábitos y en
su comportamiento.
La terapia posee aquí un estilo diferente ya que en las primeras era más sugestivo e hipnótico. Y
si bien normalmente las sesiones tienen lugar cada quince días en ese tiempo se mantiene el
efecto sugestivo y es un buen plazo de tiempo para que la prescripción manifieste claramente
sus efectos. De ese modo también se potencia la independencia del paciente que nota cómo va
mejorando sin la presencia constante del terapeuta. Eso le da confianza y aumenta su
autoestima.
3ª FASE
Una vez que se ha producido el cambio y con objeto de que el paciente se responsabilice el tono
se vuelve menos sugestivo, más confrontado. Se discute para que emerja la confianza en sus
recursos activos. Se le reta y se le provoca para que surja la consciencia hasta que, finalmente,
él mismo declare que ha superado los problemas que tenía. Le pedimos entonces que evalúe su
progreso de sanación en una escala de 0 a 10. Cuando declara 10 se considera que ha sido
totalmente superado.
4ª FASE
El paciente nos dice lo que nosotros deberíamos decirle. Se ha convertido en su propio
terapeuta, capaz de encontrar sus mecanismos para resolver las situaciones que antes le
atenazaban. A partir de ahí se fijan citas a 3 meses, 6 meses y 1 año como sesiones de
mantenimiento. Se mantiene así un fino vínculo entre paciente y terapeuta aunque la
independencia es total. Permanece de esa forma entre ambos un vínculo afectivo. Y es que es
importante que el paciente reciba reconocimiento por sus cambios, algo que cuando viene del
terapeuta lo potencia.
2ª) La evitación.
Se trata de no pedir ayuda a quien esté cerca porque cuando es ayudado en el fondo recibe el
mensaje de que no es capaz de hacerlo por sí mismo. Eso le patentiza que no puede resolver su
problema. Así que se le induce a una reflexión sobre la petición de ayuda. Es conveniente romper
la dependencia. "Cada vez que pides ayuda -le decimos- alimentas tu problema. Piensa en ello".
Y a veces se le somete a una provocación paradójica como la de: "No te esfuerces en no pedir
ayuda pero piensa que cada vez que lo haces crece tu problema". Enfrento así el miedo a
empeorar al miedo a pedir ayuda. No se le dice que deje de pedir ayuda pero sí que piense en lo
que ocurre cuando lo hace. Y al colocarle en esa situación el cambio es inevitable.