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Jorge M. López
Wanda Velázquez
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
Resumen Este artículo presenta un ejemplo, interesante desde el punto de vista histórico y didáctico, sobre
una generalización novedosa del famoso Teorema de Ceva. La generalización extiende el resultado a po-
lígonos de un número impar de lados e involucra consideraciones sobre la convexidad de tales polígonos.
La heurística de la presentación tiene matices muy interesantes así como una riqueza abundante de temas
de “investigación” para los estudiantes en el área de la geomtría. Los programas de exploración geomé-
trica no solo sirven para generar “nuevo conocimiento” geométrico, sino también para plantear formas
heurísticas originales de apropiación del conocimiento por parte de los estudiantes. En efecto, los datos
aquí expuestos se “descubrieron” precisamente de esta manera.
Introducción
Hace varios años en conversación con Gene Klotz, actual director del famoso Math
Forum, él me advertía sobre la dificultad de reclamar novedad en resultados sobre la
geometría sintética. Ciertamente, la geometría, desde los tiempos de la antigua Grecia, ha
atraído la atención de decenas de cientos de matemáticos, geómetras y aficionados en ge-
neral. En efecto, es un tanto difícil encontrar algo nuevo bajo el sol en esta área del co-
nocimiento humano. Sin embargo, en este artículo describimos una generalización del
famoso teorema del epígrafe, el cual parece no tener realce significativo en la literatura,
aunque el mismo representa una generalización interesante y natural del resultado origi-
nal. En la bibliografía hacemos referencia a artículos que contienen parcialmente algunos
de los elementos de nuestro abordaje al tema, aunque a nuestro juicio, los mismos son
suficientemente diferentes como para ameritar la publicación de este artículo.
Para los autores de este escrito resulta muy significativo que el descubrimiento del re-
sultado en cuestión ocurrió en circunstancias vinculadas al empleo de recursos de com-
putadora para la exploración geométrica y para el desarrollo de la llamada “geometría vi-
sual”1. Muchas de las intuiciones geométricas básicas del ser humano emergen de
observaciones e impresiones visuales relacionadas con la apreciación de la profundidad,
la perspectiva, y las posiciones y velocidades relativas de objetos que se aprecian por un
observador en movimiento. Todo este bagaje intuitivo que traen los niños al aula tiene
una ingerencia importante en el estudio de la geometría plana (Kindt y de Lange 1982;
Goddijn, 1980.) A los autores de estas líneas nos parece francamente insólito que siendo
este el caso, el abordaje en el aula a la geometría en general, y a la geometría sintética en
particular, sea uno “estático” y formal. Cerramos esta breve sección introductoria
apuntando que los resultados aquí presentados forman parte varias actividades e
1
En nuestro caso hemos empleado el Geometric Sketchpad.
investigaciones desarrolladas en los centros CRAIM2 en apoyo de la docencia de la
geometría.
El teorema de Ceva
El teorema de Ceva, demostrado por Giovanni Ceva en 1968 y publicado en De lineis
rectis, asevera que los segmentos trazados desde los vértices de un triángulo a los lados
opuestos correspondientes son concurrentes precisamente en el caso en que el producto
de las razones de los lados tomadas cíclicamente es 1. Este resultado es sin duda uno de
los resultados más importantes de la geometría sintética del triángulo posterior al período
helenístico. Veamos un enunciado más detallado del resultado. Si en el triángulo ABC
(véase la Figura 1) se trazan segmentos3 desde los vértices A, B, C a los puntos X, Y, Z
en los lados opuestos correspondientes, entonces los segmentos AY, BZ y CX son
concurrentes sí y sólo sí
AX BY CZ
⋅ ⋅ = 1.
XB YC ZA
Z Y
A B
X
Figura 1
Hoy día, los segmentos que unen un vértice de un triángulo a un punto en el lado
opuesto (como los segmentos AY, BZ y CX de la Figura 1) se conocen como cevianas en
honor Giovanni Ceva. El teorema de Ceva es equivalente al teorema de Menelao de
Alejandría, inicialmente demostrado (para triángulos del plano y triángulos esféricos) por
este famoso geómetra de la antigüedad en el Libro III de su obra Sphaerica (y luego
redescubierto por Ceva quince siglos después). El teorema de Menelao dice que tres
puntos en los lados de un triángulo (o sus extensiones) están alineados sí y solo sí el
producto de las razones de los segmentos determinados en los lados por los puntos,
2
Centros Regionales de Adiestramiento en Instrucción Matemática, dependencia de la Universidad de
Puerto Rico bajo la dirección de Jorge M. López.
3
En este artículo, siguiendo una convención de mucha aceptación, PQ denotará indistintamente al segmento
comprendido desde P hasta Q (con una dirección implícita) así como la longitud de tal segmento. El
significado correspondiente se obtendrá fácilmente del contexto del discurso.
tomadas cíclicamente, es 1. En la Figura 2 se enuncia este resultado y se escribe
explícitamente la relación aludida4.
A X = 1. 61 cm
A XB = 4.7 3 cm
B Y = 9.3 6 cm
X C Y = 1. 18 cm
C Z = 1.3 9 cm
Z A = 3.7 6 cm
Z
( )( )( )
AX
XB
⋅
BY
CY
⋅
CZ
ZA
= 1.0 0
B
C Y
Figura 2
Como ocurre con otros resultados “centrales” de la matemática, hay una gran variedad
de demostraciones de cada uno de estos enunciados. Nosotros presentaremos una versión
“visual” de la prueba clásica (Coxeter y Greitzer, 1967), la cual sugiere la generalización
que más adelante propondremos para ciertos tipos de polígonos.
Ahora intentaremos ubicar al lector en el método de abordaje que lleva a la
“demostración visual” del Teorema de Ceva. Una vez los estudiantes están listos para
pasar al estudio de las actividades que llevan al teorema de Ceva, los mismos ya han
estado expuestos a toda una variedad de actividades heurísticas que les permite relacionar
ciertas áreas de triángulos a ciertos segmentos contenidos en sus lados. Un ejemplo de
esta situación se muestra en la Figura 3.
B
D C
Figura 3
4
Si tomamos en consideración las direcciones de los segmentos que constituyen los lados del triángulo, la
AX BY CZ
relación toma la siguiente forma de común uso: ⋅ ⋅ = −1 .
XB YC ZA
Inicialmente en la exploración, se incluye una recta que pasa a través de A y es paralela a
la recta que contiene los puntos B, C y D, para hacer más patente que las alturas de los
triángulos ABD y ACD son iguales. A esta situación se le introducen algunas variantes y
el estudiante termina comprendiendo que las áreas comparan como comparan las los la-
dos opuestos al vértice común A, es decir,
B
D C
Figura 4
Desde luego, en este caso, las áreas de los triángulos ABE y ACE comparan, de
nuevo, como los segmentos BD y DC (que no son sino proyecciones en la dirección de A
a D de los lados BE y EC.) En este contexto llamamos a los triángulos ABE y ACE los
triángulos “distantes” de los segmentos BD y DC respectivamente. Así pues, en este caso
(como en el anteriormente descrito en el que E = D) tenemos que la razón de las áreas de
los triángulos “distantes” coincide con la razón de los segmentos correspondientes, es
decir,
área (∆ABE) BD
= . (1)
área (∆AEC) DC
De este último resultado podemos concluir en el caso de la Figura 5 (a), los siguientes
resultados:
De una observación tan simple como esta se obtiene una prueba “visual” de la relación
del teorema de Ceva. En la Figura 5 (b) se han coloreado los tres triángulos distantes de
los segmentos determinados por los pies de las cevianas en los lados del triángulo.
C C
B' A'
B' A'
P
P
A C B
A C' B
(a) (b)
Figura 5
En el contexto de los colores, las relaciones entre las razones de las áreas -denotadas
simbólicamente por triángulos con los colores de la Figura 5 (b)- y las de los segmentos
correspondientes, se podrían representar como
Desde luego, el producto de las razones de las áreas esta dado por la evidente relación,
=1 .
Además, está claro que aquí hay una cierta permutación cíclica de los triángulos que hace
que el producto se haga unitario. Es posible extender la definición de ceviana de un
triángulo para incluir todos los segmentos trazados desde un vértice a puntos en el lado
opuesto o su extensión. El teorema de Ceva sigue siendo válido con esta extensión de la
noción de ceviana (más adelante abundaremos sobre este punto).
Terminamos esta sección del artículo con una palabra de advertencia al lector. En el
caso del triángulo, como hemos visto, la relación de Ceva mencionada anteriormente es
necesaria para la concurrencia de las cevianas. Se puede constatar además que la condi-
ción es suficiente (poner referencia de Coxeter). Sin embargo, un análisis perfunctorio
del argumento para la suficiencia de la condición en el caso del triángulo muestra que el
mismo no funciona en el caso de los polígonos. Más adelante mostraremos el ejemplo de
un polígono convexo con cevianas no concurrentes, para las cuales se cumple la relación
de Ceva (el cual, dicho sea de paso, fue descubierto empleando los métodos heurísticos
aquí presentados.)
¿Qué dice el teorema de Ceva en el caso de los polígonos?
Al tratar de generalizar el enunciado del teorema de Ceva al caso de polígonos en el
plano hay ciertas dificultades que emergen inmediatamente. Por ejemplo, en el caso de
un polígono con un número par de lados no está claro el significado de la frase “lado
opuesto a un vértice”. En el caso de un cuadrado, si tomamos un vértice y eliminamos los
dos lados adyacentes al mismo, todavía quedan dos buenos “candidatos” para fungir
como el “lado opuesto” al vértice elegido. En el caso de un polígono de un número impar
de lados, digamos de 2n+1 lados, el lado opuesto a un vértice dado es claramente el lado
que “sobra” cuando contamos n lados a partir de un vértice en ambas direcciones de
movimiento (reloj y contra-reloj5.)
Por otra parte, a diferencia del caso del triángulo, no todos los puntos del interior de
un polígono de un número impar de lados resultan ser puntos de concurrencia de cevianas
del polígono. Por ejemplo, en la Figura 6 vemos dos pentágonos y puntos P y Q. El
punto P de la Figura 6-(a) es evidentemente el punto de concurrencia de ciertas cevianas
del pentágono trazadas desde los vértices. Sin embargo, no ocurre así con el punto Q de
la Figura 6-(b). En el caso de Q, existe sólo una ceviana del polígono que contiene a Q, a
saber, DD’. En este último caso, cualquier otro segmento trazado desde los vértices C, D
y E y que pasa a través de Q, corta necesariamente al lado AB y no es, por tanto, una
ceviana del polígono de acuerdo a la definición (ya que no corta el lado opuesto al vértice
de origen del segmento.)
D D
B' A'
C
C
E
E'
P E
C'
Q
A A
D' D'
B B
(a) (b)
Figura 6
5
En aras de la brevedad, describiremos un movimiento como “reloj” si ocurre en dirección a favor del
movimiento de las manecillas del reloj. Lo describiremos como “contra-reloj” si ocurre en sentido
contrario.
gono, así como sus cevianas para lograr la concurrencia –la cual, en este caso, ocurriría en
el exterior del polígono-.)
B'
E P
B
A
Figura 7
Así pues nos damos a la tarea de extender el teorema de Ceva al caso de polígonos con-
vexos de un número impar de lados. (Como veremos en los comentarios finales de este
trabajo, es posible formular otras generalizaciones del famoso teorema para acomodar
versiones más generales a la que aquí presentamos. Sin embargo, a nuestro juicio, la
nuestra es posiblemente la extensión más natural.) En la discusión que sigue ilustramos
las ideas discutidas en el caso de un pentágono (el primer polígono de un número impar
de lados que no es un triángulo), pero el lector podrá ver sin dificultad que la gran mayo-
ría de los argumentos son totalmente generales. (En caso de que el argumento sea carac-
terístico del pentágono, así se habrá de indicar.)
Atendemos primeramente el asunto referente a la determinación de condiciones que
debe satisfacer un punto interior del polígono para poder ser un punto de concurrencia de
cevianas originadas en vértices diferentes del polígono. Para esta discusión, como cues-
tión de pura conveniencia acuñamos la frase “conjunto completo de cevianas” para refe-
rirnos a un conjunto de cevianas que contiene exactamente una ceviana originada en cada
vértice del polígono. Así pues la pregunta es: ¿qué condiciones debe satisfacer un punto
interior del polígono para ser el punto de concurrencia de algún conjunto completo de ce-
vianas?
Supongamos pues que P es un punto de concurrencia de un conjunto completo de ce-
vianas. Claramente, como se puede apreciar en el pentágono de la Figura 8-(a), P tiene
que estar ubicado en el interior del triángulo “mayor” ACD inscrito en el pentágono, ya
que este triángulo contiene todas las cevianas trazadas desde A. De la misma manera, se
puede apreciar en la Figura 8-(b), que P también tiene que estar ubicado en el interior del
triángulo BDE, de suerte que P también está contenido en la intersección de los interiores
de ambos triángulos (es decir, los triángulos ACD y BDE). Así pues, P tiene que estar
ubicado en el interior del cuadrilátero FGHD ilustrado en pentágono de la Figura 8-(b).
Continuando de la misma manera con el resto de los triángulos mayores, vemos que P
tiene que ser un punto de la intersección de todos los interiores de los (en este caso cinco)
triángulos mayores del pentágono. El polígono en cuyo interior está ubicado P es un
polígono convexo (siendo la intersección de conjuntos convexos) y, en el caso en
cuestión, es claramente otro pentágono. Nos referimos al polígono definido de esta
manera como el “polígono de Ceva”. Así pues, un punto P es un punto de concurrencia
de un conjunto completo de cevianas si y sólo si es un punto del interior del polígono de
Ceva. (Hemos probado la necesidad de la ubicación de P en el interior del polígono de
Ceva; la suficiencia se prueba de manera análoga). En la Figura 9 se ha completado la
construcción del pentágono de Ceva (es decir, FGHIJ) y su interior en el caso ilustrado en
la Figura 8.
A' C
A' C D
D
B'
H
P
P B
B E
F G
E
A
A
(a) (b)
Figura 8
D
C
J H
P
G B
F
E
Figura 9
(a) (b)
Figura 10
Desde luego, aún queda todavía la discusión del asunto del producto las razones del teo-
rema de Ceva. Ahora, esta discusión no es nada novedosa en vista del argumento pre-
sentado para el caso del triángulo, sencillamente es un poco más complicada por el nú-
mero mayor de lados de los polígonos bajo consideración. Denotamos por ABCDE al
pentágono que emplearemos para ilustrar la demostración; véase la Figura 11.
Comenzamos dibujando los triángulos distantes correspondientes a todos los segmentos
determinados por los pies de las cevianas en los lados del polígono (ver Figura 11.) En la
Figura 11 se muestran tales triángulos para el caso de los segmentos AD’ y D’B.
Sabemos que
B' A'
J I
E P C
F H
C' E'
G
A D' B
Figura 11
Repitiendo con todos los triángulos distantes se obtienen las relaciones simbólicas:
Es evidente que a medida que nos movemos desde A en dirección contra reloj, los co-
cientes de los segmentos correspondientes son iguales a las razones de las áreas de los
triángulos distantes correspondientes, y que el producto de las razones de las áreas es 1.
Simbólicamente:
=1
Sustituyendo las razones de las áreas por las razones de los segmentos correspondientes
(como en el caso del triángulo), se obtiene la relación de Ceva para el polígono, es decir,
Esto completa el argumento para nuestra generalización del teorema de Ceva a polígonos
de un número impar de lados.
( )( )(
AI
IC
⋅
CK
KE
⋅
EM
MG
)( )( )( )( )
⋅
GH
HB
⋅
BJ
JD
⋅
DL
LF
⋅
FN
NA
= 1.00
F
L
M D
K
G N P
J
C
H
I
A
B
Figura 12
A A
(9,1) (9,2)
P P
(9,4)
(9,3)
Figura 13
(b) Sobre la relación de Ceva cuando las cevianas concurren en un punto cualquiera
Los autores de este escrito no hemos encontrado en la literatura ningún plantea-
miento del teorema de Ceva para polígonos que siga los lineamientos aquí presentados.
El teorema original de Ceva fue planteado para puntos en el interior del triángulo, de ma-
nera que la discusión presentada es fiel al sentido histórico original del teorema. La dis-
cusión de la convexidad del polígono así como la definición del polígono de Ceva sólo
tiene sentido en tal contexto. Sin embargo, el teorema también admite generalizaciones
que incluyen el caso en que la concurrencia entre las “cevianas” ocurre en algún lugar ar-
bitrario del polígono o su exterior. Para ello es necesario definir “ceviana” como un seg-
mento trazado desde un vértice de un triángulo a un punto en el lado opuesto o su exten-
sión.
B D C
Figura 14
La relación general estudiada anteriormente sobre los triángulos distantes levantados
sobre un segmento, admite una generalización bastante bien conocida (Coxeter y
Greitzer, 1967). Veamos algunos de los detalles. En la Figura 14 vemos un par de
triángulos distantes levantados sobre un segmento AB como discutimos anteriormente.
En (1) tuvimos ocasión de ver la validez de la relación
área (∆ABE) BD
= . (2)
área (∆AEC) DC
Conclusión
Este artículo presenta un ejemplo, interesante desde el punto de vista histórico y di-
dáctico de la forma en que se puede enriquecer la didáctica de la geometría con los pro-
gramados de exploración geométrica disponibles hoy día. Además, esta experiencia
didáctica permite la posibilidad de introducir la discusión de temas de “investigación”
matemática en la enseñanza de la geometría y promueve el desarrollo de una visión de la
matemática como una disciplina viva, en desarrollo constante y llena de interrogantes
interesantes. Finalmente, la experiencia didáctica con su heurística implícita, hace del
estudiante el principal protagonista en la gesta por la apropiación de su propio
conocimiento. En efecto, el conocimiento aquí expuesto se “descubrió” precisamente de
esta manera.
Referencias
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Revista de Didáctica de las matemáticas, vol 28, pp. 84-99, Graò, Barcelona
Campistrous L. A., López, J. M., “Geometría Dinámica”, (2002) Tesoros de la Matemática collection,
CRAIM, Department of Mathematics (notas inéditas sobre geometría dinámica)
Coxeter, H. S. M. and Greitzer, S. L. (1967) Geometry Revisited Washington, DC: Math. Assoc. Amer.
Goddijn, A. (1980), Lighting the Shadows, Vakgroep OW & OC, Freuthenthal Institute, the Netherlands
Kindt, M., de Lange J. (1982), Lesssons in Space Geometry, Vakgroep OW & OC, Freuthenthal Institute,
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Lipman, J., A Generalization of Ceva’s Theorem, The American Mathematical Monthly, Vol. 67, No. 2.
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López, J. M., Didáctica y Tecnología, la enseñanza de la geometría tres siglos después de Euclides,
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