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Adolescentes y nuevas tecnologías: ¿es posible llegar a la adicción?

Los expertos comienzan a advertir del serio peligro que suponen algunas conductas que generan
entre los menores y adolescentes el abuso de nuevas tecnologías como el móvil o internet, algo que
puede llegar a producir desequilibrios en su comportamiento, así como procesos similares a los que
ocurren en el consumidor de drogas.

Colgados del teléfono móvil o internet, enganchados a los chats o al messenger… son algunas de las
características que distinguen a los niños y adolescentes de nuestro tiempo y que, a simple vista, podrían pasar
por meras herramientas que les distraen y entretienen. Sin embargo, cuando esas aficiones se convierten en
adicción, es cuando comienzan a surgir los problemas.

Lo cierto es que no se trata de un hecho aislado ya que hasta el 12 por ciento de los adolescentes españoles
abusan del móvil o de Internet, aunque aun no se sabe cuantos de ellos terminarán convirtiéndose en casos
patológicos.

Así se ha puesto de manifiesto recientemente durante la celebración del Segundo Simposio Internacional
Multidisciplinar sobre el Trastorno por Déficit de Atención y trastornos de la conducta, un foro organizado por
CONFIAS (Fundación para una infancia y adolescencia saludables) y el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y que
ha reunido a cerca de 600 profesionales.

Y es que, tal y como apunta el doctor Jesús de la Gándara, jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo
Asistencial de Burgos, “si bien es cierto que el uso de estas nuevas tecnologías es consecuencia de la
hipermodernidad en la que nos movemos, cuando su uso se convierte en abuso el problema que ocasionan a
las familias es tan grande que merece la pena que se trate en este encuentro. Además, se habla mucho de
estos asuntos, dando por verdades cuestiones que no se han verificado científicamente, por lo que la reflexión y
la evidencia científica determinan el hecho de que podamos abordar estas nuevas habilidades en un encuentro
científico”.

“Agobiados” por no usar el móvil

Si bien la adicción las nuevas tecnologías cuenta, por su reciente implantación, con escasos datos
epidemiológicos en España y en el mundo en general, ya comienzan a conocerse estudios que reflejan el
aumento de este incipiente problema.

Es el caso de un trabajo realizado por la oficina del Defensor del Menor de la Comunicada de Madrid en el año
2004 que señalaba que un 49 por ciento de los jóvenes de 17 años usuarios de telefonía móvil declaraban
haberse sentido "agobiados o pasarlo fatal" cuando ha tenido que prescindir temporalmente de su uso.

Otro de los resultados del estudio recogía que para el grupo de población de entre 11 y 17 años, un 10 por
ciento reaccionó "pasándolo fatal" ante la imposibilidad de usar el móvil y un 28 por ciento se sintió "agobiado",
un estado de ánimo que, según los expertos, puede ser indicativo de padecer una conducta adictiva.

Asimismo, otro informe del Defensor del Menor indica que el 8 por ciento de los menores que acuden a
cibercentros lo hace más de tres veces a la semana. Además, el 5 por ciento afirma que acude a estos lugares
casi a diario. Esta frecuencia, unida a que en la mayor parte de los casos la conexión a Internet se prolonga
durante varias horas, puede indicar un trastorno adictivo, destaca el estudio.

Consecuencias para su desarrollo

En opinión del doctor Javier San Sebastián, coordinador del Segundo Simposio Internacional Multidisciplinar
sobre el Trastorno por Déficit de Atención y trastornos de la conducta y jefe de Psiquiatría del Hospital
Universitario Ramón y Cajal de Madrid, “es cierto que cada vez se da más este tipo de adicciones a las nuevas
tecnologías y quizás las más invalidantes sean las de Internet, videojuegos, chat, messenger, apuestas,
telefonía móvil...”

Por su parte, el doctor Jesús de la Gándara señala que “el problema es que al principio se usan, luego eres
esclavo y finalmente eres un enfermo y caes en las adicciones electrolúdicas”, si bien, matiza este experto, “las
consecuencias de llegar a esas adicciones, es que producen desequilibrios en el niño impidiendo su sociabilidad
y entorpeciendo su desarrollo”.

“Finalmente- señala este experto- lo que ocurre es que el niño se esclaviza al igual que le ocurre al consumidor
de drogas. Y las consecuencias no distan mucho de aquellas: fracaso escolar y social, alteraciones de la
conducta, autismo y encerramiento progresivo en sí mismo”.

¿Origen biológico?

Con respecto al punto de inicio de este tipo de conductas, el doctor San Sebastián señala que “el origen de
estas nuevas adicciones podría residir, entre otras causas, en las dejaciones de las responsabilidades familiares
ya que si las familias tuvieran la función contenedora que han de tener esto no ocurriría y la oferta de nuevas
tecnologías no sobrepasaría a la que ha de ofrecer la familia”.

Por su parte, de la Gándara, se ha dedicado a investigar el cerebro humano para buscar un origen biológico que
condicione dichas adicciones. Tal y como apunta, “para hacer ciencia de todo esto hay que conocer el cerebro
humano y ahora estamos estudiando modelos en los que observamos cómo los jóvenes se hacen adictos a una
tecnología o a un comportamiento porque, al final, esto se convierte en algo biológico y que está relacionado
con varios elementos: la dopamina (que está relacionada con los circuitos de recompensa), la noradrenalina
(relacionada con la excitación) y las endorfinas (también conocidas como hormonas de la felicidad)”.

Así las cosas, entre las soluciones disponibles para atajar esta problemática, este experto apunta, “en primer
lugar, modificar el comportamiento del niño mediante terapias de conducta que implican al niño a la familia o a
ambos. En la actualidad, también tenemos fármacos que ayudan a disminuir la impulsividad o aumentar los
frenos (topiramato o naltrexona…). Y luego están los procesos educativos, formas de manipulación de la
conducta para dirigirla a fines positivos”.

Por su parte, Javier San Sebastián añade además, que “es necesario concienciar a la familia del
comportamiento adecuado, a los padres de hoy en día les cuesta prohibir y la sociedad no ayuda a prevenirlo, y
reclamar a la Administración programas que faciliten que las familias estén unidas”.

©InfoUrba SALUD 070207 - Fuente: saludalia.com

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