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INSEPARABLES
John era un pequeño robot que Peter un científico había creado para tener orden en casa, cada
día John tenía que repetir las mismas rutinas lavar trastes, preparar el desayuno, limpiar la casa y
aburrirse como era de costumbre después de realizar todos sus labores.
Un peculiar día llego una gran familia a vivir en una de las casas de al lado, para John esto era
interesante ya que no estaba acostumbrado a ver novedades y la llegada de esa familia le hacía
añorar algo que nunca había imagina, un “amigo” debido a que esta familia tenía un hijo pequeño
llamado Tom.
John intrigado por saber cómo hacer un amigo acudió a Peter y ansioso de respuestas le comento
que quería un amigo con quien jugar y con quien pasar aventuras. Peter le contesto encontrar a un
amigo no era una tarea nada fácil, porque un amigo es más que eso, es un compañero de vida a
quien le confías tus más grandes sueños y secretos.
Una mañana John decidido, se prometió acercarse a Tom, en cuanto termino sus labores fue a su
casa con una pelota para invitarlo a jugar. Tom en seguida acepto, pero había un gran problema el
material con el que John estaba hecho comenzaba a oxidarse y esto le impedía patear la pelota.
Angustiado John pensó que Tom se molestaría, pero vaya sorpresa fue cuando él le dijo, que no se
preocupara que podrían buscar alguna solución para que ambos jugaran y corrió hacia la
herramienta de su padre donde estaba un pequeño aceite que enseguida cuidadosamente aplico
en la parte que estaba oxidada.
Pero esto no mejoro la situación como ellos esperaban, John cada vez se angustiaba más pues
pensaba que Tom ya no querría ser su amigo debido a todo lo que estaban pasando. Pero él se
equivocaba porque Tom también quería un cómplice de aventuras, e ignorando todo lo que
ocurría pensó que un juego al aire libre no ayudaba a John así que lo invito a su casa a jugar con
unas pequeñas piezas de lego que su papá le había obsequiado en su cumpleaños, pasaron toda la
tarde riendo y jugando, sin darse cuenta fueron repitiendo esa rutina mucho tiempo después.
Y desde aquel día su complicidad había formado una de las amistades más bonitas que alguien
podía imaginar, un niño y un robot les seguían enseñando a todos lo que era un “amigo”.