Está en la página 1de 15
Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje Némero 17-18, enero-diciembre de 1998, p4gs. 7-21. Introduccién: La argumentacién entre enunciacién e interaccién' Christian Plantin Ademds de una breve presentacién de los articulos incluidos en este numero de Escritos dedicado a la argumentaci6n, el editor invitado nos ofrece una revision historico-critica de las reflexiones en torno a la argumen- tacién realizadas durante el iltimo siglo, diferenciando conceptos tales como argumento, argumentacion, nego- ciacion, interaccion, conflicto, etcétera. “RENACIMIENTO” O RELEGITIMACION DE LA RETORICA. ARGUMENTATIVA? Los estudios sobre la argumentacién emergen de un proceso * dramatico en el que los fugares comunes sobre la “restriccién”, el “fin”, la “desaparicién” de la retérica sirven de estimulo para anunciar su “revitalizaci6n” y su “renacimiento” o su “refunda- cién”. Esta presentaci6n corre el riesgo de ocultar una realidad histérica m4s compleja, cuya exposicién adn est4 por hacerse. En Francia, en este siglo, tres puntos han sido observados en el desarrollo de las reflexiones sobre la argumentaci6n. En primer lugar, al finalizar el siglo XIx la argumentacién 1 Mis més amplios agradecimientos para Clara Lorda, profesora de la Universidad Pompeu Fabbra de Barcelona, por su ayuda en la traducci6n. 8 Christian Plantin vinculada con la retérica no estaba olvidada sino deslegitimada. Esto respondia a varios aspectos. La argumentaci6n es la primera que puede relacionar las transformaciones de la \égica corres- pondientes a su misma época, en la que deja de ser “arte del pensamiento”, para matematizarse y devenir en una “escritura del concepto” -el Begriffschrift de G. Frege, fechado en 1879. Desde entonces, en opinidn de los ldgicos relevantes, la argu- mentaci6n no sera mas que el nombre de wna forma caduca de la l6gica. En efecto, a principios del siglo Xx, como diria Blanché, la légica clasica es superada por el “creptisculo de las evidencias”: “se pasa de la légica a las l6gicas que se construyen a voluntad. Asu vez, esta pluralidad de las ldgicas quita privilegios a la légica clasica, que no es ms que un sistema entre otros, como en la simple arquitectura formal, donde la validacién sdlo depende de su coherencia interna” (1970: 70, 71-72). En este proceso se presenta un cambio que puede observarse, por lo menos desde Ramus (Ong, 1958), en el cual juicio, légica y método deben ser pensados fuera de la retérica. El cambio se evidencia al comparar la Logica como arte del pensamiento que contiene, ademés de las reglas comunes, varias observaciones nuevas, propias para formar el juicio (titulo completo) de Ar- nauld y Nicole (1662) con el Tratado del arte de razonar (1796) de Condillac. En esta ultima obra “el arte del razonamiento”, completamente geometrizado, esta situado fuera de toda ldgica lingiiistica (asi, de la analogia sdlo se ha retenido la proporcién) (1796/1981: 130). En su axiomatizacién, la Idgica renuncia tanto asu funci6n rectora del pensamiento como a su funcién critica. Ya no proporciona la base del discurso racionalmente argumen- tado. Estos novedosos mundos cientificos han roto todo contacto con el Organon, sus practicas no tuvieron que ver mas con las de la argumentacién discursiva. Sin embargo -siempre en Francia-, el instrumento retérico- argumentativo se reencuentra, bien ubicado, utilizado y teoriza- do, dentro del campo de la reflexi6n y de la polémica religiosa. Habria que profundizar en sus lazos con la filosofia neotomista. Se sabe que en la enciclica Aeterni patris (1879, icoincidencia!) La argumentaci6n entre enunciaci6n e interaccién 9 Le6n XII hizo del aristotelismo, reinterpretado por Tomas de Aquino, la filosofia oficial de la Iglesia, promoviendo asi una visi6n de la légica como fundamento del pensamiento, en un momento preciso en el que esta orientacién estaba cientifica- mente desplazada. Es la época durante la cual florecen las Apologias que movi- lizan todos los recursos de la argumentaci6n para confrontar las aportaciones y las investigaciones de las ciencias naturales y filolégicas.? De manera complementaria, se constata sin sorpresa que la argumentacidn ocupa un buen lugar, junto con todas sus implicaciones metodolégicas y consideraciones sobre los sotis- mas, en los manuales de filosofia de inspiraci6n neotomista -estos manuales, a los que cambia de rumbo, se levantan en contra de las concepciones formalistas de la ldgica. Es particu- larmente interesante encarar o analizar en esta perspectiva? la Pequeria légica de Maritain, en la cual la exposicién procede ain de la base de un “marco de operaciones del espiritu” (1966: 5). En fin, en el seno de los estudios literarios, la retérica es igualmente rechazada por los modernistas, partidarios de la ciencia; es decir, de la “historia literaria”, contra la retérica jesuita y las humanidades.‘ Tradicionalmente ligada a la retérica, la argumentacién se encuentra entonces, una vez mas, en “mal lugar”, excluida de la universidad republicana francesa. Si esta hipétesis esta més o menos fundamentada, permite entrever las razones profundas del “eclipse” de la argumenta- cidn, que no tiene que ver con la negligencia y el olvido. Separada 2 Ver por ejemplo, J. B. Jaugey, Diccionario apologético de la fe catélica, Paris, s/f (Prefacio fechado en 1889). 3 La l6gica clasica continia siendo objeto de exposicién sistemética. Otra obra de F. Maritain, citada por F. Chenique, 1975, Elementos de logica clasica: T. 1: El arte de pensar y de juzgar, T.2: El arte de razonar. Parfs: Dunod (“Légica e informacién”); J. Dopp, 1967, Nociones de légica formal, Louvain/Paris: Publicaciones Universitarias de Louvain/Béatrice-Nauwelaerts; J. Tricot, 1973, Tratado de légica formal, Parfs: Vrin (3a. ed.) Las relaciones entre la légica clasica y la argumentaci6n deberfan ser continuadas. 4 Compagnon, A. 1983: La tercer repiblica de las letras, Parts: Le Seuil, p. 94, etc. 10 Christian Plantin de todo soporte cientifico, al servicio de las malas causas politica y cientificamente retrégradas, la argumentacién no esta olvidada sino profundamente deslegitimada. La reflexién de los refundadores de la argumentaci6n en los afios 50, aquella de Toulmin, como la de Perelman y Olbrechts- Tyteca, se constituye sobre el transfondo de los discursos de propaganda del totalitarismo. Segiin de Perelman y Olbrechts- Tyteca, la funcién de la argumentacién es “provocar 0 acrecentar la adhesién de los espiritus a las tesis que se proponen para sus consensos” (1958/1976: 5). Esta definicién equivale textualmen- te, palabra por palabra, a aquella que Domenach propuso en 1950, no para la argumentacién, sino para la propaganda, en la cual la funcién consistia en “creer, transformar o confirmar las opiniones” (1950: 8). Domenach cuenta como vectores de la propaganda el cédigo escrito, el habla y las manifestaciones espectaculares, en todos los sentidos del término, a diferencia de Perelman y Olbrechts-Tyteca. Tanto para luchar contra las propagandas totalitarias como para fundar esto que podria ser una “propaganda democratica”, Domenach considera de inicio una obra de informacién y de difusién de los conocimientos,> con dobles disposiciones institu- cionales y de una amplia practica del debate y del “derecho a la respuesta” (1950: 123-125). Al principio Perelman ve la demo- cracia desde la perspectiva del derecho y no duda que, para él, la argumentacién es el elemento fundamental de la “radio propa- ganda”, que es opuesta a la “censo propaganda” del totalitaris- mo, por retomar los términos de Tchakotine (1939: 152). Tercer n.omento: nuestra época. En Francia, Perelman y Olbrechts-Tyteca han tenido poca practica durante los afios 60 5 Después de haber evocado una frase de Gertrude Stein: “El no ser civilizado voluntariamente hace creer a los demas que no se cree en sf mismo”; dentro de la formulaci6n de La Bruyére (1688) “El buscar solamente un pensamiento y una palabra justa, sin desear atraer a los demés hacia nuestros gustos y sentimientos es una gran empresa (Los caracteres, “De las obras del espfritu”, 2. Cita segtin el texto de la 9* ed., Parfs: Garnier-Flammarion, 1965). Una versién basica que debe estar siempre presente, el discurso “Contra la argumentaci6n”. La argumentacion entre enunciacion e interaccién 11 y 70 debido a las formas de critica de los temas practicados entonces (Plantin, 1996: 11). Desde los afios 80 sus obras cons- tituyen una referencia de base en todos los trabajos sobre la argumentaci6n, junto con los de Grice y Ducrot. Por qué esas variaciones, por qué los trabajos sobre la argumentacién se multiplican actualmente? Estas preguntas deben estar presentes en nuestro horizonte de investigacién sobre la argumentacién. ‘TENDENCIAS Los trabajos sobre la argumentacién también se han multiplicado con base en modelos independientes; se podrian multiplicar los ejemplos de obras revisadas paralelamente durante estas déca- das y sin referencia de unas a otras; parece que esta situaci6n esta en etapa de evolucién.® Realizamos algunos agrupamientos ad- virtiendo que sdlo se trata de indicar las orientaciones, que las obras concretas se combinan y jerarquizan. De inicio, un momento importante en los estudios aborda la argumentacién como una /égica del contenido: \égica sustancial (Toulmin, 1958/1994); ldgica no formal (Blair y Johnson, 1980); ldgica natural (Grice, 1982, 1990) o cognitiva (Vignaux, 1988). Una segunda tendencia remite 0 relaciona explicitamente los estudios de la argumentacién con la pragmdtica lingiitstica, que se relaciona con la “pragmatica integral” de Anscombre y Ducrot (1983), Anscombre (1995) o de la “pragma-dialéctica” de Van Eemeren y Grootendorst (1992/1996). Cabe sefialar que el tér- mino “pragmatica” no tiene el mismo sentido en los dos casos. Con esta dominante teoria de la argumentacién en la lengua desarrolla el estudio sistemAtico de los elementos determinando o influyendo la orientacién de un enunciado E hacia la serie E2, {E1, E2}, y excluyendo de otra serie {E1, E3} como principio de coherencia entre enunciados. Podemos entonces considerar que esta problemitica de la orientaci6n se inscribe en el campo de la gramatica del texto, dentro del medio conceptual donde apare- 6 Esta acertada evoluci6n se debe al grupo de investigacién de Amsterdam, acargo de F. van Eemeren y R. Grootendorst. 12 Christian Plantin cen osurgen los conceptos de isotopia, connotaci6n, progresién, punto de vista y universo del discurso. Los andlisis enunciativos de la argumentacién enfocan las operaciones sobre los mismos términos con los cuales es produ- cido el discurso argumentativo. La noci6n de “puesta en escena” enunciativa permite tratar el nivel dialégico de la argumentacién dentro del marco de la reconstruccin y de la gestién de los diferentes componentes de la situacién (imagen del locutor, del objeto de debate, de los discursos de otros...) Esta perspectiva corresponde a la visin de la retérica clasica o neoclasica (Perel- man) del discurso argumentativo como “interacci6n sin estruc- tura de cambio [...] donde la comunicacién se desarrolla de manera unilateral” (Vion, 1992: 123); ella corresponde igual- mente a la orientacién de ciertos trabajos de légica natural (Grice, op.cit, Bouacha y Portine, 1981). Se trata aqui de la “{nteractividad restringida” y, mas que del interaccionismo, del dialogismo; esta noci6n bajtiniana considera que “toda produc- ci6n lingiiistica, personalizada y unilateral como ella pudiera parecer, debe ser considerada como un material interactivo” (Vion, 1992: 123). Sin embargo, hay mucha distancia entre la concepcién dialé- gica y la concepcién interaccional; entre la réplica prevista (la situaci6n, el interlocutor...) y la réplica real (la situacién, el interlocutor...); Ducrot insistis duramente sobre la diferencia entre la “consecuencia ideal” y la consecuencia agotada. Se interesaba por la primera. El remarcé que perspectiva enuncia- tiva y perspectiva interaccional no constituyen dos nociones exclusivas. Nose sitdan en el mismo nivel y poseen una distincién Util: en todos los casos donde los discursos de los protagonistas se complejizan, es obvio que deberia de hablarse de “interacci6n de perspectivas enunciativas”. Otras investigaciones de orientacién dialéctica integran la dimensién del didlogo y, particularmente, la linea de los trabajos de Hamblin (1971) sobre los didlogos formales, del didlogo na- tural, normados por las reglas de comunicacién (van Eemeren y Grootendorst, 1992/1996). La argumentacion entre enunciacion e interaccién 13 La concepcién de la argumentacién, como una forma parti- cular de interaccién caracterizada por el reencuentro de puntos de vista divergentes, se inscribe en esta tendencia. En el fondo, considerar que la argumentatividad caracteriza un tipo de inte- racciones verbales ordenadas por una reparticién especffica de los roles discursivos es una idea totalmente estable dentro de nuestra cultura. Enunciemos una expresién moderna (Schiffrin, 1987: 17,18): Thus, arguments seems to be a mode of discourse which is neither purely monologic nor dialogic. [I have defined argument as] discourse through which speakers support disputable positions.” y una expresi6n clasica (Retérica de Herennius I, 18): El estado de la causa [es decir, del punto del juicio] esta definido a la vez por el punto esencial de la réplica del defensor y por la acusaci6n del adversario. Esta perspectiva sera desarrollada en el articulo consagrado a “La interaccién argumentativa”. ARGUMENTACION Y DESACUERDO CONVERSACIONAL El problema se encuentra en la articulacién del concepto “argu- mento”, utilizado en el andlisis conversacional, y de los otros conceptos de la argumentacién modernos o neoclasicos. Parti- mos de la palabra argument. Su semantismo es complejo y, en consecuencia, su traduccién se hace delicada. O’Keefe distingue dos sentidos de argument, argument-1 y argument-2 (y correlati- vamente dos sentidos del verbo to argue); argument-1 designa un enunciado que proporciona una buena raz6n, en el sentido francés de argumento; argument-2 designa una interaccién con- flictiva; la palabra se traduce en francés como “querella”. El intercambio de insultos es un buen ejemplo de argument-2, no contenidos en argument-]. Encontramos ejemplos, delimitados, 7 Schiffrin, Discourse markers, p. 17; p.18. 14 Christian Plantin en los cuales argument-2 designa una disputa no verbal (O’Keefe, 1977).® Dentro de la teorfa de las interacciones, Ja nocién de “suite préferée” da cuenta de la aparicién dentro de la conversacién de los argumentos (en el sentido inglés), que son de hecho los argument-2, argumentos-querellas.? Existen argumentos en los cuales un cambio de palabra produce una suite “non préferée”. Los argumentos son comprendidos como los “troubles in con- versation”, y definidos como “disagreements-relevant speech events” o, de una manera general, los “disagreements-relevant expansions of adjacency pairs” (Jacobs y Jackson, 1982: 206, 219- 220). También se producen anilisis sobre los tipos de actos favoritos, la manifestacién de oposicién en la conversacién (in- sultos, acusaciones, 6rdenes, rehusar una pregunta); sobre la gestualidad de las caras (durante el proceso cara a cara) en esta situaci6n (Benoit, 1982); durante las divergencia y su resolucién. El desacuerdo es una amenaza para la relacién. El argument es un episodio regulador, durante el cual esta perturbacién desapa- rece y la relacién es “reparada” (Benoit, 1987: 144-152). En las interacciones cotidianas intervienen las reglas de cor- tesia que sirven para “neutralizar los conflictos potenciales” (Kerbrant-Orecchioni, 1972: 163); ellas actin entonces contra el desarrollo de los argumentos en los intercambios conversacio- nales. Dentro de este tipo de interacciones familiares, la preocu- paci6n por preservar la relacién hace mis dificil el desarrollo de las contradicciones; si esta preocupacién no existe, entonces la contradicci6n se vuelve en disputa, querella, “pleito familiar”, “agarr6n”. Para caracterizar esos episodios de la argumentacién que surgen durante la conversacién se puede proponer la si- guiente serie de indices, evidentemente graduados y disponibles en su conjunto: a) los argumentos surgen en el transcurso, por azar, de la conversaci6n; b) la disputa subsecuente no esté o esta 8 La palabra disputa presenta en francés la misma ambigiiedad seméntica que argument en inglés, cf. Plantin, 1990: 133. 9 Sobre la nocin de suite préferée, cf. a Pomerantz, 1984; Kerbrat-Orecchio- ni, 1992: 233. La argumentaci6n entre enunciacion e interaccién 15 escasamente planificada; c) el conflicto es “accidental” en rela- ci6n con los objetivos de la interacci6n global; d) éste, en princi- pio, no esta estructurado para esta interacci6n, incluso si puede dar nacimiento a una cuesti6n proliferante y ser el punto de partida de una historia compleja. En otro extremo del espectro se encuentran las interacciones fuertemente argumentativas, a las que se referiran como de argumentacidn (argumentacién en inglés y en francés: la disputa es planeada; la interaccidn est4 organizada alrededor de un conflicto que le precede; el conflicto por resolver o profundizar (es la raz6n de ser de la interaccién; el conflicto estructura la interaccién). Si el estudio de la argu- mentacién atafie particularmente a los acontecimientos privados que expresan las divergencias menores, la disputa puede eviden- temente alargarse dentro de las dimensiones del conflicto: el area de estudio de los argumentos corresponde a los estudios lingiiis- ticos, psicolégicos y sociales de las interacciones conflictivas. Los trabajos reunidos por Grimshaw (1990) bajo el titulo Conflict talk llevan el subtitulo caracteristico sociolinguistic investigation on arguments in conversation. Dos observaciones complementarias: por una parte, los dos textos sistematicos de Grimshaw (1990a, 1990b) no aluden a ninguna referencia clasica a propdsito de los “estudios de argumentacién” (mientras Grimshaw alude la afio- rada ausencia de referencias de los estudios sociolégicos clasicos sobre el conflicto:.1990a: 7). Por otro lado, un anilisis realizado en los dos articulos en cuyos titulos se utiliza “argument” (Good- win/Goodwin, 1990, Schiffrin, 1990) no emplean nunca, salvo por error, la palabra argumentaci6n, que tampoco aparece en los trabajos de Grimshaw antes mencionados. Parece que el anilisis conversacional no acostumbra emplear la palabra argumentaci6n y prefiere hablar de argumento, mien- tras los estudios de argumentacién en inglés emplean indistinta- mente las palabras argumento, argumentacién. Muy esquemati- camente, se podria concluir que los estudios fundados sobre el concepto de argumentacién (inglés o francés) y de argumentar, tienen cada uno su objeto de investigacién y se desarrollan de manera auténoma dentro de sus propios marcos teéricos. Esta 16 Christian Plantin oposicién serfa muy radical en la medida en que el concepto de argument es globalizante con relacién al concepto clasico de argumentaci6n (francés 0 inglés); el estudio de la argumentacién constituye una contribuci6n al estudio del argument; en francés se dira que el estudio de la argumentacién contribuye al estudio del conflicto. ARGUMENTACION Y NEGOCIACION El concepto de “suite préferée” establece el vinculo entre los estudios interaccionistas de los argumentos y los de la argumen- tacién. El concepto de negociacién reelaborada por la teoria de las interacciones verbales conduce igualmente a nuevas reflexio- nes sobre el objeto de estudio de la argumentacién. La visién clasica (sea ldgica, ret6rica 0 dialéctica) descansa de hecho sobre la idea de que se argumenta para cambiar la creencia de los interlocutores. Para ello se trabaja dentro de un sistema de proposiciones (0 de representaciones). El argumentador cree 0 sabe que P tiene que dar en el blanco de algo que ignora o que cree y esta situacién no le conviene. La argumentacién es el conjunto de técnicas que le permiten transformar el estado del sistema proposicional/representacional en el cual se apunta a un estado més rico o més coherente (del punto de vista del argu- mentador) por introduccién de la proposicién P. El anilisis conversacional se interesa por los procesos de negociaci6n. Esta problematica supone que al final de la argu- mentacién la conclusién P es transformada; es decir, que la interaccién hace que la conclusién sufra transformaciones radi- cales y anteriormente imprevisibles. La reflexidn sobre las técni- cas de persuacién (tema tradicional de la argumentacién retéri- ca), asi como sobre las técnicas de la inferencia (tema tradicional de la argumentacién ldgica), pueden ser transformadas si se toman en cuenta los procesos de construccién. Paralelamente a las conclusiones admitidas en vista de las correcciones de una inferencia (argumentaci6n ldgica), 0 bajo el efecto de una per- suasiOn lograda (argumentacién retérica), las conclusiones co- construidas toman su lugar. La argumentacion entre enunciaci6n e interaccién 17 LA ARGUMENTACION ENTRE ENUNCIACION E INTERACCION Este nimero de Escritos reine once articulos que testimonian obras teéricas y practicas en los campos de la argumentaci6n. Se propone ofrecer un panorama de los trabajos contempordneos en argumentaci6n, si bien imposible hoy, subraya la fertilidad de los enfoques argumentativos para el anilisis de las interacciones (conversaciones cotidianas, interacciones con los medios de co- municaci6n), del discurso (literario, politico, didactico, popular) y de la lengua. Estos ensayos utilizan, discuten, trasladan 0 trastocan los grandes paradigmas clasicos propuestos por Ans- combre y Ducrot, Grice, Perelman y Olbrechts-Tyteca. Se vera que estas investigaciones se inscriben generalmente en los mar- cos conceptuales y metodolégicos integradores, en los cuales se articulan las aproximaciones enunciativas y las aportaciones de los estudios sobre la cognici6n y las interacciones. Plantin se propone anclar la nocién de argumentaci6n dentro de las divergencias de opinion ratificadas por los interlocutores, que se materializan en una pregunta. ‘Travétso'examina la noci6n de negociaci6n tal como ha sido empleada en anilisis de las interacciones familiares; la recons- truye alrededor de la nocidn de desacuerdo y analiza dos moda- lidades de su tratamiento conversacional. Doury examina, confronta los reportes tedricos de la argu- mentacién de autoridad en su funcionamiento (formulacién, recepci6n/reformulacién) en un corpus de interacciones televi- sivas sobre el tema de la paraciencia. Rey da a conocer que el discurso de “semivulgarizacién” cientifico “administra” argumentativamente sus contenidos con relacién a sus lectores, expertos 0 semiexpertos: el propdsito de justificaci6n extiende la actividad cientifica como actividad social. Baker hace un balance sobre el enfoque argumentativo en el aprendizaje cooperativo de los saberes cientificos, analizando en dos ejemplos los mecanismos puestos en juego y los tipos de cambios cognitivos inducidos por ese modo de interaccién. Ribas Bisbal estudia las diferentes facetas de la repre- 18 Christian Plantin sentacién de la inmigracién en los discursos socialmente domi- nantes a partir de un corpus de preguntas parlamentarias. Amossy muestra que la dimensién argumentativa del texto literario (TL) va més alld de la simple “literatura de ideas”, y debe ser buscada en la capacidad que tiene el TL para orientar la visi6n de esos lectores. Kerbrat-Orecchioni recapitula sobre los estudios de los dis- cursos publicitarios y hace un andlisis de caso, mostrando que a partir de mecanismos icénicos y lingiiisticos se construye la se- ducci6n publicitaria. Dos de los trabajos encaran los nexos argumentativos entre enunciados. Eggs propone un elemento gramatical de la argu- mentacién en torno a los enunciados hipotéticos analizados seguin sus formas gramaticales y sus capacidades argumentativas. Bruxelles y De Chanay estudian el estado de los tépicos dentro de la teorja de la argumentacién en la lengua, confron- tdndolos con otros marcos conceptuales. Traducci6n del francés de Elizabeth Alcala! BIBLIOGRAFIA Arnauld, A. & P. Nicole 1662/1965 La logique ou Wart de penser. Ed. critique de P. Clair & F. Girbal, Paris: PUF. Benoit, P. J. 1987 “Orientation to face in everyday argument”, en F. H. van Eemeren, et al. (eds), 1987, 3A: 144-152. Bilmes, J. 1991 “Toward a theory of argument in conversation : The prefe- rence for disagreement”, en F. H. van Eemeren et al. (eds) (1991), 462-469. Blanché, R. 1970 L’axiomatique, Paris: PUF. Bouacha, A. A. & H. Portine, (eds) 1981 Argumentation et énonciation, Langue Frangaise 50. 10 Revisi6n técnica de Martin Pérez Zenteno, La argumentacion entre enunciacion e interaccién 19 Chenique, F. 1975 Eléments de logique classique T. 1: L’art de penser et de juger ; T. 2: L’art de raisonner. Paris: Dunod (“Logique et informa- tique”) Colin, H. (Abbé) 1926 Manuel de philosophie thomiste, Paris: Téqui. Compagnon, A. 1983 La troisiéme république des lettres, Paris: Le Seuil, p. 94, etc. Condillac, E. B. de 1796/1981 Traité de l'art de raisonner Paris: Vrin (“Reprises”). Cox, J. R. & C. A. Willard (eds) 1982 Advances in argumentation theory and research, Annandale: Southern Illinois University Press. Domeunach J. M. 1950 La propagande politique. Paris: PUF (“Que sais-je ?”). Douay-Soublin F. 1992 “La rhétorique en Europe a travers son enseignement”, in S. Auroux (€d.) Histoire des idées linguistiques, T. 2, Bruxe- Iles: Mardaga 467-507 Van Eemeren, F., R. Grootendorst, A. Blair, J. A./Willard, C. A. 1987 Proceedings of the conference on argumentation 1986 -3A: Argumentation: Perspectives and approaches, Dor- drecht : Foris. Van Eemeren, F., R. Grootendorst, S. Jackson, & S. Jacobs 1993 Reconstructing argumentative discourse, Tuscaloosa, Al.: The University of Alabama Press. Fumaroli, M. 1980/94 Lage del’éloquence, Paris : Albin Michel. Goodwin, C. & Goodwin, M. H. 1990 “Interstitial argument” in Grimshaw, A. D., 85-117. Grimshaw, A. D., ed. 1990 Conflict talk: Sociolinguistic investigations on arguments in conversation, Cambridge: Cambridge University Press. 1990a “Introduction ”,a Grimshaw, A. D., ed, 1990. Grimshaw, A. D., 1990a, “Research on conflict talk: antecedents, resour- ces, findings directions” in Grimshaw, A. D., ed, 1990. 280- 324, 20 Christian Plantin Jacobs, S. & S. Jackson 1982 “Conversational argument: A discourse analytic approach”, in J. R. Cox & C. A. Willard (eds) 1982, 205-237. Kerbrat-Orecchioni, C. 1990 Les interactions verbales t. 1. Paris: A. Colin. 1992 Les interactions verbales t. 2. Paris: A. Colin. 1994 Les interactions verbales t. 3. Paris: A. Colin. Maritain J. 1966 Eléments de philosophie II. L’ordre des concepts 1. Petite logique (logique formelle), Paris: Téqui, 21¢ éd. O'Keefe, B. J. 1977 “Two concepts of argument and arguing”, Journal of the American Forensic Association 13, p. 121-128. Repris dans J. R. Cox & C. A. Willard (eds), 1982: Advances in argumenta- tion theory and research, Annandale: Southern Illinois Uni- versity Press 3-23, Ong, W. J. 1958 Ramus. Method and the decay of dialogue, Cambridge: Har- vard University Press. Plantin Ch. 1990 Essais sur l’argumentation. Paris: Kimé. 1996 L’argumentation, Paris: Le Seuil (“Mémo”). Pomerantz, A. 1984 Agreeing and disagreeing with assessments: some features of preferred/disprefered turn shapes. In J. Heritage, J. & J. M. Atkinson, Structure of social action. Studies in conver- sation analysis. Cambridge: Cambridge University Press 57-101. 1989 Rhétorique a Herennius, Texte établi et traduit par Guy Achard, Paris: Les Belles Lettres. Schiffrin, D. 1987 Discourse markers, Cambridge: Cambridge University Press. 1990 “The management of a cooperative self during argument: The role of opinions and stories”, en : A. D. Grimshaw, ed., 1990, 241-259, Tchakotine S. 1939 Le viol des foules par la propagande politique. Paris: Galli- mard La argumentacion entre enunciacion e interacci6n Tricot, J. 1973 Traité de logique formelle, Paris: Vrin (3e. 6d.) Vignaux, G. 1988 Le Discours, acteur du monde. Paris/Gap: Ophrys. Vion, R. 1992 Lacommunication verbale, Paris: Hachette. 21

También podría gustarte