Sobre sujeto y objeto*
Quien emprenda consideraciones sobre sujeto y objeto trope-
zara con la dificultad de que es preciso indicar antes qué se
‘entiende por ellos. Hs evidente que los xé1minos son equivocos.
‘Asi, «sujeto» puede referirse tanto al individuo particular como
a determinaciones generales, segtin el lenguaje de los Prole-
gémenos, de Kant: la «conciencia en general». La ambigtiedad
no puede eliminarse simplemente mediante una aclaracién ter-
‘minol6gice. Ambas significaciones, en efecto, se implican recl-
pprocamente; apenas podemos aprehender la una sin la otra, De
ningn cocepto de sueto es posible sepaar mentlmente el
momento de la individualidad (llamada por Schelling «egoi-
dad»); si no se la mentase de alguna manera, el «sujeto»
derfa todo su sentido. Tnversamente, el individuo particular,
tan pronto como se reflexiona sobre él, siguiendo tna forma
conceptual universal, en cuanto ef individuo, y no solo en
cuanto ai «ese, ahfo’ de un hombre particular cualquiera, se
convierte ya en algo universal, a semejanza del concepto ides-
lista de sujeto; ya la expresién ‘chombre particular» necesita
del concepto genérico; de otra suerte careceria de sentido,
También el nombre propio implicitamente encierra una refe-
rencia a lo universal. Se aplica a uno que se llama asf y no de
otra manera; y «uno» es la forma eliptica de «un hombre».
Ahora bien, si, para escapar de este tipo de complicaciones, s¢
quisiera definir ambos términos, se caetia en na aporia aso-
ciada con la problemética del definir, retomada de continuo
por la filosofia moderna desde Kant. Fs que en cierto modo
Jos concepzos de sujeto y objeto (o mejor, aquello a lo que
atafien) tienen prioridad sobre cualquier definicién, Definit es
tanto como capturar algo objetivo (no importa qué sea esto,
en sf), subjetivamente, mediante el concepto. determinado,
ahf Ja resistencia de’sujeto y objeto a dejarse definir. Para
determinarios se requiere reflexionar precisamente sobre la
cosa misma, recorteda por la definicién con miras a facilitar
+t Este trabajo y ef que Je sigue («Notas marginales sobre tcorfa y pra-
xis») se publican por primera vez en esta obra
143,su manejo conceptual. Por eso al principio conviene tomar las
alabras sujeto y objeto como las ofrece el Lenguaje decantado
Bela filosotia, sedimento de historia; claro que no para persit-
{ir en semejante convencionalismo, sino para proseguit el ané-
fisis erftico, Podria partirse de Ia idea, supuestamente ingenua
pero en fedlidad ya mediata, de que un sujeto (sea cual fuere
Pernaturaleza), lo cognoscente, se halla enfrente de un objeto
{eee cual fuere también su naturaleza), lo conocido. La refle-
Bibn, entonces (denominada incentio obliqua en la terming-
iogiafilosofica), consiste en volver a referir ese concepto mi
tfroco de objeto al no menos multivoco de sujeto. Una segun-
Ga veflexién refleja esa y determina mejor la vaguedad, en te
faciSn con el contenido de los conceptos de sujeto y objeto.
2
La separacién de
porque en el dominio
acietta a expresar lo escit
aque obligedamente ha devenido; falsa, porque, no ¢s
stasiar ia separacidn devenida ni transformarla en invariante.
ote contrndiceién de la separacion entfe sujetu y objeto ae
‘munica a la teorfa del conocimiento. En efecto, no se los puc-
Je dejar de pensar como separados; pero la yeas de la dis-
Gincién se manifiesta en que ambos se encuentran mediados
Heeiprocamente: el objeto mediante el sujeto, y, més ain y de
Shee modo, el sujeto mediante el objeto. Tan pronto como es
fijada sin mediacién, esa separacién se convieste en ideologfa,
plecisamente en su forma canénica, El espiritu usurpa enton-
Pes el lugar de lo absolutamente independiente, que él no es:
hls pretensién de su independencia se anuncia ¢l tirano. Una
Sez separado el sujeto radicalmente del bjeto, lo reduce asis
el gujeto devore al objeto en el momento en que olvida hasta
{qué panto él mismo es objeto. Pero Ja imagen de un estado ori-
Ginario —temporal o extratemporal—, de feliz identificacién
Ae sujeto y objeto es roméntica; por largo tiempo proyeccién
dels anoranza, hoy ya solamente mentita. La indiferenciacién,
Sintes de que el sujeto se formase, fue el estremecimiento del
sexo nataral de no-conciencia, el mito; las grandes religiones
favieron su contenido de verdad en la protesta contra él. Por
oon riiacign no es anidady esta exige, 74 £6608
Ie dialéctica platdnica, diversidad, cuya unidad es ella. El nve-
144
vo horror, el dela separacién, transfiguta ante qui
gl vio a dt es ambos sno siempre dente, OL
dase por a anguti dl sbwardo devcrador lao men de
intaio frente los dises vengativos, que el matetialiane eck
Gireo y el «temed vosotros» del ctistianismo no quisieron
arrancar de entre los hombres. Esto no pucde realizare de
0 modo gue a ewes del sujet, i sel ligidars, are
cancelarlo y superatlo en una figura mis alt, ‘ello operaria,
10 digo Ja regesiin de Ie concencs, sino la recafda en a
‘barbaric. El hado, Ia sumisién a la naturaleea, que es
ropa de los mitos,procede de una minotidad social ‘theolute,
lc una pac en que Ia autoconciencis no habfa abierto toda:
via Jos ops, en qu ain no esta el seta. En vex de exor
a praxis colectiva el retorno de
seit hora de expat el heshin de ave irllerencacin”
iu persistencia es la conciencia de identidad del expiritu, que
represivamente asimila a si lo otro que él. Si fuese miedo
specular sobre el extido de reconctiaciSn, no cabtta re
sentarse en él nila indferenciada onda Ge'sujeto y. objeto
ni eu hostlanitesis; antes Ben, la comunicacién de To dhie.
rente Solo entonces encontara su juxo sii, como algo ob-
Ietvo, el concept de comuniciién El uctaal e tan denigran.
fe porque tracina Jo mejor, e! petra dn acuerdo. de
res y cosas, para entregarlo al intercambic fe
segin los requetimientos de la raz6n subjetiva. En su josto
lugar estar, también desde el punto Weed hic
Gonocimiento Ia relacidn de sujeto y objeto en la pez relia
dt, tanto ente los hombres como erie ellos y Jo otro que
en el que lo diferente es compara,” “W=Bamemte
3
En la teorfa del conocimiento, «sui i
as gone eto scene "acalsmes cl sje tas
aye (Segin Kant) el mundo ob jen.
do de un material no cualifiado, 0 an (deve cee) To
produce absolutamente, No fue la clea al idealismo la pe
tera en descubrt que este sueto trascendental, constiutivg
de toda oo dea realidad, ¢s 4 su vez abstraccin del
Sc iente. Es evidente que el abs-
trate de sjeto taacendenal (as formas del pensaniests I
145tunidad de estas y Ia productividad originaria de la conciencia)
‘supone lo que pretende fundar: la individualidad real y vivien-
te. Las filosoffas idealistas lo tuvieron presente. Por ejemplo,
Kant traté de desartollar, en el capitulo sobre los paralogismos
psicolégicos, una diferencia fundamental, segin jerarquia de
constitucién, entre el sujeto trascendental y el empfrico, En
‘cambio, sus sucesores (sobre todo Fichte y Hegel, pero tam-
bién Schopenhauer) pretendieron despachar Ia dificultad del
infinitum mediante sutiles argumentaciones. Recu-
rieron con frecuencia al motivo aristotélico segin el cual lo
primero para la conciencia (aqui: el sujeto empitico) no es lo
primero en sf, sino que postula, como su condicién o su ori.
gen, el sujeto trascendental. La polémica husserliana contra el
psicologismo, asf como la distincién que establece Husserl en-
tre ginessy validez, no pasin de set una polongacin de exa
forma de argumentar. Ella es apologética, Es un intento de
justificar lo condicionado como si fuese incondicionado, lo de-
tivado como primario. Repftese un topos de la tradicién occi-
dental entera, de acuerdo con 1a cual dinicamente !o primero 0,
segén Ia {6emula critica de Nietzsche, solamente lo no deve-
nido puede ser verdadero. No se puede desconocer la func
ideoldgica de esa tesis. Cuanto més son reducidos los indi
duos particulates a funciones de la totalidad social por su vin-
culacién con el sistema, tanto més el espfritu, consoladoramen-
te, eleva al hombre, como principio, en cuanto dotado del
attiburo de Ja creatividad, a una dominacién absoluta.
Empero, la pregunta por la realidad del sujeto trascenden-
tales mucho més grave que lo que cteen tanto la sublimacién
del sujeto como espftitu puro cuanto Ja recusacién critica del
idealismo. Como lo reconocié por fin el idealismo, el sujeto
trascendental, en cierto sentido, es ms real, es decir, més
determinante para la conducta real de los hombres y para la
sociedad formada a partir de ella, que es0s'individwos psico-
égicos de los que fue abstrafdo el sujet trascendental, que
‘muy poco pueden hacer en el mundo: se han convertido en
meros apéndices de la maquinatia social y, por tltimo, en
ideologia. Tal como esté forzado a actuar, tal como intetior-
mente esti modelado, el hombre particular y viviente, en
quanto encarnacién del boro oeconomicus, tiene més de su-
jeto trascendental que de individuo viviente, por quien, sin
‘embargo, debe pasar inmediatamente. En este sentido la teo-
tia del idealismo fue realista, y no necesitaba incomodarse
frente a adversarios que rechazaban su idealismo. En la doc-
trina del sujeto trascendental se expresa fielmente la prece-
146
dencia de las relaciones abstractamente racionales, i
SE Tes indice purciclanee ssue nse comerecoe, Spates
que tienen su ‘modelo en el cambio. Si la estructura determi-
nante de le sociedad reside en la forma de cambio, entonces
Ja racionalidad de esta constituye a los hombres; lo que estos
son para st mismos, lo que pretenden ser, ex secundatio. El
mecanismo, filos6ficamente transfigurado en trascendental, los
deforma de antemano, Aquello que se pretende mis evidente,
el sujeto empfrico, debe considerarse todavia como inexistente;
fen este aspecto el sujeto trascendental es «constitutivos. Pre-
unto origen de todos Tos objetos, se objetfice en su fi in-
temporalidad, perfectamente de acuerdo con la doctrina kan-
tiana de las formas fijas ¢ inmutables de la conciencia tras
dental. Su fijeza e invariancia, que segin la filosoffa trascen-
dental produce los objetos (o’al menos prescribe sus rela),
es la forma refleja de la cosificacién de los hombres consuma-
da objetivamente en Jas relaciones sociales. El cardcter feti-
chista, ilusién socialmente necesaria, se ha convertido hist6ri-
camente en lo pra allt donde, de acuerdo con su concept,
serfa lo posterius. El problema filoséfico de la constitucién se
ha invertido como reflejado en un espejo; pero, en su inv
fiéa, exprese la verdad sobre el estado hisSriag
tuna verdad, por cierto, que habria que volver a neger tedtica-
mente mediante una segunda in copernicana. Empero,
alla tiene tambien so momento postive: Ia sociedad, en eusn-
to precedente, mantiene su propia vida y la de sus miembros.
El individuo particular debe a lo universal Ja posibilidad de
stencia; por ello el pensar atestigua, por su parte, una
ndicién universal, y por lo tanto social, ‘No solo en sentido
fetichista precede el pensamiento al individuo. Pero, en el
ialismo es ipostasiado un aspecto que no puede eoneebirie
més que en relacién con el otro. Ahora bien, lo dado, el del iealsao, que in embargo este no es captz de
desaojar, demuestra, siempre de nuevo, el fracaso de esa hi-
postass
4
Por la comprensién de la primacfa del objeto no es restaura-
dda le vieja itentio recta, Ia servil confianza en el set-ast del
mundo exterior, tal como aparece més acé de la critica, como
un estado antropolégico desprovisto de autoconciencia, 1a que
147sélo cristaliza en el contexto de la referencia del conocimiento
al sujeto cognoscente. El burdo enfrentemiento de sujeto y
‘objeto en el realismo ingenuo constituye una necesidad histé-
rica, y ningtin acto de la voluntad lo puede eliminar. Pero es
a la par producto de una falsa abstraccién, y por cierto de una
ifiacén. Habiendo penettado en esto, no eabra sequt
arrastrando sin autorreflexién Ja ocaciencia que se objetitica
a sf misma, que, como tal, se rige segiin lo exterior, y que,
virtualmente, est4 moldeada por lo exterior. El giro hacia el
sujeto, que desde el principio tiende al primado de este, no
desaparece simplemente con su revisién; esta se cumple, y no
en tiltimo término, en favor del interés subjetivo de la liber-
tad. La primacia del objeto significa, antes bien, que el sujeto
a su ver objeto en un sentido cualitativamente distinto y
mis radical que el objeto, puesto que aquello que es conoci-
do por la conciencia y s61o por ella también es sujeto. Lo :0-
bido a través de la conciencia debe ser un algo, pues la medi
cién se refiere a lo mediado, A su vez el sujeto, paradig-
ma de la mediacién, es el «cmo», y nunca, en cuanto contra:
puesto al objeto, el equé», postulado por cualquier represen-
tecién concebible del concepto de sujeto. Potencialmente, aun-
que no actualmente, el sujeto puede ser concebido aparte de
I objetividad; no asi Ia subjetividad, del objeto. Al sujeto,
indiferentemente de cémo esté determinado, no puede esca.
motedrsele Ia condicidn de ente. Si el sujeto no es algo —y
designa un momento itveductiblemente objetivo— no
es nada; ya como actus purus necesita él de la referencia a un
agente. El primado del objeto es la intentio obliqua de la in-
entio obliqua, no la intentio recta rediviva, es el correctivo
de Ie sedacin subjetivs, no a denegacin de una participa
in subjetiva. Mediato es por cierto el objeto, s6lo que, segiin
‘su concepto, no estd tan absolutamente referido al sujeto como
el sujeto a la objetividad. El idealismo ha ignorado esta dife-
rencia y con ello ha exagerado une espiritualizacién tras la que
se encubre la abstraccién. Pero ello impone revisar la posicién
respecto del sujeto que prevalece en la teoria tredicional, Esta
Jo exalta en Ia ideologia y lo difama en la praxis del conoci-
miento. Si se quiere, en cambio, alcanzar el objeto, no deben
climinarse sus determinaciones ‘0 cualidades subjetivas: ello
contradiria, precisamente, la primacia del objeto. Si el sujeto
tiene un niicleo de objeto, entonces las cualidades subjetivas
del objeto constituyen, con mayor razén, un momento de lo
objetivo. Pues inicamente como determinado se convierte el
objeto en algo. En las determinaciones que el sujeto al parecer
148
‘meramente le adbiere, se impone Ja propia objetividad del su-
jeto: todas ellas son tomadas en préstamo a la objetividad de
la intentio recta. Tampoco segtin 1a doctrina idealista las de-
terminaciones subjetivas son meramente algo adherido; siem-
pre van impuestas también por lo que se debe determinar, y
ahi se afirma Ia primacia del objeto. A la inversa, el objeto
que se supone puro, libre de cualquier inmixién de pensa-
fhiento 0 Intuilén, es reflejo de subjetivided absteacta: solo
esta, a través de la'abstraccidn, vuelve a to otro igual a sf. El
objeto de la experiencia no cercenada, a diferencia del substra-
to indeterminado del reduccionismo, es més objetivo que ese
substrato. Las cualidades que la critica del conocimiento tradi-
cional elimina del objeto y acredita al sujeto se deben, en la
experiencia subjetiva, a la primaca del objeto; en esto engaaié
el predominio de Ia intentio obliqua. Su herencia recayd en
una critica de Ja experiencia referida a su condicionamiento
histérico y, en definitiva, social. En efecto, la sociedad es in-
manente ale experiencia, y de ningiin modo un &do yévos
respecto de ella, Solo la’autocritica social del conocimiento
procura a ests la objetividad, que él malogra mientras obedez-
ca ciegamente a las fuerzas sociales que lo gobiernan. Critica
de la sociedad es critica del conocimiento y viceversa.
5
Solo es legitimo hablar acerca de Ia primacfa del objeto cuando
sa primacia respecto det sujeto, entendido este en el sentido
‘ms lato, es determinable de alguna manera; cuando es algo
iis, por lo tanto, que Ia cosa en si de Kant, como causa des-
conocida del fenémeno. Tambign esta, a pesar de Kant, por
‘el mero hecho de contraponerse a aquello susceptible de pre-
dicacién categorial, contiene ciertamente un minimo de deter
minaciones; una de ellas, de indole negativa, serfa la acausali-
ded. Tal contraposicién alcanza a fundar una antitesis respecto
de la opinién convencional, propia del subjetivismo. La pri-
tacie del objeto se acredita’en que este altra culltativan
te las opiniones de la conciencia cosificads, que se adecuan sin
friccién al subjetivismo. Este no afecta al realismo ingenuo en
cuanto al contenido, sino que trata exclusivamente de pro-
porcionar los criterios formales de su validez, como Io contir-
ma la fSrmula kentiana del realismo empirico. En favor de la
primacta del objeto habla sin duda algo que no se concilia con
149Ja doctrina kantiana de la constitucién: que la ratio en las mo-
demas ciencias de la naturaleza mira por encima de la maralla
(que ella misma levanta; captura un atisbo de lo que no se
hasta a sus decantadas categorias. Tal expansién de ia ratio
ne en euestién al subjetivismo. Pero aquello por lo que s¢
Metermina el objeto en cuanto lo precedente, « diferencia de su
sponte subjetivo, se percibe en lo que, a su vez, determina al
aparato categotial por el que, segin el esquema subjetivista,
kbs ser determinedo él: se capta en el carécter condici
de To condicionante, Las determinaciones categoriales, tinicas
‘que, segin Kant, hacen madurar la objetividad son, en cuanto
digo puesto, si se quiere, de hecho «meramente subjetivasy,
De este modo, la reductio ad hominem determina la ruina del
antropocentrismo. El que el hombre como constituens sea he.
¢hura humana deshace el hechizo de la propiedad creadora del
espiritu. Pero, como el primado del objeto necesita de Ia re-
flexién sobre el sujeto y de la reflexi6n subjetiva, la subjeti
dad, a diferencia del materialismo primitive —que propia.
mente no admite dialéctica—, se convierte aquf en un momen-
to conservado.
6
Lo que anda bajo el nombre de fenomenalismo: que nada se
sabe sino a través del sujeto cognoscente, se ali6 desde el giro
copemnicano con el culto del espiritu, A ambos saca de quicio
Ia inteleccién de la primacia del objeto. Lo que Hegel puso
dentro del paréntesis subjetivo rompe a este con consecuencia
critica. La general aseveracién de que las inervaciones, las in-
telecciones, el conocimiento son «solamente subjetivos», ya n0
surte efecto tan pronto la subjetividad es comprendida co-
mo figura de objeto. Ilusién es el encantanfiento del sujeto en
su propio fundamento de determinacién; es su posicién como
ser verdadero, Es preciso retrotraer el sujeto mismo a su obje-
tivided; no se trata de proscribir sus impulsos del conocimien-
to. No obstante, Ia ifusién del fenomenalismo es una ihusién
necesaria. Atestigua la casi irresistible trama de encubrimiento
(Verblendungscusaramenbang) que el sujeto como falsa con-
ciencia produce y del que a la vez es parte integrante. En tal
inresistibilided se funda la ideologia del sujeto. La conciencia
de una falta, Ja limitacién del conocimiento, es convertida,
para mejor poder sobrellevarla, en una ventaja, El narcisismo
150
colective ha estado en accién. Pero no habria imponerse
con tal fuerza, no habria podido producir Jas filosofias més
formidables, si en el fondo no contuviese, desfigurado, algo
verdadero. Aquello que la filosoffa trascendental ensalza como
subjetividad cteadora es Ia cautivided del sujeto dentzo de sf,
cencubierta para el sujeto mismo. En todo lo objetivo pensado
por él, permanece sujeto como un animal dentro de su capars-
26n, de la que en vano quisiera liberarse; solo que a este no
se le ocurriria pregonar como liberted su cautivgrio, Bueno se-
ra preguntarse por qué lo hicieron los hombres/La cautividad
de Sep e sumament rel. El qu como sjetoecognos
‘centes dependan de espacio, tiempo y formas de pensamiento
marca sa dependencia de Ia especie. Esta precipité en tales
constituyentes; no por eso valen estos menos. Lo a priori y la
sociedad se encuentran en relacién de inherencia reciproca, La
tniversalidad y necesidad de esas formas, su exaltacién kantia-
ha, no es otra que la que constituye como unidad a los hom-
bres, De ella necesitaron estos para su survival. Su cautiverio
fue intetiorizado: el individuo no est menos cqutive dentro
de sf que dentro de Ja universalided, de Ia sociedad, De ab el
interés en enmascarar su prisi6n como libertad. La cautividad
categorial de la conciencia individual reproduce la cautivided
real de cada persona singular. Ya la mirada de la conciencia
que capta aquella es determinada por las formas que esta le
ha implantado, En la cautividad dentro de s{ mismos podrfan
hombres percibir la social: impedirlo constituyé y consti-
tuye un interés capital de Ja conservacién de lo existente. En
obsequio de lo existente debi, con necesidad apenas menor
que la de las formas mismas, éxtraviarse la filosofia, Asf es
como fue ideol6gico el idealismo aun antes de que se hubiese
propuesto glorificar al mundo como iddea absoluta. ‘Tal sobze-
compensacién implica ya que la realidad, a la que se eleva a
Ia condicién de producto de un sujeto presuntamente libre, es
justificada como libre a su vez.
7
EI pensamiento de Ia identidad, contraimagen de la dicotomla
imperante, ya no se expresa en la época de la impotencia sub-
jetiva como absolutizacién del sujeto. En su lugar se forma
tun tipo de pensamiento de la identidad aparentemente antisub-
jetivista, cientificamente objetivo: el reduccionismo; de Rus-
151sell en su primera época deciase que era neorrealista, Consti-
tuye Ja forma caracteristica ‘contempordnea de Ja conciencia
cosificada, falsa por su subjetivismo latente, tanto més perni-
ios. Lo que festa es modelado segtin el patrén de los prin-
ipios de ordenamiento de una razén subjetiva, y, €n conso-
nancia con el cardcter abstracto de esta, se vuelve también
abstracto. La conciencia cosificada, que se desfigura a s{ mi
ma como naturaleza, es ingenua: s¢ confunde a s{ misma, que
ts algo devenido y completamente mediato dentro de sf, con
Ja cesfera del set de los origenes sbsolutos», para decitlo con
Hessel, y confunde «su cortelato, que ha sido aprontado per
ella, con la cosa designada. El ideal de 1a despersonalizacién
de la ciencia en aras de la objetividad no retiene de esta més
‘que su cupur mortuum. Reconocida la primacia dialéctica del
‘objeto, se derrumbs la hipdtesis de una ciencia préctica irre-
Flexiva del objeto en cuanto determinacién residual, previa
deduceién del sujeto. El sujeto ya no es entonces un afiadido
que se pueda restar de la objetividad. La climinacién de wa
momento que le es esencial falsea esta, no la purifica. La re-
presentacidn que preside el concepto de la objetividad como
algo residual tiene, por lo demés, su modelo en algo, puesto,
hhecho por ef hombre; de ningin modo cn la idea de aquel
‘cen sf» al que ella sustituye por el objeto putificado. Antes
iten, su modelo es la yanancia que resta en cl balance una vez
deducidos los costos generales de produccién, Ahora bien, Ja
cia es el interés subjetivo Hevado y reducido a la forma
Sel efleulo. Lo que ctenta para el descarnado positivismo
(Sachlichkeis) del pensar orientado por la ganancia es todo
menos la cosa misma (Suche): esta se pierde en cuanto rinde
para alguien, Por el contrario, la ciencia deberia regirse por lo
gue no es mutildo por el cambio o —pues no bay ya nada
{que no esté mutilado— por lo que se oculta detrés de las
raciones de cambio. Tan lejos esté el objeto de ser un resi
desprovisto de sujeto como de ser algo puesto por el sujeto.
‘Ambas determinaciones contrastantes son, sin embargo, com-
patibles: el resto, con el que la ciencia se contenta como su
verdad, es producto de su método manipulador, estd subjeti-
‘vamente preparado. Definir qué es objeto seria a su vez con-
tribuir a esa preparacisn. La objetividad es discernible tinica-
mente a través de aquello que, en cada nivel de Is historia y
del conocimiento, es considerado respectivamente como sujeto
y objeto, asf como las mediaciones. En esa medida el objeto
&s, efectivamente, como ensefiaba el neokantismo, «inagota-
bien. A veces el sujeto, como experiencia no restringida, llega
152
mis cerca del objeto que el residuum filtrado, aderezado segin
tos requetimlentos de a taxa subjetva. La eubjetvidad no
reducida es capaz de fungit, de acuerdo con su valoracién his-
t6rico-filosética contempordnea, polémica, més objetivamente
que las reducciones objetivistas. Todo conocimiento esté he-
chizado, no en Gltimo término, porque las tesis epistemo-
Aégicas tradicionales invierten su objeto: fair is foul, and foul
is fair. Lo que engendra el contenido objetivo de la ex-
petiencia individual no es el método de Ja generalizacién com
parativa sino Ia remocién de lo que impide a esa experiencia,
fen cuanto no plena, entregatse al objeto sin teservas y, como
dice Hegel, con la libertad que distiende al sujeto cognoscente
hasta que se pierde en el objeto, respecto del cual es homo-
géneo en virtud de su propio ser-objeto. La posicidn clave del
sujeto en el conocimienio es experiencia, no forma. La que
Kant llama formacién es esencialmente deformacién, El esfuer-
zo del conocimiento es, casi siempte, Ia destruccién de su ¢s-
fuerzo habitual, la violencia contra ef objeto. Su conocimiento
se asemeja al acto por el cual el sujeto desgarta el velo tejido
por él mismo en tomo del objeto. Capaz de ello es solamente
Cuando, con pasividad exenta de angustia, se conffa a su pro-
pia experiencia. En los puntos en que la riaén subjetiva ven-
tea una contingencia subjetiva se trasluce Ja primacta del ob-
jeto, es decir, lo que en este no es agtegado subjetivo, El su-
jeto es agente, no constituens del objeto; ello no deja de tener
consecuencias para la relacién entre teotia y praxis.
8
‘Aun después de Ja segunda reflexién del giro copernicano,
guarda cierta verdad el teorema més diseutible de Kant, a sa-
ber, la distincidn entre la cosa trascendental en si y el objeto
(Gegenstand) constituido, Pues el objeto (Objekt) seria por
ierto lo no idéntico, liberado del imperio subjetivo y apre-
hhensible mediante li autocritiea de este (supuesto que toda-
via se trate de ello y no més bien de fo esborado por Kant
con el concepto de Ia idea). Eso v0 idéntico se aproximaria
bastante a la cosa en st kantiana, aunque Kant se detuvo en
el punto de vacilacién de su idencia con ef sujeto, No
setia el residuo de un mundus intelligibilis desencantado, sit
mds real que el mundus sensibilis, en la medida en que la re-
volucién copernicana de Kant abstrae de eso no idéntico y en
153cllo encuentra su Iimite, Pero entonces, para Kant, el objeto
fs lo «puesto» («Gesetzfer) por el sujeto, el tcjido formal
subjetivo del «algo» no cualificedo; en definitiva, la ley (Ge-
getz), que mantiene unidos —respecto de Jo enfrentado (Ge-
enstand)— los fenémenos, desintegrados por su referencia
Subjetiva. Los etributos de la necesidad y Ia universalidad que
Kant aplica al concepto enfético de ley, poseen la fijeza de
a aquel. E{ bloqueo del que no puede salir 1a filoso-
fia kantiana es al mismo tiempo producto de esa filosofia.
Pero, como espontaneidad pura, apercepcidn otiginaria, prin-
cipio en apatiencia absolutamente dindmico, el sujeto, en vi
‘de st yor\andc (separacién) de todo 10 material, no esté
menos cosificado que el mundo de las cosas, constituido sein
al modelo de las ciencias de la naturaleza. Pues a través de la
‘ootoyés es paralizada, en sf, aunque no pata Kant, la espon-
taneidad absoluta pretendida; la forma, que, por cierto, debe
set forma de algo, no puede entrar, sin embargo, pot su pro-
pia indole, en. accién reciproca con’algo. Su rigida separacién
Ge la activided de los sujetos singulares (esta debe ser descar-
tada por pelcldgico-contingent) destruye [a apercepcién ori-
ginaria, el principio més {atimo de Kant. Su apriorismo des-
poja al acto paro nada menos que de le temporalidad, sin Ta
ual no es posible entender qué puede significar Ia dinémica
El actuar es rechazado como un ser de segundo orden; To es
‘expresamente, como bien se sabe, en el gito del tiltimo Fichte
en contra de la epistemologia de 1794. Kant codifica seme-
jante ambigiiedad objetiva del concepto de objeto, y ningsin
teorema sobre el objeto tiene derecho a saltar por encima de
154
ella. En sentido estricto, Ja prioridad del objeto significaria
{que no hay objeto que se contraponga abstractamente al suje-
fo, pero que necesaiamente aparece como tal; habrfa que su-
primir la necesidad de esta apariencia,
9
Pero tampoco «hay» propiamente sujeto. Su hipéstasis en el
‘dealismo leva a conelusiones absurdas. Ellas podrian resu-
tmisse en esto: la determinacién de sujeto incluye dentro de sf
{o que se le contrapone. Y de ningiin modo simplemente por-
qua. como constituens, presapone lo constitutwm, En si mis-
res objeto en la medida en que ese «hay», implicito en Ia
doctrina idealista de le constitucién haber» sujeto
para que este pueda constituiralgo—, fue tomado de la esfera
Aen facticided. El concepto «hay» significa «lo que es ais
(Desirde) 3, como elo que es thi, el sueto cae yx debajo
del objeto. Como apercepeién pura, empero, quisiera el sujeto
Ser lo puramente otto de todo «lo que es abfv.. También aquf
aparece negetivamente una porcin de verdad:, que 1a cosii-
aacién a que el sujeto soberano ha sometido todo, él incluido,
te apariencia, En el sbismo de sf mismo coloca cuanto escapa-
Ha a la cosificacién; clato que con la sbsurda consccuencia, de
Gue, con ello, concede salvoconducto a cualquier otra cosifica-
ign. Fl idealismo falsamente proyecta hacia lo interior la
{dea de una vida recta. El sujeto como imaginacién producto-
rs, como apercepcién pura, y, por iltimo como accién creado-
ra (Tathandlung), obstruye esa ‘actividad en la que realmen-
fe se reproduce [a vida de los hombres y toma para sf en ella,
‘con fundamento, la libertad. Por eso el sujeto no desaparece
Enel objeto 0 en algo presuntamente superior, en el ser, ni
hay derecho de hipostasiatlo, El sujeto, en su autoposicién, es
apariencia, y al mismo tiempo algo sobremanera real desde el
panto de vista histérico, Contiene el potencial de cancelar y
superar su propio sefiorfo.
10
La diferencia de sujeto y objeto pasa tanto por el sujeto como
por el objeto, No se Ia puede absolutizar ni borrarla del pen-
155samiento. En el sujeto, propiamente todo es imputable al ob-
jeto; lo que en él no es objeto hace estallar seménticamente
‘l «es», La forma subjetiva puta de la teorfa del conocimien-
to tradicional, de acuerdo con su propio concepto, ha de pen
sarse en cada caso tinicemente como forma de lo objetivo, ¥
no —jamas— separada de ello. Lo fijo del yo gnoscoldgico,
Ia identidad de Ia autoconciencia estin moldeados visiblemen-
te segin la experiencia no reflexionada del objeto idéntico,
rsistente; Kant mismo lo refiere esencialmente a él. No ha-
fa podido reclamar como condiciones de objetivided las for-
mas subjetivas si, técitamente, no hubiese concedido a estas
una objetividad, que tomé en’ préstamo de aquello a lo cual
‘contrapuso el sujeto. Sin embargo, en el extremo a que la sub-
jetividad se reduce, desde el punto de su unided sintética,
nunca es reunido sino lo que guarda una correspondencia con-
sigo mismo. De otro modo la sintesis serfa mero arbitrio cla-
Silieatorio, Claro que tampoco esta cottespondencia es Tepre-
sentable sin la ejecucién subjetiva de la sintesis, Mas, respecto
del a priori subjetivo, inicamente se puede afirmar la objet
vidad de su validez cn la medida en que tiene una parte ob-
jetiva; sin esta, el objeto constituido por el @ priori serfa una
pura tautologia para el sujeto. Su contenido, finalmente (en
Kant la materia del conocimiento), es, en virtud de su caréc-
ter irreductible, algo dado, y, en vittud de su cardcter exterior
al sujeto, asimismo algo objetivo en este. Segtin esto, a su vez,
cl sujeto fécilmente parece (como casi estuvo a punto de su-
ceder en Hegel) una nada, y el objeto, absoluto. Peto esto es
‘otza ver ilusién trascendental. El sujeto se reduce a la nada
por su hipéstasis, la cosificacién de lo no césico. Ella es recu-
sada porque no puede satisfacer el ctitetio en el fondo it
nuamente realista del «ser ahfv. La construccién idealista del
sujeto naufraga en su confusién con algo objetivo como algo
que es en sf, algo que el sujeto precisamente no es: segiin la
medida del ente, el sujeto es condenado a' la aniquilacién, El
sujeto tanto més es cuanto menos es, y tanto menos cuanto
mds se cree ser, cuanto més se ilusiona con ser algo para sf
objetivo. Como momento, sin embargo, él es incancelable.
Eliminado e! momento subjetivo, el objeto se haria difuso, se
desharia, al igual que los impulsos e instantes fugaces de la
vida subjetiva.
156
u
Tampoco el objeto, por debilitado que se lo suponga, es sin el
sujeto. Si faltase el sujeto como momento del objeto mismo,
la objetividad de este se convertitfa en nonsens. En la debilidad
de la teorfa del conocimiento de Hume esto se hace flagrante.
Ella estaba orientada subjetivamente, al tiempo que fingia po-
dder prescindir del sujeto. En relacién con esto es preciso juz-
gar Ia relacién entre sujeto individual y trascendental. El su-
jeto individual, como incontables veces se ha repetido desde
Kant, es parte integrante del mundo empitico. Sin embargo,
su funcién, a saber, su capacidad de experiencia (ausente en
dl sujeto trascendental, pues algo puramente I6gico mal puede
txpetimentat) esen vetded mucho nda constitutive due la aa
cripta por el idealismo al sujeto trascendental (a su vez una
abstraccién de la conciencia individual), funcién esta dima
‘que, en el fondo, fue precriticamente hipostasiada. El concep-
to de lo trascendental, no obstante, recuerda que el pensa-
miento, en virtud de los momentos’ de universalidad que le
son inmanentes, trasciende de su propia, irreductible indivi-
duacién, Asimismo, la antitesis entre universal y particular ¢s
tan necesaria cuanto falaz. Ninguno de ambos es sin el otrb;
lo particular es sdlo como determinado, y por ello es univer-
sal; lo universal, s6lo como determinacién de lo particular, 9
f ello es particular. Ambos son y no son, Tal es uno de
Fee faertes motives de una dialéetia no idealist.
12
La reflexién del sujeto sobre su propio formalismo es reflexién
sobre Ia sociedad, con Ja paradoja de que, de acuerdo con la
intencién de Durkheim en su época de madurez, los formantes
constitutivos se originan en la sociedad, aunque, por otra par-
te (de lo que puede jactarse la gnoseologfa tradicional), son
objetivamente vilidos; las argumentaciones de Durkheim lo
suponen ya en cada proposicién en que se demuestra su ca-
ricter condicionado, Esta paradoja quizé sea expresién dle 1a
cautividad objetiva del sujeto dentro de sf. La funcidn cogno:
citiva (sin la que no habria diferencia ni unidad del sujeto)
fue a su vez otiginada. Consiste esencialmente en aquellos for-
mantes; en la medida en que hay conocimiento, debe este ejet-
cerse de acuerdo con ellos, aun alli donde se proyecta mas
157allé de ellos. Estos definen el concepto de conocimiento. Sin
embargo, no son absolutos sino devenidos, al igual que Ja fun-
Gin copnoscitive. No es del todo imposible que se extingan
Gventualmente. Predicar su carécter absoluto supondria abso-
fute la funcién cognoscitiva, absoluto el sujeto. Relativizarlos
abropara Ia funcion cognosiva. dogmdticament, Ep conta
ge alega que el argumento implica este necio sociologismo:
Dios ha creado la sociedad y esta al hombre y a Dios a su ima-
gen. Pero la tesis de la prioridad solamente es absurda en
Euanto es hipostasiado el individuo o su preformacién biolégi-
Ca. Desde el punto de vista de la historia de Ja evoluciéa, més
bien eabe presumir Ia prioridad temporal o, por lo menos, la
contemporaneidad de la especie. El que «el» hombre deba de
haber sido antes que la especie, es reminiscencia bfblica o
platonismo puro. La naturaleza, desde sus grados inferiores,
Est llena de organismos no individuados. Si en efecto los
hombres, segin 1a tesis de algunos bidlogos modernos, nacen
mucho menos pertrechados que ottos seres vivientes, no pue-
den concervat su existencia sino por medio de un trabajo so-
cial rudimentario, es decir, asociados; el principium individua-
ionis les es secundario; hipotéticamente, una especie de divisién
del trabajo bioldgica. Es inverosimil que al principio descolla-
se arquetipicamente un hombre particular cualquiera. La creen
ia en ello proyecta miticamente hacia el pasado, o hacia el
mundo eterno de las ideas, el principium individuationis ya
plenamente constituido en la historia. La especie pudo indivi-
Suarse pot mutacisn, para hiego, @ través de esa individaacién,
teproducirse en individuos apoyéndose en lo biolégicamente
Singular, El hombre es resultado, no elas, El conocimiento
de Tegel y Marx hunde sus rafces en lo mas profundo de Jos
rroblemas, asf Ilamados, de la constitucién, La ontologia «del»
rombre —-modelo de Ta construccién del sujeto trascenden-
tal_— se orienta segin el individao desarrollado, como lo in-
ddica geamaticalmente el equfvoco que encierra la expresién
‘