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Capitulo I La estética como problema 1, EL OBJETO DELA ESTETICA El primer problema que se le plantea a Ja estética es el de determinar su objeto. Desde que se pretendié hacer de ella una ciencia especial, la estética no ha tenido limites precisos. ;Debe cefiirse al estudio de la experiencia estética o ha de elaborar una metafisica de la belleza? ,Debe limitarse al campo del arte o ha de abarcar también a la belleza natural? Las cuestiones estéticas pre- sentan una notable riqueza de relaciones y una gran variedad de perspectivas; aun desde el punto de vista experiencial, le incumben vivencias tan diversas como la contemplacién de los Picos de Europa, la participaci6n en una sesiGn del Living Theatre y la construccién de una catedral. En si mismo, el término estética no alude a la accién artistica. Funddndose en esa limitacién etimoldgica, E. Gilson prefiere establecer una diversidad entre la esiética y la filosofia del arte: ésta considerarfa la obra artistica en su relacién con el artista que la produce, mientras que la estética la estudiaria en relacién con el contemplador', Esta separacién entre estética y filosofia del arte, iniciada ya por Konrad Fiedler, fue sisteméticamente adoptada por Dessoir y Utitz en el primer decenio del siglo. Posteriormente, y siguiendo el camino abierto por B. Croce, muchos han dado un nuevo paso en detrimento de la metafisica estética, reduciéndose al estudio del arte. Si esta actitud eli- ‘minatoria se adoptara por rigor metodol6gico simplemente, el problema plan- teado a nuestra ciencia no seria especialmente grave. Pero est demostrado que esta separacién de campos constituye el primer sintoma de una crisis que ' Matiéres et formes (Paris 1964) pp. 32-34: «La obra a hacer, que esté en el centro de las preocupaciones del artista, es especificamente distinta de la obra hecha por otro, sobre la cual se ejerce la reflexion del espectador o del critico, El objeto de la estética es la obra de arte en la experiencia del que la percibe, este objeto puede haberse convertido en algo totalmente diverso de lo que era cuando salfa de las manos del artista». 270 Teorfa y textos hoy esté legando a su climax: la conciencia de que no se puede «teorizar», es decir, pensar filoséficamente en este terreno, Se abandonaba la estética para los que quisieran «filosofar» sobre estos temas y se constitufa con el arte, 0, quiz4 mejor, con cada una de las artes, una ciencia empirica. De he- cho, estas dos amplias cuestiones —estética general y ciencia del arte— son tratadas hoy frecuentemente en estudios separados y con métodos diferentes; sin embargo, no es dificil reconocer entre ambas zonas una simbiosis que es necesario respetar. Podemos, pues, afirmar que la estética no s6lo tiene planteados muchos problemas, sino que constituye un problema por si misma, ya que no ha lo- grado todavia definir, con general aceptacién, su objeto propio. La variedad de escuelas y de teorfas expuestas en la parte historica es una prueba de ello, ya que casi siempre cada escuela comienza por discrepar de las otras en la determinaci6n del objeto de su estudio. Cada una lleva la estética a zonas restringidas, sea de la ontologia, sea de la psicologia experimental, sea de la filosofia de la praxis humana, segdn se propongan como objeto la belleza, la vivencia estética o la actividad artistica; cada una ha logrado frutos valiosos. Tal vez por un laudable deseo de rigor metodol6gico, quiz también por ende- blez metafisica, el hecho es que hoy nadie se siente capaz de integrar y erigir en sistema la multiplicidad de nuestros problemas estéticos. Laestética seguir siendo un problema, y estar in fieri mientras no logre una sintesis con las aportaciones de campos tan heterogéneos, mientras no descubra y defina con suficiente claridad una raz6n comin que unifique la diversidad de ‘objetos materiales que le incumben. La estética empez6 a ocupar una zona es- pecial en la investigacién filoséfica en el momento en que se comenz6 a hablar del gusto. El simple hecho de que la percepcién de ciertos objetos naturales 0 artefactos provoque en el hombre una cierta reaccién psiquicamente irreducti- ble alas que ya tenfa definidas y clasificadas la psicologfa racionalista, oblig6 a dedicar una atencién especifica a ese fenémeno. Se trataba de una vivencia cuyo término era un juicio de valor que, con pretensiones de universalidad, no siem- pre era comiin a todos los hombres ante los mismos objetos. La estética empez6 asi a estudiar el hecho de la contemplaci6n admirativa, viendo en ella aspectos cognoscitivos y sentimentales dignos del andlisis. Durante decenios la estética fue, sobre todo, asunto de psicélogos; y, en parte, debe serlo todavia. 2 Ain esté por definirse a gusto de todos queé es lo que constituye la flosofia como tal y qué ¢s lo que la distingue de la ciencia. Desde que la humanidad ha entrado en la era cientifica (ter- cera y tltima edad en la visién de A. Comte), comprobamos que la filosofia va perdiendo terreno ‘en provecho de la ciencia. Pero ,quées la filosofia? ;Diremos con W. James que la filosofia trata las cuestiones que no estan resteltas, porque, cuando estén resueltas, las cuestiones pasan a la ciencia? Serd la ciencia un saber sobre fendmenos, y la filosofia un saber sobre las cosas y sus causas tiltimas? ;Serd la ciencia un conocimiento de las cosas y la filosofia un conocimuento de cada cosa «en el horizonte de la totalidad», como dice Zubiri? Ser ésta una especie de crftica superior de la ciencia? Otros tantos problemas que constituyen el primer objeto (para algunos el nico) de la filosofi a C.1. La estética como problema 2 Pero las preguntas surgen, trabdndose unas en otras. El estudio de las vi- vencias estéticas pone sobre la mesa la cuestién de la discriminacién entre los diversos objetos cuya percepcidn provoca el estimulo estético: la diferencia entre la Sinfonia fantdstica que escuché anoche y esta galerna que se desata hoy sobre la costa cantibrica y encadena mis ojos a esta ventana, entre el Entierro del conde de Orgaz y la visién fascinante de la Ciudad Imperial, dorada por el sol poniente y ceitida por el platino del Tajo. La experiencia es- tética, ¢se da solo ante las obras del genio humano o se produce también ante los espectaculos naturales? Y, en este caso, {qué diferencia existe entre esos dos tipos de objetos, entre la naturaleza y el arte? La estética contempordnea tiende a considerar como objeto privilegiado de su atencién el mundo del arte: el «pleroma» de las obras artisticas, como decia E. Souriau. El investigador debe preguntarse qué constituye la esencia de la obra artistica, dénde se sittia su origen, cual es su génesis, sus notas caracterfsticas, sus propiedades; cual es su valor y cémo debe éste integrarse en el cuadro de los valores humanos; qué orden, qué jerarqufa debe guardarse entre las diversas funciones que cumple. La operacién artfstica misma se pre- senta a su atencién como una actividad peculiarisima; al menos en el estado actual de nuestra cultura, la labor artistica no es de todos. ;Es que requiere dotes extraordinarias? El artista, ges un ser excepcional? ¢Qué facultades de- finen al genio creador? Por otra parte, el filésofo no puede menos de relacionar el artefacto con el producto natural. En épocas en que el pensamiento filoséfico tendia fuer- temente a la sistematizacién, se intent6 espontineamente la unificacién de ambos productos, ya considerando al genio como «fuerza de la naturaleza», ya viendo en ésta a un artifice que, a diversos niveles, va realizando, estructuras organicas 0, mediante la conciencia del artista, productos artisticos. Asf fue como Kant, presintiendo la «raiz comtin» de la naturaleza y el arte, elaboré la doctrina de la unidad trascendental de ambos, y se vio obligado, después de la Critica de la razén pura y la Critica de la razén préctica, a afiadir la tercera Critica, que abordara las obras de la naturaleza y del arte. Mas audazmente, Schelling present6 a la naturaleza como si fuera la «odisea del espiritu», que, a través de diversas etapas operatorias, alcanza su plenitud en el plano de la ima- ginacién humana. Esta via unificatoria, que alcanz6 su plenitud en el sistema de Hegel, tienta atin hoy a diversos estetas, y la Teoria de la formatividad, de L, Pareyson, es un ejemplo de ello. Sin embargo, esta tendencia borra ciertas fronteras que en los campos estéticos advierte una observacidn fenomenolégi- ca sin prevenciones. Porque ;,d6nde fijar los limites de esa «creatividad>? Una fuerza «formativa» asf concebida agruparé lo bello natural y lo bello artistico. Pero ,c6mo distinguirla de la potencia del genio militar o del héroe fundador de instituciones morales y religiosas? En cuanto la introspeccién y el andlisis nos descubre las peculiaridades de la accién artistica y la original estructura de la obra de arte, perdemos la esperanza de formar una familia bien avenida entre el producto natural y el artefacto. 272 Teoria y textos Y como si no fuera bastante la heterogeneidad de estos dos mundos cé- lidos y palpitantes —la naturaleza y el arte—, a la reflexién del esteta se le presentan més oscuros interrogantes. {En qué consiste lo bello? Qué calidad atribuimos a esas cosas que Hamamos bellas cuando con esa calificacién las segregamos de entre las cosas vulgares y opacas? Por mucho que quieran evitarse las cuestiones metafisicas, nuestro espiritu no tolera el Estética (Madrid 1912) pp. 60-61: «Los limites de las expresiones-intuiciones que se lla- ‘man arte, con relaci6n a las que se califican de no-artisticas, son empiricos y no pueden definir- se»... «Toda la diferencia, pues, es cuantitativa, y, como tal, indiferente a la filosofia, scientia quatiratune> * La poesia 4.ed.,p. 154: ell giudizio estetico, che si forma in vith delle categorie mental ossia dei concetti puri, ¢ sostanzialmente filosofico e non empirico; come filosofica e non em rica l'estetica, metodologia di quel giudizio o scienza della categoria del bello» > The Meaning of the Meaning (London 1923). Sobre la escuela neoempirista véase pp. 217ss. © A Theory of Value (New York 1948). 7 New Bearings in Aesthetics and Art Criticism (New Haven 1943): «Términos como belle- 24, arte, estética.... no han representado nunca un referente especifico, sino més bien han forma- do parte de una serie de contextos cuyas significaciones, en mayor o menor proporcién, se van abandonando continuamente... El engaiio esta en querer revelar la naturaleza de estas cosas». 274 Teoria y textos Tras los embates del neopositivismo americano, a la estética, en opinién de A. Plebe®, ya no le quedaba mas que un dilema: 0 volver a hallar su justifi- cacién como Ciencia filosdfica (tal vez. a precio de su autonomia), o resignarse a desaparecer, para dejarse reemplazar por consideraciones fenomenolégicas sobre los varios aconteceres estéticos; es decir, 0 una estética filosdfica, que planee por encima de los problemas concretos planteados en la realidad e inepta para fundar la critica de obras concretas, 0 una estética empirica, de fondo socioldgico, ético, politico, religioso, etc., seguin el caso concreto. Mas recientemente, Ugo Spirito ha Ievado la cuestién al punto neurdl- gico. Hay que empezar reconociendo con é1 que todo el que quiere montar una estética filoséfica debe ser esencialista. Una estética que se resigne a no definir nunca el principal concepto de su investigaci6n no puede ser filos6fica. Por otra parte, es natural que cada esteta intente definir el arte segtin catego- rfas de su propia filosoffa. Y ahf radica la multiplicidad de definiciones que se han dado de la belleza, de la poesia y del arte. A ese laberinto de definiciones aludia recientemente Luciano Anceschi, quien, constatando el escepticismo reinante sobre la legitimidad de una estética como ciencia particular y las importunas invasiones de su campo por parte de otras disciplinas, solicita una revisién del propio estatuto. Para muchos la estética se reduce a la aplicacién de ciertos postulados filo- s6ficos generales a las cuestiones estéticas; las tesis de nuestra ciencia vendrian a ser asi un mero corolario de la metafisica, de la psicologia, de la antropologia 0 de la sociologia. Hugo Spirito concluye: «Negado el cardcter empirico de la ciencia estética, se niega la posibilidad de su autonomia». Personalmente, él parece inclinarse por el lado de la estética empirica. Reconoce que en este pro- ceso a la estética ha pesado excesivamente la oposicién a toda metafisica: «Se quiere que la estética se separe de la metafisica no para que sea algo distinto de ella, sino solamente porque se niega perentoriamente el valor de toda investi- gacién metafisica». Pero denuncia la inconsecuencia de los que en lo referente a nuestra ciencia no se atreven a sacar las conclusiones: «No tienen el valor de declarar, sin mas, a la estética como una ciencia mas, al lado de la quimica, la botdnica o la mineralogia, y se contintia reservandola a la competencia de una filosoffa con un significado vago y ambiguo»?. Contra la ambigtiedad de esta soluci6n, Spirito propone la solucién de dejar la estética a la ciencia empirica, excluyendo al fildsofo de toda injerencia en ella. Ciencia emptrica debiera ser también la estética para los ortodoxos marxis- tas, si quieren ser consecuentes con las tesis estalinistas de que la literatura y el 8 Proceso a l’Estetica (Firenze 1959) pp. 199-214. V. también L. ANCESCIN, Stato e statuto della Estetica, En «Studi di Estetica» (Bolonia), n. 5, 1978-80, pp. 5-14. ° U. Sintto, La mia prospettiva estetica, en el vol. La mia prospeitiva estetica, ed. por la Univers. degli Studi de Padova (Brescia 1953) (publ. luego en U. SPIRITO, Critica deil’Estetica, Firenze 1964); cf. también el art, Estetica en la Encicl. Univers. dell’ Arte. Cit. por A. PLEBE, 0.c., p. 129. CL. La estética como problema 215 arte son fenémenos de la superestructura y tienen formas contingentes y mu- dables a medida que cambia la base econémico-social'®; la poesia de Petrarca, la pintura de Velézquez y la misica de Bach dejan de ser valores permanentes y se convierten en puros aconteceres histéricos. Resumiendo, dirfamos que para quien vea las cosas con ojos empiricos, la estética filos6fica se presenta como una «metaestética» que hipostasia el arte y lo espiritualiza hasta desvincularlo de los objetos de la experiencia. Para quien la aborda con mente filosdfica, la estética aparece como un problema parcial cuyo aislamiento de la metafisica no aparece suficientemente justificado. Por tanto, o validez filoséfica sin autonomia, y entonces la estética deviene una disciplina artificial construida arbitrariamente con parcelas de la ontologia, de la psicologia y la antropologfa; 0 autonomfa con validez sélo subjetiva y relativa, y entonces se renuncia a /a estética, para contentarse con /as estéticas (0 poéticas), todas validas con validez contingente y ninguna estrictamente filos6fica. Armando Plebe, al llegar al final de su Proceso, concluye: 1) La filosoffa puede ocuparse de arte absorbiéndolo en su problema, pero no puede definirlo ni teorizarlo. 2) La ciencia del arte (por lamarlo de alguna forma) puede teorizar sobre el arte, pero no puede levantarlo sobre el plano de lo contingente y relativo!!. {Qué podemos oponer a la fuerza de este dilema? Es cierto que no es facil refutarlo con razonamientos. Pero, sin embargo, ese dilema tropieza con una resistencia natural que hunde sus rafces en el sentido comin del hombre y del filésofo. Al margen de toda argumentacién racional, sentimos fenomenolégicamente que el arte y la belleza son valores especificos permanentes. La mayoria de los criticos, que, llevados por su rigor metodolégico, se ven abocados a esa actitud critica desesperada, vuelven una y otra vez a planteamientos filos6ficos. El hecho de que dos investigadores de iegitima raigambre positivista, Ogden y Richards, después de haber enumera- do irénicamente quince definiciones de belleza artistica, intenten imponernos la suya, es un buen sintoma de lo que queremos decir. También Valéry se mostré escéptico respecto a la existencia de una verdadera ciencia estética: «La estética no existe ni puede existir... Ella constituye

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