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REVISION DEL PROBLEMA CHINCHORRO* BENTE BITTMANN Depto. de Historia y Arqueologfa Universidad del Norte Sede Antofagasta RESUMEN Ios cuerpos momificados artificialmente, que pertenecen al "Complejo Cultural Chinchorro" del Norte de Chile, han concitado considerable interés antropolégico desde que Max Uhle iniciara su estudio en detalle a comienzos de este siglo. Los fechados radio. carbénicos sitfian en el quinto milenio A.C. las evidencias mas tem pranas de las practicas mortuorias que incluyen momificacién arti ficial. En este articulo se discute brevemente las implicaciones sociales y religiosas del empleo de tiempo y recursos relacionados con los rituales mortuorios, como asimismo la distribucién conoci_ da la momificacién artificial en el area andina. Adem4s se resume y evalfia la investigacién que analiza las poblaciones Chinchorro y que ha sido publicada. Finalmente, se discuten algunos problemas fundamentales so bre los cuales la investigaci6én actual y futura podria orientarse provechosamente. ABSTRACT The artificially mummified bodies pertaining to the "Chincho nro Culture Complex" of northern Chile have been the object of con siderable anthropological interest since they were sirst studied dn detail by Max Uhke at the beginning of this century. Radiocar bon dates place the earkiest evidence of mortuary practices invol ving artificial mumnification in the §ifth millennium D.C, This paper briefly discusses the social and religious implications of the expenditures of time and resources for death rituals as well as the known distribution of artificial mummification within the Andean Area. Furthermore published research that focuses on the Chinchorro peoples is summarized and evaluated. Finally, some cen tral problems around which current and future research might be profitably oriented ane discussed. 46 I. INTRODUCCION Gran parte de lo que se sabe hasta hoy sobre la Cultura o Complejo Chinchorro en la costa del norte de Chile, puede atribuir se a los trabajos del prominente cientifico alem4n, Max Uhle. sus hallazqos, estudios, clasificacién e interpretacién realizados en los primeros afios de nuestro siglo sobre las momias "preparadas" de Arica, junto con proveer informacién importantisima sobre la historia cultural del norte chileno, sirvieron también, por una parte, para definir uno de los problemas més singulares de la pre historia sudamericana representado por estas momias artificiales y, por otra, de inspiracién a muchos investigadores posteriores pa ra tratar de localizar, estudiar y comprender estas manifestacio. nes culturales -practicamente desconecidas hasta los descubri. mientos de Uhle- antes de que los buscadores de tesoros y los efectos del avance de muestra civilizacién hubiesen borrado sus huellas por completo. Analizaremos a continuacién el problema “Chinchorro" bajo los siguientes aspectos: 1) La teorfa antropolégica relativa a pr&cticas mortuorias. 2) Algunos antecedentes sobre la mo mificacién artificial en el Area Andina. 3) La historia de la investigacién sobre el "Complejo" o la "Cultu ra Chinchorro" 4) Elestado actual de nuestros co nocimientos sobre Chinchorro, y. 5) Sobre la base de los puntos sefa lados trataremos de definir algu nos de los problemas que quedan por resolver referente a nuestro tema. II. LA TEORIA ANTROPOLOGICA RELATIVA A PRACTICAS MORTUORIAS. La muerte es uno de los aspectos universales de la vida fren te a la cual se produce una gran variedad de respuestas. Como es sabido, los cuerpos pueden ser enterrados, incinerados, comidos, abandonados o tratados de varias otras maneras que incluyan la pre servacién artificial. La muerte puede dar la oportunidad para rea. lizar grandes fiestas o, al contrario, para que la gente se manten ga aislada, 0 bien, para otras reacciones culturales. Decimos. 47 reacciones culturales por cuanto la gran diversidad de ritos mor tuoriegs tanto como la variedad de formas.conocidas para disponer de los muertos; siempre tienen un sentido en el contexto cultural en el cual se encuentren; vale decir, los ritos y acciones relacio nados con la muerte tienden a expresar aspectos culturales y socia les que subyacen en la estructura de una sociedad determinada. La muerte y sus ritos segiin Geertz (1973: 94-98) no sélo refleja los valores sociales, sino es también una parte importante en la forma cién de los mismos. Ia informacién sobre pr&cticas mortuorias y las creemcias a cerca de la muerte fueron consideradas muy importantes en el desa rroilo de estudios tempranos sobre la evolucién humana, las cultu ras antiguas e instituciones culturales y sociales. Tradicional mente los estudios de estas culturas antiguas se han concentrado en dos tipos de evidencias, es decir, en conjuntos de tumbas y he rramientas, seguramente porque los esqueletos y herramientas de hueso y piedra pueden sobrevivir durante muchos milenios en dife rentes tipos de climas y asi servir de datos para los antropélogos. El arreglo de estos itemes de acuerdo a un patrén especffico, mu chas veces constituye la finica evidencia que queda de una activi dad simb6lica entre estas poblaciones tempranas (ver, por ejemplo, Binford, 1968:148, 1971; Chapman,1977). Por otro lado, y en analo gia con los casos antes mencionados, las construcciones mortuorias constituyen, en muchos casos, uno de los restos més importantes de las antiguas civilizaciones: egipcios, griegos, etruscos y roma nos, por ejemplo, o de algunas culturas americanas, ya que parecen reflejar la mejor evidencia sobre las ideologias y valores de las antiguas sociedades. Aunque no existen en la literatura antropolégica muchos tra, bajos con énfasis especial en los rituales mortuorios, éstos han tenido importancia en el desarrollo teGrico de la disciplina; ya que el comportamiento frente a la muerte ha estado estrechamente relacionado con la antropologfa social. Respecto de la antropologfa social a fines del siglo pasado, J.G. Frazer y Tylor, relacionan las creencias relativas a la muer te con los problemas de los origenes de la religién. E1 socidélogo francés, Emile Durkheim (1965:447) por otro lado, a comienzos del presente siglo afirma que la funcién del ritual es reforzar los lazos sociales. En 1909, A. Van Gennep publica "Les Rites de passage" y ana liza a los ritos funerarios como parte de una extensa clase de ri tuales cuya estructura general se relaciona con la funcién social 48 de incorporar a los individuos a un sistema fijo de roles y status definidos por la cultura. La obra de Van Gennep ha tenido una in fluencia enorme no sdlo sobre la antropologfa sino también sobre otras disciplinas. Ia funcién de los ritos mortuorios ha sido descrita muchas veces como el reconocimiento paiblico de un cambio de status, tanto de parte del difunto como de los dolientes y, adem4s, como una rea firmacién de sus vinculos sociales. Pero, su estudio ha sido des cuidado por los antropélogos (ver, por ejemplo, Cohen 1966: 776). Volviendo a las ideas expresadas por autores como Durkheim, Hertz (1907) y Van Gennep, los “nuevos antropélogos" explican las cos tumbres mortuorias por su “utilidad social", donde dichas normas parecen constituir uno de los refuerzos rituales m4s importantes para la orientacién general del hombre hacia la vida. Son capaces de cambios bruscos y parecen responder r&pidamente a las transfor maciones que sufren la economia y la sociedad. Inferir un modelo social, politico y econémico es también 1o que persiguen los ar quedlogos actuales evitando, en lo posible, o demostrando poco in terés en aquellas materias esotéricas u ocultas; las cuales, posi blemente, eran para los propios indfgenas mucho m4s_ importantes que las consideraciones econémicas y sociales. Para los investiga dores modernos, el tratamiento realizado en cuanto al cadaver, la tumba y aiin los simbolos que contienen -fueran lo que fuesen- re. fleja poco m&s que el concepto de estratificacién y rango (ver, por ejemplo, Binford 1969, 1971: Tainter 1978; Braun 1981). En el mundo indigena americano y especificamente andino hay obviamente gran énfasis en la muerte y, en general, se postula que las mani festaciones m&s elaboradas relativas a este culto reflejan una ca. racterfstica de las sociedades estratificadas ("jefaturas", "esta dos tempranos"); mientras las sociedades "simples" desde un punto. de vista estructural o “igualitarias" tienden a disponer de sus muertos en forma menos elaborada. Se deduce, por lo tanto, de for ma natural, que cuanto mas estratificada es la sociedad y més im portante el individuo en la misma, mds elaborados seraén el cul to mortuorio y los rites que lo circundan. III. ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE LA MOMIPICACION ARTIFICIAL EN EL AREA ANDINA. Para Zuidema (1973), la religién Inca era una forma de culto a sus antepasados y diversos autores durante los dltimos afios han definido el culto a la muerte, a los muertos 0, més especificamen te, a los ancestros, como una antigua y muy difundida tradicién re ligiosa andina que deberfa haber jugado un papel importante en la 49 formacién de la Cultura Andina y que, en algunas 4reas, ha persis tido hasta nuestros tiempos. Analizaremos, a continuacién, algu nos de los datos de que disponemos relativos a dicho "culto" con &nfasis en lo que se sabe acerca de la momificacién artificial Fuera de Chile, no existen antecedentes directos de momifica cién artificial en poblaciones precolombinas, o bien, son confusos. Sélo en los perfodos de contacto y colonial temprano, se tienen miltiples referencias sobre esta practica para distintos lugares del Area Andina. Sin embargo, de esa época no se han conservado vestigios materiales que pudieran donfirmar el éxito de aquellos tratamientos, los que hubiesen dado como resultado 1a conservacién de un cuerpo humano por largo tiempo. En épocas prehistéricas, en el Horizonte Temprano, Tello y otros investigadores han afirmado que en la peninsula de Paracas, durante el perfodo de Necrépolis, se practicd una forma de momifi cacién artificial antes de que los caddveres fueran envueltos en fardos. Esto habrfa involucrado entre otros procedimientos, la ex traccién de visceras y la masa encef4lica, remocién de tejidos mus culares, uso de ciertas sustancias quimicas y un desecamiento arti ficial por medio del fuego. Estas afirmaciones han sido muy deba tidas desde entonces sin que hasta el momento se logre un acuerdo al respecto (Allison y Pezzia, 1973; Candela, 1943; Pezzia, 1969; Stewart, 1943; Strong, 1957; Vreeland, 1928, 1976, 1977, 1978 a,b; Tello, 1928, 1929, 1959, 1980; Yacoleff y Muelle, 1934). Estas mo mias se encuentran, en general, flectadas en posicién sentada. No todas ellas se hallan en buen estado de conservacién. Aparente mente se tratarfa, en la mayor parte’de los casos, de individuos de sexo masculino que se caracterizan por tener el tipo pseudo-cir cular de deformacién craneana (Stewart, op.cit.; Tello, 1959,1980). Adem4s, algunos fardos contienen sélo partes de cadaveres (brazos, piernas, por ejemplo) o restos de mamfferos y aves. Un caso excep cional lo constituye un saco de frijoles colocado en un fardo tfp: co de Necrépolis. Esta cultura, cuyas manifestaciones se han en contrado en otras partes de la costa sur del Per, se inicia en los dltimos siglos, antes de nuestra era o hacia fines del perfodo del Horizonte Temprano. Conviene destacar aqui que, a juicio de Bennett (1938, 1946), los fardos muestran sefias de haber sido con feccionados en varias etapas. Es asi como se ha podido diagnosti. car un total de cuatro etapas de envolturas, lo que indicarfa que ellas se habrian efectuado en otras tantas ocasiones diferentes. Para épocas prehistéricas posteriores del Area Andina, tampo co existe evidencia arqueolégica segura en cuanto a la prdctica de la momificacién artificial. Un caso especial constituye, sin em 50 bargo, el tratamiento dado a las cabezas de ciertos individuos en la cultura Nazca. Con respecto a perfodos posteriores, incluyendo al Horizonte Tardio, Incas u otros pueblos contempordneos, la evidencia arqueo légica en cuanto aun proceso de momificacién artificial parece contradictoria y negativa (Bittmann y Munizaga,1976; Cornejo, 1939; Lastres, 1953; Mc Creery, 1935; Ponce y Linares,1966). Por otra par te, en el perfodo del Horizonte Medio (600 - 1000 D.C.) aparece el uso de cabezas falsas en los fardos acompajiadas de pelucas confec cionadas con pelo humano. Mas adelante, en el Perfodo Interme dio Tardfo (1000 - 1476 D.C.), en el Area de Lima, se han sefialado hallazgos de fardos funerarios cuyo contenido estaba constituido por partes aisladas del cuerpo, momificadas en forma natural (Vree land, 1978b; Waishard y Waisbard, 1965), lo que recuerda practicas conocidas de Paracas y de Chinchorro. En cuanto a evidencias que poseemos del Area Andina del pe rfodo de Contacto Prehispanico y Colonial Temprano, 1a informacién etnohistérica sefiala que existfa gran variedad de pradcticas mortuo rias. Algunos grupos practicaban la momificacién artificial y es te tipo de tratamiento, en la mayoria de los casos, dependfa 0 del status o del rango social del individuo, o bien de las tradiciones locales. Varios autores describen, entre sus técnicas, el uso del fuego, de la evisceracién y/o la preservacién mediante el uso de ciertas sustancias tales como el bélsamo entre los Pacajes, en el altiplano boliviano (Jiménez de la Espada, 1965:339), en Chachapo yas (Espinoza Soriano, 1967:246) y entre los Incas (Acosta, 1940:226 -27; Cobo, 1969,1:268; II,165; Garcilaso 1973,1I,114-16, 127-28;Po lo de Ondegarde 1916:124; Poma de Aiala 1956-66, 1:209,213-14; San cho de la Hoz 1938:183; Valera 1945:14). Respecto de la costa del Ecuador, no sélo tenemos referencias de procesos de momificacién, sino también de reduccién de cabezas, segiin un método que podria ser similar a lo conecido de los jfbaros y pueblos vecinos en tiem pos etnograficos (Estete 1938:208-09; Zérate s/f:518). En lo que respecta a Chile, también disponemos de evidencia etnohistérica que sefiala intentos de preservar los cad@veres durante un perfodo mds o menos largo; vale decir, mientras duraban las preparaciones para el entierro y las fiestas funerarias. Dichos datos se refie ren a los araucanos quienes con el propésito de preservar los cuer pos de los caciques, los ponfan atados entre dos palos sobre el hu mo del fogén de la cuca 0, fuera de la misma, en una plataforma co. lecada sobre un fuego hecho de madera de canelo. Alli podrfa que dar el difunto durante varios meses, aunque se deduce que, a pesar de los efectos del calor y del humo, no se lograba siempre conser var el cadaver. : Otro ejemplo de un intento de efectuar una preservacién arti ficial proviene del Padre Diego de Rosales (1877, 1:286-87), quien narra que "un indio principal" de la isla de Santa Maria, casado con una mujer “a quien amaba ardientemente", cuando ella murié! lo sintié tanto que no enterré a la mujer, sino que conservé el ca daver con ciertas yerbas preservativas de corrupcién, deposité el cuerpo sobre un zarzo alto y levantado del suelo donde lo bafiaba el aire ...". Sin embargo, este proceso de momificacién no tuvo éxito y " se consumié la carne y quedaron solamente los huesos". La costumbre de desollar los cuerpos y rellenar la piel, apa rentemente, también fue conocida en el Sur de Chile, ya que Géngo ra Marmolejo (1960 :118) sefiala haber escuchado que los indigenas capturaron a una mujer negra de la recién fundada ciudad de Valdi via. Primero trataron de "limpiarla" con arena y agua y, luego, d&ndose cuenta de que el color era natural, "la mataron, desolldn dola como gente tan cruel; y el pellejo lleno de paja, trafan por la provincia Esta préctica que se ha comparado con la labor de un buen taxidermista (Barbosa, 1882) también fue conocida por los Incas y otros pueblos del Imperio (Estete, cp. cit., 207-0: laso, op. cét., 138; Métraux, 1949). + Garci Como decfamos al comienzo, a pesar de todas las referencias etnohistéricas de momificaci6n artificial, no tenemos hoy ninguna evidencia material que compruebe estas afirmaciones. IV LA HISTORIA DE LA INVESTIGACION SOBRE EL "COMPLEJO" 0 LA"CUL TURA CHINCHORRO". Introduccion Si revisamos la historia de la investigacién arqueolégica en la costa del norte de Chile y, mds concretamente, la de la momifi caci6n artificial; se puede decir que s6lo a partir de las investi gaciones realizadas por Max Uhle, a comienzos del presente siglo, la existencia de esta prA&ctica queda definitivamente demostrada. A continuacién haremos una resefia de esas investigaciones realizadas en esta area. Varios estudiosos, en los siglos XVIII y XIX, habfan sugeri do la posibilidad de que existiera un proceso de preservacién arti ficial en las momias que ellos habfan observado en el norte chile no -tanto en la costa como en el interior- (ver, por ejemplo,Bla. ke, 1978; Dawson,1928:127-29) pero parece dudoso que hubiesen teni do la oportunidad de examinar una momia gar ninchorro" por el ajuar que las acompafaba, resulta légico pensar que dichas momias tan bien preservadas, debfan su existencia al clima desérti ca, cuyas condiciones favorables para la conservacién de toda mate ria orgdnica, habfan ido ya comentadas por otros autores, incluyen do a algunos de los primeros cronistas Hace excepcién el trabajo presentado por Pedro P. Canales (1912) al XVII Congreso Internacional de Americanistas,que se re fiere a hallazgos de sepulturas realizados en 1872 en la zona en tre Pisagua y Punta Pichalo. Sefiala, ademés, que todas las momias encontradas en “los cementerios de la parte alta de Pisagua... es tén acostadas de espaldas" y que"también se encuentran nifios pinta dos con diferentes colores. Parece ser una especie de tierra con la cual se han llenado los cuerpos". Estos datos concuerdan con las posteriores observaciones de Uhle acerca de las momias prepara das. Max Uhle y los Aborfgenes de Arica. Sobre la base de sus investigaciones llevadas a cabo en el Perf y en el norte de Chile, Max Uhle (1917,1919,1922,1974) formu la la primera secuencia cultural de esta Area segiin un esquema de siete perfodos. De este esquema nos interesa aqu{ sobre todo el segundo perfodo de los "Aborigenes de Arica", fechado por este in vestigador, en los primeros siglos de nuestra era. Uhle realizé una clasificacién de las momias halladas por é1 en Arica (Faldeo del Morro y Chinchorro) en tres categorfas: a) de preparacién sencilla; b) de preparacién complicada, cuyo procedimiento involucraba: a) evisceracién de las cavidades del cuerpo; b) desecacién con fuego; ¢) relleno con diversas sustancias; d) extraccién de la masa encefalica y relleno similar al anterior; e) introduccién de palitos en el cuerpo y, finalmente, f) reconstruccién de la parte externa del cuerpo y de la cabeza con el propésito de dar al cad&ver el aspecto que habfa tenido en la vida. Esto comprendia el uso de una mascara facial, una peluca de pelo humano, y mediante el uso de hilos, paja u otros materiales, restituir la forma del cuerpo el cual se cubrfa con una capa delgada de "barro". c) La tercera clase que Uhle llamara "el procedimiento mds curio so de momificar que se ha visto en el mundo" (1974:21), consis tia basicamente en un revestimiento del cad&ver con una capa de "barro" 0 arena mezclada con algin 1fquido, de tal manera que pareciera una estatua, la que, aparentemente, fue colocada 53 en la sepultura sobre una plataforma del mismo material. Por otre lado, Uhle también destaca en sus varios trabajos la gran variabilidad de estas momias. Sefiala, ademés, como “actos de violencia", maltratamiento de los cad&veres o costumbres de “un ca récter de salvajismo inesperado", el reemplazo de partes del cuerpo por otras postizas y el hecho de haber encontrado extremidades ais ladas y momificadas al lado de cad&veres incompletos. Para Uhle, la preparacién llamada "complicada" era la mAs antigua, mientras la tercera forma podrfa constituir una fase de transicién hacia otras maneras de disponer de los muertos. De acuerdo con Uhle, el programa mortuorio consist{a bdsica mente en tres etapas: 1) el procedimiento seguido inmediatamente después de 1a muerte del individuo sefialando, por ejemplo, que se guardaba a los muertos algiin tiempo antes de sepultarlos, ya que va rios de ellos mostraban huellas de putrefaccién; 2) la segunda eta pa comprendfa el proceso de la momificacién mismo que, a veces, in clufa la extirpacién de fetos de cad&veres femeninos; 3) la tercera etapa la constitufa la inhumacién, a veces a poca profundidad o en capas formadas de varios individuos en posicién decébito dorsal o lateral ("recostada"), envueltos en esteras o cueros de animales. Los cad&veres fueron colocados directamente en la arena. No todos los individuos encontrados en los cementerios de los "Aborfgenes" hab{an estado sometidos a la momificacién artificial, de tal manera que Uhle calcula que sélo un 50% habia recibido este tratamiento que involucraba tanto hombres como mujeres, tanto fetos y nifios co mo adultos de todas las edades y también, a veces, aves u otros ani males. Para Uhle, la momificacién artificial deberfa tener sus orige nes en el Pera y sefiala que en Chile esta praéctica fue de corta du racién. En cuanto al aspecto social, Uhle cree que los individuos en contrados sepultados en grupos deberfan haber constituido familias © clanes y, adem4s, explica las huellas de "violencia" o las lesio nes observadas en las momias como consecuencia de la costumbre de. llevar a los parientes difuntos "consigo a sus ocupaciones" (1974: 20). También comenta el estado "primitivo" de estos pescadores, recglectores y cazadores o "Aborfgenes de Arica" en lo que concier ne a su cultura en general, su vida “de forma sencilla". Hace refe rencia a su vestimenta, economia e indumentaria tales como la esté lica, arco, arpones, anzuelos compuestos y de cactus, cesterfa, bro. chas, etc., tanto como al uso de pieles y lana de auquénidos y de quinoa. Sin embargo, siguiendo a Uhle, estas poblaciones también posefan un rasgo de cultura "m4s adelantada"; es decir, la deforma cién craneana de tipo anular. Sobre estas ideas de Uhle y otros mis -ya que sélo hemos he cho un resumen muy somero de ellas- se han basado todas las inves tigaciones realizadas desde entonces acerca de los "Aborigenes de Arica", cuyas manifestaciones culturales hoy se conocen como "Chin. chorr A estas nos referimos a continuacién: Algunas investigaciones posteriores a las de Max Uhle. Carl skottsberg (1924) publicd un estudio sobre las momias encontradas por é1 en Arica y que, aparentemente, inclufa a momias de las clases II y III de Uhle. Entre ellas cabe destacar una mo. mia "gemela" constituida por los cuerpos momificados de dos parvu los, segiin un procedimiento similar al de la clase II. Entre el ajuar se encontré un arpén en miniatura. Es interesante sefialar - aqui que, pocos afios atraés, encontramos un fardo similar en la "Coleccién Anker Nielsen" en Iquique y cuyo contenido era dos cuer pos de nifios de corta edad momificados en forma similar. En este caso el ajuar encontrado fue una estélica en excelente estado de preservaci6én (Bittmann y Munizaga 1978). Skottsberg (op. cit. ; ver también Bodmann 1924) comenta el aspecto "negro como carbén y vitrificado" de los cuerpos hallados por 61 y propone que ste se deberia a la utilizacién de algiin tipo de liquido presumiblemen te con el propésito de conservar las momias. Ricardo Latcham (1928,1938) siguié sin modificaciones funda mentales el cuadro cronolégico-cultural de Uhle y también el esque ma de tres clases de momias postulado por 61 (1938:69-71). Sefiala hallazgos de estas momias en una zona més amplia que la indicada - por Uhle, en Arica, La Lisera, Pisagua (Punta Pichalo), Valle de Azapa y Cobija y, por lo general, en posicién "recostada" pero, a veces, también extendidas en posicién deciibito dorsal. Latcham, sin embargo, no demuestra mayor interés por las manifestaciones - mortuorias de los "Aborfgenes de Arica" y sostiene que dichas mo. mias “en el verdadero sentido de la palabra, no lo son" ( op. cit., 69). Agrega también que (Loc. cit. No se ha tomado ninguna medida especial para conservarlas, mas que el destripamiento ya veces La nemocién de todas Las visceras y ocasonakmente también Los ses05. Pero si Los caddveres no se modificaban, se preparaban de una manera u otra para fa be pultact6n 55 Sitios Chinchorro: Su ubicacién geogr&fica y cronolégica. Posteriormente a los hallazgos de Uhle y Skottsberg, Junius Bird (1943,1946), en sus excavaciones de tumbas en Quiani y Pisa gua, encontré momias artificiales y sefiala un caso enel cual la mascara facial habfa sido pintada en diversas ocasiones. Sin embar go, no le fue posible relacionarlas con seguridad a uno u otro = de los perfodos precerdémicos que formulara para la costa del nor te de Chile y que se caracterizan, segin la definicién del mismo - autor, por la presencia del anzuelo de concha y de quisco respecti vamente y para el comienzo de los cuales, posteriormente, Mostny - (1964) obtuvo fechas de 4206 + 220 A.C. (Quiani I) y 3666 + 145 A.C. (Quiani II). Desde la década de los 1920, un farmacéutico danés, Anker - Nielsen, se habia dedicado a realizar excavaciones arqueolédgicas en la zona de Iquique y entre sus hallazgos, se encuentran momias arti. ficiales de Patillos y Bajo Molle en la costa. Sin embargo, Niel sen no publicd su material, excepto en un breve trabajo en colabora cién con Richard Schaedel y Abel Toro (1957), sobre una tumba en Bajo Molle con cuerpos caracterizados por lo que se denomina “momi_ ficacién secundaria". En el mismo volumen Schaedel (1957:25) hace referencia a una “mufieca" o "figurita" que corresponde a lo que, posteriormente, se designara como “momia estatuilla". En 1961 y 1969, Alvarez describe las momias artificiales en contradas por él en los cementerios de Chinchorro (Arica) y Playa Miller 8 (Arica). Este Gltimo sitio posee actualmente una fecha ra diocarbénica de 2100 A.C. En 1961, se publica el estudio realizado por Carlos Munizaga y Sergio Martinez sobre la "Coleccién Nielsen" en Iquique. Estos autores describen algunas momias de preparacién complicada y hacen énfasis en su gran variabilidad que, para ellos, “parece ser idiosincrética" (op. cét., 11) tanto como en las “momias estatuillas" (ver también C. Munizaga 1964). Estas “estatuillas " han sido estudiadas también por L. Nifiez (1967/68); True y Néfez (1971) y por nosotros (Munizaga y Bittmann 1978). Son, aparentemen te, representaciones de cuerpos de momias y de fardos y que, en al gunos casos, contienen en su interior huesos humanos 0 de algiin ani mal. Estas "momias pequefias" se han encontrado, también, en Playa Miller 8. En 1963, L. Nifiez (1966, 1976), excava el sitio Pisagua Viejo -4 donde encuentra dos conjuntos de enterramientos con momias arti ficiales. Posteriormente se obtuvieron dos fechados radiocarbéni = cos sobre muestras tomadas del relleno de la cavidad tordxica de - una de las momias, de 5220 + 170 afios A.P. y 4880 + 320 afios A.P., 56 respectivamente. Los craéneos no presentaban ningfin tipo de defor- macién (Munizaga 1974). Aun en la década del 1960 se encontré en el sector El Troca- dero en terrenos del "Hipédromo" a unos 7 kms. al norte de la ciu dad de Antofagasta, pr&cticamente en superficie, un conjunto de — tres individuos -un hombre, una mujer y un feto o recién nacido- colocados en posicién extendida, deciibito dorsal, y asociados a - dos arpones de hueso y algunos restos de fibras vegetales. Los res tos 6seos fueron examinados por Juan Munizaga y Agustin Llagostera (1969). No se encontré deformacién craneana. Los huesos se en cuentran envueltos en tierra roja, y, considerando las caracter{s- ticas generales de estos enterramientos, se piensa que estos res. tos dseos puedan representar a momias Chinchorro que hayan sufrido un deterioro debido a las condiciones clim4ticas que rigen a la costa antofagastina. No se poseen fechas absolutas respecto de es. te sitio. Otros hallazgos procedentes de la zona de la desembocadura del rio Loa, del sitio designado Caleta Huelén 42, también han si. do relacionados con Chinchorro. Se trata, en este caso, de un con junto de estructuras semi-subterraéneas de piedra que se caracteri- zan por poseer pisos confeccionados con ceniza de huiro mezclado con arena y agua del mar (NGfiez, Zlatar y Nifiez 1974; P. NGfiez - 1975). Bajo dichos pisos se encontraron esqueletos “incluyendo e videncias desarticuladas y otros muy bien conservados, incluso con evidencias de barro en las cavidades orbitales". Estos cuerpos es. tuvieron en posicién extendida. Se obtuvieron dos fechados radio carb6nicos de este sitio, de 4780 + 100 A.P. y de 3780 + 90 A.P. y, aparentemente, esta filtima fecha debe relacionarse con los cuerpos. Determinar si estos hallazgos verdaderamente representan "Chincho. rro" u otras cosas, queda para futuros estudios. Las mismas observaciones pueden hacerse respecto de otros si tios en la costa de Antofagasta, tales como Los Canastos (conjunto de cuerpos en posicién dectbito lateral flectado y sitio con es tructuras con piso de ceniza de huiro) o Cobija, donde, en tiempos recientes, hemos hallado tanto un conjunto de tres cuerpos en posi cién decibito lateral flectado envueltos en tierra roja, como en otro sitio, una estructura que se caracteriza por tener un piso muy duro con restos éseos de cinco individuos. De la base de es ta estructura (sitio Cobija-13) -que recuerda las encontradas en Caleta Huelén-42 y Chacaya-2 (Bustos 1974) -hemos obtenido una fe cha de 5060 + 120 A.P. (BETA 3117). El rasgo cultural diagndstico lo constituye la presencia de anzuelos de concha. La interpreta cién de estos hallazgos, sin embargo, queda para el futuro. ~ 57 También se ha quexidg asociar a “Chinchorro" el sitio de Cama rones 15, especificamente por motivo de los hallazgos de cuerpos de nifios con m&scara de barro sin que se haya encontrado huellas de mo mificacién artificial, Preferimes dejarlo como otro problema que no ha sido solucionado hasta el momento, Finalmente cabe mencionar los importantes hallazgos realiza - dos por Hans Niemeyer y Virgilio Schiappacasse (1979) en el sitio Camarones 14, situado en la desembocadura del rfo Camarones. Nos interesa aqu{, sobre todo el drea funeraria, donde se encontraron - cuerpos momificados artificialmente, y la posibilidad de que esta practica puede tener una antiguedad mucho mayor de la que se habia pensado hasta ahora. Como hemos sefialado mds arriba, para Uhle "los Aborigenes de Arica" pertenecfan a los primeros siglos de nuestra era. Con las nuevas fechas radiocarbénicas obtenidas, la momificacién artificial podria retrocederse mucho m4s en el tiempo; vale decir, hasta unos 7420 + 225 afios A.P. (op. cét. Aspecto Social En lo que se refiere a intentos de realizar una interpreta - cién del significado de momificacién artificial en la organizacién- social de las poblaciones que la practicaron; se destacan las obser vaciones hechas por Grete Mostny (1944) en relacién con el hallazgo de un conjunto de tres momias de este tipo en el "Cementerio en el faldeo del Morro de Arica" a corta distancia del sitio excavado por Max Uhle. Al respecto, Mostny (op. cit. 144-45) plantea lo siguien te: Supongo que Las tres sepulturas que forman ek grupo descrito fueron hechas aproximada mente al mismo tiempo. Representan ek ms mo 2ipo sencillo de envoltorio, y ademas se tocan Los tres caddvenes. La mujer mu 2i6 probabkLemente en ef parto o a conse = cuencia de Este, Sobre La muerte dee hom bre es vano hacer suposictones. EL cadd= ver dee nivio fue preparado de una manera que no hace necesaria su inmediata sepul- tuna, habséndose productdo La muerte. Y que en realidad habéa pasado -en algunos casos por Lo menos- algin tiempo entre La prepanactén del caddven y sepultura degind diva, se puede constatan en una moma de una criatura, encontnada en Punta Pichalo. 58 Refiriéndose al caso de la momia descrita por Bird (1943) con varias capas de pintura en la cara “tal como si hubiera sido - restaurada varias veces antes de sepultarla", Mostny sefiala: Se encuentran caddveres sin preparacién alguna, sepultades juntos con otros, preparados de La manera descrita. Esto sugiere inhumaciones co Lectivas; eb decir, se conservé ef cadéver -em baksamado para evitar La putregaccién- hasta que se presents una ocasién de sepultarto; esta ocasibn podrta ser cuando murié otra persona - nelacionada con e& primer muerto. 0 en et caso donde en algunos cementertos Las momias estaban sepultadas a troche y moche tendidas en varias dinecciones unas sobre otras... Se defa suponer a dnhumacién comin de varios miembros de La ue Finalmente, Mostny (op. cit., 145) con referencia a largos - desplazamientos realizados por los portadores de la pr&ctica de mo mificacién plantea las siguientes interrogantes: éAcaso este puebLo no quiso abandonar a sus - miembros que murieron Lejos de su asiento tri bal y Ssepultartos en una region donde era impo sible nendinles el culto que exigta su alma 7 &Y que por eso inventaron un procedimiento de embalsamiento por ef cual era posible conser van ek caddver hasta que volvieron a sus tie nnas -La region entre Arica y Punta Péichako- donde elkos depositaron Las momias segiin sus tradiciones? Para Alvarez (1969) y sobre la base de estudios efectuados - por @l, de las momias encontradas en Playa Miller 8 y que define como pertenecientes a la clase II de Uhle, la poblacién que practi_ caba este tipo de momificacién hubiera sido antropéfaga reemplazan do la carne que comieron por la capa de arcilla. En trabajos posteriores (Bittmann y Munizaga 1976, 1977, 1978, 1979 a,b; Bittmann 1978; Munizaga y Bittmann 1978) hemos hecho énfa sis en el significado social de esta préctica mortuoria, tanto en sus aspectos técnicos como simbélicos. Sobre la base del tiempo u en otros términos, energia gastada en la preparacién de las momias, hemos sefialado, entre otros aspectos, la posibilidad de que hubie ran existido especialistas dedicados a efectuar 59 la momificacién. Terminologia y Cultuxa. El concepto de "los Aborfgenes de Arica" de uhle, ha sufrido varias modificaciones con el tiempo; desde que 41 lo definiera a comienzos de nuestro siglo. Schaedel (1957: 23) lo define, en for. ma preliminar, como parte de un "complejo cultural" 0 "complejo fu nerario", mientras que Carlos Munizaga (1957: 102) sefiala una co. rrespondencia "a grandes rasgos" entre la cultura de estos “abori. genes" y el segundo perfodo precerémico de (uiani definido por Bird. Esta posicién la han compartido la mayorfa de los investiga dores que han tratado el problema desde entonces ya sea en térmi nos de Quiani II, en tiempos recientes de Quiani I, u otro perfo do todavia no bien definido y aparentemente anterior a Quiani mi: mo (véanse, por ejemplo, las interpretaciones de C. Munizaga 1957 NGhlez 1965, 1966, 1969, 1970, 1972-73, 1976, 1978; Nifiez y Moragas 1977/78; Willy 1971:206-07, 214; Dauelsherg 1974; True 1975; Niet yer y Schiappacasse, op. cit.). Entretanto, la terminologfa ha venido a comprender conceptos tales como "Cultura Chinchorro", "Complejo Chinchorro" , “Fase Chinchorro" y Gltimamente, "Tradicién Chinchorro", sin que hasta el momento quede muy claro si estos conceptos siempre incluyen el “complejo mortuorio" o si, en ciertos casos, se refieren a otros conjuntos de rasgos com de indole econémica o de subsistencia. AGn mAs confusos nos parecen los términos que hoy en dia se tien. den a aplicar a manifestaciones culturales que se suponen relacio. nadas con "Chinchorro"; vale decir, "Chinchorroide" y "Chinchorro derivado". En cuanto a la llamada "Tradicién Chinchorro" postula da por Rivera en trabajos publicados en 1974, 1975, 1976, y 19777 78, en tiempos m4s recientes este autor (1980 a,b,c,d) ha realiza do ciertas modificaciones agregando entre otros aspectos, un Perio. do de Transicién (6000 A.C. ~ 4000 A.C.) caracterizado por el desa rrollo de “Pescadores" con anzuelo de concha (1980 c,d) y que po aria constituir las raices de la llamada "Tradicién Chinchorro" (1980 a), la que para 61 comprende los sitios Playa Miller 8, ~ Playa Miller 7, Quiani 7, Camarones 15, Camarones Sur, Camarones 14, Pisagua Viejo, Aragén, Patillos, Caleta Huelén 42 e “Hip6dro no" (Antofagasta). Rivera sefiala, adem4s, que "el Perfodo Inicial estarfa marcado en sus comienzos por la presencia de preparacién complicada, que es una caracteristica finica que comienza en una - fecha determinada. Esta, a su vez, define el Complejo Chinchorro" (1980d: 154). En otro lugar (1980b: 83) postula que es "cierto - que tanto Quiani I como Quiani II probablemente integran parte de lo que se ha denominado Tradicién Chinchorro...". Caracteriza tam bién a la estélica, el arco, adornos cefalicos y textiles, entre otros factores, como formando parte de “una rica y extrafia asocia 60 ci6én funeraria de dicha tradicién" (gp, cdt, 771, Hemos tratado , anteriormente, en forma detallada la presencia tanto de la est6lica como del arco en Chinchorro en otros trabajos (Bittmann y Munizaga 1977, 1978, 1979 a }. Técnicas de momificacién. En cuanto a las "clases" de momificacién artificial estableci_ das por Unle, se ha encontrado desde aquel entonces, una variabili-~ dad mayor que la probablemente visualizada pos 61. De tal manera que Carlos Munizaga (1964), se ha referido a una momificacién de - “clase mixta" y nosotros a una serie de variabilidades, las cuales, sin embargo, todavia no han sido integradas a nivel de diferentes - patrones de monificacién artificial (Munizaga y Bittmann 1978). Es interesante destacar, por ejemplo, que, en algunos casos de momias de nifios, la técnica de diseccién ha sido tan perfecta que ha permi_ tido conservar., sin mayor dafio, la piel del individuo, rovover 1a masa muscular y las visceras, dejar el esqueleto articulado en su interior y rellenar luego la piel devolviéndole su volumen natural; todo lo que se‘iala que las poblaciones Chinchorro conocfan perfecta mente la anatomia humana. Origen y Destino. Uhle, aparentemente, creyé que la momificacién artificial ha bia venido desde el Perd (ver también Mostny 1974:47). En varios trabajos hemos discutido este tema de origen en términos del Area Andina, la selva tropical, Sudamérica, Mesoamérica, América y adn a nivel mundiai (Bittmann y Munizaga 1976, 1977, 1979 a, 1980). Ri vera et. af. (1974), en un trabajo reciente, inspirados por Lathrap (1970) y sobre la base de analogfas con procesos de momificacién co nocidos del 4rea selvAtica oriental en tiempos etnograficos; postu lan que la introduccién de esta practica en Chile puede estar rela cionada con tempranos movimientos de poblaciones desde tierras sel vaticas y, a través del Altiplano, motivados por presiones demogra ficas. En cuanto al destino de Chinchorro y en términos de la momi_ ficacién artificial, aparentemente en Arica esta préctica ya habfa desaparecido 0, por lo menos, no se ha encontrado en el sitio Quia ni 7 de donde se posee una fecha de unos 1700 A.C. (Dauelsberg - 1974). Respecto de las manifestaciones denominadas "Chinchorroide" © "Chinchorro derivado", hemos planteado la problem4tica més arriba. V. EL ESTADO ACTUAL DE NUESTROS CONOCIMIENTOS SOBRE CHINCHORRO. Haremos un balance de los hechos concretos que sabemos sobre Chinchorro, hasta este momento, calificando como tales a aquellas

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