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1.

Plegaria: Esto hago, Padre, porque esto sólo sé y todavía no conozco el camino
que lleva hasta ti. Enséñamelo tú, muéstramelo tú, dame tú la fuerza para el viaje. Si con
la fe llegan a ti los que te buscan, no me niegues la fe; si con la virtud, dame la virtud; si
con la ciencia, dame la ciencia.

2. Todo cuanto he dicho eres tú, mi Dios único. Ven Tú en mi socorro, una, eterna y verdadera sustancia,
donde no hay ninguna discordancia, ni confusión, ni mudanza, ni indigencia, ni muerte, donde hay suma
concordia, suma evidencia, soberano reposo, soberana plenitud y suma vida; donde nada falta
ni sobra: donde el progenitor y el unigénito son una misma sustancia.

3. Dios, nada existe sobre ti, nada fuera de ti, nada sin ti.

4. Tú creaste al hombre a tu imagen y semejanza, como reconoce quien se conoce a sí


mismo.

5. Deseo conocer a Dios y al alma: R.– Entonces ¿rechazas en este asunto el testimonio
de los sentidos? A.– Totalmente, Lo que por los sentidos conozco de él –si es que por
ellos se puede conocer algo– es de poco valor y me basta; mas aquella parte por la
que le amo, esto es, el alma, quiero alcanzarla con el entendimiento. Lo que quieres
concocer es de naturaleza intelectual.

6. ¿conoces algo con una ciencia tan perfecta como la que quisieras tener de Dios? Dime, pues,
si te bastará conocer a Dios como conoces una esfera geométrica, esto es, con un conocimiento
cierto y seguro. Ahora bien: todo lo menosprecio en comparación de Dios, y a veces creo que,
si llegase a conocerle y verle del modo que es posible, desaparecerán de mi mente todas las
otras noticias de las cosas, pues ya ahora, por el amor que le tengo, apenas me vienen a la
memoria.

7. Con todo, la misma mirada de los ojos ya sanos no puede volverse a la luz, si no
permanecen las tres virtudes: la fe, haciéndole creer que en el objeto de su visión está
la vida feliz; la esperanza, confiando en que lo verá, si mira bien; la caridad,
queriendo contemplarlo y gozar de él. Indaguemos también si las tres cosas le serán
necesarias al alma una vez lograda la visión o intelección de Dios. En cambio, la
caridad, lejos de perecer, está robustecida grandemente.

8. DIOS SEGÚN LA ANALOGÍA CON LAS COSAS: que existe, que es inteligible y que
hace que las demás cosas se entiendan. Me atrevo, pues, a enseñarte estas dos cosas:
tú mismo y Dios que te hace entender. Habituándose cada cual más pronto o más
tarde según su disposición a este orden de cosas en su integridad o parcialmente,
podrá ya carearse con el mismo sol sin titubeo y con gran deleite.

9. Luego esta misma vida no la deseas por sí misma, sino como un medio para la
sabiduría. Yo amo sólo la sabiduría por sí misma, y las demás cosas deseo poseerlas
o temo que me falten sólo por ella: la vida, el reposo, los amigos.

10. de dos partes estamos compuestos: de alma y cuerpo, y la mejor es el alma, y la más
vil el cuerpo; y el sumo Bien es lo mejor de la porción excelente, y el sumo mal lo
peor de la porción inferior; y es lo mejor en el alma la sabiduría y lo pésimo en el
cuerpo el dolor.

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