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8 claves para los padres

La mejor de las noticias para los padres, es que el tener hijos caprichosos es algo que puede
solucionarse. Hay que corregir la causa y habremos solucionado el problema. Veamos unas
sencillas pautas que pueden reconducir la situación:

Hay que fijar límites en su educación, esto que no paro de repetir en muchos artículos, es una
de las bases de la educación de cualquier hijo. En el caso de los caprichosos, es una forma de
solucionar, pero también de prevenir. Estableciendo normas claras, en las que el niño participe
a la hora de fijarlas, flexibles en cierto grado, acordes a su edad y su capacidad de
comprensión, harán del niño conocedor de lo que puede y de lo que no puede exigir a sus
padres.

Los padres deben estar coordinados y unidos. También se repite mucho esta pauta a lo largo
de mis artículos. Es fundamental que habléis antes de los pormenores de la educación de
vuestros hijos, tenerlo todo bien atado, y apoyaros el uno al otro delante de los niños. La
coordinación y la comunicación entre vosotros será de lo más importante.

Hay familiares como los abuelos que pueden darles caprichos. De siempre se ha dicho que los
abuelos para los caprichos y para educar los padres. Es normal que los abuelos, tíos o amigos
puedan concederles algún capricho, tampoco podemos pasar al otro extremo, pero sí
debemos hacerles entender que son situaciones excepcionales, y que no pueden exigir lo
mismo a los padres, ni tampoco cada vez que vean al abuelo o abuela.

Como ya os he comentado, en muchas de las ocasiones un hijo es caprichoso porque está


reclamando mayor atención de los padres, con lo que si se la damos, se puede solucionar el
problema. En ocasiones los padres no tienen suficiente tiempo, pero si se les da el que se tiene
y se les da de calidad, podemos compartir muy buenos momentos con ellos. Como muchas
veces os digo, la infancia de los hijos se pasa volando y el tiempo que paséis con ellos será
parte de sus recuerdos para toda su vida. Hacer un esfuerzo y dejar el fútbol, a las amigas… y
dedicarles un rato de juego cada día. Descubriréis la felicidad en esos pequeños ratos.

Hay que educarle para que aprenda a valorar sus juguetes y sus pertenencias. Si le llenamos de
juguetes cada vez que llega su cumpleaños o los Reyes Magos, no sabrá apreciarlos, no le dará
tiempo a jugar con todos ellos… Hay que enseñarle a valorar sus cosas, a que las cuide, a que
no se aburra y rápido la sustituya por una nueva.

Ambos padres deben educar de la misma forma. No podéis hacer uno de “poli bueno” y el otro
de “poli malo”. Uno no puede ser el que siempre permita y el otro el que siempre regañe. Ya
que de esta forma el hijo sabrá siempre a quién debe pedir las cosas. Poneros de acuerdo y
estableceros también entre vosotros unos límites.

Cuando exija algo, hay que hacerle comprender lo que cuestan las cosas, y no me refiero solo a
su valor económico. Ponerle algún reto para que, si lo cumple, obtenga esa recompensa. De
esta forma le enseñáis lo que cuesta conseguir las cosas, premiáis su esfuerzo, y el niño
valorará más eso que en un principio había exigido.
Manteneros firmes ante las constantes exigencias. Si os amenaza con montar el espectáculo,
coge una rabieta, llora, grita… para conseguir de vosotros algo que consideráis que no debéis
darle, manteneros firmes ante la presión. Puede tardar menos, pero se acabará dando por
vencido. No es una cuestión de autoridad, es una cuestión de hacerle entender que no se
puede tener todo, es una cuestión de ponerle límites. Muchos padres hoy en día no le ponen
límites a sus hijos ni a sus exigencias, y luego esto se convierte en verdaderos problemas de
educación que lo pagan otros niños, u otras personas cuando ya son más mayores.

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