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Las politicas econémicas de la Argentina. Una breve historia Historia Biografia Mario Rapoport es economista, earesado de la Universidad de Buenos Aires y tiene un doctorado en Historia de la Universidad de Paris I‘Sorbona. Actualmente dirige el instituto de Estudios Histéricos, Econdémicos, Sociales e Internacionales (]OEHES!} del Conicet-UBA; es investigador superior del Conicet y profesor titular de universidades argentinas-y.del exterior y del Instituto del Servicio Exterior de la Nacién, Especializado en Historia Econémica y de las Relaciones internacionales, ha publicado numerosos libros y articulos cientificos en varios paises; colabora en distintos medios periodisticos, televisivos y radiales, y dirige la revista Ciclos en la historia, la economia y la sociedad. Entre sus tiltimos libros, como autor 0 coautor, so destacan E} Cono Sur. Una historia comtin (FCE, 2002), Tismpos de crisis, vientos de cambio (Norma, 2002), Politica exterior argentina. (Claves para todos, 2005); £1 viraje del siglo XX} (Norma, 2008); Buenos Aires. Historia de una ciudad (Planeta, 2007); Historia econémica, politica y sociat de la Argentina, 1880-2003 (Emecé, 2008); Retaviones tumuttuosas (Emecé, 2009), Fue director académico de ta coieccion de fascioulos Histonia de la Economia Argentina ae Sigio XX, editado por Pégina’?2, Miembro de instituciones académicas nacionales e internacionales, preside la Asociacion Argentina de Historia de fas Relaciones internacionales. Entre otras distinciones, recibid al Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan y el pretnio Bernardo Houssay a la investigacién clentifica. Mario Rapoport Las politicas econdémicas de fa Argentina. Una breve historia epapor, Mario Tas poles eens dela Argentina. ina breve historia Trea ~Buenos ase ookes, 20, Stzpsietdem, 108 970-967560370-1 {storia Eeonbmica Argent Tt cao 309% Disero de cublarta: Peter ebbos Imagen de tape: Xu Sole, Cuda Lagu, 1950, ‘Acsela S057 papel Museo Xu Sol 1.2070, Mivio Daniel Rapoport orachoe do odin on eactatan resarvascs pareel Gono Sur ©2010, Grupo Eater Parveta SAC. ulbioado baja ol soko Boghet lngecondencia 1682, C7 00RBO, Buenos Aires vwwrscodtotalpianeta.comar 1 edclén del soto Bodice: aganto da 2010 4.000 gampiaros SAN STALAAT-sRCLATO mpreso en Artesud, Ganeapaén Arenal 4582, Capital Pacer, en 1 mes do juts de 2010, Macho of dopbeito qua prevé lay 41.729 Inpra20 on Argentina egira pa So eta pte, etn da uot, ‘i i vaca, aia varia ca mars wie i igi mea. ano an, aren Tacha oae ‘inigabosn Cee hana ad ino puro rasa oc A mis pequerios que nacieron ale vuelta de este siglo, para que el pasado no los sorprenda. Indice Prdloge ees eeeeeseeees bees ce TB Cantruto t LAS POLITICAS LIBERALES DEL MODELO AGROEXPORTADOR (Desde fines del siglo XIX hasta 1930). 17 1, La conformacién del Estado nacional E} régimen oligrquico 7 2. Los capitales excernos - 2 3. La inmigracion . 26 4. La apropiacién dela sieray fa renta agraria - : 30 5. La ganaderiay el nuevo mapa agropecuario wee BB 6. La agricuieara, el boom sgroesporedor Yel cometcio exterior ooo ceceeceeeeeeeeeeeeee 38 7. Bl sector industrial «2. 45 8, Elsistema monetario, el endeudamiento externa ylascriss financietis see ceseeseeeveveeeeeee 51 9. Laerisis de 1890 56 10, La conformacién deua sistema bancatio, La Ley de Conversion G1 11. Lasinuacién social pecs OF 12, Hacia el fin del modelo: la década de 1920 y los gobicenos radicales see... : eas Anexo estadistico 5. + 86 CariruLo 2 . LAS POLITICAS ECONOMICAS DE LA RESTAURACION CONSERVADORA ¥ LA INTERVENCION DEL ESTADO (1930-1945). ee coeeeeee setae dee ceeeenneeees 95 1. La depresin mundial de los afos trcinta y las bases de fa expansion de posguerra ..... +. see 2. Los efectos de la crisis en fa Argeatina y hs polivicas intervencionistas «6.6606 ceeeeees 101 3. Bl Pacto Roca-Runciman . cise 106 4, El debate sobre ls carmes 112 5.H proceso de industcizaciOn por sustnucion de imporaciones 114 6. La politica monetaria yls creacién del Banco Central ...... 121 7B] Plan Pinedo de 1940. .... 125 8. Las repercusiones econémicas dela Segunda Gusta Mund 9. Elfin del régimen conservador y el surgimiento de Perén... 132 Anexo esradistico .. vec teteteeeeteeeteeercres 139 Cartrvito 3 LAS POLITICAS ECONOMICAS INDUSTRIALISTAS Y DISTRIBUCIONISTAS DEL PRIMER PERONISMO (1946-1955) . vesettetee 1, Las etapas dela economia peronista 2, El Primer Plan Quinguenal y los sevvicios piblcos : 5. Lanacinalecon dls Fvocames 4, El sector puiblico . 2.2 eee ees 5. La reforma del Banco Central 6. La distrbueién de ingresos - 7. Bllnsticuto Argentino de Promocién del ntereammbio &, La evolucién del comercio emeiory de Ia balanza de pagos 9, La politica industrial»... wee 10. Crisis y cambios en la politica econémica 11. La redefinicién dels politica agraria 12. La estabilizacién econdmica de 1952 yeel Segundo Plan Quinguenal ce 13, La Ley de Inversiones Extranjeras yel Congreso de la Productividad 14, La cuescidn del perréleo ....- cee Anexo estadistico 2.26.5 Capfiuo 4 LAS POLITICAS ECONOMICAS POSPERONISTAS: ENTRE EL DESARROLLISMO Y EL LIBERALISMO- (1955-1966) vee eveeees seeteceee 1. Estructuralistus y monevaristas 2: Ja Rovolasn ibestdorn diagno y wuelta al pasado ..... 3. El desarolismo: ideologiay politica 4, La ortodoxia vuelve al poder 5. La politica econémica del gobierno dela. 2. ss. ses. 6. Ciclos econdmicos y procesos inflacionarios Anexa estadistico eee pe reer eee bees Cavtro.o 5 LAS POLITICAS ECONOMICAS DE LOS GOBIERNOS MILITARES Y EL PACTO SOCIAL DUS. SEGUNDO PERONISMO (1966-1976) «+ 1. EI golpe de Estado y la police econdmics inicial 2. El Plan Krieger Vasena .... 3. La disrbucidn dal ingreso y la dindmica dal condita social 142 142 145 148 154 156 158 162 165, 173 179 183 185 189 192 196 199 199 204 212 228 232 Bd 249 m9 251 262 4, Cambios econdmicos y el fin de la «Revolucién Argentina» , 5, La vuelta del peronismo: ol Paco Social 2... 6. Aluse nfacincl Rodsgazon Anexo estadistico ...-.... 4 Cariruio 6 LA POLITICA ECONOMICA RENTISTICO-FINANCIERA DE LADICTADURA MILITAR (1976-1983) . 1. La ctisis mundial de los afis setenta y el cendeudamiento externo de América latina 2. Los cambios econémicos y sus causes 3. El Plan Martinez de Hoz: agroexportacién yzeforma financiera ... 4.Ladeuda externa... 5. Las cuentas publicas ... 6, Disribucién de ingresos y condiciones de vida - 7. La crisis de 19B1 eee : 8, Después de Martinez de Hoa: la Guerra de Malvinas . 9. Ladeclinacién de la industria . 10. Concentracién y grapos econémicos Anexo estadistico y documental CartnuLo7 . LA POLITICA ECONOMICA DE ALFONSIN Y EL TRAUMA DE LA HIPERINFLACION (1983-1989)... 1. La herencia econémica y la gestién de Grinspun 1... 2. BI Phan Austral... + voces 3. Deterioro y reajustes 4. £1 Plan Primavera « 5. La hiperinflacién . Anexo estadistico Cartruio 8 LA POLITICA ECONOMICA DEL MENEMISMO Y EL FRACASO DE LA CONVERTIBILIDAD (1989-1999) 1. Las tucbulencias de la economia mmndial ve..csceeeeeeee 2, Los primeros planes econémicos ..... 0... .seec 000 5. El Plan de Convertibilidad ............. 4, Reforma del Estado y privatizaciones 5. Las AFJP y la reforma de la administracién paiblica 6. La desregulacién y la apertura externa . 7. Los carnbios en Ia politica laboral 266 27 280 284 286 286 287 289 306 310 315 318 321 327 332 335 339 339 345 349 336 359) 363 364 364 368 375 387 395 400 ant 8. Las condiciones de vida. 9. Cambios en los sectores productivos 10. Creacién y evotucidn del Mercosur. Anexo estadistico es eeeev evens Caviruto 9 EL GOBIERNO DE LA ALIANZA YLA CRISIS ECONOMICA (1999-2002) . 1. La Alianza: ajuste y ecesign ese 2. Laagonia de la convertibitidad 3, El corral y la fuga de capitales v.22. cece 4, Pobreza, desempleo y distribucidn del ingreso . 5. Define, devaluacién y pesificacién ...... Anexo estadistico ...-.... bee ‘Cartruro 10 LA RECUPERACION ECONOMICA. YEL GOBIERNO DE KIRCHNER (2003-2007) .... 1. Ei fin del neoliberalismo: la crisis econémica mundial 2. El problema del endeadamiento externo 3. El canje de fa deuda y el pago al FMI 4. Fl feonte Aseal y externa 5. Los signos dela recuperacidn econémica .......... ustrializacién, distibucion de ingresos y camparciones cas : 7. Un colofén: el proceso de integracion regional Anexo estadistica ....., Bibliografia 6. eee sees 414 420, 424 434 436 436 445 448, 452 436 465 466 466 468 473 477 41 490 500 503 505 A al...] 90 espero [...} evitar las grandes monopolios que en esta par- ze tengo noticias se ejecutan en esta eapital, por aguelles hombres que desprendidas de todo amor hacia sus semejantes silo aspiran asi in terés particular, y nada les importa el que la clase mas sil del estax do-o, como dicen las economistas, la clase productiva de la sociedad, viv on la miscria y desnudes que os consiguicnte a estas procedé mientos {...}o ‘MANUEL BELGRANO «Durante mucho tiempo la historia argentina se escribié con mar- cada tendencia a explicar los hechos cov timico resultado de la ac cin de ciertas personas dotadas de aptitudes excepcionales, que ma- nejaban 0 conductan a das demés; con lo cual dejdbase de lado por complezo el estudio de aqrellas causas generales que, obrando sobre directores dirigidos, debieron influir necesariamente sobre el ram= tha adaptada por los primeras al crearlesciertas necevidladec 0 am bientes especiales. La historia resbalaba hacia la biografia, ..] Re= caccionando contra semejante modo de encarar la historia, en el itino ‘cuarto del sigh pasado, aladvonse entre nosotros vaces muy autoriza- dias que sostenian la necesidad de revisar la incompleta clave utili- zzada hasta entonces, mediante tn estudio mesddico de las causas ge- neralessusceptibles de influir sobre la vida colectiva, y mo impuaabler a individeo determinado, entre ella, el factor econdmico.» Juan Atvarez £ Préloge Lar economia se parece a yn tablero de ajedrex com una easilla menos. El gran economista austrfaco Joseph Schumpeter decia que «Nadie puede tener la esperanza de entender los fendmenos eco- némicos de ninguna época —tampoco de la presente—- sino do- nina adecuadamente los bechos histéricos 0 no tiene un sentido hist6rico suficientes. El registro histérico no puede ser simple- mente econdmico, sino que debe incluir, inevitablemente, hechos dinstiuucionales» a fin de comprendes mejor vim estia relacio~ nados los fenémenos econémicos con los no econémicos. Para otro economista célebse, Charles Kindleberger, ela economfa ne- cesita a la historia incluso mis de lo que la historia necesita a la economiay. Desde enfoques y pensamientos diferentes, econo- iistas, socidlogos e historiadores como Karl Marx, Max Weber, Fernand Braudel o Pierre Vilar, hicieron un esfuerzo de integra- cidn entre el andlisis econémico y la explicacién histérica de los hechos contemporineos y John Maynard Keynes traté de com- prender los problemas que genteraba el desatrollo capitalista re- conociendo siempre «una férrea vinculacién entre la historia y la teoriay, En la Argentina son numerosos aquellos que desde el marxis- mo a la ortodoxia liberal, pasando por el estructutalismo y otras corrientes, contribuyeron decisivamente en la construccién de una disciplina que progresé a la luz de los numerosos problemas econdémicos que tuvo el pais en su historia, No se puede men- cionar a todos pero si a algunos que abrieron el camino, como el precursor Juan Alvarez que estudi6 el factor econémico en las gue- ras civiles del siglo XIX; esas infarigables voces en el destesto que fucton Alejandro Bunge, propulsor de la industrializacién y vi- sionario de la integeacidn regional, y Rati Sealahrini Orrin, de- fensor de los intereses nacionales frente a la intrincada madeja del 13 poderio briténico en el Rio de la Plata; la énjundia de un joven Radi Prebisch, que abrev6 en la historia de nuestro endeudamiento, extetno y las crisis financieras de fa época agrocxportadora para construir mas tarde su teoria cenrro-periferia, y la de Ricardo M. Ortiz, el primero que se atrevié a exponer una visi6n conjunta de las distintas ctapas de la historia econémica local, Aunque es me- nestex sefalar también estudios ms especializados, como los tra- bajos de Adolfo Dorfman sobre el desarrollo industrial o los de Horacio Giberti sobre el sector agropecuario, En cuanto al andlisis de las politicas econémicas en particular, debo destacar por su carécter pionero y abarcador en este t6pico la obra de Aldo Ferret. Pero son muchos, como dijimos, econo- mistas ¢ historiadores, los que hicieron valiosos estudios genera les, sectoriales 0 referidos a perfodos determinados, sobre la evo~ lucién de los hechos y las poliricas aplicadas en el campo de la economia, desde la época colonial hasta fa actualidad y con in= terpretaciones muy diversas. Sin olvidar, por sapuesto, los nu- merosos aportes de académicos extranjeros, con una perspectiva enriquecida por sus propias experiencias y culturas. Y este proce- so contintla por la incesante actividad de camadas de jévenes in- vestigadores. Las preguntas que se hace todo estudioso de la realidad eco- némiea y social tienen que ver con su propia vida personal y con ta problemitica de la sociedad en la que est4 inmerso. No es ca sual que esos interroganres Io lleven a mirar el pasado para com- prender mejor la nacuraleza del desarrollo cconémico, dc fas eri sis financieras, de los procesos inflacionarios, de las desigualdades de ingreso 0 de las discintas formas de vinculos que existen entre paises o bloques de patses. En este sentido, Ja historia econémica anerntina y la de las politivas eeundusicas de sus distintos yobier- nos convoca aun conocimiento mis profundo, interdisciplina- rio e hist6rico de la sociedad actual, Para cada periodo, este libro analiza en forma sintética la evo- lucién de la economia y de las politicas econémicas, las respon- sabilidades de los distintos gobiernos y actores sociales y los inte- reses interns y externos en juego. Incluye asimismo los prineipates debates econémicos y politicos y no descuida fa evolucién de las ideas econémicas, politicas y sociales. Todos los capitulos tienen 14 un apéndice estadistico y para algunas teméticas se han incorpo- rado gréficos o esquemas que ilustran o aclaran la explicacién del texto. Finalmente, los apradecimniencos. Tengo que expresar mi re- conocimiento a Carolina Pontelli, que colaboré en la preparacion écnica del libro, y agradecer también a Andrés Musacchio, Eduar- do Madrid, Ricardo Vicente, Noemi Brenta y demas investiga- dores y profesores del Instituto de Investigaciones de Historia Econémica y Social de Ja UBA quienes han enriquecido durante afios con ss comentarios y aportes mis lineas de pensamiento y trabajo, uno de cuyos frutos ha sido la publicacién de Historia econémiea, politica y social de la Argentina, 1880-2003. ‘Como procuro siempre, espero poder Hegar a través de estas paginas a un amplio puiblico lector, haciendo comprensibles los hechos y las polfticas econémicas de dos largos siglas de historia argentina.” Mario Rarororr * Este libro se hizo en el marco de las proyectos Secyt 2107 (07) y 1664 (06), y Ubacyt £-027. 15 CAPITULO 1 Las politicas liberales del modele agroexportador (Desde fines del sigle KIX hasta 1930) x. La conformacién del Estado nacional. El régimen oligérquico En Ia Argentina, fa consolidacién del Estado fac acompariada por la insercién del pais en el mercado internacional de bienes y servicios, proceso que sé encuadra en tun marco general mas am- plio de evolucién de la economia mundial pero con sus propias particularidades. Desde 1810 a 1862 prevalecieron intereses con- tradictorios que impidieron la unificacién del actual rerritorio y el afianzamiento de una organizacién estatal comtin. Fueron dé- cadas de guerras de la independencia seguidas de guerras civiles en tomo a la opcidn unitarios o federales, y de acuerdo al crite- rio acerca del tipo de gobierno, centralizado o descentralizado, que requerfa el pais. Un conflicto atravesado por otro, mas cru- cial entre Buenos Aires y el Interior. Después de la caida de Ro- sas se aprueba la Constitucién de 1853 que es rechazada por Bue- nos Aires. Pero el gobierno de la Confederacién con sede en Parana no logra afianzarse. En cambio, sin resolverse el problema de Ia capital del pafs, entre 1862 y 1880 —en fa etapa de las presiden- cias de Bartolomé Micre, Domingo F. Sarmiento y Nivolis Ave- Ilaneda— se vencieron obstdculos para la constitucién de un Es- tado Nacional en favor de los intereses porterios. Ta formacién de ese Estado fue fundamental para la incorpo- racién plena a la economéa mundial. Con la garantéa estacal, las inversiones extranjeras no slo contribuyeron a apuntalar el po- der de la elite terrateniente y consagraron su hegemonta, sino que también permitieron construir las bases materiales para la conso- lidacién de un mercado intemo unificado y de un modelo de de~ sarrollo agroexportador. 7 Previainente a 1880 se habia realizado una titima «Campaiia del desierto», que domind y diezmé a la poblacién indigena det sur del pais asegurando asi por la frerza vastos tertitorios para la explocacién agropecuaria, Pero, sobre todo, en aquel afto se re- solvié la disputa entze las autoridades centrales y las fuerzas au- tonomistas que todavia se le sesiseian, con la victoria del ejército nacional sobre el iltimo de los ¢jércivos provinciales (el de la pro- vincia bonacrense) logrando convertira fa ciudad de Buenos Ai- res en capital del pais. En la primera presidencia del general Julio Azgentino Roca (1880-1886), bajo el lema worden y progtesor, se establecieron las instituciones caracteristicas del poder estaral en el orden mili- «ar, adeninistrativ, judicial, cconémico, educacional y de ls fron- teras externas. Esa estructuzacion del Estado nacional asumié va~ rias instancias decisivas. En primer lugar, la formacién de un apararo de seguridad otorgé al poder central el monopolio legi- timo de la violencia frente a toda disidencia interior o peligro ex- terior que amenazara la soberanfa territorial. Para formalizar este objetivo y ante la pretensién det gobierno chileno de someter a arbitraje la totalidad de los limites de fa Patagonia, el gobierno argentino acordé con su similar trasandino, en 1881, el eratado. definitivo que reconoce ese tecritorio para la Argentina (aunque quedaron numerosas cuestiones limterofes pendientes). ‘Asu ver, el eército nacional quedé como la ‘nica fuerza mi- Iitar existente. El gobierno de Roca prohibio a las autoridades pro- vinciales la formacién de cuerpos militares y, durante su segun- da presidencia, en 1901, instauré el servicio militar obligatorio y Ia definitiva protesionalizacién del cuerpo de oficiales. Otro aspecto clave fie fa formacién del aparaco administrati- ‘vo, que inclufa las fuerzas policiales y-establecia una amplia bu- rocracia central. También se conformé un sistema de obtencién ¥y distribucidn de los recursos fiscales de la Nacién. En este c2s0, agentes sociales tradicionales, como la Iglesia, debieron resignar funciones en favor del Estado. La ereacion del Registeo Civil en 1884 y, durante el gobierno de Juarez Celman, la ley de matti- monio civil (1888), constituyeron hitos del proceso por ef cual diversos espacios de la sociedad fueron secularizados y apropia- dos por el Ambito estatal. Pieza fundamental de ese desarrollo fue 18 Ja Ley 1420, que en 1884 establecis fa educacidn gratuita, laica y obligatoria. La educacién, en manos del Estado central, repre- ‘enté una importante fuente de poder y legisimacién, La constitucién de una burocracia gubernamencal recores de hecho las autonomias provinciales pese a la proclamacién de la formula federal, a fo que se sumé una estructura judicial federal que conwibuy6 atin més a limitar las auconomias provinciales. El Poder Ejecutivo Nacional fue reforzaclo, mientras que los pode- res provinciales y municipales quedaron debilitados. ‘Al mismo dempo, en el orden politico se puso en préetica un mecanismo electoral excluyente y se recurrié con frecuencia a in- tervenciones provinciales, ya la aplicacién del Estado de sitio. Es- 10s procedimientos dieron inicio a los llamados gobicrnos eclec- rores», que basta la llegada del sadicalismo al poder, en 1916, aseguraron la presidencia a un pequetio nticleo dirigenre. Era la repiblica «restringiday como la designa Botana, frente a la Re- publica eabiettay del predmbulo de la Constinucién Nacional. Esa cite dirigente, que llegé a denominarse la «Generacién del ochentas, estaba conformada por politicos, teeratenientes, co- merciantes ¢ intelectuales que compartian lineamientos ideolégi- cos comunes: eran liberales en Jo econénico, conservadores en lo politico, positivistas, laicistas, aftancesados culturalmente y en cuanto al grado de vinculacién de sus intereses especificos 6 ne- gocios, mayormente pro brieinicos, pero con sectores vinculados a Alemania, Francia y otros paises europeos. Sus ideas abrevaban en gran medida en el pensamiento de grandes personalidades de I generacién anterior, los hombres de fa «organizacién nacional», como Alberdi, Sarmiento y Mitte, entre otros. Alberdi, el més brillante mentor ideoldgico del liberalismo ar- gentino, sefialaba la superioridad del empresatio privado sobre el Estado en tanto agenre promoror del progreso econémico. Si- guiendo a Adam Smith, sostenia que «...] las sociedades que es- peran su felicidad de la mano de sus gobiernos, esperan una co- sa que es contraria a la naturaleza {...] no hay medio més poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada tuno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimientoy. Segan él, la Constituciéa, Argentina «mis que la libertad politica, de la que es incapaz un 19 ex colono espatiol, ha procurado la libertad econémica, accesible alextranjeroy medio natural de educacién de las otras libertades» (Alberdi, 1854, edicign 1954) En sérminos generales, se aceptaba la existencia de un Estado subsidiatio, que apoyara peto no reemplazara la accidn privada. En palabras de Judrez Celman: «La industria privada [...) cons- truye y explota sus obras con mas prontitud y economia que los gobiernos {...] Mientras que las compaiifas privadas o parriculae res introducen en su industria innovaciones perfeccionamien- 10s, laadministraci6n por el Estado, sujeta a mil trabaso indolente por la naturaleza de sus funciones permanece en estado de atraso» (Magrabasa, 1910). Ideas que no impidieron al Eseado jugar an rol dave enel desarrollo econémico y en la conformacién del apa- rato institucional que permitié sustentar el s6gimen oligérquico- Lo esencial de las ideas econdmicas de los hombres que isn- pulsaron el modelo agroexportador puede resumirse en tres pun- tos fundamentales: * Ia constatacién de que el desarrollo econémico argentino sélo-podia basarse en la insercién del pais en ef mercado mundial especializandose en el tipo de actividades en la que se tenfan «entajas comparativasn (y éstas eran Jas que per- mixian utilizar dl Gnico recurso del que se disponia en abun- dlancia y calidad, fa tierra); * la certidumbre de que para que dicha riqueza pudiera apro- vecharse era menester suplir las dos carencias bisicas que se tenia, la del capival y la de la mano de obras * y;finaimente, la de que para hacer posible ambas cosas era petioso expandir la froncera agropecuaria, resolviendo el problema del eindio», y unificar el mercado interno. El proyecto del 80 suponia que habia que adaprar el pats alas posibilidades y requerimientos del mercado, fa inmigracién y los capitales europcos, convirtiendo particularmente al grupo domi- nance en socio de estos'tiltimos. Se hicieron algunos cmprendi- mientos importantes en infraestructura e itidustrias con capitales locales, pero constituyeron excepciones y muchos de ellos fueron luego vendidos a intereses extranjeros. ‘Una earacteristica de esa elite fue la de creer que la Argentina era el extremo sur de Europa e, incluso, una especie de «colonia 20 informal» briténica. Visi6n del mundo que subsistfa todavia en 1935, como se manifiesta en un articulo publicado en los Anales de la Sociedad Rural, donde se llega a exaltar la amistad anglo-ar- gentina fundando su origen en jlas Invasiones inglesas de 18061 El autor de ese texto se preguntaba si «{...] aquellos aguerridos y pellos soldados (sic) que aparecieron una mafiana en fa playa de Quilmes, no fueron al fin sino los originales embajadores de ta politica que Canning definiera en el reconocimiento de nuestra independencia y el origen de hogares que se formaron, prospera- ron y asimilaron en tierra argentina».Y sacaba como conclusién que «...] la politica interimperial tan absorbente y excluyente no puede prescindir del factor anglo-argentino, producto de un lar- go proceso y alimentado por nuevo porvenis, condiciones gue quizé falten 2 alguno de fos mistnos dominios (sic)» (Miguel An- gel Cércano, «La amistad anglo-argentina», en Anales de la Socie~ dad Rural Argentina, vol. LXIX, mayo de 1935, pag. 286). Desde el punto de vista del poder econémico, el control dei Estado recayé en una alianaa de intereses entre un sectot hege- mionico de terratenientes bonaerenses con otros del interiory gran des comerciantes, en particular de Ja ciudad de Buenos Aires, que impusieron un esquema agroexportador basado en las ventajas comparativas de la pampa himeda, Sin embargo, a diferencia de otras naciones caracterizadas por similares estructuras de agro-ex- portacién en un momento que el mundo de Ia época las necesi- taba, las elites argentinas mantuvieron un acendrado liberalismo econdmico y una cultura fuertemente rentistica —sus principa- les ingeesos proventan de una sustanciosa renta agraria— sin im- pulsar politicas de proteccién industrial o un reparto gratuito de tiecras piblicas, como en el caso de Canad, 0, como en el de Aus- tralia, una mejor distribucién de los ingresos. Pero el andlisis del modelo agroexportador resultaria incom- pleto si se soslayara la politica ediicacional y cultural que lo acom- pafé. En un pais con fuerte presencia inmigratoria, a través de Ja educacién se procurd homogeneizar la cultura del conjunto de la poblacién sobre la base de los valores dominantes y de una clerta imagen de la historia nacional, cuya impronta principal la dieron las obras de Mitre. Por otro lado, debido a la raiz ideolé- gica liberal de sus inspiradores no existieron politicas activas de 24 seguridad social ni se propicié un mejor reparto de los ingresos. Los sectores populazes, en general, y los distintos colectivos de inmigrantes, en particular, debieron hacerse cargo pot si mismos de solventar las falencias en dichos planos creando, por ejemplo, hospitales © mutuales de sus respectivas colectividades. La inte- gracién social fue facilitada principalmente por el «efecto dersa- me» del crecimiento econémico. embargo, a pesar de la ideologia predominante el pres puesto piblico estaba basado en el endeudamiento y en un cre- ciente déficie fiscal, como resultado del desorden monetario y fi- nanciero, del favoritisino politico y econdmico en beneficio de iertos sectores, y del alto volumen de gastos debido al despilfa- ro ya la ostentacién de una riqueza que se erefa inagorable. En pesos oro el gasto piiblico por habitanre, que en 1883 era de 16,5 en 1914 habia aumentado 2 52,8, un 220%, Mientras que en ese mismo periodo la deuds publica por habitante se increment6, también en pesos oro, de 47,1 a 155,8, un 230%. De esos 32 (0s, 1883-1914, s6lo en tres —1893, 1904 y 1908— no hubo deficit fiscal. 2. Los capitales externos En fas tltimas décadas del siglo XIX se produjo la integracion plena de la Argentina a la economfa mundial, tanto en su co- mercio exterior como en el flujo de capitales internacionales El desarrollo del intercambio comercial anticipé ¢ impulsé ese proceso. Las potencias europeas, principalmente Gran Bretaia, ro sélo aumentaron sus exportaciones de productos manufactu- rados sino que también incrementacon sus importaciones de bie- nes primacios (alimentos y materias primas), de manera de dis- minuir tanto los costos de su fuerza de trabajo como el precio de Jos insumos de su actividad industeial. En esta época la expansién geogratica del capitalismo se orienté hacia los paises «nuevos», ge~ neralmente de clima templado, con tierras abundances disponi- bles, como Canada, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay, sur de Brasil y la propia Argentina. 22, i Los capitales del Viejo Consinente necesitaban encontrar nue ‘yas dreas rentables de inversién en una época de depresién a nivel mundial (1873-1896), de una acrecencada competencia interna cional y, al mismo tiempo, de grandes cambios tecnoldgicos ten- dientes a buscar salidas a esa situacién. Se procuraba brindar a las naciones receptoras los recursos necesarios para poner a producir e508 territorios con la rapidex que demandaban los mereados y el avance econémico y técnico propio de los paises centrales. ‘La inversién extranjera en la Argentina estuvo destinada fun- damentalmente a desarrollar el sistema de transportes (en espe- Gal ferrocatriles y vehiculos urbanos) y fa infraestrucrura (puer- tos, construccién, servicios bisicos y financieros), y a brindar las bases recnnulgicas (ecfinamicnto del ganado, induseria frigorifi- ca, maquinarias agrfcoles) del desarrollo agrocxportador. Dadas Jas condiciones de complementariedad subordinada con el capi- tal extranjero, éste financié en gran medida la incorporacién del pais a la divisién internacional del trabajo, con una escasa inci- dencia de capicales locales. Sin embargo, hubo participacién na- cional, privada o del Estado, en empresas rentables, como el Fe- rrocartil Ocste (puesto en funcionamiento en 1857 y vendido en 1890 a capitales ingleses), y en algunos frigorificos ¢ industria manufacrureras, Alinicio del gobierno de Roca existian asimisme lineas ferro- -viarias que pertenecian directamente al Estado nacional y 2 la pto- vincia de Buenos Aires, Pero el desarrollo de los ferrocarriles del Estado quedé rescringido a la tenencia de los ms alejados de las principales rutas comerciales que tendfan hacia la Capital. Se se- gufa Ia idea, caracteristica del pensamniente liberal, de que la ac- cién estatal debia limitarse a operar en los tramos del mercado poco o nada rentables para los capitales privados. En general, a inversién directa extranjera provenia de empre- sas que explotaban uno o varios negocios, a veces entrelazados, como fas compaiiias ferroviarias briténicas. Estas estaban ligadas a industrias proveedoras de bienes de capital ¢ insumos y tenian numerosos accionistas. Con sede en Londres, manejaban desde allf sus intereses. El objetivu de esas inversiones era, ademas de la obrencién de ganancias del propio negocio, la expansién de Las exportaciones y la venta de servicios. 23 En el caso de los ferrocarriles, pata foméntar la inversion ex- tranjera, el Estado garantizaba beneficios minimos del 7% del ca- pital invertido, concesiones de tierras adyacentes a las vias e in- troduccién de materiales libres de detechos. Mas tarde Jes dio las ventajas de la Ley Mitre, de 1907, que eximia a las empresas del pago de impuestos nacionales, provinciales y municipales a cam- bio de un pago tinico del 3% sobre las utilidades neras. EI trazado de las vias férreas contribuyé a configurar una eco- nomia orientada hacia el mercado externo, ya que no sélo hacfa posible el transporte ripido y barato de los bienes exportables ha- cia el puerio de Buenos Aires, sino también la introduccién de bie# nes de capital y manufacturas importadas en el interior del pafs. EL ferrocarril incorpoté algunas economias regionales a Ja estruc= tura econdmica nacional, como Tucumdn y Cuyo, pero sus bene~ ficios recayeron sobre todo en la pampa hiimeda con a inclusién, ademis de la provincia de Buenos Aires, de parte de las provincias de Entre Rios, Cérdoba, Santa Fe y La Pampa, hasta entonces po- co aprovechadas. También consolidé la situacién de la ciudad de Buenos Aires como el efe econdmico central, concentrando las ter- minales del sistema fertoviario en ella y conformando el ilamado. «pals abanico», tal como lo describicra Alejandro Bunge. Una comparacién de la magnicud de las distinzas inversiones ‘europeas en este rubro, muestra que las principales compafifas. britdnicas, los ferrocarriles Sur y Oeste y el Central Argentino, re- presentaban, en 1914, 127,4 millones de libras esterlinas y 14.200 kilémetros de vias férreas —casi la mitad del total de vias de ta época—, mientras que el General de Buenos Aires y el Rosatio a Puerto Belgrano, de capitales franceses, aportaban una suma de s6lo 15,6 millones de libras. Las estadisticas oficiales no reflejan, sin embargo, debidameute los beneficios reales de las empresas cen los afios de auge del negocio, ya que no existia suficiente con- rrol sobre sus actividades ya que sus activos inclufan adicionales, como tierras ¢ inmuebles, que no eran coutabilizados. Segiin se desprende de sus propios balances, los dividendos que pagaron algunas empresas ferroviarias briténicas, como fas arriba mencio- nadas, no bajaron en aquellos afios del 6 0 7% anual, pero otras compafilas como los baneos y casas de seguro tuvieron dividen- dos aun mayores: entre un 10% y un 20% anual. 24 La otra expeesisn caracteristica del capital extranjero —y sin duda la més significativa— tenia por base la suscripcién de em- présticos pitblicos, nacionales, provinciales o municipales a través de la emisién de titulos que se colocaban en los mercados inter~ nacionales, sobre todo en Londres, y contribuian al financiamiento dela infraestructura, pero daban lugar 2 fuertes movimientos es- peculativos. La amortizacién y los inrereses constiufan una alta carga que ch un principio se pagaba con més endeudamiento y Juego. cuando se produjo el doom de las exportaciones, represen taron una porcién sustancial de éstas. En muchos casos sus pro- ducidos se entregaban a bancos provinciales y nacionales, lo que permitia financiar inversiones, pero también otorgar créditos ba- ratos, generar mas emisién, procesos inflacionatios, especulacién en tierras ¢ inmuebles y aumento de importaciones, desembo- cando finalmente en crisis financieras. Una fuente de financiamiento fue la colocacién de cédulas hi- potecarias emitidas por ef Banco Hipotecario creado en la pro- vineia de Buenos Aires en 1872, y lucgo también por el Banco Hi- potecario Nacional, Esas cédulas funcionaban como bonos al portador con garansfa del Estado que se cotizaban en Londres y se vendian en la Bolsa local, consticuyendo uno de los factores de es- peculacién mas importantes. El mecanismo era el siguiente: los bancos otorgaban crédieos hipotccarios a allegados al gobierno y grandes propietarios rurales, para la compra de terrenos o propie- dades que se sobrevaluaban a fin de justificar pséstamos mayores a sus valores reales. Como los deudores tenian cuotas Aijas en po- ss0s que, por lo general, no pagaban a tiempo, se vefan beneficia- dos por fa inflacién, Era el Estado quien en tiltima instancia res- pondia ante los tenedores de cédulas, ranto en el pais como cn el Sin ignorar el episodio del empréstito Baring de 1824, que fue mas bien puntual y cuvo que ver sélo con la provincia de Buenos Aires aunque anticipé efectos negativos de préstamos posteriores—condiciones usurarias, el no cumplimiento desus objecivos, fendmenos de corrupcién ete. -, el primer flujo de capitales excranjeros se produjo recién duranie la presidencia de Bartolomé Mitre (1862-1868) y se-extendié hasta la crisis de 1873-1875. Respondid, sobre todo, a necesidades presupuesta- 25 rias como las desivadas de la guerra contra el Paraguay, aunque sc aplicé también a obras de infraestructura y transportes. Pero la corriente de inversiones mds cuantiosa, en su mayor parte brivdnica, e verific6 cn la década del 80, conusibuyendo de- isivamente a la conformacion de la infraestructura det modelo agtoexportador. Sometidos a la competencia de otros paises qué emergian como serios rivales (los Estados Unidos, Alemania), los prodhictores y capitales del Reino Unido se vieron urgidos a co- locar su amplia masa de recursos financieros y bienes disponibles en paises como la Argentina, que en 1885 recibié el 50% de los capitales brieénicos colocados en el mundo, aunque ese flujo se detuvo con la crisis ceonémica de 1890. Si en 1874 el total de in- versiones britdnicas era apenas de 23 millones de libras esterlinas, para 1885 esta cifra ya se habfa duplicado y hacia el fin de la dé- cada se producia un salto espectacular: cerca de 175 millones de libras. En poco mas de quince aiios el capital extranjero, espe- cialmente el britdnico, pas6 a ocupar un lugar destacado ent la eco- noméa argentina, transformando su estructura productiva y de= rerminando por muchos afios su evolucién futura. Un nuevo periodo de expansién de las inversiones externas, ahora mis diversificadas en cuanto a su origen y sus objetivos, se produjo en la primera década del siglo XX, resueltos ya los pro- blemas mas acuciantes del pago de lz deuda anterior. Ese capital no cra ya abrumadoramente britistice. Estados Unidos comenzss a interesarse tembign en el mercado argentino, asi como Alema- nia y otras porencias eurupeas. j. La inmigracién En un pafs cuya poblacién en el momento del primer Censo Nacioual, en 1869, llegaba apenas a 1.737.026 habitants, con una densidad de 0,62 habicanses por km, pero con una enorme potencididad econémica, la maxima alberdiana «gobernar es po- lar» era la manifestacién de una necesidad impostergable. Ya la Primera Junta de Gobierno habfa expresado en 1810 que los ex- tranjeros «que no estén en guerta con nosotros podran trasladar~ sea este pals francamente, gozarin de todos los derechos de ciu- 26 dadanos y sersin protegidos por el gobierno los que se dediquen a las artes ya la cultura de los campos» sta voluntad fue reafirmada en afios posteriotes a través de di- yersos intentos parciales, la mayoria con escasa fortuna, para atra- te inmigrantes del exterior, entre los que merecen destacarse [os del Gobierno de la Confederacién que, a partir de 1852, efecrus los primeros ensayos de colonizacién en Corrientes, Santa Fe y Entre Rios. Recién en 1876 se dicta la Ley 817, conocida como «Ley Avellaneda», que procur6, con muchisimo menos éxito que laeHomesread Act» norveamericana, de la que pretendia romar cjemplo, vincular en forma orginica la inmigracin a la coloniza- cién de extensos territorios hasta entonces inexplorados. Por ella se creaba un Departamento de Inmigracién dependiente del Mi- nisterio de Agricultura se reglamentaba la introduccién de los in- migrantes y se establecia una serie de medidas para estimular su radicaci6n en el pats. Empero, fueron otras circunstancias de origen interno y ex- temo las que posibiliraron el gran flujo inmigratorio de las tilti- mas décadas del siglo y principios del siguiente. La eliminacién def denominado «problema de! indio», el fin de las guerras civi- lesy Ja consolidacion del gobiemo nacional, concribuyezon a ace> lerar las cortientes inmigratorias al estabilizar la vida politica y cconémica del pats, En el orden internacional la causa prineipal puede ubicarse en Ia depresién econémica que en los afos 80 y 90 atecté a los pai- ses europcos, en especial a los del sudesce del continente, Esl ea- so de hralia, por su tardfa incorporacién al proceso de industria- Tizacién, que la marginaba del répido desarrollo experimentado por sus vecinos del norte, y por la fuerte competencia que debie- ron soportar sus-productos ageicolas en los mercados mundiales como consecuencia de la entrada masiva de la produccién norte americana. Is el.de Espatia, por la definitiva decadencia de un imperio colonial cuyas tltimos vestigios como Cuba o Filipinas estaban perdigndose, dejando al descubierto la precariedad de su base productiva, a conjuncién de arobos facrores, inreros y externos, sumadas ala estructura latifundista de propiedad de la tierra y al predomi- nio de a regién del fitoral y de sus ciudades portuarias, hacen po- 27 sible comprender el momento, magnitud y modalidades del pro- ceso de inmigracién y de sus efectos sobre el desarrollo econémico nacional. La inmigracién que llega al pats presenta ciereas caracteristi- cas que no eran aquellas que pretendian los gobernantes de en- tonces. No procedia de los paises anglosajones o nérdicos como se esperaba y muchos de esos inmigrantes no tenfan habitos 0 experiencia agricola. Sin embargo, no es cierto que le inmensa mayoria pertenecia a las zonas mis pobres del sur de Europa. Si tomamos el ejemplo de Italia, hasta fines del siglo pasado pre- dominé la inmigeacién de las regiones del norte de fa peninsu- la, donde existfa una agricultura relativamente adelantada, mien- tras que, por la misma época, la inmigraci6n italiana cn los Estados Unidos proventfa sobre todo del més atrasado Mezzo- giorno. Puede constatarse la importancia de la inmigracién en ef au- mento de la poblacién a partir de los flujos y saldos migratorios, ast como analizarse el comportamiento de su tasa de crecimiento anual mediante la combinacién de esos flujos con el incretnento. meramente vegerativo, En términos generales, segtin el Departa- mento de Inmigracién, entre 1857 y 1930 ingresaron en el pals 6.296.340 inmigrantes y salieron 2.898.689, por lo que 3.397.651 inmigrances decidieront petnraneces en la Argentina. Fue la coyuntura econdmica argentina la que impuso el ritmo del movimiento a la corriente inmigratotia transoceénica. Las fa- ses de expansin —de 1860 a 1873, de 1880 a 1889, de 1903 a 1913 y de 1919 a 1929— coinciden con los perfodos de affuen- cia masiva de inmigrantes. Inversamente, las crisis cfclicas de 1873, 1880, 1890, 1896, 1901, 1913, las prolongadas tecesiones de 1890 a 1902, de 1929 a 1939, las dos guerras mundiales, interrampen o reducen la corriente. El movimiento migratotio reflejé sobre todo la capacidad dela Argentina de integrar la fuerza de trabajo extranjera. De 1860 a 1889, perfodo en el que los inmigrantes tienen acceso a la tierra, el niimero de regresos a Europa es bajo. En cambio, entre 1890 y 1930, fa creciente demanda del sector urbano, especialmente en Buenos Aires y otras ciudades, como consecuencia del desarrollo de la infraestructura y de fas actividades terciarias, fuc el polo de 28 atraccidn de los recién llegados, aunque en este tiltimo pesfodo el numero de inmigrantes que regres6 a Europa fue mayor. Conttibuy6 a ello el fenémeno de la inmigracién golondrina _—srabajadotes que al finalizar sus tareas retornaban a sus paises de origen— que se excendié hasta pasada la Primeza Guerma Mun dial: los obreros agricolas del Mezzogiorno 0 de Andalucfa, de~ socupados durante el invierno del hemisferio norte, s¢ desplaza- ban para trabajar en las cosechas de verano del hemisferio sur. De alguna manera podian pagar el viaje y obtener un pequeio be- neficio, aun cuando los salatios no fueran altos y las condiciones de trabajo resultaran bastante duras. Pero las dificultades mate- siales existentes para una radicacién definitiva eran también cau- sales del regreso de muchos de esos inmigrantes. La inmigracién golondrina, como también aquella que termi- 1né quedandose en el pais, pueden explicarse por factores de ex- pulsién operantes en sus lugares de origen, que padecian una se- vera crisis econémica y en menor medida problemas de persecucién politica o racial, dependiendo de las distintas regions y de las fluc tuaciones de fa economia mundial. La presién demogrifica sobre recutsos naturales escasos, la baja producrividad agricola y la len- titud del ritmo de crecimiento industrial, que impidié fa absor- cién dela mano de obra desocupada en el campo, fueron elementos que impulsaron en los paises meridionales de Europa Ia emigra- cién hacia el Plata. En términos generales, puede observarse que los movimientos migratorios resnitaron muy flucruantes y dependieron de distin- ras variables. Las crisis econémicas, en especial la crisis de 1890, tuvieron su influeseia al producir un descenso promunciado en el aiimero de inmigrantes. Pero, ademés de los vaivenes de la co- yuntura y de las dificultades materiales, la politica del gobierno, ‘arente de encuadramiento o planificacién, sobre tado a partir de los afios ochenra, y poco favorable a la incorporacién plena co- ing ciudadanos de los secién venides, couspartié la cespontsabili- dad de esas fluctuaciones porqute fos expuso a riesgos y trabas de diverso tipo que impidieron su mejor asentamiento y distribu- cidn de acuerdo a las necesidades productivas del pats. 29 4. La apropiacién de la tierra y la renta agraria La exploracién agropecuaria en la regién pampeana era basi- camente extensiva, La concentraciéa de grandes extensiones de tierras en pocas manos tuvo distintos momentos clave en fa tra- yectoria hist6rica del pais, La clase terrateniente de Buenos Aires habfa comenzado a configurarse durante el periodo colonial gra- cias a diversos tipos de ddivas generadas por vincalos con el po- der de la corona 0 sus secnaces (por ejemplo, a través de merce- des reales) o a fa acumulacién de fortunas comerciales. Luego de la independencia, y particularmente hacia los aitos veinte, ese sec tor se fue consolidando a través de la Ley de Enfiteusis de Riva davia (una forma de alquiler de las tierrasfiscales que ororgé ex- tensos territotios a-muy pocos individuos). Tierras que fueron mas tarde compradas por los mismos enfiteuras cuando se pusie- ron en venta, y ampliadas por campaiias militares que ocuparon, nuevos espacios desalojando a miles de indigenas. Todavia en el periodo de la organizaci6n nacional (1853-1880), buena parte del terricorio y de las tierras fertiles estaban en ma- nos de fos pueblos originarios que se resistfan a ser conquistados y expulsados, ranto en el sur como en el Chaco. Recién en 1878, después del fracaso de la concepcién defensiva del tertitorio «fron- terizo», desartollada por el ministro de Guerra y Marina, Adolfo Alsina, el gobierno nacional, a cargo de Avellaneda, decidié po- ner fin al llamado «problema del indio» para ampliar las tierras cultivables y consolidar el poder de la clase tesrateniente. La nueva estrategia fue liderada por el nuevo ministro de Gue- ra, general Roca, y consistié en una ofensiva militar sin prece- dentes, que se inicid en la primavera de 1878, y se completé cuan- do se planté la bandera nacional sobre el Rio Negro, celebrando Ia incorporacién de mas de 30 millones de hectéreas al certitorio nacional, Le victoria milicar, producco de ta fécmula «Reming- ton y empréstitos», al decir de Sarmiento, pasé a ser desracada por la historiografia tradicional, apologética de la «Conquista del desierto» y del avance «civilizatorion. ‘Lejos de ayudar a cumplir las promesas de la Ley de 1876, que garantizaba tierras a los inmigrantes recién Hegados, la nueva su~ perficic incorporada sirvié para engrosar las propiedades de gran- 30 ides serratenientes. Los procesos de colonizacién agricola inicia- dos en las décadas anteriores, que proveyeroa tierras en propic~ dad a colonos provenientes del exterior en forma relativamente organizada, se abandonaron, y en la provincia de Buenos Aires y tl resto de la pampa himeda pasé a prevalecer el sistema de arren- damientos. Por ende, el acceso a la propiedad de la ticrra estuvo: casi vedado tanto para los pequeiios agricultores criollos como para los inmigrantes que siguieron llegando al pais. ‘La aconquista» permitié [a apropiacién privada completa dela tierra pampeana y consolidé el eardcter latifundista de esa apro- piacidn, que no fue el resultado de las leyes del mercado, sino que estaba preestablecida por la forma misma en que se organiz6 y nancié la misién de Roca. A partic de entonces, la renta de la tie- tra constituy6 un elemento central de la formacién econémico- social establecida en las décadas siguientes. En la Argentina el parrdn caracteristico de la regiém pampe- ana (que se extendis a otras zonas), estuvo dado pot la gran €x- plotacién agricolo-ganadera y la obtencién de una considerable renta de] suelo. Esta era de caricter internacional, en tanto el pais funcionaba comg un apéndice agrario de la divisi6n del tra~ bajo impuesta por Gran Bretafa, y la magnicud en que los gran- des estancieros la percibfan era una consecnencia de las condi- cs privilegialas que euvieron para accedera la propiedad caral y de a alta concentracién de ésta. Se discute si se trataba princi- palmence de una senta diferencial a nivel mundial, producto de Ja mejor calidad de las tierras pampcanas; © de una renca inter nacional basada en la ventaja que se tenia respecto de los precios de los productos agropecuarios fijados en las economias centra- Jes, ¥ si cxistia también una renta absoluta. La renta de la tierra o renta del suelo fue definida por el eco- nomista inglés David Ricardo. Segiin este concepto los propiera- rios de las mejores rierras obricnen una reata difereneial sobre los de las tierras menos fértiles, en relacién con al precio medio de los productos agrarios establecido en el mercado con un benefi- io vormal, Tambiéa puede existir una renta absoluta indepen: dientemente de la fertilidad del suelo basada en el monopolio que supone la propiedad territorial en un sistema capitalista, Sea cual Fuere la interpretacidn del origen dela renca, resulta in- 31 rnegable la pertenencia de las mejores tierras a un grupo reducido de individuos y familias, En este sentido, Bunge y otros autores se- falan al latifundio (entendido como la concentracién de grandes extensiones de tierras en pocas manos) como un «mal social. El Censo de 1914 mostraba una correlacién inversa entre el tainafto y la diseribucién de las exploraciones, fo que iba a ser una de las caracteristicas més remareables de la evoluciin del agro ar- gentino: el 59% de los propictarios tenfan el 55% de las explota- clones a nivel nacional, porcentaje que se acrecentaba en algunas provincias del interior del pais. La extrema concentracién de la propiedad de la tierra y el predominante sistema de atrenda- mientos, imposibilitaban la existencia de una fuette clase media rural que en los Estados Unidos y en Canada habia sido ol actor central de la democratizacién politica y della cransformacién pro- ductiva de esos paises, En la Argentina agrocxportadora se fue conformando, en cam- bio, una matriz cultural que se transmitié, de una u otra forma, al resto de la sociedad. La elite que gobernaba el pais tenfa (salvo alguna excepcién, como en los debates sobre la Ley de Aduanas de 1876), junto ala ya seftalada culeura rentistica, una visién es- trecha del tipo de insercién de la economia local en el mundo bax sada, casi exclusivamente, en la agroexportacién y en Ja subord naciéma las condiciones impuestas por los mercados tradicionales. No daba muestras de un interés especial en !a industrializacién ni en otto tipo de inversién fuera del Ambito rural o del uso para fi- nes particulares de su propia fortuna. Es que la Argentina no tuvo nunca el dilema que Canadd y Australia resolvicron mucho mds virtuosamente, en cuanto a la diversificacién y desarrollo de otras actividades productivas? Silo tuvo. ¥ la intervencién del entonces joven diputado Vicente Fi- del Lispez en fas discusiones sobre la Ley de Aduanas de 1876 cs tun ejemplo de ello, Decia Lépea: «f...] llamo la atencién de los schores Diputados sobre la situacisn dificil en que se encuentra nuestro pas [...) zy por qué? Y est es asf porque no sabe manu- factarar las matetias primas que produce [...) nosottos tenemos nuestro desiereo: pero nuestro desierto se agota tanto mas cuan- to que esta habitado por gente que nv wabaja y yo le dixé al Se. Ministro por qué es que no trabajan; es porque cuando se tiene 32 luna extensién de veinte leguas que da una excelente renta al ca- pitalista se la da a condicion de tener la tierra y el pais despobla- do [...] es necesario que vayamos poblando Auestros inmensos campos y radicaremos menos {...] en la teoria de Azara que quic- ria siempre el desierco con cuarenta mil habicantes y cuszenta si- llones de vacas. La Reptiblica Argentina cuando tenga cuarenta millones de habitantes (que algiin dia no lejano lo llegaré.a tener) no ha de poder tener desiertos para doscientos cuarenta millones de ganados, y aquel niimero de habicantes no lo podremos tener sino a condicién de que seamos ricos por el tabajo. z¥ sobte qué vamos a uabajar? Sobie nuesttas nuaterias primas precisamenter (Camara de Diputados de la Nacién, 1876). 5. Ln ganaderia y el nuevo mapa agropecuario. La evolucién dela ganaderia en ese periodo reconace tres mo- mentos fundamentales que, aunque se diferencian por sus mo- dalidades y tiempo de aparicién, coexiscen por un largo lapso: la llamada wesmerinizacién» del ganado lanar, el comienzo del te- finamiento del vacuno y la exportacién de ganado en pie y, fie nalmente, la exportacién de cames vacunas congeladas y enfria- das. La aparicién del frigorifico fue la causa principal de estos cambios. - Hacia 1850, la Argentina inicié el llamado «ciclo de la lana» basado en el paulatino reemplazo de la estancia vacuna tradicio~ nal, productora de cuero y tasajo para la exportacién, por la es- tancia lanar y ef predominio de la produccién y exportacién de Janas. La industrializacién de Inglaterra, Francia, Belgica y otros paises del continence incrementé la demanda europea de lanas impulsando en Argentina el desarrollo del ovino. El ganado la- nar desplazé de las mejoras tierras al vacuno que se trasladé a su ver hacia las regiones de frontcra, actuando de paso como refi- nador del duro pasto pampeano y favoreciendo de ese modo la ctfa del ovino que exigfa pastos més blandos. La empresa lanar producird modificaciones en la estructura de la produccién ga- nadera al disminuir la extensién de los predios, introducir el alam- brado y aumentar la variedad de las tarcas rurales, 33 Las lanas se convirtieron en el principal producro de exporta- cida y de 7.681 toneladas exportadas en 1850 se llegé a 103.900 roneladas en 1881, aio en que la exportacién de tasajo sélo fue de 22.400 coneladas. El éxito que a fines de los aos setenita tuvieron los pi intentos para conservar las carnes én cdmatas frigorificas y la cre- acién, desde 1883, de establecimientos destinados a la prepara cién de cares congeladas, produjo efectos casi inmediatos sobre fa produccién ovina iniciando el Hamado proceso de «desmerini- zacién». Este consistié en el mestizaje del merino con animales de mejor rendimiento carnco, o en su reemplazo por otras razas con esa cualidad; como la Lincoln. En esta etapa, el frigorifico prefiere la came ovina, més pequenia y refinada, ala vacuna. Las existencias de ganado lanar aumenta- ron en forma continua hasta llegar a un maximo hacia fines de siglo, euando superaron los 74 millones de cabezas. Enrretanto, cl ganado vacnno encontré una salida gracias al desarrollo de la exportacién de ganado en pic a Europa, para lo cual tenia ventajas sobre el ovino al ser de traslado més facil y de mejor rendimiento. La disminucién de los costos de transporte, tertestre y maritimos, hizo factible esa exportaci6n a pesar de la competencia de orros paises que, como Estados Unidos, se halla- ban més cerca de los mercades del Viejo Continente, Pero esto obedecio también al mejoramiento del plantel ganadero, con la inrroduccién del Shocthorn y otros animales de calidad que con- usibuycron a adaprar fa carne vacune al gusto europeo. Los vacunos criollos, que en 1888 representaban el 80% cle las existencias, disminuyeron al 65% en 1895 y en la provincia de Buenos Aires la proporcién en ese afio fue menor, ya que sélo Tle gaban al 50% det cotal de Tas existencias provinciales: proceso Gite coincide con el aumento de los alfalfares y del cultivo de tri- g0-linoy maiz. El principal comprador de ganado en pie fue Gran Brerafia, necesitada de incrementar su abastecimiento de carnes en momentos en que se desarrollaba fa guerra de los Béers en Su- diftica. Pero el avance de la industria frigorffica, el mayor refinamien- to del ganado y la prohibicién dela importacién de ganado en pie establecida por el Reino Unido en 1906, con el argumento eros 34 de que cl ganado argentino estaba afecrado por fa aftosa —me- idida que beneficiaba a los incereses figorificos briténicos—inau- guraron una nueva etapa, en Ia que predomina la elaboracién exportacién de cares vacunas congeladas y enfiiadas. ‘Una de las caracteristicas de la evolucién ganadera en la pam ‘pa hnimeda en esos afios era el gran tamafio medio de tas explo- taciones. Ef Censo de 1908 revela que en la provincia de Buenos Aircs los predios de menos de 300 hectareas, que representaban 1 76,5 del toral de explotaciones, tenfan slo el 12% del roral de cabezas de ganado bovino y el 119% de las del ovino, mientras ‘que, ea el orto extremo, los de 5.001 hectireas o mas de superfi- cie el 15% del total de explotaciones— disponian del 38,5% de caberas bovinas y el 34% de las ovina. Fueroa los progresos técnicos en el procesamiento de la carne yen el transporte ftigorifico los que permitieron ensanchar el ne- gocio de la exportacion ganadera, La produccién de ovinos fue orientada para producir lana y carne y el vacuno mestizado para mejorar la calidad. Esto requirié una mejora de Jos pastos naru- rales mediante siembra de forrajeras y de cereales, lo que permi- 1i6 que, hacia 1908, ef 90% del ganado estuviera refinado. El cambio en la actividad ganadera determind que la pro- duccién de Janas finas se trasladara hacia el sur det pais, mien- tras que las tierras mis ricas de la regién pampeana se utilizaron para la crfa de razas bricénicas de ovejas, como lz Lincoln, que producian no sélo lana, sino también carne, y fandamentalmen- te para la introduccién y erfa de nuevas razas de ganado vacuno, como el ya mencionade Shorthorn, Aberdeen Angus y otras. Es- tas cames, que requerfan cle una agriculcusa extensiva para pro~ veer los forrajes necesarios, renfan come destino fundamental el mercado externo, y en particular Europa. Se desartollaron, en- ronces, modernos establecimientos, divididos por alambrados, con molinos, galpones, aguadas y todo tipo de insealaciones, que permitieron a la Argentina transformarse en uno de los princip: les abastecedores mundiales de productos agropecuerios. En 1910, por primera vez Argentina supetabaa Estados Unidos como pro- veedor de carnes enfriadas a Inglaterra, fendmeno que se pro- fundizacia en los afios siguientes. Elandlisis de la industria de las carnes adquiere particular im- 35 portancia debido a su peso decisivo en el rumbo econémico del pais, vinculada, como estaba, con los mercados externos, y fi- nanciada en gran medida por capital extranjero. Asimismo, la pro- duccién y consumo de carne comprendia los intereses de grandes grupos con incidencia politica y econdmica. [Los capitales ingleses fueron los primeros en desarrollar fain dustria frigovifica en el pais, acompafiados en menor medida por capitales nacionales. Pero en la primera década del siglo, se radi- caron plantas pertenecientes a los principales frigorificos nortea- mericanos del llamado «Club de Chicago» (porque provenian de esa ciudad), cuya finalidad era abararar las exportaciones dest: nadas al mercado britinico de cares, aprovechando fa mejor ca- lidad de fa materia prima y los menores costos de produccién lo- cales (que mds que compensaban los mayores fletes). El primero fue ef Swift, en 1907, a través de la compra de un frigorifico exis- tente, La Plata Cold Storage, destinado sobre todo a la prepara- cidn de carne enfriada, En 1909, la National Packing Co. (Swift, ‘Acmour y Mortis) adquiié el frigorifico La Blanca, una planta de propiedad argentina que fancionaba en Avellaneda; mientras Sulzberger & Sons negociaba con el Frigorifico Argentino, al que finalmense arrendé en 1913, De este modo, por el aporte de esos frigorificos, el yolumen de exportaciones de carnes norteamericanas hacia Gran Bretafia dis- minuyé en la misma medida en que aumentaron las exportacio- nes argenitinas. Pronto, los frigorificos norteamericanos, que te- nian una tecnologia superior ales ingleses yargentinos, comenzaron a hacer fuerves demandas a los ganaderos, con el propésito de po- der embaicar al mercado europeo, principalmente el inglés, carne cenfriada (chilled), muy similar a la carne feesca, en lugar de carne congelada, Esto va a definir una serie de procesos, tanto econémicos co- ino politicos, que repercutirén fuertemente en fa sociedad argen- tina. La primera cuesti6n es técnica, ligada a la materia prima que necesitaban los frigorificos para elaborar nuevos productos y se debe a que la aparicién de la industria del enfriado provocd una modificacién en el tipo de razas ganaderas y una nueva delimita: cién de la pampa hiimeda, eliminando ciertas regiones e incor- porando otras, como ya lo hemos sefialado. 36 (Otra cuestién, vinculaus tambien a este problema de Ja ma- teria prima, ubedece al hecho de que Ia Gane werifiiadw (a die fereacia de lz econgelada, que permanece varios meses ent los frigorificos y pierde gusto y calidad) no permite una larga con- servacién y para satistaccr una demanda constante era necesario ar con buenos costes todo el afio. Esto deccrmind Ja apari- in dean nuevo tipo de ganadero, el invernador, que dispo- niendo ce mejores pastusas estaba en condiciones de asegurar una centrege petiédiea, lo que resultaba esencial para la industria del cenftiado y les permitia vener un tratamiento especial por parre de los frigotificos. Los ctiadores, por el contrario, no contaban con campos de la misma calidad y disponfan de tres opciones: 0 comescializaban sus productos directamente én los mercados constimidores loca~ les; 0 lo destinaban a [a exportacién del «congelados; 0, final- mente, se dedicaban solamente a la crfa de ganado paca luego ven- derlo a los invernadores. Estos engordaban los animales hasta que estuvieran listos para la maranza y los revendian a los frigorificos. Pero los acuerdos a que Slegaban los grandes frigotificos y las ‘empresas navieras, al imponerle precios a la materia prima, per~ judicaban por igual a invernadores y criadoves. El negocio de los frigorificos residia en la compra del ganado listo para la maranza, su procesamienta y la venra de lacarne para sex consumida en el pais y, sobre todo, en el exterior. Su interés cadicaba principal- mente en obtener los mayores mArgenes de ganancia entre los pre- cios de compra y de venra. El beneficio también se vinculaba al volumen de ventas, debido a las elevadas inveesinnes ¥ cossros, pa- rao cual dependian de los constantes suministrne El transporte era un punto fundamental para fa obtencién de ganancias. Esto se debia a la duracién del viaje.a Furnpa (30 dias aproximadamente) y al carfcter perecedem de la carne enfriada, pues si ésta no se consumfa dencro dle los cuarentn dfas siguientes ala matanza debfa congelarse, liquidéndose con pérdida, La si- tuacién se agravaba por Ia escasa disponibilidad de hodegas para elenvio a Gran Bretafia, que habfa que reservar con anticipacién. La inrupcién de los establecimientos frigorificos de capital nor- teamericano originé una fuerte competencia con los de origen in elés,-rivalidad que fue denominada «guerra de carnes, en teali- 37 dad una «guerta de precios», ranto en fa compra como en la ven: ta de los productos. Pero los problemas que suscitaba esta situa idn inestable llevaron a la conclusiéa de una serie de acuerdos para la discribucién de las facilidades de transporte, que se deno- minaron «conferencias de fletes» (dando lugar al llamado poo! de los frigorificos). Su propésito era regular los suministros al mer- cado briténico, para poder ajustar la eancidad a la posibilidad de absorcién del mercado. Con ello comenzaron a fijar los precios del ganado con mayores margenes de beneticio. 6. Laagriculeura, el boom agroexportador y el comercio exterior En realidad, hasca 1880 la produccién agricola era muy escasa y-el mercado interno se abastecta importando trigo y otros cerea les. Las colonias agricolas fundadas después de la caida de Rosas, especialmente en la zona central de Santa Fe, tuvieron una cierta expansidn hacia fines de la década de 1860 gracias ala guerra con tra el Paraguay, que cred, por las necesidades de abastecimiento del ejército aliado, un mercado muy cercano a ellas; pero luego co- ‘menzaron a languidecer. La falea de medios de transporte y su al- «0 costo obligaba a los colonos y agricultores a mantenerse muy cerca del sfo Parand; la existencia de zonas dominadas por los in- digenas impedia expandir kz frontera agricolo-ganadera y creaba tuna permanente inestabilidad en fas éreas de produccién; y la ma- no de obra y cl capital eran insuficientes, El insuficiente tamafo de las concesiones agricolas en las colonias y la mala locacién ge- ogrifica de algunas de ellas eran otros inconvenientes. Como seftala Scobie, las colonias agricolas de Santa Fe de- sempefiaron un papel importante para lograr el antoabasteci- miento de trigo (codavia hacia mediados de la década del 70 se importaban cereales y harinas), pero fueron otras citcunstancias Jas que permitieron la expansién de la agricultura, ‘La inteoduccién del ferrocarril, a derrora total del sindio» y la llegada masiva de inmigrantes zesuelven en parte esos problemas y hacia 1890 el sector agricola comenzé a crecer aceleradamenre. Pero, aun cuando las colonias santafesinas siguieron creciendo en 38 | 1 | i Ia década de 1880, facton las necesidades de la actividad yana- idera, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, las que posibi- litaton el doont cercalero. Lu expansidn de la frontera no aélo solucioné el problema de a escasez de tierra sino que permitié también ampliar ef tamafio de Jas parcelas haciéndolas més rencables, aunque come conse cuencia de la inrerrupcién del proceso de colonizacién; del au- iento del precio de la tierra y de la introduccién de fa agriculta- sven la zona ganadera, sustentada en la gran propiedad rural, Ja explotacién agricola tipica tended como base el arcendamiento. E] fercocarril disminuyé considcrablemente el costo de los fctes, facilieé la movilizacién de la mano de obra y difundié a lo largo de las vias el cultivo de cereales, en especial del erigo. A sa vera fueron apareciendo pueblos y ciudades y obras de infra- estructura que facilitaron la comercializacién de tor granos. El mapa agricolo-ganadezo experiment6 grandes cambios al incor- vporarse a fa agricultura zonas hasta entonces marginales'o de cadas exclusivamente ala ganades(a, como cl oeste y el sur de Buc- nos Aires, el sir de Ciedoha y parte de J.a Pampa. Hasta los afins nioventa el anmenta de fa praduccién agrico- Ja sélo sirvid casi exclusivamente para cubrir la demanda inter~ ina, pero luego dio lugar a la generacidn de un excedente y en poco tiempo la Argentina se transformé en una gran exporva- dora de ceteales, Esto no se debid, en lo fundamental, a isn ii cremenco de fa demanda mundial de alimentos. Incluso, en esa época —mediados de la década del 90— los precios inverna- cionales de los productos agropecuarios estaban en baja (wubi- rin hacia fines de siglo) como consecuencia, entre otros facto- res, de la incorporacién al mercado mundial de nuevos paises agsicolo-ganaderos. Lo que hizo posible las exportaciones ar- gentinas y Las volvié competitivas eran los bajos costos de pro- dluccién, logrados por la disminucién de las gastos de transporte; la amplia disponibilidad de tierras y las formas predominantes de explotacién, basadas en el arrendamiento. La crisis agricola ‘europea y Ia desvalorizacién del papel moneda jugaron también un rol significative, Hay que destacar todavia dos cuestiones clave. Una de ellas fae la modificacién del perfil de la actividad ganadera debido a la ac~ 39 i6n del frigorifico y al incremento de la exportacién de carnes de buena calidad, lo que obligé a mejorar el plantel ganadero y as pas- turas, Las formas de tenencia de la tierra y el mocto de produccién tavieron mucho que ver en ello: los terracenientes bonacrenses di- vidian la tierra en lores que arrendaban a chacareros, generalmén- te inmigrantes con elementos y recursos propios, por un-lapso de «tes afios, con la obligacién de sembrar line y trigo los dos prime- ros afios, y el tercero, alfalfa para el engorde del ganado. Luego, debfan abandonar la parcela y recomenzaban el mismo proceso en otro lugar de la estancia o en otra propiedad. Asi, se eliminaban los pastos duros, disponiendo en su lugar de una pastura continua y nutritiva para animales de calidad, importados, criados para ex portar su came, De esta manera se afianzé la economia ccrealera vinculada el negocio ganadero, La orientacién exportadora fue an fuerre que cen muchos de los contratos de arrendamienco se prohibia expre- samente al arrendatario dedicar una parte de su predio para otto tipo de exploraci6n —hortalizas, legumbres, cexdos, vacas leche- ras y aves, destinada a consumo local y doméstico. La segunda cuestién estaba vinculada con el avance tecnol6gi- co debido al proceso de anecanizacién del agro. Lento en un prin- Gipio, contribuyé a suplantar la falta de brazos ya aumentar el ta- mafio de las chacras, Las importaciones de maquinasia agricola cubrieron esta necesidad ante la carencia de una produccidn na- ional. De 1891 1910 entraron al pais cerca de 200,000 cose- chadoras y mis de 11,000 erilladoras. El incremento de la produccién y de las exportaciones de rri- goy maiz, los dos cereales mas importantes, testimonian la mag- hivud de fa expansién agnivole ea eos afios. La supeaficie culti vada total pasé de 4.892.000 hectireas en 1895 a 16,304,000 en 1908, destacdndose en este proceso la provincia de Buenos Aires, donde los cultivos de trigo, lino y mafz aumentaron entre esas fe- chas un 185%. La convirtié ala Argentina en una gran exportadors de cereales y el trigo fue el simbolo de la translormacién, Las exportaciones de trigo pasaron de 6 mil toneladas anuales en el perfodo 1875-79. 4.801 mil coneladas anuales en 1895-1899 y 3.798.000 (su pico maximo, después descendid) en 1907-1908, Las de maée cw 40 generacion de un excedente a partir de 1890. ron una evolucién similar, mas volitiles pero, también, en algu- ‘nos afios on voldimenes aun inayores. “Un aspecto interesante es el de las condiciones de acceso del seqiut agricola a los biencs de capital en comparacidst vot otras regiones de caracterfsticas aparentemente similares, como Cana- dé, En cl caso canadiense, esas condiciones cran mucho sds a- vorables, por diversas razones. La primera de ellas se relacionaba con un sistema de créditos de largo plazo, en condiciones mis ventajosas que las otorgacas enel sistema crediticio informal que predominaba en la Argenti- nna, Entre otras cosas jagaba alli un rof significativo la propiedad de fa tierra, E] mayor acceso a esa propiedad de los productores canadienses, asi como una distribuciéa mds homogénca (con trascante con Ia polarizacién en latifundios y minifundios de la Argentina), facilitaba la garantia de los eréditos, disminuyendo su riesgo y, por lo tanto, su costo. La segunda se debia a que la agrienltura canadiense ocipaba tun lugar central en fa estcategia de produccién rural, mientras en la Argentina se encontraba subordinada a la ganaderia, que ge- neraba tun marco poco propicio para incosporas masivamente bic nies de capital y condicionaba el acceso a la tecnotogia. Ta rercera rena qne ver can la distribucidn de costos enere los terratenientes (que absorbfan los costos fijos) y los arrendatarios (que se bactan cargo de los variables) y diferia en la Argentina de Ja de Jos farmers canadienses, que se velan afectados simulcénea- ‘mente por ambos ripos de onsras, lo que generaba un contexto que iimpulsaba a Ja incorporacién de capital fijo. Esto cxplica, entre otras cosas, ta diferencia norable entre los dos paises en cuanto al desarrollo simuledneo en Canads de la pro- duccién agricola y de la industeia productara de hienes de capi- tal frence a la dependencia casi coral de las impostaciones de este lltimo tipo de bienes en la Argentina. Laevolucién del comercio exterior argentino muestra, au vee, que la economia estaba fuertemente ligada al mercado externo, Entre 1880 y 1890 la balanza comercial fue deficiearia y el inrer- cambio comercial se sostenfa por el flujo de capirales que venfan del exterior. Pero luego de la crisis de 1890 la balanza comercial pusé a scr superaviraria. Esto se debid, en parte, a la reduccién de Ah las importaciones, como conseeuencia de los arreglos realizados para el pago de la deuda. Sin embargo, la razén principal la cons. xiruy6 el hecho de que empezaron a fructificar las inversiones an- xeriores: In pampa hiimeda comenz6 a producir en grandes can- tidades y se inicié el boom agroexportador, un fenémeno que se amplié en la primera década del siglo XX. En el quinquenio 1900-1904, se registraron exportaciones por 448 millones de pesos moneda nacional, y un superdvit de la ba lanza comercial que aleanzaba los 153 millones (casi el triple que en el iltimo quinquenio del siglo XIX). En el periodo 1905-1909, las exportaciones treparon a 761 millones de pesos y Ia balanza | volvié a registrar un importante saldo positivo: 154 millones. Las exportaciones agricolas pasaron a representar un 60% de las ex. portaciones en este tiltime periodo y, dentro de ellas, se destaca- ron los cereales. Enure las exportaciones ganaderas, las de carne. superaron a las de lanas. | ‘Si se analizan las importaciones, hasta 1910 las més cuantiosas ‘eran las de bienes de consumo. Recién en el perfodo 1910-1914, las compras de materias primas sesian aun mayores. Las importa. ciones de bienes de capital, en cambio, se ubicaron en rodos estos aos en of rercer lugar, siendo destinadas fundamentalmente a la construccién de la infraestructura ¥ al cransporte, a fin de consoli- dar el esquema agroexportador. : Es importante, también, considerar el origen y destino de his exportaciones ¢ importaciones. Hacia 1910, Gran Bretafa habia alcanzado el primer lugar entre los clientes de la Argentina. Lac~ | go sc ubicaban Alemania, Francia, Bélgica y Estados Unidos. En cuanto a Jos proveedores, los mas importantes eran también fos bricdnicos, y luego seguian Alemania, Estados Unidos, Francia, — Beélgica ¢ Tealia. } EI principal socio de Argentina, con el que mantenia aproxi- ; madamente un 30% de su comercio exterior desde la primera dé- ~ cada del siglo XX, era entonces el Reino Unido. La relacién co- ‘mercial bilateral resultaba bastante simple: Argentina vendia carne i : i | a y, en menor medida, otros productos agropecuarios, e importa- ba de las islas britdnicas tejidos de algodén y lana, carbén, mate- rial frroviarioy hierro. Este tipo de intercambio constitula el fun damento de la larga relacién comercial con aquel pais, Io que 42 impriuid af mismo algunas de sus principales caracteristicas. La balanza comercial entre ambas naciones Fue deficitaria para la Ar- gentina alo largo del siglo XUX, para equilbratse luego, sise in- Elayen las exportaciones «por Grdenes» (es decir, sin un destino final en el mercado brivinico), al comenzar el nuevo siglo, y em- pord a atrojar 1p superdvir casi permanente a partir de 1914, lo {que petmitisia financiar una parte de la deuda externa y del flu- jo de intereses y dividendos de las inversiones britinicas en el pais en aftos posterinres. El inicio del siglo trajo afios de wépida expansion econdmica y permitié aa clase dominance festcjar rumbosamente el primer Centenario de la Revolucién de Mayo, en 1910, En este marco se configuré la leyenda que atribnaa a pais del Plata la condicién de “granetn del mundo» o «granero del orbe» seein la generosa li- cencia poética de Rubén Dario. Sin embargo, esta afirmacién es- tahs lejos de ser avalada por los hechos: en ef momento de su ma- yor auge, en 1907, la Argentina exa el tercer exportador mundial de granos con 4 millones de toneladas, bastante atras de Rusia y Estados Unidos, que exporvaban cada uno més de 7 millones. Por otra parte la comercializacién de los cereales estaba en manos de un pool de empresas internacionales, denominadas los «Cuatro Grandes»: Dreyfus, Weil Brothers, Huni &¢ Wormnser y Bunge & Born, donde predominaban los capitales de origen europeo. De todos modos, hacia 1903, con ef nuevo flujo de capirales que llegaron —que durarfa una década—, se produjo otro ciclo deexpansidn y un nuevo proceso de endeudamiento externe, que no estuvo esta vez-acompafiado por un deficit comercial sino por un balance comercial positivo. El modelo agroexporcador, particularmente en el curso de la década que precedi ala Primera Guerra Mundial, cuvo una apre~ ciable performance en materia de comercio exterior, inmigracién y movimiento de capitales, y altas tasas de crecimiento, lo que alenté a la clase dirigente a imaginar un brillante «destino mani fiesto» para la Replica Argentina. Se confiaba en el desarrollo basado en la supuesta inagotabilidad de las riquezas naturales, en Ja perenne continvidad del endeudarniento excerno y en la ina~ imovible disposicién del mundo a adquirir y abonar los bienes producidos en las fértiles ticrras de fa Pampa Hiimeda. A cllo se AB afiadia la ereencia de que el destino del pais se encontraba en fag ropias manos, liuciendo caso emiso a la condicién asimétici y periférica de la insercidn internacional de la nacién y al hecho de «que las decisiones globales se adopraban en otros fares. : La realidad no tard6 en mostrar que la Argentina dependia de las grandes potencias industriales, en particular las europeas, y contaba con una base productiva precaria que distaba de brindar = a su poblacién en crecimiento un bienestar como e! que empera= ban a alcanzar los habitamtes de Australia, Canadé, Estados Uni dos y los paises del norte europe. Entre otrae cosas fa configuraci6n del modelo agroexportador provocé en general el retraso de las economéas regionales, La tec- nologia utilizada y el primitivismo de muchas de esas actividades estaban mas cerca de la artesania de lo que se consideraba una ac- tividad plenamente industrial y no podian soportar, por ejemplo; en el caso de los textiles, la competencia de los bienes importados, Con la consolidacién de este esquema comercial y productive, | las economias del Interior debieron reorientar su produccién en funcién del nuevo orden. El Litoral —Buenos Aires y su zona de influencia— pas6 a constituir un mercado de envergadura que ab- sorbia la oferta de ciereos productos del Interior, sobre todo aie mentos: vinos, azGcar, yerba mate, frutas secas, aguardiente y otros. Gracias a la proveccién estatal, producto de la alianza entre la clase dominante pampeana y parte de las oligarquias provincia- Jes, algunas provincias desazrollaron actividades lucrativas. Ast, debido al proteccionismo y las subvenciones, se expandié en ‘Tu- cumin (y también en Salta) la industria azucarera. A su_ve2, por sus propias condiciones naturales, cobr6 importancia en la regin de Cuyo la industria vitivinicola; en el Gran Chaco la explora- idn forestal, y en Misiones In yerba mate, La llegada del ferroca- rril a las provincias més lejanas de los grandes puertos hizo posi- ble la conformacién de un mercado nacional, y esas producciones pudieron llegar a los grandes centros de consumo. La expansidn de algunas de esas economias regionales, como la aaucarera, por ejemplo, contribuyé al enriquecimiento de grapos muy concentrados de las oligarquias provinciales, que a través de ‘sus vinculaciones politicas podian obtener grandes fortunas. En el caso de Cuyo Ja situacién fue distinta y la disponibilidad de tie- 44 rras y el Upo de cultivos permitieron ta formacidn de una fuerte clase media, proveniente en gran medida de la inmigracién. ero las tradicionaies producciones del Interior no Hlegaron al mercado internacional y no pudieron competir con las manufac- caras importadas, que accedfan en mejores condicionesa medida gue se desarrollaba el sistema de transportes. Ei desarrollo de la economia agroexportadora, con el librecambio como uno de sus pilares, condend a vastas regiones del pais sucurmbir ance las le- yes det mercado y a ver desaparecer sus pioducciones artesanales por fa competencis de bienes provenientes de los principales cen itos industriales del mundo. ‘Asf, no sélo se consolid6 tuna estructura social fuertemente con- centrada sino qui, también, se produjo un desarrollo desigual entre las distintas regiones del pais, privilegiando ala regién pampeana y retrasando al Interior del pais, con las excepciones mencionadas. En sintesis, en el plano productivo, la Argentina agraexposta- dora —caracteristica que en términos generales se mantuvo co- mo rasgo dominante de la economia desde los afios ochenta del siglo XIX hasca la década de 1930— se asentaba en una peculiar dotaciin de factores propios y ajenos: grandes recursos agricolas, capicales excernosy amplias masas de poblacién inmigrante. Des- de el punto de vista de la insercién en el mundo, la Argentina se fue rransformando en un gran exportador de productos agsicolas e importador de manufacruras y bienes de capital, favorecida por ‘una divisién internacional del trabajo, cuyo ee principal era Gran Bretaiia, a porencia hegeménica de la época. Pero este esquiema comenzé a resquebrajarse en la década de 1920 y, sobre codo, tras fa crisis de 1929, cuando quedé en cla- 10 que una economia primordialmente agroexportadora no tenia asegurado ya su lugar en el mundo. 7- El sector industrial Apres de 1880 Ia indusreia argentina, en el sentido moderao, de la palabra, era muy midimencatia, Los establecimientas fa briles peopiamenre dichos pricricamente no existian. Aquellas industrias ligadas a la exploracién pecuaria wadicional, como 45 Jos saladeros o las graserias, se hallaban en una etapa de decti- nacién que se acentuarfa con [a aparicién del frigarifico y la f= nalizaci6n del «ciclo de la lana». Algunas artesanias del Interior, como las textiles, todavia subsistfan, segiin puede apreciarse en el Censo de 1869, pero eran de cardcter doméstico y el des gue econémico de la década del 80 las hacia desaparecer répi- damente. A pesar de estas falencias, una naciente conciencia industrial comenzaba a revelarse. La crisis mundial de 1873, que repereu- ti6 enseguida en la Argentina, puso de manifiesto ia fragilidad del proceso de apertura externa impulsado por el gobierno de Mitze y basado en el ingreso, madesto todavia, de capitales ex: tranjeios, 7 en el incremento de las exportaciones laneras. La discusién de fa Ley de Aduanas, en 1875 y 1876, dio lugar a que se planteara un agitado debare parlamentario en el cual, re- viviendo la vieja polémica proteccionismo-librecambio, se pt so en discusin el modelo de pais que se queria: 0 una mayor incegracibn a los mezéados mundiales sobre la base del desarro- lo exclusivo de la economia agroexportadora, 0 una estructura productiva més equilibrada donde, junto al sector agropecua- rio, pudicra existir una industria nacional, que hiciera posible la aceleracidn del crecimiento econdmico y minimizara la vul- nerabilidad externa. Vicente Fidel Lépez, Carlos Pellegrini, Dardo Rocha y Mi- guel Cané, defendieron esta segunda tesis, implicitamente ex: puesta en el debate, Vicente Fidel Léper seftalaba, por ejemplo, que la opcién librecambio-proteccionismo dependia del tipo de paises que ponian en prictica una u otra politica. La primera de ella, el librecambio, correspondia a aquellos que ya tenian una industria consolidada y no temfan la competencia de ocras na- clones, mientras que el proteccionismo, ajustado a wérminos ra zonables, deberfa ser la politica de quienes provefan materias primas a los paiscs industrializados. Lopez agregaba que no era suficiente que un pais tuviera grandes riquezas naturales sino que también se necesicaba estimular el trabajo productivo (in- dustrial y manufacturero) tinico formador de riqueza, ya que el valor agregado por ese trabajo a la materia prima resultaba ma- cho mayor que el ini , por su parte, alercaba sobre isa Jas consecuencias negativas de transformar el pafs en una mera ‘granja de Jas grandes nacfones manufactureras». ‘La sancién de la Ley de Aduanas de 1876 reflej6, en parte, ya que sus principales objetivos eran fiscales, las proposiciones de aquellos sectores. En ella se establecen derechos aduianeros de 140% para diversos articulos de consumo, como calzado, ropa y confecciones, y del 235% para muchos articulos alimentarios, me- didas que estimularon, aunque no fueron acompafiadas por otras de fomento industrial, la creacién o el desatrollo de algunos im- portances establecimientos fabriles en as décadas de 1880y 1890. LaLey presentaba, de todos modos, muchas incongruencias, co- mo en el caso de los motores diesel, que se fabricaban en el pais en peqquefiaescala y pagaban un arancel 20 veces menor que el de los motores de combustidn interna que se importaban en su cotalidad, como en el de la hojalata, bronce, zine y acero, que abonaban ef 259% mientras que muchos artefactos fabricados con esos metales no pagaban derechos. Fstos y otros ejemplos han sido invocados, junto con el al- to porcenraje de importaciones libres de derechos, cerca de un 30% entre 1905 y 1919, como un testimonio del denomina- do aproteccionismo al revése, que habria regido la politica adua- nera y desalentado el desarrollo industrial. Esta aficmacién ha sido discucida por algunos auores que piocuraron demostrar que la tarifa argentina ao fue tan baja como se ha creido, te- niendo en cuenta su estructura, los precios internacionales y otras variables. Pero lo cierto es que el siscema arancelario no tuvo demasiados efectos sobre el sector industrial, en especial sobre las ramas mas dinémicas de la época. Segiin el Censo de 1914, la importacién de productos textiles, por ejemplo, repre sentaba esc afio cl 77% del consumo interno y la cle productos metahirgicos, el 67%. ‘Un problema adicional que contribuyé a agravar la despro- tececién fue el que se generé con la Ley Arancelaria de 1906, que modificé a la de 1877. La nueva norma fjaba un valor de aforo para cada producto que sélo podia ser modificado por otra ley —y hasta la década de 1930 se produjeron nada més que dos modificaciones, en 1920 y 1923, lo que provocs, en la medi da en que los precios internacionales comenzaron a distanciar- 47 se de los valores de aforo, una seria reduceién, en términos ren les, de las tatifas. En 1910 éstas representaban en promedio el 92,7% de su valor arancelario, pero en 1916 habjan descendido al 59,496 y en 1918 al 33,1%. El Segundo Censo Nacional de 1895 y el Tercer Censo Na- cional de 1914 permiten evaluar la evolucién de Ja industria ma- niufacturera en el perfodo 1880-1914. De la época anterior a 1895 s6lo existen informaciones fragmentarias, principalmente tun Censo realizado por la Union Industrial Argentina, en 1887, sobre establecimientos situados en Buenos Aires. La mayoria de Jas industrias existentes entonces no eran verdaderas fibricas si- no talleres basados en el trabajo manual, con escasa 0 nula me- canizacién, La fibrica de camisas més importante, por ejemplo, empleaba s6lo un motor de 1 HP, y en toda la ciudad de Buc- nos Aires los cuatrocientos establecimientos industriales mas im- portantes reunian en conjuato, en fuerza motriz, 1.300 HP. La mayorfa de ellos se dedicaban a la transformacién de materias primas producidas en el pais y predominaban en especial las in- dustrias del cuero y dela madera. La industria textil era muy pre- catia y la metakingiea, aunque numerosa, estaba basada en talle- res mecinicos, herrerfas y hojalacerias. En el Interior existian en forma incipiente industrias alimen- tarias basadas en productos locales como el azsicar, de cierta n=. | vergadura, fa harinay diversos licores. Por otra parte, en ¢s0s aiios se ereaban los primeros frigorfficos. El Censo de 1895 arroja resultados un poco mejores, En Bue- nos Aires, por ejemplo, donde pueden hacerse comparaciones res 7 pecto de 1887, el néimero de empresas se duplica y los capitales humentan en valores conscantes casi cuatro veces. La sicuacién ge- neva, sin embargo, distaba de ser brillance, como puede dedu- cirse del andlisis de las cifras censales. | El Censo de 1914, que refleja el estado de fa industria en 1913, muestra ya algunos progcesos significativos en clestas ta | ‘mas, Las industrias alimentarias, que ya predominaban en 1895, experimentaron un crecimiento significativo entre los dos cen 505, en especial en el niimero de establecimientos (284,3%), la fuctza motriz (365,9%) y el personal empleado (177,1%). El desarrollo de esta rama se debis «la consolidacin del indus: 1 48 tria Irigorifica y a la aparicidn de establecimientos dedicados a la fabricacidn de kicteos, galfetitas, bebidas, etc., que sauisfacian las necesidades del creciente mercado interno. En 3913, esas indus- srias representaban cerca del 40% del roral de establecimientos, la mitad del capital existente, ef 60% de ta fuerza moxtix. y mas de fa mitad del valor de fa produccton. En las dems ramas la evolucién fire mucho més lenta y la ¢5- tructura del sector no presentaba grandes cambios, Las indus- trias mecénicas progresacon por el desarrollo de los talleres fe- rroviarios, que ocupaban a un numeroso peisonal y se discributan en buena parte del territorio nacional, El avance de la edificacion, vias de comunicacién y orras obras de mejoramiento ¢ infraes- tsuctura, explica los cambios en el sector de la construccién. En Ja industria metahirgica seguian predominando los pe- quefios establecimientos y su grado de mecanizacién era muy bajo, aunque en 1913 podia notarse un aumento respecto a las ciftas insignificantes de 1895. La industria textil, salvo alguna excepcidn, como Alpargatas, tenia escase envergadura, al pun- a de abastecer sélo ef 23% del consumo interno a diferencia de la rama alimencaria, que atendia ya el 91% de Ja demanda local. El retraso textil se debia, mas que a problemas técnicos 0 ‘econémicos, a la fuerte competencia de los textiles importados yaa accidn de los intereses ligados a esa importacién. ‘Con todo, en la segunda mitad del siglo XIX, con el erecimien= todela ciudad de Buenos Aires ysu evolucién, la concentracién de la riquera, el desarrollo de importantes obras piblicas y el flujo de inmigrantes, se produjo un incremento en la demanda de bienes. Sibien la mayoria de esa demanda era satisfecha por la imparta- cién, la cercanfa a los consumidores ofrecia un Factor arractives pa- “ra quienes osaban establecer mevas actividades. Fee arigind el ose ablecimiento de numerosas pequetins emprendimientos dedicados a sarishicer esta demanda en avunento, Los empresarios, en general, eran extranjeros, llegados al pats poreando canocimientos téenicos o pricticos de la rama en la que se instalaban, poseyendo en gene- zl un pequefio capital propio o prestado. Camminmente comenzi- zon con escalas productivas muy modestas, En este contexto, a per tir del afio 1860 se destacan los emprendimientos de Bieckert, Bagley, Noel, Peuser, Bianchett y otros inmigrantes. Si bien sus 49 negocios se concentraton en bienes de consumo donde contaban con la cercanfa del mercado, como alimentos, bebidas ¢ imprenta, Inubo casos atipicos, como fundiciones y talleres mecénicos La conformacién, constitucién ¢ instalacién de empresas pri- vadas se aceleraron en las décadas siguientes de la mano en mu- cchos casos del capital extranjero. Si bien las firmas industriales © tranjeras representaban una porcién minima del capital foréneo cen el pais, su imporcancia es indiscutible ya que controlaban los grandes establecimientos manufactureros en secrores clave del mo- delo agcoexportador. Tal es el caso de la produccién frigorifica (dominada por las empresas Bovril, Swift y Leibigs), la produc- cidn de ranino (Quebrachales Fusionados —La Forestal—) 0 los propios talleres ferroviatios, que consticuian las grandes empre~ sas metaliirgicas de la época. La mayor parte de las instalaciones fabriles registradas a finales del siglo pasado macieron ya grandes, basadas en sectores provegi- dos y beneficiadas por cauisas naturales o por medidas oficiales. Se ubicaron, sobre todo, en Buenos Aires, Tucuman y Mendoza. Pax salelamence comenzaron a notarse los primeros sinromas del de- sarrollo fabril en ciuclades como Cérdoba y Rosario, donde se for- maban niicleos muy incipientes. En el rubro textil, promediando la década del ochenta del si- glo XIX, se instalé en Buenos Aires la Fabrica Argentina de Al- pargatas, compuesta por capitales argentinos e ingleses (con ma yorfa de este tiltimo). Por su tamafio, esta empresa dominaba la ‘actividad en la Argentina, primero en fa fabricacién de alparga- tas y luego en otros productos en que fue diversificandose, En 1899, Oito Bemberg fundé la Brasserie et Cervecerie Quilmes, que desplazé a Bieckere del liderazgo del mercado. La instalacién de esta planta impulsé a Leén Rigolleau, un fabricante de vidrio, ainstalar una nueva fibrica cetca de su principal cliente, para pro- veerlo de botellas, A su vez, en 1901 se fundé La Martona, dedi- cada ala elaboracién de kicteos, dominando el mercado, y en el mismo afo se formé la Rfo de la Plata Flour Mills and Grains Elevators (Molinos Rio de la Planta) en Puerto Madero, con una capacidad de molienda del 10% del trigo cosechado en el pais. En el rubro metakirgico surgieron las empresas Tamet y La Can: tibrica. Tamet nacié como un pequefio taller y siguié creciendo 50 juasta convertirse en la mayor empresa metalirgica de América del Suir en la décaca de 1920. Hacia 1913, sin embargo, Ia industria jugaba un papel secun- casio en el desartollo econémico del pats y su crecimiento era me- nor que el de las importaciones. Si bien entre 1895 y 1913 se ad- verte un cierto avance en el personal empleado y la fuerza motriz utilizada, esto tiltimo teniendo en cuenta el grado casi nulo de mecanizaci6n de fines de siglo, ese progreso se realizé en beneft- dio de Ins industrias ligadas a la exportacién, como los frigorifi- cos, al ransporte y a la consteuccién, y al corisumo local de ali- mentos. El sector manuificturero representaba un escaso 15% del PIB cn 1913 y s6lo un acontecimiento externo como {a Primera Guerra Mundial, al cerrar los mercados europeos, permiticia ini- ciar un intenso aunque breve proceso de susticucién de importa- ciones que cambiaria en parte el perfil industrial. 8. El sistema monetasio, el endeudamiento externo y las crisis financieras En su desarrollo el modelo agroexporrador se caracterizd por su discontinuidad: arravesé distineas etapas supeditadas a condiciones internas y externas: 1880-1890 (primer proceso de expansién in- terrumpiclo por dos crisis importantes), 1890-1902 (esrancamien- toy recuperacién de la crisis de 1890), 1903-1913 (perfodo de ma- yor auge del modelo), 1914-1918 (soportando los problemas ~ originados por la Primera Guerra Mundial), 1919-1930 (nuevo dlespegue y declinacién). Cada etapa presents particularidades, aun- _que pueden ser interpretadas en un marco conceptual comtin, pues- to que sus rasgos predorninantes tenian directa relacién con los pro= pios cimientos 0 caracteristicas estrueturales del modelo. Ya en 1873 la crisis general del capitalismo que goipeé a Eu~ Topa tuvo severas consecuencias econémicas para la Argentina, cuando la presidencia de la Nacién era ejercida por Nicolés Ave- lianeda y ef pais no habla accedido a su plena insticucionalizacién. ELflujo de préstamos del exterior, que venia de los aries sesenta, durante la presidencia de Micre, se incerrumpid y el puis se vio en figurillas para pagar los saidos deficicarios de la balanza comer 31 cial, debido al gran incremento de las importaciones y los cuan- tiosos servicios de la deuda externa. Para hacer frente a estas obli- gaciones las reservas metilicas acuiuladas en afios anteriores co- menzaron a expottarse. Asimismo, se produjo la caida de diversos valores como la pro- piedad rafz que se deprecié a la mitad. Las mercaderias se ven- dieron a precios ittisorios micntras que se mnultiplicaron las quie: bras comerciales ante las dificultades para vender los productos. La salida del oro provocé la escasez. de capitales y el aumento de _ las rasas de descuento, Por tiltimo, para salvar las magras teservas metilicas, en mayo de 1876, se suspendié la conversién a oro de Jos billetes del Banco de la Provincia, que existfa desde 1867. De inmediato, el peso facrte sufrié una abrupra devaluaci6n. El comercio exterior experiment®, a stt vez, una merma entre 1873 y 1874, lo que dificulté el financiamiento det Estado debi- do a su dependencia de las rentas aduaneras. Sobre todo, la cat- da del precio internacional de la lana, principal producto del co: metcio internacional argentino, determiné el declive de las exporraciones. Frente a la crisis, el gobierno de Avellaneda tomé severas medi das de austeridad fiscal. Redujo los gastos para equilibrarlos con las rentas, bajé los sueldos de los empleados de la administracién pui- blica, redujo el plantel y decidié. no recurtir al exédito. En 1876, para aumentar los recursos fiscales se sancioné la Ley de Aduanas incrementando el nivel arancelario. Frence a los acreedores exter- nos se comprometis a cumplir con los pagos de la deuda ahorran- do «sobre el hambrey la sed delos argentinosy, en palabras del mis- ‘mo presidente. La dependencia de los eapirales exrernos y la no. existencia de un sistema monetatio unificado agravaban la situa- cién financiera. La segunda mitad del siglo XIX serd un periodo de organi cién y unificacién del pais. Sin embargo, la anarquia moneraria perduré a pesar de los intentos orientados a lograr un orden en ese aspecto, La Ley 733 promulgada por Avellaneda en 1875, se- grin la cual la Argentina adoptaba como unidad fiduciaria una moneda de oro, llamada peso fuerte, no logré la ordenacién mo- neratia del pais, asi como tampoco la 974 de 1879 (primer cucr- po legal que utilizé la denominacién peso papel para referisse a 52 | ; Jos billeces), que.nunca Hegé a tener vigencia en los hechos. Eb problema monetario tenia raices muy profundas, de all las dif Galeades pata solucionarlo a través de disposiciones legates. La cuestién comenz6 a resolverse en 1881, una vez.consoli- dado el Estado nacional, bajo el gobierno de Roca, cuando se dlicts la Ley 1130 (llamada Ley General de Monedas) que fijé iun patrén bimetdlico: el peso oro de 24,89 gramos con tin fino de 9/10 y el peso plata de 385,8 gramos con un fino de 9/10, és decir, con una relacién entre ambos de 15,5. La intencién de sta ley era proporcionar una moneda nacional convertible que Gireulara por todo el pais, y con tal objeto se prohibia la circus lacién de monedas extranjeras y se determinaban los aleances de la emisién de monedas de oro y plata. A parti de ellarird pesfi- Jindose la organizacién del sistema bancario y de la estructura monetatia E] problema monetario estaba ligndo a Ia escaser de reservas metilicas en el pais, a su deficiente estructura productiva y a las diferencias de desarrollo regional, sobre todo debido al estanca- miento relativo del Interior. Esta tilrima cuestion dificulraba eb arraigo de la moneda nacional en las provincias, como conse- cuencia de los déficit comerciales que éstas tenian con el Lioral ‘Antes de la sancién de la Ley de 1881 todavia circulaba en cnda provincia mas de un tipo de moneda, sobre todo extranjeras, y el valor de una misma moneda variaba hasta un 25% de una pro- vincia a orra, Esta situacién no se revertirfa inmediatamente. En forma esquemética, en In Argentina de ese periodo pode- ‘mos identificar la existencia de un sistema dual de estas-caracte- risticas: el peso fuerte primero y el peso oro luego servian para las transacciones con el exterior, mantenfan un contenido fijo e ina- moyible en o70 y una paridad fija con las monedas extranjeras ba- sadas en el patrén oro; mientras que el citculante y los pagos in- rernos estaban basados en Ia moneda corriente 0 peso papel quie, segin los periodos, era convertible a peso oro a un tipo de cam- bio fijo o fluctuaba libremente respecto de aquél depreciindose ‘0 valorizandose. ‘Hasta fines del siglo XIX los intentos por mantener un siste- ma de patrén oro duraron eseasos afios (entre 1867-1876 —pa- ra Ios billetes de la provincia de Bueuos Aires— y enere 1883- 53 1884) siendo la moneda inconvertible el sistema predominaate, Recién ch 1899 se logré instaurar un-orden més estable (al me- nos una decena de afios) con Ja sancién de la Ley de Conversién, que permitié la utilizacién de la Caja de Conversién creada en 1890. ‘Volviendo a la secuencia de los hechos, dos afios después de san= cionada la Ley de 1884, a fines de 1883, se establecié el patrén oro {abandonéndose la plata) y se asegurd el reemplazo de Los billetes. papel en circulacidn por los nuevos billetes a la par con el oro. Sin embargo, el sistema no tenia muchas posibilidades de éxito: su ba- se no cran eahorros acumulados», sino el oro que entraba o se pen- saba que ibaa entrar, por Jos empréstitos extranjeros, El mantentimiento de la convertibilidad dependia de diversos factores que estuvieron lejos de concretatse. Un pafs cuya econo- mia estaba tan estrechamente ligada al desarrollo del comercio ex- terior y que no era productor de oro sélo podia tener ina moneda convertible con una balanza de pagos permanentemente favorable, Jo que no ibaa ser el caso. Por otra parte, la ausencia de tin marco’ institucional s6lido en el terreno financiero y bancatio, y la exis- tencia de intereses poderosos, como los productores agropecuarios y los exportadores que no veian con ageado la estabilidad de la ta- ssa decambio y preferian un papel moneda devaluado, contsibufan a impedir el éxito de una politica monetasia basada en la plena vic gencia del patrén oro y la libre convertibilidad. La emisién monetaria y Ia inflacidn interna favorecian a esos grupos porque los precios de los productos que vendian al mun- do aumentaban con la devajuacién de la moneda, mientras los sa- larios y ottos costos pagados con moneda nacional crecfan en me- nor proporcién. El ascendente déficit del comercio exterior a partis de 1881 fue compensado, hasta 1884, por la amplia corriente de inversiones extranjeras. Pero a fines de ese afio el sector externo entré en cri- sis y dicha corriente se detuvo debido a la pérdida de confianza ‘que se produje en el exterior como consecutencia de los mayores saldos negativos de la balanza comercial y del sensible aumento de los pagos de intereses y beneficios por los anteriores préstamos, cuyo cumplimiento empezaba a ponerse en duda, 'No obstance, el gobierno argentino llegé a un acuerdo con los 54 | banqueros extranjetos gracias a una misiéo de Pellegtini que com- promeié como gacantia los ingresos de Ia Aduatiay la conflanza se restablecid, pero Ia conversién se suspendié ante la carencia de me Ulico, ol 13 de octubre de 1885, y no voiveriaa reantidarse por mds dc una década, En el siguiente esquemia se muestra en forma sintética la ex- plicacién que brinda el economista norteamericano John A. ‘Williams de las causas de las crisis en ef modelo agroexportador y su desentace, John H. Williams, Causa de la crisis: déficit en el balance de pagas Defidtdeltalance , Pagusdeintwesesy —efitde comercial arpli utlidades dela — cuenta Conieine inversin aac, ect aCcarreen AE Intercupcién de fos flujos de capital por desconfianza externa 0 crisis mundiates Ss Salida de oro, depreciacién de la moneda y depresién DEFICIT PUBLICOY EMISION: eran cl rexultade dela depreciacién de la moneda y del aumento de as obligaciones externas fijadas en oro 9. La crisis de 1890 La crisis de 1885, resultado del fuerte proceso de endeuda- miento iniciado a principios de la década del ochenta parecié no dejar ensefianzas. A partir de ella, la circulacién monetatia se in- crement6 nuevamente, situacién que se sobredimensioné hacia 1887 debido a la sancién, durante la presidencia de Miguel A. Juirez Celman, de la Ley de Bancos Garantidos. La nueva ley pet- mitfa a cualquier banco, sobre todo provinciales, emitirbilletes con la condicién de colocar, como contrapartida, un depésito en oro en las arcas del Estado, por el cual recibia bonos piiblicos co- mo respaldo de dicha emisién. Se desaté entonces, no sélo un desorden financiero, sino una oleada especulativa, porque muchos bancos que no disponian de ‘10 vendian bonos propios en el extranjero a fin de obtenerlo y asi poder emitir. Lo que pretendfa ser un sistema para faclitar la emi- sign a fin de estimular las economfas provinciales, termind consti- ttuyendo un nuevo mecanismo de endeudamiento: para cancelar los préstamos se apelaba a a contratacién de nuevos empréstitos extemos, ‘Los déficit fiscales se incrementaron porque los gastos de la Administracién continuaron expandiéndose y subvieron los servi- cios de la deuda externa, que llegaron a representar un 53% del total de las exportaciones entre 1887 y 1889, con un promedio dlel 35% cn la década del 80, mientras que el déficit fiscal alcan- 26 el 12,6% del producto estimado en 1889 y la deuda piblica en su conjunro crecia un 156% entre 1881 y 1889. El proceso inflacionario, por otra parte, afectaba los ingresos. de la poblacién: en 1886 los precios de los bienes de consumo ‘comenziron a aumentar, y mucho mas en 1888-89, debido ala constante depreciacién del peso. Los bancos garantidos emitian moneda descontroladamente sobre la base de oro tomado en prés- tamo; y la especulacién sobre tierra, acciones de compaiiias de fe- rrocartiles, obras publicas y otros activos Hevaba sus precios a las rnubes, En aquellos tiempos no se calculaba el indice de precios al consumidor, pero se estima que en 1889 éste se habria incremen- tado en mis del 30%, y en mas del 50% en 1891, cuando la deva- Juacién alcanzé al 54%, Decia un periddico inglés de la época: 56 Sania JajL.os alquileres de Sus casas y loa precios de lhe ropas han ido subiendo sin cesar! [...) Vivir en esta ciudad [Buenos Aires} es ahora tan caro que la menor reduccién de los salarios pesa terri- blemente en las clases humildes, pero los accionistas de Londres tienen que recibir sus sabrosos dividendos, hechos sin duda mas sabrosos» (citado por Ferns, 1974, pag. 444), Debe sefalsrse que los ciclos econémicas internos se encon traban atados a los de Gran Bretaiia, Cuando se acumulaba quidez en la merrdpoli porque eafan las tasas de renrabilidad, los cipitales se dirigfan al exterior en busqueda de nuevas formas de ‘valorizacién. Los recursos que se volcaban a pafses petiféricos, co- mo la Argentina, impulsaban asf una fase ascendente del ciclo eco- némico. era fase duraha hasta que dificultades en los lugares de jinversi6n o la necesidad de reactivar su propia economia (subiendo Jas casas de interés del Banco de Inglaterra), hacfa qae los capita- des regresazan, dejando en’ la periferia altos niveles de endeuda- miento y una ctisis econdmica en ciemes. Ademés, existia un des- fase de tiempo (sobre todo en el caso de la infraestruecura y el transporte) entre él momento en gue se invertia y en el que version maduraba y estaba en condiciones de proporcionarlas di visas necesarias, via exportaciones, para poder hacer frente al pa- 0 de las deudas La economia periférica entraba de ese modo en una crisis de su sector externo, Los bancos perdian sus reservas, st retenia el metilico y la moneda se depreciaba, provocando un auge de las. exportaciones y una contraccién de las importaciones, Hacia 1889 Li combinacién entre el endeudamiento piblico, la especulacién desenfrenada, los negocios turbios y expectativas exageradas so- bre una expansion agroexportadora, hicieron que la posibilidad den colapso se cornara inminente, dando comienzo al retiro de {os capitales cxternos. El grifico de la siguiente pagina muestra sucintamenre, en la explicacién de Ratil Prebisch, los ciclos econémicos del mode- lo agroexportador. 57 Raul Prebisch: los ciclos externos Ciclo ascendente impulsado por: ‘Afluencia de capital externo,en calidad de empréstites publices yde colocaciones privadas ‘Acrecentamiento de las reservas bancarias| lima de bonanza + Endeudamiento privado y renovacién de los plazos elas colocaciones financieras /* Aumenta de fas importaciones gracias al mayor consumo Incentivado por laliberalidad del erédito Ciclo descendente: += Défcit en la cuenta comercial y/o aumento de las tasas de inersentrna semmasmee=p> COLAPSO «Salida de oro El centro de la especulacién era la Bolsa de Comercio. Alli las sociedades anénimas multiplicaron sus maniobras financieras ereando una burbuja que no podia mas que estallar. Como de- cfa Lucio V. Lépez, nieto del auror del Hirano Nacional y ase- sor letrado de aquella institucién: «En la casa de la Bolsa todo es permitido, como en la guerrar. La especulacién provenia, sobre todo, de los cxéditos banca: rios y de las cédulas hiporecarias, de la valorizacién de las tierras y del negocio de las concesiones ferroviarias. La actividad espe- culativa se vio estimulada —como se dijo— por la sancién de la Ley de Bancos Garantidos, que permitié que la circulacién pasa- ra de 97 millones de pesos en 1887 a 245 millones en 1890. El premio del oro (tal como se denominaba en aquella época, dando vuelta los eérminos, a la depreciacién del peso) legs en 1890 al 209%, las exportaciones no fograron cubrir los ser de la deuda y cuando el flujo de préstamos provenientes del ex- tranjero cesé, fa crisis estallé. Se produjo una corrida financiera 58 y cambiar, algunas entidades bancarias oficiales declararon su quie- bys: los precios se elevaron répidamente, los gastos fiseales se ajus- taron, se deterioraron los salarios y se entré en'cesacién de pagos. La crisis econémica coincidié con una revolueién civico-mili- tar, el 26 de julio de 1890, que produjo enfrentamientos arma- dos y fue el punto de pastida para of desarrollo de corrientes y partidos politicos nuevos, en particular de fa Uni6n Civica Radi- fab expresando la necesidad de una apertura democrética. Aun- Gque produjo la eafda del presidente Jusrez Celman, la revolucién fue dettotada, pero marcé en el rerreno politico el comienzo de ja declinacién del régimen institucional que sustentaba el made- Jo agroexportador, caracterizado por la concinuidad en ef poder de un pequesio niicleo oligarquico que se autoperpetuaba en &s- te. Si bien ese régimen continué hasta 1916, afio en que se pro- dujo la llegada a la presidencia —en las primeras elecciones con ‘yoto scereto y obligatorio— de Hipélito Yrigoyen —ano de los Aderes de aquella revolucién junto a sti tio Leandro N. Alem—, Ja revolucién del 90 dio lugar al crecimiento de las fuerzas opo- sitoras y ala desintegraci6n de las elites dominantes. Por otra parte, la crisis sacudié con Fuerza ala City londinen- se, donde la Casa Baring Brothers, agente del gobierno argenti- no, suftié fuerres pérdidas porque no pudo seguir vendiendo ti tulos de negocios locales en Londres. Como consecttencisy intims al gobiertio de Buenos Aires a ayudarla en sus compromisos y ce- 1r6 provisoriamenre sus puertas. En Ia Argentina 1 premio del oro llegé a un pico del 36496, mientras se aceleraba la caida de la cotizacién de las acciones y titulos de las més importantes em- presas y bancos. Para ejemplificar, las acciones del Banco Nacio- nal cayeron mas de wn 90% entre agosto de 1990 y junio de 1891, y los bonos gubernamentales tuvieron un descenso con caidas que alcanzaron el 80%. ‘Una vez desatada la crisis, ante la disyuntiva de hacia quién se trasladarian los costos, la oligarquia argenrina procuré no entor- pecer sus relaciones con el capital extranjero. Luego de la renun- cia del presidente Jusrez. Celman, Carlos Pellegrini que ocupé el cargo con la condicién de que se pagaran los vencimientos y co: promisos con los acreedores, daha un panorama negro de la st tuacién: «Necesitamos —-decla— de ocho a diez millones de pe- 59 sos para pagaren Londres el 15 del corriente mes, es decie de aqui a nueve dias, el servicio de la deuda externa y 1a garancia de los ferrocarriles: en el Banco Nacional no tenemos nadas si no paga- mos, seremos insctiptos cn ¢} libro negro de las naciones insol- ventes, ;Rectamo de ustedes esa ayuda en nombre de la patrials El honor de la patria estaba ligado ahora al de un irresponsable cendeudamiento externo, Se concretd, entonces, un empréstite i= cerno de 16 millones de pesos con ese fin. ‘A su ver, las causas de la quiebra de la Baring habian sido los malos manejos y episodios de corrupcién de in Compaita de Aguas Corrientes, empresa obligada contractualmente a rcalirar obras de salubridad en la ciudad de Buenos Aires y de la cual la Snanciera briténica era en realidad propietaria. Sin embargo; la elite argentina propuso «rescatar» ala Baring Brothers de sus pro: blemas desligandola de su compromiso con el gobierno (a través de la mencionada Compaéia), lo que impliciramente equivalia a, la nacionalizacién del servicio. En estas circunstancias, a propuesta del Banco de Inglaterra, ‘un comité conformado por distincos bancos mercantiles euro- eos presidido por lord Rothschild formé un fondo de garan- tia para salvar a la Baring. Se dividié entonces a la compaiia en dos, librando a una de ellas de los pasivos y posibilitando asf un arreglo con Argentina. En 1891, el problema de la deuda argentina seguia pendiente: y se negocié una moratoria denominada «Consolidacién Mor- ‘gum, que era un préstame que reemplazaba a los anteriores ga- rantizado por los impuestos aduaneros. Pero los breves plazos para la devolucién del crédito y la oposicién local a la garancéa de esos impuestos hizo que la moratoria no Megara a concre- arse, Fue finalmente Juan José Romero, ministro de Hacienda del presidente Luis Séenz Petia, en 1892, quien inicié una nueva ne- gociacién que arribé a un acucrdo con los acreedores mediante el ago de una suma anual fija menor y a plazos mus largos, una re duecién de intereses y la postergacién del pago de las amortize ciones. Asi se inicié un periodo de calma Rinanciera en materia de en- deudamiento externo, debido, fundamentalmente, al comienzo 60 : | 1 4 del doom agrocxportador. La corriente de capitales se reanudé en ta primera dead del siglo XX; el nuevo flujo inversor se el Banco Hipotecario Nacional. | Una insticucién emblematica, que comenzé a funcionar en | aquellos afios fue Ernesto Tornquist y Compafifa. El fundador del grupo, hijo de alemanes, se transformé en un importante inter mediario de grupos europeos y en forma progresiva, a diferencia i : : ’ | 62 [ ¥ ide otros micmbros de las elites dominances, ered an conglomera- do de intereses diversificados’en distintas raimas que inclufan las finanzas, la explotactén agropecuria, el negocio inmobiliatio y las getividades industriales, como TAMET (una empresa metaliirgi- © Gapionera) desde la década de 1880. Recién a fines del sigho XIX ef grupo comenzé a frncionar como institucién financiera y Torn qquise, consejero Financiero de distintos gobiernos y amigo de Pe- llegiini, cuvo una influencia decisiva en Ia elaboractén de la ley de Conversién, en 1899, Estas nucvas entidades crediticias, la mayor parte de ellas de «escasa solidex econdmica, originaton una expansién del crédito mayor que la de la cirenlacién moneratia, lo que junte al endew- damiento externo, en crecimiento desde 1867, condujo al esta- llido de a crisis inanciera de 1873, en el marco de la crisis mun- dial que deruvo, al mismo tiempo, el flujo de capitales europeos. La ineonvertibilidad de 1885, la creacién del sisterna de los ban cos garantidos, hacia fines de los afios ochenta, y a crisis de 1890 indrin nuevamente en cuestién el sistema bancario, credndose ails saida de la crisis, en 1891, el Banco de la Naci6n Argentina, desde entonces fa principal institucién financiera oficial. ‘A.su ver, la salida de la crisis financiera y bancaria que se ha- bfa iniciado en 1889 y extendido hasta 1893, se produjo de la mano del crecimiento de las exporcaciones argentinas, que per- mitieron generar resultados positivos en el comescio del pais, coin- cidente con un momento de ange del ciclo capitalist a nivel muin- dial, Este avance exportador represents una importante entrada de oro al pais producto de los saldos comerciales favorables. Si a exto se suman las restricciones a la expansién del circulante im- puestas por el comiré Rothschild en 1893, tenemos una expfica- cign de la valorizacién que el peso papel comenzé a registrar fren- “te al peso oro (se necesitaban cada vex menos pesos papel para adquirir cierta cantidad de pesos 010). Esta valorizacién perjudicaba al comercio agroexportador, ya que los exporcadores recibian oro por sus ventas af exterior que ‘ada ver intercambiaban por menos pesos locales, mientras que sus costos no disminuian (los salarios y arrendamientos estaban - fijos en moneda local, y por ende, crecian medidos en oro). Tam- poco favorecta esta situacién a los productores de mantafacturas. 63 E14 de noviembre de 1899 se sanciond, gracias a a iniciatiya del ministro José Maria Rosa durante la segunda presidencia de Ro. 1 a, la Ley de Conversion (la Caja de Conversin se habia cieads, como dijimos, en 1890), que fijaba el precio det peso papel e inte: srumpia, por Jo tanto, la senda de valorizacién de la moneda na: cional. Dicha ley, para cuya sancién fue fundamental el apoyorde Carlos Pellegrini, implicaba que el tipo de cambio se fijaba en uw nivel inferior al de 1893. Esto suponia estabilizar el precio de to- dos los contratos y sobre todo el de los salarios, que se venfan re- cuperando como résultado de la valorizacién de la moneda nati nal desde 1886, __ Sin embargo, el balance de pagos se encontrd auevamente en, una situacién critica producto de a crisis europea de 1900-1903, Las exportaciones se redujeron, pero mas importante fue'el en- durecimiento de las condiciones de los acreedores presididas por Rothschild. Recién en 1903 la Caja de Conversién pudo acu: ular las suficientes reservas internacionales come para sostener la paridad. 4 ‘Una vez que se consolidé la Caja, el sistema funcionaba de ls siguiente manera: el oro que ingresaba al pais a través del balan ce de pagos affuia directamente a esa entidad que emitia billeres como contrapartida, En realidad el piblico no Hlevaba el oro a le Caja sino a los bancos que, 0 lo retenfa aumentando sus reservas (cosa que le permitfa expandir sus préstamos) o lo entregaba a la Caja.a cambio de billetes. De esta manera se producia tuna ex: pansién monetaria que acompafiaba la expansién de la economia, La paridad elegida implicaba que los que obtenian sus ingre sos en oro, es decir, los exportadores, que colocaban sus pro= ductos en el exterior lograban una mayor cantidad de pesos lo- cales y, a su vez, el sistema otorgaba la certeza de una paridad cambiatia fija. De este modo, los sectores ligados al sector agro- pecuario vefan incrementados sus ingresos, siendo los principa- les beneficiados de la situacién, mientras que los bienes de con- sumo, principalmente importados, se encarecian medidos en moneda nacional. Los sectores que recibian sus ingresos en pesos locales eran, entonces, los que se perjudicaron en el nuevo siste- ma, sobre todo los trabajadores asalariados, dado que los bienies | de consumo eran principalmente importados. : | : i | 64 ES | ip los primeros afios del siglo XX, la maduracibn del mode- fo agroesportadot implic6 un salto importante en las exporta- ‘clones, que determinaron balanzas comerciales favorables, a pe- far del incremento en las importaciones propio de la etapa de ‘recimiento. Asi, los superdvit del comercio exterior, sumados ‘ila affuencia de capitales extranjeros, permitieron ala Caja de - Conversion aumentar Jas reservas de oro y sostener el funcio- ypamiento de la economia en los lineamientos del patrén oro, Esa situacidn implicd un ingreso neto de oro que permitia so- Iidificar ol sistema bancario. Esta etapa de conversién fue més prolongada que las anteriores, dada la base metilica més im- portance con Ia que ahora se contaba, que en definitiva permi- 1ié concretar el propésito de organizacién de un sistema mone- tatio y bancario nacionales. Esta etapa de expansién y apogeo de la economfa agroexpor- tadora se sostuvo, en gran medida, merced a la entrada de em- _ préstitos puiblicos del extranjero. Desde 1897 se verifies un in- Geemento en la entrada de inversiones, que cobré fuerza hacia 1905, iniciéndose otro boom de recepcién de capitales fordne- os, aunque més calmo que aque) de la segunda parte de los aos ‘ochenta que habfa desembocado en la crisis de 1890. Esta enerada de capitales resulsé cada vez mis importante a medida que avanzaba la primera década del siglo XX, pero, co- ‘mo contrapartida, generaba una salida considerable en concep- to de pagos de intereses y utilidades, Por ejemplo, en 1910, el servicio del capital extranjero mids las remesas de los inmigran- tes los gastos de argentinos en el exterior produjeron una sa- lida de fondos de cerca de 200 millones de pesos oro. En tanto el superévir comercial s6lo alcanzaba 9,7 millones de pesos oro, En definitiva, el aumento de las reservas de merdlico y el pago de'gran parte de esos pasivos se financiaba con nuevos fondos que prestaban los vapitalistas earopens. Las condiciones internacionales resultaban fundamentales para sostener la paridad de la moneda nacional y un cambio en esas condiciones, cou la consecueie reversién del flujo de ca- pitales, podria poner en dificulrades al conjunto del sistema monctario. Y esto ocurrié cuando en 1913 cumeneacon # vis- lumbrarse las rensiones en los mercados financieros y moneta- 65 rios europeos, dados los crecientes conflictos previos a la Pri. mera Guetta Mundial, que generaron una reducci6n en la co. rriente de capitales hacia el pais y desencadenaron otra crisis f. nanciera. : En 1914, el contexto de convulsién internacional creado por cl estallido de Ia Primera Guerra Mundial, que provocé el aban. dono a escala planetaria del sistema de pagos basado en el pation 70, sumado a la crisis interna, determiné Ia suspensidn por par te del gobierno argentino del régimen de convertibilidad. Un economista de la Universidad de Leicester, Alee Ford, es. tudié el comportamiento del patrén oro y su capacidad para man: rener la convertibilidad monetaria tanto para Gran Bretaiia, co. mo pals hegeménico del periodo, como para la Argentina, en si ee ee caricter de importante economia perifézica entre los afios 188) y 1914, Lo mas importante para Ford, fue que en el caso argentino ja interrupcién en los préstamos extemos se producfa en’ mo- mentos en que todavia no se habfan recogido los frutos de las inversiones productivas y el valor de las exportaciones no habjg cerecido lo suficiente como para compensar Jas importaciones y los servicios de la deuda. Ese nivel de endeudamiento atemori zaba a los acreedores externos y frenaba las corrientes de capi- ral. La imprudente politica macroeconémica de los afios ochien~ ta facilité una expansién desmedida del crédito antes de que. maduracan las inversiones en el sector agroexportador, que ni fue suficiente para cubrir los necesatios pagos extetnos. Los tér- minos del intercarnbio, por la caida de los precios internacio- nales de las materias primas agricolas, se sumaron para hacet inevitable la crisis. La convertibilidad era posible si las exportaciones dejaban us cexcedente tal que permitiera cubrir las imporeaciones y los servi cios de la deuda, fo que soto se produjo en Ja primera década del siglo, més especialmente entre 1903 y 1913. 66 ee Alec G. Ford: el patrén oro Elpotrdn ore re tena la capacidad de mantener la convertibilidad ide la moneda si se producian desequllbrios en las transacctones externas Laconvertbilidad dependia entonces de las condiciones pelitica, lecondimicas y sociales amare Una poo cana Birla sn ‘hmenmestreneyeoatesigoeopuiseet | SEDEACULIAEL PRUE ORD e105. DE LA DUDA a) “Las e prodacin cvandelsimenions ra hablan maddy alae els exportacnes hab cect see coma aa campansar Iasinportacionsy esses dela dea 11, La situacién social Laevolucién de las condiciones de vida cn el perfodo del umo- delo agrocxportador» reconocié matices disimiles, Es cierto que su andlisis resulta dificultoso desde el punto de vista cuantitativo pies, a pesar de los profundos cambios ocurridos en los 25 arios {qe precedieron a la Primera Guerra Mundial, Ja informacién cra muy escasa, asi como el interés en obtenerla para elaborar lineas de accién al respecto, De alli que fos pocos datos existentes no permiren una ceconstruccién precise de aspects tales como la distribuciéa funcional del ingreso, y alimentan controversias so- bre Ix evolucion de las principales Variables a este respecto, como lis del poder de compra de los salarios. Sin embargo, es posible delinear algunos rasgos esenciales por medio de indicadores in- directos o de elementos de juicio cualitativos, La ausencia de da 67 plazada parcialmente, por ejemplo, tomando en consideracién lag diferencias en los tipos de vivienda de los diversos estratos de I; poblacién, Eos indicadores indirectos sugieren la existencia de una mar cada polarizacibn en fa apropiacién de la riqueza creada anal mente, Los grandes propietatios rurales y quienes controlaban el comercio exterior lograron incrementar cle manera notable sus i gresos, hecho que se puso de manifiesto en la construccién de am: plios palacetes o en las excentricidades a la hora del turismo. Co. mo narta Ferns, «en los centros de placer europeos la palabre argentino se convistid en sinénimo. de tiqueza y lujo. Los grandes + palacios de la aristoctacia en corno ala Plaza San Martin, en Bue.’ hos Aires y los petits héteds del Barrio Norte tivalizaban con las re. sidencias urbanas de la aristocracia inglesa. Los magnates alquix. laban para su uso parricular vagones de ferrocarril y hasta trenes enteros para transportar a sus familias y servidumbres de sus man. siones urbanas a sus residencias de veranco. Un estanciero se llee ‘¥6 consigo vacas lecheras a Europa para asegurarse de que sus his > jos tuvieran buena leche para beber durante el viaje» (Ferns, 1974). © Carlos Ibarguren, miembro de tina familia aristocratica de la, | spoca y conocedor de ese mundo, describe la situacién con mar. yor crudeza: «el fomento y el desarrollo desenfrenado de los ne- | gocios, de los capitals, de las obras piblicas, de las concesiones, de los valores reales o fctcios y de la especulaciéa engendraron | tuna irresistible ola de agio en todos los terrenos, de tal suerte que convirtié al pais en una inmensa casa de juego. Ello crajo como consecuiencia la comrupciéa, el despilfarro, el afin del oz0, la quera fic y el lnjo improvisado que dio lugar al tipo denomé nado rastacuero, en su acepcién de rico que deslumbraba en Eu i ropa con sus dilapidaciones y fa exhibicién de su fortuna tan I : | : | ripidamente adquirida como gastada. Esa embriaguez corrupto- ase extendfa a todos los terrenys, piiblicos y privados, adminis- trativos, comerciales y particulares. Los excesos suntuarios llega ban a su extensidn méxima en joyas, en coches tirados por los famosos caballos rusos, en muebles, en palacetes, en objetos de: arte de dudoso gusto que convertian a las nuevas moradas en ba- zares heterogéncos (Ibarguren, 1999). 68 _Esto no implica que con el.tiempo, especialmente para los in- snigeantes que venian de Europa, las condiciones de vida y de tra- bajo mejoraran y se produjeran fendmenos de movilidad social _ qecendente, como cn otras naciones en desarrollo en condiciones ‘Gmilares a la Argentina de la época. Una parte de la riqueza ge- / nerada se fileraba hacia las capas inferiores de los principales cen- {20s urbanos como Buenos Aires y Rosario, donde los sectores po- pulares habrian estado bien alimentados, decentemente vestidos y educados hasta cierto grado, posibilitando el surgimiento de sectores medios, Pero la expansién econémica y el vertiginoso au- mento de la poblacién, producto de la inmigracién, no se tradu- jeron en condiciones de vida y de trabajo muy satisfactorias (vi- vviendas precarias, bajos sueldos) para la gran mayoria de los inmigrantes, cuyos derechos ciudadanos estaban ademés restrin- gidos, y para la poblacién criolla pobre. Esta situacidn y las corrientes ideoldgicas radicales que vealan de Europa crearon tempranamente movimientos y organiza: "ines sociales contestararias y opuestas al régimen. Ademis, el ver- tiginoso crecimiento de las poblaciones y el desarrollo urbano, impulsados por la inmigracidn, produjeron en las principales ciu- dades un considerable aumento de la mano de obra disponible, fo que originé remuneraciones bajas y condiciones de trabajo pre- arias y extermantes. Por otra parte, si tomamos las ciudades del Interior como casos especificos, se pueden entrever profundos de- sequilibrios regionales-en la calidad de vida. No cabe duda de que las alternativas del ciclo econémico condi- cionaron el nivel de los erabajadores urbanos de Buenos Aires, A me- diados de los afios ochenta comienza un largo periodo de detetioro dal salario real, como consecuencia de la inflacién cteciente y los efectos dela crisis de 1890, situacién que se prolonga hasta prome- diar aviltima década del siglo. Desde mediados de los afios ochen- tahasta el pico dela crisis de 1891, el salario real de los obreros dis- minuy6 un 54%. Para el periodo 1886-1896 los precios se ajustaban, ala desvalorizacién del peso fiente al or0, a una velocidad mayor que los salatios, cendencia reforzada por la especulacién de los co- ‘merciantes. Asf, aunque en esa década el salario nominal subié de $ 2,80.a $ 4,35, el salario real descendié en dicho periodo de $ 2a $1.47, encontrando su punso mas bajo en $ 1,13 para 1894. 69 Desde 1896, superados los tiltimos efectos de la crisis de 1890, Jos salarios parecen haber repuntado hasta 1899, Batre este aig y 1903, la carestia volvié a dereriosar ef nivel de vida de los tra. bajadores, Un importante incremento de la demanda de mang de obra favorecié un aumeinto general en las remuncraciones en. tre 1904 y 1906, Pero hasta 1914 se produjo una considerable aceleracién en fos precios y alquileres que anulé las mejoras lo. gtadas en los afios anteriores. Frente a estas cizcunstancias, las fc milias trabajadoras, segtin sefialaban estudios del Departatnierita Nacional del Trabajo en 1908, recurrian al trabajo de mujeres y nifios y a fa industria a domicilio como recursos para suplemen- rar sus magros ingress y equilibrar sus presupuestos. Los alquileres consticuyeron un rubro de incidencia conside- rable en el presupuesto obrero. Fl crecimiento poblacional y ef masivo ascntamiento de los inmigrantes en la ciudad de Buenos Aires provocaron un desequilibrio entre la oferta y la demanda de viviendas populares. Esto determing que propietarios e interme: | diarios impulsaran cl aumento de los alquileres, destacdindose la duplicacion de los alquileres, producida entre 1904 y 1912. se. falada por el Anuario del Departamento de Trabajo. Esta cir. canstancia motivé, en 1907, una insdlita huelga de inquilinos gue iniciada en la Capital Federal se extendié al interior del pa- is, en reclamo de una rcbaja sustancial de los «dyuileies y de la me jora de las condiciones higiénicas de los inmuebes, : El problema habitacional tuvo otro aspecto que impacté.ne- gativamente sobre las condiciones de vida de los sectores popu fires urbanos. Las casas de inyuilinaro 0 conventillos pasaron 3 ser las viviendas de muchos inmigrantes extranjeros, de migran- tes nacionales, artesanos, pequefios comerciantes y vendedorss ambulantes, También de personas dedicadas a actividades eco- némicas, més 0 menos marginales, y de up also porcentaje de ast | lariados manuales. Alojados en aquellos viejos inmuebles, estos habitantes, segiin una descripcién del ministro Eduardo Wilde: sobrevivian hacinados en cuartos que, ademés de dermitosio pa: za las famitias, eran scomedor, cocina y despensa, patio para que jueguen los nifios y sitio donde se depositan cxerementos, a fo. | menos remporalmente, depésito de basura, almacén de ropa su y limpia, silo hays morada del perro y del gato, depésito de | 70 almacén de combustibles; sitio donde arde de noche un can agit © Bh una vela o une limparay en fin, cada cuarto de éstos es un pan- ~ deménium donde respiran, contra todas las prescripciones higié nicas, contra las leyes del sentido comtin y del buen gusto y hasta Conti las exigencias del oxganismo mismo, cuatro, cinco 0 més personasy(citado en José Panettieri, 1986). En la zona rural pampeana, el efecto del sistema de arrenda- mienéo condicion6 las pasihilidades de ascenso social de los inmi- res, Seguin e saridlnga norreamericano Carl Taylor, en los pri- ‘heros Giempos eel nuevo inmigrante no podia pasar a ser propictario inmediatamente, a no ser que hubiera reaido consigo up capital considerable» —algo casi imposible pues fa gran mayoria eran po- bres, situacién agtavada por la valorizacidm creciente de la pro- piedad sural. Por su parte, las condiciones laborales y las termune- facionesde los simples trabajadores o peones niraies, especialmente en vastas zonas del interior del pas, resultahan sumamente pre-car sas e inestables. reinando en esas regiones una gran pobreza Fueron muy pocos los casas en que se pudo pasat del status de ‘pe6n al de propietario, si bien cierto nimero de inmigrantes «le

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