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amor delete
Era un pacto. Jamás se acercarían, jamás se encontrarían. Elegían un lugar en común, una forma
de isla desértica. Un reino, el de las palabras. Estaban condenados a ese único paraíso posible y a
la regla magna, nunca verse. Tenían que aprender a postergar el deseo y alimentar sus anhelos.
El primer mensaje de texto fue enviado y recibido a las 3:14 am de un jueves de febrero de 2008.
Decía así:-El tren y dos estaciones. El tiempo y nosotros...Jugás?
Y así pasaron los días, los meses, los años, y las promesas, los deseos, las tentaciones, las luces,
los sueños y la oscuridad y así tambien la tecnología, las marcas, los modelos, el diseño, el
alcance, su señal, su poder de estar y de no. Pero ellos siguieron jugando. El pacto seguía intacto
y las palabras los seguían conectando.
Esto duró muchísimo tiempo…- dijo Hayato con una voz temblorosa. -Y jamas rompieron el pacto.
Pero un día uno de ellos dejó de funcionar. Recibía los mensajes pero nadie parecia recibirlos.
Poco tiempo después no hubo señal de nuevas conexiones.
El último mensaje decía: -Te tengo que ver. Si no te veo pronto va a ser tarde. Doblemos una
regla. Eso no sería romperla.-
Esto fue enviado a las 11:13 de la mañana de un martes de marzo de 2029.
Hayato Koeda era analista y responsable del centro de almacenamiento de contenidos y
residuales telecomunicacionales con sede en Estocolmo.
No sé porque sintió la necesidad de contarme esto mientras tomaba un café en el aeropuerto de
Amsterdam. Con desconocidos uno acostumbra a hablar de trabajo pero rara vez de esta manera.
Recuerdo bien que hace más de veinte años me preguntaba a dónde irían a parar todos esos
millones de mensajes de texto, billones de palabras, trillones de caracteres, símbolos, sueños,
convicciones, negaciones, ideas, declaraciones, ruegos, pedidos, confesiones, todo. A dónde?
Hay personas que pueden sacar la normalidad que hay en mí. Son muy pocas, pero existen.
Ellos/as y yo nos atraemos mutuamente de una forma completamente natural, como dos planetas
flotando en el espacio oscuro del universo, y luego nos separamos. Aparecen en mi vida, se
relacionan conmigo, y un buen día desaparecen. Son amigos, son amantes, o alguna novia. A
veces acabamos enfrentados. Pero siempre, en todos los casos, acaban yéndose. Se rinden, o
pierden las esperanzas, o caen en el silencio (no sale nada de la canalla por muchas vueltas que le
den), y finalmente desaparecen. Tengo una habitación con dos puertas. Una de entrada, otra de
salida. Las dos no son compatibles. No se puede salir por la entrada, ni entrar por la salida. Esas
son las reglas. La gente entra por la entrada, y sale por la salida. Hay muchas formas de entrar y
muchas formas de salir. Pero lo que no cambia es que todos acaban saliendo. Unos se fueron en
busca de nuevas posibilidades, otros por ahorrar tiempo. Otros murieron. No quedó nadie. No hay
nadie en el cuarto, sólo yo. Tengo siempre muy presente su ausencia. La de quienes se fueron.
Las palabras que dijeron, los alientos que exhalaron, las canciones que tararearon, ... Todo lo veo
flotando como un polvo por las esquinas del cuarto.
Probablemente, la imagen que ellos vieron de mí se acercaba bastante a la realidad. Por eso se
me acercaron, y por eso también se fueron. Reconocieron la normalidad que hay en mí, y mis
sinceros esfuerzos por conservarla. Me hablaron y me abrieron su corazón. Casi todos se portaron
bien conmigo. Pero no había nada que yo pudiera darles, y si algo les di no fue suficiente. Siempre
me esforcé por darles todo lo posible. Hice todo lo que pude. Y también buscaba algo en ellos.
Pero al final no resultó. Y se fueron.
H.M.
Escalectric
La misma hora, el mismo andén y una vez más el tren viene lleno. Habrá degustación de perfumes
y grupo de terapia. Es la hora pico y te anotás en el juego de la silla o te buscás algún espacio
donde recrear el Kamasutra y así gozar del viaje... Leés los titulares: “Se acabó la carne en
Argentina”, “Los chinos compran aire de la patagonia en latas herméticamente selladas”, “Britney
Spears sueña con filmar en Palermo Hollywood”...
Espiás los libros y a sus lectores... ¿en que pensás? , ¿cual es tu miedo?...Adivinás sus fobias o
sus recetas para sentirse libres por un rato. Escuchás las conversaciones, los resultados del
partido de ayer, los negocios de mañana, o los cuernos de algún infeliz de siempre. Los ejecutivos
con sus portafilios, los creativos con su mochilas retro y sus pantalones arremangados, los obreros
con sus bolsos retro no intencionales y las empleadas domésticas con las Caras, Gentes o Prontos
del año pasado...
Los pecadores con sus biblias, los colegiales con sus manuales y las madres... intentan descifrar el
Código da Vinci. Novelistas insignificantes, libros de bolsillo, novela rosa, Saramago, Nietzche,
Osho, La ley de la Atracción, como lograr la paz interior, el vendedor más grande del mundo. Lo
que se tocan, los que no se tocan pero se rozan, los que buscan la respuesta por el vidrio de la
ventana, Los santos inocentes que buscan culpables, los que tienen caspa y peinan rayas en algún
hombro para recordarles el insomio a otros... Mientras, te regozijás en las infinitas mezclas de la
baraja humana, oís la canción desesperada de algún sordo o mirás las postal que algún cieguito
deja sobre tu rodilla. En esta oportunidad una vez más van a llevar...lo que busca la gente que
sube antes o después para bajar después o antes. Una palmadita en el hombro y: bajás? no, yo
subo. Una muñeca que escucha a calamaro o algún otro amigo indiscreto que la rescate y la invite
a Madrid. Una gran actriz se desmaya pero antes implora por un asiento con vista panorámica y
uno que contesta un celular que no suena. El que te mira de reojo, la que no te mira por el reflejo
del vidrio, y a la que te gustaría comerle el cuello ahí nomás. Cada uno se ocupa de lo suyo, de su
equilibrio, de sus peinados o de su propio aburrimiento. Antes de llegar el tren se para, los
ventiladores dejan de chillar y todos se quedan en silencio, nadie dice nada, hasta los suspiros son
raros, el ganado espera paciente su llegada al matadero. Falta poco para que se abran las puertas,
y volvamos a oler las maximas posibilidades del pandemonio cotidiano...
La misma hora, el mismo andén y una vez más el tren viene lleno.
Empecé robando cotillón. Corría el año 1998 y los casamientos abundaban. Recibía todo tipo de
invitaciones para asistir a las bodas más glamorosas y extravagantes. Fiestas en el Palacio Saint Susy
de Victorica, en el country Santa Barba, en Pacheco, al Thatchersalt en Salermo, Trinity Bitches en
el Tigre entre tantas sofisticadas locaciones. El compromiso para asistir y la lista de regalos eran
siempre un dolor de huevos. Nunca fui una persona muy sociable que digamos. Pero pareciera ser
que mi desprecio despertaba en los demás un incómodo aprecio hacia mi. Mi inestabilidad y falta de
vocación me había llevado por varios colegios en mi infancia, por varias universidades en la
adolescencia y por muchísimos trabajos en mi adultez. Así conocí a infinidad de personas. Sin
habérmelo propuesto mi lista de contactos se había hecho infinita. Todo el mundo sabía quien era.
Pareciera que todos veían en mi a un personaje interesante, un rara avis, un personaje que hacía
juego con el decorado. Pero en el fondo odiaba todo tipo de evento o convención social. No
soportaba los grupos, detestaba las fiestas y más que nada detestaba los casamientos. Creo que fue
como mecanismo de auto defensa pero con el tiempo comencé a creer que algún día no sólo lograría
amortizar los gastos, sino que además amasaría una fortuna gracias a las bodas.
Me gustaba ser impuntual pero al revés, siempre llegaba un ratito antes. Evitaba la tediosa
ceremonia en la iglesia y me dirigía directamente al lugar de los hechos que realmente me
importaban, el salón de fiesta, el vino, los escotes y la gran celebración.
Antes de entrar tenía la extraña costumbre de leer unos cuantos poemas del etílico Bukowski, no sé
bien porque pero eso me inspiraba siempre a pasar una buena noche.
Conocí a un genio
Cócteles, delicatesens, ponche, elegancia, sonrisas Kolinos, buenos modales, falseterías, miradas
paranoicas, ansiedades, celos, envidia, elegancia, colmillos afilados, y toda suerte de azares que
pronto nos llevarían hasta una mesa. Con quienes compartiría la cena, eso era siempre una lotería.
Yo raramente tenía suerte. Nunca conocía a nadie y todos debíamos aparentar una diplomática
cordialidad. Y llegaban los campeones aliados, con el tema elegido, algún tema de Eros Ramazzotti,
Cristian Castro, Bono and Pavarotti, Ros Stugart, The final Countdown de Europe, el rompe
tímpanos y cristales I will always love you de Whitney Houston, o cualquier tema que identificase
los sueños e ilusiones de la pareja homenajeada. Llegaba el video, las fotos, y los recuerdos, donde
yo siempre era olvidado. Luego un primer plato, unas pastas, una pasta pasta grandota, un raviol
artístico, un baile, unos clasiquitos del rock and roll donde todos mostrarían sus estúpidas dotes
aprendidas en la adolescencia, twist and shout sacudiendo las caderas como patos sin patas. Y luego
otro plato, carne, un lomaso acompañado de papas y otra rueda de baile con salsa donde ahí sí todos
demostraían sus coreografías de clases mal tomadas en algún taller de countryclub. La vuelta a las
mesas, más video, más fotos, y el vals que nadie sabrá bailar. Y luego por fin el postre, la torta y el
momento más esperado: La fiesta Carioca y su cotillón de vanidades.
Disimulada y estratégicamente ubicaba la bolsa o el armario donde se guardaba los artículos mas
preciados. Yo era el rey carioca y nadie se atrevería a quitarme nada. Iba por todo, con los codos
bien altos como quien espera un centro de corner llegaba al area dispuesto a apropiarme de todo. Mi
mesa rebalsaba en cotillón: El gorro de bruja flúo, galera de terciopelo safari, sombrero arlequín con
antifaz, Máscara del elefante con gran trompa, galerón psicodelico flúo, el gorro banana de goma
espuma, peluca elvis, marilyn, afro, rastafari, ruleros, peluca multicolor, sombrero mejicano,
sombrero faraón de lujo, turbante tiara de flúo, mascaras caratontas con narizotas, anteojos culo de
botella y bigotes exagerados, maracas, maracas con forma de lata de cerveza, de pancho, de yogur,
cornetas, moños de tela, porras de plástico, collares luminosos, anguilas electricas, garrotes
prehistoricos y bates de basebol de goma, alitas de angel, cuernos de diablo. Los invitados
generalmente se quedaban sin nada, el cotillón era todo para mi.
Así monté mi primer negocio independiente. La cantidad de cotillón que recolecté en esos tiempos
me alcanzó para abastecer a varios organizadores de bodas.
Pero fui por más y con tiempo comencé a dedicarme al planeamiento y organización de bodas y cada
vez más bodas de la alta sociedad. Me convertí en un creador de momentos. Del tren, subte y la calle
conseguía a los más miserables y talentosos músicos, los disfrafazaba contratándolos para
musicalizar las jornadas. El discjockey era siempre la estrella, mi amigo dj Milton de Maluco Beleza.
Viejos amigos de mi paso por la gastronomía me daban una mano con la comida, pan y paté
mentirosamente decorado, kanikama refrescado con agua salada, caviar vencido (nadie notaba la
diferencia) y el aclohol, bueno el alcohol era bueno, buenos vinos, rica cerveza, champagne francés,
y whisky importado. Un buen equipo de fotógrafos y yo mismo me encargaba del armado y la
edición del videito.
El video. Ahí estaba mi verdadero negocio. Semanas antes de la boda seguía detectivescamente a la
pareja en cuestión filmándola y pescándola infraganti
Con ex novios o amantes ocacionales. Todos siempre tenían una historia paralela que ocultar y
despedir y si no la tenían yo mismo la creaba, pues me había convertido en el más hábil y canalla
creador de momentos.
Un día antes, me las ingeniaba para hacerle llegar una nota a los novios por separado en donde
anonimamente, les exigía una suma importante de plata, si no querían que en algún momento de la
fiesta sus condenables aventuras e infidelidades fueran exhibidas en el proyector para la
indignación, estupor y regocigo de la conservadora platea y para el enfurecimiento de su cónyuge.
Un día tuve la revelación, ya entrado el año 2000, sentí una nueva ola venir y me creí preparado
para surfearla. Me di cuenta que lo tenía montado, tenía algo grande, tenía entre manos un negocio
redondo y no de ricota, un negocio redondo y de agridulces canapés. Un negocio de odios y
rencores. Porque el odio y el rencor también merecen festejarse.
choose life
choose tourism
main sponsor
linheas aereas tam
agora tam bein curitiba
Cum laude
Witold.
un continente.
Dicen los historiadores más dedicados que llegó a presentarse ante los
Kuang del imperio chino. Fue además invitado de honor en las más
de la Germania.
árboles. Quedó perplejo la primera vez que oyó las sonoridades más
de araña con silicona y glucosa proveniente de los pinos. Así dió origen
natural.
EXIT DOOR
Hanif Kureishi
that night i realized i was not a poet. the poem had been already written, the poem was herself.
y cuando menos te lo esperás viene a visitarte. maybe in black, maybe in white, or maybe in red.
charlas con el diablo
42 OPINIONES DESPERT Ó
en mi barrio
los arboles escupen
y cuando llueve
hay flores que patinan
38 OPINIONES DESPERT Ó
anoché lloré
lloré por la polaca y por el animé
porque el limón se ausentó del ferné
no tuve gajo para pasarle por el cuello, a ella que le gusta tanto.
hace bien el limon a la piel
y limar tambien hace bien. asperezas no.
y justo cuando lloraba miré borrosa la tele y vi un gol
lloré por vos gibson
por gibson les paul
2 OPINIONES DESPERTÓ
la polaca
lo hacías bien
primero dos hielos, después el fernet
apretabas un gajo de limón, dejabas caer el jugo
y de yapa...la pulpa
te soltabas el pelo
despues la coca y su efervecencia
Dreams of Aberdeen
was it destiny
or was it the mirror
staring at me?
8 OPINIONES DESPERTÓ
envido al tuco
el mate es un amargo
lo mató un borracho
dolor...
6 OPINIONES DESPERTÓ
todo está tan bien, tan jamón, tan highmon, tan sevenup.
al rey momo.
5 OPINIONES DESPERTÓ
Imagen: Okapi
Especie de antílope, tímido y raro que habita en las selvas del Congo
8 OPINIONES DESPERTÓ
9 OPINIONES DESPERTÓ
pero ahí adentro me apuraron unos patovicas. me asusté...me sentí muy chiquito.
me sentí tan chiquito que me fuí por ahí. y no por alá. por ahí.
y así que caminé por las dudas y por las noches sintiéndome así de chiquito. como? asssí !
hasta que pasé por delante de un boliche raro, con gente rara.
y así sintiéndome chiquito, me mandé por la puerta, como bicho bolita, redonda y chiquita..
adentro la musica era rara y la gente también. y yo …ya no me sentía tan chiquito. y bailé.
con una avispa, después con una chinche, una araña bailaba arriba del parlante, y yo con mi ferné.
bailamos marcha y también bailamos rock and roll. me encaró un tábano, yo le dije que no, que estaba con la araña.
era una fiesta, pero una fiesta! tomé más ferné y también tomé pisco sour
había mucha gente. llegaron anchoas también llegaron bagres, hormigas, y cangrejitos.
esa noche nadie quiso ser foto, kanikama, ni crema de la crema, ni paté.