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Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios

del Evangelio Completo


Dirección Zonal Centro Occidente 2

LOS DOCE ESPÍAS DE ISRAEL

Dios ya había decretado la entrega de la tierra prometida a Israel, y ellos


vinieron a Moisés para enviar espías a Canaán, pero su propósito no fue una
estrategia para la guerra, sino para ver sí era posible la conquista. Ellos
querían medir las posibilidades, lo vemos porque al final se lamentan por la
grandeza de los gigantes y la altura de las murallas de las ciudades
cananeas. Esto nos recuerda que la fe obedece a Dios, aunque el camino
tenga gigantes y los muros a derribar sean fuertes, pues no se trata de
nuestra fuerza sino del poder de Dios operando en sus hijos...

LOS DOCE ESPÍAS DE ISRAEL

“Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de


nosotros que nos reconozcan la tierra… Y el dicho me pareció bien; y tomé
doce varones de entre vosotros, un varón por cada tribu. Y se encaminaron…
y reconocieron la tierra. Y tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo
trajeron… y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da” Deut.
1:22-25.

La fe camina por encima de los sentidos naturales, la fe nos lleva a caminar


aunque el camino sea difícil. Los espías hebreos reconocen la buena tierra,
pero no creen que la puedan conquistar. Ellos fueron a ver la tierra, porque:
“le pareció bien a Moisés” y a ellos (vrs 23), pero lo que hicieron fue
desanimarse y desanimar al resto del pueblo. Lo que ellos estaban haciendo
no le pareció bien a Dios, pues esto era incredulidad y desconfianza. Los
espías no creyeron que Dios les daría la victoria sobre el enemigo, ellos no
avanzaron en la perfecta voluntad de Dios.

Ellos pensaron más en los obstáculos que en el poder de Dios. El


razonamiento humano produce duda, murmuración y rebelión, Deut. 1:26-
27 “…no quisisteis subir, fuisteis rebeldes al mandato de Jehová; y
murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Jehová nos aborrece...”. Esta
porción nos hace reflexionar en varias cosas: Vieron a los gigantes, pero no
veían la grandeza de Dios. Consideraron las grandes murallas, pero no el
poder de Dios. La muralla más grande no era la de Jericó, sino la de su
incredulidad. Dieron más lugar a la duda, que a la fe en las promesas de
Dios. La fe en Dios derriba gigantes y las más grandes murallas, Deut. 1:28-
29 (Las estrategias para derribar gigantes puedes leerlas en: “Victoria sobre
los Gigantes”).

No escuches las voces incrédulas y temerosas, escucha a Dios y esfuérzate


haciendo su voluntad. Los gigantes amenazan con su voz, con su tamaño y
menosprecian las palabras de Dios, pero nuestra fe perseverante los verá al
final caer, como cayó Goliat ante la fe y valor de David. La fe nos hace
testigos y protagonistas de los milagros de Dios.

Moisés declara: “Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él


peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en
Egipto” Deut. 1:30. Es como si Moisés dijera: “No miren el tamaño de los
gigantes, miren la grandeza de Dios. Recuerden todo lo que él ha hecho,
derrotó a faraón y su imperio, abrió el mar rojo y murieron miles de
soldados egipcios, Amalec y sus miles fueron derrotados (Puedes leer la
derrota de Amalec en: “La Guerra Contra Amalec” ). Dios hizo milagros
sorprendentes en medio del desierto y ante sus enemigos, y todo esto lo ha
hecho no para volver atrás, sino para conquistar ahora lo que Dios ha
planeado.

Reflexión final: Dios conduce a su pueblo, y lo lleva su destino. Quizá el


camino tenga algunos obstáculos a superar, pero Dios ha prometido a su
pueblo la victoria, él es fiel y no fallará, avanza, no dejes de caminar, él Señor
va contigo.

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