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Universidad Austral de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Cine y Modernidad

Las ruinas devastadas provocadas por el hombre

moderno , su expresión en el séptimo arte.

Profesor: Claudio Valdés


Estudiante: Natalia Montealegre Ch

Valdivia, 01 mayo, 2010


Con la llegada de la Revolución Industrial, se logró mecanizar a gran escala el

trabajo de manufactura a todo nivel. En consecuencia, se pudo apreciar una producción en

cadena con el objetivo de agilizar los procesos de generación de nuevos ingresos, en un

menor tiempo y a un menor costo, ya que se generó lo que actualmente (con miras hacia el

pasado); podemos denominar una alienación entre la máquina y el hombre, es decir, un

nuevo antropos (“Tiempos modernos” Charles Chaplin). Todo esto se logró concretizar

mediante la reducción al salario de los obreros que trabajaban en las fábricas, en una

proporción inversa a la capacidad de productos que debían generar en un menor tiempo

estimado. Por ello, la calidad de vida de gran parte de la población, disminuyó

considerablemente y hubo un fuerte impacto a nivel socio-cultural de generar alzamientos y

revelaciones.

Desde esta perspectiva podemos señalar que el proceso de Industrialización, con

miras hacia un nuevo futuro mucho más prometedor, ha formado y enmarcado en pos de

un nuevo imaginario en base al ideal de “progreso” toda nuestra sociedad moderna. Sin

embargo, es preciso señalar que los ideales de “progresismo” no se han conjugado de forma

correcta con la promesa de vida que se pretendía. Progresismo es un concepto acuñado que

tiempo después, en nuestra contemporaneidad, se remitiría al gran eje de la “globalización”.

Cabe mencionar que toda idea de avance o evolución, ya sea en las artes, lo político, lo

económico o lo social, trae consigo un “desarrollo”. No obstante, al mismo tiempo, dicho

proceso acarrea grandes perjuicios, como la segregación social en capas o estratos. Dicha

reflexión, es la que genera la jerarquía de unos por sobre otros en donde comienzan a

gestarse las desigualdades sociales y más aún, ideológicas.


Uno de los aspectos más reprochables respecto al cuestionamiento de las ideas de

progreso, es aquella que demuestra la cara más oscura que el hombre ha manifestado.

Mediante los avances científicos y tecnológicos, el ser humano comenzó a destruir a otros

de su misma especie. Detengámonos a reflexionar sobre el desate de las guerras mundiales.

En la I guerra, Alemania logró causar uno de los genocidios más inconmensurable, e

inimaginable en cuanto a sus proporciones de alcance. Es decir, el ser humano utilizó su

pensamiento “evolucionado” y perfeccionado con el pasar de los siglos, para provocar un

asesinato de civiles inocentes a gran escala por la supuesta supremacía de una “raza” por

sobre otra.

El séptimo arte, siempre ha orientado como uno de sus objetivos principales (sin

decir que es el único), el relacionar la realidad con la ficcionalidad de otros mundos

narrativos. Tiene la capacidad de explorar otras posibles realidades, sin embargo, el siglo

XX sirvió de cuna que engendró los acontecimientos más traumáticos y a las

personalidades más monstruosas en la historia de la humanidad. Es por ello, que muchas de

las temáticas de las que intentó ocuparse el cine, fueron tomadas de la realidad, inclusive

desenvueltas por actores de la vida real, sujetos prisioneros de su propia cinta

cinematográfica. Este es el caso de “Alemania, año cero”, que centra su escenario en la

misma ciudad de Berlín, pero ya no en set’s construidos mediante la imaginería de un

director, sino que está plasmado el paisaje real, en un espacio auténtico rasgado por las

huellas de antaño. Los bombardeos aéreos a la ciudad de Berlín durante el ocaso de dicha

guerra, han causado el desastre total y la ha desnudado hasta dejarla en completa ruina.

El simple esqueleto de lo que alguna vez constituyó una gran metrópolis, ahora

habla por sí sola como un testimonio de la crueldad y primitivismo con que el hombre se
ha enfrentado ante las nuevas relaciones sociales, y pasa a ser un personaje que narra la

historia desde su perspectiva.

Años más tarde, el director Lindsay Anderson estrena “If…”, película que nos

remite a una Europa ya “repuesta” de aquellos años bélicos; sin embargo, el mundo entero

ha sido fuertemente azotado por una II guerra que alcanza y supera los límites de la

agresividad humana, dejando vestigios hasta el día de hoy. La sociedad sufre importantes

cambios, puesto que se genera un modelo de la misma, mucho más individualista en el que

sólo sobrevive el más fuerte. Los instituciones como la iglesia o los colegios de alto

rendimiento, están enfocados ahora a promover una educación mucho más autoritaria y

rígida con el afán de crear los futuros líderes del mañana. Es en este contexto, en el que

jóvenes fragmentados como Mick Travers (McDowell) se desarrollan y se “desenvuelven”.

El internado, no es más que una simple alegoría de lo que realmente está sucediendo dentro

del sistema moderno. Los cambios tan repentinos y abruptos con el avance de las

tecnologías, la globalización y su capitalismo neoliberal, la iglesia y sus represalias

bíblicas, las familias ausentes, el conservadurismo de las altas castas sociales, y la opresión

a las juventudes pensantes a favor de una modificación de dicho régimen, son algunos de

los muchos elementos que están engendrando a las nuevas generaciones rebeldes y esta vez,

con causa.

Seguramente el día en que los espíritus revolucionarios y aquellos a quienes han

silenciado por años, se alcen en una sola voz para hacerla más fuerte y se sustenten en una

ideología consistente y no excluyente de las minorías. Posiblemente un director sea parte de

este movimiento y lo retrate en una nueva producción cinematográfica, en un afán por

hacerla trascendente y permanente durante el correr de los años.


Bibliografía:

Anderson, Lindsay. “If…” . 1968

Rosellini, Roberto. “Alemania, año cero”. 1947

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