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En Euskal Herria la innovación viene del Norte

París es una hermosa ciudad y se veía más hermosa llena de gentes reclamando el fin de las políticas de
excepción contra los y las presas políticas vascas, pero no es ese norte al que quiero referirme, sino al nuestro,
a la parte administrativamente dependiente de la República Francesa. Es en Ipar Euskal Herria donde en gran
medida está fermentando el nuevo ciclo de lucha y movilización vasco y sus innovaciones merecen atención,
porque contrastan con las dificultades bien visibles en otras partes de nuestro territorio.

Cierto, no todo ocurre allí, esas innovaciones se localizan también en otros lugares y obedecen en todo caso a
reflexiones y propuestas que no se limitan al territorio vasco continental. Pero en ninguna otra parte alcanzan
tal apoyo social ni logran generar enmarcados hegemónicos capaces de obligar a otros agentes a moverse. Lo
hemos visto con la Mancomunidad, con el proceso de superación de las consecuencias del ciclo de
confrontación armada y ahora con las y los presos. Hay nervio, hay imaginación política, hay energía y hay
capacidad para construir puentes, compartir horizontes y sumar fuerzas hasta conformar mayorías.

Y esto mientras en el resto del país, incluida la izquierda independentista, se mira al otro lado del Bidasoa y
los Pirineos con cierta arrogancia, muchas veces de modo condescendiente. Posiblemente este sea un buen
momento para recordar que uno de los grandes aciertos de la izquierda abertzale ha sido saber salir de sus
errores cambiando radicalmente sus esquemas: lo hicimos con la insumisión y lo hemos hecho más veces, por
suerte.

Del norte, de nuestro propio norte, vienen grandes ideas y dinámicas prácticas ejemplares; el cambio en
Nafarroa ha abierto a su vez vías antes impensables, pese a sus evidentes dificultades. Nunca fue buena idea
pensar el país en términos de centro y periferias. ¡Ahora lo sería menos que nunca!

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