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Análisis: Yo persigo una forma

Es con este soneto alejandrino que cierra el ciclo de “Las Ánforas de Epicuro” y
el libro “Prosas profanas”, y en él el poeta parece querer dejar una confesión de su
esperanza artística. Se da en estos versos esa misteriosa fe de Darío en la creación, la
misma que lo llevaba a afirmar en “Palabras Liminares” con las que abre este libro: “Y
la primera ley, creador: crear...” Es una fe que es voluntad, deseo de cumplirse. Ahora
bien, ¿cómo cumplirse? La respuesta está en la búsqueda, y es de ésta que se trata en el
poema que analizamos. La búsqueda no tiene una salida segura, y el soneto culmina en
la interrogante del cuello del cisne, pero esta interrogante no es angustiosa; “el soneto se
remata sin angustia ni prisa, en aire de esperanzada pregunta” (Salinas).
Hay una aparente contradicción en el hecho de que la angustia no aparezca junto
a la búsqueda sin salida, pero así es por la plena confianza en el futuro: “los astros me
han predicho la visión de la Diosa; / y en mi alma reposa la luz como reposa / el ave de
la luna sobre el lago tranquilo”
La fuerza está en la predicción sobrehumana, que tiende a hacer del poeta un
elegido1, y está dada aquí en toda su calma y certidumbre, en ese asentamiento que le da
a los dos últimos versos del segundo cuarteto la repetición de la voz verbal “reposa”. Es
esta característica última la que separa a Darío de los románticos, de quienes sin duda ha
recibido el legado: en éstos la búsqueda se da junto a la imposibilidad, junto a la
angustia2 .
Los dos tercetos introducen la interrogante de la que hablábamos más arriba.
En el primero se dan los elementos que el creador ha podido asir: “la palabra que
huye”, la iniciación melódica que de la flauta fluye”, la barca del sueño que en el
espacio boga”. Hay algo evasivo en estos elementos, que aparecen para desaparecer,
que nos hacen pensar en el legado romántico del que hablamos antes. Pero esta palabra,
esta iniciación melódica, esta barca del sueño, pueden ser también símbolos del mundo
poético de “Prosas Profanas” (la flauta de Pan, la evasión, por el ensueño poético, en
el tiempo y el espacio).
En el segundo terceto se nos da la promesa: la Bella Durmiente es el alma
(relacionándolo con “El Reino Interior”3) cuya promesa de despertar se encierra en la
fuente, la purificadora:
1
Torremarfilismo
2
Relacionar con la Rima I de Bécquer, “Yo sé un himno...”
3
“... y el alma mía queda pensativa (...) de la Bella Durmiente del Bosque tierna hermana...”

1
“cuya entrada sombría guardan siete panteras:
son los Siete Pecados, las siete bestias fieras.
Llena la copa y bebe: la fuente está en ti mismo”.
(De “La Fuente”)
Y en tanto el mágico acto (el hallazgo, la creación, el despertar de la Bella
Durmiente) no se produce, “el cuello del gran cisne blanco que me interroga”. El cisne
encarna la perfección, “la adusta perfección” como diría Darío en “Yo soy aquel que
ayer no más decía...” que interroga, lejana, cerrando el poema.

De “Rubén Darío, sus mejores poemas”; Ediciones de la Banda oriental, octubre / 65.

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