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buscar lo mejor, el “magis”; una antropología que entiende al ser humano como libre,
cambiante y perfectible; un contexto metodológico progresivo y flexible; y la orientación hacia
la formación de “hombres y mujeres para los demás”. Para comprender la naturaleza de la
pedagogía ignaciana en toda su extensión es necesaria la distinción entre lo ignaciano y lo
jesuítico. Codina (2007) estable dicha relación: Ignaciano y jesuítico no se correlacionan de la
misma manera. En lo jesuítico se sobreentiende la inspiración ignaciana, mientras que lo
ignaciano no siempre comporta una vinculación con la Compañía. En el mapa de la educación,
centenares de instituciones proyectan un rostro ignaciano -más que jesuítico-, mostrando así
que se puede asumir una orientación ignaciana sin tener necesariamente que implicar a la
Compañía. (pág. 1426)
Según esta perspectiva del mundo, la educación en la Compañía de Jesús: a) Afirma la realidad
del mundo. b) Ayuda a la formación total de cada persona dentro de la comunidad humana. c)
Ofrece una dimensión religiosa que impregna la educación entera. d) Promueve el diálogo
entre la fe y la cultura
(Maya y Pavajeau, 2003). En ese sentido, la inteligencia emocional está enmarcada en los
cuatro pilares de la educación (saber conocer, saber hacer, saber convivir y saber ser)
señalados en el informe Delors. Los dos últimos pilares son los que constituyen el fundamento
para insertar el desarrollo de las competencias emocionales en la escuela (Bisquerra, 2008).
Poseer habilidades emocionales significa saber manejar las emociones a partir del
conocimiento de las mismas.”
Conciencia emocional
Podemos definir la conciencia emocional como la capacidad para tomar conciencia de las
propias emociones y de las emociones de los demás, incluyendo la habilidad para captar el
clima emocional de un contexto determinado. Dentro de este bloque se pueden especificar
una serie de aspectos como los siguientes.
Toma de conciencia de las propias emociones.- Es la capacidad para percibir con precisión los
propios sentimientos y emociones; identificarlos y etiquetarlos. Contempla la posibilidad de
experimentar emociones múltiples y de reconocer la incapacidad de tomar consciencia de los
propios sentimientos debido a inatención selectiva o dinámicas inconscientes.
Dar nombre a las emociones.- Es la eficacia en el uso del vocabulario emocional adecuado y
utilizar las expresiones disponibles en un contexto cultural determinado para designar los
fenómenos emocionales.
Comprensión de las emociones de los demás.- Es la capacidad para percibir con precisión las
emociones y sentimientos de los demás y de implicarse empáticamente en sus vivencias
emocionales. Incluye la pericia de servirse de las claves situacionales y expresivas
(comunicación verbal y no verbal) que tienen un cierto grado de consenso cultural para el
significado emocional.
Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento.- Los estados
emocionales inciden en el comportamiento y éstos en la emoción; ambos pueden regularse
por la cognición (razonamiento, conciencia). Emoción, cognición y comportamiento están en
interacción continua, de tal forma que resulta difícil discernir que es primero. Muchas veces
pensamos y nos comportamos en función del estado emocional.
La conciencia emocional es el primer paso para poder pasar a las otras competencias
emocionales.
a) Conciencia emocional: capacidad para la toma de conciencia de las emociones propias y de
los demás. Incluye la habilidad para captar el clima emocional de un determinado contexto..
Esta competencia es el primer paso para poder desarrollar las demás competencias.
Conocer las propias emociones y las emociones de los demás. Esto se consigue a través de la
auto observación y de la observación del comportamiento de las personas que nos rodean.
Esto supone la comprensión de la diferencia entre pensamientos, acciones y emociones; la
comprensión de las causas y consecuencias de las emociones; evaluar la intensidad de las
100 emociones; reconocer y utilizar el lenguaje de las emociones, tanto en comunicación
verbal como no verbal. (Bisquerra, 2009, pág. 164) Asimismo, en el modelo de competencias
emocionales como en los modelos de inteligencia emocional, se considera que el desarrollo de
la conciencia emocional permite el logro de las demás competencias. Es decir, que es la piedra
angular para poder ser inteligentemente emocional (Bisquerra, 2008, 2009; Goleman, 2000;
Güel y Muñoz, 2010; Maya y Pavajeau, 2003; Renon, et al, 2008; Repetto, 2009).
BENEFICIOS:
Las emociones, son, en general, una condición energética y una fuerza que influyen y dirigen el
comportamiento. Ellas ayudan a regular el proceso enseñanza y aprendizaje y el resultado de
este proceso. Estas emociones son significativas tanto para la salud y bienestar de los alumnos
y son imprescindibles e inevitables para el mantenimiento e incremento de su capacidad de
rendimiento. (pág. 93)
Por otro lado, la conciencia emocional permite la construcción de una afectividad inteligente
que permita a los estudiantes desarrollar su metacognición, es decir: enfrentarse al
aprendizaje a partir de sus propios intereses, ser conscientes de cuánto conocen y respetan lo
aprendido. Una conciencia emocional deficiente repercute negativamente en los aprendizajes
porque disminuye la concentración y por lo tanto se dificulta el funcionamiento de la
capacidad cognitiva (Lucas, 2001). En ese sentido, si los alumnos toman una mayor conciencia
de sus emociones, podrán enfrentar de mejor forma el fracaso escolar, porque presentan un
mayor equilibrio y pueden utilizar sus capacidades emocionales como moderadoras de sus
habilidades cognitivas (Repetto, 2009). El inconveniente surge cuando se retira del currículo la
formación emocional, como lo mencionan Maya y Pavajeau (2003): Por otro lado, la conciencia
emocional permite la construcción de una afectividad inteligente que permita a los estudiantes
desarrollar su metacognición, es decir: enfrentarse al aprendizaje a partir de sus propios
intereses, ser conscientes de cuánto conocen y respetan lo aprendido. Una conciencia
emocional deficiente repercute negativamente en los aprendizajes porque disminuye la
concentración y por lo tanto se dificulta el funcionamiento de la capacidad cognitiva (Lucas,
2001). En ese sentido, si los alumnos toman una mayor conciencia de sus emociones, podrán
enfrentar de mejor forma el fracaso escolar, porque presentan un mayor equilibrio y pueden
utilizar sus capacidades emocionales como moderadoras de sus habilidades cognitivas
(Repetto, 2009). El inconveniente surge cuando se retira del currículo la formación emocional,
como lo mencionan Maya y Pavajeau (2003):