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VENEZUELA:

¿TIERRA DE GRACIA O
DE DESGRACIAS? Parte 1.
Venezuela, oficialmente denominada
República Bolivariana de Venezuela, es un
país de América situado en la parte
septentrional de América del Sur,
constituido por una parte continental y por
un gran número de islas pequeñas e islotes
en el mar Caribe, cuya capital y mayor
aglomeración urbana es la ciudad de
Caracas. Posee una extensión territorial de
916 445 km². El territorio continental limita
al norte con el mar Caribe y el océano
Atlántico, al oeste con Colombia, al sur con
Brasil y por el este con Guyana. Con este último país, el Gobierno venezolano mantiene una
reclamación por la Guayana Esequiba sobre un área de 159 542 km². Por sus espacios marítimos,
ejerce soberanía sobre 71 295 km² de mar territorial, 9 22 224 km² en su zona contigua, 471.507
km² del mar Caribe y del océano Atlántico bajo el concepto de zona económica exclusiva, y 99.889
km² de plataforma continental. esta zona marina limita con las de trece estados.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Venezuela#Revoluci%C3%B3n_Bolivariana).

Este es el inicio del artículo sobre Venezuela con datos


generales del país, pero, en la actualidad, ¿Qué sucede en
Venezuela? ¿Por qué HOY los venezolanos están emigrando
de uno de los países más ricos del continente? ¿Qué lleva a
miles de ciudadanos a cruzar sus fronteras y dejar sus
familias, sus casas, sus trabajos, sus bienes, y todo su pasado?
Desde hace casi 20 años se observa un deterioro sistemático
de la calidad de vida de los venezolanos. Concretamente y tal
como lo expresa más adelante el articulo antes mencionado:
En las elecciones presidenciales de Venezuela para el período
2013-2019, el presidente Chávez fue reelecto para un tercer
mandato consecutivo. Pero debido a su fallecimiento en
marzo de 2013 por complicaciones de un cáncer del colón, se
debió realizar una nueva elección en donde el oficialista
Nicolás Maduro obtuvo una ajustada victoria a nivel nacional.
Las elecciones presidenciales de Venezuela se desarrollaron el 14 de abril de 2013. En ellas hubo
14 988 563 votos válidos que se distribuyeron de la siguiente manera: Nicolás Maduro Moros
obtuvo 7.587.532 (el 50,61 %) y Henrique Capriles Radonski, 7.363.264 (el 49,1 %). La
conflictividad política de 2013 por los resultados de la elección presidencial desencadenó en las
manifestaciones en Venezuela de 2014, aunado a un deterioro marcado de la economía, un
aumento sostenido de los índices de criminalidad a nivel nacional y denuncias de corrupción en
organismos públicos. He acá el principio del fin de las expectativas de calidad de vida del
venezolano en los últimos años. ¿Por qué?

ECONOMIA

Venezuela posee una economía de mercado cuya base


principal es la extracción y refinamiento de petróleo
para la exportación y consumo interno. Es la quinta
economía de América Latina, después de Brasil, México,
Argentina y Colombia según su PIB (nominal) y la quinta
también, por su PIB (PPA). A lo largo del siglo XX se
posicionó como la economía más próspera de la región
precisamente debido al boom petrolero comenzado a
mediados de la época, mientras que su moneda era una
de las de mayor apreciación frente al dólar, pero la caída
en la cotización de este recurso en la década de 1980
originó una fuerte recesión y problemas financieros. La
economía presentó una importante recuperación en
2004, registrando un crecimiento del 17 %, uno de los
más altos del mundo según el Fondo Monetario
Internacional. Al cierre del 2008, éste fue de un 4 % del Producto Interno Bruto. El riesgo país se
ubicó en 961 puntos básicos en septiembre de 2012, según datos oficiales. La tasa de
desocupación para 2011 fue de 8,2 %. No obstante, su tasa de inflación para ese mismo año fue de
30,9 %, la más alta de América Latina. A principios de 2014, la economía volvió a caer en recesión
con 3 semestres consecutivos de datos negativos y con un retroceso al final del año 2014 del 3.9%
y al final del año 2015 del 5.7% en su PIB respecto al año anterior. De acuerdo con resultados
preliminares del Banco Central de Venezuela reportado por Reuters el PIB cayó 18.6% en 2016 en
cuanto la inflación alcanzó 799.9%, la más alta del mundo. El salario mínimo lo establece
directamente el gobierno nacional con su publicación en la Gaceta Oficial. Desde enero de 2018, el
salario mínimo es de 248.510 Bs.F que junto al bono de alimentos (CestaTicket) es de 549.000
bolívares Bs, totaliza 797.510 Bs, equivalentes a 7.15 USD al tipo de cambio del mercado negro o
297.62 USD según la tasa de cambio oficial DICOM del Banco Central de Venezuela (Noviembre de
2017).

Algunos datos sobre el salario en América Latina para 2018:

Con una inflación cercana al 21%, Argentina determinó un salario base de 544 dólares. Esto
equivale a casi 1’ 600.000 pesos colombianos. Este incremento se realizará gradualmente a lo
largo del año. Bolivia acordó con las centrales obreras un salario base de 295 dólares (casi 867.000
pesos colombianos). En Brasil el salario mínimo será de 325 dólares, lo que se traduce en cerca de
955.000 pesos colombianos. Chile fijó su salario mínimo en 456 dólares que en pesos colombianos
representa cerca de 1'340.000. El presidente Juan Manuel Santos afirmó que para el salario
mínimo de este año se llegó a una concertación en 781.242 pesos. Algo que se logra por tercera
vez (2011, 2013 y 2017). El salario mínimo en Ecuador durante el 2018 será de 391 dólares (casi
1.146.557 pesos colombianos). México aprobó para sus trabajadores 139 dólares, lo que equivale
a casi 410.000 pesos colombianos. El salario mínimo en Paraguay es de 371 dólares, lo que
equivale a casi 1'091.176 pesos colombianos. Este salario comenzó a regir en junio de 2017 y se
espera un aumento a mediados del 2018. Uruguay Después de Venezuela tiene la cifra más alta de
inflación. El salario mínimo es de 431 dólares lo que corresponde a casi 1'264.114 pesos
colombianos. Venezuela, con la inflación más alta del continente, tiene un salario mínimo de 74
dólares, cerca de 217.040 pesos colombianos. Fuente: Efe.

Pero esta es solo la punta del iceberg, en Venezuela no solo coexiste la inflación más alta del
planeta, el salario mínimo más bajo del continente, sino también los mayores índices de
inseguridad, insalubridad y escasez de toda su historia. Venezuela acumula cuatro años de una
recesión económica que ya trae consigo los elementos de una auténtica depresión. Una
bancarrota comparable a la vivida hace poco por Grecia, aunque con otros componentes y varios
añadidos. Las autoridades se niegan a ofrecer los datos formales de las cuentas del país, pero
algunas firmas especializadas calculan que, en 2017, el desplome alcanzó cotas de economía de
guerra, con una contracción del PIB del 14%. Todo parece indicar que será el mismo escenario de
2018. Cuatro años de nefasta gestión económica han reducido el tamaño de la economía
venezolana un 35%. Algunos observadores, como Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica, cifran
el déficit fiscal en el 17% del PIB y la inflación en el 2.700% el año pasado. La actual crisis, inédita
en la historia venezolana, es toda una rareza en un petroestado e inscribe su nombre en la historia
de los grandes naufragios sociales de América Latina en los últimos 50 años.

Venezuela acumula cuatro años de una recesión económica que ya trae consigo los elementos de
una auténtica depresión. Una bancarrota comparable a la vivida hace poco por Grecia, aunque con
otros componentes y varios añadidos. Las autoridades se niegan a ofrecer los datos formales de
las cuentas del país, pero algunas firmas especializadas calculan que, en 2017, el desplome alcanzó
cotas de economía de guerra, con una contracción del PIB del 14%. Todo parece indicar que será el
mismo escenario de 2018. Cuatro años de nefasta gestión económica han reducido el tamaño de
la economía venezolana un 35%. Algunos observadores, como Asdrúbal Oliveros, de la firma
Ecoanalítica, cifran el déficit fiscal en el 17% del PIB y la inflación en el 2.700% el año pasado. La
actual crisis, inédita en la historia venezolana, es toda una rareza en un petroestado e inscribe su
nombre en la historia de los grandes naufragios sociales de América Latina en los últimos 50 años.

El hundimiento de la economía no ha estado exactamente propiciado por un desplome de los


precios petroleros. A la fecha, la cesta de crudos venezolanos ronda los 60 dólares el barril, una
cifra que en cualquier otro momento habría sido considerada óptima por cualquier ministro de
Economía. Oliveros opina que ni siquiera una nación en guerra como Siria puede mostrar tales
cifras de deterioro. “Esta es la primera vez que el sector externo no influye en los vaivenes de la
economía del país. La depresión nacional va a tener, sobre todo, graves consecuencias sociales,
que probablemente no hemos visto del todo. Los empresarios están golpeados, pero pueden
resistir la tormenta. Muchos tienen ahorrados dólares en el exterior para protegerse”.

Petróleos de Venezuela (PDVSA), el recurso natural del país ante cualquier contingencia y ahora
casi única fuente de ingresos, atraviesa un grave desorden funcional y monetario que se traslada
milimétricamente a la economía. El año pasado, según Ecoanalítica, la petrolera redujo su
producción en 300.000 barriles diarios, cifra que puede sobrepasar los 700.000 barriles durante los
cinco años de Gobierno de Nicolás Maduro. Orlando Ochoa, economista y académico
especializado en finanzas y petróleo, ubica el origen del maremoto actual en 2007, año de la
segunda victoria electoral de Chávez, cuando comienza la agresiva toma de activos del sector
privado, la hostilidad hacia los inversores y los gastos sociales ingentes para controlar
electoralmente a las masas. “La crisis venezolana tiene dos grandes causas: el dogmatismo
ideológico, que se niega a interpretar la economía, y el gasto público desbordado para soportar
programas sociales con el objeto de ganar votos”, señala.
(https://elpais.com/internacional/2018/01/05/america/1515108139_270673.html).

SALUD

Copiamos un informe sobre la salud en Venezuela de la prestigiosa organización Human Rights


Watch:

Mientras su bebé de 3 meses se recuperaba de


una cirugía de corazón en uno de los principales
hospitales públicos de Caracas, los médicos le
dijeron a Yamila que debía salir a comprar
insumos médicos básicos para su niña, ya que
en el hospital se habían agotado. Le entregaron
una lista que incluía catéteres, jeringas para
fluidos intravenosos, antibióticos y otros
medicamentos, la madre le dijo a un
investigador de Human Rights Watch en
noviembre. (Imagen: Personas hacen fila para comprar productos de higiene personal dentro de
una farmacia en Caracas, 3 de febrero de 2015. © 2015 Reuters).

Yamila debió entonces dejar a su hija e iniciar una búsqueda desesperada para conseguir insumos
médicos que son tan básicos que nunca deberían faltar en ningún hospital, y mucho menos en uno
de los hospitales universitarios más importantes del país. Pero ninguno de los hospitales y
farmacias que visitó tenían los insumos que ella necesitaba. Al final, a pesar de dudar sobre la
calidad de los insumos, y sin la certeza de si había conseguido los catéteres y las jeringas del
tamaño adecuado para una bebé recién nacida, Yamila no tuvo más opción que comprar lo único
que pudo encontrar en el mercado negro, sin ninguna garantía de calidad.
El sistema de salud de Venezuela, que durante mucho tiempo fue motivo de orgullo para el
gobierno, atraviesa una profunda crisis. Miles de pacientes no pueden recibir tratamientos
médicos esenciales, y miles más están en lista de espera para someterse a cirugías que podrían ser
vitales, debido a que los médicos no tienen los elementos necesarios para operar.

El gobierno ha estado intentando eludir su responsabilidad, y ha arremetido contra los directivos


de una cadena líder de farmacias y detenido e interrogado a médicos que han criticado
abiertamente la escasez de medicamentos e insumos. Pero lo cierto es que el gobierno no ha
asegurado que medicamentos e insumos médicos esenciales estén disponibles en el sistema de
atención de salud pública, mientras que las restricciones cambiarias y los controles de precios
impuestos por el gobierno obstaculizan la posibilidad de que estos sean suministrados por
empresas farmacéuticas. La caída del precio del petróleo, una fuente de ingresos clave para el
país, ha agravado sustancialmente una situación que ya era precaria.

En visitas realizadas recientemente a Venezuela, Human Rights Watch advirtió que había faltantes
de medicamentos para el tratamiento del dolor, asma, hipertensión, diabetes y enfermedades
cardíacas, entre otras. Había también escasez de jeringas, gasas y agujas, y los hospitales no
podían realizar análisis básicos de laboratorio.

En marzo, Médicos por la Salud, una red de médicos residentes que trabajan en hospitales
públicos de todo el país, informó los resultados de una encuesta llevada a cabo en 130 hospitales
públicos de 19 estados, la cual mostraba que el 44 por ciento de los quirófanos no estaban
operativos, y que el 94 por ciento de los laboratorios tienen fallas en el funcionamiento o falta de
reactivos. También se comprobó que en los hospitales había escasez o faltantes en el 60 por ciento
de los medicamentos o insumos médicos que normalmente se mantienen en inventario, y que la
mayoría de los medicamentos incluidos en la Lista Modelo de Medicamentos Esenciales de la
Organización Mundial de la Salud no estaban disponibles en farmacias.
Conforme al derecho internacional de los derechos humanos, los gobiernos tienen la obligación de
asegurar que estos medicamentos estén disponibles y sean accesibles para todas las personas, sin
discriminación. Si bien documentamos estos problemas en países de todo el mundo, pocas veces
hemos visto, fuera de zonas en guerra, un deterioro tan rápido en el acceso a medicamentos
esenciales como el de Venezuela.

Muchos países de la región han enfrentado desde hace tiempo obstáculos en el acceso a
medicamentos y servicios básicos, sobre todo en zonas rurales. Pero el desabastecimiento que se
observa actualmente en Venezuela afecta tanto a hospitales importantes como a farmacias
privadas. Y las políticas implementadas por el gobierno hacen que sea incluso más difícil conseguir
estos medicamentos básicos, no sólo en el sistema de salud pública sino también en el sistema
privado.

A fines de 2014, los hospitales públicos tenían en lista de espera aproximadamente a 20.000
pacientes que necesitaban someterse a cirugías, incluidos 4.000 en el Hospital Universitario de
Caracas, según datos de Médicos por la Salud. En enero, luego de que, según la prensa, habrían
fallecido más de 10 pacientes que esperaban poder ser operados en ese hospital, el
establecimiento cerró la unidad de cirugía cardiovascular y envió al resto de los pacientes a sus
casas. La unidad reabrió por un período breve en febrero, cuando tras la difusión de las muertes
en los medios, las autoridades de salud repusieron algunos medicamentos, según nos informaron
médicos venezolanos. Pero dos semanas después, el servicio volvió a cerrar.

Médicos del servicio pediátrico del Hospital Universitario nos dijeron que esterilizan y reutilizan las
mascarillas para tratar a niños con afecciones respiratorias. A su vez, médicos del Hospital J.M. de
los Ríos, el principal hospital de niños de Caracas, indicaron que enfrentaban graves desafíos para
efectuar diagnósticos porque carecían de insumos tales como tubos de ensayo o reactivos para
realizar análisis.
Al igual que en otros países de la región, se ha producido en Venezuela un drástico aumento de
enfermedades virales transmitidas por mosquitos, y en 2014 se estimó que había más de 34.000
presuntos casos de chikungunya y 75.000 presuntos casos de dengue, según estadísticas de la
Organización Panamericana de la Salud. Expertos independientes sospechan que los casos podrían
ser muchos más, considerando la gran cantidad de pacientes con fiebre que no reciben un
diagnóstico adecuado. Médicos y pacientes nos dijeron que, a pesar de los compromisos
expresados por el gobierno de importar medicamentos para tratar el dolor y la fiebre asociados
con estas enfermedades, a menudo los venezolanos no podían conseguir estos medicamentos,
especialmente durante los períodos de mayor demanda.

No es sorprendente que esta situación haya provocado un profundo malestar entre la población.
Desde febrero de 2014, los venezolanos han realizado protestas en la vía pública por distintas
causas, incluida la escasez de medicamentos y otros bienes. Miembros de las fuerzas de seguridad
han utilizado reiteradamente la fuerza bruta contra manifestantes y transeúntes, incluidas
detenciones arbitrarias, golpizas y torturas. Es habitual que el gobierno venezolano intente desviar
la atención de las distintas crisis que enfrenta planteando teorías conspirativas o buscando chivos
expiatorios. En este caso, ha intentado desviar el enojo popular culpando a médicos, farmacias y
empresas farmacéuticas por la escasez de insumos y medicamentos.

A comienzos de febrero, el Presidente Nicolás Maduro acusó a una cadena farmacéutica de “hacer
[una] guerra económica contra el pueblo”, luego de que cerrara varias cajas en una de sus tiendas,
lo cual provocó una larga fila. No es raro ver largas filas de venezolanos enojados que esperan
durante horas en la calle para comprar algunos productos, cuando breve y esporádicamente se
encuentran disponibles en farmacias u otros comercios. En vez de abordar las causas subyacentes
de la escasez de productos, el gobierno detuvo a dos de los directivos de la cadena farmacéutica
durante 45 días. Los hombres finalmente fueron liberados de manera condicional pero enfrentan
cargos por “boicot y desestabilización de la economía”, un delito creado hace poco más de un año
mediante un decreto presidencial.

Varios médicos han sido detenidos e interrogados por policías tras haber reclamado públicamente
por la escasez de medicamentos e insumos médicos, o luego de atender a manifestantes heridos.
En febrero, las autoridades detuvieron a Carlos Rosales, presidente de la Asociación Venezolana de
Clínicas del estado de Carabobo, luego de que en una entrevista televisiva criticara la escasez de
medicamentos. Diversos medios indicaron que Rosales fue llevado del centro médico donde
trabaja e interrogado durante tres horas antes de ser liberado.

Pocas semanas después, dos médicos de Táchira fueron interceptados por policías, quienes les
pidieron que declararan sobre el tratamiento que habían brindado a manifestantes heridos el día
anterior, según informes de medios de prensa. Los médicos señalaron a un medio de noticias local
que los policías no les mostraron ningún documento escrito que exigiera que prestaran
declaración, pero les dijeron que negarse a aportar estos datos podía constituir “ocultamiento o
falseamiento de información”. Fueron retenidos durante cinco horas, y posteriormente liberados.

Venezuela no cuenta con una industria farmacéutica fuerte, y debido a ello el país tiene que
importar la mayoría de los medicamentos e insumos médicos. Incluso en el caso de medicamentos
que se fabrican localmente, la materia prima a menudo proviene del exterior. El gobierno obtiene
medicamentos e insumos directamente a través de acuerdos bilaterales con otros países, incluidos
Argentina, Cuba, Uruguay y China, pero no ha asegurado que el sistema de salud pública cuente
con los recursos que necesita.

Varios informes recientes preparados por la propia Contraloría General de la República de


Venezuela criticaron las deficiencias en materia de planificación y condiciones de almacenamiento,
y advirtieron que numerosos medicamentos debieron ser desechados porque estaban vencidos.
Por ejemplo, en su informe de 2011 la Contraloría indicó que había encontrado medicamentos e
insumos quirúrgicos en hospitales públicos que habían vencido hasta seis años antes. En 2013, el
informe de la Contraloría concluyó que el Ministerio de Salud no había liberado oportunamente
productos farmacéuticos que estaban en la aduana, y esto había generado demoras de hasta 168
días. Para septiembre, el ministerio apenas había recibido el 0,84 por ciento de los medicamentos
previstos para ese año, mientras que el cronograma de 2013 indicaba que para entonces el 74 por
ciento ya debía haber estado disponible. De manera similar, un informe de 2014 sobre el hospital
de niños en Caracas indicó que 10 de 11 áreas no estaban prestando servicios adecuados debido a
“la carencia de personal médico, equipos e insumos médicos, así como al deterioro de la
infraestructura”.

Pero para la mayoría de los medicamentos e insumos médicos, Venezuela depende de


proveedores farmacéuticos privados. Y la normativa sobre tipo de cambio y controles de precios
que ha impuesto el gobierno están obstruyendo este proceso. Los proveedores extranjeros de
medicamentos e insumos médicos exigen pagos en moneda extranjera, pero los dólares no se
consiguen fácilmente debido a que el gobierno mantiene un férreo control de las pocas reservas
que parece tener. Las empresas farmacéuticas privadas en Venezuela necesitan autorización
gubernamental para comprar dólares para pagarles a los proveedores extranjeros. Una vez
otorgada la autorización para obtener dólares, deben solicitar al Banco Central de Venezuela que
los entregue. Este proceso suele estar asociado con largas demoras, que se traducen en pagos
tardíos, según nuestra investigación. Y los proveedores extranjeros se niegan a realizar nuevos
envíos a Venezuela hasta que se cancelen las cantidades adeudadas.

Dado que la ley prohíbe comprar dólares fuera de este sistema, las compañías farmacéuticas no
pueden comprar legalmente divisas de otro modo. Pero aun si esto fuera lícito, tampoco sería
económicamente viable. La legislación venezolana aplica un precio máximo a la venta de
medicamentos en el país en función del tipo de cambio oficial, que es de aproximadamente el 3
por ciento del valor en el mercado negro. Si las empresas compraran dólares fuera del
procedimiento oficial, terminarían pagando mucho más por los medicamentos y los suministros de
lo que luego podrían cobrar por ellos.

Así es como hospitales y farmacias se quedan habitualmente sin insumos y medicamentos


básicos, lo cual hace cada vez más difícil que los médicos puedan hacer su trabajo. Como nos dijo
un médico, “es frustrante como médico no poder resolver con medicamentos o con
intervenciones las cosas que estamos entrenados para hacer, que es quitar la enfermedad, o por
lo menos mejorarla, aliviar el dolor”. Como consecuencia de esto, hay decenas de miles de
personas cuya salud o vida se encuentra en riesgo. Autor: Diederik Lohman, director adjunto de
salud y derechos humanos de Human Rights Watch.
(https://www.hrw.org/es/news/2015/04/29/la-crisis-del-sistema-de-salud-de-venezuela).

Una de las realidades más atemorizantes producto de esta crisis en materia de salud en Venezuela
es la aparición y proliferación de EPIDEMIAS incluso ya erradicadas tiempo atrás, las precarias
condiciones sanitarias, la falta de medicamentos, la pobre alimentación, entre otros, ha dado pie a
que virus, bacterias, parásitos y hongos hagan estragos en la población venezolana. Han aparecido
brotes en diversos puntos del país y el sistema de salud no puede controlar algunas que ya se
están expandiendo, cada vez hay más casos. No hay vacunas para atender a la población.
Queremos destacar que esta información es actualizada, no hablamos de hace 20 años, es este
2017 o de años recientes que se obtienen estos datos. Sobran las palabras, simplemente.
SEGURIDAD.

Es alarmante como día a día se lee,


escucha, en los diarios nacionales y
medios de comunicación del país, como se
ha venido incrementando la violencia en el
territorio nacional, en donde ciudades
como Caracas. Valencia, Barquisimeto,
Maracaibo, San Cristóbal el número de
asesinatos, robos es alarmante, que en vez
de disminuir, aumentan. Hay
antecedentes que indican, que muchos de
los asesinatos es perpetuado por guardias,
policías y en donde todo parece indicar, que no hay sistemas de control que garanticen
seguridad, que estos hechos no se sigan dando, en donde el sicariato por encargo opera
libremente.

Por tanto, es sumamente preocupante, que los mismos organos de vigilar, garantizar la seguridad
se vean involucrados en muchos de los asesinatos, y no nos debe soprender, como algunos
manifiestan que, a esta complejidad se suman otros elementos que dificultan aún más la
elaboración de políticas adecuadas, como la escasez de estudios sobre seguridad pública y la
inexistencia de sistemas estadísticos oficiales plenamente confiables; así como una policía
calificada, preparada para afrontar esta realidad. Es muy alta la posibilidad, que de diez personas,
7 u 8 personas se conviertan en víctima de un delito, en donde los hechos alarmantes de
asesinato, sicariatos, pase de cuentas, robos, suceden abiertamente en cualquier punto de las
ciudades señaladas. Todo indica, que una inmensa mayoría opinen, que las autoridades no están
en condiciones de resolver la situación de inseguridad.

Sangre y muerte en las calles: Caracas


fue la ciudad más violenta del mundo
en 2015. La capital venezolana
encabeza el listado confeccionado por
la ONG mexicana Consejo Ciudadano
para la Seguridad Pública y la Justicia
Penal. El país petrolero tiene tres
urbes en el top 10. Un estudio
publicado por la ONG mexicana
Consejo Ciudadano para la Seguridad
Pública y la Justicia Penal (CCSPJP)
llegó a una conclusión impactante:
nueve de las 10 ciudades más violentas del mundo en 2015 son latinoamericanas. Pero eso no es
todo: del top 10, tres son venezolanas, y la que encabeza el listado es Caracas.
De acuerdo con lo que informan El Universal y CNN en Español, la capital venezolana, una urbe de
un poco más de 3.200.000 habitantes, ocupó el primer lugar con 3.946 homicidios en 2015, lo que
representa 119,87 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. Caracas ocupó el primer lugar
con 3.946 homicidios en 2015. Según el documento presentado por la ONG, "representa un gran
desafío determinar la incidencia real de los homicidios en este país, pues los gobernantes en lugar
de transparencia y rendición de cuentas, prefieren el ocultamiento o la propaganda, muchas veces
basada en mentiras". La investigación consultó fuentes oficiales y también se apoyó en notas de
prensa, según explica el informe que agrega que si se suman los índices de violencia en todas las
ciudades venezolanas, el país latinoamericano tiene la tasa de muertes violentas más alta del
mundo.
Las 10 ciudades con el mayor número de homicidios por cada 100.000 habitantes son:
1. Caracas, Venezuela — 119,87. 2. San Pedro Sula, Honduras — 111,03.
3. San Salvador, El Salvador — 108,54. 4. Acapulco, México — 104, 73.
5. Maturín, Venezuela — 85,45. | 6. Distrito Central, Honduras — 73,51.
7. Valencia, Venezuela — 72,31. 8. Palmira, Colombia — 70,88.
9. Ciudad del Cabo, Sudáfrica — 65,53. 10. Cali, Colombia — 64,27.

Venezuela está siendo gravemente golpeada por la delincuencia. Si hacemos una encuesta me
atrevo a decir que sale en primer lugar entre los problemas que azotan al venezolano y extranjeros
que habitan el país. Es causa, la primera, de emigración. La delincuencia es un gusano que
carcome a la sociedad venezolana. Hay tres parásitos que corroen nuestro país: la corrupción, la
delincuencia, y el abuso de poder.
La inseguridad en nuestro país es uno de los temas que más nos conciernen, debido a las miles de
personas que son diariamente víctimas de seres inescrupulosos que ocasionan problemas a la
sociedad, como secuestros, asaltos, violaciones, etc., son una gran cantidad de acciones las que
realizan y amordazan con nuestras vidas. La inseguridad en Venezuela, no es un tema que se esta
suscitando desde ahora, sino que ha venido ocurriendo a lo largo de los años, ya que los
organismos competentes no buscan una solución al problema. Todo esto corresponde a que
cuando ocurren hechos de esta magnitud no hacen absolutamente nada y continúa creciendo el
problema.

Cabe destacar que la inseguridad ocurre por diversas razones que muchos de nosotros los
venezolanos conocemos como el desempleo, la falta de estudio, la marginalidad en que se vive,
entre otras. Nuestro país ha sido el lugar con más crímenes y violencia lo cual podría, tener una
solución decisiva, si se llevaran a cabo las acciones necesarias por los encargados del resguardo de
la seguridad de las personas, esto ayudaría a disminuir un poco el problema. Ya que en muchos
lugares de nuestro país, nadie se siente seguro en las calles, ni siquiera durante el día y por las
noches la gente permanece en sus hogares tras puertas cerradas, por temor a salir, siendo
innecesario porque no tenemos la obligación de escondernos en nuestros hogares para no ser
víctimas de un asalto, secuestro o violación, afectando no sólo nuestra integridad física sino
también psicológica, lo cual es de gran preocupación para la sociedad.

En Venezuela las cifras sobre estos hechos han ido aumentando rápidamente, que lleva a los
habitantes a no sentir plena libertad porque no pueden hacer cosas a las que están
acostumbrados como salir a clubes nocturnos, restaurantes, fiestas, etc. ¿Tenemos que vivir con
esta sosobra? Yo creo que no. Repetimos, la primera causa por la cual los venezolanos emigran
hoy en día es el altísimo nivel de inseguridad que se registra en todo el país. Esta inseguridad se
desarrolla por medio del miedo a secuestros, asaltos, violaciones, agresiones, de los cuales
podemos ser víctimas. Hoy en día nuestro país es uno de los más afectados, y es que vivimos en
una nación donde la violencia se ha tornado común en cualquier parte.

Cabe destacar que la inseguridad en nuestro país ocurre por diversas razones que muchos
conocemos como:· La pobreza, considerada un causante de éste problema de inseguridad ya que
genera cierta agresividad causando altos índices de delincuencia.· La falta de educación es otra,
esta genera fechorías e inseguridad en aquellas personas que sufren por las consecuencias de un
inexistente aprendizaje.· El desempleo, que causa insuficiencia en los ingresos, evitando garantizar
un mejor vivir en la sociedad a las familias venezolanas.

Es terrible tener que leer diariamente la página


de sucesos de algunos diarios de nuestro país y
ver las miles de personas que se encuentran
desaparecidas o muertas, que sólo salían a
trabajar o a buscar trabajo y que no pudieron
regresar por ser víctimas de la inseguridad. Es
triste saber que el pueblo venezolano sólo
compra el periódico para informarse quién es el
nuevo muerto, secuestrado, violado, etc. de
cada estado de nuestro país. Los venezolanos
continúan esperando que se haga algo al
respecto, y se comience a controlar estos índices delictivos y criminales.
ALIMENTACION.

Los hábitos de consumo del venezolano ya no son los mismos. La crítica escasez y la altos precios
en los alimentos básicos han alterado hasta lo que se come día a día. Hoy, abunda —más que de
costumbre— los carbohidratos en el plato y predomina la ausencia de proteínas tanto animal
como vegetal.

“Ya me ha tocado comer arroz solo por que los dos salarios mínimos que gano no me alcanzan”,
aseguró a este rotativo Luis Hernan Ponssón. También, Elsy Campos, ama de casa, agregó: “Lo que
estamos viviendo es horrible. No consigo carne ni pollo, y cuando los encuentro están por las
nubes. Ahora ni los granos se pueden comprar porque cuestan lo mismo o más que un pollo. No sé
qué vamos a comer entonces”.

Daniela Hernández Varela, expresó que en su casa “somos dos. Comemos solamente carne y
verduras. Gastamos mensualmente Bs. 24.000. Me pregunto cómo harán los padres de familia
para darle de comer a sus hijos. Pobres niños crecerán desnutridos”. Ante estas afirmaciones, la
especialista en Nutrición y Dietética, Ladys Orrego, sostuvo que “realmente los cambios de
consumo han sido bruscos. Siempre se espera que las personas tengan una buena la alimentación;
pero ante la escasez y el alto costo de la vida, estamos comiendo lo que se consigue, y las harinas
es lo que más se consiguen.

“Hoy estamos viendo que se está comiendo arepa con arepa, arroz solo, guiso de arroz con pasta,
o arroz con huevos. Antes, se abrían paso con las sardinas o el atún pero ya ni eso”, manifestó
Orrego, quien se refirió a un repunte en la desnutrición y la mal nutrición por la situación actual.
“La gente está comiendo para saciar el hambre, no para nutrirse y eso es alarmante. No se
vislumbra la solución al problema, las estrategias no se ven”. Orrego sugiere que ante este
escenario buscar las alternativas. “Sé que es difícil; pero por ejemplo, sin no se tiene pollo o carne,
pues hago un pastel de zanahoria, con queso o ricota que es más económica, y lo complementa
con arroz, y allí se está comiendo proteínas, vegetales y carbohidratos”.

Las cifras de este año sobre consumo de alimentos no se conocen; pues hasta noviembre de 2014
el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dejó de publicar el informe de consumo de alimentos por
productos. Para finales de 2014, el INE reflejó que el consumo de pollo bajó de 81,83 gramos por
persona a 30 gramos, una caída de 173%; la ingesta de carne de res cayó de 51,64 gramos a 23,5
(54,4%). Mientras que el consumo de la harina de maíz para las arepas subió más 46%. Sin
embargo, analistas estiman que hoy las cifras son más dramáticas, y afirman que por la escasez y
la inflación el país se encamina a una crisis humanitaria por acceso a los alimentos.

“Cuando se analiza el patrón de consumo de esos carbohidratos: trigo (harina, pan, y pastas),
harina de maíz y arroz, nos encontramos que hoy no se consigue la pasta, no hay arroz, las
molineras no tienen acceso a trigo, y la harina de maíz está escasa por la falta del grano. Entonces,
cabe la pregunta qué está comiendo el venezolano. Por eso decimos, que no solo no hay comida
barata, es que ya no hay suficiente comida en el país para darle el pueblo”, enfatizó Werner
Gutiérrez, exdecano de la Facultad de Agronomía de LUZ. Gutiérrez sostuvo que si no se toman
medidas urgentes para corregir el abastecimiento, el país se encaminará “a una crisis humanitaria
por acceso a los alimentos”.
Explicó que “cuando alertamos sobre esta crisis lo hacemos por dos cosas: por la escasez actual y
la inflación. Estamos llegando a un punto de inaccesibilidad de alimentos, y eso es una señal que
se está prendiendo de crisis alimenticia, de crisis humanitaria, de hambruna en Venezuela”. “Lo
que se consiga es lo que uno come porque el arroz brilla por su ausencia y hasta en Bs. 300 venden
el kilo en el mercado negro. La pasta ya tampoco se ve en los supermercados, la mortadela ya
cuesta un kilo Bs. 550 si la consigues, una sardina Bs. 200. Por dios en qué va a parar todo esto”,
manifestó preocupada Evelyn Blanco. A lo que Marlen Pinto Cruz, siguió: “Ya no se puede comprar
nada, es un abuso: los huevos a Bs. 600 el cartón y la carne peor a Bs. 1.000 el kilo, y los granos no
se digan”.

El experto en consumo alimentario y profesor de la ULA, Daniel Anido, precisó que “la inflación
persistente desde los inicios de la década de 1980 ha marcado el fuerte deterioro del ingreso
promedio del venezolano promedio (con excepciones en algunos años), y por tanto, reducido su
capacidad de compra”. Agregó recientemente en un informe presentado Centro de
Investigaciones Agroalimentarias (Ciall-EAO), que si bien durante las últimas tres décadas la harina
de maíz precocida y el arroz se han consolidado como alimentos clave en el suministro de energía
alimentaria y proteínas en la dieta del venezolano promedio, debido a la caída de la producción
nacional, tienen en el presente un elevado componente importado. Por tanto, existe una situación
de alta vulnerabilidad en términos de riesgo de inseguridad alimentaria, por la caídas de ingresos
petroleros que dificulten las importaciones”. (Fuente Diario Panorama).

Las encuestadoras lo reportaron recientemente: Datos encontró que 90% dice comprar menos
alimentos, Venebarómetro estima que 31% asegura comer menos de tres veces al día y Encovi
halló que 15% considera su alimentación monótona o deficiente. Los datos oficiales sobre
alimentación no se publican desde 2013, cuando la crisis económica apenas arrancaba: en ese
momento el Instituto Nacional de Estadística reportó que el hambre –medida por consumo de
calorías– afectaba a un 5% de los venezolanos.
Según estudios del OVS y la ONG Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición, el 75% de la
dieta actual de los venezolanos se limita a carbohidratos. El producto con mayor intención de
compra, según estas ONGs, es la harina de maíz precocido con la que se hace la arepa; después el
arroz, los panes y las pastas.

El hambre en números: ¿Qué responden los venezolanos cuando se les pregunta qué comen?:
12% comen dos o menos veces al día. 40% de lo que comen es maíz, arroz, pastas y grasas. 87% no
le alcanza la plata para la comida.(Encuesta Encovi, 2015) AFP

Las frutas y las hortalizas –que a diferencia de los otros productos no tienen problema de
abastecimiento, pero sus precios aumentan más del 250% anual, según cifras oficiales– son cada
vez menos accesibles para las clases medias y bajas. Y las proteínas animales, menos: según la
Federación Nacional de Ganaderos, en 2015 los venezolanos redujeron la ingesta de carne de res
en 42% con respecto a 2012, el consumo más bajo en 55 años. Hasta hace unos cuatro años
Venezuela era de las economías con mayor consumo general per cápita de la región: acá incluso
los más pobres podían tomar whiskey escocés, almorzar una parrillada con carne argentina y
cambiar de sabor con chocolates suizos.

Economistas y nutricionistas coinciden en que la percepción sobre el hambre se exacerba por


traumas psicológicos: que la arepa ya no se pueda rellenar con carne desmechada, frijoles negros
y queso blanco –sino solo con mantequilla– es un golpe chocante al venezolano, aseguran. Según
la encuestadora independiente Datanálisis, el desabastecimiento de alimentos básicos ronda el
80% de los supermercados y 40% de los hogares. Entre enero y febrero del 2017 el Observatorio
Venezolano de Conflictividad Social documentó 64 saqueos por alimentos y en la reciente Semana
Santa, de acuerdo a la vicepresidencia, hubo 21 intentos de robo colectivo a tiendas o camiones.
Pequeñas protestas por la escasez se producen prácticamente a diario a lo largo del país.
Los expertos no niegan que el gobierno haya obtenido logros para proteger el plato de los
venezolanos durante los años que coincidieron con la bonanza del crudo, entre 2004 y 2008. Pero
dicen que esas políticas, basadas en las importaciones, dependían de la renta petrolera. Y
aseguran que el control de precios es la causa principal de escasez, que se ha agravado con la
caída del 70% del precio del petróleo en el último año.

"Llevamos seis años alertando que venía esta escasez", dice Julio Borges, un diputado de la
oposición que presentó la declaración de crisis alimentaria en la Asamblea. El conocido
congresista, que habla con BBC Mundo en la sede de Radio Caracas Radio antes de su programa
semanal, alega que cuando el gobierno expropió 1.200 empresas empezó a caer la producción y
"se tapó el hueco" con importaciones."El gobierno empezó a controlar todo el proceso productivo
y distributivo; a controlar los precios de semillas, los hilos, la importación de materia prima; luego
pasaron a importar los productos acabados y expropiaron los supermercados; y para rematar les
dieron a los militares el poder sobre el proceso", se queja.
(http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/04/160412_venezuela_hambre_escasez_dp).

Según cifras oficiales, en los últimos 10 años el petróleo pasó de ser responsable del 68% de los
ingresos del país, al 95%. "En la medida que el país se ha secado de dólares, sin producción y sin
inventarios, la crisis de escasez se vuelve crisis alimentaria", dice Borges. La oposición dice que
además de la "incompetencia en el manejo económico", la crisis alimentaria se debe a que "se
robaron los reales (el dinero)". "Fueron 142 mil millones de dólares que le asignaron a la Misión
Alimentación. Lo dicen con orgullo y hoy no hay comida. ¿Quién se robó el dinero?", cuestionó la
diputada opositora Manuela Bolívar en una reciente sesión parlamentaria sobre el tema. En la
misma sesión la bancada oficialista no negó los hechos de corrupción, pero atribuyó la escasez a
una "intervención de fuerzas extranjeras" aliadas con el sector privado.

El chavismo en la Asamblea abrió 28 procesos por corrupción de alimentos y ninguno tuvo


consecuencias. Uno de ellos fue el famoso escándalo de Pdval (bautizado por la prensa local como
"Pudreval"), en 2010, cuando al menos 130.000 toneladas de alimentos podridos fueron
encontradas en Puerto Cabello después de que habían sido importadas por Pdval, una empresa de
supermercados de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Los alimentos habían sido
abandonados por quienes los importaron y, a pesar del breve arresto de tres directivos de Pdval,
hoy no hay culpables por el escándalo. Mientras, hoy se hacen colas de horas para tener comida.

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