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VOL IV
ROMA
EDICIONES
NAJERA
MANUAL DE HISTORIA
UNIVERSAL
VOL. IV
ROMA
La colosal labor emprendida por Roma, su conquista del
mundo, la pretendida hermandad universal bajo una única
autoridad suprema, la garantía de la ciudadanía que
alcanzaba todo el que vivía bajo su amparo, la paz, casi
siempre conseguida a base de muchas vidas, pero que
permutaba la espada por el arado y permitía el progreso,
así como el desarrollo de una legislación justa y equitativa
como base de su política de gobierno, con un valor
absoluto de modernidad, son las mejores aportaciones de
esta cultura que supo convertirse en’ cimiento del mundo
occidental. He aquí la continua sugerencia de su legado
que participaba tanto de los logros orientales como del
mismo helenismo enriquecido con la perseverante
laboriosidad de su original hacer.
Desde el reconocimiento de la innegable importancia de
Roma para el estudio de la evolución histórica mundial un
grupo de especialistas en el tema ha elaborado esta obra
que aporta rigor, precisión y calidad. Han conseguido
superar el encasillamiento en cualquier tipo de "ism o" en el
que con frecuencia caen muchos historiadores, herederos
de aquellos escritores paganos y cristianos de fines del
Imperio, cuando todavía persisten en disputas ideológicas
que facultan el profundizar en determinados temas, pero
parcializan demasiado los conceptos. Y como Roma
continúa interesando a las nuevas generaciones han
elaborado una Historia objetiva, más centrada en la
información que en la polémica, que introduce a los
lectores en el conocimiento de las grandes realizaciones
romanas con una visión actualizada, de modo genérico, sin
personalizar. Este magnífico conjunto de profesores nos va
presentando a lo largo de la obra todos aquellos avances
que Roma fue alcanzando, sus concepciones filosóficas,
tanto las nuevas como aquellas venidas del mundo griego y
que alcanzaron plena originalidad en sus manos, sus
progresos en el campo de las ciencias naturales y positivas,
así como su magnífica producción literaria, entre otras.
El resultado ha sido este excelente Manual que, más que
dar respuesta a problemas concretos que pueden empañar
la visión integradora y el verdadero significado histórico del
Imperio Romano, pretende introducir al lector y encaminarle
en todos aquellos puntos de partida que le instruyan en
tales objetivos y que son imprescindibles en el
planteamiento de ulteriores profundizaciones.
\NGEL MONTENEGRO DUQUE
Es el Coordinador y D irector de esta colección y en
la actualidad Catedrático de Historia Antigua de la
Universidad de V a lla d o lid . Se in ic ió como Becario del
Consejo Superior de Investigaciones en donde term inó
como Colaborador C ientífico del Instituto Antonio de
N ebrija, entre 1951 y 1 9 54. A continuación daría
comienzo una labor docente que le llevaría por
diferentes Universidades españolas. En 1970 fundaría
la revista «H ispania A ntiqua» de la que es D irector y
en la que colaboran hum anistas del mundo entero.
Cuenta con num erosos artícu lo s y libros publicados y
y algunos por publicar.
MANUAL
DE
HISTORIA UNIVERSAL
VOL. IV
ROMA
EDICIONES NAJERA
MADRID
19 8 3
ES PROPIEDAD
© Angel Montenegro Duque
Federico Lara Peinado
Guillermo Fatás
Raquel López Melero
Mauricio Pastor
Juan Francisco Rodriguez Neila
Arcadio del Castillo
Francisco Marco
© Ediciones Nájera
Angela M.a Sanz de Moretón
C apítulos Paginas
Bibliografía general................................................................................................................... χ χ ι ι ι
1 Italia, los etruscos y Roma hasta el final de la Monarquía (509 a. de C.), por Federico
Lara P einado............................................................................................................................. 1
I. L o s pueblos de la Italia p r im itiv a ....................................................................................................... 1
1. P o b lacio n es p re h istó ric a s italian as. 2. Pueblos c o lo n iz ad o res en Ita lia : a) F enicios
en Ita lia ; b) G riegos en Ita lia y Sicilia.
II. L a civilización e tr u s c a ............................................................................................................................ 6
1. Las fuentes. 2. T eo rías so b re el origen de los etruscos: a) T eo ría o rie n ta l; b) T e o ría
s ep te n trio n al: c) T eo ría de la a u to c to n ía : el) N uevos e nfoques sobre el origen de los
etru sco s. 3. La e x p an sió n etru sca p o r Italia. 4. In stitu c io n e s, sociedad y econom ía. 5.
C iv ilización: a) A rte: b) L etras y m úsica; c) R eligión; d ) V ida científica: e) V ida
c o tid ia n a. 6. L a lengua y la e sc ritu ra etruscas.
III. Los orígenes de Rom a (753-510 a. de C . ) ..................................................................................... 18
1. P reh isto ria del Lacio. 2. L a R o m a p rim itiv a. 3. La leyenda de los orígenes de
R o m a. 4. La fecha fu n d a c io n a l de R o m a. 5. D a to s arqueológicos. 6 . La M o n arq u ía
ro m a n a : a) M o n a rq u ía la tin o -sa b in a; b) M o n a rq u ía e tru sca . 7. In stitu c io n e s ro m a n a s
de la ép o ca m o n á rq u ic a : a) A spectos sociales: b) El senado; c) El ejército; d ) El rey;
(<) A spectos legislativos: / ’) A rte y lite ra tu ra : g) E co n om ía: Λ) R eligión.
B ib lio g ra fía ............................ ................................................................................................................................ 32
3 Las Guerras Púnicas y los inicios de un Imperio (264-133 a. de C.), por Guillermo
F atás............................................................................................................................................ 56
I. Lachas contra cartagineses r griegos por el dom inio del M editerráneo occidental . . . . 56
1. Los m o tivos de las guerras. 2. La I G u e rra P ú n ic a (264-241 a. de C .). 3. El p erio d o
en treg u erras. 4. La g u erra de A níbal (218-201 a. de C.). H isp an ia, pro v in cia ro m an a.
II. L a hegem onía sobre el inundo helenístico y la consolidación d e l Im perio en Occidente. 63
1. G u e rra c o n tra M aced o n ia, Seleucia y la Liga E tolia. 2. El p ro te c to ra d o so b re
G recia. 3. A frica, pro v in cia ro m a n a . 4. M aced o n ia, p ro v in cia ro m an a, y la anexión
de P érgam o. 5. Las victorias so b re lu sitanos y celtíberos y la am pliación d e la
H ispania ro m an a.
VI IN D IC E GENERAL
C apítulos P áginas
4 La crisis social de la República Romana. I. Los Gracos (133-121 a. de C.), por Raquel
López M elero.............................................................................................................................. 83
I. Tiberio Sem pronio Graco y e l m ovim iento p o p u la r .................................................................... 83
1. El em p o b re c im ie n to de los p e q u eñ o s p ro p ie ta rio s y el p ro b le m a del «ager
p u b licu s» . 2. L as ideas re fo rm a d o ra s de T ib erio G ra c o . 3. L a le x Sem pronia. 4.
R eaccio n es a n te el p ro y e c to de ley y a sesin ato 5. La su p u esta ilegalidad de T iberio.
II. C ayo G raco v sus reform as so c ia le s.................................................................................................. 89
1. La reacció n a la p o lítica de los o p tim ates. 2. El trib u n a d o y las leyes d e C ayo
G ra c o : a ) Ley fru m e n ta ria : b ) Ley ag ra ria ; c) Ley de fu n d a c ió n de colonias; d ) Ley de
A sia; e) Ley ju d ic ia l; / ) Leyes m ilitares. 3. L a cu estió n italian a. 4. L a co lo n izació n en
C zrth a g o y la m u e rte de C ayo G ra c o .
B ib lio g ra fía ............................................................................................................................................................... 96
5 La crisis social de la República Romana. II. Mario y Sila (121-79 a. de C.), por
Mauricio Pastor ....................................................................................................................... 98
I. Peligros e xterio res en A frica y la G a l i a ........................................................................................ 98
1. L iq u id ació n d e la o b ra de los G ra c o s. L a re sta u ra c ió n n o b ilia r. 2. El ascenso de
M ario . 3. A n ex ió n de la G a lia N a rb o n e n se . 4. L a g u e rra de Y u g u rta (107-105 a. de
C .). 5. M ario , cónsul d e R o m a . El n u evo ejército. 6 . L a a m e n az a de cim b rio s y
teu to n es.
II. Problem as sociales en R o m a e I t a l i a ................................................................................................ 103
1. La re b e lió n servil de Sicilia (104-101 a. de C.). 2. P ro blem as in te rn o s. El g o bierno
de lo s p o p u la re s. 3. El trib u n a d o re fo rm ista d e D ru so el Joven. 4. L a g u erra de los
A liad o s o «bellum sociale». 5. El c o n flicto e n tre M ario y Sila. 6. El g o b ie rn o de
C in n a. L a g u e rra civil. 7. V uelta d e Sila a Ita lia y fin de la g u e rra civil. 8 . La g u erra
c o n tra M itrid ates y los a su n to s de O riente. 9. El g o b ie rn o de Sila (82-79 a. de C.).
6 La lucha por el poder personal: el Principado de Pompeyo (79-60 a. de € .), por Angel
M o n ten eg ro ................................................................................................................................ 118
I. La era de P o m p e y o ................................................................................................................................ 118
1. Los p ro b lem as h e re d ad o s de Sulla en el añ o 79. 2. La rebelión de L épido. 3. La
g u e rra de S erto rio . 4. E s p a rta c o c o n d u ce la re b e lió n de los esclavos. 5. El con su lad o
de P o m p e y o y C ra sso . 6 . L as re fo rm a s d em o c rá tica s. 7. El esc á n d alo d e V erres. 8 .
A m e n az a de la p ira te ría en el M e d ite rrá n e o . 9. T ercera y ú ltim a g u erra coiitra
M itrid a te s: el éx ito p a rc ia l de L ú c u lo . 10. El triu n fo de P om peyo so b re los p ira ta s y
M itrid a te s. 11. L a g lo ria de P o m p ey o .
II. C ésar y el contrapeso p opular al p o d e r de P o m p e y o ................................................................. 131
1. El deseq u ilib rio social de R o m a en los años 64-60 a. de C. y el pap el p rep o n d e ra n te
de C ésar. 2. C icerón, C ésar y C atilin a, p ro ta g o n ista s en las lu ch as de p a rtid o s, 3. La
co n ju ració n de C atilin a. 4. L a v u e lta de P o m p ey o y los p rep arativ o s de C ésar p a ra el
asa lto al poder.
B ib lio g ra fía ............................................................................................................................................................... 138
7 El primer triunvirato y la monarquía de César (60-44 a. de C.), por Angel Montenegro 139
I. E l prim er tr iu n v ir a to ................ ............................................................................................................ 139
1. C ésar, cónsul del añ o 59 a. d e C. 2. L a co n q u ista de las G alias p o r C ésar. 3. El
d istan ciam ien to e n tre C ésar y P om peyo: m u e rte de Julia, d esastre de C rasso y
asesin ato de C lodio. 4. H a cia la g u erra civil.
II. L a m onarquía de C é s a r ..........................................................................................................................
1. Los episodios de la g u erra civil: H isp an ia, F arsalia, A frica, M u n d a. 2. Las
inno v acio n es de C ésar: su id eario p o lítico y sus p oderes m o n á rq u ic o s. 3. O b ra social
y a d m in istrativ a en Ita lia y en las provincias. 4. La m u erte de C ésar.
Bibliografía 159
IN D IC E GENERAL V II
10 El Imperio Romano de Tiberio a Vespasiano (14-69 d. de C.), por Arcadio del Castillo 221
I. L a dinastía Julio-C laiulia. Los sucesores de A u g u s t o ............................................................... 221
1. T ib erio (14-37 d. de C.): a) L a sucesión d e A u g usto; b) A grippa P o stu m o ; c)
T ib erio y T ácito ; d ) El g o b iern o de T ib erio ; e) L a L e x m aiestatis; / ) Sejano y la
sucesión de T ib erio ; g ) R etiro a C ap ri y m u e rte de T iberio. 2. C aligula (37-41 d. de
C.). 3. C lau d io (41-54 d. de C.): a) El g o b iern o d e C lau dio; b) El papel de sus lib e rto s
y sus m u jeres en el g o b iern o ; c) L a an ex ió n de M a u rita n ia y la co n q u ista de
B rita n n ia . 4. N e ró n (54-68 d. de C.): a) Séneca y los p rim ero s años d e gobierno; 6) El
g o b ie rn o d e N eró n ; c) L a c o n sp irac ió n de Pisón.
II. Econom ía y sociedad en e l periodo Julio-C laudio ............. . ..................................................... 231
1. P o d e r im perial. 2. Sistem a financiero. 3. A g ricu ltu ra. 4. In d u stria . 5. C om ercio. 6 .
R elaciones sociales.
III. La caída de Nerón v la crisis d el 68-69 ti. de C ........................................................................... 236
B ib lio g ra fía .............................................................................................................................................................. 238
C apítulos Paginas
14 Teodosio y la sociedad de su tiempo (379-395 d. de C.), por Raquel López M elero. 324
I. H echos p olíticos y m ilitares .................................................................................................................. 324
1. L a p e rso n a de T eo d o sio . 2. T e o d o sio , A u g u sto . 3. El p ro b le m a religioso: a) El
a rria n ism o : b) El C o n cilio de N icea: c) El E d icto de T esalónica; d ) El C o ncilio de
C o n sta n tin o p la ; e) U rfilas; / ) L a p o lítica religiosa de G ra c ia n o y el C oncilio de
A q u ilea; g) L a h u m illa c ió n de T eo d o sio a n te el o b ispo de M ilán; h) T e o d o sio y el
p ag an ism o . 4. L a p o lític a ex terio r: a) R eacció n de los e m p e ra d o re s an te el p ro b lem a
b á rb a ro y la reo rg a n iz a ció n del ejército ; b) M ac e d o n ia : c) El tra ta d o del 382 con los
godos; d ) L a p a z co n los p ersas; e) B alance d e la p o lítica e x te rio r de T eod o sio ; /')
E fectivos m ilitares. 5. L a u s u rp a c ió n de M áx im o ; a) Su llegada al p o d e r; b) El p a cto
de V ero n a: c) L a d e rro ta de M áx im o . 6 . El fin de T e o d o sio y la división del Im perio.
II. A dm inistración ........................................................................................................................................... 332
1. D ivisiones del Im perio. 2. P ersonal
INDICE GENERAL IX
C apítulos Paginas
16 La administración y defensa del Imperio (siglos i-V d. de C.), por Juan Francisco
Rodrigue: N eila ....................................................................................................................................................... 359
I. L a institución im p e ria l............................................................................................................................ 359
1. El m ecan ism o de la sucesión: a) F u n d a m e n to s de la h erencia im perial: b) El
recu rso a la a d o p ció n ; c) A ltern ativ as del sistem a. 2. La ¡ex de im perio de V espasiano.
3. E v o lu ció n de la idea im perial d u ra n te los A n to n in o , Severo y la A n a rq u ía M ilitar.
4. Las refo rm as de D io clecian o y el a b so lu tism o b ajo im perial.
II. L o s resortes de la adm inistración r o m a n a ....................................................................................... 367
1. El c o n tro l del E stad o . 2. A d m in istra c ió n pro v incial. 3. O rg a n o s locales de
g o b iern o .
III. E l ejército y la defensa d el «lim es» .................................................................................................. 375
1. L egiones y cu erp o s auxiliares. 2. Las re fo rm as m ilitares d u ra n te la A n a rq u ía
M ilita r y b a jo im p e rio . 3. La m a rin a ro m a n a . 4. O rg an izació n de las z o n as fronterizas.
El limes.
17 Cultura y religión en el Imperio (siglos I-V d. de C.), por Juan Francisco Rodriquez
N e ila ....................................................................................................................................‘ . . . 387
I. Las aportaciones c u ltu r a le s .................................................................................................................... 387
1. Los géneros literario s: a) La h eren cia del clasicism o a u gústeo; b) R en acim ien to
griego y epig o n ism o la tin o . 2. L as realizacio n es del D e re ch o ro m an o : a) C a ra c te rísti
cas generales; b) Los m o d o s d e c re ac ió n del D e re ch o ro m a n o : la ley, los senadocon-
su lto s, los edixtos de los m ag istrad o s, las c o n stitu cio n es im periales, la ju risp ru d e n c ia .
3. El a rte im perial: a) A rq u ite c tu ra , género ro m a n o p o r excelencia; b) E sc u ltu ra y
a rtes d eco rativ as. 4. El legado científico.
II. Religión rom ana y cultos o r ie n ta le s ................................................................................................... 398
1. L a relig ió n y el c u lto oficial: a) L a recu p erac ió n del le g a d o tra d ic io n a l; b) N uevos
h o riz o n te s vivenciales. 2. D iv in izació n de los C ésares: a) U n fa c to r p a ra la cohesión
del E sta d o ; b) C o n so lid ac ió n en los siglos im peraiels. 3. L as creencias llegadas del
E ste: «) P reo cu p acio n es de u n a gen eració n in q u ieta; b) L as vías de salvación. 4.
C ristian ism o y E stad o ro m a n o : a) Las raíces del p ro b le m a : h) H acia u n a coexistencia
crítica, 5. In fluen cia m oral de las c o rrien tes filosóficas.
B ib lio g ra fía 408
X IN D IC E GENERAL
Capítulos Paginas
18 Hispania romana (218-409 d. de C.), por Ange! Montenegro v Federico L a r a ......... 410
I. La conquista rom ana cie H is p a n ia ..................................................................................................... 410
1. C a rta g o y R o m a en la P en ín su la Ibérica. 2. L as g u erras c eltíb ero -lu sita n as. 3. Las
g u erras civiles ro m a n a s y su reflejo en H isp an ia . 4. A u gusto en H ispania.
II. H ispania durante e l Im perio R o m a n o .............................................................................................. 417
1. H isp an ia en la e ta p a a u g ú ste a y ju lio -cla u d ia . 2. H isp an ia d u ra n te la crisis del 68-
69 d. de C. y b a jo la d in a stía flavia. 3. L a e ra de los e m p erad o res hisp an o s. 4. Los
A n to n in o y los Severo. 5. D ecad en cia y crisis en la H isp an ia del siglo m . 6. La
H isp an ia del B ajo Im p e rio .
III. L a r o m a n iza c ió n ........................................................................................................................................ 428
1. L a o rg a n iz a ció n a d m in istra tiv a : a) El régim en p ro v in cial; b) El régim en m unicipal:
c) El ejército y la clien tela. 2. El d erech o h is p a n o rro m a n o . 3. Sociedad. 4. E c o n o m ía .
5. R eligión. 6 . A rte. 7. L as letras.
I. EL IM P E R IO , LA G R A N R E A LIZA C IO N DE R O M A
leyes y en las que inspiró a los pueblos bárbaros herederos de la Roma caída y
desintegrada.
Así, en definitiva podemos constatar que hubo una lenta pero efectiva her-
manación entre todos los pueblos sometidos a Roma en lo político, social,
cultural, técnico y religioso. La constante circulación de personas en el Imperio
—soldados, comerciantes, trabajadores— actuó como agente decisivo en esa
comunión de razas e ideas.
II. LA H E R E N C IA DE R O M A
objetivos. Esa historiografía tradicional no siem pre justificó los m edios hetero
doxos de R om a para som eter a los pueblos ante la beneficiosa meta de la p a x
romana. En la propia historiografía que podríam os calificar de más patriota,
p od em os constatar ju icio s contrarios, unos favorables y otros adversos, en
torno a la acción de R om a: son bien co n o cid o s los reproches a propósito de la
conquista de H ispania — tan prolija en gen ocid ios y depredaciones que ni
siquiera cesan en los tiem pos a u gú steos— que son m ás o m enos abiertam ente
denunciados en la historiografía m ism a de Rom a. C om o son un tópico entre
sus propios m oralistas aquellos m étodos crim inales de la corte en los in i
cios del Im perio. Y tam bién nos es notoria aquella acritud con que T á c it o
contrapone la olvidada virtus romana a la m oralidad esencial de los germ anos.
Por igual, no p o co s historiadores, abierta o solapadam ente, dejan traslucir sus
aires favorables al régim en de la R epública y sus libertades en el orden de las
instituciones políticas; frente a los desm anes de arbitrario autoritarism o qu e
se im puso bajo el gobierno m onárquico. D e l m ism o m o d o que es constante la
severidad co n que la historiografía cristiana — E u seb io d e C esa re a , O r o sio ,
L a c t a n c io , por citar algunos ejem p los— se pronunciaron contra la in m orali
dad o la represión hacia el cristianism o; hasta hacer surgir esa auténtica
historia calamitatum que anim a la F ilosofía de la H istoria agustiniana y su
teoría de las dos contrapuestas ciudades, la R om a cristiana y la R om a
pagana; de las que sólo esta últim a se hace, en su op inión, merecedora de
una auténtica eternidad. C on secuente con esta literatura clásica cristiana, son
bien co n o cid o s los excesos a que llevó este enjuiciam iento moral; com o lo s
que se hicieron por parte de la historiografía cristiana medieval; al punto de
convertir sistem áticam ente en nefastos a tod o s los em peradores perseguidores
del cristianism o m ientras glorifica sin trabas a los em peradores cristianos y n o
perseguidores, desde C onstantino a T e o d o sio .
En esa historiografía rom ana de denuncia, en sus testim on ios, ha en
contrado frecuente punto de partida la generalizada crítica adversa hacia
R om a que, según ven im os señ alan do, proliféra en los tiem pos m odernos y que
m uestra preferencia sobre tem as de carácter social y econ óm ico en los que
entra particularm ente en ju eg o la libertad, la distribución de bienes, la lucha
de clases. Y h oy, prácticam ente tod os los historiadores de R om a estam os
envueltos en estas disputas ideológicas; algo así co m o lo que ocurriera entre
escritores p aga n o s y cristianos al fin del Im perio, aunque partiendo de bases
m ás am plias de ju icio s de valor. P rácticam en te tod os se pronuncian y form an,
partido; u n o s con m ayor o m enor acritud, otros para m ostrar su d iscon fm iio-J
dad en el hecho m ism o de im plicar el ju icio m oral en una H istoria que debe
ser, ante to d o , objetiva: M . I. F in ley ; M . A . L evi; E. Ba d ia n ; A. N .
S h e r w in -W h ite ; T. F r a n k ; W . Seston ; P. A . B r u n t ; C h . G. S t a r r ; C h .
W ir szu bsk i ; H . M a t t in g l y ; Lord A cto n ; H . F u c h s ; K o c h ; D . H . L a w r e n
ce ; T. R. S. B r o u g h t o n ; J. G ag é ; J. V o g t ; J. J. H a t t ; M . G r a n t .
Los historiadores marxistas, sobre todo los soviéticos, son especialmente
severos en sus juicios sobre temas como la acumulación de capitales, latifun-
dismo y esclavitud. Y son propicios a ver por doquier rebeliones de masas o
luchas de clases: K o v a l i o v , M a s c h i c in , M i s h u l i n , U t t s c h e n k o , A l p a l o v .
Mientras acentúan el papel de los esclavos romanos, en su unión a los
bárbaros invasores, para dar el golpe definitivo al Imperio Romano.
Caería fuera de los límites de una introducción el hacer crítica amplia de
esta historiografía. Sus argumentos y conclusiones son puestos de relieve y
discutidos por cada colaborador en sus capítulos respectivos. Pero no pode
mos eludir aquí una serie de matizaciones de carácter genérico, sobre todo,
XXII IN TR O D U C C IO N
I. FUENTES CLASICAS
Literarias
Juridicas
Epigráficas
Corpus Inscriptionum Latinarum. Berlín. (Esta magna obra está aún incompleta y, por
supuesto, necesita revisiones y suplementos que recojan el abundante material que se ha ido
descubriendo.) Consta de:
I. I n s c r ip tio n e s L a ti n a e a n tiq u is s im a e a d C a e s a r is m o r t e m , 1893.
II. Inscriptiones Hispaniae Latinae, 1869, Suplemento. 1892.
XXV
XXVI B IB LIO G R A F IA GENERAL
Numismáticas
Ba b e l o n , J ..L a numismatique antique, Paris, 1970.
B e l t r á n , A.: Curso de numismática, Zaragoza, 1968.
B e l l o n i , C. G.: Le monete romane dell'età republicana, Milán, 1960.
B r e g l ia , L .: Numismática antica, storia e Metodología, M ilá n , 1964.
C o h e n , H.: Monnaies de la République romaine, 2 vols., París, 1885-1886.
C r o w f o r d , Μ. Η.; Roman Republican Coinage, 2 vols., Cambridge, 1974.
G il F a r r é s , O .; La moneda hispánica en la Edad Antigua, M a d rid , 1966.
G r a n t , M.: From Imperium to Auctoritas: a Historical Study o f Aes Coinage in the Roman
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B IB LIO G R A F IA GENERAL XXVII
Aufstieg und Niedergang der Romische Welt, Berlín, 1972 y sígs. Serie de estudios monográfi
cos fundada por H. T e m p o r in i sobre aspectos concretos redactados por especialistas. Concebidos
con una gran erudición bibliográfica constituyen un necesario punto de partida para una nueva
comprensión de la historia de Roma. Hasta el momento de redactar estas líneas han aparecido
cerca de 25 gruesos volúmenes.
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B IB LIO G R A FIA GENERAL XXXI
IV. REVISTAS
Compendios de bibliografía
ITALIA, LOS E T R U S C O S Y R O M A
H A S T A EL FINAL DE LA M O N A R Q U I A (509 a. de C.)
Los calcidios fundan Naxos (734), colonia que no tuvo apenas importan
cia económica, pero que sirvió de base para la fundación de otras dos
(Leontinos y Catania), en ricas zonas trigueras. Por estas mismas fechas
fundan los calcidios Zancle, en Sicilia, y Rhegión, en Italia, a fin de controlar
desde estos dos puntos el tráfico comercial del estrecho. Desde Zancle
fundarán poco tiempo después, y en la zona norte, Mylae (716) e Himera
(649), avanzadilla calcidia en esta zona.
El dominio del estrecho y de la franja costera norteña tuvo como
consecuencia que los calcidios establecieran un gran imperio comercial,
marítimo y territorial, desplazando así del mar Tirreno a los productos
corintios, al tiempo que se erigían en los verdaderos intermediarios económi
cos de los productos griegos en Etruria.
Por su parte los griegos de Megara fundan en Sicilia, Megara Hiblea (750),
que a su vez originaría Selinunte en la costa suroeste de la isla, ciudad que ha
proporcionado los mejores ejemplares del arte colonial griego de Sicilia. En el
734, Corinto funda Siracusa, llegando a ser la más rica de las ciudades griegas
de la isla, asentada en un formidable puerto. En la costa sur, los rodios y
cretenses fundaron Gela (688); los siracusanos, Acre, Casmene y Camarina, y
los de Gela, a su vez, Acragante.
Por estas fechas (580-570) los rodios y cnidios, que habían fracasado frente
a los fenicios al intentar establecerse en la parte occidental de Sicilia,
colonizaron las islas Lípari.
Las consecuencias del impacto colonizador griego sobre Italia, Sicilia y la
Magna Grecia motivaron que los pueblos de la península itálica se iniciaran
muy prontamente en la gran cultura mediterránea.
Entre los siglos viii y vi, los griegos irán ocupando amplios espacios
territoriales, cuya posesión supuso —y lo confirma la Arqueología y las
fuentes escritas—, en la mayoría de los casos, enfrentamientos con los nativos,
esclavización de las poblaciones autóctonas o el rechazo hacia las zonas
montañosas del interior e imposición de nuevas formas de vida.
Aunque hubo diferencias entre la colonización de Sicilia y de la Magna
Grecia, los resultados fueron similares: helenización inmediata y progresiva, a
deducir por la evolución de las culturas protohistóricas locales contaminadas
por formas culturales griegas.
Las nuevas formas helénicas occidentales, sobre todo culturales, religiosas
y técnicas, resultantes del contacto griego con lo puramente autóctono, se
abrieron rápido camino hacia Italia central, influyendo hondamente en
Etruria (que originarían la llamada «fase orientalizante») y, sobre todo, en
Roma. Merecen especial atención la introducción y difusión del alfabeto, la
aceptación de determinadas divinidades y formas religiosas, la asimilación de
nuevas técnicas y la adquisición de diferentes productos manufacturados
(cerámicas, bronces, tejidos).
II. LA C IV IL IZ A C IO N E TR U S C A
Pueblo ubicado en la Italia centrál, entre los ríos Arno y Tiber y la costa
tirrénica, se halló constituido históricamente ya en el siglo vm a. de C.,
alcanzando una civilización mucho más evolucionada que la de los pueblos
itálicos.
1. Las fu e n te s
4. In s titu c io n e s , sociedad y e c o n o m ía
5. C iv iliza ció n
b) Letras y música. Por lo que se refiere a las letras, aun cuando no nos
ha llegado ninguna manifestación literaria concreta, se sabe que tuvieron una
importante literatura religiosa, popular e histórica. V a r r ó n habla de las
Tuscae historiae y también de Volnio, autor etrusco de obras teatrales ya en
época tardía. Esta cita, junto al hallazgo de máscaras cómicas, nos testimo
nian la existencia de obras destinadas a ser representadas.
Otra manifestación muy cultivada fue la de la música, que alcanzó gran
brillantez, a deducir de las pinturas murales de las tumbas, las cuales
reproducen gran variedad de instrumentos musicales (de cuerda, viento y
percusión) con los que acompañaban a los danzarines en sus festividades y
banquetes, himnos y plegarias religiosas.
2. La R om a p rim itiv a
que pudo formarse la leyenda. Tuvo su sanción oficial, según T ito L ivio , en el
año 296 a. de C , cuando los ediles curules Cneo y Quinto Ogulnii, de
ascendencia etrusca, levantaron una estatua en la que se veía una loba
amamantando a dos niños; en el 269 este mismo tema se recogía en el reverso
de una de las primeras emisiones de didracmas romanos.
Los elementos que informan el segundo momento de la leyenda sobre los
orígenes de Roma son complejos según indica H e u r g o n : un culto totémico
del lobo (propio de las civilizaciones pastoriles); presencia de temas mitológi
cos grecoetruscos (cierva de Telefo, loba de Bolonia); dualidad étnica (roma
nos-sabinos) o política (patricios-plebeyos) a través de dos etimologías (una
griega «Rhomos» y otra latina «Romulus») para el éponimo fundador de la
ciudad, ambientado todo ello en una escenografía local: gruta del Palatino
(Lupercal), higuera sagrada (Ruminai).
Pero Rómulo, prescindiendo de la figura de su hermano Remo —que para
algunos autores sería un jefe del Aventino que tras haberse enfrentado a
Rómulo habría sido eliminado— aparecerá en los Am ales de E n n io como
único fundador de Roma, centrándose en su figura el interés de la historiogra
fía romana, llegando ésta a perfilar, elaborar y completar, sin escrúpulos a la
verdad histórica, toda una actuación militar, política y social necesaria para
establecer una verdadera mística romúlea.
Expuesto todo lo anterior se evidencia que el concepto Urbs condita, tan
querido a algunos historiadores de pasados siglos y aun del actual, debe ser
rechazado.Rómulo presenta pocos visos de historicidad y en base a esta
afirmación podemos señalar que Roma no tuvo un comienzo instantáneo,
sino que conoció sucesivas fases de formación, evolución y engrandecimiento
urbano, que la tradición recoge y la Arqueología evidencia.
4. La fe c h a fu n d a c io n a l de Rom a
d
£
Italia Central (Adaptado de Salmon y Piganiol.)
23
24 IT A LIA , LOS ETRUSCOS Y R O M A
5. D a to s arq u eo ló g ico s
6. La m o n a rq u ía rom ana
sólo en algunos puntos pueden ser de esta época. Edificó, asimismo, sobre el
Aventino un templo a Diana, donde centró el culto federal de la Liga latina.
Acabó asesinado por sus propios parientes (Tulia, Tarquinio), viéndose en
ello la reacción de la nobleza de sangre que no aceptó sus reformas
censitarias, basadas en la riqueza.
Nuevos estudios, especialmente de A . A lfo ldi , han demostrado que
Servio Tulio, el Macs tama etrusco, había sometido a Roma a mediados del
siglo vi con un ejército procedente de Vulci y logrado expulsar a Tarquinio.
Hay muchos puntos oscuros en la figura de este rey, que van desde su patria
originaria a su onomástica, pasando por su discutible reforma o Constitución.
De hecho, parece ser que fue un guerrero (su nombre etrusco es una
traducción del término latino magister), un aventurero que ayudó a los
príncipes de Vulci, Celio y Aulo Vibenna a combatir a Tarquinio, terminando
por reinar él en Roma.
Un hijo de Tarquinio el Antiguo, yerno a la vez de Servio Tulio, llamado
Tarquinio el Soberbio ocupó a continuación el trono (534-510). Su realeza se
caracterizó por una total tiranía, al decir de la tradición. Hizo descansar su
poder en la fuerza, diezmó al senado para rebajar su influencia, renovó el
tratado con los latinos, guerreó contra los volscos y creó manípulos mixtos de
romanos y latinos. Su actividad constructora reactivó las obras iniciadas por
su padre: edificación del templo de Júpiter Capitolino y terminación de la
Clocaca Máxima o alcantarilla colectora de la ciudad.
Su actuación tiránica —respuesta a una reacción en contra suya de los
patricios— y el episodio de la violación de la noble matrona romana Lucrecia
por parte del hijo de Tarquinio, Sexto, incidieron para que un noble romano,
Lucio Junio Bruto (interpolado aquí erróneamente por los analistas) al frente
de un movimiento revolucionario provocara la caída de Tarquinio el Soberbio
en el 510-509, teniendo que huir a la localidad etrusca de Caere.
Pese a este movimiento revolucionario y acontecimientos subsiguientes
que significaron el fin de la monarquía romana y el inicio de una nueva etapa
histórica, los etruscos no abandonaron la ciudad, pues, tanto las excavaciones
arqueológicas, como los fastos consulares, que recogen los nombres de
influyentes familias etruscas, atestiguan la presencia continuada de los mis
mos después del 509.
Aunque los tres reinados que hemos sintetizado puedan hallarse fo rz a d o s
en algunos aspectos por la analística romana —pudieron ser más los reyes
etruscos de Roma, a deducir de un pasaje de C atón que recoge al rey de
Caere, Mecencio, como dueño de Roma— los Tarquinios (algunos opinan
que hubo uno solo desdoblado en dos por necesidades cronológicas) y Servio
Tulio vendrían a significar sucesivas oleadas invasoras de etruscos c o n tra
Roma.
Con la presencia etrusca en Roma el panorama cambia totalmente, pues a
ellos les debió el que fuera una urbs en el término amplio de esta palabra. Los
documentos de esta etapa monárquica son más sólidos, pues, aparte de los
restos arqueológicos y epigráficos etruscos encontrados en Roma (grafito del
siglo vil, dos inscripciones sobre vasos de bucchero del siglo vi, restos de la
Cloaca, templos y murallas, cerámicas, etc.) y las citas de historiadores que
consideraban a Roma una ciudad etrusca debemos contar con la propia
historia etrusca figurada en sus pinturas (especialmente la Tumba François,
en Vulci), en sus obras de arte que recogen episodios históricos y sobre todo
con la historiografía etrusca, que si bien no nos es conocida hubo de ser
aprovechada por los escritores romanos.
28 ITALIA, LOS ETRUSCOS Y R O M A
unidad monetaria el ganado (pecas) y luego el cobre bruto (aes rude) que se
pesaba en cada operación mercantil. Más tarde Roma crearía una moneda
oficial.
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CAPITULO 2
LA RE PUBL IC A R O M A N A H A S T A LA
I G U E R R A P U N I C A (509 -2 64 a. de C.)
Guillermo Fatás
I. LOS IN IC IO S DE LA R E P U B LIC A
3. P atric io s y plebeyos
Las fuentes aseguran que éstos fueron los grupos larga y violentamente
enfrentados. Pero ello no significa forzosamente que todas las contradicciones se
diesen entre ambos, sino que a los historiadores antiguos les pareció así. La
lucha patricio-plebeya no fue un calco de la que luego opondría a la burguesía y
el proletariado modernos. En la antigüedad hubo, sí, lucha de clases entre
propietarios y no propietarios de los medios de producción. Pero sus manifesta
ciones son mucho más complejas que en el capitalismo, ya que en la sociedad
antigua hubo numerosas contradicciones que no pueden definirse primariamen
te en función de esa circunstancia. Así, a los conflictos entre propietarios y no
propietarios se añaden las oposiciones libre-esclavo, ciudadano-no ciudadano,
36 LA R E PU B LIC A R O M A N A H ASTA LA I GUERRA P U NICA
4. La reacción plebeya
dose atraídos por el Lacio y la Campania. Los ectios, en marcha hacia los mon
tes Albanos, y los volscos, camino de Antium, saquearon los territorios urbanos
intermedios. Los primeros héroes semilegendarios de la república (Coriolano,
Cincinnato) se fraguan en estas luchas de mitad del siglo y en el intermitente
enfrentamiento con Veyes (Veii), a 18 km aguas arriba de Roma, en la orilla
derecha o etrusca, deseosa de controlar el vado de Fidenae y el comercio de la
sal, de que se beneficia Roma, entre el mar y las montañas interiores pobladas
por ganaderos.
El germen de Estado, aún no desarrollado, encomendó este caso a una gens,
la Fabia, instalada en la frontera con Veyes; la gens protagonizó la campaña del
477, pereciendo todos sus miembros a excepción de un adolescente dejado en
Roma, como magnificó legendariamente su descendiente, Fabio Píctor. Ello nos
da idea de cuál era el papel preponderante de las gentes en la joven república
patricia, llegando a sustituir las funciones que hoy son propias del Estado. Pero,
a la vez, el fracaso Fabio deja ver que la organización gentilicia demostraba no
ser suficiente ante tal esfuerzo militar. El recurso a la plebe hubo de poner a ésta
en mejores condiciones para negociar un nuevo status.
un siglo desde la «instauración de la libertad» (in stitu tio lib e r ta tis ) , como llamó
T ácito al cambio de régimen, seiscientos años después.
Entre tanto, se logran otras victorias. Las dos comunidades, gravemente
escindidas, según comenta Livio, llegan con típico pragmatismo romano a
diversos acuerdos, que acaban estabilizándose en un«modus vivendi» aceptable.
Inmediatamente de publicadas las XII tablas, los p a tre s y sus gentes aceptan
acatar los «plebiscitos», siempre que estén sancionados por la au ctoritas patru m :
ello da a los tribunos de la plebe parte de la iniciativa legisladora y a los acuerdos
plebeyos la fuerza religiosa y jurídica que emana de los fundadores de Roma,
con tal de que éstos participen en el final del proceso, una vez formulada la
voluntad popular; en consecuencia, los concilia p leb is se amplían, incluyendo en
su seno no ya a la p le b s, sino a todo el populus, pues añora puede empezar a
hablarse de un populu s R om anus y de una civitas integrada. Pueblo, además, no
organizado según su fortuna, como en las centuras militares que sirven de base a
los com itia centuriata, o por su estirpe, como en los com itia curiata, sino por el
domicilio (por tribus). Así nacen los com itia tributa, que pronto pasarán a
ostentar la fuerza legislativa principal en la historia republicana.
No obstante, sigue reuniéndose el concilium p le b is como tal para elegir a sus
ediles y tribunos, por y de entre plebeyos. La preponderancia de los comicios por
tribus será tal que, un tiempo más tarde, tan sólo los teóricos del Derecho
distinguirán entre lex (dada por un magistrado cum im perio o votada por las
centurias) y p leb iscitu m , que recibirá ordinariamente el nombre de lex también,
con el nombre de su proponente, al igual que las restantes.
Roma tenía, en la vecina Etruria, una cabeza de puente para protegerse del
norte por el fácil acceso de la isla Tiberina: el monte Janiculo ; era su atalaya
frente a los etruscos y, particularmente, frente a Veyes, con la que surgirá una
última y larga guerra.
Desde la reforma «serviana», se hiciera de vez o por partes', en las legiones
predominaron los hoplitas, divididos según su fortuna y edad (de diecisiete a
cuarenta y cinco y de cuarenta y seis a sesenta años). La promoción social y
política de la plebe debe mucho a esta circunstancia que igualaba, ante el
enemigo, a patricios y plebeyos. A fines del siglo v hay ya jefes militares plebeyos
que llegan al «tribunado con potestad consular» y se integran después en el
Senado, adquiriendo condición de nobiles, de «reconocidos» o notorios como
prohombres. Son senadores pero no p a tre s; simplemente están inscritos
( conscripti ) en la lista senatoria ( album senatus) .
La campaña militar que consolidó el aparato militar romano pudo ser la
guerra veyentana, por su larga duración (406-396, sospechosamente idéntica a la
guerra de Troya). Exigió algo más que esporádicas «razzias» de temporada y
hubo que pensar en que la res pu blica atendiese de modo permanente a quienes
de modo permanente estaban en filas y a sus familias desvalidas, instituyéndose
un estipendio (aunque no en moneda, a pesar de lo que dicen los antiguos, pues
ésta no existía aún). El nuevo ejército había hecho sus pruebas con los reyes
últimos y, en la república, rechazando a los ecuos y domeñando a los volscos:
40 LA R EPU B LIC A R O M A N A H ASTA LA I GUERRA P U NICA
2. La am enaza gálica
Desde el 500, oleadas de celtas (G alli ) se asentaban en Italia del norte. Poco
después llegaba su vanguardia a Etruria, atacando a Clusium. Una presunta
embajada romana —formada por miembros de los Fabios— no sólo no consi
guió mediar, sino que irritó a los galos, que se encaminaron al sur deshaciendo al
ejército romano en el río Allia, en el verano de 390 (ó 387), cerca de Fidenae.
Roma fue tomada, saqueada e incendiada, mientras parte de la población se
acogía, con sus dioses, al amparo de Caere y algún grupo resistía en la acrópolis
del Capitolio. El dies A llien sis fue desde entonces un punto negro en el
calendario romano,.
La crisis general agudizó todos los conflictos: los externos, por el renacimien
to de las amenazas sabélicas, e incluso hérnicas y latinas; los internos, por la
situación de catástrofe y la necesidad del esfuerzo reconstructor, del acondicio
namiento defensivo y la reforma legionaria. En cincuenta años no habrá sucesos
militares de esta envergadura, pero la conflictividad social, la stasis, será
elevada. Roma hará tenazmente frente a todas las amenazas, pactando nuevas
bases de entendimiento en su interior, multiplicando la presencia militar,
otorgando privilegios a las civita tes no romanas de su interés e intensificando la
fundación (deductio ) de nuevas colonias.
LA C O N Q U IS TA DE IT A LIA POR R O M A 41
Con ocasión del tema capuano Roma se había enfrentado a los .samnitas, al
preferir atender el compromiso de una deditio (acaso inventada por las fuentes)
que el de su tratado de amistad. Entre 326-304 y 298-290, las II y III guerras
samnitas (la I tuvo como breve fondo el asunto de Capua, entre 343 y 341) harán
de Roma el primer poder itálico. Peritísimos en la guerra de montaña, armados
con el pilu m y el scutum que copiarán las legiones, feroces por su primitivismo y
exasperados por la permanente necesidad, se organizaron de modo vagamente
federal sobre un vasto territorio, llevando la guerra a lugares muy distantes. Los
F i g . 8. L a s e g u n d a g u e r ra s a m n ita .
LA C O N Q U IS TA DE ITA LIA POR R O M A 43
F i g . 9. L a te rc e ra g u e rra s a m n ita .
depende, por matrimonio, de una gens patricia). La guerra del 299, conducida
por Decio Mus, tiene su punto crítico en 295. Los romanos han logrado
desplazar del Samnium al enemigo, rechazándolo hacia el norte. Los umbros y
los etruscos se confabulan con ellos y con los galos senones frente a la
«intolerable tiranía» romana, en pluma de L ivio . Un Decio y un Fabio se
enfrentan en Sentinum (Umbría) a la coalición mientras otras tropas impiden el
refuerzo etrusco. La victoria obtenida alcanzó en ese tiempo reputación
extraitálica y aparece, por ejemplo, en historiadores samios; se habla de 100.000
muertos, de 25.000. Las colonias de Sena Gallica (289) y de Ariminum (268)
mostraron al poco que el ager G alücus, como la Umbría, ya tenían dueño
definitivo. Luego, hemos de ver cómo las operaciones en Etruria no cesaron,
durando largo tiempo: todo el que fue preciso para que las viejas ciudades fueran
cayendo en manos de Roma, una por una.
Aunque las fuentes son confusas, a fines del siglo m se refuerza la importan
cia de los plebiscitos, a la vez que se ataca fuertemente la esclavitud por deudas
(ilex P o etelia P apiria, del 326 ó 313). Pero el personaje que mejor simboliza las
nuevas contradicciones es Appio Claudio, helenizante, patricio descendiente de
una gens sabina acogida en Roma con sus 5.000 miembros al poco de instituirse
la libertas. Censor antes que cónsul, cónsul por dos veces y d icta to r, tratado de
demagogo por las fuentes a causa de su apoyo a los humiles (libertos, plebe
desprotegida), se resistió a la hegemonía de la nueva nobilitas e intentó cerrar a
los hom ines novi de la plebe rica el acceso a las magistraturas y a los sacerdocios
mayores, apoyando una política más igualitaria para con las capas bajas de
Roma; autor del proyecto de la Vía Appia y del primer acueducto urbano, el
aqua Appia, favoreció la política de empleo, siendo el primer censor que revisó
el album senatus, inscribiendo en él incluso a hijos hijos de libertos y autorizando
a los plebeyos a inscribirse en la tribu de su residencia y no sólo en las cuatro
«urbanas», reservadas a los miserables con objeto de desvanecer su influencia
comicial. Un protegido suyo, edil curul, publicaba al tiempo el calendario, para
que todo el mundo supiera en qué días era lícito ver una causa, y las legis actiones,
o procedimientos de actuación judicial, para que se supiese no sólo cuándo, sino
cómo había que actuar. Claudio, censor entre 312 y 308, tenido como padre de la
literatura latina, no fue bien tratado por la tradición; acaso porque los Fabio se
hallaban al frente de la política «centrista» de la nobilitas: dos de ellos serán
cónsules en los cuatro años de la censura de Claudio.
Esta política de «conservadurismo liberal» se evidencia en acciones como la
de Q. Fabio Rulliano, que en 308 reclasificó a todos los humiles en las tribus
urbanas (y así estarán por más de un siglo), o en las consecuencias de la lex
Ogulnia (300), que creaba nuevos puestos de pontífices y augures, ampliando sus
venerables colegios, para dar entrada a los hom ines novi de la rica plebe afecta al
sistema. Se ratificó el derecho de apelación a los comicios en caso de pena grave
(provocatio a d populum ) que, como tantas otras cosas, se tenía por creación del
509, nuevamente sancionada en 449 y que ahora parece cobrar virtualidad bajo
el impulso de una mentalidad nueva que iba amparándose de Roma.
El conjunto legal más significativo es, en 287, el que regula los plebiscitos (lex
H ortensia, 287), dictado tras un fuerte alzamiento plebeyo motivado acaso por el
injusto reparto de la Sabina central, al final de la III guerra samnita. La ley
ordenó que c/nod plebs iussisset om nes Q uirites ten eret, según P l in io : «Que lo
LA C O N Q U IS TA DE ITALIA POR R OM A 45
que la plebe mandase, obligara a todos los Q u irites » (en el sentido, ya, de roma
nos). El mismo Hortensio logró que los días de mercado o nundinales (aprove
chados por el campesinado pobre para ir a la ciudad) fuesen f a s ti: aptos para la
vista de juicios, poniendo así más al alcance de los humildes el acceso a la justi
cia, tan celosamente monopolizada por los p a tres y sus nuevos aliados.
nuevo. Ostia es puerto abierto desde mediados del siglo iv. Diversos historiado
res griegos mencionan la llegada de romanos a la corte de Alejandro en 323; a
fines de siglo, Rodas y Roma oficializan su amistad republicana; y en el 306, un
nuevo tratado amistoso con Cartago confirma el rango «internacional»
conseguido por Roma incluso antes de Sentinum. Pero la victoria sobre Pirro y
Tarento auguraba un futuro tan claro que un contemporáneo, infortunadamen
te perdido, el siciliano Timeo, vaticinó el enfrentamiento entre Roma y
Cartago por el dominio de Sicilia y el control del Mediterráneo occidental y
central.
Como han observado los estudiosos, estos años son, un poco, los del
eclipse de los Fabio; los nombres consulares más frecuentes son de otras
gentes y, sobre todo, de la Atilia, que da siete cónsules en un veintenio; su
estirpe procede de Campania: los intereses meridionales van a privar durante
un tiempo en la política romana.
Efecto asimismo de la proximidad con lo griego es la introducción de la
moneda, surgida hacia 289 como institución más o menos regular, al crearse
trium viri que dirigen el taller en el templo de Juno Moneta y que pronto
facilitan el numerario preciso para la guerra pirro-tarentina. La vida interna
cional exige enseguida medios importantes de pago, y se usarán monedas de
plata, con patrón greco-egipcio y acuñadas en Tarento. Roma acuña didrac-
mas, con tipos púnicos y helenos: un caballo, una cabeza de Ares-Marte,
enseguida sustituidas por otras con la Loba y los gemelos y con Hércules (269)
y por piezas en que aparece la misma Roma coronada por la Victoria, hacia
264; es la afirmación de una personalidad ética y política, una visión oficial
que la R e s p u b lica desea dar de sí misma al mundo la que aparece,
diáfanamente, en su tipología numismática, factor inapreciable de propagan
da tanto como señal de identidad.
No obstante, hay que esperar a las guerras con la gran rival histórica,
Cartago, para ver aparecer en las monedas de Roma las proas o rostra de las
naves de guerra. Hasta ese momento, está claro que Roma no se considera
especialmente relevante en el mar. El esfuerzo más duro, largo y grave de la
historia republicana, el de la II Guerra Púnica, será el que desarrolle en el
espíritu romano toda la virtualidad que ahora se apunta modestamente en las
piezas de plata acuñadas en el sur. Es, precisamente, el paso del sitema de la
dracma, prestado por el mundo griego, al del denarius, creación propia y
futura moneda dominante en el mundo mediterráneo.
III. LA O R G A N IZ A C IO N P O LITIC A
DE LA R O M A R E P U B L IC A N A
Instrumento principal del poder romano sobre Italia, las legiones ciudada
nas se caracterizan precisamente por estar compuestas exclusivamente de
cives R om ani que defienden su tierra con armas propias, a excepción de los más
pobres {infra classem , pro leta rii, que sólo son prole y padres de romanos, capite
censi, censados como simples cabezas a efectos de control), convocados sólo
en casos de extrema gravedad ( tum ultus , como el de 390). Las 18 primeras
centurias son la caballería ciudadana; seis de ellas son las antiguas de Tities,
Ramnes y Luceres, p rio re s y p o sterio res, que votan en primer lugar en los
comicios (s e x su ffragia ). Las tres primeras clases por la fortuna forman la
48 LA R EPU B LIC A R O M A N A H A STA LA I G U ERRA P U NICA
infantería pesada; y las dos últimas, y más numerosas, la ligera (v e lite s ), las
tropas de hostigamiento. Con el asedio de Veyes se regulariza el apoyo
económico de la comunidad al combatiente y su familia. Normalmente la
movilización es de temporada, entre primavera y otoño. La república puede
exigir del ciudadano hasta 16 campañas, entre sus diecisiete y cuarenta y cinco
años; diez sólo, si sirve en caballería; pero la cifra puede extenderse a veinte,
lo que no será tan raro. A los cuarenta y seis años se pasa a la reserva,
generalmente a cargo de la defensa de la ciudad; a los sesenta se alcanza la
exención total. La leva (d ile c tu s ) la verifica el cónsul, con permiso del senado,
al inicio del año político (marzo) y el licénciamiento se hace en otoño.
El ejército normal consta de cuatro legiones, a dos por cónsul, que han
pasado de 3.000 infantes (m ilite s ) a 4.200, más 300 jinetes (eq u ite s) por
legión. Las tropas de los so cii (a u x ilia ) son más o menos en igual número,
aunque con más jinetes. Cada legión incluye 60 centuriones procedentes de la
tropa, auténticos profesionales, como los decuriones (que mandan las unida
des menores de a caballo). Los oficiales superiores son los tribuni m ilitu m , a
razón de seis por legión, elegidos por el pueblo y con alta consideración
pública. Las cuatro legiones iniciales, o legiones urbanae, mantuvieron a estos
tribuni m ilitum a pop u lo ; pero las extraordinarias, cada vez más usuales,
fueron enseguida provistas de tribunos elegidos por los generales (tribuni
m ilitum ru fu li). Al frente de la legión, naturalmente, hay un general (magistra
do o exmagistrado) dotado de im perium . Por definición, el consul, el p ra e to r o
el d ictador y su segundo.
La táctica legionaria es muy flexible, no falangística, servida por los
manípulos, de dos centurias cada uno —hay 60 centurias por legión—; los
manípulos se disponen al tresbolillo (qu in cu n x ), en tres líneas, dejando
huecos de maniobra y para que se inserten los velites. En cada dilectus, tras la
jura, el m iles es asignado a un centurión y según su edad forma con los h astati
(reclutas), p rin cip es (antiguos combatientes, de primera línea) o triarii (vetera
nos, tercera línea, que forman en centurias de sólo 30 hombres). La legión
acampó enseguida por el sistema de castra, o campamentos fijos, con dos calles
perpendiculares que se cruzaban en el centro (praetoriu m ), en que se situaba
la tienda del alto mando. Rodeado de foso y empalizada, cuyas estacas
transportaban en su equipo los soldados, un campamento alojaba usualmente
a un ejército consular completo —dos legiones, auxilia, animales e impedi
menta— y asemejaba una ciudad poblada por miles de habitantes sujetos a
estrictísima disciplina.
El ordenamiento manipular aparece ya a fines del siglo iv, seguramente
como reacción ante el tipo específico de la guerra samnita. Entonces parece
que se sustituye el hasta por el pilu m , jabalina de casi 1,5 m, con un cuerpo
perfectamente contrapesado y un estudiado encaje de la punta de hierro en el
vástago de madera. La espada se modifica para hacerla más apta al cuerpo a
cuerpo, antes de que, en el siglo ii, se adopte el gladius H ispaniensis.
El peso del reclutamiento (dilectu s ) cae básicamente sobre el pequeño
propietario campesino, lo que acabará siendo un grave inconveniente; como
lo es el del alto mando variable anualmente y, a veces, dentro del mismo año
por rotación entre los cónsules; ello resulta ocasionalmente pernicioso, sobre
todo en campañas de larga duración que han de de obedecer a una sola
estrategia; de ahí que, en una de ellas se recurra, tras finalizar el año consular,
a renovar al general el im perium —no el consulado—: esta prórroga (p roroga
tio im perii) consiente al general actuar a modo de cónsul (p ro consule); así
nacen, en 327, las «promagistraturas». Roma carece prácticamente de flota
LA O R G A N IZA C IO N POLITIC A DE LA R O M A R E PU B LIC A N A 49
que merezca tal nombre: una veintena de naves, ni muy buenas, ni experta
mente mandadas.
3. La relig ión