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Educación y DDHH

Trabajo integrador
02/07/2014

Violencia institucional: La masacre de La Carcova

Introducción

La violencia policial es el terreno donde hoy se dan las violaciones estructurales y masivas de los
DDHH que antes se daban en la dictadura. De hecho, mientras las Fuerzas Armadas fueron objeto
de restructuración durante la democracia, la policía quedó afuera de la agenda de reformas por
parte del Estado (Chillier; 2014). De esta manera, las sucesivas administraciones del Estado
contaron con la herramienta de control social necesaria para la aplicación de políticas neoliberales,
que no se hubieran podido llevar adelante sin recurrir a la represión (APDH): la CORREPI (2012)
da cuenta de que la cantidad de víctimas de violencia policial en democracia ascendió de 262 en
1996 a 3.773 en 2012. Notablemente, la mayor acumulación de casos se da en los años de crisis
(2001 y 2002); las dos modalidades más frecuentes de la represión preventiva son los fusilamientos
por gatillo fácil (46% del total) y la muerte de personas detenidas (39%). Las principales víctimas
de la represión social son los sectores más humildes, especialmente los jóvenes (menores de 25
años, casi el 50%; si se le suman las personas menores de 35 años, el total llega al 77%) de todo el
país: a las problemáticas que viven los sectores más desfavorecidos, hay que sumarle la manera
violenta que tiene la policía de intervenir en los barrios excluidos: Esta situación puede verificarse
enseguida en los enfrentamientos cada vez más feroces entre los jóvenes y los policías; en la
aparición de escuadrones de la muerte que diezman a la banda de supuestos pibes chorros; y en el
uso sistemático del gatillo fácil, la tortura, las detenciones por averiguación de identidad, la
persecución y el uso de las carpetas modus operandi” (Rodríguez et. al.; 2009)

En este trabajo expongo la masacre del Barrio de La Carcova, porque es un caso


emblemático de violencia institucional, por la alevosía y arbitrariedad del accionar de la policía, el
encubrimiento por parte del Poder Judicial y la participación de las organizaciones barriales,
sociales y de derechos humanos, que fue fundamental para que se esclareciera el caso y se hiciera
justicia.

B) Desarrollo

La Carcova es un asentamiento de veinticuatro manzanas al fondo de José León Suárez, en


el partido de San Martín, donde habitan cerca de 11.000 personas. El barrio está formado por casas
precarias, sin los servicios más básicos, como agua potable o asfalto. Cerca de allí está el corredor

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sanitario de la CEAMSE que se encuentra en José L. Suárez -una de las zonas del conurbano con
los índices más altos de desocupación-, uno de los basurales más grandes de la provincia de Buenos
Aires. Allí, todos los días miles de personas buscan desechos industriales y mercadería descartada
por fábricas y supermercados. Entran desde el barrio Elena Carcova, Villa Hidalgo, Libertad y 9 de
Julio entre otros. El predio abre sus puertas entre las 17 y las 18hs para el ingreso de los
“quemeros”, que se abalanzan sobre las montañas de basura para buscar residuos con valor de
reventa. El basural llegó a recibir hasta tres mil personas por día. La seguridad del predio está a
cargo de las comisarías de la zona y la seguridad privada de la CEAMSE. La relación con los
vecinos que van al predio está en manos del personal policial, no hay autoridades o representantes
del municipio que hayan participado de esos acuerdos, a los que se llegó después de muchos
conflictos entre los vecinos y el CEAMSE. Tampoco hay autoridades que supervisen lo que pasa
allí.

Según el informe A tres años de la masacre de La Carcova (CELS; 2014),el 3 de febrero de


2011 un tren carguero que transportaba alimentos y autopartes descarriló debido a desperfectos
técnicos frente al barrio La Carcova. Algunas personas se acercaron para intentar abrir los
contenedores, por lo que personal de la empresa TBA solicitó seguridad policial. A medida que
pasaba el tiempo fueron sumándose más vecinos. Pasada media hora, llegó la policía, que disparó
balas de goma, a lo que los vecinos respondieron con piedras y otros objetos. Empezaron a llegar
refuerzos policiales y a la represión con balas de goma le siguieron gases lacrimógenos y
municiones de plomo. Como resultado del ataque policial, murieron dos adolescentes, Franco
Almirón y Mauricio Ramos, y Joaquín Romero, de 19 años, resultó gravemente herido.

Según Horacio Verbitsky (Página/12; 2012), la versión policial, ratificada a libro cerrado
por Casal, señala que una banda de delincuentes colocó obstáculos en las vías al paso de una
formación de carga y, luego de su descarrilamiento, se lanzó a saquearla. Esa misma versión - la
del Ministerio de Seguridad y Justicia—afirmaba que el móvil policial había sido recibido a tiros,
por lo que las bajas se habían producido cuando la policía contestó el fuego. Según el informe del
CELS, la versión falsa fue difundida por los medios de comunicación y la empresa Trenes de
Buenos Aires la ratificó mediante un comunicado en el que sostuvo que “un grupo de personas
arrojó al paso de un tren […] troncos de árboles con el fin de producir su descarrilamiento para

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posteriormente saquear la mercadería transportada […] los últimos 90 días se produjeron dos
hechos similares con la misma finalidad”. Verbitsky cita al entonces Ministro de Seguridad,
Ricardo Casal, que declaró que “los delincuentes se mezclan con la mayoría de gente trabajadora.

Pretenden esconderse bajo la apariencia de la opresión social y tratan de enmascarar un robo


como un descarrilamiento”. Sin embargo, señala el periodista que uno de los adolescentes muertos
y varios de los heridos tienen impactos de bala en la espalda y no hay ni siquiera un herido entre
las fuerzas policiales, lo cual no se ajusta a un enfrentamiento entre grupos armados.

La versión oficial fue desestimada por la investigación judicial: lo ocurrido en José León Suárez
fue una represión violenta sobre un grupo de personas que intentaba sacar productos de un tren
parado y sobre otros vecinos que se habían acercado a mirar. (CELS; op.cit.) La venta de residuos
encontrados en el CEAMSE sostiene a gran parte de los vecinos de la zona, a eso hay que agregar
que en el lugar del descarrilamiento funcionaba un desarmadero de autos al amparo de la policía
local, por lo que es entendible que los vecinos se acercaran a ver qué podían rescatar y vender.
Además, apenas iniciada la investigación del procedimiento policial, uno de los policías, el oficial
subinspector Gustavo Ezequiel Vega, admitió haber disparado con munición de plomo, lo que le
causó las heridas a Joaquín Romero. En su primera versión, Vega declaró que su accionar se debió a
un error, pero más tarde declaró haber sido presionado por altos jefes de la Policía Bonaerense la
noche de los hechos para presentar su primera declaración y autoincriminarse.

El fallo de la justicia absolvió al policía Gustavo Rey, acusado del doble homicidio, mientras que
Gustavo Vega fue condenado a 7 años de prisión por intento de homicidio simple a Joaquín
Romero, sobreviviente y testigo en el proceso.

Este caso nos pone frente a la violación masiva de DDHH. Como trasfondo, esta situación
se da en el contexto de la ausencia total del Estado como garante de los derechos más elementales
de los habitantes del barrio La Carcova: la Declaración Universal de Derechos Humanos enfatiza
que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, que todas las personas
son iguales ante la ley y deben recibir igual protección de ésta, y que toda persona podrá gozar de
los derechos humanos y las libertades fundamentales sin distinción alguna de raza, color, sexo,

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idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición (Art. 2 DUDH); el PIDESC garantiza el derecho
a un adecuado nivel de vida, incluyendo alimentación, vestimenta y vivienda (Art.11), al más alto
nivel posible de salud física y mental (Art. 12), a la educación (Art.13) y a la participación en la
vida cultural y a beneficiarse de los progresos científicos y la protección de los beneficios morales y
materiales derivados de su producción científica, literaria o artística (Art.15) (Morlacheti).

A la situación de vulnerabilidad a la que de por sí quedan expuestos por la violación de esos


derechos, hay que agregar los derechos civiles y políticos básicos de los que quedan despojados:
son solo algunos ejemplos, entre otros, el “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” que
en su artículo 6 declara que la vida es inherente a la persona humana y el art. 18 de la Constitución
Nacional dice que ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley
anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, se refiere a la pena de muerte
y dice que quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, sin embargo en el
art. 75, inciso 22, Argentina ratifica, en 1984, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
que en su art. 4 proclama el derecho a la vida y prohíbe la aplicación de la pena de muerte sin
excepción. También en la constitución Nacional, el art.75, inciso 23 dice, textualmente, que
corresponde al Congreso legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la
igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos
por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en
particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad.
También es importante mencionar que según el art. 3 del “Código de conducta para funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley”, adoptado por la ONU y suscripto por nuestro país, los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley podrán usar la fuerza sólo cuando sea
estrictamente necesario y en la medida que lo requiera el desempeño de sus tareas.

Es ya una práctica generalizada que los políticos en busca de votos apelen al discurso de la
“inseguridad” y prometan más policía como solución a un problema que, en realidad, no es policial
sino social: Si hay algo que pesa como una especie de condena prejuiciosa sobre los menores es
una opinión pública que los responsabiliza de las peores situaciones sin advertir que ellos son las

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víctimas de un sistema perverso (Arslanian; 2014). El tema también es recurrente en los medios de
comunicación y también es una de las principales preocupaciones del Estado: si observamos el
presupuesto que anualmente el gobierno nacional o provincial destina a este rubro y lo
comparamos, por ejemplo , con el que disponen para el área de salud o educación (Rodríguez et.
al.; op. Cit).

Además, el estado tiene un doble discurso: no es lo mismo la intervención de la policía en


las llamadas “zonas civilizadas” que en las “zonas salvajes”. En las zonas con más capacidad de
consumo, la policía actúa preventivamente, los controles tienden a ser más rigurosos, son esos los
lugares donde el Estado no quiere que suceda nada. En cambio, en las llamadas “zonas de riesgo”,
la fuerza está liberada de toda formalidad, no tiene que ajustarse a una norma”. Esa situación de
excepcionalidad, de suspensión de la norma, se traduce en la violencia institucional.

La “lucha contra el delito” implica la aplicación de medidas que incluyen el aumento de


penas, la disminución de la edad para la imputación de delitos, no implementar la excarcelación,
etc. En el marco de ese modelo, la función de la policía ya no es solo esclarecer delitos, sino
“perseguir a aquellos grupos que son percibidos por otros sectores sociales como fuente de peligro
[…] La policía no persigue acciones ilícitas sino colectivos juveniles estigmatizados por la sociedad
como ‘vagos o sospechosos’.” La consecuencia directa de estas políticas es, entre otras, el aumento
de “las detenciones por averiguación de identidad, del gatillo fácil, la tortura o la muerte de
personas bajo custodia policial”. A este modelo se lo reconoce por el nombre de “mano dura” o
“tolerancia cero”. Pero para poder actuar de esa manera, la policía, además de facultades
discrecionales avaladas desde el Estado, necesita de la participación de una sociedad, que
atemorizada, avale su accionar desde los prejuicios sociales.

En su programa La Historia en Debate (2014), el periodista Eduardo Anguita entrevistó a la


madre y a la tía de los chicos asesinados y a los abogados del CELS que se encargaron de
representarlas en este caso: Juan Carlos Dietze y Federico Efron. Ellos cuentan que el camino para
acceder a la justicia empezó cuando los trabajadores sociales del barrio, en este caso pertenecientes
al Movimiento Evita, se acercaron a la tía de Mauricio Ramos y la convencieron de recurrir al
CELS, a partir de la intervención de esa organización los abogados tomaron la representación de
Joaquín Romero y de la familia de Mauricio y se pudo llevar adelante el juicio. Uno de los
principales problemas con esta temática, es que así como las víctimas son de determinado sector

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social, en general no tienen acceso a la justicia, y aquí es donde entran las organizaciones de
derechos humanos y las organizaciones sociales y barriales, que tienen un papel fundamental para
denunciar y llevar estos hechos ante la justicia.

Según Federico Efron, que el tribunal haya entendido, sin ninguna duda, que tanto el
disparo que recibió Joaquín Romero como los disparos fatales que impactaron en Mauricio y en
Franco fueron efectuados por efectivos de la policía bonaerense es un hecho fundamental,
especialmente en el marco actual de la situación de la Provincia de Buenos Aires, donde la cantidad
de casos de violencia institucional es altísima (45% del total de casos de todo el país, según
CORREPI) y son escasos los que llegan a juicio oral.

El tema del CEAMSE, agrega Efron, surgió en el juicio oral. Las personas que estaban en el
lugar del descarrilamiento, se acercaba al tren en vez de ir a CEAMSE, es decir, era una cuestión de
subsistencia. Agrega que, mirándolo desde un punto estrictamente judicial, lo que se ve afectado es
el derecho a la propiedad, pero bajo ningún concepto, y especialmente en el caso de los habitantes
de un barrio carenciado, la respuesta del estado a través de una fuerza de seguridad puede ser la que
se tuvo. Ese elemento también apareció en el juicio, la policía tendría que haberse retirado, porque
Joaquín, Mauricio y Franco ni siquiera fueron heridos al lado del tren con algo en la mano. Y
aunque se hubieran llevado algo, no se puede privilegiar la propiedad por sobre el derecho a la
vida.

A su vez, Dietze agrega que no hubo ningún tipo de legítima defensa por parte de la policía,
ni hubo ninguna situación de agresión hacia la fuerza policial presente en el lugar que justificara el
uso de armas de guerra. Frente al fallo judicial que condenó a Gustavo Vega por el intento de
homicidio al sobreviviente Joaquín Romero a 7 años de prisión por intento de homicidio simple ,
los abogados presentaron una apelación, ya que cabía aplicarle el agravante que tanto la fiscalía
como los abogados habían pedido por haber cometido el delito en abuso de funciones. También
apelaron la absolución de Rey: si bien el tribunal determinó que los disparos que mataron a los
chicos los hizo la bonaerense, se intentó justificar que no era seguro que los hubiera hecho Rey.
Efron y Dietze entienden que, claramente, que fue Rey el responsable de esos disparos.

La responsabilidad institucional

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El día de la matanza, un policía de la bonaerense fue víctima de homicidio en el camino del
Buen Ayre, muy cerca del lugar de los hechos. Por ese hecho, estaba presente la plana mayor de la
policía. Cuando se los notifica de que hay un hecho en la Carcova, los que llegaron fueron los jefes.
En el operativo, en el que intervinieron decenas de policías, había comisarios y subcomisarios. Lo
llamativo es que no vieron nada de todo lo que ocurrió, es decir que se enteraron después de que
había dos muertos y un herido cuando ellos, en realidad, habían estado presentes frente al teatro de
la tragedia. Efron y Dietze tienen la convicción de que el ataque fue producto de órdenes, de
tácticas desplegadas en el campo de acción, concretamente la de arrojar granadas de gas
lacrimógeno sobre una zona de chatarra donde estaban guarecidos un grupo de vecinos del barrio,
entre ellos los chicos que mataron; con las granadas que les arrojaron no tuvieron otro remedio que
levantarse y fue en ese momento que fueron atacados. Sin embargo, los jefes, en el juicio oral,
declararon no saber nada, no haber visto nada.

Agrega Dietze: Acá ha habido una condena, es decir, que el tribunal aceptó como probado
que hubo una tentativa de homicidio, como en el caso de Vega, pero que las muertes fueron
producto de la intencionalidad dolosa por parte del personal policial, con la finalidad de lograr el
resultado. […] Esto ha sido un operativo institucional, con el comando de los jefes a quienes se
informaba, con la presencia de jefes en el lugar, donde se trató de un hecho social, no fue el robo a
un banco. De golpe es un tema de una enorme controversia que remite un poco a lo de Kosteki y
Santillán o al 2001 con el tema del 20 de diciembre. En este marco, esta condena tiene una enorme
importancia, aunque no estamos de acuerdo para nada con la absolución de Gustavo Rey por los
homicidios, porque implica el reconocimiento judicial de una situación que todos palpamos, pero
que no encuentra el eco en la estructura judicial. Para él, es hora de que los funcionarios públicos
se responsabilicen, ya que el derecho penal que no se aplica no hace más que generar situaciones
como esta. Advierte que en muchos casos de violencia institucional el Poder Judicial protege lo
que hace la policía; es la propia policía la que domina la escena y construye la primera versión. Por
eso, cuando no hay familiares, cuando no hay un movimiento social o barrial como el Movimiento
Evita los jueces y fiscales avalan la versión que les trae la policía y se archiva la causa. Y se trata
de vidas que se pierden y que no tienen ningún tipo de respuesta por parte del Estado.

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Muchos aspectos de esta problemática tan grave y tan compleja quedaron afuera de este
trabajo o se mencionaron de pasada, por ejemplo, la utilización de la policía para reprimir la
protesta social en democracia o la complicidad de los medios de comunicación, también me hubiera
gustado poder extenderme sobre los mecanismos de organización del barrio, que la misma noche
del asesinato se concentró frente a la comisaría de la zona, y que durante estos años realizó eventos
tales como jornadas solidarias para apoyar a las familias, entre otros temas. Sin embargo, y a
modo de reflexión final, es importante destacar que frente al panorama que nos presentan casos
como el de La Cárcova, que en la década de 1990 comenzaron a surgir organizaciones de víctimas
de violencia policial que comenzaron a movilizarse para denunciar el accionar abusivo de las
fuerzas de seguridad: agrupaciones como la CORREPI que se encargan de investigar y denunciar
casos de represión policial, o como el Movimiento Evita y Unidos y Organizados, que conviven
codo a codo con los vecinos de los barrios y colaboran con ellos –en este caso, a través del CELS--,
para hacer visible esta problemática y llevarla a la justicia. En ese sentido, ya hay muchos sectores
de la sociedad que comprendieron la importancia de estar organizados para poder exigir derechos.
También es importante decir que en general, la sociedad no es la misma que la de la dictadura, ya
tiene una memoria del “nunca más”, y en su mayoría, la noción de que este tipo de violencia es
inaceptable y debe ser combatida.

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Anexo: Cómo difundieron la versión oficial los diarios Clarín, La Nación, y Página/12

La Nación, 04/02/2011

Intento de saqueo y dos muertos

Fue en un enfrentamiento entre policías y adolescentes de una villa que habían descarrilado
un tren de carga

El intento de saqueo a un tren de cargas terminó ayer con dos menores muertos y varios heridos en
José León Suárez, partido de San Martín, producto de los enfrentamientos a tiros entre efectivos de
la policía bonaerense y habitantes de una villa de emergencia de la zona.

El trágico cruce provocó la reacción de vecinos del lugar, que al cierre de esta edición se
manifestaban frente a la comisaría local para reclamar justicia.

El hecho se produjo a las 14.40 sobre las vías del Ferrocarril Mitre, a la altura del kilómetro 25 del
ramal Retiro-Zárate, en las inmediaciones de la villa de emergencia La Cárcova, cuando
desconocidos "arrojaron al paso de un tren troncos de árboles con el fin de producir su
descarrilamiento para posteriormente saquear la mercadería transportada", según informó por medio
de un comunicado Nueva Central Argentina (NCA), concesionaria del servicio de carga.

Según fuentes judiciales, el enfrentamiento se produjo cuando oficiales de la policía bonaerense


llegaron al lugar y armaron un operativo para desalojar a un grupo de jóvenes que, presuntamente,
intentaban saquear la formación que trasladaba de Rosario a Retiro mercadería de exportación, entre
la que se incluían autopartes, según detallaron a La Nacion voceros de NCA

La misma fuente indicó que la policía se enteró del descarrilamiento e intento de saqueo por una
llamada al 911 de uno de los dos conductores de la formación compuesta por 32 vagones. Ninguno
de los dos maquinistas sufrió heridas, y ambos se encontraban anoche en perfecto estado.

En el cruce hubo disparos de armas de fuego, que provocaron la muerte de dos adolescentes
identificados como Franco Almirón, de 16 años, y Mauricio Ramos, de 17. Además, un tercer
adolescente se encontraba en grave estado al cierre de esta edición.

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PROTESTA Y ROBOS

Al conocerse las muertes, vecinos de varias villas de emergencia de San Martín se congregaron
frente a la comisaría 4a. de José León Suárez, situada en Juan Martín de Rosas y Echagüe, donde
realizaban una protesta, con interrupción de tránsito. En medio de la confusión, algunos comercios
resultaron robados.

Julio Spolita, dueño de una inmobiliaria situada a 200 metros de la comisaría, dijo a La Nacion: "No
vinieron a protestar. Vinieron a robar. Se llevaron computadoras, dinero y todo lo que pudieron de
mi negocio".

Pasadas las 20.30, el comisario mayor al frente de la Dirección Departamental de Investigaciones


(DDI) de San Martín, Mario Briceño, dijo que personal de Asuntos Internos de esa fuerza y
efectivos de la Gendarmería trabajan en la zona del enfrentamiento para recolectar pistas que
permitan determinar de qué armas provinieron los disparos.

Fuentes policiales dijeron a La Nacion que también se investiga si existe relación entre la muerte de
un oficial en una zona cercana horas previas al descarrilamiento. Además, dijeron que cinco
patrulleros tienen impactos de balas que habrían sido disparadas desde La Cárcova.

El fiscal de la causa, Marcelo Sendot, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 del
Departamento Judicial San Martín, se encontraba en el lugar al cierre de esta edición y había
dispuesto que las pesquisas fueran realizadas por peritos de la Gendarmería.

Un vecino de la villa La Cárcova, que no quiso dar su nombre y que participaba de la manifestación
frente a la comisaría, relató: "Los pibes pusieron troncos para descarrilar el tren y robar. Pero
cuando apareció la policía, directamente reprimió con balas de plomo. La comisaría de Suárez tiene
muchos problemas. Mete presos a pibes que no hicieron nada y dejan trabajar tranquilos a los
transas".

Luciano Joaquín Romero, de 19 años, recibió tres disparos por la espalda en el enfrentamiento,
según relató a La Nacion su madre, Fernanda, de 35 años. "Mi hijo se iba a la quema cuando se
encontró con el tren descarrilado. Pasó la bicicleta al otro lado del alambrado y se quedó mirando.
De repente comenzaron los tiros, y cuando salió corriendo, le dieron tres disparos por la espalda.
Está internado en terapia intensiva, tiene perforado uno de los pulmones y pérdida de tejido",

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detalló Fernanda, que además tiene otros seis hijos, y agregó: "Luciano tiene una mujer embarazada
y no tiene trabajo. Estoy desesperada".

Clarín, 04/02/2011

Hacen descarrilar un tren y la Policía reprime: 2 muertos

INSEGURIDADOcurrió en José León Suárez y participaron habitantes de la villa La Cárcova.


Cayeron dos jóvenes de 16 y 17 años. Hay un tercero, de 19, gravemente herido. Hubo incidentes
en el centro de la localidad. Fue en el intento de saqueo a un convoy con autopartes

Lo primero que pasó fue que un gran tronco tirado a las vías hizo descarrilar un tren de carga de la
empresa Nuevo Central Argentino (NCA), a la altura de José León Suárez, partido de San Martín.
Luego, los mismos que habían arrojado el tronco, comenzaron a saquear la formación.

A ellos se les sumaron vecinos de la Villa La Cárcova, lindera a las vías. Todo siguió de forma aún
más dramática cuando llegó la Policía. En medio de la represión fueron asesinados dos
adolescentes: Gabriel Ramos, de 17 años, y Franco Raúl Almirón, de 16. Anoche también se
hablaba de un herido grave en el Hospital Thompson: Joaquín Romero, de 19.

Con personal policial de la Bonaerense bajo sospecha, desde la UFI 5 de San Martín, a cargo de
Marcelo Sendot, se ordenó que la investigación del caso quede en manos de la Gendarmería.

Indignadas por la represión, decenas de personas se concentraron frente a la comisaría 4° de José


León Suárez. Algunos exigían hablar con el comisario. Cerca de las seis de la tarde se les unieron
familiares de uno de los jóvenes muertos.

Hubo neumáticos quemados y hasta el intento de saqueo a una inmobiliaria cercana .

“Cuando los familiares se enteraron de que el chico había muerto, comenzaron a atacar la comisaría
y los policías les empezaron a tirar con balas de goma”, contó a Clarín una vecina de la seccional.

El descarrilamiento se produjo poco antes de las 15, muy cerca de donde, apenas una hora antes,
un policía bonaerense había sido fusilado por ladrones que le robaron el arma y el chaleco

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antibalas (ver pagina 54). Ese homicidio tenía con las manos ocupadas a la comisaría de la zona,
que cuando recibió el alerta del descarrilamiento mandó al lugar a dos patrulleros.

“No es la primera ocasión en que pasa esto con los trenes. La última vez saquearon un cargamento
de harina. Ahora había contenedores con autopartes”, le dijo a Clarín el comisario mayor Mario
Briceño, jefe de la Departamental de San Martín.

De acuerdo a fuentes de la empresa NCA –concesionaria de la ex Línea Mitre– sólo en diciembre


se registraron tres casos similares.

“En todas las oportunidades tiraron troncos sobre las vías para detener a las formaciones. Este fue el
único caso en el que el tren efectivamente descarriló. En los otros, simplemente, el maquinista
paró”, explicaron aClarín .

“Cuando comenzó el saqueo, la empresa avisó y mandamos al lugar dos patrulleros.

Los recibieron a los tiros y pedradas . Después llegaron los refuerzos”, agregó Briceño. Según él,
para ese entonces, “ ya había en el lugar unas 150 personas ”. Entre ellas estaban los dos chicos
que fueron asesinados.

“Franco se enteró del descarrilamiento y fue con su hermano. El lugar estaba lleno de pibes, toda
gente del barrio”, contó a Clarín Luis, padrastro de Franco Raúl Almirón.

“El no había ido a robar nada , sólo se acercó a mirar. Cuando llegó, la Policía comenzó a tirar
gases lacrimógenos y, después, balas. Fueron directamente a matar”, aseguró Luis. Según su relato,
el cadáver del adolescente tenía “ entre siete y nueve balazos , al menos uno de ellos en la cabeza”.

Un panorama similar le contó a Clarín Fernanda, la mamá del joven de 19 años que está grave.
“Joaquín iba en su bici para la quema (un basural donde se cartonea). Paró a mirar justo cuando la
Policía comenzó a reprimir. A mi hijo le pegaron tres balazos por la espalda.

Los médicos me dijeron que tiene comprometido el intestino y un pulmón”.

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Página/12, 03/02/2011

Muerte y furia en José León Suárez

Al menos dos adolescentes muertos, uno de ellos de 17 años, otras tres personas heridas y varios
detenidos fue el saldo del enfrentamiento entre policías y un grupo de vecinos en las cercanías de la
estación del ferrocarril Mitre, luego de que descarrilara un tren que transportaba autopartes. De
acuerdo con la versión policial, los incidentes comenzaron alrededor de las 15 en las vías contiguas
a Villa La Cárcova, cuando un grupo de jóvenes intentó saquear la formación.

Fuentes policiales y judiciales confirmaron a Télam que el enfrentamiento entre los vecinos y la
policía ocurrió cuando el tren de la Línea Mitre se salió de las vías, al parecer, luego de que un
grupo de desconocidos colocara piedras en los rieles del ferrocarril. Los voceros consultados
explicaron que al detenerse el tren, un grupo numeroso de vecinos de una villa cercana se
abalanzaron sobre la formación. La policía, alertada por un llamdo al 911, intervino para evitar el
robo y se produjo el enfrentamiento entre unos y otros, con golpes, piedras, palos y disparos.

Luego de los incidentes, un adolescente de 17 años llegó muerto a un hospital de la zona y, otro,
gravemente herido, murió poco después en otro centro asistencial, y ahora se investiga si tienen o
no relación con los enfrentamientos de la tarde.

Mientras tanto, vecinos de las víctimas se concretaban por la noche frente a la seccional de José
León Suárez en repudio a la represión policial y en reclamo de justicia. El fiscal de la causa,
Marcelo Sendot, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 del Departamento Judicial San
Martín, dispuso que sea la Gendarmería Nacional quien realice las pericias del caso.

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