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Es fácil adivinar los estudios que, tanto Juan como sus once hermanos tuvieron,
las cuatro reglas y poco más. Y dada la situación laboral en Caudete y en España por
aquellos años, varios de ellos tuvieron que emigrar, la mayoría se instalaron en el
sureste de Francia.
Juan encontró en la albañilería una salida para ganarse la vida, y desde luego
que lo consiguió. Debido a su carácter, pues era un hombre honesto, trabajador, muy
exigente en el trabajo consigo mismo y con los demás, un hombre con temperamento y
con una inteligencia que, en otra situación, le podría haber llevado muy lejos, se ganó la
confianza de D. Francisco Albalat Navajas, Conde de San Carlos, mecenas caudetano
promotor de grandes e importantes obras en Caudete. Don Paco, como era conocido en
Caudete, encontró en Juan Arellano al hombre que llevaría a cabo sus obras. Su casa de
la calle de las Parras, su finca conocida como El Paso, la Plaza de Toros, las casas del
barrio de San Francisco y la Iglesia de San Francisco.
Era tal la confianza de don Paco en Juan, que para una mejor realización de
algunas obras, le llevó consigo de viaje para que viera y tomara nota de casas y
monumentos para luego llevarlas a cabo en Caudete. Sabemos del viaje a Lourdes,
adonde le llevó para que hiciera en El Paso una gruta idéntica a la que allí existe, y en
la que se apareció la Virgen de Lourdes, y también a Granada, a La Alhambra, para que
viera lo que quería tener en la entrada principal de El Paso.