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Prólogo

Eugenio Chang-Rodríguez
Director (Chairman) del Seminario Latinoamericano,
Columbia University in the City of Nueva York

Acierto y profecía en la tradición aprista. Cartas de Víctor Raúl Haya de la Torre a


Felipe Cossío del Pomar 1948-1975 (Lima: Instituto Víctor Raúl Haya de la Torre,
2010) es una importante obra compilada y editada por Luis Alva Castro, Presidente del
Congreso de la República, quien continúa la tenaz labor de recuperar la obra escrita de
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) no incluida en los siete tomos de sus Obras
completas (1976-1977). Este nuevo volumen trata de una recopilación de cartas, notas y
telegramas del fundador del aprismo a su gran compañero Felipe Cossío del Pomar
(1889-1981), dos caros amigos míos, con quienes estuve vinculado durante varios
decenios en Perú, México, Estados Unidos y Europa. Luis Alva Castro me honra al
encomendarme este prólogo.
La colección epistolar es unidireccional: de Haya de la Torre a Cossío del Pomar.
Falta la correspondencia entre el segundo al primero mencionada implícita y
explícitamente en la colección reunida. Las cartas de Víctor Raúl comienzan en 1948, el
año en que me reuní, telefoneé y mantuve una intensa correspondencia con él, con motivo
de las charlas que por intermedio mío dictó en Cleveland y en Columbus, Ohio, y
concluyen con la del 22 de mayo de 1975. La misivas de Cossío del Pomar a Haya de la
Torre no las encontraron Miguel Maticorena Estrada y Alejandro Cruz Espinoza en el
archivo de Felipe Cossío del Pomar destinado a la organización del Museo de Arte
Moderno que anhelaba fundar en su Piura natal. En esta colección el punto de vista
Víctor Raúl se alterna con las del destinatario y de los amigos mencionados,
intercalándolos con la bibliografía pertinente. El vaivén histórico va del pasado inmediato
al presente suyo.
Al ocuparse de México, Víctor Raúl se desplaya sobre los vínculos con
revolucionarios cubanos que tuvieron exiliados peruanos como Hilda Gadea Acosta
(1925-74)1, que se casó con Ernesto Che Guevara en 1955. Otro exiliado peruano en
1
Hilda Gadea se graduó en ciencias económicas por la UNMSM en 1948. Poco después fue
elegida a la Secretaria de Economía del Comité Ejecutivo Nacional del APRA, mas el golpe de
estado del general Manuel A. Odría la obligó a exiliarse en Guatemala. Allá trabajó para el
gobierno progresista de Jacobo Arbenz. En 1954 conoció al argentino Ernesto Guevara y lo
presentó en los círculos políticos progresistas e izquierdistas. Debido al golpe de estado
impulsado por la CIA que en 1954 derrocó al presidente Jacobo Arbenz, Hilda fue desterrada a
México, donde en 1955 se casó con el Che Guevara y al año siguiente nació la hija de
ambos, Hilda Beatriz Guevara Gadea. El 2 de diciembre de 1956 partió el Granma de Fidel
Castro y sus compañeros para iniciar las guerrillas contra la dictadura de Fulgencio Batista. En el
transcurso de la revolución, Guevara conoció Aleida March y en 1959, se divorció de Hilda para
casarse con la cubana, pero invitó a Hilda a vivir en Cuba, con su hija y a desempeñarse como
México fue mi condiscípulo sanmarquino Manuel Mejíá Valera (1927-90)2, quien,
gracias a la intervención de Alfonso Reyes, recibió una beca en el Seminario de Historia
de las Ideas en América Latina, donde estudió filosofía con José Gaos y conoció a
Leopoldo Zea, Raimundo Lida, Antonio A la Torre, Carlos Monsiváis, María Rosa Lida,
Octavio Paz, Juan José Arreola, Marco Antonio Montes de Oca, Alí Chumacero y otros
destacados escritores que antes o después se vincularon con Haya, Cossío del Pomar y
conmigo.
Mis vínculos con Víctor Raúl y Felipe Cossío del Pomar en el Perú los he resumido
tanto en E. Chang-Rodríguez 2005:418-423 et passim, como en E. Chang-Rodríguez
2007: xxi-xxvi et passim y E. Chang-Rodríguez, 2009, 42, 54 et passim. En México,
reafirmé mi amistad con personajes mexicanos, centroamericanos y peruanos, viejos
amigos de Víctor Raúl y Felipe: los ex Presidentes Miguel Alemán y Luis Echeverría,
los ex Secretarios (Ministros) de Educación José Vasconcelos y Agustín Yáñez, Alfonso
Reyes, Carlos Pellicer, Leopoldo Zea, Francisco Monterde, Manuel Vázquez Díaz,
Fernando León de Vivero, Manuel Mejía Valera, Ricardo Jáuregui, Ricardo Temoche y
Raúl Roa, entre otros.
De 1946 a 2009 México ha sido el país que más he visitado después de España.
Diez veces al primero y veinticinco veces al segundo. Mi primer viaje a la Ciudad de
México lo hice en misión universitaria por encargo de Justo Enrique Debarbieri,
presidente de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP), quien me envió a instar al
Comité Directivo de la Juventud del Partido Revolucionario Institucional de México que
redoblara los esfuerzos para la unidad continental. Mi interés en México me llevó a
escribir en inglés en la Universidad de Arizona (Tucson, Arizona) entre1949 y 1950, mi
tesis de Master en Historia y Ciencias Políticas titulada "Some Aspects of the Agrarian
Controversy between the United States and Mexico". En sus 127 páginas
mecanografiadas, aún inéditas, analizo la controversia surgida a raíz de la reforma agraria
que afectó a los propietarios de tierras en México, al aplicárseles la Constitución
Mexicana de 1917, debido principalmente a la concentración de tierras en manos de
grandes terratenientes nacionales y extranjeros, particularmente estadounidenses.

alta funcionaria del Gobierno Revolucionario Cubano. Hilda madre falleció en 1974; su hija
Hilda Beatriz, en 1995..
2
Manuel Mejía Valera estudió en Lima, su ciudad natal, en el Colegio Nacional Nuestra Señora
de Guadalupe y la UNMSM, donde fue mi condiscípulo y compañero de la célula aprista de San
Marcos en 1945 y 1946 cuando Felipe Cossío del Pomar era catedrático de historia del arte y
subdecano de Letras. En 1952 Manuel fue apresado por la dictadura y deportado a México,
donde vivió el resto de su vida. En el Distrito Federal se vinculó con compatriotas desterrados
como Mario Puga (autor de Puerto Cholo, México, 1955, y director de revista Humanismo),
Emilia Romero de Valle, los “poetas del pueblo” Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza y Gustavo
Valcárcel; y con los activistas políticos Luis de la Puente Uceda, Juan Pablo Chang Navarro
Lévano y Jesús Véliz Lizárraga. También se relacionó con otros refugiados políticos,
particularmente con Fidel Castro y el Che Guevara. Mejía Valera publicó en México obras
narrativas escritas con estilo borgiano: La evasión (1954), Lienzos de sueño (1958), El discípulo
(1962), Un cuarto de conversión (1966), Para verte mejor (1978), El testamento del rey Midas
(1982), además de Fuentes para la historia de la filosofía en el Perú (1963), En otras palabras
(México: El Unicornio, 1973); El pensamiento filosófico de Octavio Paz (1980) y Adivinanzas
(México: UNAM, 1988).
Durante mis años de estudiante de posgrado en la Universidad de Washington (1950-
1955) mantuve estrecha correspondencia con los exiliados peruanos radicados en
México, especialmente con Mario Puga, director de la revista Humanismo, que me
publicó una reseña del libro a instancias de Haya de la Torre y un par de artículos
solicitados por Puga y su sucesor, el entonces desterrado cubano Raúl Roa3. También
mantuve correspondencia con Manuel Scorza, Jesús Véliz Lizárraga y otros compatriotas
deportados, que me alentaron a que escribiera sobre Manuel González Prada4 y sus
discípulos prominentes. Asimismo, intercambié cartas y postales con Manuel Vázquez
Díaz, alto funcionario de un banco mexicano de exportación, a quien había conocido
cuando era Ministro de Agricultura del Perú, en el gobierno de José Luis Bustamante y
Rivero (1945-48). Vázquez Díaz, Arturo Jáuregui, director de la Organización Regional
Interamericana de Trabajo (ORIT) y Ricardo Temoche, otro alto funcionario de la ORIT,
cuidaron generosamente la primera edición de mi libro sobre literatura política peruana5.
A todos ellos los volví a ver en México, en Lima, en Nueva York o en Caracas en años
posteriores.
Aunque hubo hiatos prolongados en nuestras visitas a México, continuó mi interés
por este fascinante país, su historia y literatura, como lo revelan algunas de mis
publicaciones. Por ejemplo, en el IX Congreso del Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana, celebrado en la Universidad de Columbia, el 2 de setiembre de 1958
presenté la ponencia "La novela de la Revolución Mexicana", la cual poco después la
amplié en un artículo bastante difundido6. Tengo fresco el recuerdo de mi visita de varias
semanas de agosto de 1968. En esta oportunidad, después de visitar amigos, museos y
las ruinas de Teotihuacán con mi esposa Raquel Chang-Rodríguez, viajamos en autobús a
San Miguel de Allende para pasar unos días en la casa de Fernando León de Vivero.

3
. Entre mis trabajos solicitados por ellos, fueron "Reactualización de González Prada,"
Humanismo (México) 5.40 (noviembre-diciembre 1956): 13-20, y "The Envoys, por H. R. Hays",
Humanismo (México) 3:17/18 (enero-febrero 1954):117-18, ampliada en la revista
estadounidense de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese. Hispania
37:3 (setiembre de 1954):388-390 y rep. en Oriental (Lima) 23:259 (diciembre 1953):33, 47.
4
. "Manuel González Prada, el precursor", Correo Indoamericano (México) 2:2 (mayo-junio
1953): 22-24.
5
5. La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre, 1ª ed. (México: De
Andrea, 1957).
. Entre mis trabajos solicitados por ellos, recuerdo "Reactualización de González Prada,"
Humanismo (México) 5.40 (noviembre-diciembre 1956): 13-20, y "The Envoys, por H. R. Hays",
Humanismo (México) 3:17/18 (enero-febrero 1954):117-18, ampliada en Hispania 37:3
(setiembre de 1954):388-390 y rep. en Oriental (Lima) 23:259 (diciembre 1953):33, 47.
.. "Manuel González Prada, el precursor", Correo Indoamericano (México) 2:2 (mayo-junio
1953): 22-24.
5. La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre (México: De Andrea,
1957).
6
. Comentó mi ponencia la escritora mexicana Clementina Díaz y de Ovando, quien en 1985
ingresó en la Academia Mexicana de la Lengua. Cf. Mis trabajos "La novela de la Revolución
mexicana", en Influencias extranjeras en la literatura iberoamericana: Memoria del IX
Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana (México: Editorial Cultura,
1964): 155-64 y "La novela de la Revolución Mexicana y su clasificación", Hispania 52.4
(diciembre de 1959): 527-35.
Nuestras pláticas con Arturo Jáuregui y su señora mexicana Marta, propietarios de una
villa-hotel y con personas que conocimos en nuestras visitas a Guanajuato y Querétaro
constaté el agradecimiento general a Felipe Cossío del Pomar por fundar la Escuela de
Bellas Artes de San Miguel en 1938, que ayudó a convertir a San Miguel de Allende de
una sencilla villa de rústicas de calles empedradas y lodosas, en un centro turístico,
artístico y cultural principal. Ayudaron en el proyecto el artista estadounidense Sterling
Dickinson, publicista interesado en al desarrollo del arte moderno; Enrique Fernández
Martínez, gobernador de Guanajuato y su esposa Nell Harris. Ellos asistieron a Cossío
del Pomar a fundar el Instituto Allende que eventualmente fue incorporada a la
Universidad de Guanajuato para ofrecer la Maestría en Artes, y para 1960 contaba ya con
estudios de licenciatura.
Exiliado en México por las dictaduras, Felipe se vinculó con amigos de Haya de la
Torre como Diego Rivera, José Vasconcelos, y el Presidente de la República, Lázaro
Cárdenas, quien en 1938 puso a la disposición de Cossío del Pomar un edificio en la calle
de Hernández Macías, el antiguo convento de las monjas concepcionistas, entonces semi-
derruido y ocupado por un regimiento de caballería del Ejército Mexicano. Cossío del
Pomar dirigió la restauración y construcción de talleres y salones de clase, mientras
Dickinson se encargó de la administración y promoción de la nueva "Escuela
Universitaria de Bellas Artes." Dickinson viajó varias veces a Estados Unidos y
distribuyó más de diez mil volantes en universidades y centros de cultura estadounidenses
para publicitar la escuela (Felipe Cossío del Pomar en San Miguel, 44-45). Los primeros
estudiantes llegaron desde Estados Unidos a San Miguel en los últimos años treinta, para
ser aprendices en artesanías tradicionales de cerámica, cuero y plata, así como para
estudiar arte con artistas famosos como el pintor mexicano Rufino Tamayo. Los
estudiantes se alojaron en el "Rancho de Bellas Artes," la amplia propiedad que Cossío
del Pomar compró del famoso torero, Pepe Ortiz. La entrada del rancho era en Los Arcos,
en la calle Santo Domino, y se extendía por el cerro hasta lo que hoy es el Hotel
Atascadero. Durante esta época, Felipe Cossío del Pomar fue anfitrión de varios
visitantes famosos como Pablo Neruda, Alfonso Reyes y Jesús Silva Herzog.
Lamentablemente, durante la segunda guerra mundial y cuando Cossío del Pomar
estuvo en el Perú a mediados de la década de los 40 la Escuela de Arte de Cossío en San
Miguel de Allende experimentó un periodo de relativa inactividad. Pero después de la
guerra, cientos de jóvenes artistas y estudiantes "invadieron" San Miguel con becas para
ex-militares otorgadas por el "GI-Bills".
Felipe Cossío del Pomar, según Silva Herzog, disfrutó de viva inteligencia y
excepcional sensibilidad pictórica para percibir y difundir la belleza del arte mestizo
cuzqueño al apropiarse del alma indígena. Pintaba de memoria ángeles emplumados de
los artistas indios y de su pincel brotaban regordetes querubines del renacimiento
europeo. Sus ensayos estuvieron orientados al arte popular, precolombino, colonial y
cusqueño. Niña Chola, es un óleo representativo de su indigenismo, temas acerca de los
cuales conversamos mucho, sobre todo en su casa de Playa Gandía. En 1971 disfrutamos
las aguas de la Playa Gandía, en el Mediterráneo, frente a la residencia veraniega de
Felipe Cossío del Pomar7 y Estrella, su esposa cubana, dos caros amigos nuestros8 con
quienes platicamos sobre diversos temas vinculados especialmente sobre la su vida
trashumante y obra artística de Felipe, incluso de su excelente óleo “Fusilamiento de
apristas, Chan Chan, 1932” inspirado en el cuadro de Goya sobre “Los fusilamientos del
3 de mayo” por los invasores franceses del Ejército de Napoleón en 1808.
En 1981, por recomendación de Armando Villanueva del Campo (n. 1915), Raquel
y yo nos alojamos en una habitación del edificio de los Apartamentos Los Jerónimos,
situado en la calle Moreto de Madrid, a media cuadra del edificio de la Real Academia de
la Lengua, cuyo presidente, Dámaso Alonso, se lo había recomendado a Felipe Cossío
del Pomar, quien, a su vez, le había pasado el dato a Armando. Villanueva le dio el dato a
Javier Valle Riestra (n en 1932) y a mí. Javier se trasladó a un departamento que
adquirió en un magnífico barrio residencial de la capital española y nos instó a Raquel y a
mí, a comprar el departamento vecino que se encontraba en venta, sugerencia no
realizada por el mal consejo de un abogado madrileño.
En una de sus prolongadas visitas a Cuba, Felipe conoció a Enrique de la Osa,
fundador del Partido Aprista Cubano, varias veces director de la revista Bohemia. En
Cuba también conoció a Estrella Fons, con quien se casó en 1938. La viuda remitió los
restos de su esposo a su Piura natal.
De las publicaciones de Cossío del Pomar que me han impresionado y ayudado a
conocerlo mejor han sido las varias versiones de su biografía de Haya de la Torre
(especialmente Víctor Raúl: biografía de Haya de la Torre, México: Editorial Cultura,
1961, 1969. y 2ª ed. , Lima; Ediciones E. Delgado Valenzuela, 1977); Cossío del Pomar
en San Miguel de Allende, edición y prólogo de Carlos Alberto Montaner, Madrid:
Playor, 1974; La vida de Pablo Gauguin, Buenos Aires: Editorial Schapire, 1945; Arte
del Perú colonial., México: Fondo de Cultura Económica, 1958; y Arte del Perú
precolombino, México: Fondo de Cultura Económica, 1949.

ILUSTRACIONES PARA EL PRÓLOGO DE EUGENIO CHANG-RODRÍGUEZ:

7
Felipe Cossío del Pomar (1888-1981), nacido en Piura, vivió muchos años en Nueva
York, Buenos Aires, París, Florencia y otras ciudades europeas, estudiando arte,
exponiendo sus cuadros o como exiliado político. En 1938 fundó una Escuela de Bellas
Artes en San Miguel de Allende, Guanajuato. De 1946 a 1948 ejerció el subdecanato de la
Facultad de Letras y regentó la cátedra de Historia del Arte en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, donde lo conocí. Entre sus obras sobresalen Haya de la Torre, el
indoamericano (1939 y 1946), El hechizo de Gaugin (1939 y 1944), La vida de Pablo
Gaugin (1944), Arte del Perú precolombino (1949), Aretino, azote de príncipes (1954);
Arte del Perú colonial (1958), Víctor Raúl (1969); y Cossío en San Miguel Allende (1974).
Una galería de arte de Lima lleva su nombre.
8
Julia, hermana de Felipe Cossío del Pomar, se casó con el famoso torero sevillano Juan Belmonte
García (1892-1962), dueño de Utrera, una de las ganaderías más prestigiosas de Sevilla. Gracias a
su inspiración para aplicar la genialidad de la danza, Belmonte revolucionó las reglas del arte del
toreo, especialmente en 1914 y 1915, cuando rivalizó con Joselito (José Gómez Ortega, 1895-
1920), máximo exponente del toreo clásico y de la elegancia corporal. 1917 fue el año más
brillante de la carrera taurina de Belmonte: se presentó en 97 corridas (12 en Lima). Murió por
decisión propia en su finca de Utrera.
Hilda Gadea y Ernesto Che Guevara de luna de miel en Yucatán, 1955.

Víctor Raúl fue el peruano que más influyó en mi generación. Nos fascinaba su
ideología, praxis y prédica por la democracia, afincada en la supervivencia de un sistema
axiológico reñido con las sesgadas pasiones sociopolíticas de Latinoamérica. Comencé a
familiarizarme con las ideas del fundador de la Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA), ayudado tanto por familiares y amigos como por profesores y
condiscípulos del Centro Viejo –donde enseñó César Vallejo-- y del Colegio Nacional de
San Juan de Trujillo del Perú – donde Ciro Alegría estudió en las clases de César Vallejo.
Desde niño tuve la fortuna de escuchar conversaciones sobre Haya y leer hojas sueltas,
artículos y folletos doctrinarios. Los abusos castrenses contra locales políticos, asaltos y
asesinatos en pueblos y ciudades en 1931 y 1932, pero sobre todo los fusilamientos de
apristas durante la Revolución de Trujillo (7-12 de julio de 1932) me impulsaron a
inscribirme en la Federación Aprista Juvenil (FAJ) en 1934, poco después de conocer a
Víctor Raúl Haya de la Torre en la residencia de un vecino de mi casa en la calle Grau,
compadre suyo, que lo acogió durante la breve tregua política decretada por el general
Óscar R. Benavides mientras se consolidaba en el poder. Desde entonces fui un activo
militante y participé en la resistencia a los gobiernos despóticos de turno; muy joven serví
de enlace entre las bases y dirigentes apristas, distribuí periódicos clandestinos (Chan-
Chan, Barricada y La Tribuna) e hice circular obras de literatura revolucionaria
transportadas furtivamente a los puertos peruanos por marineros chilenos demócratas.
Nuestras bases políticas se encontraban principalmente en Trujillo y Lima (Breña, La
Victoria, Barrios Altos y Chacra Colorada). En ellas, como en las Universidades
Nacionales de La Libertad y Nacional Mayor de San Marcos y en casas de amigos, nos
enterábamos del creciente número de los compañeros torturados en las cárceles,
asesinados en la lucha o deportados. Entonces conocí a Manuel Seoane, Antenor Orrego,
Ramiro Prialé, Fernando León de Vivero, Carlos Manuel Cox, Andrés Townsend,
Armando Villanueva, Felipe Cossío del Pomar, Nicanor Mujica Álvarez Calderón y otros
dirigentes apristas, con quienes tuve el honor de colaborar en el Perú y en el extranjero
durante varios decenios.
Me presentaron a Felipe Cossío del Pomar en 1945 cuando se desempeñaba de sub
Decano de Letras y dictaba la cátedra de Historia del Arte en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Al año siguiente, en agosto de 1946, viajé a los Estados Unidos a
continuar los estudios universitarios y seguir documentándome sobre la ideología aprista.
Con posterioridad hice lo mismo en México, Buenos Aires9 y en algunas ciudades
europeas donde actuaban apristas deportados. La tarea se intensificó durante y después de
mis conversaciones con Víctor Raúl Haya de la Torre en Nueva York, Europa y Lima
(1948-79). Con esas pesquisas y documentación, dicté charlas, preparé ponencias y
publiqué artículos y libros en castellano, inglés y chino acerca de la literatura política en
el Perú10.
Mis diálogos con Haya fueron precedidos y continuados por teléfono y correo aéreo.
Muy útiles fueron nuestras diarias conversaciones en Roma, Florencia y Venecia en
1958; y nuestras pláticas en Lima: en la Casa del Pueblo, en Villa Mercedes, en la
residencia de Fernando León de Vivero —de 1967 a 1977— y en su oficina en el
Congreso de la República en 1978. ¿De qué conversábamos? De Historia, Ideología,
Filosofía, Ética y Arte. Haya me proporcionó datos sobre sus muchos años entre la
libertad y la muerte: destierros (1923-31, 1954-56), prisiones (1923, 1932-33),
persecuciones (1932, 1934-45, 1948-49) y asilo en la Embajada de Colombia en Lima
(1949-54). Su palabra y acción evidenciaban que vivía peligrosamente, como aconsejaba
Nietzsche.
Víctor Raúl me aclaró los aspectos doctrinarios básicos poco explicados por los
estudiosos de su ideología. En 1958 manifestó su gratitud a la Liga Internacional de los
Derechos del Hombre -- cuyo Consejo Ejecutivo yo presidía-- por haberlo nombrado
Delegado ante las Naciones Unidas cuando estaba asilado en la Embajada de Colombia.
El nombramiento se hizo a iniciativa de la Asociación Interamericana por la Democracia
y la Libertad, institución a la que ambos perteneceríamos por muchos años y sobre las
que me ocupo en otros trabajos (Varias cartas del presente libro editado por Luis Alva
mencionan lo anterior). Aunque Haya de la Torre lamentaba la lentitud de la
democratización en Indoamérica, nunca se quejó de las injusticias cometidas contra él.
Siempre irradiaba optimismo, convencido de que la lucha por la gran transformación
moral de Latinoamérica, tarde o temprano, culminaría exitosamente. Expresaba la
esperanza de que sus verdaderos discípulos cumplieran con sus ideales.
Gracias a Haya pude comprender mejor su discurso de 1931, cuando sostuvo que al
Palacio de Pizarro se suele llegar jugando con las barajas de la política criolla: espadas,
oros o bastos. También entendí mejor su insistencia en los principios éticos y el respeto a
los derechos humanos para culminar la inconclusa revolución de la Independencia e
9
En 1956, esperaba en Buenos Aires, Argentina, el cambio de régimen gubernamental en el Perú
para retornar del exilio, y compañeros desterrados me acogieron en sus casas, especialmente en la
de Carlos Manuel Cox, primer Secretario General del Partido Aprista Peruano, y Enrique
Cornejo Köster, uno de los primeros profesores de la Universidad Popular González Prada,
fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre en 1921.
10
Ver, por ejemplo, la 1ª ed de La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de
la Torre (1957), Opciones políticas peruanas (1985 y 1987), APRA and the Democratic
Challenge in Peru (1988), Manuel Seoane. Páginas escogidas (2003), Antenor Orrego.
Modernidad y culturas americanas (2004), Entre dos fuegos. Reminiscencias de las Américas y
Asia (2005) y Una vida agónica. Víctor Raúl Haya de la Torre (2007).
integración latinoamericana. Nuestros diálogos me ayudaron a comprender el aprecio
internacional a su ideología y praxis analizadas por G. D. H. Cole, Harry Kantor, Robert
J. Alexander, Martin S. Stabb, Fredrick B. Pike, Jeffrey Klaiber, S.J., Carleton Beals,
Bertram Wolfe, John A Mackay, Germán Arciniegas, Frances R. Grant, Salvador
Allende, Eduardo Frei, Rómulo Betancourt, José Figueres y Roger Baldwin. Todos ellos
mencionados en su correspondencia con Cossío del Pomar. No debe llamar la atención su
espiritualidad ni la influencia que recibió de Manuel González Prada (1844-1918), Henri
Bergson (1859-1941), Romain Rolland (1866-1944), Miguel de Unamuno (1864-1936),
el conde Hermann von Keyserling (1888-1948) y Mahatma Gandhi (1869-1948). Poseía
una especial manera de armonizar lo físico con lo espiritual, lo material con lo
trascendente, lo político con lo ético.
Escribo estas páginas con el deseo de contribuir a la historia de las ideas en
Latinoamérica y satisfacer las desideratas de los científicos sociales y filósofos de la
Historia que, como Luis Alva Castro, contribuyen a verificar la vigencia de la ideología
aprista en nuestros días y dan un balance del ideario del fundador del aprismo, a menudo
distorsionado tanto por panegiristas como por detractores11. La comprensión de su
perdurabilidad ayuda a evaluar mejor nuestra era de globalización caracterizada por la
mayor movilidad del capital financiero, la consolidación de la economía de mercado que
debilita la diversidad cultural e impone una homogeneización universal, protectora de los
intereses de las potencias hegemónicas. Como Luis Alva, compilador de esta
Correspondencia, me he esforzado en todo momento por mantener absoluta objetividad al
resumir el verbo y la acción de Haya. Al exponer los aspectos fundamentales de su
coherencia tuve presente cómo Lenin explicó al verdadero revolucionario: determinado a
hacer la revolución, usar todos los caminos, tácticas y aliados, con el fin de plasmar el
objetivo final, a sabiendas de que todo le está permitido decir y hacer, siempre y cuando
no comprometa la meta final. El fundador del aprismo compartió esta estrategia cuando
sostuvo: “En las luchas son leyes de la guerra vencer al enemigo valiéndose de todos los
ardides. La cuestión es vencer” (El proceso, p. 262). Décadas más tarde, otro pragmático
histórico, Deng Hsiaoping (1904-97), le dio la razón a Haya de la Torre al sostener que
no importa el color del gato, siempre y cuando sepa cazar ratones. Empero, a diferencia
de Lenin y Deng, el ideólogo peruano tuvo a la ética como elemento fundamental de su
ideología y praxis. Quienes lo critican por aparentes cambios tácticos y modificaciones
de su ideario no comprenden los consejos de los grandes teóricos revolucionarios como
Lenin y Deng Hsiaoping.
Aunque mantuve continua correspondencia con Víctor Raúl Haya de la Torre,
especialmente cuando yo enseñaba en The Litchfield School (Litchfield, Connecticut) y
él se encontraba en Washington, DC en 1948. La correspondencia se intensificó cuando
yo enseñaba en la Universidad de Washington (Seattle, Washington) y la Universidad de
Pennsylvania, y él residia en Bruselas, Roma y Escandinavia de 1954 a 1962, nunca me
imaginé que me mencionaría en los dos tomos de Víctor Raúl Haya de la Torre / Luis
11
Verbi gratia, Nelson Manrique, “Usted fue aprista”. Bases para una historia crítica del
APRA(Lima: FEPUCP, 2009;Martín Tanaka “¡Usted fue aprista! de Nelson Manrique”, La
República (Lima), 22 de noviembre de 2009; y Jorge Luis Valdez Morgan en su blog del 26 de
noviembre de 2009:: http://labitacoradehobsbawm.blogspot.com/2009/11/debate-sobre-usted-fue-
aprista-de.html .
Alberto Sánchez. Correspondencia 1924-1976 (Lima, 1982) y en su correspondencia
con Felipe Cossío del Pomar. Desde Suecia a mediados de de mayo de 1955 le escribió a
Felipe: “Chang-Rodríguez es el único que trabaja de veras en Seattle”. Probablemente
Víctor Raúl tuvo en cuenta que, además de imprimir material para difundir por las
Américas y Europa, le retransmitía sus cartas dirigidas a importantes personalidades del
Perú, insertándolas en los sobres con membrete de la University of Washington (Seattle,
Washington) donde enseñaba y, por tanto, tenía el privilegio de usar sobres oficiales y el
correo universitario. En la misma misiva, Víctor Raúl menciona a Salvador de
Madariaga (1886-1978), con quien sostuve una polémica a raíz de un artículo mío en una
revista parisina ("Reseña histórica del indigenismo." Cuadernos, París, 8 1956: 61-69.)
y en varias obras de Madariaga en la misma revista y en libros suyos editados en
México. Ismael Pinto, director de la Página Cultural de Expreso (Lima) escribió una nota
en ese diario, con información y bibliografía proporcionada por el historiador Miguel
Maticorena Estrada. Me ha alegrado ver las varias menciones de mi nombre que se hacen
en mi este nuevo libro de Alva. En varias misivas le da a Felipe mi dirección postal de
NY y le urge que le remitan una copia de la novela The Envoys, escrita por H. R. Hays
(1904-1980) y le urgía que alguien la reseñara, sugerencia que me movió a escribirla12.

Terminemos señalando algunos aspectos de la correspondencia de Haya. En


cartas confidenciales Víctor Raúl le ruega a Cossío del Pomar que las destruya después
de leerlas, por detallar minuciosa y reiterativamente sus dificultades económicas,
agravadas por la morosidad de los pagos por sus artículos remitidos a Bohemia y otras
revistas, cuyos directores tardaban en enviarles los honorarios. Después de salir de la
Embajada de Colombia en Lima, donde estuvo asilado cinco años (1949-54), Haya
literalmente comió en Europa el magro pan del destierro, mientras desarrollaba y pulía
la ideología aprista y ayudaba a Felipe Cossío del Pomar con recuerdos, datos
trascendentes y sugerencias para que completara el manuscrito de los dos tomos de
Víctor Raúl: una biografía. Fue una colaboración poco conocida que explica el deseo de
ambos de ofrecer una obra amplia en acontecimientos y temas que revelen conceptos
estéticos y sociopolíticos atractivos más allá del personaje biografiado. En La rebelión
de los pintores (1945) Felipe Cossío del Pomar postuló que el artista debe expresar en su
obra un compromiso intelectual y práctico hacia los ideales más avanzados de su época
sin expresar el arte comprometido, tal como lo defendía su amigo el gran poeta chileno
creacionista Vicente Huidobro (1893-1948), compañero masón con quien estuvo
estrechamente relacionado durante los años veinte en París cuando se fundó la primera
célula aprista. Desde entonces, Felipe creía que el artista debe asumir la difícil tarea de
historiar y profetizar a fin de transformar lo desconocido en conocido (Cossío 1945: 35).
Haya compartía con Felipe el concepto de la responsabilidad social del artista y la
francomasonería.

12
H. R Hays era el nom de plume de Hoffman Reynolds Hays, hispanista, antólogo de la poesía
latinoamericana y narrador de prestigio. Lo conocí por intermedio de su hija Jane, con quien tuve buena
amistad. Un día de otoño de 1964, Jane me presentó a su padre en su residencia en el este de Manhattan,
donde su familia tenía dos grandes cuadros de Wilfredo Lam. Terminada la presentación, H. R Hays me
agradeció por las reseñas de su novela The Envoys, que había escrito para las revistas Humanismo
(México) e Hispania (Estados Unidos) en 1954. Tras meses de visitas mutuas, H. R. Hays me invitó a su
residencia en East Hampton, pero varias tareas académicas pendientes me impidieron viajar a ese lugar de
veraneo y conversar más sobre sus escritos.
Desde su primera carta fechada el 21 de febrero de 1948 hasta su ultima misiva del
22 de mayo de 1975, Haya de la Torre le menciona a Cossío del Pomar una serie de
distinguidas personalidades que ha influido en su vida, comenta sobre ellos en sus obras y
en su correspondencia con él, con Luis Alberto Sánchez y sus otros corresponsales o
correspondientes, como los que menciona abajo por orden de aparición:
1. John A Mackay (1889-1983)13, fundador del Colegio Anglo-Peruano de Lima en
1917 (rebautizado San Andrés en 1930), donde Víctor Raúl fue docente (1921-1923) y en
1848 lo visitó en la Universidad de Princeton, donde se reencontró con Albert Einstein,
con quien posó para una foto que ha circulado mucho.
2. Elizabeth How de González Prada esposa de Alfredo González Prada (1891-
1943), hijo de Adriana y Manuel González Prada (1844-1918). Elizabeth todavía tiene
parientes en Litchfield, Connecticut Litchfield una típica villa colonial de la Nueva
Inglaterra del siglo XVIII, oficialmente declarada lugar histórico nacional por haber sido
el lugar donde residió Harriet Beecher Stowe (1811-96), autora de Uncle Tom’s Cabin
(La Cabaña del Tío Tom, 1852) y donde funcionó una de las primeras escuelas de
Derecho en los Estados Unidos. Ronald (Ron) How, pariente de Elizabeth, estudió en la
Litchfield School, escuela privada preuniversitaria para estudiantes de familias
acaudaladas que seguía el modelo de Eaton College de Inglaterra (fundada en 1440 por
Henry VI y donde estudiaron 18 primeros ministros del Imperio Británico) y Choate
Cchool de Connecticut (fundada en 1896 y fueron alumnos John F. Kennedy, Adlai
Stevenson, John Dos Passos, Paul Mellon y Michael Douglas). La escuela de Litchfield
pertenecía a Elizabeth Sterling.Cobraba por derechos de estudios tanto como la vecina
Universidad de Yale14, a la cual su familia hizo valiosas donaciones, como lo atestiguan
algunos de los edificios y cátedras con su apellido.

3. Frances Ruth Grant (1897-1993), hija de un pionero norteamericano de religión


judía que abogó por el reconocimiento de Nuevo México como Estado de la Unión y
devino la “Darling of the Latin Americanists” (“la más querida y respetada de las
latinoamericanistas”). En 1929 llevó a Lima una muestra de arte pictórico y conoció a
José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez y otras personalidades que le presentaron a
los principales pintores José Sabogal, Julia Codesido, Camilo Blas y Teófilo Castillo.
Desde entonces, Frances Grant dedicó su vida a la cultura y política de Latinoamérica,
13
En 1965 conocí a John A. Mackay durante una mesa redonda sobre América Latina en el
Church Centre de las Naciones Unidas en Nueva York. Después de presentar nuestras
respectivas ponencias, conversamos largamente sobre su asociación con Haya, a quien recordaba
con cariño y me confirmó algunos de los datos que ofrezco en este libro de Lucho Alva.
14
Cuando enseñaba historia de EE UU e inglés en la Litchfield School (1947-1948) tuve por
estudiante a Ronald (Ron) How, cuya familia vivía en una magnífica mansión de Litchfield. En una
de las reuniones sociales de la Escuela, los padres de Ron me contaron sobre su parentesco con
Elizabeth How, hija de un industrial. También me confiaron que su amigo Pedro Beltrán, ex
Presidente del Consejo de Ministros del Perú, no había aprobado mis declaraciones sobre la situación
política peruana, publicadas por dos periódicos de Connecticut (Eugenio Chang Rodríguez, "Peruvian
Student Calls on U. S.", The Litchfield Enquirer (Litchfield, Connecticut), 22 April 1948, pp. 1 & 8; y
"Communication: Aprismo and Perú". The Torrington Register (Torrington, Connecticut), 29 April
1948), p. 2.)
escribiendo, dando conferencias y organizando exhibiciones, conciertos, mesas redondas
y cursos para profesores de la escuela secundaria.
Roger Baldwin y Frances R. Grant consiguieron el nombramiento de Haya como
representante de la Liga Internacional ante la ONU y fueron los principales oradores en el
homenaje póstumo a Haya que con Armando Villanueva le organizamos en Nueva York
el 20 de setiembre de 1979. Durante la Segunda Guerra Mundial, la señorita Grant ayudó
a Roger Baldwin a establecer la Liga Internacional de los Derechos del Hombre, cuyo
nombre cambió a Liga Internacional de los Derechos Humanos cuando arreció la ola
feminista en el mundo.
La sección latinoamericana de la Liga Internacional de los Derechos Humanos
reunió en 1949 a representantes de organismos culturales y laborales y a distinguidos
intelectuales demócratas de las Américas que auspiciaron la Conferencia
Interamericana por la Democracia y la Libertad. (La Habana, 12 al 14 de mayo de 1950)
a la cual asistieron treinta delegados. Entre los asistentes estadounidenses estuvieron
Roger Baldwin (Presidente de la Liga Internacional de los Derechos del Hombre);
Norman Thomas (varias veces candidato a la presidencia de Estados Unidos por el
Partido Socialista), Arthur Schlesinger, Jr. (entonces catedrático de historia en Harvard),
Bryn N. Hovde (ex Rector de la New School), James Loeb (futuro embajador de Estados
Unidos en Lima), Serafino Romualdi (dirigente de la American Federation of Labor),
Clarence O. Senior (de la Liga por la Democracia Industrial), Robert J. Alexander (del
Workers' Solidary Commitee), S. B. Levitas (Director Ejecutivo de The New Leader);
Frances R. Grant, Walter White y Hilda Berger15 (del Secretariado de las Naciones
Unidas).
Entre los latinoamericanos que asistieron al cónclave de La Habana estuvieron los
senadores chilenos Salvador Allende y Eduardo Frei; los costarricenses de Costa Rica,
José Figueres (ex Presidente del país), Gonzalo Facio (ex Ministro de Relaciones
Exteriores) y Vicente Sáenz (Secretario General de la Sociedad Bolivariana en México);
los cubanos Jorge Mañach, Raúl Roa, Raimundo Lazo, Regino Pedroso (poeta y futuro
embajador de Cuba en México), Francisco Ichazo (cofundador de la revista Avance);
Miguel Ángel Quevedo (director de Bohemia), el historiador Carlos Márquez Sterling; y
Enrique de la Osa (fundador del Partido Aprista Cubano); los guatemaltecos Guillermo
Triello (ex Ministro de Relaciones Exteriores), José Rolz Bennet (Decano de la Facultad
de Humanidades de la Universidad de San Carlos) y Manuel Galich (ex Ministro de
Educación); el mexicano Daniel Cossío Villegas, del Fondo de Cultura Económica; los
peruanos Luis Alberto Sánchez, Fernando León de Vivero, Andrés Townsend Ezcurra,
Jorge León Seminario, Pedro Muñiz y Rafael Belaúnde, entonces en la Universidad de
Miami; los venezolanos Rómulo Betancourt, Mariano Picón Salas, Raúl Leoni y Gonzalo
Barrios; los dominicanos Juan Bosch y Ángel Miolán; y el vasco Jesús de Galíndez,
lector en la Universidad de Columbia.
La reunión de La habana creó la Asociación Interamericana Pro Democracia y
Libertad (AIDL), llamada en inglés Inter-American Association for Democracy and

15
Hilda Berger había sido secretaria de Howard Lee Nostrand, Agregado Cultural de los EE. UU. en
Lima hasta 1946. En los años 1960, el Rector de la Universidad de Huamanga (fundada en 1677), que
empleó a Abimael Guzmán como profesor de filosofía y jefe de personal, también empleó a Hilda
Berger para enseñar y encargarse de los visitantes distinguidos y del boletín universitario.
Freedom (IADF), con los propósitos de diseminar los principios democráticos para
afianzar los gobiernos practicantes de los derechos del hombre y de las garantías sociales;
promover la libertad de pensamiento, religión, reunión, petición y movimiento; exigir
que las garantías constitucionales no sean restringidas ni suspendidas, excepto en casos
de emergencia nacional y por decisión de la legislatura debidamente elegida; abogar por
la elección del gobierno por medio del sufragio universal libre y periódico; e insistir en
el respeto a las minorías raciales, religiosas y políticas y que se otorgue libertad para que
cada una de ellas se desarrolle culturalmente y tenga igual oportunidad de trabajo y
organización
Es pertinente recalcar que varios de los concurrentes a la cita de La Habana
llegaron a ser presidentes de sus respectivos países, entre ellos, Salvador Allende, Arturo
Frey, Rómulo Betancourt, Pepe Figueres, Alberto Lleras Camargo y Juan Bosch. Luis
Alberto Sánchez fue elegido primer Vicepresidente del Perú (1985-90) y nombrado
varias veces Presidente accidental (pro temp) durante los viajes al exterior del Presidente
Constitucional Alan García en su primer período gubernamental. Además de los
mencionados, otras personas que concurrieron a esa cita internacional llegaron a ocupar
importantes cargos en su patria. Rafael Belaúnde llegó a ser nombrado presidente del
Consejo de Ministros del Perú. De los cubanos, Raúl Roa fue nombrado Delegado en las
Naciones Unidas y, luego, Canciller del gobierno de Fidel Castro. Los peruanos Fernando
León de Vivero y Andrés Townsend Ezcurra fueron elegidos Presidentes de la Cámara de
Diputados de su patria.
En la sesión plenaria final de la AIDL unánimemente se aprobó enviar un cable a la
Corte Internacional de Justicia de La Haya, solicitándole que aplicara el artículo 61 de
sus estatutos para obtener del gobierno peruano el respeto a la vida de Víctor Raúl Haya
de la Torre, asilado en la Embajada de Colombia en Lima. Luego, se eligió a Emilio
Frugoni, Aureliano Sánchez Arango y Frances R. Grant presidente, vicepresidenyr y
secretaría general del Comité Ejecutivo de la organización, respectivamente, y se
designó a Montevideo, sede de su oficina principal, y a Nueva York, sede de su
Secretaría General. Cuando en octubre de 1951 las condiciones políticas en Uruguay
obligaron al presidente de la AIDL a cerrar su oficina de Montevideo, Nueva York se
convirtió en su cuartel general de facto. Pronto la AIDL fue reconocida como
organización no gubernamental en la ONU16.
16
En febrero de 1962 Frances R. Grant propuso y obtuvo mi elección como miembro del Comité
Estadounidense de la Asociación Inter Americana pro Democracia y Libertad. Desde entonces, trabajé en
muchos de sus proyectos; participé en sus mesas redondas, homenajes y concursos; dicté charlas; ofrecí cursos
sobre relaciones interamericanas; y colaboré con las dos ediciones de Hemisférica. Con mi firma o
anónimamente, tuve la satisfacción de publicar varios artículos y reseñar algunos libros para Hemisférica y su
versión inglesa, Hemispherica. En el mismo año de 1962 Frances R. Grant propuso y consiguió mi elección
como uno de los directores de la Liga Internacional de los Derechos Humanos, cuyo Bulletin oficial coedité
con Roger Baldwin por algún tiempo. A iniciativa de Frances R. Grant, en 1964 se me invitó a participar en la
Conferencia Cultural de la Casa Blanca y se me nombró asesor de la Rural Reconstruction Foundation. Con
Jimmy Yen, presidente de esta fundación, viajé a Bogotá, Lima y Cuzco para organizar ramas locales para
administrar los proyectos de ayuda solicitados. Tuve el gusto de representar a la AIDL en algunos cónclaves
nacionales, como el organizado por la Academia de Ciencias Políticas de Filadelfia en abril de 1965. En su
oficina, y antes y después de sus programas culturales y políticos, Frances R. Grant me
presentó a José Figueres, Rómulo Betancourt, Luis Muñoz Marín, Gonzalo Facio,
Aureliano Sánchez Arango, Carlos Márquez Sterling y otros políticos. En esas reuniones
conocí, asimismo, a escritores con quienes antes había mantenido correspondencia epistolar
Frances R. Grant, Secretaria General del Comité Estadounidense de la AIDL, estuvo
a cargo de las dos ediciones (en castellano y en inglés) de su vocero Hemisférica (1951-
80), ardua labor reconocida en 1982 por la Universidad de Columbia, con un diploma de
los directores de la comisión que otorga anualmente los premios María Moors Cabot en
periodismo interamericano17.
En la Junta de Directores del Comité estadounidense de la AIDL, estuvieron el
Senador Edward Kennedy, Arthur Schlesinger, Jr., Roger Baldwin, Norman Thomas,
Frank Tannenbaum, Arturo Morales Carrión, Serafino Romualdi, Donald M. Fraser
(Representante en el Congreso de los Estados Unidos), Alan Ginsburg, Richard
Goodwin, James I. Loeb, y otras personalidades, como Teodoro Moscoso, John N.
Plank, Harry Kantor, Patricia Bildner, Laurence Birns, William J. Butler, Kalman Silvert
(Ford Foundation), Lyman White, Jordan Young, Ronald Schneider (entonces en la
Universidad de Columbia) y David E. Grant. Siendo la única persona que ejerció el
cargo de Secretaria General de la AIDL y de su Comité Estadounidense, Frances R. Grant
dedicó su vida a promover con admirable devoción y eficiencia la democracia y los
derechos ciudadanos en el Hemisferio Occidental. Ante organismos internacionales,
denunció abusos y violaciones de los derechos humanos, ayudó a desterrados políticos
por las tiranías latinoamericanas e intercedió ante las autoridades estadounidenses por la
defensa de las libertades en Latinoamérica y a favor de cambios democráticos de la
política latinoamericana de los Estados Unidos. Trabajaba más de ocho horas al día en su
oficina de Nueva York, situada en el centro de la ciudad, en la Calle 40 Oeste, muy cerca
de la Biblioteca Pública, para cumplir con sus obligaciones de Secretaria General de la
AIDL, directora y vicepresidenta de la Liga Internacional de los Derechos Humanos y
presidenta de la Pan American Women’s Association. Muy efectivas fueron sus
campañas contra las dictaduras de Somoza, Odría, Pérez Jiménez, Rojas Pinilla y
Stroessner.
Cuando el general Manuel A. Odría, de 1948 a 1954 rehusó extenderle a Víctor Raúl
Haya de la Torre un salvoconducto para salir de la Embajada de Colombia en Lima y
exiliarse en el exterior, Frances intentó visitar al fundador del aprismo personalmente,
cruzó las barricadas levantadas alrededor de la sede diplomática colombiana, pero fue
impedida por la policía secreta y soplonería limeñas. Frustrado su intento, retornó a
Nueva York y consiguió que la Liga Internacional de los Derechos del Hombre nombrara
a Haya de la Torre su delegado ante la ONU. Asimismo, durante años, Frances hizo
campaña a favor del nombramiento en la ONU de un Comisionado de los Derechos
Humanos, que por sugerencia suya, Costa Rica propuso a la Asamblea General. Con
parecido celo, trabajó a favor de la creación de una Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Se la recuerda por su generosa ayuda a los exiliados políticos
latinoamericanos, a quienes solía recibirlos en los aeropuertos o muelles, les conseguía

acerca del volumen La América Latina de hoy (Nueva York: Ronald Press, 1961), que
preparé con Harry Kantor. En 1963, antes de un programa especial de la AIDL, conocí a
David Grant, hermano de Frances y profesor de Derecho Comercial en la Universidad de
Nueva York, donde estableció un programa para entrenar abogados latinoamericanos en
Derecho Comercial Comparado.
17
“Two newsmen win Cabot Prizes in journalism of the Americas,” New York Times, 26 de octubre de
1982, p. A10.
alojamiento, los ayudaba a ubicarse, obtener empleo, y a veces, proveerles de ropa y
dinero de emergencia. Con los años, algunos de sus protegidos ocuparon importantes
posiciones en los gobiernos democráticos de sus respectivos países. En reconocimiento
de su abnegada labor cívica por la defensa de la libertad y la democracia, los gobiernos
de Venezuela, Bolivia, Costa Rica, Honduras y de la República Española en el exilio le
otorgaron sus más importantes condecoraciones. También recibió altas distinciones de
entidades culturales y políticas de las Américas.
Su intenso trabajo no fue fácil ni carente de riesgos. Su nombre estaba junto a los
de Germán Arciniegas, Herbert Mathews y Jesús de Galíndez en la lista de personas
confeccionada secretamente por el dictador Rafael Leonidas Trujillo para liquidarlas. El
escándalo internacional que causó el secuestro, tortura y asesinato de Galíndez, salvó a
los demás de la siniestra lista negra. Frances se multiplicó para hacer campaña contra la
clausura de La Prensa de Buenos Aires y El Tiempo de Bogotá18. Testigos de su
dedicación a la Asociación, financiada principalmente por sus miembros y simpatizantes
de Estados Unidos, Venezuela, Costa Rica y Colombia, acudieron a su ayuda. Uno de
estos últimos fue Adolf A. Berle19 , uno de los llamados “sabios consejeros” del
presidente Franklin Delano Roosevelt.
El 1º de octubre de 1982 la Universidad de Rutgers, en su campus de New
Brunswick, NJ, organizó un homenaje a Frances R. Grant, con motivo de la inauguración
de una sala consagrada a ella, donde se encuentran los archivos de la AIDL. Arthur
Schlesinger, Jr., presidió el acto en el que hicieron uso de la palabra Carlos Andrés Pérez
(ex Presidente de Venezuela), Robert J. Alexander, Virginia de Izaguirre y el autor de
estas líneas20. Frances Grant falleció a los 96 años en 1993, el New York Times le dedicó
un artículo a tres columnas para resumir su fructífera vida y exitosa campaña por las
libertades en el Hemisferio21.

18
Germán Arciniegas, “Miss Grant, democracia, libertad,” El Diario-La Prensa (NY), 9 de
setiembre de 1982.
19
Adolf A. Berle, Jr. (1895-1971), integrante del “Brain Trust” (consejeros expertos) del gobierno de
Franklin D. Roosevelt, fue viceministro de RR.EE. con Latinoamérica (1938-44), embajador en el
Brasil (1945-46), fundador y presidente del Partido Liberal (1952-55), le recomendó al Presidente
John F. Kennedy la creación de la Alianza para el Progreso y publicó varios libros sobre derecho
corporativo y finanzas.
20
Julio Fernández León, “En Rutgers University, New Jersey: Homenaje a Frances R. Grant...,” El
Mundo (NY), 1 de octubre de 1982: 8.
21
“Frances R. Grant, 96, Champion of Rights in Latin America, Dies,” New York Times, 23 de julio de
1993.
4. Robert (Bob) J. Alexander (n. 1918)22, gran conocedor de la obra de Víctor
Raúl Haya de la Torre, obtuvo su doctorado (Ph. D.) en Ciencias Económicas por la
Universidad de Columbia. Después de trabajar un año en la Office of Inter-American
Affairs, en Washington, D. C., comenzó su carrera pedagógica en 1947, en la conocida
universidad estatal The Rutgers University hasta que fue nombrado profesor emérito al
jubilarse. Esta universidad le publicó su muy consultado libro sobre Communism in Latin
America (1957). Varios veranos enseñó en las Universidades de Atlanta, Puerto Rico y
Columbia. En 1962 Alexander publicó Latin America Today, libro muy usado en las
universidades norteamericanas y vertido al castellano en la Argentina como América
Latina, hoy, título parecido al del libro que publiqué en 1961, también adoptado como
texto por muchas universidades y por los programas de entrenamiento de los jóvenes del
Cuerpo de Paz destinados a Latinoamérica23. Las fructíferas investigaciones en Estados
Unidos y América Latina documentaron la extensa bibliografía de Bob Alexander en la
que sobresalen libros útiles como Politics and Government in Latin America (1965),
Organized Labor in Latin America (1965), An Introduction to Argentina (1969) y su
antología y traducción del pensamiento aprista, que reseñé para Hemisférica y para la
Queens College LAAS Newsletter24. Alexander es conocido, igualmente, por los libros
The Peron Era (1951), The Bolivian National Revolution (1958) y Prophets of the
Revolution (1962).
Cuando estudiaba Bellas Artes en Bruselas y París, Felipe Cossío del Pomar
estuvo relacionado con las logias masónicas, vínculo que le permitió trasladarse a los
Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Su cuadro Jacques de Molay25 o El
martirio del Templario fue una de sus pinturas premiadas más célebres. La exhibió en
22
Por sugerencia de Víctor Raúl Haya de la Torre, desde 1948 comencé a leer sus libros y
artículos, así como sus cartas dirigidas al New York Times. Lo conocí personalmente en
1959, en un simposio sobre Latinoamérica en el que ambos participamos en Barnard
College de la Universidad de Columbia. Desde entonces, hemos trabajado en varios proyectos
de la AIDL, en la preparación de varios libros y hemos viajado juntos a dictar charlas en
Lima, Arequipa y Cuzco en el programa de homenaje a Haya de la Torre dirigido por Lucho
Alva en 1996. Durante los primeros diez años que dirigí el Seminario Latinoamericano de la
Universidad de Columbia Bob dictó varias conferencias durante. En otras ocasiones,
participamos en programas organizados por la AIFL y en discusiones en mesas redondas,
auspiciadas por el Center for Inter-American American Affairs, predecesor de la Americas
Society.
23
Cf. Eugenio Chang-Rodríguez y Harry Kantor, eds. La América Latina de hoy (Nueva York:
Ronald Press, 1961); Robert J. Alexander, Today’s Latin America (New York: Doubleday Anchor
Books, 1962; 2nd revised ed. (New York: Frederick A. Praeger, 1968); y América Latina, hoy, Tr.
Lily Sosa de Newton (Buenos Aires: Editorial Plus Ultra [1968]). En este libro, Alexander cita mis
opiniones sobre el mito de la inexistencia de prejuicio racial en Latinoamérica (pp. 49-50 en la 1a
ed.; 47-49 en la 2a ed.; y 52-54 en la versión castellana). A solicitud de Alexander, escribí la sección
sobre el Perú para su libro colectivo sobre partidos políticos en las Américas publicado en 1981, y
treinta biografías breves de políticos peruanos para su edición del diccionario biográfico de
dirigentes latinoamericanos.
24
“Robert J. Alexander, Aprismo: The Ideas and Doctrines of Víctor Raúl Haya de la Torre (Kent,
Ohio: Kent State University, 1973)” Hemispherica 22.6 (1974): 3-4; rep. en Queens College Latin
American Area Studies Newsletter 1.1 (1974):12-13.
Bruselas en 1911 para homenajear al personaje símbolo de la francmasonería: el último
maestre de los Templarios, encarcelado, torturado y finalmente condenado a la hoguera
por el Papa Clemente V en 1314. Haya, en cambio, se afilió a la logia francmasónica de
Yucatán, en 1924. Como durante la ya olvidada controversia entre apristas y clericales se
alegó que la política religiosa del aprismo descansaba en la masonería, resumamos
brevemente el trasfondo histórico de la orden masónica y sus ocasionales vínculos con
algunos apristas.
De manera parecida a los padres de la primera independencia hispanoamericana,
Víctor Raúl Haya de la Torre y algunos de sus compañeros se iniciaron como miembros
de la masonería fuera de su patria. Esta coincidencia ayuda a entender mejor el proceso
de su incorporación a esa institución.
Recordemos que la nueva masonería se extendió rápidamente de Inglaterra a otros
países. Entre 1721 y 1732 en Francia alcanzó un auge inusitado, con la creación de
nuevos ritos y grados filosóficos. Incorporó entre sus miembros a distinguidas
personalidades: Voltaire, Rousseau, Condorcet, Dantón, Marat, Alejandro Dumas,
Napoleón Bonaparte, Víctor Hugo, Emilio Zolá y muchos más. La Revolución Francesa
se gestó en las logias masónicas y sus principios fueron esgrimidos por los
revolucionarios en la lucha contra la tiranía. Fuera de Francia, siguiendo el ejemplo de
Leonardo de Vinci y Américo Vespucio, se iniciaron como masones Federico el Grande
de Prusia, Francisco I de Austria, Goethe, Mozart, Beethoven, Wagner, Francisco Javier
Mina, Garibaldi, Alejandro Humboldt, entre otros. En Angloamérica fueron masones
Benjamín Franklin, Jorge Washington, el Conde de Lafayette, Tomás Jefferson, Abraham
Lincoln, Henry Ford, Theodore Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Charles Lindbergh,
Douglas MacArthur, Harry S. Truman, Henry A. Wallace, Walt Disney, Martin Luther
King, entre muchísimos otros ciudadanos estadounidenses y canadienses.
La Gran Logia Unida de Inglaterra surgió de la fusión de 1813 de la Gran Logia
de Inglaterra, fundada en 1705 en la ciudad de York, y de la Gran Logia de Londres
creada en 1717. El venezolano Francisco de Miranda, precursor de la independencia
hispanoamericana, en 1797 fundó en Londres La Gran Reunión Americana, también
conocida como Logia de los Caballeros Racionales. El objetivo de esta logia era obtener
la independencia de Hispanoamérica, estableciendo un sistema republicano unitario. En
1807, Miranda fundó en Cádiz y Madrid filiales de los Caballeros Racionales. En 1811 la
filial de Cádiz adoptó el nombre de Logia Lautaro en honor del héroe mapuche Lautaro,
que murió peleando contra los conquistadores españoles de Chile en el siglo XVI. Fueron
miembros de la Logia Lautaro: Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Bolívar, José
María Caro, Bernardo O'Higgins, José de San Martín, Antonio José de Sucre y otros.

25
Jacques Bernard de Molay (hacia 1240 a 1244-1314). Noble franco y último Gran Maestre de
la Orden del Temple. En 1314 fue quemado vivo frente a la Catedral de Nôtre Dame, donde se
retractó, en forma pública, de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir bajo tortura,
proclamando la inocencia de la Orden y, según la leyenda, maldiciendo a los culpables de la
conspiración contra él (el Papa Clemente V, Beltrán de Goth y el rey de Francia Felipe IV "El
Hermoso"). En el plazo de un año, dicha maldición comenzó a cumplirse, con la muerte
de Felipe IV (según Maurice Druon, a causa de un accidente cerebrovascular durante una
expedición de caza). Algunas corrientes herméticas dentro de la masonería, destacando al Rito
Masónico Templario, ven a Jacques de Molay como una gran figura.
Las logias escocesas e inglesas han influido en Latinoamérica desde principios del
siglo XIX. Apenas México se independizó de España. Se instalaron logias masónicas en
diferentes partes del territorio. Un miembro prominente en el siglo XIX fue Benito
Juárez, que llegó al grado nueve del rito mexicano, equivalente al grado 33 del rito
escocés antiguo. Otros distinguidos ciudadanos mexicanos también fueron masones.
Mencionémoslos en orden alfabético: Ignacio Manuel Altamirano, Lázaro Cárdenas,
Venustiano Carranza, Porfirio Díaz, Miguel Hidalgo y Costilla, Agustín de Iturbide,
Sebastián Lerdo de Tejada, Francisco I. Madero, el emperador Maximiliano I, José
María Morelos, Amado Nervo, Álvaro Obregón, Juan de Dios Peza, Ignacio Ramírez, y
Guadalupe Victoria, entre otros. Los masones mexicanos fueron apasionadamente
anrticlericales y fervientes partidarios de su Reforma confiscatoria de las propiedades de
la Iglesia. En cuanto a Cuba, José Martí fue masón.
En el Perú, la masonería se estableció desde el comienzo del período republicano.
Varios de los gestores de la independencia fueron masones. Francisco Javier Mariátegui
(1793-1884), uno de los fundadores de la masonería en el Perú llegó a ser Gran Maestre
y se hizo famoso por su oposición a un Concordato con la Santa Sede y a otorgar mayor
influencia a la jerarquía eclesiástica y a las órdenes religiosas. Cuando falleció, la
autoridad arzobispal se negó a darle sepelio cristiano. Injusta decisión, que incrementó el
anticlericalismo de los masones. Durante la República, un buen número de políticos,
legisladores y profesionales peruanos como Miguel Grau y Jorge Basadre han
pertenecido a sus logias. Entre los apristas que se iniciaron como masones en Lima,
mencionemos a unos cuantos: Luis Alberto Sánchez, el 3 de mayo de 1926; Antenor
Orrego Espinoza, el 16 de julio de 1933; Luis Heysen Incháustegui, el 17 de setiembre de
1933; Víctor Raúl Haya de la Torre, el 23 de octubre de 1933; Edmundo Haya de la
Torre, el 14 de mayo de 1934; y Fernando León de Vivero, el 27 de agosto de 1933.
Entre sus Grandes Maestros han destacado varios dirigentes apristas, como: Edmundo
Haya de la Torre y Luis Heysen Incháustegui. Luis Felipe de las Casas fue igualmente
Maestro masón.
Fue en Mérida, Yucatán, donde Víctor Raúl Haya de la Torre realizó su primera
incorporación a la Orden. Se inició en la francmasonería el 27 de junio de 1928, poco
después de retornar a México, procedente de Nueva York. En la Gran Logia Unida “La
Oriental Peninsular”, de Mérida, conjuntamente con el nicaragüense César Julio Sandino,
Haya recibió el primer grado, conforme consta en la foja 17, número de registro 757 del
Libro de Oro de esa institución. En corto tiempo, el peruano recibió el segundo y el
tercer grado “por su preparación, cultura y calidad humana”.
Fueron su calidad humana y libre pensamiento que la francmasonería peruana e
internacional intercedieron por Haya de la Torre cuando en 1932 fue encarcelado por el
presidente Luis M. Sánchez Cerro que había desencadenado una guerra a muerte a los
apristas. Entre las logias que protestaron se destacó la “Galileo” de Yucatán. El 7 de
setiembre de 1932, pidió el respeto a su vida y “la libertad absoluta del Hermano Haya
de la Torre”.
Asesinado el autócrata, su sucesor el general Óscar R. Benavides liberó a Haya en
agosto de 1933, por razones tácticas y conforme a su política de “Paz y Concordia”, pero
también, probablemente, porque Benavides era igualmente masón. Aunque la
persecución gubernamental habían frustrado su anhelo de afiliarse a la logia masónica
Cosmopolita Nº 13 de Trujillo, al fin, el 5 de setiembre Víctor Raúl solicitó su afiliación
a la Gran Logia del Perú y el 25 de octubre de 1933 se incorporó a la logia “Virtud y
Unión”, donde pronunció un conceptuoso discurso de agradecimiento. Durante esa
alocución dijo: “Traigo el recuerdo de un pensamiento de Kant: dormí y soñé que la vida
era belleza, desperté y vi que era un deber". A los pocos meses Haya tuvo que reingresar
a la clandestinidad al comenzar la Gran Persecución que duró hasta 1945, cuando se
inició la primavera democrática que terminó en 1948 con el Ochenio del general Manuel
A. Odría. Este dictador lo envió a su segundo exilio el 6 de abril de 1955. Al retornar en
julio de 1957, Haya perdonó a sus verdugos, explicando su actitud en un mensaje
masónico: “No se puede vivir mirando el pasado, no se puede aunar voluntades agitando
venganzas, no se puede construir un Perú nuevo levantando odios, resentimientos y
pasiones inferiores. A un país como el nuestro, atomizado siempre por luchas intestinas,
hay que enseñarle a olvidar y también a perdonar”. Poco después del fallecimiento de
Víctor Raúl el 2 de agosto del año 1979, la Gran Logia del Perú le rindió un homenaje
póstumo. A Haya y Cossío del Pomar la masonería les inculcó la vida virtuosa, la
práctica del cristianismo respetando la libertad de creencias religiosas, y pautas de
conducta ceñidas a altas exigencias de realización personal normada por la virtud.
Concluyo estas páginas con el pedido de Luis Alva de que comente lo que en
varias cartas26 Haya de la Torre escribió acerca de mi propuesta de otorgarle el Premio
Nobel de la Paz al Partido Aprista Peruano. En la misiva fechada el 18 de setiembre de
1970 le dijo a Cossío del Pomar:
Chang-Rodríguez está empeñado en promover la idea del Premio Nobel de la Paz para el
Partido. El la lanzó a raíz del asilo y ahora insiste. El argumento es que el Aprismo con su
programa de Integración es el verdadero campeón de la paz en América Latina- O sea
que en cada conflicto internacional el Aprismo ha abogado por la solución pacífica. Con
ese fin se está acumulando documentación: te ruego pues, hacer enviar los volúmenes de
tus libros biográficos a The Peace Prix (Nobel) Commission, Storting, Oslo, Norway.
Otra iniciativa surgida entre algunos cubanos exiliados es la de la resurrección del Partido
Aprista Cubano. También Chang está moviéndose con los cubanos que sustentan la idea.
Se trata de recordar el argumento de Varona a favor del APRA…
En su carta del 3 de noviembre le da mis señas de Nueva York y luego continúa:
El argumento fundamental para el Nobel Peace Prix es la trayectoria pacifista del APRA
en su campaña precursora por la reconciliación con Chile y por soluciones pacíficas de
los conflictos de Colombia y Ecuador. La integración de o unidad continental es ya un
gran movimiento pacifista y es por esos ideales que fuimos perseguidos, puestos fuera de
la ley y llevados hasta la Corte Internacional de Justicia, acusados de delincuentes
comunes. De aquí a mayo, mes que se toman decisiones sobre este punto… se puede
organizar esta cruzada. Chang es un promotor de la idea.
26
Desde que el primer Premio Nobel de la Paz se otorgó en 1901, en cumplimiento del testamento del
filántropo sueco Alfred Nobel, el galardón es conferido por el Comité de los Cinco, nombrado por el
Storting (el Parlamento de Noruega en Oslo) sin su ingerencia. El Reglamento permite que el Premio anual
puede se compartido hasta por tres personas o instituciones. Se le permite sugerir candidatos para el
Premio Nobel a: 1) los miembros o ex miembros del Comité y los Asesores del Instituto Nobel; 2) los
miembros de las asambleas y gobiernos nacionales y de la Unión Interparlamentaria; 3) los miembros de la
Corte Permente de Arbitraje y de la Corte Internacional de Justicia fr La Haya; 4) los miembros de la
Comisión del Bureau Permenente de Paz; los miembros del Institut de Droit International; 5) los
catedráticos de derecho, ciencias políticas, historia y filosofía: y 6) los que han recibido el Premio Nobel de
la Paz.
En su misiva del 28 de abril de 1971, le pregunta a Cossío del Pomar si se
comunicó conmigo, le vuelve a dar mi señas neoyorquinas y le rcuerda:
No olvides de usar el argumento de que la fundación del APRA significó el programa de
integración o unidad política y económica continental que lleva implícita la idea de paz.
Di que nosotros en los conflictos del Perú con Colombia y Ecuador mantuvimos la línea
de soluciómn pacifista y que el suscrito fue el primer estudiante que fue a Chile en 1922
en misión de paz y reconciliación (Está en tu biografía). El Aprismo es paz y acabamos
de declararnos a favor de la tesis colombiana del desarmamiento continental, defendida
en Costa Rica en la OEA.
Lo histórico es que la multifacética influencia intelectual de Víctor Raúl Haya de
la Torre (1895-1979) descansa en gran parte en su empeño de unificar a la América
Latina. Son múltiples las aportaciones del fundador del Aprismo al proyecto de
integración continental, inicialmente propugnado por Juan Pablo Viscardo y Guzmán,27
Francisco de Miranda,28 Simón Bolívar,29 José Martí30 y otros precursores del magno
proyecto. Sus escritos y esfuerzos dan fe de su interés en crear una patria grande,
democrática, antiimperialista y moderna. En la búsqueda de la identidad indoamericana31,
el pensado peruano auspició un itinerario para su plan unificador de largo aliento; quería
acortar la distancia hacia la meta de ampliar y modernizar el frustrado proyecto
bolivariano de confederar la Gran Colombia, Centroamérica, Perú, Bolivia y México.
Agitando la bandera de la Gran Patria Continental, Haya visitó la mayoría de los
países latinoamericanos para difundir su programa efectivo y práctico de consolidación
política. Expandió el antiguo concepto de patria chica a patria continental, denunciando a
los atizadores del divisionismo, tradicionales promotores de caducos chauvinismos y
guerras fratricidas. Según el pensador peruano, la soberanía nacional se basa en el libre
ejercicio de la soberanía popular. Para expresar la soberanía popular continental los
latinoamericanos deben conocerse mutuamente: “el primer paso… hay que darlo en la
prensa, en las escuelas, en los partidos. Cada diario o revista, grande o pequeño, debería
hacer propaganda didáctica sobre los países “indoamericanos” (Haya de la Torre 1977:
4.250). El fundador del aprismo recomendó la publicación y difusión de mapas, planos,
fotografías, artículos breves y bien informados sobre todos los países latinoamericanos.
27
El arequipeño Juan Pablo Viscardo y Guzmán fue expulsado de Hispanoamérica Colonial en 1767,
junto con otros cinco mil jesuitas. Asilado en Europa, escribió Carta a los españoles americanos,
publicada póstumamente en Filadelfia y París y difundida clandestinamente por el venezolano Francisco
de Miranda, por ser una contribución a la independencia y unificación hispanoamericana.
28
Francisco de Miranda (1750-1816) propuso en 1790 la creación de Colombia, un gran estado
hispanoamericano que se extendería desde el Río Misisipi al norte hasta Cabo de Hornos por el sur.
29
En 1815 Simón Bolívar (1783-1840) propuso en su Carta de Jamaica crear la confederación de
Hispanoamérica e insistió muchas veces después hasta 1826, cuando se reunió el Congreso
anfictiónico de Panamá (1826) de los representantes de la Gran Colombia, Perú, Bolivia, México y las
Provincias Unidas del Centro de América (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa
Rica).
30
José Martí (1853-1895), héroe máximo de la independencia de Cuba, anticipó su unión
con los demás países de “Nuestra América”, a algunos de los cuales (Uruguay, Paraguay
y Argentina) representó como Cónsul en los Estados Unidos.
31
Como de sabe, Haya de la Torre solía llamar Indoamérica a Latinoamérica, neologismo de
reivindicación integral y afirmación emancipadora.
Señaló la importancia de la enseñanza de la historia de los estados hermanos integrantes
de la gran nación continental y sugiirió a los partidos políticos que reiteraran en sus
programas un profundo y tenaz sentido latinoamericanista, porque una política nacional
sin un espíritu continental no es una política verdaderamente patriótica (Haya de la Torre
1977: 4.250).

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