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Coseriu, E. 1987. Lenguaje y política. En Manuel Alvar (coord.): El lenguaje político, pp. 9-31.

Madrid: Fundación Friedrich Ebert.

Y ello era y es muy urgente en el mundo hispánico, donde desde hace tiempo prevalece con
respecto a la lengua una peligrosa actitud de «enajenación» cultural, actitud que se
manifiesta en primer término en considerar la lengua como algo externo, como mero
instrumento práctico de intercomunicación, y no como dimensión esencial del ser histórico y
cultural de todo individuo en cuanto miembro de comunidades lingüísticas. Mientras que los
franceses, por ejemplo, se enorgullecen de ser una «nation de grammairiens» (sin duda,
también con todo lo que ello implica en sentido negativo), en los países hispánicos es
agudeza de ingenio considerar las cosas del lenguaje cosas de «gramatiquería», y en todos
los niveles se llega a hablar y escribir de cualquier modo, con descuido total de las normas
elocucionales e idiomáticas, «con tal que se entienda»: el «entenderse», lo práctico, es
criterio de valoración de lo hablado, como si el español fuera para los hablantes una lengua
extranjera empleada como instrumento de comunicación ocasional. [p. 28]

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