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2017-11-24 17:29
Capítulo primero
1
Capítulo segundo
Corría, alma en mano El sol se alzaba en su cénit, y Ellen caminaba deprisa por
las calles, sorteando canales y ricachuelos que corrían como hilos de plata por la
Ciudad. Como siempre, llegaba tarde. Y para más inri era el primer día. Llegar
tarde a la Academia no es cualquier tontería. Por algo es el centor de cultura a
nivel mundial. Sabía de gente a la que habían expulsado solo y exclusivamente
por llegar tarde — reiteradamente, pero llegar tarde, al fin y al cabo—, y ser
expulsado de la Academia viviendo en Even era como robar el Sol: la deshonra
más grande para un Eveniri. Por eso corría alma en mano. Llegó y para su
gran suerte, aunque llegara tarde, el Maestro cruzaba la galería opuesta. Ellen
suspiró de alivio y se sentó en el suelo, como los demás alumnos, apoyado contra
una columna. No conocía a ninguno.
—¡Quetis Ilvraem, Elerteniel! «Oh no. No puede ser», pensé. «Va a dar
la clase en Evnir Antiguo» En ese momento creí que me moría allí mismo.
Obviamente comprendía aquella lengua, que no se diferenciaba tanto de la mía,
el Evenir Moderno , pero no soportaba a la gente pedante. Dejé de contener
la respiración cuando empezó a hablar de manera más normal (aunque seguía
usando ese estilo pseudopoético extraño). Aunque el Antiguo es un idioma
bonito, seamos francos, ya solo los «grandes sabios» lo usan. No duré ni un
minuto escuchando a aquel hombre, era aburrido como una piedra. Además,
solo estaba explicando qué estudiaríamos aquella vuelta. Paseé la mirada por
todo el claustro. El césped estaba cubierto de estudiantes, mayores y jóvenes.
Había hasta algunos niños, aunque no era la hora del «cuento». Por algo llaman
a Even la ciudad de las Letras. La verdad es que no conocía a casi nadie. A
muchos los había visto por Even, pero también había muchos de «más allá del
Mar», como los llamaría el señor que seguía dando un discurso sobre el Imperio
y la fantasía histórica de la época. No pude evitar quedarme dormido.
Capítulo tercero
Me levanto del suelo, dispuesta a marcharme del claustro, cuando sin querer
tropiezo con un muchacho dormido en el suelo, que se despierta con sobresalto.
— ¡Mira por donde vas!— dice, con la voz pastosa —¡ Casi me matas! — L-lo
siento. . . No te había visto— digo mientras se levanta Me mira, fijamente, y
muta su expresión, como siu hubiese visto un fantasma: — Bueno, no pasa
nada. — una gran sonrisa se dibuja en su cara—No eres de por aquí, ¿verdad?
— N-no — ¡Bienvenida!, soy Ellen, ¿y tú?— me pregunta, sin esconder la sonrisa
— Soy Vára *** Caminamos por las calles de la Ciudad, mientras Ellen me va
contando cuáles son las mejores tabernas, dónde hacen los mejores cristales y en
qué tiendas comprar. Lo noto algo nervioso, iseguro. . . parece que tiene miedo.
Pero me gusta. Realmente es la primera persona que concozco en Even además
de mi casero, porque llegué ayer, pero me cae bien. Se ha ofrecido a enseñarme
2
la ciudad y es amable. ## Capítulo último La noche se cierne sobre Even, y las
estrellas resplandecen más que nunca. Mi corazón late deprisa. Corría tentado.
Corría bravo. Corría, por el Viento. La torre del viento se alza ante mí y no
puedo evitar recordar todas las canciones y las historias. Estaba allí. Pude ver
su sonrisa en la lejanía y sus ojos clavados en los míos. Me tiré literalmente a sus
brazos —¿Donde has estado?— pregunté, llorando — No lo creerías— dijo Y me
besó Corro, esperando verlo allí debajo. Quiero con toda mi alma dejarme llevar.
Pero no está. Caigo de rodillas, en el suelo de cristal, mis lágrimas centelleando
en la noche. Un fantasma detrás de la princesa esperaba. Un fantasma a la
princesa escoltaba. Y un fantasma, a la princesa —¡V!— oigo su voz. Me giro
bruscamente y lo veo, ahora de verdad —¿El? No dice nada. Solo se acerca y
me abraza. Y sé que es real. Acaricio su pelo, hoy tubio y largo, recogido en
una coleta. Le miro fijamente. Me mira, con unos ojos más azules que el mar
de mediodía. El Viento susurra entonces dos nombres. El Tiempo se para. Y
dormimos el Sueño de la Vida.