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Capítulo I. ¿Qué es el desarrollo?

¿Esta usted seguro de que sabe qué significa verdaderamente "desarrollo" para los
distintos países? y ¿puede determinar qué países tienen un grado mayor o menor de
desarrollo?

Decir qué países son más ricos o más pobres es un poco más sencillo. Pero los
indicadores de la riqueza, que reflejan la cantidad de recursos con que cuenta una
sociedad, no proporcionan información sobre la distribución de esos recursos; por
ejemplo, no señalan si la distribución del ingreso entre los grupos Sociales es más o
menos equitativa, ni muestran qué porcentaje de los recursos se utiliza para proveer
servicios gratuitos de educación y atención de la salud; nada dicen, tampoco, acerca
de los efectos de la producción y el consumo en el medio ambiente. Por ello, no es
de sorprender que existan profundas diferencias en la calidad de vida de la gente
entre países con ingresos medios similares, según el acceso a la educación y la
atención de la salud; las oportunidades de empleo; la posibilidad de respirar aire
puro y tener agua potable; la posibilidad de vivir sin la amenaza del delito, entre
otros factores. Tomando en cuenta todo esto ¿cómo determinamos qué países están
más desarrollados que otros?

Objetivos y medios del desarrollo

Cada país establece prioridades diferentes en sus políticas de desarrollo. Para


comparar los niveles de desarrollo, primero habría que decidir qué significa
verdaderamente el desarrollo y qué trata de alcanzar. Los indicadores que miden
esos logros se podrían utilizar entonces para evaluar el progreso relativo de los
países en materia de desarrollo.

¿El objetivo es simplemente aumentar la riqueza nacional, o es algo más sutil? ¿Sera
mejorar el bienestar de la mayoría de la población? ¿Quizás velar por la libertad de
los pueblos? ¿O, tal vez, aumentar su seguridad económica?

En documentos recientes de las Naciones Unidas se insiste especialmente en el


"desarrollo humano", medido según la esperanza de vida, la alfabetización de los
adultos, el acceso a los tres niveles de educación, así como el ingreso medio de la
población, condición necesaria para su libertad de elección. En un sentido más
amplio, el concepto de desarrollo humano incorpora todos los aspectos del bienestar
de los individuos, desde el estado de salud hasta la libertad política y económica.
Según el Informe sobre desarrollo humano, 1996, publicado por el Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas, "el desarrollo humano es el fin; el crecimiento
económico es un medio" (pág. 1).

Es cierto que el crecimiento económico, al aumentar la riqueza total de una nación,


también mejora las posibilidades de reducir la pobreza y resolver otros problemas
Sociales es. Pero la historia nos presenta varios ejemplos en los que el crecimiento
económico no se vio acompañado de un progreso similar en materia de desarrollo
humano, sino que se alcanzó a costa de una mayor desigualdad, un desempleo más
alto, el debilitamiento de la democracia, la pérdida de la identidad cultural o el
consumo excesivo de recursos necesarios para las generaciones futuras. A medida
que se van comprendiendo mejor los vínculos entre el crecimiento económico y los
problemas Socialeses y ambientales, los especialistas, entre ellos los economistas,
parecen coincidir en que un crecimiento semejante es, inevitablemente,
insostenible, es decir, no se puede mantener mucho tiempo.

Para ser sostenible, el crecimiento económico debe nutrirse continuamente de los


frutos del desarrollo humano, como la mejora de los conocimientos y las aptitudes
de los trabajadores, así como de las oportunidades para utilizarlos con eficiencia:
más y mejores empleos, mejores condiciones para el florecimiento de nuevas
empresas y mayor democracia en todos los niveles de adopción de decisiones
(Gráfico 1.1).

A la inversa, si es lento, el desarrollo humano puede poner fin a un crecimiento


económico sostenido. Según el Informe sobre desarrollo humano, 1996, "En el
período 1960-1992, de los países que se encontraban en situación de desarrollo
desequilibrado con un desarrollo humano lento y un crecimiento económico rápido,
ninguno logró efectuar la transición hacia un círculo virtuoso en que pudieran
reforzarse recíprocamente el desarrollo humano y el crecimiento". Puesto que la
desaceleración del desarrollo humano se ha visto seguida, invariablemente, de la
desaceleración del crecimiento económico, esta modalidad de crecimiento se
describe como "sin salida".

Desarrollo sostenible

La expresión "desarrollo sostenible" esta muy difundida entre los políticos de todo el
mundo, si bien el concepto es relativamente nuevo y no se lo interpreta de manera
uniforme. A pesar de ser tan importante, el concepto esta en plena evolución y su
definición se esta examinando, ampliando y perfeccionando continuamente. Con
este libro, usted podrá tratar de mejorar la definición, pues aprenderá más sobre las
relaciones entre sus principales componentes - los factores económicos, Sociales y
ambientales del desarrollo sostenible - y podrá decidir la importancia relativa de
cada uno de ellos, según el sistema de valores que usted tenga.

De acuerdo con la definición clásica elaborada por la Comisión Mundial sobre el


Medio Ambiente y el Desarrollo en 1987, el desarrollo es sostenible cuando
"satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para atender sus propias necesidades". Habitualmente se
entiende que esta justicia "intergeneracional" sería imposible de alcanzar si no
existiera justicia Sociales en la actualidad; si las actividades económicas de algunos
grupos continuaran poniendo en peligro el bienestar de otros o de la población de
otros lugares del mundo. Supongamos, por ejemplo, que la deforestación constante
de la cuenca del Amazonas, de extraordinaria biodiversidad, provoca la extinción de
una especie desconocida de planta que podría haber ayudado a curar el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA), enfermedad mortal que constituye una amenaza
para la población del mundo entero. O pensemos, por ejemplo, en las emisiones de
gases de efecto invernadero, generadas principalmente por los países industriales,
que pueden causar el calentamiento de la Tierra; este fenómeno, a su vez, puede
anegar islas de litoral bajo y desembocar en el empobrecimiento de naciones enteras
y el desplazamiento de sus poblaciones.

En la justicia Sociales, definida como la igualdad de oportunidades de alcanzar el


bienestar, tanto para una generación como para generaciones futuras, se pueden
observar al menos tres aspectos: económicos, Sociales y ambientales. Sólo será
duradero el desarrollo que logre equilibrar estos tres grupos de objetivos (Gráfico
1.2). Inversamente, el desconocimiento de alguno de esos aspectos puede poner en
peligro el crecimiento económico y el proceso de desarrollo en su conjunto.
Capítulo II. Comparación de los niveles de desarrollo

El capital natural no está distribuido de manera equitativa entre los países. Algunos,
por ejemplo, tienen suelos fértiles para dedicar a la agricultura, mientras que otros
deben esforzarse por mejorarlos artificialmente. Algunos países han descubierto
ricos yacimientos de petróleo y gas en sus territorios, mientras que otros tienen que
importar la mayor parte de los combustibles fósiles que necesitan. Antiguamente, la
escasez o la abundancia de capital natural representaban una enorme diferencia
para el desarrollo de los países, pero en la actualidad dicha abundancia no es el
principal factor determinante del desarrollo. Pensemos en países de ingreso alto
como la República de Corea o el Japón. Gracias a su elevado desarrollo económico
pueden utilizar sus limitados recursos naturales de manera mucho más productiva
(eficiente) que otros países menos desarrollados. La productividad con la que los
países emplean sus recursos productivos —el capital físico, el capital humano y el
capital natural— se acepta, en general, como el principal indicador de su nivel de
desarrollo económico.

Teóricamente, entonces, los economistas que deseen comparar el desarrollo de


distintos países deberían calcular la productividad con que éstos usan el capital. Pero
un cálculo semejante es extremadamente complejo, más que nada por la dificultad
de dar valor numérico a elementos del capital natural y humano. En la práctica, los
economistas recurren, en cambio, al producto nacional bruto (PNB) per cápita o al
producto interno bruto (PIB) per cápita. Estos indicadores estadísticos son más
fáciles de calcular, proporcionan una medición aproximada de la productividad
relativa con la cual los distintos países emplean sus recursos y miden el bienestar
material relativo en diferentes países, ya sea que este bienestar provenga de la
suerte de contar con tierras y recursos naturales o de la mayor productividad con
que se utilizan.

Producto interno bruto y producto nacional bruto

El PIB se calcula como el valor de la producción total final de todos los bienes y
servicios producidos en un año dentro de las fronteras de un país. El PNB es el PIB
más los ingresos recibidos desde el exterior por los residentes en el país menos los
ingresos correspondientes a los no residentes.

Hay dos formas de calcular el PIB y el PNB:

 Sumando todos los ingresos de la economía (salarios, intereses, utilidades y


rentas).
 Sumando todos los gastos de la economía (consumo, inversión, compras de
bienes y servicios por parte del Estado y exportaciones netas [exportaciones
menos importaciones]).

En teoría, de ambas formas se debería llegar al mismo resultado. Como el gasto de


una persona es siempre el ingreso de otra, la suma de los gastos debe ser igual a la
suma de los ingresos. Cuando los cálculos incluyen sólo los ingresos recibidos o los
gastos efectuados por los ciudadanos de un país, el resultado es el PNB. Cuando se
calculan todos los ingresos (o todos los gastos) originados dentro de la frontera de un
país, incluidos los de los ciudadanos extranjeros, el resultado es el PIB.

El PNB de un país puede ser muy inferior a su PIB si gran parte de los ingresos
derivados de la producción se distribuye a personas o empresas extranjeras. Por
ejemplo, en 1994 el PNB de Chile era 5% menor que su PIB. Si ciudadanos o firmas de
un país poseen grandes cantidades de acciones y bonos de otros Estados o empresas
de otros países y reciben ingresos por ello, el PNB puede ser superior al PIB. Tal fue el
caso de Arabia Saudita en 1994, cuando el PNB superó al PIB en 7%. Para la mayoría
de los países, sin embargo, la diferencia entre estos indicadores estadísticos es
insignificante.

El PIB y el PNB pueden servir como indicadores de la magnitud de la economía de un


país. Pero, para juzgar su nivel de desarrollo económico, estos indicadores deben
dividirse por el número de habitantes del país. El PIB per cápita y el PNB per cápita
señalan la cantidad aproximada de bienes y servicios que cada persona de un país
podría comprar en un año si los ingresos se dividieran en partes iguales (Gráfico 2.1).
Es por ello que estas mediciones se suelen denominar también "ingreso per cápita".

En los cuadros de datos que aparecen al final de este libro, el PNB per cápita se
expresa no sólo en dólares de EE.UU. sino también en dólares PPA, es decir,
ajustados con ayuda de un factor de conversión de la paridad del poder adquisitivo
(PPA). . El factor de conversión de la PPA indica el número de unidades de la moneda
de un país necesario para comprar la misma cantidad de bienes y servicios en el
mercado local que se podrían comprar con un dólar en los Estados Unidos. Al aplicar
este factor de conversión se puede, por ejemplo, convertir el PNB nominal per cápita
de un país (expresado en dólares de EE.UU. según el tipo de cambio de mercado de
la moneda nacional) en el PNB real per cápita (indicador ajustado para tener en
cuenta la diferencia de precios de los mismos bienes y servicios entre ese país y los
Estados Unidos, independientemente de las fluctuaciones del tipo de cambio de la
moneda nacional). El PNB ajustado en función de la PPA permite comparar mejor el
consumo o los ingresos medios entre distintas economías.

En los países en desarrollo, el PNB real per cápita suele ser más alto que el PNB
nominal per cápita, mientras que, en la mayoría de los países desarrollados, es más
bajo (Cuadro 2.1). De ahí que la diferencia entre los ingresos reales per cápita de los
países desarrollados y de los países en desarrollo sea menor que la diferencia entre
los ingresos nominales per cápita.

Si bien reflejan el promedio de ingresos de un país, el PNB per cápita y el PIB per
cápita tienen numerosas limitaciones cuando se trata de medir el bienestar real de la
población. No indican de qué manera se distribuye el ingreso de un país entre sus
habitantes. No toman en cuenta la contaminación, el deterioro ambiental y el
agotamiento de los recursos. No registran las tareas no remuneradas que se realizan
en los hogares o las comunidades, ni el trabajo que se lleva a cabo en la economía
paralela. Atribuyen la misma importancia a los productos "beneficiosos" (como los
medicamentos) que a los "perjudiciales" (los cigarrillos y las armas químicas, por
ejemplo), y pasan por alto el valor de elementos como el tiempo libre y la libertad.
De ahí que, para juzgar la calidad de vida relativa en distintos países, también sea
necesario tomar en cuenta otros indicadores que señalan, por ejemplo, la
distribución del ingreso y la incidencia de la pobreza (Capítulos 5 y 6), la salud y la
longevidad de la población (Capítulo 8), el acceso a la educación (Capítulo 7) y la
calidad del medio ambiente (Capítulo 10). Los especialistas utilizan también, para
determinar el desarrollo, indicadores estadísticos compuestos (Capítulo 16).

Capítulo III. Crecimiento de la población mundial

La dinámica de la población es uno de los principales factores que se deben considerar


al reflexionar sobre el desarrollo. En los últimos 50 años, la población mundial ha
experimentado un incremento sin precedentes (Gráfico 3.1). ¿Saben ustedes por qué?
Evolución mundial del aumento natural de la población

Se produce un "aumento natural de la población" cuando la tasa de natalidad es mayor


que la tasa de mortalidad. Mientras que la tasa de crecimiento demográfico de un país
depende del aumento natural y de la migración, el crecimiento de la población
mundial está determinado exclusivamente por el aumento natural.

En todo el mundo, las tasas de mortalidad disminuyeron a fines del siglo XIX y a lo
largo del siglo XX, pero en los países en desarrollo en particular retrocedieron
drásticamente después de la segunda guerra mundial, gracias a la difusión de la
medicina moderna. En gran parte del mundo en desarrollo, las tasas de mortalidad
comenzaron a disminuir unos 20 años antes, o más, que las tasas de natalidad, por lo
cual hubo tasas de crecimiento demográfico extraordinariamente altas, del orden del
3% o incluso del 4% anual. Desde los años sesenta, las tasas de natalidad también han
venido retrocediendo rápidamente en la mayoría de los países en desarrollo , excepto
en los de África al sur del Sahara y el Oriente Medio. Esta evolución de las tasas de
natalidad en el mundo en desarrollo es similar a la que se verificó en Europa y los
Estados Unidos en el siglo XIX (Gráfico 3.2).

Capítulo IV. Tasas de crecimiento económico

Las tasas de crecimiento del PIB y el PNB de los países en desarrollo son, como
promedio, más elevadas que las de los países desarrollados. Más aún, la diferencia se
acrecentó en los últimos años porque el crecimiento del PNB de los países
desarrollados pasó de más del 3% anual en los años ochenta a alrededor del 2% en la
primera mitad del decenio de 1990. Los países de ingreso bajo, en cambio, parecen
haber tenido un desempeño mucho mejor en este período, pues su PNB aumentó casi
un 6% anual en 1980-95. Entonces, ¿los países pobres pronto estarán a la altura de los
ricos?

Lamentablemente, la evolución del crecimiento económico que acabamos de describir


no indica que el mundo marche hacia una "convergencia", es decir, hacia la
eliminación gradual de la brecha económica entre países ricos y países pobres. El
crecimiento demográfico, que es más rápido en la mayoría de los países en desarrollo,
esta neutralizando el aumento comparativamente mayor del PNB, por lo cual las tasas
de crecimiento del PNB per cápita de estos países son bajas y, en algunos casos,
negativas (Gráfico 4.1; Mapa 4.1).
Como consecuencia, la diferencia entre el PNB medio per cápita de los países
desarrollados y de los países en desarrollo continúa ahondándose. Según un estudio
del Banco Mundial, en 1870 el ingreso per cápita de los países más ricos era 11 veces
mayor que el de los países más pobres, 38 veces mayor en 1960 y 52 veces mayor en
1985. A comienzos del decenio de 1990, de los $28 billones del PIB mundial, sólo $5
billones —menos del 20%— se generaban en los países en desarrollo, a pesar de que
en estos países residía aproximadamente el 80% de la población mundial.
El rápido crecimiento medio verificado en los países en desarrollo también oculta
disparidades cada vez más grandes entre países. Entre 1985 y 1995, el mayor
incremento del PNB per cápita tuvo lugar en Asia oriental: más del 7% anual (Gráfico
4.2). , pero en otras dos regiones del mundo en desarrollo la tasa media de
crecimiento anual fue negativa: -1,1% en África al sur del Sahara y -0,3% en el Oriente
Medio y Norte de África. El mayor retroceso del PNB per cápita se produjo en Europa
oriental y Asia central, debido a la crisis económica provocada por la transición de la
planificación centralizada a la economía de mercado.

Sin embargo, no todas son malas noticias para los países en desarrollo. Los dos países
en desarrollo con mayor número de habitantes tuvieron, comparativamente, un
desempeño bastante bueno en 1985-95. En la India, el PNB per cápita aumentó
alrededor del 3,2% al año, mientras que en China registró un incremento anual sin
precedentes: 8,3%. El rápido crecimiento observado en China y la India explica por qué
más de la mitad de la población mundial vive en países con economías que crecen a un
ritmo superior al 2% anual (Gráfico 4.3). Pero cuando se analizan los países de ingreso
bajo excluidas China y la India, el crecimiento anual medio del grupo resulta negativo
(véase el Gráfico 4.1). En 1985-95, más de la mitad de los países en desarrollo tenían
tasas de crecimiento negativas, y cuatro quintos de aquellos con tasas positivas crecían
con mayor lentitud que los países de ingreso alto (véase el Mapa 4.1).
Entre 1965 y 1995, la brecha entre los países desarrollados y la mayor parte de los
países en desarrollo se amplió considerablemente (Gráfico 4.4). Asia fue la única
región que logró un avance notable hacia el nivel de PNB per cápita de los países
desarrollados. El ingreso per cápita de las economías recientemente industrializadas de
Asia —Hong Kong (China), República de Corea, Singapur y Taiwán (China)— pasó de
representar el 18% del promedio de los países desarrollados, en 1965, al 66% en 1995.
Al mismo tiempo, África, por ejemplo, se empobreció aún más en términos relativos. El
ingreso medio per cápita en los países africanos llegaba al 14% del registrado en los
países desarrollados en 1965, pero había descendido al 7% en 1995. Ustedes pueden
determinar la posición de sus países en 1995 en el Gráfico 4.4 utilizando el Cuadro de
datos 1 que figura al final del libro (pueden ver las estimaciones del PNB per cápita
ajustadas en función de la paridad del poder adquisitivo y considerar $24.930 como
promedio del PNB per cápita de los países desarrollados).
Actualmente sólo unos 10 países en desarrollo —aquellos cuya tasa de crecimiento del
PNB per cápita supera en 1 punto porcentual el promedio correspondiente a los países
desarrollados— tienen posibilidades de ponerse a la altura de éstos en los próximos
cien años; únicamente podrán lograrlo si mantienen sus elevadas tasas de crecimiento,
lo cual es todo un desafío. Efectivamente, cuanto más pobre es un país, más difícil le
resulta retener el alto nivel de inversión que necesita para crecer (véase el Capítulo 6).
En la actualidad, los países de ingreso bajo todavía tienen las tasas de natalidad más
elevadas del mundo (véase el Mapa 3.1), si bien las mujeres suelen tener menos hijos
que antes. Las razones que explican el descenso de la fecundidad son diversas, pero la
mayoría de ellas se relaciona con el crecimiento económico y el desarrollo humano de
los países en desarrollo (Gráfico 3.3; véanse también los Capítulos 4 y 7). Los padres
deciden tener menos hijos cuando las condiciones sanitarias mejoran y ellos dejan de
temer la posibilidad de la muerte de varios de sus bebés, y cuando no necesitan de la
ayuda de sus hijos para trabajar la tierra o procurarse el sustento o para que los cuiden
en la vejez. Por otra parte, cada vez más padres mandan a sus hijas a la escuela, lo cual
también es importante, porque las mujeres con educación básica suelen tener menos
hijos y más sanos. Ahora más mujeres tienen oportunidad de trabajar fuera del hogar,
de manera que, cuando forman una familia, no son tan jóvenes y tienen menos niños.
Asimismo, el acceso a la planificación familiar está mejorando, lo cual permite a los
padres controlar el número de hijos que desean tener y espaciar los nacimientos.

Es probable que la disminución de la tasa de fecundidad no se traduzca de inmediato


en la reducción de la tasa de natalidad y del crecimiento demográfico, si el número de
hombres y mujeres en edad de procrear de un país es mayor que antes. El crecimiento
de la población que se produce cuando más mujeres dan a luz aunque cada una de
ellas tenga el mismo número de hijos o incluso menos se denomina "momento
demográfico". El momento demográfico es particularmente importante en los países
en desarrollo que tuvieron las tasas más altas de fecundidad hace 20 ó 30 años.
Capítulo V. Desigualdad en la distribución del ingreso

Para comenzar a entender cómo es la vida en un país —para saber, por ejemplo,
cuántos de sus habitantes son pobres— no basta con conocer su ingreso per cápita. El
número de pobres de un país y la calidad de vida también dependen de la igualdad —o
la desigualdad— en la distribución del ingreso.

Desigualdad en la distribución del ingreso: comparación entre países

En el Brasil y Hungría, por ejemplo, los niveles de PNB per cápita son bastante
similares, pero en el Brasil la incidencia de la pobreza es mucho más alta. Esta situación
se puede explicar con la ayuda del Gráfico 5.1, donde se observan los porcentajes del
ingreso nacional recibido por percentiles iguales de individuos u hogares ordenados
según su nivel de ingresos. En Hungría, el 20% (quintil) más rico de la población recibe
aproximadamente 4 veces más que el quintil más pobre, mientras que, en el Brasil, el
porcentaje que obtiene el quintil más rico supera en más de 30 veces al que recibe el
quintil más pobre.
Esa relación es, como promedio, del orden de 6:1 en los países de ingreso alto. En el
mundo en desarrollo, la desigualdad, medida de la misma manera, varía según la
región: es de 4:1 en Asia meridional; 6:1 en Asia oriental y Oriente Medio y Norte de
África; 10:1 en África al sur del Sahara, y 12:1 en América Latina.

Curva de Lorenz e índice de Gini

Para medir la desigualdad en la distribución del ingreso de un país y compararla con


mayor exactitud con la de otros países, los economistas utilizan las curvas de Lorenz y
los índices de Gini. La curva de Lorenz relaciona los porcentajes acumulados del total
de ingresos recibidos con los porcentajes acumulados de individuos o familias que
reciben dichos ingresos, comenzando con los más pobres (Gráfico 5.2). ¿Cómo se
construye?
En primer lugar, los economistas ordenan todos los individuos o familias de un país de
acuerdo con su nivel de ingresos, de los más pobres a los más ricos. Luego los dividen
en 5 grupos (20% en cada uno) o en 10 grupos (10% en cada uno), y el ingreso de cada
grupo se calcula y se expresa como porcentaje del PIB (véase el Gráfico 5.1). Después,
los economistas representan la proporción del PIB recibida por estos grupos, en forma
acumulada, es decir, representan la participación del quintil más pobre en el ingreso
contra el 20% de la población, la participación del quintil más pobre y el quintil
siguiente (el cuarto) en el ingreso contra el 40% de la población, y así sucesivamente,
hasta que representan la participación total de los cinco quintiles (igual al 100%)
contra el 100% de la población. Al unir todos los puntos del gráfico, partiendo del 0%
del ingreso recibido por el 0% de la población, obtienen la curva de Lorenz del país.

Cuanto más pronunciada sea la curva de Lorenz, mayor será la desigualdad de la


distribución del ingreso del país. Para comparar, véase en el Gráfico 5.2 la "curva" de la
distribución absolutamente igualitaria, según la cual el primer 20% de la población
recibiría exactamente el 20% del ingreso, el 40% de la población recibiría el 40% del
ingreso, y así sucesivamente. En este caso, la curva de Lorenz correspondiente sería
una línea recta que partiría del ángulo inferior izquierdo del gráfico (x = 0%, y = 0%)
hacia el ángulo superior derecho (x = 100%, y = 100%). En el Gráfico 5.2 se observa que
la curva de Lorenz del Brasil se aleja mucho más de la línea hipotética de la igualdad
absoluta que la curva correspondiente a Hungría, lo que significa que, en el Brasil, la
desigualdad de ingresos es mayor.

Cuando se trata de comparar la desigualdad en la distribución del ingreso en distintos


países, resulta más acertado utilizar el índice de Gini, que se calcula como la superficie
entre una curva de Lorenz y la línea de la igualdad absoluta, expresada como
porcentaje del triángulo ubicado debajo de la línea (véanse las dos superficies
sombreadas en el (Gráfico 5.2). Así, un índice de Gini del 0% representa la igualdad
perfecta: la curva de Lorenz coincide con la línea de la igualdad absoluta. Un índice de
Gini del 100% supone la desigualdad perfecta: la curva de Lorenz coincide con el eje de
las x y sube perpendicularmente en el último valor de x (es decir, la familia o el
individuo más ricos; véase la línea punteada gruesa del Gráfico 5.2). En realidad, ni la
igualdad perfecta ni la desigualdad perfecta son posibles. Por ello, los índices de Gini
son siempre mayores que 0% pero menores que 100% (véase el Gráfico 5.3 y el Cuadro
de datos 1).
Costos y beneficios de la desigualdad del ingreso

¿La desigualdad de la distribución del ingreso es beneficiosa o perjudicial para el


desarrollo de un país? Hay opiniones diferentes sobre la distribución óptima; algunos
consideran, por ejemplo, que el índice de Gini debería ser cercano al 25% (como en
Suecia); otros, al 40% (como en los Estados Unidos). Examinemos los siguientes
argumentos.

Una distribución muy aproximada a la igualdad absoluta puede resultar negativa para
la eficiencia económica. Veamos, por ejemplo, la experiencia de los países Socialistas,
donde la reducción deliberada y pronunciada de la desigualdad (sin ganancias privadas
y con diferencias mínimas en sueldos y salarios) eliminó los incentivos que la gente
necesitaba para participar activamente en la economía y trabajar con diligencia y
espíritu emprendedor. La nivelación Socialistas de los ingresos tuvo por consecuencia
el relajamiento de la disciplina y el debilitamiento de la iniciativa de los trabajadores; la
mala calidad y la escasa variedad de bienes y servicios; la lentitud del progreso técnico
y, finalmente, la desaceleración del crecimiento económico, lo que desembocó en una
mayor pobreza.

Por otra parte, la desigualdad excesiva afecta la calidad de vida de la gente, pues
aumenta la incidencia de la pobreza y, de este modo, obstaculiza las mejoras en
materia de salud y educación y favorece el delito. También se deben considerar los
efectos que una marcada desigualdad en la distribución del ingreso provoca en algunos
factores importantes del crecimiento económico:

 Una gran desigualdad pone en peligro la estabilidad política de un país, porque


la cantidad de gente que está disconforme con su situación económica
aumenta, lo que dificulta el consenso político entre los grupos de población de
ingresos más altos y más bajos. La inestabilidad política incrementa los riesgos
que supone invertir en un país, cuyo potencial de desarrollo se ve así
seriamente perjudicado (véase el Capítulo 6).
 Una gran desigualdad limita el uso de importantes instrumentos de mercado,
como las modificaciones de precios y las multas. Por ejemplo, es posible que,
aumentando las tarifas de electricidad y agua caliente, se promueva el uso
eficiente de la energía (véase el Capítulo 15), pero si existe una desigualdad
muy pronunciada, el menor incremento de las tarifas puede significar enormes
privaciones para los ciudadanos más pobres.
 Una gran desigualdad puede desalentar determinadas normas básicas de
comportamiento entre los agentes económicos (individuos o empresas), como
la confianza y el compromiso. Si los riesgos comerciales son altos y resulta
costoso hacer cumplir los contratos, todas las transacciones económicas serán
más lentas, lo cual, a su vez, dificultará el desarrollo económico.

Éstas son algunas de las razones por las cuales expertos internacionales recomiendan
reducir la desigualdad de la distribución del ingreso en los países en desarrollo, a fin de
ayudar a acelerar el desarrollo económico y humano.

Capítulo VI. Pobreza

El concepto de pobreza varía de un país a otro. En términos generales, cuanto más rico
es un país, más alta es la línea que fija para demarcar la pobreza. Para poder efectuar
comparaciones internacionales, el Banco Mundial ha establecido una línea
internacional de pobreza de $1 al día por persona, a precios de 1985, ajustados para
tener en cuenta la paridad del poder adquisitivo. De acuerdo con esta medición, la
proporción de pobres en la población mundial —quienes viven con menos de $1 por
día— descendió levemente entre 1987 y 1993, pues pasó del 30% al 29%. Pero el
número absoluto de pobres aumentó de 1.200 millones a 1.300 millones, y otros 2.000
millones de personas se encuentran en una situación apenas mejor.

Geografía de la pobreza

La mayor parte de los pobres del mundo viven


en Asia meridional (39%), Asia oriental (33%,
la mayoría de ellos en China e Indochina) y
África al sur del Sahara (17%). Asia meridional
presenta también la mayor incidencia de
pobreza (43% de su población), seguida de
África al sur del Sahara (39%; Gráfico 6.1).
Entre los países en los cuales más de la mitad
de la población se halla por debajo de la línea
internacional de pobreza se cuentan
Guatemala, Guinea-Bissau, India, Kenya,
Lesotho, Madagascar, Nepal, Níger, Senegal y Zambia (Mapa 6.1 y Cuadro de datos 1).

Los analistas han descubierto una fuerte relación positiva entre el crecimiento
económico y la reducción de la pobreza. Por ejemplo, en Asia oriental (excluida China),
donde se encuentran las economías que crecen con mayor velocidad en el mundo, la
proporción de la población que vive en la pobreza disminuyó del 23% en 1987 a menos
del 14% en 1993. Pero en África al sur del Sahara, donde predominó, en ese período,
un crecimiento negativo del PNB per cápita, prácticamente no hubo variación en la
incidencia de la pobreza.

El círculo vicioso de la pobreza

En general, los economistas suponen que el deseo de la gente de ahorrar para


consumir en el futuro aumenta con los ingresos. Cuanto más pobre es una persona,
menos recursos tiene para planificar su futuro y ahorrar. La misma lógica se aplica a las
empresas y los gobiernos. Por ello, en los países pobres, donde la mayor parte del
ingreso se debe gastar en satisfacer las necesidades del momento —en muchos casos,
acuciantes— el ahorro La escasez de ahorro constituye una traba para la crucial
inversión interna tanto en capital físico como en capital humano. Sin inversiones
nuevas, la productividad de la economía no puede mejorar y no pueden aumentar los
ingresos. De este modo, se cierra el círculo vicioso de la pobreza (Gráfico 6.2).
Entonces, ¿están los países pobres condenados a seguir siendo pobres?
Los últimos datos sobre inversión interna bruta en Asia oriental parecen indicar que no
es así. A pesar de que, en la región, el PNB per cápita inicial era bajo, el ahorro interno
bruto y la inversión interna bruta eran elevados e iban en aumento hasta la crisis
financiera de 1998 (Gráfico 6.3). Los especialistas siguen tratando de explicar este
fenómeno. En términos generales, sin embargo, muchos de los factores que alientan a
la gente a ahorrar e invertir son bien conocidos; entre ellos se cuentan la estabilidad
política y económica, un sistema bancario confiable y una política oficial favorable.

Además de la inversión interna, la inversión extranjera puede ayudar a los países en


desarrollo a romper el círculo vicioso de la pobreza, en especial si va acompañada de
transferencias de tecnología de vanguardia de los países desarrollados. La oportunidad
de beneficiarse de la inversión y la tecnología extranjeras muchas veces se menciona
como "la ventaja del atraso", que debería, al menos en teoría, permitir a los países
pobres desarrollarse más rápidamente de lo que, en su momento, progresaron los
países industriales de la actualidad. Sin embargo, muchas de las condiciones necesarias
para atraer inversión extranjera a un país son las mismas que se requieren para
estimular la inversión interna.

Un clima propicio para las inversiones se compone de muchos factores que hacen que
sea más redituable y menos riesgoso invertir en un país que en otro. La estabilidad
política es uno de los más importantes. Tanto los inversionistas nacionales como los
extranjeros desisten ante el peligro de una conmoción política y ante la perspectiva de
que un nuevo régimen pueda exigir impuestos punitivos o expropiar bienes de capital.
Como consecuencia, el país donde se produjera esa situación podría caer en otro
círculo vicioso, como hemos visto históricamente en algunos países latinoamericanos
(Gráfico 6.4). La inestabilidad política ahuyenta las inversiones nuevas; ello impide que
la economía crezca rápidamente y que la situación económica de la población mejore,
lo cual genera más descontento con el régimen político imperante y aumenta la
inestabilidad política. Este círculo vicioso de inestabilidad política puede convertirse en
un serio obstáculo para la reactivación del desarrollo económico y la reducción de la
pobreza.

Capítulo VII. Educación

El capital es una masa de recursos utilizados para producir bienes y servicios. Lo más
frecuente es que por él se entienda el capital físico: los edificios, las máquinas, los
equipos técnicos y las existencias de productos y materia prima. Pero el "capital
humano" —los conocimientos y las aptitudes de la gente— es igualmente importante
para la producción y no menos valioso para la persona que cuenta con él. La
importancia del "factor humano" para la producción moderna se observa en la
distribución del ingreso entre quienes poseen capital físico y quienes "poseen"
conocimientos y aptitudes. Por ejemplo, en los Estados Unidos, en el decenio de 1980,
el ingreso recibido gracias a los conocimientos y aptitudes (mediante el pago de
sueldos y salarios) fue 14 veces mayor que el obtenido por el capital físico (mediante el
pago de dividendos y utilidades no distribuidas de las empresas). Este fenómeno llevó
a los economistas a admitir la existencia del capital humano.

Educación y capital humano

La mayor parte del capital humano se forma con la educación o la capacitación, que
incrementan la productividad económica de una persona, es decir, le permiten
obtener ingresos más altos. Los gobiernos, los trabajadores y los empleadores
invierten en capital humano dedicando dinero y tiempo a la educación y la
capacitación (acumulación de conocimientos y aptitudes). Como toda otra inversión, la
inversión en capital humano exige sacrificios. La gente está de acuerdo en realizarlos si
considera que, a cambio, va a obtener mayores ingresos en el futuro.

Los gobiernos gastan fondos públicos en educación porque creen que una población
con mejor educación contribuirá a un desarrollo más rápido. Los empleadores pagan la
capacitación de sus empleados porque esperan cubrir el costo correspondiente y
obtener ganancias adicionales al aumentar la productividad. Y muchas personas están
dispuestas a destinar tiempo y dinero a la educación y la capacitación porque, en la
mayoría de los países, quienes tienen mejor educación y conocimientos especializados
ganan más. La gente educada y especializada suele estar en condiciones de producir
más o de generar una producción más valiosa en el mercado; los empleadores
generalmente lo reconocen así al pagarles salarios más altos.

Sin embargo, los beneficios económicos de la educación no son uniformes. Pueden ser
menores si:

 La calidad de la educación es deficiente o los conocimientos y las aptitudes


adquiridos en la escuela no coinciden con la demanda del mercado. En este
caso, las inversiones en capital humano no han sido lo bastante eficientes, lo
que da por resultado menos capital humano y menos beneficios para los
individuos y la sociedad.
 La demanda de capital humano es insuficiente debido a la lentitud del
crecimiento económico. En este caso, es probable que el capital humano de los
trabajadores se vea desaprovechado y mal remunerado.
 Deliberadamente se abonan salarios similares a trabajadores con distintos
niveles de educación y aptitudes, a fin de mantener una relativa igualdad en las
remuneraciones; es lo que solía suceder, por ejemplo, en los países con
economía de planificación centralizada. Estas distorsiones de los salarios
relativos se están eliminando en la transición de esos países hacia una
economía de mercado.

La riqueza del capital humano y su ritmo de aumento son cruciales para el nivel y la
velocidad del desarrollo económico de un país, fundamentalmente porque el capital
humano es el principal factor determinante de la capacidad de un país para producir y
adoptar innovaciones tecnológicas. La inversión en capital humano, si bien es
extremadamente importante, no basta para lograr un rápido crecimiento económico:
debe ir acompañada de una estrategia de desarrollo acertada.
Analicemos los casos de Filipinas y Vietnam, donde la alfabetización de los adultos es
mayor que en la mayoría de los demás países del sudeste asiático (véase el Cuadro de
datos 2). No obstante, hasta hace poco tiempo, el crecimiento de esos dos países era
relativamente lento, en gran medida porque sus estrategias de desarrollo les impedían
aprovechar plenamente la riqueza de su capital humano. En Viet Nam, la planificación
centralizada era responsable de esa situación, mientras que en Filipinas el problema
radicaba en que la economía del país estaba aislada de los mercados mundiales. En los
últimos años, sin embargo, ambos países han obtenido rendimientos de sus
inversiones en capital humano: Viet Nam, adoptando un modelo de desarrollo más
cercano a la economía de mercado y mejorando radicalmente su tasa de crecimiento;
y Filipinas, "exportando" muchos de sus trabajadores capacitados e "importando" las
ganancias en divisas que éstos producen.

La mayoría de los gobiernos está desempeñando un papel cada vez más activo como
proveedor de educación (Mapa 7.1 y Cuadro de datos 2 Las diferencias en el gasto
público en educación (en relación con el PIB) entre un país y otro reflejan las
diferencias en los esfuerzos de cada Estado por aumentar el capital humano. Los
gobiernos de los países en desarrollo destinan una proporción mayor de su PIB a la
educación en la actualidad que en 1980. Sin embargo, dicha proporción sigue siendo
menor que la que dedican los países desarrollados: 3,4% del PIB en los países de
ingreso bajo y 4,4% en los países de ingreso mediano, frente al 5,6% en los países de
ingreso alto. Utilizando los Cuadros de datos 1 y 2, se puede calcular la diferencia
absoluta entre el gasto público per cápita en educación en los países desarrollados y
en desarrollo, que representa una importante manifestación del círculo vicioso de la
pobreza descrito en el Capítulo 6: el bajo ingreso per cápita dificulta las inversiones en
capital humano (y en capital físico), la productividad aumenta entonces con gran
lentitud y ello impide que haya mejoras de importancia en el ingreso per cápita.

Sin embargo, la información sobre el gasto público en educación no presenta un


panorama completo de la inversión en capital humano, porque en muchos países el
gasto privado en este rubro es considerable. En todo el mundo, la diferencia entre el
gasto público y el gasto privado en educación varía enormemente y, al parecer, no
guarda relación con el ingreso medio de los países. Entre los países de ingreso bajo,
por ejemplo, la proporción del gasto privado en educación oscila entre el 20%,
aproximadamente, registrado en Sri Lanka, hasta el 60% en Uganda y Viet Nam,
mientras que en los países de ingreso alto va desde el 5% en Austria hasta el 50% en
Suiza.

Hay, no obstante, cierto patrón en el equilibrio entre gasto público y privado en


distintos niveles de educación. La mayoría de los gobiernos proporcionan, en forma
gratuita, instrucción primaria y, en algunos casos, secundaria, porque consideran que
no sólo las propias personas sino todo el país se beneficia notablemente cuando la
mayoría de los ciudadanos sabe leer, escribir y participar plenamente en la vida
Sociales y económica. Al mismo tiempo, las instituciones de educación terciaria, tanto
privadas como públicas, suelen ser de pago, porque se cree que son los graduados
quienes recogen los mayores beneficios derivados de este nivel de educación (a través
del aumento de sus ingresos futuros), antes que la sociedad en su conjunto.

Capítulo VIII. Salud y longevidad.

La evolución de la salud de la población de un país se suele seguir utilizando dos


indicadores estadísticos: la esperanza de vida al nacer y la mortalidad de niños
menores de 5 años. Con frecuencia se dice que estos indicadores miden, en términos
generales, la calidad de vida de una población, porque reflejan, indirectamente,
muchos aspectos del bienestar de la gente, como el nivel de ingreso y nutrición, la
calidad del medio ambiente en que vive y el acceso a la atención de la salud, el agua
potable y el saneamiento.

La esperanza de vida al nacer indica el número de años que un bebé recién nacido
viviría si las condiciones sanitarias prevalecientes en el momento de su nacimiento
permanecieran iguales durante toda su vida. Este indicador no señala cuántos años va
a vivir un bebé sino cuánto tiempo tiene probabilidad de vivir un bebé nacido en un
año determinado. La tasa de mortalidad de niños menores de 5 años indica el número
de niños, de cada 1.000 nacidos vivos, que tienen probabilidad de morir antes de llegar
a los 5 años.

Como los niños son más vulnerables a la malnutrición y a las malas condiciones de
higiene, entre ellos se registra la proporción más grande de defunciones en la mayoría
de los países en desarrollo. Por lo tanto, en el mundo en desarrollo, reducir la
mortalidad de menores de 5 años es la forma más efectiva de aumentar la esperanza
de vida al nacer.

Tendencias mundiales

Las condiciones de salud en el mundo entero mejoraron más en la segunda mitad del
siglo XX que en toda la historia del hombre. La esperanza media de vida al nacer pasó,
en los países de ingreso bajo e ingreso mediano, de 40 años en 1950 a 65 años en
1996. En el mismo período y en el mismo grupo de países, la tasa media de mortalidad
de niños menores de 5 años descendió de 280 a 80 por 1.000. Pero estos logros están
todavía muy lejos de los obtenidos por los países de ingreso alto, donde la esperanza
media de vida al nacer es de 77 años y la tasa media de mortalidad de niños menores
de 5 años es de 7 por 1.000.

A lo largo del siglo XX, los indicadores nacionales de la esperanza de vida han estado
íntimamente relacionados con el PNB per cápita. Si comparamos el Gráfico 8.1
(Esperanza de vida al nacer, 1995) con el Gráfico 2.1 (PNB per cápita, 1995), veremos
que, en general, cuanto más alto es el ingreso per cápita de un país, mayor es la
esperanza de vida, si bien esta relación no explica todas las diferencias entre regiones
y países. (Véase la información por país en los Cuadros de datos 1 y 2). Los otros dos
factores que se consideran de gran importancia para aumentar la esperanza de vida
nacional y regional son los avances en la tecnología médica (que algunos países
aprovechan mejor que otros) y el mejoramiento de los servicios de salud pública y el
acceso a ellos (en especial, el abastecimiento de agua potable, el saneamiento y la
bromatología). La educación, particularmente de niñas y mujeres, trae aparejados
grandes beneficios, porque las esposas y las madres que conocen las ventajas de los
estilos de vida sanos son de vital importancia para reducir los riesgos que amenazan la
salud de las familias.

Estos otros factores ayudan a explicar el hecho de que la mayor parte de los países en
desarrollo se están poniendo a la altura de los países desarrollados en cuanto al estado
de salud de la población, a pesar de que les van a la zaga en el ingreso per cápita
(véase el Capítulo 4). El progreso de la tecnología médica, los servicios de salud pública
y la educación permite ahora a los países traducir un determinado ingreso per cápita
en "más salud" que antes. Por ejemplo, en 1900 la esperanza de vida en los Estados
Unidos era aproximadamente de 49 años y el ingreso per cápita superaba los $4.000.
Actualmente, en África al sur del Sahara la esperanza de vida es de más de 50 años,
aun cuando el PNB es inferior a los $500.

En términos generales, en casi todos los países la esperanza de vida al nacer continuó
mejorando en los últimos años (véase el Cuadro de datos 2). En los países en
desarrollo, ello obedeció, en gran medida, a la marcada reducción de la mortalidad de
niños menores de 5 años (Gráfico 8.2), gracias a una lucha más decidida contra las
enfermedades transmisibles particularmente peligrosas para los niños, como la diarrea
y las helmintiasis. En muchos países, el incremento del ingreso per cápita (véanse el
Capítulo 4 y el Cuadro de datos 1) también contribuyó a que la mayoría de las familias
pudiera acceder a una nutrición y unas viviendas de mejor calidad.

Los gobiernos de los países en desarrollo han realizado inversiones para mejorar las
medidas de salud pública (relativas al agua potable, el saneamiento y las campañas de
vacunación, por ejemplo), la capacitación del personal médico, la construcción de
dispensarios y hospitales, y la prestación de atención médica. No obstante, es mucho
lo que queda por hacer. La malnutrición, en especial de mujeres y niños, sigue siendo
un problema grave, y las enfermedades transmisibles, en gran parte evitables, aún
cobran millones de vidas. Por ejemplo, la tasa de inmunización contra el sarampión en
todo el mundo es, como promedio, de sólo el 80%, y por año mueren más de un millón
de niños, víctimas de esta enfermedad, muchos de ellos en África al sur del Sahara,
donde la tasa de inmunización contra el sarampión es la más baja: alrededor del 60%.
Casi 2 millones de personas mueren todos los años a causa del paludismo o de
enfermedades relacionadas con él, en su mayoría en los países de ingreso bajo; sólo en
África, el SIDA se cobra más de 2 millones de vidas al año.

Estructura de la población por edades

La salud y la longevidad de los habitantes de un país se reflejan en la estructura de su


población por edades, es decir, los porcentajes de los diferentes grupos de edad en la
población del país. Dicha estructura también se puede presentar en una pirámide de
población, o pirámide por edad y sexo. En ella la población de un país se divide en
varones y mujeres, y en grupos de edades (por ejemplo, grupos de cinco años, como
en el Gráfico 8.3). En el Gráfico 8.3 se observan pirámides de población típicas de
países de ingreso bajo e ingreso alto en 1995, y su proyección para 2025. La forma de
las pirámides correspondientes a los países de ingreso bajo indica tasas de natalidad
más altas, tasas de mortalidad más elevadas también (particularmente entre los niños)
y menor esperanza de vida. Pensemos por qué en los países pobres la pirámide tiene
base más ancha y es casi triangular, mientras que en los países ricos tiene forma
rectangular o de pera. Expliquemos también las variaciones previstas en ambas
pirámides para el año 2025.

Como se observa en el Gráfico 8.3, en los países de ingreso bajo más de un tercio de la
población tiene menos de 15 años, frente a menos de un quinto en los países de
ingreso alto. Desde una perspectiva demográfica, ello implica que los grupos que
lleguen a la edad reproductiva van a ser más numerosos y el aumento en el número de
padres superará a la disminución en el promedio de hijos por familia. Debido a este
fenómeno, conocido como momento de la población, las tasas de natalidad se
mantendrán altas, aun cuando la fecundidad disminuya (véase el Capítulo 3). Desde
una perspectiva Sociales y económica, un porcentaje elevado de niños en una
población indica que hay una proporción importante que es demasiado joven para
trabajar y depende de los que trabajan. Ésta es la principal razón por la cual la
proporción de personas a cargo es relativamente alta en la mayoría de los países en
desarrollo. Mientras que en los países de ingreso alto hay alrededor de dos personas
en edad de trabajar para mantener a cada persona que es demasiado joven o
demasiado vieja para hacerlo, en los países de ingreso bajo esa relación es de
aproximadamente 1,0-1,5.

En la actualidad, los países de ingreso alto enfrentan el problema del envejecimiento


de la población, es decir, un porcentaje creciente de personas ancianas que no
trabajan. En 1996, las personas de 60 años y más constituían el 18% de la población de
esos países; según se prevé, este porcentaje llegarÁa casi el 22% en el año 2010. En
varias naciones (Alemania, Bélgica, Grecia, Italia, Japón y Suecia), la proporción de
ancianos ya ha alcanzado o superado el 21%. Una población que envejece impone una
carga más pesada a los sistemas de jubilación, atención de la salud y seguridad Sociales
de un país.
A medida que la esperanza de vida en los países en desarrollo vaya mejorando, éstos
también enfrentarán el problema del envejecimiento de la población (Gráfico 8.3), que
los afectarÁmás que a los países desarrollados porque tienen menos recursos
financieros; el aumento de la esperanza de vida y, por consiguiente, el envejecimiento
de la población son mucho más rápidos que en los países desarrollados; y la
proporción de personas a cargo, tanto de niños como de ancianos, serÁmuy alta.

En el Gráfico 8.3 también se expone el problema del desequilibrio entre la proporción


de varones y mujeres en los grupos de más edad, causado por la mayor longevidad
natural de las mujeres. En los países de ingreso alto hay, como promedio, 133 mujeres
por cada 100 hombres de 60 años de edad o más. En los países de ingreso bajo el
desequilibrio es menor (104 mujeres por cada 100 hombres), pero esta "ventaja"
aparente de los países pobres se debe a una mayor mortalidad derivada de la
maternidad y a la discriminación en razón del género, en especial la discriminación en
el acceso a la atención de la salud.

Problemas futuros

A medida que la salud de la población mundial ha ido mejorando, la carga de la


morbilidad ha disminuido. Al mismo tiempo, la estructura de la enfermedad ha variado
rápidamente: la preponderancia de las enfermedades transmisibles (diarrea,
helmintiasis, sarampión), que constituyen el mayor peligro para la salud de bebés y
niños, ha dado paso al predominio de las enfermedades no transmisibles
(enfermedades circulatorias, cardiopatías, cáncer), que afectan principalmente a los
adultos. Si bien hay medios baratos y eficaces de eliminar la mayoría de las
enfermedades transmisibles, el tratamiento de las no transmisibles suele ser mucho
más costoso. Además, para reducir considerablemente su incidencia, la gente tendría
que modificar su comportamiento y estilo de vida.

La diferencia en materia de salud entre Europa oriental y Europa occidental sirve de


ejemplo para ilustrar la importancia del estilo de vida. A esa diferencia contribuye,
fundamentalmente, la incidencia de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares,
cuyos principales factores de riesgo son una dieta inadecuada, la falta de ejercicio, el
consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo. Todos estos factores, en especial el
hábito de fumar, son más frecuentes en Europa oriental (Gráfico 8.4 y Cuadro de datos
2).
El humo del cigarrillo es más perjudicial para la salud humana que todos los
contaminantes del aire juntos. El hábito de fumar no sólo es peligroso para los
fumadores, alrededor de la mitad de los cuales muere prematuramente a raíz de
enfermedades relacionadas con el tabaco, como el cáncer, las cardiopatías y las
afecciones respiratorias, sino también para los fumadores "pasivos", que inhalan el
humo de los cigarrillos de otros. Se calcula que, para los fumadores pasivos, el riesgo
de contraer cáncer aumenta un 30%, y de sufrir cardiopatías, un 34%.

Los gobiernos de la mayoría de los países desarrollados han tomado medidas para
reducir el consumo de tabaco y disminuir así los costos que acarrea para la sociedad;
con este propósito, han fijado impuestos al tabaco, han limitado la publicidad de
cigarrillos y han informado a la población sobre los riesgos del hábito de fumar. Los
impuestos más altos a los cigarrillos se han establecido en Europa occidental. De
acuerdo con un informe publicado en 1998 por el Instituto de la Vigilancia Mundial, en
Noruega los fumadores pagan $5,23 en impuestos por cada cartón de cigarrillos, lo que
representa el 74% del precio total; en el Reino Unido pagan $4,30 por concepto de
impuestos, el 82% del precio total. La experiencia recogida en numerosos países
demuestra que los impuestos al tabaco son eficaces para desalentar su consumo: si el
precio de los cigarrillos aumenta un 10%, el consumo se reducirÁen un 5% entre los
adultos y de un 6% a un 8% entre los jóvenes (de 15 a 21 años), quienes suelen tener
menos ingresos disponibles.

Según el mismo informe, mientras que en Europa occidental y los Estados Unidos el
número de fumadores estÁdisminuyendo, en la mayoría de los países en desarrollo va
en aumento, particularmente entre las mujeres y los jóvenes. Ante el retroceso de la
demanda en sus propios países, las compañías tabacaleras europeas y
estadounidenses han logrado aumentar sus ventas ingresando en los mercados, menos
regulados e informados, de los países menos desarrollados. En los últimos 10 años, las
exportaciones de cigarrillos como porcentaje de la producción se han duplicado hasta
alcanzar el 60% en el Reino Unido y el 30% en los Estados Unidos, los dos principales
exportadores. Si se mantienen las pautas actuales de consumo de cigarrillos, el
número de muertes relacionadas con el tabaco en todo el mundo aumentará
abruptamente, desde los 3 millones al año que se producen en la actualidad, hasta los
10 millones en el año 2020, y el 70% de ellas ocurrirÁen el mundo en desarrollo.

Capítulo IX. Crecimiento del sector de los servicios

Todo lo que crece también modifica su estructura. Así como un árbol, al desarrollarse,
cambia constantemente la forma, el tamaño y la configuración de sus ramas, una
economía en crecimiento varía las proporciones e interrelaciones entre sus sectores
básicos (sector agropecuario, industria y servicios) y entre otros sectores (rural y
urbano, público y privado, orientado al mercado interno y a la exportación) (véanse los
Capítulos 10, 11 y 12). ¿Hay patrones comunes que permitan determinar cómo varían
las economías en crecimiento? ¿Qué cambios deberían promoverse y qué cambios
habría que desalentar? Reflexionemos sobre estas preguntas al leer este capítulo y los
tres siguientes.

Industrialización y post industrialización

La estructura de una economía se puede analizar comparando la participación de sus


tres sectores principales —sector agropecuario, industria y servicios— en la
producción total del país (Gráfico 9.1) y en el empleo1. Al principio, el sector más
importante de una economía en desarrollo es el agropecuario, pero, a medida que el
ingreso per cápita aumenta, este sector va perdiendo terreno, en primer lugar frente a
la industria y más adelante frente a los servicios. Estos dos cambios consecutivos se
denominan industrialización y postindustrialización (o "desindustrialización"). Es
probable que todas las economías en crecimiento atraviesen estas etapas, que se
pueden explicar por los cambios estructurales en la demanda de los consumidores y en
la productividad relativa de la mano de obra de los tres sectores principales de la
economía.
Industrialización

A medida que el ingreso de las personas aumenta, la demanda de alimentos —el


principal producto del sector agropecuario— alcanza su límite natural y comienza a
aumentar, en términos relativos, la demanda de bienes industriales. Al mismo tiempo,
con las nuevas técnicas y maquinarias agrícolas, la productividad de la mano de obra
aumenta más rápidamente en la agricultura que en la industria, de modo que el precio
de los productos agropecuarios baja y la participación de éstos en el producto interno
bruto (PIB) disminuye aún más. La misma evolución en la productividad relativa de la
fuerza de trabajo también reduce la necesidad de trabajadores para el sector
agropecuario, mientras que se incrementa el número de puestos de trabajo en la
industria. Como consecuencia, la participación de la producción industrial en el PIB
aumenta a expensas de la producción agropecuaria, y se observa un predominio de las
oportunidades de empleo en la industria.

Post industrialización

Según van aumentando los ingresos, las necesidades se vuelven menos "materiales" y
la gente comienza a demandar más servicios, en los campos de la salud, la educación,
el entretenimiento y muchos otros. La productividad de la fuerza de trabajo en el
sector de los servicios no aumenta con la misma rapidez que en el sector agropecuario
y en la industria, porque la mayoría de los empleos no se pueden cubrir con máquinas.
Por ello, los servicios son más caros en relación con los bienes agropecuarios e
industriales, lo que aumenta su participación en el PIB. La escasa mecanización de los
servicios también explica por qué el empleo en este sector sigue creciendo; en la
industria y el sector agropecuario, en cambio, estÁdisminuyendo, porque el progreso
tecnológico incrementa la productividad de la mano de obra y provoca la eliminación
de puestos de trabajo (Gráfico 9.2). Finalmente, el sector de los servicios desplaza al
sector industrial de su lugar preponderante en la economía.
En la actualidad, la mayoría de los países de ingreso alto estÁen etapa de
postindustrialización —dependen menos de la industria— mientras que la mayor parte
de los países de ingreso bajo se están industrializando, es decir, estÁaumentando su
dependencia de la industria (Gráfico 9.3). Pero incluso entre estos últimos, el sector de
los servicios estÁcreciendo en relación con el resto de la economía (Cuadro de datos
2). A mediados del decenio de 1990, los servicios representaban casi dos tercios del
PIB mundial (Mapa 9.1), frente a la mitad, aproximadamente, en los años ochenta.
Crecimiento del sector de los servicios y sostenibilidad del desarrollo

El sector de los servicios produce bienes "intangibles", algunos bien conocidos —como
la administración pública, la atención de la salud y la educación— y otros bastante
nuevos —como las comunicaciones modernas, la información y los servicios
empresariales—. La producción de servicios requiere relativamente menos capital
natural y más capital humano que la producción de bienes agropecuarios o
industriales. Como resultado, se ha incrementado la demanda de trabajadores más
instruidos; esto ha llevado a los países a invertir más en educación, lo que beneficia a
la población en general. Otro beneficio del crecimiento del sector de los servicios es
que éste, al utilizar menos recursos naturales que el sector agropecuario o la industria,
afecta menos el medio ambiente local, regional y mundial.

Conservar el capital natural y formar el capital humano puede contribuir a que el


desarrollo mundial sea más sostenible, desde el punto de vista tanto Sociales como
ambiental. Sin embargo, la expansión del sector de los servicios no constituirÁuna
solución milagrosa para el problema de la sostenibilidad, porque para cubrir las
necesidades de la creciente población mundial también debe haber desarrollo
agropecuario e industrial.

Dificultades de las economías en transición.

En las antiguas economías de planificación centralizada, el sector de los servicios


estaba escasamente desarrollado, porque el Estado controlaba la oferta y no lograba
satisfacer la demanda creciente de servicios. Además, muchos servicios modernos que
cumplen una importante función en las economías de mercado —como los financieros,
empresariales e inmobiliarios— no eran necesarios bajo el régimen Socialesista.
Durante la transición de estos países a la economía de mercado, los sectores de
servicios se han ampliado rápidamente para atender la demanda previamente
insatisfecha y las necesidades del incipiente sector privado.

El crecimiento de los servicios es particularmente importante para las economías en


transición porque les permite dar empleo a una parte de la fuerza de trabajo instruida
que, de otro modo, podría estar desocupada debido a la crisis económica. Por ello, la
expansión de los servicios, además del constante apoyo público a la salud y la
educación, puede ayudar a los antiguos países Socialesistas a conservar el capital
humano que serÁcrucial para su desarrollo postindustrial.

Piensen ustedes en las industrias de servicios que consideran de especial importancia


para el desarrollo sostenible de su país, desde distintas perspectivas: económica,
Sociales y ambiental.

1
Agriculture here refers to crop cultivation, livestock production, forestry, fishing, and
hunting. Industry includes manufacturing,
Capítulo X. Urbanización y contaminación del aire en las ciudades

La urbanización es un proceso de crecimiento relativo de la población urbana de un


país acompañada de un aumento aún mayor de la importancia económica, política y
cultural de las ciudades frente a la de las zonas rurales. La tendencia hacia la
urbanización se verifica en todo el mundo. En la mayoría de los países, es consecuencia
natural y estímulo del desarrollo económico basado en la industrialización y la
postindustrialización (véase el Capítulo 9). Así, pues, el nivel de urbanización, medido
según la proporción de la población urbana de un país en el total de habitantes, es
mayor en los países de ingreso alto, más desarrollados, y es menor en los países de
ingreso bajo, menos desarrollados (véase el Cuadro de datos 2).

Al mismo tiempo, la urbanización estÁavanzando mucho más rápidamente en los


países en desarrollo que en los países desarrollados (Gráfico 10.1). En 1990-95, el
crecimiento medio anual de la población urbana era del 3,8% en los países de ingreso
bajo y del 3,1% en los países de ingreso mediano, frente a un 0,1% en los países de
ingreso alto. Como la población del mundo en desarrollo es más numerosa, los
porcentajes representan más gente. Como resultado, hacia 1995 casi tres cuartos de
los 2.500 millones de pobladores urbanos del mundo vivían en países en desarrollo. La
proporción de población urbana en el total de habitantes de los países de ingreso bajo
y de ingreso mediano aumentó de menos del 22% en 1960 al 39% en 1995 y, según las
previsiones, va a superar el 50% para 2015.

La comparación entre la suma de la participación de la industria y los servicios en el PIB


y la participación del sector agropecuario da una idea aproximada de la contribución
urbana al PIB. A juzgar por este indicador, las ciudades de los países en desarrollo ya
tienen más importancia económica que las zonas rurales, fundamentalmente
agropecuarias, porque más de la mitad del PIB del mundo en desarrollo tiene origen en
las ciudades. (Esto no sucede en todos los países, como se puede observar en el
Cuadro de datos 2.)

Si bien la urbanización es un proceso que tiene lugar en casi todos los países en
desarrollo, los niveles de ésta varían considerablemente de una región a otra (Gráfico
10.2). La mayoría de los países latinoamericanos están tan urbanizados como Europa,
pues el 74% de su población vive en zonas urbanas. Sin embargo, Asia meridional, Asia
oriental y África al sur del Sahara siguen siendo predominantemente rurales, aunque
se están urbanizando rápidamente.

La mayoría de las ciudades más populosas del mundo se encuentra en países en


desarrollo, muchos de ellos asiáticos, con bajo ingreso per cápita pero con gran
número de habitantes, como China, India e Indonesia. En esas ciudades se concentran
muchos pobres y hay serios problemas Socialeses y ambientales, entre ellos una grave
contaminación atmosférica (Cuadro 10.1).

Contaminación atmosférica por emisión de partículas

Las partículas en suspensión en el aire están compuestas de humo, hollín, polvo y


microgotas líquidas que se producen cuando se quema combustible. La cantidad de
partículas en suspensión, que normalmente se mide en microgramos por metro cúbico
de aire, es uno de los principales indicadores de la calidad del aire que respiramos. De
acuerdo con las normas de calidad del aire establecidas por la Organización Mundial de
la Salud, la concentración de partículas en suspensión debería ser inferior a los 90
microgramos por metro cúbico. En muchas ciudades, sin embargo, es varias veces
superior a esta cantidad (Mapa 10.1; véase también el Cuadro 10.1).
Cuadro 10.1. Pollution atmosphérique dans les mégapoles, 1995

Partículas en
Población
suspensión
País Ciudad de la ciudad
(microgramos
(miles)
por m3)
San Pablo 16.533 86
Brasil
Río de Janeiro 10.187 139
Shanghai 13.584 246
China Beijing 11.299 377
Tianjin 9.415 306
Egipto El Cairo 9.690 -
Francia París 9.523 14
Bombay 15.138 240
India Calcuta 11.923 375
Nueva Delhi 9.948 415
Indonesia Yakarta 8.621 271
Tokyo 26.959 49
Japón
Osaka 10.609 43
República Seúl 11.609 84
de Corea
México Ciudad de México 16.562 279
Filipinas Manila 9 286 200
Federación Moscú 9.269 100
de Rusia
Turquía Estambul 7.911 -
Reino Londres 7.640 -
Unido
Estados Nueva York (1987-90) 16.332 61
Unidos Los Ángeles 12.410 -
« - » - No se dispone de datos.
Nota: Se seleccionaron ciudades de más de 7 millones de habitantes.

Las concentraciones elevadas de partículas en suspensión son perjudiciales para la


salud humana, pues provocan una gran variedad de enfermedades respiratorias y
agravan las cardiopatías y otras afecciones. Los problemas de salud derivados de este
tipo de contaminación ocasionaron en 1995 al menos 500.000 muertes prematuras y
entre 4 y 5 millones de nuevos casos de bronquitis crónica en todo el mundo.

La mayor parte de la población en riesgo son habitantes urbanos de países en


desarrollo, especialmente China y la India. La calidad del aire es tan mala en muchas
ciudades chinas que, en todo el país, el costo del exceso de morbilidad y mortalidad de
los residentes urbanos se calcula en el 5% del PIB. Según las estimaciones
correspondientes a 18 ciudades de Europa central y oriental, se podrían evitar 18.000
muertes prematuras al año y se podrían recuperar $1.200 millones perdidos
anualmente por días de ausencia por enfermedad, si se cumplieran las normas sobre
emisión de polvo y hollín establecidas por la Unión Europea.

El nivel de contaminación atmosférica depende de la tecnología y el control de la


contaminación de cada país, especialmente en la producción de energía. El uso de
combustibles fósiles menos contaminantes (como el gas natural y el carbón de buena
calidad), la quema más eficiente de estos combustibles y la utilización creciente de
fuentes de energía renovables, más inocuas para el medio ambiente (hidroeléctrica,
solar, geotérmica y eólica), son algunas de las formas de controlar y reducir la
contaminación atmosférica sin limitar el crecimiento económico. En el Gráfico 10.3se
puede observar cuáles son las principales fuentes de electricidad en China, Rusia y los
Estados Unidos. Podemos comparar estos datos con la concentración de partículas en
suspensión en las ciudades más grandes de estos tres países, que aparecen en el
Cuadro 10.1. . Cabe señalar que el carbón se considera la fuente de energía más
contaminante de las mencionadas, si bien mucho depende de su calidad y de los
métodos de combustión utilizados. En varios aspectos, la energía nuclear es una de las
fuentes de electricidad más inocuas, pero la eliminación de los desechos radiactivos y
el peligro de contaminación radiactiva en caso de algún accidente grave constituyen un
serio problema. No se suministra información sobre otras fuentes menos perjudiciales
para el medio ambiente, como la energía solar, porque sólo representan una fracción
mínima de la electricidad generada en todo el mundo.

En las zonas urbanas, el proceso de combustión de los vehículos automotores es otra


importante fuente de emisiones de partículas en suspensión, especialmente nocivas
para la salud humana porque los contaminantes se emiten a nivel del suelo. Los
automóviles son mucho más comunes en los países desarrollados: en 1996, había 559
por cada 1.000 personas en los países de ingreso alto, mientras que sólo había 8
automóviles por cada 1.000 personas en los países de ingreso bajo y 91 en los de
ingreso mediano. (En el Cuadro de datos 2 figura el número de automóviles existentes
en cada país.) Sin embargo, los automóviles provocan gran contaminación ambiental
en los países en desarrollo porque se concentran en algunas grandes ciudades, muchos
de ellos están en malas condiciones mecánicas, y existen pocas normas que limiten las
emisiones.

De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, la demanda de gasolina en los países
en desarrollo suele aumentar de 1,2 a 1,9 veces más rápidamente que el PNB per
cápita. Si en los países en vías de industrialización y urbanización las tasas típicas de
aumento del ingreso per cápita oscilan entre el 6% y 8% anual, es posible que el
consumo de combustibles se incremente a un ritmo del 10% al 15% anual. En muchos
países en transición, a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa, el
número de automóviles en uso aumentó rápidamente a pesar de la contracción de la
actividad económica y la reducción del ingreso per cápita. En Moscú (Rusia) la flota de
automóviles de pasajeros creció a un ritmo del 10% anual desde 1984 a 1994 y del
17,5% anual entre 1990 y 1994. Si no se aplican políticas eficaces para limitar las
emisiones de los vehículos automotores, tal crecimiento puede acarrear graves
consecuencias para la salud de las poblaciones urbanas.

Contaminación por plomo en suspensión

El plomo en suspensión es uno de los contaminantes en partículas más peligrosos. Los


niños pequeños son especialmente vulnerables: el saturnismo les provoca lesiones
cerebrales permanentes, que causan problemas de aprendizaje, pérdida de audición y
trastornos de conducta. En los adultos, la absorción de plomo provoca hipertensión,
problemas de tensión arterial y cardiopatías. Las principales fuentes de plomo en
suspensión son los vehículos automotores que utilizan gasolina con plomo; los
procesos industriales, como la metalurgia ferrosa y no ferrosa, y la combustión del
carbón.

Mientras los gobiernos cada vez controlan más las grandes fuentes industriales de
contaminación, la circulación de vehículos automotores aumenta rápidamente. En
muchas zonas urbanas, más del 80% de la contaminación por plomo proviene de los
vehículos que utilizan gasolina con plomo. Por ello, desde el decenio de 1970, cuando
surgió evidencia médica de los daños que el plomo causa a la salud, muchos países han
reducido o eliminado los aditivos que contienen este metal. En algunos países, como
Austria, Japón y Suecia, se logró eliminar la gasolina con plomo. Pero en gran parte del
mundo en desarrollo, especialmente en África, los aditivos con plomo siguen siendo
muy comunes. Los especialistas sospechan que, en algunos países en desarrollo, todos
los niños de menos de 2 años y más del 80% de los que tienen entre 3 y 5 años
muestran niveles de plomo en la sangre que superan los que la Organización Mundial
de la Salud considera inocuos.

Los economistas han calculado que, con las opciones tecnológicas existentes en la
actualidad, la eliminación gradual de la gasolina con plomo es muy eficaz en función de
los costos. Pasar de la producción de gasolina con plomo a la de gasolina sin plomo no
suele costar más de 2 centavos por litro, y los países pueden ahorrar de 5 a 10 veces
más, gracias a la reducción de la morbilidad y la mortalidad que lograrían de esa forma.
Cuando los Estados Unidos pasaron a utilizar gasolina sin plomo, ahorraron más de $10
por cada dólar invertido, pues disminuyeron los gastos en salud, se registró un ahorro
en el mantenimiento de los motores y mejoró la eficiencia en el uso de los
combustibles. Es sumamente urgente que muchos países en desarrollo reconozcan los
elevados costos de los perjuicios que las emisiones de plomo causan a la salud humana
y adopten políticas nacionales apropiadas.

La experiencia internacional demuestra que, en la mayoría de los países, en las


primeras etapas de la industrialización y la urbanización la calidad del aire se deteriora.
No obstante, a medida que mejoran los ingresos, los países modifican sus prioridades:
reconocen el valor de sus recursos naturales (aire puro, agua potable, suelo fértil,
abundancia de bosques), dictan y hacen cumplir leyes para proteger dichos recursos, y
disponen de dinero para abordar los problemas ambientales. Como consecuencia, la
calidad del aire y otros aspectos ambientales comienzan a mejorar. Algunos
especialistas incluso calcularon los niveles medios de ingreso per cápita en los cuales
determinados contaminantes alcanzaron su nivel máximo en un grupo de países, entre
1977 y 1988. El humo, por ejemplo, llegaba a su punto máximo en la atmósfera de las
ciudades cuando el ingreso per cápita del país era del orden de los $6.000; de allí en
adelante, este tipo de contaminación empezaba a disminuir. En cuanto al plomo en
suspensión en la atmósfera urbana, las concentraciones máximas se registraban a
niveles considerablemente menores de ingreso per cápita: alrededor de $1.900.

Capítulo XI. Empresas públicas y privadas: cómo hallar la combinación óptima

Durante el siglo XX, la importancia económica del Estado aumentó en todo el mundo.
En los países desarrollados, el gasto del gobierno central representaba menos del 10%
del producto interno bruto (PIB) al comenzar el siglo, pero en muchos de ellos, para los
años noventa, esa proporción había trepado a casi el 50% (Gráfico 11.1; Cuadro de
datos 3). Entre los principales factores históricos que contribuyeron a la expansión del
Estado se cuentan la revolución rusa de 1917 y la gran depresión de los años treinta. La
información parece indicar que esa expansión continúa hasta hoy: en los últimos 35
años, la participación del gasto público en el PIB de los países desarrollados
aproximadamente se duplicó.
En los países en desarrollo, el papel económico del Estado creció extraordinariamente
en la segunda mitad del siglo XX, finalizado el colonialismo y en pos de algunos
objetivos de desarrollo como la industrialización y la equidad Sociales. En muchos de
estos países, el Estado trató de movilizar recursos y orientarlos hacia un rápido
crecimiento económico , en lugar de limitarse a estabilizar la economía, como en la
mayoría de los países desarrollados. Hasta el decenio de 1980, el modelo de desarrollo
dominado por el Estado —que incluía la planificación centralizada y el control estatal
de la economía — gozó de una amplia adhesión. Sin embargo, en los países en
desarrollo, la participación del gasto público en el PIB no llega a la mitad de la
registrada en los países desarrollados (véanse el Gráfico 11.1 y el Cuadro de datos 3).
¿Significa esto que una participación creciente del gasto público en el PIB debe
considerarse un signo de desarrollo?

El dilema de la propiedad pública frente a la propiedad privada

En los países en desarrollo, los presupuestos públicos no sólo son proporcionalmente


menores, sino que tienen estructuras diferentes. En los países desarrollados, más de la
mitad del gasto público se destina a los servicios Socialeses, como las jubilaciones, los
seguros de desempleo, el sistema de seguridad Sociales y otros pagos de transferencia.
En los países en desarrollo, en cambio, se destina mucho menos gasto público a los
servicios Socialeses y mucho más a la subvención de empresas estatales comerciales
(es decir, que venden bienes y servicios). Éstas, a diferencia de otras empresas
estatales que prestan servicios públicos gratuitos (por ejemplo, las escuelas y los
dispensarios), podrían estar en manos de firmas privadas con fines de lucro. Sin
embargo, en algunos casos los gobiernos prefieren mantenerlas bajo su control
directo. La participación de las empresas estatales comerciales en el PIB y en la
inversión interna bruta suele ser mayor en los países más pobres (Gráfico 11.2).
Un porcentaje elevado de empresas estatales
¿constituye un problema; es bueno o malo
para el crecimiento económico y el progreso
de los países en desarrollo? Los partidarios de
mantener una gran proporción de empresas
públicas sostienen lo siguiente:

 Sólo el Estado es capaz de


proporcionar inversiones suficientes
para la modernización tecnológica de
las principales industrias nacionales.
 Sólo el control estatal directo de
determinadas empresas puede
impedir que se fijen precios altos,
inaceptables por razones Socialeses,
para bienes y servicios básicos como la
energía, la vivienda y el transporte.
 Sólo la propiedad estatal de las
empresas más grandes puede impedir
el desempleo elevado.

Por otra parte, la experiencia de muchos países demuestra que, normalmente, las
empresas estatales son menos eficientes que las privadas. Una de las principales
razones es que los administradores públicos tienen poco o ningún incentivo para tratar
de que sus empresas sean rentables. Gracias al fácil acceso a las subvenciones
estatales y los préstamos con garantía del Estado, desaparece el peligro de una
quiebra, que puede actuar como factor de disuasión de la ineficiencia. Además, suele
ser muy difícil lograr que una empresa pública dé ganancias, porque en muchos casos
los gobiernos mantienen bajos sus precios de venta, en forma artificial, y no le
permiten despedir personal.

En los países donde las empresas estatales tienen una participación importante, su
escasa eficiencia puede obstaculizar el crecimiento económico. Asimismo, los
gobiernos tienen que compensar las pérdidas financieras de estas empresas
ineficientes. Para cubrir el consiguiente déficit presupuestario, en muchos casos los
gobiernos se ven obligados a emitir más dinero, lo que provoca inflación, o pedir
préstamos, lo que aumenta la deuda interna o externa. En ambos casos, las economías
nacionales se desestabilizan y se pierden oportunidades de crecer.

En vista de lo antedicho, ¿es preferible mantener las empresas bajo control estatal?
¿Cuáles son el tamaño y la composición ideales del sector público de un país? ¿Se
puede dar respuestas generales a estos interrogantes, independientemente de las
convicciones ideológicas?

A decir verdad, cada vez se acepta más la idea de que la intervención estatal se
justifica únicamente cuando el mercado falla. Hay cinco situaciones básicas, llamadas
fallas del mercado, donde el sector privado suele producir una cantidad excesiva o
insuficiente de determinados bienes y servicios:

 Producción insuficiente de bienes públicos, por ejemplo, defensa, orden


público, caminos y protección ambiental.
 Producción insuficiente de bienes y servicios con externalidades positivas
(como la salud pública y la educación) y producción excesiva de bienes y
servicios con externalidades negativas (como los cigarrillos).
 Fijación de precios muy elevados y producción insuficiente por parte de
monopolios naturales por ejemplo, las empresas de suministro de agua y
electricidad.
 Oferta insuficiente de servicios Socialeses, como las jubilaciones o los seguros
médicos y de desempleo.
 Suministro insuficiente de información a algunas partes afectadas por procesos
del mercado (por ejemplo, información sobre la calidad de los alimentos y los
medicamentos para aquellos consumidores cuya salud estÁen riesgo).

Estas cinco situaciones exigen alguna forma de intervención del Estado. Sin embargo,
incluso en los mercados donde existen fallas indudables, no necesariamente la
provisión estatal de los bienes y servicios insuficientes es la mejor opción. Ya hemos
comentado las causas de la escasa eficiencia de la administración de las empresas
públicas, a las que habría que añadir la posibilidad de corrupción de los funcionarios.
La suma de todos estos factores ha desembocado en lo que se denomina "fracaso del
Estado". Como se ha tomado mayor conciencia de este problema, los gobiernos de
algunos países desarrollados están tratando de buscar otras salidas que reemplacen a
la propiedad estatal, por ejemplo, nuevos métodos de reglamentación o
financiamiento estatal para el suministro privado de bienes públicos. El fenómeno
reciente del financiamiento estatal de cárceles privadas en los Estados Unidos 1
constituye un ejemplo notable de la búsqueda de nuevas soluciones.

¿Hay una tendencia hacia la privatización?

Al privatizar todas las empresas que el sector privado pueda administrar


satisfactoriamente, en muchos casos los gobiernos logran, por un lado, mejorar la
eficiencia de la economía del país y, por el otro, eliminar la pesada carga que la
subvención de empresas deficitarias representa para los presupuestos nacionales. De
este modo, pueden concentrarse en tareas que no se pueden trasladar a los mercados,
como la formación del capital humano y la adopción de las medidas necesarias para el
desarrollo humano (véase el Capítulo 1). Por ejemplo, según algunas estimaciones, si
los fondos asignados en el presupuesto a la subvención de empresas estatales se
hubieran destinado a la atención de la salud pública, el gobierno central de México
podría haber cuadruplicado, aproximadamente, el gasto en salud, y el de la India
podría haberlo quintuplicado, o bien México podría haber incrementado el gasto en
educación en un 50%, y la India, en 550%.

Para que los gobiernos dejen de proporcionar los bienes y servicios que se pueden
comercializar, debe haber sectores privados activos dispuestos a asumir esa tarea. En
algunos casos, hasta es posible reducir la preponderancia económica de las empresas
estatales sin recurrir a grandes privatizaciones, fundamentalmente por medio de una
liberalización del mercado que dé por resultado un crecimiento acelerado del sector
privado. Es lo que ocurrió en la República de Corea en los decenios de 1970 y 1980, y
en China en los años ochenta y noventa. Pero lo más común es que se necesiten
programas especiales de privatización, particularmente donde el sector público es
mucho más grande que el privado y absorbe una gran cantidad de recursos nacionales
escasos.

Desde el decenio de 1980, muchos países desarrollados


y en desarrollo han adoptado programas de
privatización. Se puede tratar de juzgar su magnitud
analizando los datos sobre los ingresos públicos
provenientes de la privatización en el Cuadro de datos
3. Cabe señalar que en estos datos no sólo incide la
magnitud de la privatización sino también el método
empleado. La venta de una empresa estatal a terceros
ajenos a ella normalmente produce mayores ingresos
que la venta a sus administradores y empleados,
mientras que una privatización con cupones (como las
realizadas en Rusia en 1991-93) no genera ingresos.

En la actualidad, el proceso de privatización más


gigantesco es el que se estÁllevando a cabo en los
países donde antes imperaba el régimen Socialesista. La
transición a la economía de mercado requiere la
privatización, en una escala sin precedentes, de las
antiguas empresas estatales que solían dominar la
economía. En el Gráfico 11.3. se pueden observar los
diferentes puntos de partida y ritmos del proceso de
privatización en este grupo de países. Entre otras
regiones del mundo en desarrollo, los programas de privatización se han acelerado en
América Latina y el sudeste asiático, mientras que en África al sur del Sahara el proceso
es menos pronunciado.

Lamentablemente, en algunos países en transición —particularmente los que sufren


crisis económicas— las reformas del mercado han llevado al Estado a abandonar sus
funciones básicas, como mantener el orden público o los servicios Sociales es de
importancia crítica. Por ejemplo, a la vez que se han reducido las subvenciones a las
empresas deficitarias —y en algunos casos en lugar de ello— se han eliminado
importantes programas de salud y educación. Tales políticas no sólo han sido
perjudiciales para el bienestar de la población sino que también han socavado las
bases del desarrollo futuro de los países afectados.

Muchos especialistas sostienen que, si bien el Estado como motor exclusivo del
desarrollo ha fracasado, el desarrollo sin intervención alguna del Estado correría la
misma suerte. Reflexionemos sobre este tema: ¿por qué tanto un Estado eficaz como
un sector privado viable son importantes para el desarrollo?

Capítulo XII. Globalización y comercio internacional

La "globalización" se refiere a la interdependencia creciente de los países que surge de


la integración cada vez mayor del comercio, las finanzas, los pueblos y las ideas en un
mercado global. El comercio internacional y los flujos de inversiones transfronterizas
son los elementos principales de esta integración.

La globalización comenzó después de la segunda guerra mundial, pero se ha acelerado


considerablemente desde mediados de los años ochenta, impulsada principalmente
por dos factores. Uno se relaciona con los avances tecnológicos que han reducido los
costos del transporte, las comunicaciones y la computación a tal punto que, en muchos
casos, para una empresa resulta ventajoso, desde el punto de vista económico, llevar a
cabo distintas etapas de producción en diferentes países. El otro se vincula al aumento
de la liberalización del comercio y los mercados de capitales: más y más gobiernos se
rehúsan a proteger sus economías de la competencia o la influencia extranjeras
mediante aranceles de importación y obstáculos no arancelarios, como los
contingentes de importación, la limitación de exportaciones y las prohibiciones legales.
Varias instituciones internacionales creadas después de la segunda guerra mundial —
entre ellas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), reemplazado en 1995 por la
Organización Mundial del Comercio (OMC)— han desempeñado un importante papel
en la promoción del libre comercio en lugar del proteccionismo.

Los datos disponibles parecen indicar que la globalización ha dado un fuerte impulso al
crecimiento económico en economías de Asia oriental como Hong Kong (China), la
República de Corea y Singapur. Pero no todos los países en desarrollo tienen una
participación semejante en la globalización ni están en condiciones de beneficiarse de
ella. En realidad, con excepción de la mayoría de los países de Asia oriental y algunos
de América Latina, los países en desarrollo se han integrado en la economía mundial
con bastante lentitud. La participación de África al sur del Sahara en el comercio
mundial ha venido disminuyendo continuamente desde fines de los años sesenta y la
participación de los principales exportadores de petróleo descendió abruptamente con
la caída en los precios del petróleo que se produjo a comienzos de los años ochenta.
Además, incluso para los países que protagonizan la globalización, los beneficios
vienen acompañados de nuevos riesgos y problemas. El equilibrio entre los costos y los
beneficios de la globalización para los distintos grupos de países y la economía mundial
es uno de los temas más controvertidos de los debates sobre el desarrollo.

Costos y beneficios del libre comercio

Para los países participantes, los principales beneficios del comercio exterior irrestricto
surgen del acceso de los productores a mercados internacionales más grandes. Para
una economía nacional, ese acceso implica la oportunidad de beneficiarse de la
división internacional del trabajo, por un lado, y la necesidad de enfrentar una
competencia más fuerte en los mercados mundiales, por el otro. Los productores del
país trabajan con más eficiencia gracias a su especialización internacional y la presión
de la competencia extranjera, y los consumidores disfrutan de una variedad más
amplia de productos nacionales e importados a precios más bajos.

Asimismo, un país de intensa actividad comercial se beneficia de las nuevas


tecnologías que le llegan indirectamente de los países con los que mantiene relaciones
comerciales, así como de los conocimientos que se pueden extraer de los equipos
importados para la producción. Estos beneficios tecnológicos indirectos son
particularmente importantes para los países en desarrollo porque les brindan la
oportunidad de aumentar más rápidamente su productividad para ponerse a la altura
de los países desarrollados. Las antiguas economías de planificación centralizada, que
no pudieron aprovechar muchas de las ventajas del comercio mundial debido al
aislamiento de las economías de mercado que se les impuso por razones políticas,
tratan actualmente de sacar partido de esas ventajas reintegrándose en el sistema de
comercio internacional.

Sin embargo, la participación activa en el comercio internacional también conlleva


riesgos, en particular los relacionados con la fuerte competencia existente en los
mercados mundiales. Por ejemplo, un país corre el riesgo de que algunas de sus
industrias —las menos competitivas y adaptables— desaparezcan. Al mismo tiempo, la
dependencia de proveedores extranjeros puede considerarse inaceptable cuando se
trata de industrias importantes para la seguridad nacional. Por ejemplo, muchos
gobiernos quieren garantizar la denominada "seguridad alimentaria" de sus países,
ante la posibilidad de que las importaciones de alimentos se interrumpan en caso de
guerra.

Asimismo, los gobiernos de algunos países en desarrollo suelen sostener que las
industrias nuevas necesitan protección hasta que sean más competitivas y menos
vulnerables a la competencia extranjera. Por ello, en muchos casos, las autoridades
prohiben o reducen algunas importaciones fijando cupos, o encarecen las
importaciones y les restan competitividad mediante la imposición de aranceles. Estas
políticas proteccionistas pueden resultar peligrosas desde el punto de vista económico
pues permiten que los productores nacionales continúen trabajando con escasa
eficiencia, lo que puede llegar a desembocar en el estancamiento de la economía.
Siempre que sea posible, en lugar de aplicar políticas proteccionistas se debe
considerar la posibilidad de mejorar la eficiencia económica y la competitividad
internacional de las industrias clave.

Un país que intente producir prácticamente todo lo que necesita se priva de los
enormes beneficios económicos de la especialización internacional. Pero una
especialización internacional demasiado limitada, que lleve al país a ser dependiente
de la exportación de un solo producto o de unos pocos, también puede tener sus
riesgos, debido a la posibilidad de algún cambio repentino desfavorable en la demanda
de los mercados mundiales. Esos cambios pueden empeorar considerablemente la
relación de intercambio de un país; de allí que quizá sea prudente alcanzar cierto
grado de diversificación de la producción y las exportaciones, aun si ello implica una
disminución temporaria del comercio. Cada país tiene que encontrar un lugar
apropiado en la división internacional del trabajo, según sus ventajas comparativas.

Los costos y beneficios del comercio internacional también dependen de factores


como el tamaño del mercado interno, los recursos naturales y la ubicación de un país.
Por ejemplo, el volumen comercial internacional de los países con un gran mercado
interno por lo general es reducido. Al mismo tiempo, los países que disponen en
abundancia de algunos recursos naturales, como el petróleo, suelen comerciar más.
Pensemos en ejemplos de países cuya ubicación geográfica sea particularmente
favorable o desfavorable para la participación en el comercio mundial.

Capítulo XIII. Ayuda externa e inversión extranjera

Los flujos financieros hacia los países en desarrollo adoptan principalmente dos
formas: la ayuda de los gobiernos extranjeros, que se suele denominar asistencia
oficial para el desarrollo, y la inversión de empresas privadas extranjeras, conocida
como flujos de capital privado.

Asistencia oficial para el desarrollo

Después de la segunda guerra mundial y hasta principios de los años noventa, la


principal fuente de financiamiento externo para los países en desarrollo era la
asistencia oficial para el desarrollo proporcionada por los gobiernos de los países de
ingreso alto, que consistía en ayuda alimentaria, socorro en casos de emergencia,
asistencia técnica, actividades de mantenimiento de la paz y financiamiento para
proyectos de construcción. Los países donantes actúan impulsados por el deseo de
apoyar a sus aliados políticos y socios comerciales, ampliar los mercados para sus
exportaciones y reducir la pobreza y los conflictos militares que amenazan la seguridad
internacional. Después del desmembramiento de la Unión Soviética, las antiguas
economías de planificación centralizada también comenzaron a recibir asistencia
oficial, destinada, fundamentalmente, a respaldar las reformas del mercado. En el
Cuadro 13.1 se observan los montos de asistencia oficial neta suministrada a los países
en desarrollo y en transición por los países miembros de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en 1996.

Cuadro 13.1
Flujos netos de capital provenientes de los países de la OCDE, 1996 (millones de
dólares estadounidenses)

Flujos de capital privado

Total Inversión extranjera Inversiones de


Asistencia oficial directa cartera

Total Total Total Total Total Total Total Total


hacia los hacia los hacia los hacia los hacia los hacia los hacia los hacia los
países en países en países en países en países en países en países en países en
desarrollo transición desarrollo transición desarrollo transición desarrollo transición

Alemania 7.601 1.329 12.336 4.671 3.456 3.648 6.980 171

Australia 1.121 10 0 0 0 0 0 0

Austria 557 226 938 355 247 355 0 0

Bélgica 913 70 4.528 4.109 461 169 4.194 4.007

Canadá 1.795 181 1.859 3 2.024 0 -154 0

Dinamarca 1.722 120 188 248 199 248 0 0

España 1.251 2 2.865 -102 2.865 -102 0 0

Estados
Unidos 9.377 1.694 42.848 2.652 23.430 2.226 19.472 578

Finlandia 408 57 472 146 257 194 162 -64

Francia 7.451 709 11.115 4. 860 4.657 1.192 5.352 3.886

Irlanda 179 1 125 0 0 0 125 0

Italia 2.416 294 289 218 457 153 1.642 706

Japón 9.439 184 27.469 1.928 8.573 1.315 19.981 1.652

Luxemburgo 82 2 0 0 0 0 0 0

Noruega 1.311 50 294 -193 202 -201 0 0

Nueva
Zelandia 122 0 9 0 9 0 0 0

Países Bajos 3.246 13 5.858 -36 6.225 45 -912 -78

Portugal 218 18 593 -4 482 3 0 0

Reino Unido 3.199 362 18.196 3.952 5.852 390 12.120 3 500

Suecia 1.999 178 -17 -107 339 -84 0 0

Suiza 1.026 97 395 705 1.316 705 -583 0


Total 55.485 5.596 130.360 23.406 61.051 10.255 68.963 14.358

Nota: Las cifras negativas en el cuadro indican la salida neta de capitales con destino a los
respectivos países de la OCDE. El total de flujos de capitales privados puede ser mayor o
menor que la suma de la inversión extranjera directa y las inversiones de cartera porque
incluye también corrientes más pequeñas de capital, como los créditos privados a la
exportación, las donaciones de las instituciones no gubernamentales y otros.

Como promedio, los países donantes que aparecen en el Cuadro 13.1 destinan a la
asistencia oficial para el desarrollo alrededor de un tercio del 1% del producto interno
bruto (PIB) de todos ellos juntos. Se puede utilizar el Cuadro 14.1 y el Cuadro de datos
1 para calcular qué países dedican porcentajes mayores o menores de su PIB a este
tipo de asistencia.

La asistencia oficial a los países en desarrollo y los países en transición tiene tres
componentes principales:

 Las donaciones, que no se devuelven.

 Los préstamos en condiciones concesionarias, que se deben reembolsar, pero a


tasas de interés más bajas y plazos más largos que los préstamos bancarios
comerciales.

 Las contribuciones a instituciones multilaterales que promueven el desarrollo,


como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial
y los bancos regionales de desarrollo (Banco Asiático de Desarrollo, Banco
Africano de Desarrollo, Banco Interamericano de Desarrollo).

Las donaciones representan entre el 95% y el 100% de la asistencia oficial que


proporciona la mayoría de los países donantes. Sin embargo, la mayor parte de la
asistencia oficial es ayuda "vinculada", es decir que los receptores tienen que adquirir
bienes y servicios del país o del grupo específico de países donantes. Los acuerdos de
vinculación pueden impedir que un receptor malverse o administre mal los fondos
recibidos, pero también pueden reducir el valor de la ayuda si están motivados por el
deseo de beneficiar a los proveedores de determinados países e impiden a los
receptores adquirir bienes al precio más bajo. La asistencia oficial también puede estar
"vinculada" cuando se le impone alguna condición, como ocurre con la ayuda a los
países en transición. Como esta condicionalidad se vincula a la rapidez de las reformas
del mercado, las economías que están llevando adelante velozmente el proceso de
reforma, como la República Checa y Polonia, reciben más asistencia oficial (en relación
con su población y su PIB) que las que están menos preparadas para ello (véase el
Cuadro de datos 3).
Flujos de capital privado

Mientras que la asistencia oficial para los países en desarrollo apenas varió en los años
noventa, los flujos privados netos de capital se cuadruplicaron, aproximadamente,
entre 1990 y 1994, y superaron con creces los flujos oficiales (Gráfico 13.1). La
estructura de los flujos privados también se modificó notablemente: del predominio
de los préstamos bancarios se pasó al de la inversión extranjera directa y las
inversiones de cartera (véase el Cuadro 13.1). La participación de la inversión
extranjera directa en los países en desarrollo ha aumentado hasta superar un tercio de
la inversión extranjera directa mundial, impulsada por el rápido crecimiento de las
empresas multinacionales y alentada por la liberalización de los mercados y las
perspectivas de crecimiento económico de varios países en desarrollo.

l mundo en desarrollo se estÁintegrando más en los mercados de capitales mundiales,


pero el nivel de integración varía ampliamente de un país a otro. En 1990-94,
alrededor del 90% de los flujos de capital privado hacia los países en desarrollo se
concentraba sólo en 12 países (Gráfico 13.2). En el Cuadro de datos 3 se puede
observar la distribución de la inversión extranjera directa en 1996. Al menos la mitad
de los países en desarrollo recibe escasa o ninguna inversión de este tipo.
Como suelen resultar menos interesantes para los inversionistas extranjeros, los países
africanos pobres siguen perdiendo las oportunidades de crecimiento facilitadas por los
flujos de capital extranjero. La exclusión efectiva de estos países del proceso de
globalización puede profundizar aún más las diferencias internacionales.

Los países en desarrollo que más atraen corrientes de capital privado se caracterizan
por tener un clima favorable para la inversión, es decir, condiciones económicas
propicias, con elementos tales como un régimen político estable, buenas perspectivas
de crecimiento económico, fácil convertibilidad de la moneda nacional y una
regulación gubernamental liberal. Una inversión extranjera importante ayuda a estos
países a romper el círculo vicioso de la pobreza (véase el Capítulo 6) sin aumentar su
deuda externa. Además, la inversión extranjera directa suele ir acompañada de
tecnología avanzada, conocimientos especializados sobre administración y
comercialización, y mayor facilidad en el acceso a los mercados de exportación. La
competencia entre compañías extranjeras y nacionales también contribuye a
aumentar la competitividad de los mercados y la eficiencia de las economías de los
países.

Sin embargo, el aumento de la movilidad internacional del capital tiene sus riesgos. Si
los inversionistas privados (sean extranjeros o nacionales) repentinamente pierden
confianza en la estabilidad y las perspectivas de crecimiento de un país, pueden retirar
el capital con más rapidez. En este sentido, las inversiones de cartera son mucho más
peligrosas que la inversión extranjera directa, porque es mucho más probable que los
inversionistas de cartera —quienes poseen sólo una pequeña cantidad de acciones de
una compañía y tienen poca o ninguna influencia en su gestión— procuren deshacerse
de las acciones al primer indicio o sospecha de que las ganancias pueden disminuir.
Algunos expertos consideran que la crisis financiera de Asia oriental de 1997
constituye un ejemplo de las consecuencias negativas de la excesiva movilidad del
capital.

En muchos casos, los flujos de capital privado hacia los países en transición de Europa
y Asia central se frenan ante la incertidumbre sobre derechos de propiedad, inflación,
impuestos, controles de precios, regulación de exportaciones e importaciones, y otros
aspectos económicos. Como resultado, los flujos de capital privado hacia estos países
siguen siendo relativamente escasos, como lo demuestra el hecho de que
representaron sólo el 13%, aproximadamente, del total dirigido hacia los países en
desarrollo en 1990-95. Por otra parte, la distribución de estos flujos ha sido muy
despareja. Los países donde las reformas del mercado parecen estar más adelantada
—las Repúblicas Checa y Eslovaca, Hungría y Polonia— atrajeron casi tres cuartos de la
inversión extranjera en este grupo de países (véase el Cuadro de datos 3). La
distribución de la inversión extranjera directa entre algunos países en transición
también figura en el Cuadro 13.2.
Cuadro 13.2
Inversión extranjera directa en algunos países en transición, 1991-96 (millones de
dólares estadounidenses)

República República
País Armenia Belarús Uzbekistán Albania Bulgaria Letonia Eslovenia
Kirguisa Eslovaca

Flujos
36 54 146 190 248 588 614 650 687
acumulados

República
País Estonia Ucrania Rumania Kazajstán Polonia Rusia Hungría China
Checa

Flujos
859 1.163 1.379 2.997 4.862 6.205 6.368 12.767 12.1704
acumulados

Aun cuando algunos países han podido aprovechar la inversión extranjera para paliar
las dificultades del período de transición, Rusia, junto con otros países de la ex Unión
Soviética, ha sufrido la salida, en su mayor parte ilegal, de ingentes volúmenes de
capital. Si la salida ilegal de los años noventa se recogiera en las estadísticas, las cifras
correspondientes a la afluencia neta de capital hacia estos países serían negativas.
Según algunas estimaciones, entre 1993-97 salieron de Rusia capitales por más de
$110.000 millones. La fuga de capitales que sufre Rusia en la actualidad es el mayor
obstáculo para su desarrollo económico. Esta situación subraya la importancia de la
creación de un clima favorable a la inversión, fundamental no sólo para atraer
inversionistas extranjeros sino, lo que es más importante aún, para impedir y revertir
la fuga de capitales nacionales.

Más Allá Crecimiento Económico

Índice | Introducción | Glosario | Clasificación de las economías | Cuadros de datos


Capítulos: I | II | III | IV | V | VI | VII | VIII | IX | X | XI | XII | XIII | XIV | XV | XVI | XVII

Capítulo XIV. El desarrollo económico y el peligro del cambio climático mundial

Desde la revolución industrial, el desarrollo económico ha ido de la mano del aumento del
consumo de combustibles fósiles, pues las fábricas, las centrales eléctricas, los vehículos
automotores y los hogares queman cada vez más y más carbón, petróleo y gas natural. Las
consiguientes emisiones de dióxido de carbono (CO2) se han convertido en la principal
fuente de gases de efecto invernadero , es decir, los gases que atrapan la radiación
infrarroja de la Tierra dentro de la atmósfera y crean el peligro de que aumente la
temperatura mundial. Como los ecosistemas de la Tierra son tan complejos, se desconoce el
momento exacto y el grado en que las actividades económicas del hombre modificarán el
clima del planeta, pero muchos científicos consideran que ya se observan algunos cambios.

Según el informe publicado en 1995 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre


Cambios Climáticos, si se mantiene la evolución actual de las emisiones de gases de efecto
invernadero, para el año 2100 la temperatura mundial media podría aumentar 1,0-3,5
grados y el nivel del mar podría subir entre 15 y 95 centímetros. Aunque estos cambios
pueden parecer menores, podrían acarrear una multiplicidad de consecuencias
perjudiciales, así como algunos beneficios inciertos. Los bosques y otros ecosistemas que no
logren adaptarse a la variación de la temperatura y la distribución de las precipitaciones, por
ejemplo, pueden resultar afectados. Es probable que también el hombre sufra las
consecuencias, y la población de los países pobres puede ser la más afectada, al estar menos
preparada para enfrentar los cambios.

En muchos países en desarrollo de regiones áridas y semiáridas, el acceso al agua potable


serÁcada vez más difícil (en la actualidad, más de 1.000 millones de personas carecen de
agua apta para el consumo). Las enfermedades tropicales pueden propagarse hacia el
Norte, y las inundaciones seguramente se convertirán en un grave problema para las
regiones templadas y húmedas. Mientras que en las latitudes medias y altas la producción
de alimentos podría verse facilitada, es probable que en las zonas tropicales y subtropicales
los rendimientos de las cosechas disminuyan. Es posible que enorme cantidad de gente se
vea obligada a desplazarse por el aumento del nivel del mar; sólo en Bangladesh, podrían
ser decenas de millones, y en las islas caribeñas de litoral bajo, naciones enteras.

La cantidad de dióxido de carbono que un país emite a la atmósfera depende


principalmente del tamaño de su economía, de su nivel de industrialización y de la y de la
eficiencia con que usa la energía. Si bien los países en desarrollo albergan a la mayor parte
de la población mundial, su producción industrial y consumo de energía per cápita son
relativamente reducidos. Por ello, hasta hace poco tiempo no había muchas dudas de que
los países desarrollados eran los principales responsables del peligro de calentamiento de la
Tierra (Mapa 14.1; Gráficos 14.1 y 14.2).

Estados Unidos es el país que más incide en el calentamiento de la atmósfera. A pesar de


que sus habitantes representan sólo el 4% de la población mundial, produce casi el 25% de
las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Recientemente, China desplazó a Rusia del
segundo lugar en cuanto al nivel general de emisiones; no obstante, si se considera el
volumen per cápita, Rusia sigue muy por encima de China (véanse los Gráficos 14.1 y 14.2),
lo cual se debe no sólo a su alto grado de industrialización, sino también a que muchas
empresas rusas utilizan tecnologías más antiguas y contaminantes que las empleadas
normalmente en los países desarrollados. El uso extremadamente ineficiente de la energía
es uno de los mayores problemas económicos de Rusia. Medida en función del producto
interno bruto (PIB) por unidad de uso de energía, la eficiencia rusa es más de 5 veces menor
que la de los Estados Unidos y más de 12 veces menor que la del Japón. Sólo cuatro países
son más ineficientes que Rusia en el uso de la energía, y todos ellos son antiguos miembros
de la Unión Soviética (véase el Cuadro de datos 4).

El vínculo entre crecimiento económico y aumento del consumo de energía —acompañado


de un incremento en las emisiones de dióxido de carbono— es directo y positivo en los
países de ingreso bajo y de ingreso mediano. Pero con niveles de ingreso elevados, hay
indicios de una reducción del consumo de energía per cápita y de la contaminación per
cápita a pesar del crecimiento económico (véase el Cuadro de datos 4). Ello ocurre porque la
energía se utiliza con mayor eficiencia y se introducen tecnologías menos contaminantes.
Además, una economía de ingreso alto tiene, por lo general, un sector de servicios
proporcionalmente más grande, el cual requiere un uso menos intensivo de la energía que
el sector industrial (véase el Capítulo 9).

Alemania constituye un ejemplo para otros países desarrollados en este sentido: entre 1980
y 1992, el uso de energía per cápita descendió 11%, y sus emisiones de dióxido de carbono
per cápita, casi 20%. En el mismo período, en los Estados Unidos el consumo de energía per
cápita se mantuvo estable y las emisiones de dióxido de carbono per cápita disminuyeron
alrededor del 6%. Pero estos cambios no fueron suficientes para detener el aumento de las
emisiones de dióxido de carbono de los países de ingreso alto o para desacelerar el
crecimiento de las emisiones mundiales (véase el Cuadro de datos 4). Para impedir el
cambio climático mundial, se necesitan los esfuerzos concertados de los gobiernos de la
mayor parte de los países.

En la Cumbre para la Tierra celebrada en Rio de Janeiro, Brasil, en 1992, las naciones
desarrolladas acordaron tratar de estabilizar, para el año 2000, las emisiones de gases de
efecto invernadero en los niveles de 1990. Para 1997, cuando los representantes de 165
países se reunieron en Kyoto, Japón, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático, era evidente que muchos países —entre ellos los Estados Unidos—
estaban muy lejos de alcanzar ese objetivo. El Protocolo de Kyoto, aprobado en la
Conferencia con la intención de ser jurídicamente obligatorio, exhorta a todas las naciones
ricas a reducir, para 2012, las emisiones de gases de efecto invernadero de un 6% a un 8%
por debajo de los niveles de 1990.

Este acuerdo se considera el compromiso mundial sobre medio ambiente más ambicioso de
la historia, aun cuando no contó con la participación de los países en desarrollo. La mayoría
de éstos se niega a comprometerse a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
pues sostienen que una obligación semejante podría dificultar su desarrollo económico e
impedirles aliviar la pobreza. Al mismo tiempo, varios países con economía en transición se
han sumado a los esfuerzos de los países desarrollados. Rusia y Ucrania, por ejemplo, han
afirmado que no superarán sus emisiones de gases de efecto invernadero de 1990, mientras
que Hungría y Polonia han prometido reducirlas hasta un 6% por debajo del nivel alcanzado
ese año.

Se espera que los países desarrollados encabecen los esfuerzos por evitar el cambio
climático mundial, si bien lo más probable es que, en menos de 20 años, los principales
emisores de dióxido de carbono sean los países en desarrollo. Pero transcurrirán mucho más
de 20 años hasta que el consumo de energía per cápita de los países en desarrollo sea
similar al consumo actual de los países desarrollados. Por ello, si hemos de ser equitativos,
debemos admitir que los países pobres de hoy en día tienen todo el derecho de seguir
contaminando la atmósfera. ¿Pero es sensato adoptar un modelo de desarrollo que ha
demostrado ser insostenible? ¿Y es verdad que los problemas ambientales no se pueden
solucionar sin impedir el crecimiento económico de los países pobres? Muchos analistas
consideran que cuanto antes estos países aprovechen las tecnologías de producción menos
contaminantes y los medios más eficientes de generar y utilizar energía, mejores serán sus
perspectivas de desarrollo a largo plazo.

Supongamos que, por una cuestión de equidad, cada persona de la Tierra tiene el mismo
derecho a beneficiarse de la atmósfera, considerada como recurso. En tal caso, las cuotas de
emisión de dióxido de carbono de cada país deberían determinarse de acuerdo con el
tamaño de la población. Los países de ingreso bajo no habrían alcanzado aún sus cuotas y
tendrían derecho a seguir emitiendo dióxido de carbono. Pero los países de ingreso
mediano e ingreso alto ya las habrían agotado (compárense los Gráficos 2.2 y 14.3).

Capítulo XV. Indicadores compuestos del desarrollo

La comparación del PNB (o PIB) per cápita de los países es el método más común para
evaluar su nivel de desarrollo. Sin embargo, un ingreso per cápita más alto no siempre
indica que la situación de la población de un país sea mejor que la de otro con ingreso
menor, porque hay muchos aspectos del bienestar humano que estos indicadores no
reflejan. (¿Pueden ustedes mencionar algunos ejemplos? Véase el Capítulo 2.) Los
especialistas utilizan distintos métodos para integrar los datos sobre el ingreso medio y
los datos sobre los niveles medios de salud y educación, con el propósito de encontrar
una mejor forma de medir el éxito del desarrollo. Esos métodos permiten evaluar los
logros de un país en relación tanto con el desarrollo económico como con el desarrollo
humano (véase el Capítulo 1).

"Diamantes" de indicadores del desarrollo

Los especialistas del Banco Mundial utilizan lo que denominan "diamantes" de


indicadores del desarrollo para presentar las relaciones entre cuatro indicadores
socioeconómicos de un país dado frente a los promedios correspondientes al grupo de
países, clasificados por el nivel de ingresos (ingreso bajo, ingreso mediano bajo,
ingreso mediano alto o ingreso alto), al que dicho país pertenece. Se presentan la
esperanza de vida al nacer, la tasa bruta de matrícula primaria (o secundaria), el
acceso al agua potable y el PNB per cápita, uno en cada eje, y luego se unen con líneas
gruesas para formar un polígono (véase el Gráfico 15.1). La forma de este diamante se
puede comparar fácilmente con el diamante de referencia, que representa los
indicadores medios del grupo de países pertinente, cada uno representado al 100%
(véanse el diamante verde y el azul). Todo punto situado fuera del diamante de
referencia muestra un valor mejor que el promedio del grupo, mientras que todo
punto interior señala un resultado inferior al promedio.

El diamante de indicador del desarrollo correspondiente a Rusia tiene forma triangular,


porque el Banco Mundial no dispone de datos sobre el porcentaje de la población con
acceso al agua potable. Piensen ustedes en otro indicador, quizá de mayor importancia
para los países de la ex-Unión Soviética, que puedan utilizar para comparar los niveles
de desarrollo. Empleen algún indicador de los Cuadros de datos que figuran al final del
libro para completar los diamantes correspondientes a Rusia y uno o dos países que
ustedes elijan.

Observen que los diamantes relativos a China y Etiopía, por un lado, y a Rusia y
Turquía, por el otro, se trazaron utilizando índices basados en indicadores promedio
para dos grupos diferentes de países: de ingreso bajo y de ingreso mediano bajo (véase
el Gráfico 15.1). Por ello resulta imposible comparar visualmente los logros en materia
de desarrollo de estos dos pares de países. Ésta es una de las principales desventajas
de esta metodología: en la práctica, no se puede utilizar para comparar países de
diferentes grupos por nivel de ingreso.
Índice de desarrollo humano

Para medir el desarrollo de un país, los especialistas de las Naciones Unidas prefieren
utilizar el índice de desarrollo humano. Este índice compuesto es un promedio simple
de tres índices que refleja los resultados de un país en materia de salud y longevidad
(medidos por la esperanza de vida al nacer), educación (medida según la alfabetización
de adultos y la matriculación total en los niveles primario, secundario y terciario) y
nivel de vida (medido por el PIB per cápita en función de la paridad del poder
adquisitivo). Los resultados en cada campo se miden de acuerdo con los progresos
realizados por cada país en la consecución de los siguientes objetivos: una esperanza
de vida de 85 años, la alfabetización del 100% de los adultos y una matriculación del
100%, y un PIB real per cápita de $40.000 tomando en cuenta la paridad del poder
adquisitivo. Hasta el momento, ningún país ha alcanzado cabalmente estos objetivos,
que representan aspiraciones muy loables; por ello los indicadores reales se
representan como fracciones decimales de esas metas ideales.

La ventaja del índice de desarrollo humano frente al método de los diamantes de


indicadores es que permite ordenar los países en función de sus logros en la esfera del
desarrollo humano. En la última lista disponible, preparada con datos de 1997, los
cinco primeros países eran Canadá, Noruega, Estados Unidos, Japón y Bélgica; los cinco
últimos, Sierra Leona, Níger, Etiopía, Burkina Faso y Burundi. Las cinco economías en
desarrollo de mejor ubicación eran Singapur, Hong Kong (China), Brunei, Chipre y la
República de Corea.

La desventaja del índice de desarrollo humano es que no nos permite juzgar la


importancia relativa de sus diferentes componentes o comprender por qué el índice de
un país se modifica con el tiempo; si, por ejemplo, ello obedece a un cambio en el PNB
per cápita o a un cambio en el índice de alfabetización de adultos.
La posición de algunos países en la clasificación según el índice de desarrollo humano
difiere considerablemente de la que ocupan en la lista ordenada de acuerdo con el
PNB (o el PIB) real per cápita (Cuadro 15.1). Dicha diferencia señala el éxito (o el
fracaso) obtenido por un país, en comparación con otros, al trasladar los beneficios del
crecimiento económico a la calidad de vida de la población (véase el Cuadro de datos
4). Una diferencia positiva indica que el país ha alcanzado relativamente mejores
resultados en términos de desarrollo humano que de ingreso per cápita. Es lo que se
observa en varios países antiguamente Socialesistas y en los países desarrollados de
Europa. Una diferencia negativa significa lo contrario; los países que presentan un
contraste más marcado son Kuwait y Pakistán (véase el Cuadro 15.1).

Cuadro 15.1
Diferencias entre la clasificación según el PNB per cápita y la clasificación según el
índice de desarrollo humano

Clasificación
según el PNB
Clasificación
real per cápita
según el Clasificación
(dólares PPA)
PNB real según el índice
menos
per cápita de desarrollo
clasificación
(dólares humano, 1995
según el Índice
PPA), 1995
de desarrollo
humano
Kuwait
Pakistán 4 54 -50
Emiratos Árabes 96 138 -42
Unidos 24 48 -24
Rusia 62 72 -10
Estados Unidos 2 4 -2
Tayikistán 128 118 10
Canadá 12 1 11
Finlandia 21 6 15

Capítulo XVI. Indicadores de la sostenibilidad del desarrollo

Los economistas clásicos identificaron tres fuentes y componentes de la riqueza


nacional: tierra, trabajo y capital. Los economistas del siglo XX, en cambio, prefirieron
centrarse en el capital, entendido únicamente como capital físico , es decir, el conjunto
de estructuras y equipos utilizados en la producción. Así, pues, los gastos destinados a
aumentarlo eran los únicos clasificados como inversión. Los demás, como los
destinados a educación o protección ambiental, en general se consideraban consumo y
se trataban como deducciones de una acumulación potencial de capital.
A medida que la necesidad del desarrollo sostenible se iba comprendiendo mejor,
primero se intentó incorporar la dimensión ambiental en las cuentas nacionales, es
decir, tomar en consideración los cambios producidos en el capital natural para
efectuar los cálculos del producto interno bruto y del producto nacional bruto; más
adelante, se elaboraron métodos estadísticos para tomar en cuenta los cambios en el
capital humano de un país. Si bien los métodos de valoración del capital natural y del
capital humano todavía son imperfectos, permiten a los especialistas analizar algunas
cuestiones cruciales para el desarrollo, como la modificación de la composición de la
riqueza nacional de un país y los indicadores operativos del desarrollo sostenible (o no
sostenible).

Composición de la riqueza nacional

Según varios estudios recientes del Banco Mundial, el capital físico (capital real) no es
el componente principal, mucho menos el único, de la riqueza de un país. Lo más
importante para un país son los recursos humanos, es decir, la "mano de obra en
sentido estricto", determinada fundamentalmente por el número de personas que
componen la fuerza de trabajo y el capital humano (Gráfico 16.1). El capital natural es
otro componente importante de la riqueza de una nación.

El nivel de desarrollo de un país determina las funciones que cumplen los diferentes
componentes de la riqueza nacional. El predominio del capital humano es
particularmente acentuado en la mayoría de los países desarrollados, donde el capital
natural representa apenas entre el 2% y el 5% del total de la riqueza. En cambio, en
África occidental, una de las regiones más pobres del mundo, el capital natural todavía
prevalece sobre el capital físico, y la proporción de recursos humanos es una de las
más bajas del mundo, a pesar de su elevado número de habitantes (véase el Gráfico
16.1). La comparación entre África occidental y Europa occidental resulta
especialmente pertinente, porque, en las dos regiones, el valor per cápita del capital
natural es, en términos absolutos, aproximadamente el mismo. Por ello, la marcada
diferencia en la composición de la riqueza nacional se puede atribuir por completo al
hecho de que el europeo occidental medio cuenta con 13 ó 14 veces más capital
humano y físico.

Acumulación de la riqueza nacional como indicador del desarrollo sostenible

En los últimos diez años el concepto de desarrollo sostenible se ha vuelto más amplio y
mensurable. En un estudio reciente del Banco Mundial el desarrollo sostenible se
definió como "el proceso de administración de una cartera de activos para preservar y
mejorar las oportunidades de la gente". Los activos a los que se refiere esta definición
incluyen no sólo el capital físico tradicional sino también el capital natural y el capital
humano. Para ser sostenible, el desarrollo debe contribuir a que esos activos
aumenten con el tiempo o, por lo menos, a que no disminuyan. La misma lógica que
rige la gestión prudente de una economía nacional se aplica a la administración
prudente de los bienes personales.

De acuerdo con esa definición, el principal indicador de la sostenibilidad (o no


sostenibilidad) del desarrollo podría ser la "tasa de ahorro genuino" o la "tasa de
inversión genuina", un nuevo indicador estadístico que están elaborando los
especialistas del Banco Mundial. Las mediciones corrientes de acumulación de la
riqueza no toman en cuenta el agotamiento y el deterioro de los recursos naturales,
como los bosques y los yacimientos petrolíferos, por un lado, y la inversión en uno de
los activos más valiosos de una nación —su gente—, por el otro. La tasa de ahorro
genuino (inversión genuina) tiene por objeto corregir esta deficiencia mediante el
ajuste de la tasa de ahorro tradicional deduciendo el valor estimado del agotamiento
de los recursos naturales y los daños provocados por la contaminación (la pérdida del
capital natural) y añadiendo el aumento del valor del capital humano (derivado,
principalmente, de la inversión en educación y servicios básicos de atención de la
salud) (véase el Gráfico 16.2).

El cálculo de las tasas de ahorro genuino de los distintos países es extremadamente


complicado, en especial debido a las dificultades que supone valuar el capital humano.
Pero el esfuerzo vale la pena, por la importancia potencial de los indicadores del
desarrollo sostenible a fin de brindar orientación e información para la elaboración de
políticas prácticas.

Los análisis del Banco Mundial ya han demostrado que muchos de los países que más
dependen de los recursos naturales tienen tasas de ahorro bajas o negativas. Si no se
toman medidas firmes para invertirla, esa tendencia redundará, a la larga, en perjuicio
del bienestar de la población. Las dos únicas regiones "seguras" del mundo en
desarrollo parecen ser Asia meridional y Asia oriental y el Pacífico, donde las tasas de
ahorro genuino fueron positivas en 1970-93 y, en algunos casos, llegaron al 15% del
PNB (Gráfico 16.3). En los países desarrollados dichas tasas fueron cercanas al 10%
durante gran parte de ese período.

Sería completamente erróneo llegar a la conclusión, a partir de este análisis, de que los
países deberían optar por dejar de lado el desarrollo para no agotar sus recursos
naturales. Sin embargo, unas tasas de ahorro genuino bajas o negativas indican que
una parte considerable de los recursos naturales no renovables se ha utilizado de
manera irracional, en perjuicio del bienestar futuro de la población. Los ingresos
derivados de esos recursos naturales sencillamente se consumieron, en lugar de
invertírselos en los otros componentes de la riqueza nacional: el capital físico y el
capital humano. Este tipo de inversión puede dar un fuerte impulso al desarrollo
sostenible de un país. A juzgar por los datos del Gráfico 16.3, la mayoría de los países
de Oriente Medio y Norte de África no realizaron esas inversiones en los años setenta y
ochenta, cuando podrían haber utilizado los ingresos imprevistos derivados del
petróleo para mejorar considerablemente su potencial económico a largo plazo. Una
conducta semejante no permite un desarrollo sostenible y debería preocupar a los
responsables de la

Capítulo XVII. Otros problemas: búsqueda de una estrategia integral de desarrollo


En los últimos decenios algunos países en desarrollo han logrado tasas de crecimiento
económico elevadas, y han reducido notablemente las diferencias que los separaban
de los países desarrollados , pero, para la mayoría, la brecha económica se ha
ahondado (véase el Gráfico 4.4). Si bien es posible para un país acelerar el crecimiento
y el desarrollo hasta ponerse a la altura de los países desarrollados, el éxito no está, en
modo alguno, garantizado. ¿Comprendemos cabalmente cuáles son los principales
factores que determinan el éxito del desarrollo? ¿Qué pueden hacer los gobiernos
para actuar como agentes catalizadores del desarrollo de sus países?

Para comenzar a responder estas preguntas, es importante tomar conciencia de que el


desarrollo es mucho más complejo que el simple crecimiento económico o la
acumulación cuantitativa del capital nacional, aun en la acepción más amplia del
término (descrito, por ejemplo, en el Capítulo 16). El desarrollo es también la
transformación cualitativa de una sociedad en su conjunto, la evolución hacia nuevas
formas de pensamiento y, en consecuencia, nuevas relaciones y nuevos métodos de
producción. Además, ustedes coincidirán en que una transformación sólo puede
calificarse de desarrollo si beneficia a la mayoría de la población, si mejora su calidad
de vida y le permite controlar mejor su destino (véase el Capítulo 1). Este amplio
proceso de cambio debe incluir a la mayor parte de la población de un país y no se
puede limitar a la modernización de la capital o al beneficio de las clases altas.

Capital Sociales y cohesión Sociales

Los investigadores que analizan el desarrollo han demostrado que algunos países y
comunidades utilizan todos sus recursos productivos (capital humano, físico y natural)
de manera mucho más eficiente que otros y, por lo tanto, obtienen mejores
resultados. ¿Cómo se explica esa diferencia? Observemos nuevamente el Gráfico 16.1.
Lo que falta en él es quizá el factor más crucial para el desarrollo de cualquier
sociedad: la forma en que la gente interactúa, coopera y resuelve sus conflictos. Éste
es el factor que resulta difícil de medir con los indicadores estadísticos convencionales
y que últimamente los investigadores han dado en llamar el capital Sociales de una
comunidad.

El capital Sociales se refiere a las organizaciones y asociaciones (públicas, privadas y sin


fines de lucro), así como a las normas y relaciones (por ejemplo, las leyes, tradiciones y
relaciones personales). Es el elemento que aglutina a la sociedad, que mantiene la
cohesión Sociales. Un capital Sociales abundante reduce considerablemente el costo
de la actividad comercial y aumenta la productividad al promover la confianza, la
coordinación y la cooperación en todos los niveles. En cambio, la falta de capital
Sociales provoca conflictos e ineficiencia.

Debido a la multiplicidad de aspectos que abarca, no hay una forma óptima de medir
el capital Sociales, lo que no significa que sea imposible hacerlo. Los investigadores
miden el capital Sociales de varias formas creativas, habitualmente mediante el cálculo
de índices compuestos basados en diversos datos reunidos en encuestas. Los datos
utilizados en estos cálculos por lo general reflejan la confianza de la gente en los
gobiernos y las instituciones públicas, la participación en organizaciones cívicas y el
acceso a la información.

Cada vez hay más pruebas que señalan la importancia vital del capital Sociales para el
crecimiento de la economía y la prosperidad de la gente. Sin embargo, las reformas
radicales o incluso el desarrollo rápido, pero desequilibrado, en muchos casos debilitan
las formas existentes de capital Sociales sin reemplazarlas por otras. Tal deterioro del
capital Sociales pone en peligro la cohesión Sociales e impide el desarrollo sostenible.
Algunos especialistas en desarrollo creen que esto es lo que ha sucedido, por ejemplo,
en muchos países en transición.

Pensemos en la corrupción de los funcionarios públicos, especialmente en los


sobornos, la malversación de fondos públicos y el abuso de autoridad. La corrupción
no sólo representa un desperdicio de recursos, pues las políticas gubernamentales
dejan de estar al servicio de las mayorías, sino que también genera apatía y cinismo en
la ciudadanía, subvierte la función de las leyes y contribuye al aumento del delito. A la
postre, la corrupción desacredita la democracia, régimen político esencial para el
desarrollo, y socava el apoyo de la población a las reformas económicas. No debe
sorprendernos, entonces, que, según algunos estudios, los países con alto nivel de
corrupción suelen tener tasas de crecimiento económico más bajas. Algunos
elementos del capital Sociales, tales como el buen ejercicio del poder y el imperio del
derecho, son tan importantes para el desarrollo económico como ciertas condiciones
económicas básicas, por ejemplo, la existencia de un ahorro y una inversión suficientes
(véase el Capítulo 6) o de fuertes incentivos para la eficiencia (véase el Capítulo 11).

La función de las políticas estatales

Los gobiernos disponen de recursos limitados para acelerar el desarrollo de sus países.
Si bien el desarrollo es un proceso integral de cambio, los gobiernos deben determinar
en qué ámbitos su actuación puede ser más decisiva y concentrarse en ellos. Además
de compensar las fallas del mercado bien conocidas (véase el Capítulo 11), los
gobiernos pueden cumplir una importante función como coordinadores de la
participación de todos los agentes del desarrollo —empresas privadas, organismos
públicos y asociaciones cívicas— en el marco de una estrategia de desarrollo nacional.
Pueden ayudar a diferentes sectores de la sociedad a arribar a una visión común del
futuro del país a corto y largo plazo, a forjar un amplio consenso nacional sobre la
forma de trasladar esa visión a la realidad y a permitir que todos los agentes del
desarrollo actúen de acuerdo con sus responsabilidades Socialeses. La formulación de
las prioridades del desarrollo nacional y la coordinación de los medios tendientes a
alcanzarlas son tareas cruciales que no se pueden confiar al mercado, mucho menos a
los mercados escasamente desarrollados de los países pobres.

Las funciones del Estado y del sector privado en la ejecución de la estrategia de


desarrollo nacional no pueden ser iguales en todos los países. Dependen de la madurez
y la capacidad del sistema de mercado del país, por un lado, y de la capacidad
financiera y de organización del gobierno, por el otro. Sin embargo, hay determinados
ámbitos donde la participación del Estado es indispensable: la educación y la atención
de la salud para toda la población, la protección de los más vulnerables por su
situación económica, la creación y conservación de un sistema jurídico eficaz, que vele
por la firme aplicación de la ley y cuente con tribunales que funcionen correctamente.

Otras funciones importantes de un Estado son la protección y el fomento de la cultura


nacional, particularmente donde el sector privado y las asociaciones cívicas son
débiles. Los valores culturales pueden constituir un poderoso elemento de cohesión
cuando otras fuerzas se ven debilitadas ante la rapidez de los cambios. El desarrollo
cultural no es un lujo, sino un medio de fortalecer el capital Sociales y, por lo tanto,
una de las claves de un desarrollo Sociales y económico satisfactorio.

En el campo económico, el Estado es indispensable para promover y proteger la


competencia del mercado en el sector privado. También puede cumplir un importante
papel al mejorar el acceso del público a la información y los conocimientos necesarios
para el desarrollo, por ejemplo, favoreciendo los medios modernos de comunicación
(teléfono, fax, Internet), invirtiendo en investigación básica y creando condiciones
propicias para los medios de información independientes y las asociaciones cívicas.

Sin embargo, algunas actividades de los Estados siguen despertando grandes


controversias. Por ejemplo, no queda claro hasta qué punto un gobierno debería
apoyar y proteger de la competencia extranjera a las industrias de los sectores en los
que el país tiene ventajas comparativas (véase el Capítulo 12). Tampoco hay
coincidencia sobre la mejor forma de vigilar y supervisar a los bancos privados y otras
instituciones financieras para no coartar la iniciativa privada y, a la vez, proteger a la
sociedad del peligro de gravosas crisis financieras.

Opciones y desafíos

Todos los países se enfrentan a numerosas opciones al abordar los problemas que les
plantea el desarrollo, lo cual implica adoptar diariamente decisiones, en formas más o
menos coordinadas y de maneras más o menos democráticas, teniendo en cuenta
perspectivas a largo o a corto plazo. En esas decisiones se juegan grandes riesgos y
grandes beneficios para naciones enteras, pero toda opción entraña, inevitablemente,
incertidumbre. La mejor forma de limitarla quizá sea aprender de la historia nacional y
mundial. Las autoras esperan que este libro ayude a ustedes a comenzar a reflexionar
sobre el desarrollo de sus países en un contexto mundial —comparando un país con
otro y tratando de extraer enseñanzas valiosas del desarrollo de países de todo el
mundo— y a pensar lo que se puede lograr, de manera realista, en 10, 20 ó 50 años.

Las autoras también esperan que este libro los aliente a participar intensamente en las
actividades encaminadas al desarrollo de sus respectivos países; por ejemplo, en
debates sobre el modelo futuro del país y el camino singular que se debe seguir para
alcanzar el desarrollo. La actitud de cada uno —activa o pasiva, optimista o
pesimista— es también parte del capital Sociales del propio país. Ustedes pueden
hacer mucho si se forman opiniones informadas y las dan a conocer a otros, si influyen
en los debates públicos y, finalmente, en la elección de las políticas oficiales.

La experiencia de muchos países indica que las políticas se pueden mantener a lo largo
del tiempo únicamente si la mayor parte de la población las comprende y apoya. Si los
cambios que dichas políticas traen aparejados no son contrarios a los valores y el
sentido de justicia de la mayoría de la gente, ese proceso de cambio se puede definir,
en términos generales, como desarrollo. Es por estas razones que la participación de
ustedes y de sus pares en el diseño y la ejecución de una estrategia nacional de
desarrollo es tan importante para el éxito futuro de sus países.

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