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A modo de introducción
Polvo, tierra, viento y sol, y donde hay agua, una huerta. Así
describió Aragón el cantautor parlamentario Labordeta, y
sigue exactamente así. En Zaragoza eso se nota, aunque las
calles estén asfaltadas y te veas cobijado por paredes de
ladrillo. En la ciudad el cierzo sopla trescientos días al año, y
está ubicada literalmente entre dos desiertos: el de los
Monegros y el de las Bardenas. Subrayo: dos desiertos. No es
la capital del Ebro porque a su paso tenga un caudal notable;
es que la dureza de las condiciones subraya el valor del agua.
Háblale de trasvases a un maño rodeado de secano, pídele
que doble la testuz para poner campos de golf en Murcia, y
sabrás el toro que intentó lidiar Chema Aznar Botella. A eso
hay que añadir que, como decimos los locales, Zaragoza sólo
tiene dos estaciones: invierno e infierno. Y nada en medio.
El viento con frío te cala en los huesos, y con calor es una
secadora industrial. Las condiciones hacen del zaragozano un
tipo especial, y eso lo sabe cualquier persona que intenta
colocar una novedad en España. No bromeo. Zaragoza es el
campo oficial de pruebas español. ¿Recuerdan cuando
decidieron que en las llamadas locales había que marcar el
prefijo de la propia provincia? Pues estuvo en marcha en
Zaragoza un año antes que en el resto de España, para ver
cómo respondía el personal. Y así todo. Que se quiere probar
si los malls comerciales son viables en España: a probar en
Zaragoza. Que las sopas quieren probar un nuevo tipo de
aplicación: a Zaragoza. Los maños son el público más
Raúl Sensato 5
Allí, más que por los nombres de las calles, te orientas por
los negocios; especialmente, te orientas por los bares.
También nuestra historia se orientará así. La ciudad tiene los
bares apiñados por zonas: el casco [viejo], el rollo, la zona
[pija], san miguel, la madalena… en las que los jóvenes y no
tan jóvenes bailan y se divierten y sobre todo procuran
emparejarse. Ese es el motor social. La escena musical es,
evidentemente, otra. Zonas de bares que no toman el nombre
de la calle ni del barrio, sino del bar de referencia. Locales
que han magnetizado actividad a su alrededor y que por sí
solos dan una ubicación exacta de lugar y de ambiente.
La sala En Bruto, que llamaré, en adelante, enBruto.
El Interferencias, que tendría su propio sello discográfico.
La M-Tro. El Central. El Kezka. No es ésta una guía de ocio de
Zaragoza; no voy a entrar en detalles de qué función cubre
cada zona y cada bar. Lo que importa es que hubo una
pequeña zona que tenía diferente nombre según
pertenecieras o no a un determinado grupo. Si eras miembro,
era la zona del Bandido. Si no lo eras, te referías a ella como
"donde los Héroes". Los seguidores de la banda eran tan
numerosos que habían logrado desarrollar su propia zona,
que se concentraba alrededor de La Estación del Silencio,
El Rincón del Bandido, La Kama y el chocante bar Sevilla,
un local con decoración de bar pepe tras cristales opacos,
donde sólo sonaban grupos siniestros -o, como decían los
puristas, afterpunk-. No faltaba clientela. Aquí abundaban los
que se vestían de negro y se sabían de memoria las canciones
de los Héroes, pero no se lleven a engaño. Toda Zaragoza, y
pongan aquí al prototipo del hombre de la calle, conocía y
apoyaba a los Héroes.
La estética y la tribu
De la letra y de la música
una planta cuya flor tenga malos efectos para el cuerpo. Hay
candidatos: la flor de las endrinas es astringente, y con sus
frutos se hace el pacharán. Es una posibilidad. A efectos de la
letra, es irrelevante. Su efecto al ser gongorizado, eso es
importante.
Ondas expansivas
La mala reputación
Ya les he dicho que estos chicos estaban más de gira que por
casa. Unas con éxito, como la europea en furgoneta, y otras
con fracaso, como su desembarque a bombo y platillo en
Latinoamérica en 1992, anunciados como “los que venían a
conquistar” precisamente en el quinto centenario. A la larga,
78 HDS – El fenómeno
El principio de la deriva
A esto hay que añadir que los Héroes tuvieron que ponerse
firmes para escapar de una mecánica perversa. Durante
años, hubo siempre en fiestas del Pilar un concierto de
Héroes del Silencio. Ahora en la carpa municipal, ahora en el
Estadio de la Romareda, ahora en el Paseo Independencia
–nunca he visto un concierto de calle tan poblado como aquel,
con la avenida reventada y todas las bocacalles llenas-, ahora
en la plaza del Pilar… Los Héroes tuvieron que plantarse y
desmarcarse. Ellos habían ofrecido conciertos en Zaragoza
con entrada gratuita o rebajada, con todo el ánimo: Bunbury
mismo, en la juventud anterior a este texto, orbitaba los
alrededores de los conciertos enfundado en su gabardina
verde preguntando si había alguien a quien le sobrara una
entrada. Ellos querían que todos oyeran sus canciones, que
todas esas personas inquietas de presupuesto cero vieran
sus conciertos. Querían bullir esa Zaragoza cuyo silencio
habían roto a lo grande. Pero a partir de cierta cantidad de
conciertos de Pilar, entras en el absurdo. Da la impresión de
que eres un funcionario más, pendiente de la comisión de
festejos, y acabas por no saber quién está interesado en lo
que haces, y quién está ahí porque no tiene nada más que le
interese en el programa de fiestas. Ver siempre gratis o
rebajada a una banda hace que la valores menos o nada. La
banda decidió que, al menos durante una temporada,
Zaragoza tenía que ser una parada más programada en las
giras, y no depender de los concejales y los meses de
octubre. Una parada más: una frase fértil para
Raúl Sensato 85
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