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Afrodita (en griego antiguo, Ἀφροδίτη) es, en la mitología griega, la diosa de la belleza y el amor.

Su equivalente romano es Venus. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como
«la diosa del amor», es importante señalar que antiguamente no se refería al amor en el
sentido romántico.

Afrodita tiene numerosas equivalentes: Inanna en la mitología sumeria, Astarté en


la fenicia, Turan en la etrusca y Venus en la romana. Tiene paralelismos con diosas indoeuropeas
de la aurora, tales como Ushás o Aurora. Según Pausanias, los primeros que establecieron su culto
fueron los asirios, y tras ellos los pafosianos de Chipre y los fenicios que vivían
en Ascalón(Palestina), quienes enseñaron su culto a los habitantes de Citera.1 Se decía que
Afrodita podía hacer que cualquier hombre se enamorase de ella con solo poner sus ojos en él.

El nombre Ἀφροδίτη era relacionado por etimología popular con ἀφρός aphrós, ‘espuma’,
interpretándose como ‘surgida de la espuma’ y personificándola en un mito etiológico que ya era
conocido para Hesíodo.2 Tiene reflejos en el mesapio y el etrusco (de ahí «abril»), que
probablemente fueron tomados prestados del griego. Aunque Heródoto estaba al tanto de los
orígenes fenicios de Afrodita,3 los intentos lingüísticos por derivar el nombre «Afrodita»
del semítico Aštoret, mediante transmisión hitita sin documentar, siguen sin ser concluyentes. Una
sugerencia de Hammarström,4 rechazada por Hjalmar Frisk, relaciona el nombre con πρύτανις, un
préstamo griego de un cognado del etrusco (e)pruni, ‘señor’ o similar. Mallory y Adams ofrecen
una etimología del indoeuropeo abhor, ‘muy’ + dhei, ‘brillar’.5

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