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A veces me cuesta olvidar los años viejos, no porque me haya “dejao cosas muy
buenas”, mas bien por los escándalos que nos sorprendieron. Ejemplo, que uno de los
ciclistas más importantes del gremio, campeón este año en el giro de Italia, ganó las
competencias pero dio positivo en dopaje. La mermelada del presidente Santos. Los
coscorrones del vicepresidente colombiano a sus subalternos. Odebrecht. Que a
Nacional lo eliminó el Tolima. Eso sí que es grave. Por mencionar algunos escándalos.
La Biblia también tiene noticias escandalosas, especialmente cuando se trata de las
navideñas. ¡Es un escándalo por completo!
A veces Dios nos provoca al escándalo con sus buenas nuevas de salvación.
Esta noche para conmemorar uno de los milagros más importantes en la historia de
salvación, vamos a alimentar el alma desde uno de los relatos más escandalosos de las
Escrituras: el prólogo del evangelio según S. Juan 1.1- 18
La lectura que ya hicimos a este pasaje nos permite comprender con libertad que Dios
se humanizó y siendo humano empezó en el mundo su proyecto de crear una nueva
humanidad. Un escándalo fascinante de la navidad.
El Evangelio según S. Juan es una obra teológica. Explica. Expone con una articulación
compleja del lenguaje el misterio de Dios en Cristo, como por ejemplo el pasaje que
acabamos de leer. En este sentido, es una obra magistral.
Un comentarista bíblico, Hoskyns, al leer y estudiar el Evangelio de Juan dijo: «por
mucho que estudie este libro, siempre resultará extraño, intrigante, desconocido». Lo
cierto es que, el Evangelio de Juan es sencillo. “El creyente más humilde puede leerlo,
comprenderlo y beneficiarse de su contenido.”1 A la vez, muchos eruditos
especializados en las obras bíblicas de Juan comparten las comprensiones profundas
que su sencillez contiene. S. Juan es sencillo pero profundo.
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L. Morris. El Evangelio según S. Juan Vol. I. p. 37
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Una Navidad Escandalosa
Ed. Ramírez Suaza, P.Th
Juntos vamos a ir un poco a las profundidades del prólogo tomando algunas de entre
ellas para atender con asombro y disposición de vida la voz de Dios en este pasaje.
Juan como escritor deja en la pluma de Mateo y Lucas las maravillosas narrativas de la
navidad; él prefiere exigirse en la reflexión sobre el milagro de la navidad y sobre el
tema ofrecer su comprensión profunda. Para Juan el evangelista, la navidad es un
punto de partida de un proyecto muy lindo: hacer nuevas todas las cosas.
Es más, Juan adopta otro término muy propio de una doctrina bastante dañina y
mentirosa de su época: el gnosticismo. Esto lo explica muy bien el Dr. Juan Stam
diciendo: “A unas décadas de los escritos juaninos, aparecen los escritos gnósticos de
Basílides y Valentino que revelan una característica fundamental de su sistema: el
gnosticismo está concebido para separar a Dios de todo lo que es materia. Entre Dios
(theós) y el mundo interviene toda una serie de emanaciones, llamada "la plenitud",
que son divinos pero derivados de Dios mismo y por ende, al descender de una
emanación a otra, son cada vez más inferiores. Al lado de Dios mismo suele estar el
Logos y la Sofía (sabiduría), la siguiente pareja sería la verdad y la belleza, etc,
descendiendo siempre a niveles de una deidad más diluida y menos digna. Al fin, muy
abajo, llega a una última emanación llamada el Demiurgo, que por necedad e
imprudencia, y sin el permiso del Dios supremo, crea el mundo material. En ese
esquema, ni Dios ni el Verbo es culpable de haber creado la maligna materia. -¿Qué les
parece?- Era un radical idealismo anti-materialista. [Idealismo: la verdad consiste en
ideas, alcanzadas por el raciocinio].”
El autor del evangelio escribe a la iglesia de Éfeso que está siendo adoctrinada por este
movimiento gnóstico, que enseña este idealismo religioso, y usa el lenguaje de ellos
para provocarlos básicamente a tres escándalos: 1. que el Logos (La Palabra) no es una
emanación de Dios, en la comprensión y verdad cristianas la Palabra (el Logos) es
Dios. 2. Que la creación -lo material- no es malo, en el principio todo lo material fue
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Una Navidad Escandalosa
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calificado por Dios como bueno en gran manera. Tres. El Dios creador de la materia se
hizo materia. Llegó a ser humano, en términos teológicos: se encarnó.
Por favor, estas son noticias escandalosas para los primeros destinatarios del evangelio
juanino. ¿Dios hizo la materia? ¿O sea que la materia no es mala? Se pensaba, gracias a
la influencia del gnosticismo del siglo I que si la materia es mala, el cuerpo humano es
malo. Ser humano, desde esta perspectiva es un “descache” o “descuido” de Dios. Pero
las noticias de la navidad desmienten esto.
La navidad rescata el valor hermoso que tiene la creación y la dignificación que Dios le
ha dado. Para el Creador, todo lo creado es bueno en gran manera. Que el ser humano
no es el resultado de unas emanaciones de Dios de las cuales perdió el control y ¡pum!
aparecimos como especie. No. Somos creados por él, en él y para él. Ser humano no es
malo. Ser cuerpo humano es bueno en gran manera. Este fue el escándalo que trajo la
navidad a la comunidad que pastoreaba Juan.
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Una Navidad Escandalosa
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confusas vieron en Juan Bautista los atributos que la esperanza de Israel conservaba
respecto al Mesías prometido. El evangelio no desacredita a Juan Bautista, lo reconoce
como un hombre clave en la anunciación del verdadero Mesías, como un profeta de
Dios muy preciado en la historia de salvación, pero queda claro que no es el Mesías de
Dios.
Para mí, la navidad es el milagro que nos ubica en perspectiva y posición justa delante
de Dios, de la vida y de la comunidad. Somos lo que somos, lo que Dios nos permite
ser. Somos el privilegio de ser. Las intervenciones divinas no aplastan, afirman lo que
en él somos y para él somos. Esto necesitamos aprender a discernirlo en nosotros
mismos y en otros. A veces olvidamos ser quienes somos con el orgullo, y eso está mal.
O a veces olvidamos ser quienes somos con los complejos, que es peor. En la mirada
del niño de Belén nos descubrimos a nosotros mismos con verdad, y eso es liberador.
La navidad nos invita a re-encontrarnos en la mirada del niño de Belén.
Hasta que no te veas en la mirada de Dios no sabrás quién eres ni para qué existes.
Ven, y en Cristo descúbrelo.
Somos los sedientos en las arideces de la existencia que rechazamos las aguas frescas y
vivas de Jesús. Somos los enfermos desahuciados que rechazamos la atención médica
del buen samaritano. Somos los andrajosos hambrientos que rechazamos el pan de
vida. Somos los perdidos que no nos dejamos guiar por la estrella de Belén.
Juan el autor del evangelio lo dijo así de sencillo y profundo: En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por ella, pero el mundo no la conoció. 11 La Palabra vino a lo suyo,
pero los suyos no la recibieron.
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Escucha como lo dice de hermoso S. Juan: Pero a todos los que la recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no
son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de
Dios.
Quiero que piense en esto: ...les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios… El regalo
de Dios en su Hijo Cristo es el privilegio escandaloso de ser familia de él y en él. Un
hijo de Dios reorienta su humanidad, por el poder del Espíritu Santo, hacia las pisadas
de Aquel que se hizo humano para enseñarnos humanidad. Para ejemplificarnos
humanidad. Para dramatizarnos una humanidad libre y feliz. Es imposible vivir
humanamente sin seguir las pisadas de Jesús: verdadero y auténtico ser humano.
Nunca olvide estas palabras de S. Juan: Dios llegó a ser humano. Y anhela que Ud. yo
lleguemos a ser también humanos.
Recuerda con el término plenitud Juan, el autor del evangelio, se vale del lenguaje
propio del gnosticismo del siglo I para desmontar una mentira respecto a Dios y
explicar el misterio de Dios en Cristo. “Plenitud” era la palabra para hablar, desde el
gnosticismo de los semidioses que emanaban de Dios pero con divinidad inferior.
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Ahora dice Juan, “De su plenitud tomamos todos”, para ubicarnos en la perspectiva
precisa: Dios se nos ha dado, se nos ha autodonado sin reservas. Y de esa autodonación
todos somos beneficiados con gracia abundante.
La gracia nos dice que somos aceptados tal como somos. Quizás no seamos el
tipo de persona que queremos ser, tal vez aún nos falte mucho para concretar
nuestros objetivos, puede ser que tengamos más fracasos que logros en nuestro
haber, es probable que no seamos ricos, o poderosos o espirituales. Quizás hasta
ni siquiera seamos felices. Pero aún así, Dios nos acepta y nos sostiene en sus
manos.
La navidad nos grita contundentemente: “Dios nos acepta y recibe tal como somos y
estamos”. A pesar de nosotros mismos, Dios no deja de amarnos. ¡Eso es gracia! No lo
merecemos, pero lo recibimos.
La navidad nos hizo visible lo invisible: el indescriptible e ilógico amor de Dios por
nosotros. Y nos hizo visible aún más que eso: La navidad nos hizo visible al Dios
invisible: A Dios nadie lo vio jamás; quien lo ha dado a conocer es el Hijo unigénito,
que está en el seno del Padre.
¡Quién lo creyera! ¡Qué escándalo más gracioso y hermoso! Dios se dejó ver en un
bebé. Vaya cosa más escandalosa.
En su regreso lo veremos como juez.
Dios te acepta tal cual eres. En esta navidad, acepta a Dios tal cual es él.