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El papel del trabajo en la hominización

Por Emily Moreta (ID:1073791)

El trabajo es definido por Engels como la condición básica y fundamental de la vida



humana. La lectura de ​El papel del trabajo en la transformación del mono al hombre de
Friedrich Engels ilustra exitosamente las diferentes
maneras mediante las cuales el hombre moderno es producto directo del trabajo; y
cómo sin este, la humanidad como la conocemos no hubiese podido trascender.

Hoy en día, y a través de la historia, los seres humanos se destacan por el dominio del
medio imperante (naturaleza) y sus agudas habilidades en comparación con los demás
miembros del reino animal; cuyas fortalezas y habilidades, aunque especializadas, no
se comparan a las del homo sapiens.

Según plantea Engels el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre fue el acto
de prescindir de las manos al caminar por el suelo y empezar a adoptar una posición
erecta. Esto se debió a que a partir de cierto punto en la evolución las manos tenían
que ejecutar funciones cada vez más variadas.

De esta manera, en nuestra línea evolutiva aparece la mano como órgano del trabajo, y
a su vez como producto de él. Además, según Engels, lo que beneficiaba a la mano
beneficiaba también a todo el cuerpo en diferentes aspectos.

Uno de estos aspectos, que estimo de gran importancia, es aquel relacionado con la
Correlación del Crecimiento, propuesta por Darwin. Esta teoría plantea que ciertas
formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a
determinadas formas de otras partes que aparentemente no tienen relación con las
primeras. De esta manera, la perfección de las destrezas de la mano y la posición
erecta también repercutieron en la anatomía del ser humano; así contribuyendo al
desarrollo del cerebro, la estructura ósea del homo sapiens y el órgano de la laringe.

Este último surgió específicamente ante la necesidad de comunicarse que experimentó


el ser humano primitivo, como consecuencia del trabajo. El desarrollo del este, al
multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta tenía que contribuir
forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad y llevándolos hasta el
punto de tener que decirse algo. Y, pues, fue a partir de ahí que la necesidad creó el
órgano de la laringe.
En primer lugar el trabajo y luego con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos
principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando en cerebro
humano. Además, fue altamente determinante el consumo de la carne.

El consumo de la carne dio lugar al surgimiento de dos elementos: el uso del fuego y la
domesticación animal. El primero contribuyó con la facilitación del proceso de la
digestión y el segundo garantiza control en las reservas de alimentos.

Así y de este modo, el ser humano adquiere aquella característica que en mi opinión la
distingue del resto de las especies más que cualquier otra: cómo este es capaz de
obligar a la naturaleza a servirle en lugar de tan solo modificarla con su presencia.

Por otro lado, Alberto Merani ​ en su publicación de 1965 ​De la Praxis a la Razón señala
la manera en que psicológica y socialmente las consecuencias del trabajo ejercieron
sus influencias en la manera de pensar del ser humano.

A través de la lectura del tercer capítulo de este libro, apreciamos cómo pensar
significa elaborar características del mundo que nos rodea y del organismo del
pensante. Para esto, mano, cerebro y lenguaje representan características esenciales y
definitorias del fenómeno humano.

Según Marani, el ser humano posee una capacidad de reacción específica determinada
por dos elementos conexos. Estos son el desarrollo de los neurodinamismos corticales
que implican simbolias (lenguaje y pensamiento), desarrollo de la mano, que implica
capacidad gnosicopráxica.

En cuanto a lo personal, estimo de gran valor las conclusiones alcanzadas por Engels
sobre el trabajo como actividad humana. Es cierto que de no haberse dado la serie de
condiciones que propiciaron el trabajo el ser humano no habría alcanzado el grado de
desarrollo que hoy en día nos permite caracterizarnos tan significativamente del resto
de las especies en el reino animal.

¿Quién sabe en dónde estaríamos ahora de no haber sido por el surgimiento del
trabajo? Probablemente no existiría la vida como la conocemos ahora, ni siquiera
importaría a nadie la respuesta a esta pregunta.

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