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TÉCNICAS DE PSICOTERAPIA DE GRUPO

Unidad 2 CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

Competencias a desarrollar
Aplica conocimientos a la práctica de su profesión

Desarrolla la capacidad para desempeñarse eficazmente dentro de un grupo,


respetando las ideas de los demás, y de aceptar las consecuencias de las
propias acciones sobre el éxito o fracaso de las mismas

Identifica, plantea y resuelve problemas de su área de especialidad

Diseña estrategias de diagnóstico e intervención clínica para la atención de


problemas psicológicos, tomando como base las distintas teorías y enfoques
psicoterapéuticos

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Resultados de aprendizaje esperado


Establece el proceso de terapia grupal, sus aspectos teóricos, tales como el fantasma
grupal, acoplamiento, transferencia, liderazgo y resistencia. Identifica los elementos
básicos de los tipos de psicoterapias

Objetos de aprendizaje
2.1 El proceso

2.1.1 Fantasmática grupal

2.1.2 Modalidades de acoplamiento

2.1.3 Transferencia en los grupos

2.1.4 Objetos transferenciales

2.1.5 Liderazgo y resistencia

2.2 Intervenciones

2.2.1 Grupales e individuales

2.2.2 Recursos verbales y no verbales

2.2.3 Rol del terapeuta

2.2.4 Interpretaciones

2.3 La coterapia

2.3.1 El terapeuta y el observador

2.3.2 Fundamentación

2.3.3 Interpretaciones

2.4 Psicoterapias de apoyo

2.4.1 Definición

2.4.2 Tipos de grupos: de acogida, de apoyo y de ayuda mutua


2.4.3 Modelo de Alcohólicos Anónimos (AA)

2.4.4 Técnica de psicoterapias de apoyo

2.4.5 Guía y conducción

2.4.6 Manipulación Ambiental

2.4.7 Externalización de intereses

2.4.8 Técnicas Sugestivas

2.4.9 Presión y coerción

2.4.10 Persuasión

2.4.11 Catarsis emocional y desensibilización

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2.4.12 Relajación muscular

Desempeños esperados
Declarativos

Establece el proceso de terapia, sus aspectos teóricos, tales como el fantasma


grupal, acoplamiento, transferencia, liderazgo y resistencia

Identifica los elementos básicos de los tipos de psicoterapias de apoyo

Procedimentales

Prepara una presentación sobre el tema de ¨Intervenciones en psicoterapia de


grupos¨ y la imparte ante un grupo de psicología

Ejecuta la logística de una mesa redonda para el análisis de ¨La coterapia, su


fundamentación, funciones e intervención¨. Y es capaz de realizar un escrito so-
bre el tema

Diseña un programa de intervención grupal, fundado en las psicoterapias de


apoyo y sus técnicas

Actitudinales

Valora la importancia de las psicoterapias de apoyo y el papel social que éstas


tiene en comunidades con diversos padecimientos

Se sensibiliza ante el problema de las adicciones entrevistando a un sujeto con


alcoholismo abordando en la misma la importancia de los doce pasos en su re-
cuperación

Actividades de enseñanza
Explica un mapa conceptual sobre el proceso de terapia grupal, su fantasma,
modos de acoplamiento, transferencia, los objetos de transferencia, el liderazgo
y la resistencia
Realiza un cuadro comparativo sobre las intervenciones: grupales-individuales,
verbales-no verbales. Incluyendo el rol del terapeuta y la importancia de las in-
terpretaciones

Explica la coterapia, el papel del observador, su fundamentación, funciones e in-


tervención; sirviéndose en su ponencia de un fragmento de la película ¨Atrapado
sin salida¨ con el actor Jack Nicholson

Explica el tema de las terapias de apoyo, cita algunos ejemplos, el papel del tera-
peuta y sus técnicas. Se apoya en su presentación de un video de una entrevista
a un sujeto con alcoholismo sobre los doce pasos de los grupos AA.

Presenta en un cuadro comparativo los distintos programas preventivos que of-


rece el gobierno y que son basados en las psicoterapias de grupos

Actividades de aprendizaje
Escribe conclusiones y comentarios de cada una de las exposiciones del cate-
drático
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Reflexiona y redacta por escrito conclusiones tanto del análisis grupal como de
la discusión guiada

Diseña y elabora una encuesta para sondear la opinión de estudiantes y alumnos


acerca de la reforma

Leer el libro Lourdes Munch y coautores y elaborar un resumen y comentario de


la lectura

2.1 El proceso
La palabra Proceso presenta origen latino, del vocablo processus, de procedere, que
viene de pro (para adelante) y cere (caer, caminar), lo cual significa progreso, avance,
marchar, ir adelante, ir hacia un fin determinado. Por ende, la palabra proceso está defin-
ida como la sucesión de actos o acciones realizados con cierto orden, que se dirigen a un
punto o finalidad, así como también al conjunto de fenómenos activos y organizados en
el tiempo. Según el diccionario de la Real Academia Española esta palabra es definida
como la acción de ir hacia adelante, al transcurso del tiempo, al conjunto de las fases
sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial.

Ahora bien, en lo que se refiere a la psicología, el participar en un proceso terapéutico


grupal supone una oportunidad única para poder crecer junto a otras personas. Con la
presencia de uno o varios terapeutas especializados en técnicas de terapia de grupo se
crea un clima facilitador, respetuoso, cálido y protector que le permite a los pacientes el
trabajar a un nivel profundo y transformador.

La mirada del grupo en ese contexto de respeto y confianza dinamiza el proceso de tran-
sitar el miedo a ser juzgado que pueda tener un paciente, ganando una mayor libertad
a la hora de relacionarse con los demás. De esa manera puede mostrarse tal y como es
y aprende a conectar con sus verdaderas necesidades, diferenciándolas de las de los
demás y encontrando herramientas personales para expresarlas.
El grupo invita a dar y a recibir, a apoyar y a permitirse ser sostenido, al profundo contacto
con lo interno y con lo externo, a la multiplicidad de perspectivas y también a encontrarse
con uno mismo. Además, al identificarse con las vivencias y problemáticas de las otras
personas (que hacen de espejo y a la vez de altavoz de los propios contenidos internos)
es posible encontrar que, tanto en la luz como en la sombra, nada de lo humano es ajeno.

El grupo es por naturaleza un gran amplificador, lo que permite crear grupos que inviten
a un nivel de trabajo realmente profundo e intenso. Este tipo de grupos, por un lado, fa-
cilitan el contacto y un acceso psico-corporal y emocional muy profundo; y por otro, po-
tencian el nivel de intimidad, aceptación y protección necesarias para llegar tan hondo.

2.1.1 Fantasmática grupal


El grupo es más que la suma de los imaginarios individuales, es un espacio de foment-
ación fantasmática. Es un lugar de intercambio entre inconscientes que conduce a con-
strucciones fantasmáticas, a veces fugaces, a veces estables, en ocasiones paralizantes,

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en otras estimulantes y creativas.

La actividad fantasmática es algo propio del aparato psíquico, y desde el momento en


que hay un grupo, una fantasmática circula entre sus miembros, cualquiera sea el mo-
tivo que los haya convocado.

A diferencia de otros autores, consideramos que


no existe un inconsciente grupal. El fantasma o
fantasía es siempre individual, es un guión incon-
sciente que se desarrolla entre varios personajes,
tiene una estructura interna grupal y es pasible de
ser escenificado; desde esta propiedad distribuye
lugares y a través de éstos forma un conjunto co-
herente a partir de una serialidad. El sujeto en su
conducta, sus sueños, sus síntomas trata de re-
alizar esta escena.

El carácter estructural de la fantasía está dado


por la existencia de diferentes posiciones, por
reglas que regulan su funcionamiento y por las
propiedades atributivas, distributivas y permu-
tativas que determinan la configuración de un
sistema de roles. Así, el papel organizador de la
fantasía en los procesos grupales se apoya en:

La estructura escénica: escenario de dramatización que propone objetos de in-


vestidura pulsional a los miembros del grupo

Su organización grupal: predispone a una distribución de lugares, propiedad dis-


tributiva que permite atribución de lugares y permutabilidad de los mismos

El rol estructurante de la fantasía no reside sólo en su carácter de escena, sino en el


hecho de que esta escena tiene un significado, es decir, que no sólo incluye acciones,
sino también afectos y sentidos. Al decir de H. Bleichmar “el fantasma no es pura imagen
de una boca mordiendo, sino que incluye la creencia de que lo hace por venganza, de que
no dará tregua al sujeto... en su constitución intervienen además de imágenes visuales,
sensaciones cenestésicas, quinestésicas, táctiles, auditivas o gustativas, un mundo de
creencias que le otorgan un sentido...”

Las fantasías originarias son comunes a todos los sujetos, se constituyen en el preciso
momento de la represión primaria y pertenecen al inconsciente no reprimido. Son es-
tructuras fantaseadas típicas, organizadoras de la vida fantasmática, que encuentran el
carácter común de referirse a los orígenes. Como los mitos colectivos, son adquisiciones
de la especie humana que intentan aportar explicación a los grandes enigmas con que
se encuentra todo individuo. En la escena originaria se representa el origen del sujeto, en
la fantasía de seducción el origen o surgimiento de la sexualidad, en la fantasía de cas-
tración, el origen de la diferencia de los sexos.

Las fantasías secundarias dependen de la historia personal, pertenecen al inconciente


reprimido, son producto de la represión secundaria de las fantasías diurnas conscientes
y pertenecen al sistema preconsciente-consciente.

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R. Kaës llama la atención sobre la universalidad del escenario fantasmático originario,


el carácter impersonal general de las fantasías originarias y el número restringido de
formas que puede revestir. Estas características permiten al sujeto entrar, no importa
dónde, en la escena y en ésta ocupar un lugar, el que sea, alternativamente.

Las fantasías originarias constituyen la estructura de la relación básica que soporta el


vínculo y las posiciones típicas en los grupos, siendo la fantasía de la escena primaria
el modelo privilegiado a partir de la cual se organiza la presencia de las otras fantasías
originarias (de seducción y de castración).

El sujeto de la fantasía originaria es el grupo: en él cada individuo tiene asignada una


posición. A su vez la singularidad puede señalarse en la medida en que esa trama hori-
zontal e impersonal se articule con la fantasmática individual. Cuanto mayor es la re-
gresión mayor es la tendencia a que la fantasmática individual se aproxime al polo
imaginario. Cuando predominan las fantasías secundarias se calman las angustias más
arcaicas y se pasa al proceso de individuación: cada paciente puede ser actor y sujeto de
su fantasía individual.

2.1.2 Modalidades de acoplamiento


En la teoría matemática de conjuntos se denomina aplicación a la correspondencia que
a cada elemento de un conjunto A le asocia un y sólo un elemento de un conjunto B. Si x
pertenece a A, el elemento de B que le asocia una aplicación f, se representa f(x) y se lo
llama imagen de x por f. Si cada dos elementos distintos de A tienen imágenes distintas
por f, ésta se llama inyectiva, unívoca o uno a uno. Si todo elemento de B es imagen de
uno de A, se le dice epiyectiva o exhaustiva. Si f es a la vez inyectiva y epiyectiva, se la
denomina biyectiva.

Estamos en presencia de un homomorfismo cuando en dos conjuntos dados donde se


hallan definidas sendas operaciones algebraicas, aplicación de uno en otro, tal que es
compatible con las estructuras algebraicas definidas por dichas operaciones en los re-
spectivos conjuntos. Es decir, que si a y b son elementos del primer conjunto y c es el re-
sultado de componerlos, según la aplicación en la definida, un homomorfismo transfor-
mará a c en un elemento del segundo conjunto que será igual al resultado de componer
los transformados de a y b, según la operación definida en dicho conjunto.

El isomorfismo es un homomorfismo biyectivo. Se habla de isomorfia, entonces, cuando


todo elemento de un conjunto se encuentra asignado a una correspondencia bi-unívoca
en los elementos de otro conjunto, en razón de un mismo sistema de relación.

El proceso grupal puede verse también desde la perspectiva de las modalidades de acopla-
miento que el grupo va atravesando, desde una polaridad isomórfica hasta otra homomórfica.

El polo isomorfo es el polo imaginario, narcisista, indiferenciado del acoplamiento. Prev-


alece en él la identidad de las percepciones, de las representaciones, de los afectos, del
régimen de las identificaciones. La necesaria coincidencia obliga a cada uno a mantener
el lugar que le es asignado en el grupo indiviso. Todo lo que ocurre en el afuera ocurre
también en el adentro porque cada uno de los sujetos no puede existir sino como miem-
bro de un cuerpo dotado de una indivisión inmutable. El aparato isomorfo identifica
el espacio psíquico individual con el espacio psíquico grupal. El discurso del grupo es
metonímico.

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El polo homomorfo es el de la diferenciación de los procesos, de las significaciones, de


los roles, de los lugares, de las tareas. Permite el pasaje de la escisión a la ambivalencia,
estructura el grupo y las relaciones del grupo con referencia a la ley diferenciadora del
orden simbólico. El acoplamiento proporciona espacios abiertos en los que puede surgir
la palabra personal. El discurso es metafórico. “El homomorfismo es la aplicación de un
grupo G en un grupo G”. Por derivación, un aparato homomorfo implica una distancia he-
cha de diferencia y de conflictividad entre esos dos conjuntos. El aparato psíquico grupal
se desarrolla en la tensión dialéctica de esos dos grupos”. (R Kaës, 1995)

Sobre el interjuego, la distancia y la tensión, alternativamente mantenidos o reducidos


entre la isomorfia y la homomorfia, se establece el proceso grupal.

Organizadores grupales

El ser humano no existe como sujeto en tanto no tiene el sentimiento de su unidad, uni-
dad de su cuerpo y unidad de su psiquismo. Wallon, Gesell y Lacan han mostrado la im-
portancia de la “fase del espejo” en la constitución de esta unidad: el niño ante el espejo
juega con imágenes especulares, no con personas reales. Cuando descubre que entre
estas imágenes una es la suya la contempla fascinado, porque le garantiza su unidad
corporal y sirve como fundamento visible al concepto de su yo. A partir de entonces el yo
se constituye como centro imaginario e ideal y es provisto de catexis de amor. Más tarde
el yo se enriquece con identificaciones sucesivas y nuevas funciones, pero el yo arcaico
subsiste como garantía de una unidad, garante imaginario y por consiguiente frágil.

Dada la intensa situación regresiva a que induce la interacción grupal, éste toma ciertas
características del grupo interno. Sus movimientos pueden alterar la relación de los obje-
tos internos, por lo que las primeras ansiedades ante la situación grupal están en relación
a fantasías de fragmentación, de pérdida de la identidad. En sus inicios la situación de
grupo terapéutico psicoanalítico es vivida como una amenaza para la unidad imaginaria,
como una puesta en cuestión del yo. El grupo pequeño permite que cada participante
pueda tener una percepción individualizada de los demás y, recíprocamente, cada uno
de ellos puede ser percibido por los otros. “Cada uno quiere que yo sea para él lo que él
espera y maniobra para avasallarme con su deseo”. Esta convergencia en cada sujeto
de un cúmulo de deseos diferentes es intolerable. El yo se despedaza, la maravillosa
unidad imaginaria se fragmenta: el espejo se ha roto. De esta manera es que los inicios
de un grupo de psicoterapia psicoanalítica hacen surgir los más antiguos fantasmas de
desmembramiento.

El grupo lleva a cada sujeto muy atrás, allí donde no se había constituido aún como
individuo, donde se sentía disgregado. En este momento de intensa regresión, cuando
todos los individuos del grupo se sienten amenazados en su identidad, unos se retiran a
su isla, otros se precipitan sobre el grupo intentado acapararlo, dos formas opuestas de
preservar el yo ideal individual frente a la producción de una imagen que espanta: la del
cuerpo despedazado.

¿Quién soy?, es el cuestionamiento sobre sí mismo que la situación grupal genera en


cada miembro. Se ponen rápidamente en cuestión las identificaciones imaginarias in-
dividuales, los participantes se ven llevados a abandonarlas, al precio de la angustia de
“ruptura”, del miedo a cambiar, del sentimiento de “volverse loco”. Es un nivelamiento
grupal en el que ya nadie está individualizado. Por eso los primeros encuentros están

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consagrados a superar esta imagen y esta angustia. El grupo no tendrá existencia como
tal si no lo ha conseguido. Es éste su primer trabajo. La ilusión grupal brinda una respu-
esta al deseo de seguridad, de preservación de la unidad yoica, para ello desplaza la
amenaza dirigida al narcisismo individual y responde instaurando un narcisismo grupal.
El grupo se erige en objeto libidinal y encuentra su identidad. Se percibe un sentimiento
de euforia que se expresa en el discurso de los participantes como “somos un buen gru-
po”, “estamos bien juntos”.

El lenguaje corriente confirma que el conflicto en juego es la lucha contra la angustia de


despedazamiento, ya que los grupos se sienten dotados de un “espíritu de cuerpo” o se
denominan “miembros” a sus integrantes. La ilusión grupal es la forma particular que
toma en el grupo el estadio del espejo. Los integrantes se dan un objeto transicional
común, el grupo, que es para cada uno de ellos a la vez realidad exterior y sustituta o
simulacro del seno materno. Desde el punto de vista típico la ilusión grupal ilustra en los
grupos el funcionamiento del yo ideal, estadio arcaico del yo, heredero del narcisismo
primario. Está constituido por la interiorización de la relación dual madre-niño, modelo
de la omnipotencia narcisista con la que el sujeto trata de mantener una relación según
la modalidad fusional de la identificación narcisista.

La ilusión grupal proviene de la sustitución del yo ideal de cada uno por un yo ideal común.
Esto explica el clima afectuoso, cálido y de protección que se vive en este momento gru-
pal, y el sentimiento de participar de un poder soberano. En esta etapa la identificación
de cada uno con cada otro es según el modelo de la relación narcisista especular.

La ilusión grupal, en un grupo de psicoterapia psicoanalítica, debe ser transitoria, produci-


endo un pasaje a otras configuraciones vinculares. El grupo se ha erigido en objeto libidi-
nal, en una restauración colectiva de los narcisismos individuales amenazados. Ésta es
una etapa necesaria, sin embargo su persistencia constituye un desplazamiento defensi-
vo en relación al verdadero objetivo del grupo: la investigación del inconsciente, el análisis.

El proceso de individuación y de discriminación es posible mediante las interpretaciones


de los terapeutas sobre las nuevas configuraciones vinculares más evolucionadas que
se suceden, configuraciones que corresponderán, en el proceso evolutivo individual, a
los estadios pre-edípicos menos arcaicos y edípico. Esto es posible en la medida en que
los terapeutas hayan podido permanecer fuera del fenómeno, sin caer en la tentación
narcisista de formar parte de la vivencia de la ilusión grupal (“tenemos un buen grupo,
somos buenos terapeutas”).

Con distintas variantes, puede surgir un “emparejamiento” donde dos participan, son
actores y los demás son excluidos o se integran como acompañantes de los “activos”.
El mismo fenómeno puede generarse entre dos subgrupos, o un subgrupo y la coordi-
nación, o cualquier otra variante. Lo característico es que alguien se haga cargo de la
acción con otro, real o imaginariamente, y alguien quede excluido.

En los grupos de psicoterapia psicoanalítica, en la medida en que estas situaciones pu-


edan ser elaboradas por señalamientos e interpretaciones, verbales o dramáticas, la
malla interaccional se fortalece, se complejiza y enriquece.

La comunicación deviene en interacción, se puede pasar de la acción a la reflexión con


facilidad. Los recursos expresivos son variados, se puede pasar del lenguaje verbal al del
juego con naturalidad. Aunque no participen todos activamente, el paciente o los paci-

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entes ubicados momentáneamente en el rol de observador, pueden participar como tal,


sin precipitarse al lugar de excluido.

Se accede así a la construcción, poco a poco, de identificaciones simbólicas, que funcio-


nan sobre la base de la diferenciación con el otro y por medio de las cuales los integran-
tes del grupo pueden llegar a identificaciones más individualizadas, en las que el deseo
de cada uno se manifiesta en su diferencia y en su comunidad en relación a los deseos
de los otros. Se accede a un funcionamiento grupal discriminado, que se asienta sobre
la diferenciación entre cada sujeto y el grupo, y de los miembros del grupo entre sí. “El
grupo es capaz de tolerar las tensiones inidividuantes y el sujeto es capaz de estar sólo
en grupo” (R. Kaës).

Es así que en el proceso, el grupo y los integrantes interactúan en un movimiento dialéc-


tico en el cual se produce y se promueve un fenómeno de desidentificación de identifi-
caciones imaginarias, para pasar a identificaciones defensivas narcicísticas primero, y
simbólicas después.

2.1.3 Transferencia en los grupos


En el grupo, la transferencia toma una forma distinta a la del proceso individual. Se es-
cinde tomando cuatro objetos transferenciales:

a) El analista o el equipo de analistas (central o vertical)

b) Los compañeros de grupo (lateral u horizontal)

c) El grupo como un todo (axial)

d) Un objeto exterior, generalmente la institución en la que funciona y enriquece el


proceso

2.1.4 Objetos transferenciales


La transferencia, entendida como resistencia, es a la vez obstáculo y motor del proceso
terapéutico, ya que su comprensión e interpretación permiten resignificar lo manifiesto.
Como la escucha analítica implica el trabajo de descodificación de la acción y del discur-
so manifiesto con el objeto de restaurar su sentido, este clivaje de la transferencia en los
grupos complejiza. La angustia persecutoria que genera la puesta en situación de grupo,
pone en marcha defensas primitivas, como la escisión. Los “objetos buenos” y “objetos
malos”, serán proyectados en los cuatro objetos transferenciales y las interpretaciones
tendrán el objetivo de develar el carácter transferencial de los contenidos manifiestos,
resignificando el discurso grupal e individual. El proceso podrá devenir entonces hacia la
integración y la emergencia de conflictivas triangulares que nuevamente serán puestas
en juego en los distintos objetos transferenciales. La presencia de este abanico de ob-
jetos transferenciales actúa como un prisma que permite poner en evidencia aspectos
de la transferencia que pueden quedar ocultos o confusos cuando se dirigen a un solo
objeto. Por otro lado, este hecho permite que, en ocasiones, al no concentrarse la trans-
ferencia en el analista, éste formule intervenciones que puedan ser escuchadas más li-
bremente por los pacientes.

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Una forma de resistencia habitual en los grupos es el liderazgo, estimulado por todos,
ya que funciona inconscientemente como el representante de las resistencias grupales;
la interpretación grupal debe tender a mostrar esta alianza inconsciente. En general,
el líder es agente de resistencia, pero en la medida en que pueda ser interpretado, es
agente de progreso.

El líder cumple distintas funciones para el grupo. Desde lo real, puede tener efectos
estructurantes, sugestivos, organizadores. En el campo de lo imaginario, es soporte de
identificaciones primarias, de mitos y fantasías.

El analista en su rol de “interpretante”, instaura el orden de lo simbólico, es el portador de


la “ley”, no organiza, no actúa ni hace actuar, no sugiere.

En la transferencia se reproduce la historia genética, a través de la proyección de las es-


tructuras psíquicas primarias de los miembros. Así, es posible que se establezca con el
líder una identificación primaria con el yo-ideal, la madre protectora, mientras la figura
del padre terrible, a modo de Súper Yo arcaico, es el primer contenido de la transferencia
sobre el “objeto” analista.

A medida que el proceso se va consolidando, este tipo de mecanismos identificatorios


van siendo reemplazados por otros más evolucionados. Disminuye la ansiedad para-
noide del comienzo, y empiezan a percibirse objetos totales. El clivaje es reemplazado
por otros mecanismos más “neuróticos”; aparece la posibilidad de reparación. En tanto
el proceso grupal se desarrolla en este sentido, las características del liderazgo se van
modificando. Éste pasa a ser rotativo, por pocas o aun por momentos en una misma
sesión. Puede ser compartido, y esta alternancia y simultaneidad de liderazgo es pará-
metro y motor del proceso. Por el contrario, la permanencia de un mismo liderazgo es
signo de resistencia.

2.1.5 Liderazgo y resistencia

La desaparición del liderazgo como función es signo de desprendimiento. Los otros son
percibidos como semejantes y singulares, modificando también el analista, la calidad
de objeto de transferencia, pasando desde el lugar de Súper Yo sádico al de Súper Yo e
Ideal del Yo.

Otra forma singular de resistencia de transferencia, es en relación a las reglas. Se trata


de distintas formas de desconocer las reglas del encuadre. Ya sea a través de demandas

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al coordinador, de violaciones más o menos conscientes de la regla de restitución, por


impugnación directa de otras reglas o, como forma más sutil, pero no menos transgreso-
ra, por acuerdo intelectual, pero desconocimiento práctico de las mismas. Por supuesto,
todas estas situaciones son oportunidades excelentes de interpretación, verbales o no,
como medio de estimular el insight grupal e individual.

Actividad 2.1

1. Lee el material de la clase, realiza un resumen donde se destaque el proceso de


terapia grupal, su fantasma, modos de acoplamiento, transferencia, los objetos
de transferencia, el liderazgo y la resistencia. Finalmente realiza un diagrama.

2.2 Intervenciones
La intervención en psicología tiene como principal objetivo controlar “los aspectos emo-
cionales (ansiedad y depresión, principalmente), cognitivos (la percepción de la propia
eficacia, la creencia sobre la capacidad personal para sobreponerse o manejar los sín-
tomas de la Fibromialgia), conductuales (actividades ordinarias que se ven reducidas o
eliminadas como consecuencia de la Fibromialgia) y sociales (García-Bardón, 2006).

Como demuestran los estudios, los pensamientos distorsionados y las creencias irra-
cionales sobre la percepción de uno mismo y de su situación actual se relacionan di-
rectamente con el dolor y la incapacidad personal en el desarrollo de una enfermedad
crónica. Además, el significado que el individuo aporta de la situación, la manera en la
que construye y atribuye un significado a la misma, determina la percepción del dolor y
la forma en la que se presentan los síntomas. Está claro que los esquemas cognitivos,
al igual que sucede en otro tipo de patologías, juegan un papel crucial en el curso de la
patología, suponiendo un importante factor de riesgo. Se ha demostrado que la existen-
cia de cogniciones negativas acerca del dolor correlaciona con la intensidad percibida
de éste, el malestar emocional general del enfermo y la interferencia del dolor en la vida
diaria. Además, los estilos de afrontamiento que pone en marcha el sujeto predicen el
curso crónico de la enfermedad, las percepciones catastróficas sobre la misma o el te-
mor a futuros problemas o lesiones. (Mingote et al. 2002).
La Psicoterapia de grupo dice que a diferencias de la terapia grupal que hace énfasis
en el crecimiento, desarrollo, presencia, autoconciencia y la superación de obstáculos
para el crecimiento, ésta es un proceso de reeducación incluyendo la percepción consci-
ente como inconsciente, el presente y pasado. En algunas ocasiones la psicoterapia de
grupo se plantea para corregir trastornos emocionales y conductuales que le impiden a
los miembros del grupo un buen funcionamiento personal.

La intervención en terapia de grupo, según Kaplan y Sadock, puede clasificarse de mane-


ra general en tres tipos:

1) Centrado en el paciente

2) Centrado en el líder

3) Centrado en el grupo

En los dos primeros se considera al individuo como la unidad básica del grupo y el cambio ter-
apéutico se produce cuando el paciente hace Insight sobre su dinámica intra e interpersonal.

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En el abordaje, centrado en el grupo, la unidad básica es el rol que la persona juega en


relación consigo mismo y con el grupo; y el cambio ocurre cuando la persona comprende
que los roles sociales están gobernados por fuerzas inconscientes primitivas que deter-
minan la conducta individual y grupal.

2.2.1 Grupales e individuales


Vimos en el capítulo anterior que la transferencia en los grupos toma características dis-
tintas de las del psicoanálisis individual, que se escinde en transferencias verticales, hori-
zontales y axiales. Este hecho ya nos sugiere la posibilidad y la necesidad de implementar
algunas variantes de la técnica. El terapeuta se puede dirigir al grupo en su totalidad, ha-
ciendo una interpretación grupal, por ejemplo, o a alguno de los pacientes en particular. El
valor de esta variable es que, como ya vimos en otros capítulos, el inconsciente se estruc-
tura como un grupo, y en determinadas circunstancias, los miembros del grupo asumen
distintos aspectos de los componentes del grupo intrapsíquico. Este fenómeno permite
reconocer esta escisión, interpretarla, para que el insight se produzca permitiendo integrar
aspectos escindidos, del grupo por un lado, pero de cada individuo por otro.

2.2.2 Recursos verbales y no verbales


En la situación de grupo en proceso psicoanalítico, algunas de las técnicas tradicionales
del psicoanálisis, tales como el señalamiento, la interpretación, la asociación libre son
implementadas sin grandes variantes a un encuadre clásico, pero la situación grupal po-
sibilita y enriquece el arsenal técnico del que se dispone. Además de los recursos verbales
que son los más conocidos por su similitud con los del psicoanálisis individual, el grupo
estimula el proceso de creatividad, tanto en los pacientes como en los coordinadores.

Trabajos recientes estudian la creatividad como un proceso psíquico distinto del proceso
primario o el secundario (Fiorini y otros). De alguna manera, siguiendo una línea de pens-
amiento que iniciara Winnicott refiriéndose al juego, se describe la creatividad como otro
proceso psíquico, al que se comienza a definir como “terciario”.

Nos proponemos conceptualizar la creatividad en el campo del proceso psicoanalítico,


como una “línea de fuga” (en el sentido deleuziano) de la repetición neurótica, que como
tal, nos enfrenta con lo diferente, con lo desconocido.

En este sentido algunos representantes de la escuela latinoamericana del pensamiento


grupal (Pavlovsky, Fridlevsky y otros), han considerado dos momentos del proceso cre-
ador. Aquel en el que el terapeuta se siente acompañado por sus modelos y sus teorías,
y otro, que es el momento de caos, en el que es necesario hacer un duelo y quedarse
solo, atravesando la angustia de un salto al vacío del que luego surgirá el producto de la
creación como original y único, y como genuino producto de cada situación terapéutica.
Así, lo creativo no consiste meramente en la utilización de la “cosa original” en sí misma,
sino en el emergente del campo psicoterapéutico en un momento dado del proceso,
sustentado por un referente teórico en relación al por qué y para qué de su utilización.

De esta actitud creativa surge la posibilidad de incorporar nuevos recursos que faciliten
la labor psicoterapéutica. Existen técnicas no verbales, “la cosa nueva”, que se introduce
en el campo de la psicoterapia, impulsada fundamentalmente por “grupa-listas” de dis-
tintas escuelas. Algunas técnicas se introducen como herramientas para comprender

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mecanismos del paciente que se tramitan a través de canales o códigos que no incluyen
la palabra, y a los que no estamos habituados a tomar en cuenta, otras con el objeto de
comunicar la conflictiva en juego de manera tal que el paciente pueda comprenderla,
allí donde la palabra no alcanza.

Nos referimos a una gama de recursos técnicos, “técnicas de acción”, que si bien no son
originados en el psicoanálisis, implementados con una visión psicoanalítica del proceso
grupal, lo facilitan.

El caldeamiento o “Warming” es una instancia previa a la instrumentación de cualquier


técnica. Consiste en un conjunto de procedimientos que preparan física y emocional-
mente al paciente para la acción y favorecen la creación del clima adecuado al material
que se desea elaborar.

El paciente que dramatiza o juega realiza asociaciones libres dramáticas análogas a las
asociaciones libres en el discurso, por lo que sus acciones brindan material para la in-
terpretación de aspectos preconscientes o inconscientes. Al finalizar cada técnica es
importante que cada paciente verbalice los sentimientos y emociones que registró. Du-
rante el desarrollo de las mismas. Este material, junto con la acción, deben ser tenidos
en cuenta para la posterior interpretación, en el sentido que muestren coherencia o con-
tradicción en los significados. La contradicción en ocasiones puede deberse a que el
paciente utilice el lenguaje verbal como defensa frente al material que emergió a través
del lenguaje dramático o lúdico.

Las dramatizaciones se desarrollan en el “como si”, los pacientes hacen “como si” fueran
padres, esposos, personajes de una escena que toma elementos de situaciones reales
o imaginarias; los afectos y las emociones no son “como si” (esto se constituirá en una
defensa), ya que pertenecen a la dimensión real de lo que sucede en el aquí y ahora del
encuadre terapéutico. Los juegos se desarrollan en la dimensión del “si”, es decir, lo que
sucede en el espacio-tiempo de la sesión es real, producto del desarrollo de la sesión.

En la implementación de técnicas de acción es conveniente no incorporar objetos re-


ales, ya que esto limita ciertos aspectos proyectivos de la puesta en escena que más
tarde pueden ser elementos para incluir en la interpretación.

2.2.3 Rol del terapeuta


El rol del coordinador o terapeuta que utiliza técnicas de acción difiere del de analista
tradicional. No sólo sus palabras, sino su cuerpo y sus acciones están expuestas a la mi-
rada del paciente y por lo tanto incluidas como elementos que, potencialmente, pueden
ser terapéuticos. El terapeuta puede intervenir no sólo interpretando verbalmente, sino
también a través de acciones.

2.2.4 Interpretaciones
Aquí es donde juega un importante papel el análisis de la contratransferencia y lo que
D. Anzieu ha dado en llamar el “análisis intertransferencial” entre los coterapeutas, que
es el análisis de las emociones que se generan en el terapeuta en resonancia con la
transferencia del paciente, que no deben “actuarse” (en el sentido de acting diferente a
acción), pero sí incluirse en intervenciones que ayuden al paciente a esclarecer su con-

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flictiva. Consideramos que este trabajo de análisis intertransferencial condensa aspec-


tos de la tradicional supervisión, con elementos de análisis didáctico.

Actividad 2.2

1. Realiza la presentación de su clase ante un grupo de estudiantes de grados in-


feriores al suyo explicándoles los tipos de intervenciones: grupales-individuales,
verbales-no verbales. Incluyendo el rol del terapeuta y la importancia de las in-
terpretaciones.

2.3 La coterapia
Nos hemos referido reiteradamente a “él o los terapeutas” de grupo. Esta distinción obe-
dece a una posibilidad que inaugura el abordaje grupal que reside en el hecho de que el
rol terapéutico pueda ser ejercido por más de una persona. Esta posibilidad no se debe
al número de pacientes en tratamiento, sino a un criterio teórico que sustenta la inclu-
sión de un equipo terapéutico que potencie la riqueza del trabajo grupal a través de un
dispositivo específico.

La presencia de dos o más personas que desempeñan algún rol terapéutico puede ser
entendida de diferentes maneras, de acuerdo al marco teórico de referencia que se pone
en juego en la elección de cada uno de los dispositivos posibles.

2.3.1 El terapeuta y el observador


Existe un primer modelo que contempla la presencia de un terapeuta y de uno o más
observadores no participantes. La fundamentación de esta modalidad se apoya en el
supuesto de que el observador no participante se encuentra de alguna manera “fuera”
del campo interaccional o que al menos su compromiso emocional puede ser menor que
el de un terapeuta directamente involucrado en la interacción.

La función del o los observadores es, en este caso, el registro lo más fiel posible de los
intercambios tanto verbales como no verbales de los integrantes del grupo con el fin de
reconstruir posteriormente cada sesión para que el equipo en su conjunto pueda repen-
sar lo ocurrido y plantear hipótesis interpretativas que se hallan pasado por alto en el
momento del trabajo grupal.

Consideramos que esta posibilidad conlleva algunos supuestos a nuestro entender erró-
neos, tales como el hecho de considerar que el observador no participante pueda no es-
tar involucrado o estarlo en menor grado en la vida grupal por el sólo hecho de no hablar;
por otra parte creemos que el hecho de guardar silencio no constituye a un observador
en “no participante”, por el contrario, su presencia desencadena en el grupo fenómenos
proyectivos de alto nivel, en general con contenidos persecutorios, que movilizan aspec-
tos transferenciales.

El observador no participante tampoco se encuentra exento de vivencias contratransfer-


enciales las que pueden vehiculizarse a través de mensajes no verbales (miradas, gestos,
etc.) que son percibidas por el grupo o a través de la inevitable subjetividad del registro
del material surgido de la sesión.

Una variante en relación a este modelo es la de un equipo formado por un terapeuta y uno
o más observadores participantes. Este segundo modelo contempla la inclusión del o los

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observadores y legitimiza su presencia pero queda a mitad de camino en relación a la po-


tencialidad que supone un modelo multisubjetivo de intervención en el campo de lo grupal.

Otro modelo utilizado en nuestro medio es el denominado “Unidad Funcional” (Rojas


Bermúdez, 1997) que reconoce su origen en el psicodrama moreniano. Este equipo está
compuesto por un terapeuta y uno o dos yo-auxiliar. Las funciones de uno y otro se en-
cuentran bien diferenciadas, así como su formación profesional. J.L. Moreno caracterizó
explícitamente las funciones, tanto del Director como del Yo Auxiliar, para el primero de-
terminó las de productor, terapeuta y analista social, para el segundo actor, guía y agente
terapéutico e investigador social. Entendemos que esta modelización presenta cierto in-
terés, ya que incluye en toda su dimensión la presencia del equipo terapéutico y amplía
las posibilidades que se presentan en relación a los campos a investigar y sobre los cu-
ales intervenir en el trabajo grupal, es decir, no sólo la palabra, sino también la acción. Sin
embargo, se sustenta en consideraciones a las que nos adherimos.

El terapeuta es quien produce y dirige la escena en función de ciertas hipótesis terapéu-


ticas que desea investigar o sobre las que desea operar, pero es el yo-auxiliar quien a
través de su función de actor y en el espacio dramático opera con el paciente, privilegi-
ando los registros corporales y emocionales que guían su intervención. En el comentario
posterior a la dramatización es el director quien realiza la comprensión intelectual de la
escena con los aportes del yo-auxiliar en relación al campo de lo vivencial. La diferen-
ciación de director y yo-auxiliar determina, a nuestro entender, una disociación entre lo
racional y lo emocional. Los continuos esfuerzos por integrar a los miembros del equipo
para lograr una verdadera “unidad funcional” son vanos en relación a un supuesto fun-
damental que produce y potencia las operaciones de clivaje (disociación, escisión) pro-
pias de la psicopatología de los pacientes. Otro argumento esgrimido en favor de esta
práctica responde a la intención, de por sí válida, de incluir la triangularidad en el espacio
psicoterapéutico. “... se hallan en permanente interacción tres roles sociales claramente
diferenciados: paciente-terapeuta-yo auxiliar, los que constituyen una matriz vincular tri-
angular constante.” (Roberto Gómez).

Consideramos que en este sentido existe un equívoco que se traduce en una especie de
homologación entre lo tripersonal (tricorporal) y lo triangular, entre lo real y la realidad
psíquica; el hecho de que existan tres personas o tres roles no garantiza la triangularidad
a la que se accede como un logro intrapsíquico y una posición subjetiva en los vínculos
producto del atravesamiento de fantasmas de castración.

2.3.2 Fundamentación
El modelo que hemos elegido y desarrollado en nuestra práctica de psicoterapia psico-
analítica grupal corresponde a lo que Mauricio Abadi y Eduardo Pavlovsky han denomi-
nado “psico-terapia grupal con dos terapeutas” o “coterapia”. Se denomina –as- a la
psicoterapia de grupo en la cual el manejo de la situación terapéutica es realizado simul-
táneamente por dos terapeutas “en absoluta condición de igualdad, en lo que se refiere
a su importancia, funciones, operancia y jerarquía desde el punto de vista de los pacien-
tes”. “La presencia de la pareja coterapéutica en un grupo produce una acción catalítica
que determina la intensidad vivencial y expresiva del material de fantasías inconscientes
que emergen del grupo y de un proceso de facilitación a la apertura de nuevas vías de
acceso al material inconsciente del grupo” (Abadi y Pavlovsky).

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Desde nuestra perspectiva, esta modalidad inaugura la inclusión de lo grupal en el


ámbito del equipo terapéutico, en cuyo seno se desarrollan los mismos fenómenos que
atribuimos a todo grupo (un grupo de personas es tratado por otro grupo de personas).
Sabemos que tanto nuestra labor como nuestra relación atraviesa todas las vicisitudes
de un grupo y conscientes de ello trabajamos constantemente sobre nuestros fantasmas
con la idea de que todas aquellas cuestiones que puedan surgir entre nosotros puedan
ser reflejo claro de la temática grupal y de cada uno de los sujetos del grupo, transferidas
a nosotros en tanto grupo y/o en tanto individuos.

Como todo grupo atravesamos en los comienzos de nuestra tarea en común, que lleva ya
varios años, fantasías de despedazamiento y aniquilación, que nos han llevado a largas
discusiones donde cada uno de nosotros mantuvo “a rajatablas” su posición. A pesar de
nuestros acuerdos fundamentales (somos analistas, creemos en lo grupal) provenimos
de diferentes orígenes y formaciones profesionales y el trabajo sobre nuestras diferen-
cias, vinculado a fantasías de castración, nos ha permitido complementarnos y sumar
nuestras experiencias para enriquecer nuestra labor cotidiana.

También hemos ahondado en diferencias que hacen a nuestros estilos (por ejemplo uno
de nosotros es más osado, el otro más cauteloso) lo que nos ha permitido mayor flexibili-
dad en el sentido de no quedar entrampados en ciertas identificaciones imaginarias (“el
osado”, “el cauteloso”) y poder ambos disponer de una más amplia red de estilos y recur-
sos. El trabajo sobre nosotros es una tarea constante, a la que dedicamos el tiempo y la
energía que creemos necesarios para comprender las cuestiones imaginarias que circu-
lan entre nosotros y poder simbolizarlas a través de una especie de autoanálisis grupal.

2.3.3 Interpretaciones
Creemos que el modelo de la coterapia presenta una amplia gama de ventajas en relación
a los modelos precedentes. Un grupo de terapeutas piensa” mejor y “se piensa” mejor. Con
un cierto grado de cohesión y entrenamiento, las visiones parciales de un mismo objeto
pueden complementarse y potenciarse; cada terapeuta, de acuerdo a su experiencia per-
sonal y profesional, aportar un enfoque diferente que enriquecer. La visión global de los
fenómenos grupales. Por otro lado, el impacto de lo transferencial es más fácilmente me-
tabolizado por un equipo de terapeutas, lo que facilita la interpretación de la misma.

Los aspectos no elaborados de la contratransferencia pueden aparecer como escoto-


mas o tensiones entre los miembros de la pareja terapéutica, que se resuelven y se vuel-
ven operativos, en el sentido de interpretables al grupo, a través de lo que D. Anzieu ha
denominado “análisis intertransferencial”.

En sesiones de grupo realizadas en coterapia puede suceder que alguno de los terapeu-
tas se entregue más al juego transferencial, interviniendo en discusiones, opinando, acer-
cándose más al plano de lo emocional que se genera en el clima grupal, mientras el otro
observa la escena y el interjuego dramático que se desarrolla en la sesión con una cierta
distancia que le posibilita enunciar las hipótesis interpretativas de los fenómenos en juego.

Estas dos funciones, presentes también en un terapeuta único en virtud de lo que se ha


denominado la “disociación instrumental”, son ejercidas en la coterapia en forma alter-
nada por cada uno de los terapeutas, en el transcurso de una misma sesión o en sesiones
sucesivas. Señalamos aquí la diferencia entre el funcionamiento de la coterapia y el de la

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unidad funcional. En esta última hemos anticipado cierto grado de disociación que está
implícito en el encuadre a través de la rigidización de los roles (director y yo-auxiliar),
en la coterapia al desarrollarse las funciones de manera alternada se garantiza que los
fenómenos disociativos que aparecen en la transferencia son exclusivamente debidos
a la psicopatología de los pacientes en tratamiento.

“Cada uno de los terapeutas sirve, de este modo, de pantalla a las dicotomías surgidas
de las múltiples disociaciones surgidas de una elaboración regresiva de las angustias.
Disociaciones como lo bueno y lo malo, lo sano y lo enfermo, lo regresivo y lo prospec-
tivo son proyectadas o depositadas sobre las dos pantallas (los dos terapeutas) previa-
mente discriminados” (Abadi y Pavlovsky).

Intervenciones

Una adecuada relación coterapéutica se define por las intervenciones homólogas y


complementarias de ambos terapeutas entre sí. La intervención homóloga consiste en
la intervención de un terapeuta que resulta en una ampliación del mismo punto de vis-
ta del otro terapeuta; la intervención complementaria consiste en ayudar a completar
la interpretación enunciada por un terapeuta desarrollando aspectos poco tenidos en
cuenta.

En estas últimas un terapeuta puede a veces oponerse momentáneamente a las inter-


venciones del otro con la finalidad de concientizar la contradicción o los antagonismos
propios de la conflictiva de un paciente o del grupo. Ambos tipos de intervenciones de-
ben ser utilizadas en una coterapia, evitando que cierto grado de rigidez resulte en que
sean casi siempre homólogas o casi siempre complementarias. La persistencia de uno
u otro tipo de intervenciones puede deberse a conflictivas no elaboradas de la pareja de
coterapeutas (rivalidad, competencia o sumisión) o a cuestiones contratransferencia-
les que los coterapeutas dramatizan oponiéndose o acordando sistemáticamente.

El fundamento que subyace a nuestra elección en relación a la coterapia surge de nues-


tra convicción acerca de la efectividad de lo grupal en psicoterapia. No nos ofrecemos
al grupo como un bloque indiscriminado de terapeutas que piensan siempre lo mismo,
sino como un grupo de profesionales donde cada uno de sus integrantes puede aportar,
desde su punto de vista, una perspectiva particular de los fenómenos en juego en cada
sesión y a lo largo del proceso grupal.

En su fundamento, esta modalidad atenta contra la idealización y la posición fálica de


un terapeuta poseedor de la verdad. Nos ofrecemos como dos personas discriminadas,
idóneas en lo profesional que aportan una mirada que se completa con la del otro y con
la de los integrantes del grupo. En este sentido sabemos, y aquí reside para nosotros
el potencial del dispositivo grupal, que los pacientes poseen también una perspectiva
válida de los fenómenos individuales y grupales y que muchas veces un rol terapéutico
puede ser ejercido por uno o varios miembros del grupo. Nuestra visión como la de los
pacientes es siempre fragmentaria, pero nos ofrece una multiplicidad de perspectivas y
sentidos que enriquecen las intervenciones que podemos formular.

Actividad 2.3

1. Organiza una mesa redonda sobre “La coterapia, su fundamentación, funciones


e intervención.”

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2.4 Psicoterapias de apoyo


Las psicoterapias de apoyo surgen como una necesidad de brindar un apoyo rápido y
concreto a aquellas personas que por el contexto en que se encuentran es difícil propor-
cionarles un tratamiento prolongado y profundo para sus problemas.

Este tipo de psicoterapias constituyen una ayuda a los problemas emocionales, prob-
lemas en los que los amigos y/o familiares pueden ayudar a resolver, pero como sólo son
una respuesta automática, generalmente no brindan el apoyo necesario.

Por lo anterior, y para brindar la ayuda adecuada, en el proceso psicoterapéutico de


apoyo, los especialistas (psicólogos, psiquiatras) utilizan técnicas estructuradas y de
forma deliberada a fin de proveer el apoyo necesario, tanto en psicoterapias paliativas,
sociales o institucionales, que caen dentro de la categoría de apoyo, con el objetivo de
llevar al paciente a un equilibrio emocional tan rápido como sea posible, ya sea minimi-
zando o eliminando la sintomatología a fin de establecer un nivel propicio de funciona-
miento. (González Húñes 1999)

En los siguientes párrafos se hará una descripción y explicación más detallada de este
tema.

2.4.1 Definición
Las psicoterapias de apoyo surgen como una necesidad de brindar un apoyo rápido y
concreto a aquellas personas que por el contexto en que se encuentran es difícil propor-
cionarles un tratamiento prolongado y profundo para sus problemas.

Este tipo de psicoterapias constituyen una ayuda a los problemas emocionales, prob-
lemas en los que los amigos y/o familiares pueden ayudar a resolver; pero como sólo son
una respuesta automática, generalmente no brindan el apoyo necesario.

Por lo anterior, y para brindar la ayuda adecuada, en el proceso psicoterapéutico de


apoyo, los especialistas (psicólogos, psiquiatras) utilizan técnicas estructuradas y de
forma deliberada a fin de proveer el apoyo necesario, tanto en psicoterapias paliativas,
sociales o institucionales, que caen dentro de la categoría de apoyo, con el objetivo de
llevar al paciente a un equilibrio emocional tan rápido como sea posible, ya sea minimi-
zando o eliminando la sintomatología a fin de establecer un nivel propicio de funciona-
miento. (González Húñes 1999)

En los siguientes párrafos se hará una descripción y explicación más detallada de este
tema.

2.4.2 Tipos de grupos: de acogida, de apoyo y de ayuda mutua


Grupos de acogida

Los Grupos de Acogida son un tipo específico de grupo, que varía en el número de miem-
bros, puede oscilar entre dos personas hasta ocho. El tamaño no es fundamental, pero sí
la función que cumple, el objetivo básico de este tipo de grupos es promover la conten-
ción y acogida puntual en un momento de máxima crisis de los participantes que llegan
al mismo. Ante una situación de diagnóstico fatal, o anuncio de una intervención quirúr-

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gica, se hace necesario amortiguar dicho impacto mediante una estrategia psicosocial,
el grupo de acogida permita contener, y acoger a las personas en dicha situación. La
ansiedad y el miedo son mayoritarios en esta situación, por lo que las funciones básicas
son escuchar, guiar y contener. (Martínez Taboada y Palacín, 1997)

Grupos de apoyo

Los Grupos de Apoyo, convocados por el profesional para crear un ambiente acoge-
dor dónde gestionar los recursos de los miembros para afrontar la situación de cambio
conflictiva o amenazante. Suelen estar compuestos por personas que comparten al-
gún tipo de problema que altera o modifica aspectos de su funcionamiento normal. La
pertenencia a estos grupos proporciona nuevos lazos y relaciones sociales a sus miem-
bros, de modo que se sustituyen los recursos naturales o compensan sus deficiencias en
provisiones psicosociales mediante la interacción con personas que tienen problemas,
carencias y/o experiencias comunes (Barrón, 1996).

Socio-afectivamente, estos grupos fomentan directamente la salud y la reducción del


malestar psicológico (Barrón, 1996) y permiten al individuo hacer una mejor valoración
de su propia situación, gracias a lo que le ofrecen: recursos de afrontamiento y de paliar
emociones negativas, proporcionar mayor sensación de control, aumento de la autoes-
tima y del estado de ánimo positivo, y permiten una oportunidad de interacción social
regularizada y de recibir feedback de los demás miembros, lo que será útil para identifi-
car síntomas y actuar con rapidez ante cualquier desajuste (Rodríguez Marín, Pastor, y
López-Roig, 1993).

Grupos de ayuda mutua

Los Grupos de ayuda mutua están compuestos de personas que comparten un prob-
lema o situación, que se reúnen para hacer alguna cosa para superarlo y conseguir cam-
bios sociales y/o personales.

Los grupos de ayuda mutua enfatizan la interacción personal y la asunción individual de re-
sponsabilidades de sus miembros. Suelen proporcionar ayuda material o emocional y pro-
mueven unos valores a través de los que sus miembros pueden reforzar la propia identidad.
Hay una gran diversidad de grupos de ayuda mutua. Constituidos tanto por personas af-
ectadas de una enfermedad o problema como por sus familiares o cuidadores. Algunos
grupos de ayuda mutua se centran en una enfermedad crónica (por ejemplo, esclerosis
múltiple, insuficiencia renal, neurofibromatosis...). Otros grupos de ayuda mutua acogen
persones con un problema de comportamiento personal (abuso de alcohol o drogas,
obesidad por exceso de alimentación, anorexia), a los que les es muy difícil dar un cam-
bio de forma de vida aisladamente. Últimamente han proliferado los grupos de ayuda
mutua de personas que sufren problemas psicosociales (por ejemplo, separaciones de
parejas, duelos, pérdida de hijos, problemas creados por la vejez, recién salidos de la cár-
cel, del hospital, soledad) o un problema generado por la propia sociedad (marginación
a causa de la delincuencia, homosexuales, minorías), pero la diversidad de los grupos se
va extendiendo mucho más.

Es importante que el grupo de ayuda mutua se marque su finalidad y que sea el grupo
mismo quien decida qué quiere hacer. Las actividades fijadas en grupo dependerán de
los intereses y aspiraciones de sus componentes.

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El motivo para incorporarse a un grupo de ayuda mutua es diferente para cada uno de
sus miembros. Los participantes del grupo de ayuda mutua tienen oportunidad no sólo
de discutir los motivos, los deseos y expectativas que los han llevado a reunirse, sino tam-
bién sus preocupaciones, angustias y contrariedades. Los motivos pueden ser diversos:

Conocerse mejor uno mismo

Obtener información

Hallar la comprensión de otras personas que están en la misma situación

Hacer amistad con personas que te comprenden y te aceptan

Dar apoyo a los otros miembros del grupo de ayuda mutua

Clarificar la información que se tiene sobre el problema

Salir del propio aislamiento

Algunas de sus características son:

a) Facilitar e intercambiar información:

Estimular el intercambio de experiencias y conocimientos entre los miembros. Se pueden


valorar los conocimientos sobre nuevas formas de tratamiento o recibir información so-
bre un problema concreto, que puede adquirirse invitando a ‘expertos’ al grupo de ayuda
mutua. Gracias al intercambio de experiencias se suavizan problemas. Además, a través
de la información que se recibe se conocen contactos y recursos. La información al pú-
blico puede ser útil a las personas que se hallan en la misma situación y no gozan del so-
porte de un grupo, porque desconocen su existencia para ponerlos en contacto. También
es importante dar a conocer al conjunto de la población las necesidades especiales de
los afectados: como hacen los disminuidos físicos cuando piden la supresión de barreras
arquitectónicas.

b) Apoyo emocional entre sus miembros:

Por apoyo emocional entendemos saber escuchar y ver a otro que sufre un problema
parecido o más grave. Este apoyo se da durante las reuniones del grupo de ayuda mutua,
pero muchas veces también fuera del grupo, a menudo hablando por teléfono, por car-
ta... Este apoyo es permanente o bien puntual en situaciones de crisis. Este aspecto pu-
ede ser esencial del grupo de ayuda mutua, o puede añadirse a las actividades del grupo.

c) Prestación de servicios:

La prestación de servicios puede ser la finalidad del grupo, pero en alguna ocasión su-
cede que el grupo presta unos servicios determinados a sus miembros. Por ejemplo,
organización de colonias para niños diabéticos. Los servicios se los pueden ofrecer los
miembros entre sí, el grupo puede crear un centro de servicios atendido por voluntarios o
por personal retribuido.

d) Organización de actividades sociales:

Un grupo puede reunirse para jugar a cartas, ir a una cafetería, etc. Estas reuniones a
menudo pretenden romper el aislamiento en que se encuentran muchas persones con
enfermedades crónicas que, sin este estímulo, no saldrían de casa.

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e) Defender intereses y presionar:

Puede ser que el objetivo del grupo sea defender sus intereses y hacer presión social. Ya
que el grupo posee unas características comunes, si no están cubiertas ciertas necesi-
dades, un grupo puede emprender acciones para darse a conocer a las autoridades y a
la opinión pública. La forma de ejercer esta presión va desde dirigir una petición formal a
la autoridad pertinente, hasta a organizar una manifestación de afectados.

2.4.3 Modelo de Alcohólicos Anónimos (AA)


Alcohólicos Anónimos ha logrado el éxito en la recuperación del alcoholismo en la
mayoría de los países del mundo, derribando fronteras de toda clase, poniendo al al-
cance de toda persona, hombre o mujer, que tenga el deseo de dejar la bebida, un sen-
cillo Programa de Recuperación sugerido que se basa en Doce Pasos, el cual funciona
de forma muy eficiente para reintegrar al individuo a la familia y a la sociedad. En la
actualidad existen millones de personas en todo el mundo beneficiadas con este efec-
tivo Programa.

El objetivo primordial de AA es alcanzar a todo aquel que sufre por su manera de beber,
por lo tanto, se abstiene como Agrupación de dar opinión en campos como la religión,
investigación, educación, medicina o psiquiatría, apoyamos, pero no nos afiliamos a
ninguna causa; sin embargo, como miembros individuales pueden participar en cual-
quiera de estos campos, sin promover o mencionar que son miembros de AA.
El grupo se inicia cuando dos o más miembros de AA deciden reunirse con el único obje-
tivo de no beber, pueden nombrarse a sí mismos un grupo. Con el fin de iniciar las activi-
dades de AA en una localidad o institución y conscientes de la magnitud de su problema
de alcoholismo, decidan ayudar a otros. En la medida que la Agrupación crece, también
aumentarán las posibilidades para lograr el objetivo primordial: alcanzar al alcohólico
que aún sufre; fortaleciendo de esta manera la propia sobriedad.

1.- Admisión del alcoholismo: En términos generales, al ser humano no le gusta


perder o aceptar que está equivocado. En el caso del alcohólico, por lo regular,
siempre trata de justificar su forma anormal de ver y argumenta que no tiene
problemas al respecto. Sin embargo, puede darse cuenta de su situación real
si analiza cuidosamente y con honestidad su manera excesiva de beber y los
daños que esto le ocasionó tanto a él como a los demás. En virtud de que la
ciencia médica dictaminó que el alcoholismo es una enfermedad, la persona

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deberá tomar en cuenta que nadie puede rehabilitar, o tratarse, si no se acepta la


enfermedad. Entonces la persona, que con sinceridad quiere dejar de beber, debe
aceptar su incapacidad por controlar la bebida; de lo contrario le podrá causar la
locura o la muerte prematura.

2.- Análisis de la personalidad y catarsis: A través de un análisis de la personalidad, o


un examen de conciencia, el enfermo podrá descubrir las causas que lo llevaron a
beber en forma destructiva; un síntoma de problemas más profundos como son:
carencia de control de las emociones, falta de aceptación de la realidad. Esto
es, un individuo inadaptado, desorientado, que casi siempre estuvo en desacu-
erdo con todo y con todos, lo llevó a crearse hondos resentimientos, que siempre
tuvo infinidad de pretextos para beber; ahora se da cuenta de las fallas en su
personalidad: pudo ser demasiado orgulloso, envidioso, vanidoso, iracundo, etc.,
se conocerá, se aceptará a sí mismo y sabrá cuáles son sus alcances, cuáles sus
limitaciones, disponiéndose a cambiar de juicios y actitudes. Después de lo an-
terior, deberá darse la oportunidad de hacer una catarsis o saneamiento mental,
expulsando todo aquello que mantuvo en secreto y que le ocasionaba intranqui-
lidad, es conveniente que esto lo lleve a cabo o con un psiquiatra, un consejero es-
piritual o un miembro experimentado de AA que haya practicado este concepto.

3.- Reajuste de las relaciones interpersonales: El enfermo, dada su incontrolable


forma de beber y conducta equivocada, deterioró sus relaciones personales y,
para reintegrarse a la sociedad, deberá hacer un reajuste de sus relaciones. Para
lograr lo anterior tendrá que descubrir los daños que ocasionó a los demás, física
y moralmente. Después, en la medida que le sea posible, habrá de reparar esos
daños; así logrará la tranquilidad que necesita para poder mantenerse sin beber.

4.- Dependencia de un Poder Superior: Para obtener un cambio de juicios y actitudes


positivas, aspirando a una nueva vida, el enfermo necesita depender de un Poder
Superior o de algo más fuerte que él; debido a que el enfermo siempre trató de
hacerlo todo por sus propios impulsos, lo que originó que constantemente fra-
casara, se frustrara y luego se resintiera con los demás. Necesita reducir su ego
para aceptar la ayuda de algo o de alguien. No es conveniente depender de las
personas o cosas, pues en algún momento nos pueden fallar. Inicialmente se pu-
ede depender del Grupo de AA y después si así lo prefiere, puede depender de
un Dios, tal como él lo entienda, ya que en Alcohólicos Anónimos se respeta la
libertad de creencias.

5.- Trabajando con otros: Al dejar de beber, el alcohólico necesitará de algo en qué
canalizar la energía que lleva dentro de sí, necesita dedicar el tiempo que ocupa-
ba en emborracharse en algo que le ayude en su recuperación, esto lo encuentra
a través de ayudar a otros alcohólicos de la misma manera que lo hicieron con él.
El objetivo es reforzar su sobriedad, manifestar su gratitud hacia AA.

2.4.4 Técnica de psicoterapias de apoyo


La psicoterapia de apoyo constituye uno de los métodos más utilizados en la psicoterapia
en general, y se utiliza en la mayoría de los hospitales y clínicas psicológicas y psiquiátri-
cas; sin embargo, en la mayoría de los casos en que se aplica este tipo de tratamiento, no

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se tiene una idea correcta de cómo funciona ni cuáles son las técnicas que pueden ser
útiles en determinados casos, por lo que a veces se aplica sin un sistema, por lo que se
resta eficacia al método que ya ha demostrado su utilidad a través del tiempo,

Puede justificarse lo anterior a las pocas investigaciones que se han realizado para dem-
ostrar su utilidad, y también a los pocos libros que se han escrito sobre este tema.

La psicoterapia de apoyo, como ya se ha mencionado, es una técnica que utiliza una


serie de recursos destinados a restituir o reforzar las defensas del yo, en pacientes cuyo
marco de referencia perceptivo se encuentra mal integrado, enseñándoles a enfrentar
con éxito sus diversos problemas emocionales.

La meta fundamental de esta técnica es la de proporcionar el apoyo necesario para que


el paciente pueda retornar a un nivel de equilibrio emocional, a través de la reducción de
los síntomas que le generan ansiedad.

Estas técnicas son muy variadas, y entre las más importantes están las siguientes:

Liberación de sentimientos

Reforzamiento del principio de realidad

Alentar el sentimiento de esperanza real

Estimular la socialización

Dar seguridad y esperanza

Enseñar a razonar

Reorganizar las percepciones

Interpretación

Sugestión

Persuasión

Consejo

2.4.5 Guía y conducción


Guía es el término utilizado para designar a un cierto número de procedimientos que
proveen de ayuda activa a un individuo, en aspectos tales como educación, empleo,
salud y relaciones interpersonales.

El alcance en la manipulación de la vida del paciente varía de acuerdo con sus condi-
ciones y el tipo de sistema empleado. El rol que el terapeuta desempeñe debe ser el de
una autoridad completamente directiva, que disponga de un régimen programado diari-
amente y no permita tiempo para la ociosidad ni la meditación destructiva. Un día equili-
brado para la persona puede organizarse asignándole horarios para levantarse, para el
cuidado del cuerpo y para el arreglo personal, y para un plan de trabajo, así como perío-
dos de descanso, recreación y sueño, además de otras actividades, a fin de que pueda
aprovechar cada hora del día. Sin embargo, semejante control de la rutina del paciente
es raramente necesario ya que, por lo general, la conducción se dirige hacia un problema
específico que interfiere con su ajuste personal.

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La guía está basada en una relación de autoridad establecida entre el terapeuta y el pa-
ciente. Uno de los problemas inherentes a este vínculo radica en que el paciente puede
sobrevalorar la capacidad de razonamiento del terapeuta, hasta el punto de anular la
propia y su derecho a criticar, e incluso pueda ser dominado por sentimientos de miedo
y temor. Bajo estas circunstancias, cualquier duda que surja relativa a la fortaleza o sa-
biduría de la autoridad provoca una fuerte inseguridad. La hostilidad y los sentimientos
de culpa, si se desarrollan como tales, deberán ser reprimidos de manera rígida ante el
miedo de incitar una contra-agresión o desaprobación. Se puede reconocer en esos pa-
trones irracionales, la misma actitud que el niño expresa hacia la omnipotencia parental.
De hecho, la necesidad de ayuda emocional del individuo neurótico se asemeja en alto
grado a la del niño inmaduro, quien busca solucionar su dependencia ante el poder de
las figuras parentales. Además, la persona neurótica recrea en el terapeuta la autoridad
original con que invistió a sus padres buscando en él un tipo de amor equivalente.

2.4.6 Manipulación Ambiental


La manipulación ambiental es una aproximación de terapia que intenta solucionar el
disturbio emocional del paciente, al remover o modificar elementos desorganizadores
en su medio ambiente. El trabajo social, más que cualquier otra disciplina, ha estructu-
rado el sistema de manipulación ambiental más completo y mejor organizado, donde
los servicios prestados incluyen la mediación de financiamiento, alojamiento, trabajo,
recreaciones, rehabilitación y tratamiento de problemas maritales y familiares. Muchas
de las técnicas de manipulación ambiental, elaboradas en trabajo social, pueden ser
implementadas por el terapeuta cuando éste determine que las dificultades situacio-
nales son tan desorganizantes para el individuo que lo inhabilitan a vivir con ellas, o bien
puede solicitar los servicios de un trabajador social como su adjunto para este fin.

2.4.7 Externalización de intereses


La externalización de intereses del paciente es utilizada algunas veces como un soporte
adjunto al tratamiento. Es empleada, particularmente, cuando el individuo se ha visto
tan absorto por sus problemas internos que la realidad externa ha perdido significado
para él, por lo que para contrarrestar esto se hace un intento por redirigir los intereses
del paciente hacia el mundo exterior (sentimientos hacia las artes, habilidades, música,
juegos, deportes, recreaciones o pasatiempos). Muchos intereses pueden explotarse
mediante este esfuerzo, tales como el trabajo en madera, costura, tejido, el trabajo en
metales, elaboración de tapetes, jardinería, cartas, ajedrez, ping-pong, handball, etc.

Sin descartar otros pasatiempos y recreaciones, esta técnica puede ser implementada
para desviar la atención del paciente vinculada a la tensión interna y la ansiedad. Dentro
de las terapias organizadas incluidas bajo este rubro, se encontrará a la terapia ocupa-
cional, la terapia recreacional y la musicoterapia.

Inducción a la tranquilidad

De alguna forma, la inducción a la tranquilidad es utilizada en todas las psicoterapias


(tanto individuales como grupales). El hecho de entrar a terapia, en sí mismo, constituye
para el paciente la tranquilidad de que no es incurable ni está destinado fatalmente a
la locura. La relación con el terapeuta y con los compañeros del grupo le provee sen-

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timientos de aceptación y seguridad, aun cuando éstos no puedan ser expresados con
palabras.

En la terapia de apoyo se proporciona al paciente la tranquilidad verbalizada de manera


particular cuando éste expresa dudas concernientes a su capacidad para recuperarse, e
inseguridad acerca de su capacidad para evitar tener nuevamente un sufrimiento intenso
que ya vivió, o para lograr alivio al síntoma actual.

También se tranquiliza al paciente cuando se encuentra sujeto a sus miedos condiciona-


dos por sus propias fantasías, o por sus pensamientos irracionales. El terapeuta discute
estos temores de manera abierta con el paciente, ofreciéndole explicaciones tranquil-
izadoras acerca de que sus miedos no tienen fundamento, para aliviar la tensión y la
ansiedad.

2.4.8 Técnicas Sugestivas


1.- Sugestión Hipnótica

La eliminación de síntomas mediante la hipnosis es una de las


técnicas más añejas, sin embargo, todavía es empleada en
todo el mundo. Los resultados informados varían desde un
entusiasmo ilimitado hasta una desacreditación del método
como una forma irracional de psicoterapia, aunque en gen-
eral es el más antiguo de todos los procedimientos exitosos
de tratamiento. A causa de su relación con los efectos, más
que con las causas, el método tiene muchas limitaciones; no
obstante puede, bajo ciertas circunstancias, servir a un
propósito benéfico en casos seleccionados de manera cui-
dadosa. El terapeuta debe ser muy cauto al utilizar esta téc-
nica en psicoterapia de grupo.

Cuando el terapeuta ocupa una posición omnipotente en la mente del paciente, ciertos
síntomas pueden ser disipados mediante su mandato. Los síntomas que son removidos
a través de la sugestión hipnótica desaparecen porque el paciente tiene la necesidad de
someterse a las órdenes del terapeuta. Con frecuencia la motivación para obedecer está
condicionada por un deseo de satisfacer necesidades importantes de seguridad medi-
ante mecanismos arcaicos de sumisión y de sumisión con una autoridad omnipotente.

En la medida en que esta motivación es mayor que las ganancias que el paciente ob-
tiene de la complacencia de sus síntomas, éste abandonará sus demandas de mando
y permanecerá en una posición cómoda siempre y cuando continúe teniendo fe en la
omnisciencia y en la fortaleza del terapeuta.

Algunos autores han afirmado que el efecto de la eliminación de los síntomas no es úni-
camente paliativo, ya que puede causar una reorientación general de las actitudes del
paciente; entonces, de acuerdo con lo anterior, la eliminación de un síntoma (como un
producto secundario) puede tener un efecto importante en el funcionamiento total de
la personalidad.

2.- Sugestión por prestigio

La sugestión por prestigio juega un papel en toda relación psicoterapéutica. A menudo

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es utilizada de manera involuntaria por el terapeuta como resultado de las propias nece-
sidades del paciente, pues éste escoge o infiere de lo que el terapeuta dice, ciertas cosas
que él quiere escuchar y a las cuales podría responder. Por otro lado, la sugestión puede
ser usada deliberadamente por el terapeuta, a través de prohibiciones expresadas con
un énfasis autoritario para influenciar al paciente de manera calculada.

3.- Autosugestión

La autosugestión es considerada por muchos psicoterapeutas como una forma de sug-


estión hipnótica dirigida al self. Aquí, el individuo percibe su imagen autoritaria internal-
izada (o super yo) como una autoridad que da órdenes. La autosugestión es una de las
fuerzas más poderosas de que dispone la persona, pues a través de ésta el individuo
puede verse influenciado por sí mismo para lograr un adecuado funcionamiento de los
órganos corporales y una restauración de las actitudes emocionales normales. El em-
pleo de la sugestión a corto plazo es más útil que a largo plazo.

2.4.9 Presión y coerción


La presión y la coerción son medidas autoritarias, calculadas para conducir al paciente a
soportar premios y castigos con el fin de orientarlo hacia ciertas acciones. Thorne (1968)
ha indicado que estas medidas son de utilidad en algunas personalidades dependien-
tes, quienes rehúsan enfrentar su vida bajo cualquier otra circunstancia que no sea la de
ser forzados por una autoridad. Es conocido que también se practica en individuos in-
maduros que tienden a “actuar” sus problemas, en personas que huyen de la realidad de
manera habitual, en situaciones de emergencia donde el individuo se pone a sí mismo o
a otros en peligro; en una emocionalidad incontrolable en donde los otros métodos fal-
lan, y en casos donde el paciente no toma acciones decisivas para sí mismo o cuando
manifiesta una indecisión desalentadora u oscilante.

2.4.10 Persuasión
La persuasión es una técnica basada en la creencia de que el paciente tiene en sí mismo
el poder de modificar sus procesos emocionales patológicos, mediante mera fuerza de
voluntad o a través de la utilización del “sentido común”. En la persuasión se apela a
la razón e inteligencia del paciente con propósitos de convencerlo para que abandone
sus aspiraciones neuróticas y sus síntomas, con la intención de ayudarlo a conseguir un
respeto por sí mismo.

Un cierto número de psicoterapeutas, al utilizar la persuasión, intentan adoctrinar a sus


pacientes con sus propias filosofías de la vida. El terapeuta de grupo establece entonces
una relación directiva con su paciente, quien busca la aprobación del primero basándose
en la idea de que la autoridad terapéutica debe saber qué es lo mejor para él. De alguna
manera esta aproximación es más madura que la de la guía, puesto que presupone una
participación activa del paciente en su propia cura, que aspira a una expansión de sus
fuerzas y recursos personales. La mayoría de los libros populares sobre terapia mental se
basan en formas modificadas de persuasión.

Las bases dinámicas de muchas curas persuasivas descansan en el fortalecimiento de


la represión de los síntomas, se apela a los sentimientos de patriotismo, al orgullo famil-
iar, al altruismo y al autorrespeto del paciente. El terapeuta de grupo reconstruye, en este

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último, el deseo de estar bien a fin de satisfacer los placeres inherentes a su ser creativo
y sociable, recordándole de manera constante que si se considera a sí mismo como una
persona mejor, también los otros tendrán una mejor opinión de él.

2.4.11 Catarsis emocional y desensibilización


La confesión, el hablar de cosas y el sacar las cosas del propio pecho en una relación de
amistad o con un profesionista, como un médico, sacerdote o maestro, son métodos
comunes para librarse de la tensión emocional. Sus efectos benéficos se deben a la
revelación de sentimientos y emociones reprimidos, así como la sujeción de elementos
dolorosos internos para objetivarlos. La mera verbalización de aspectos del self de los
cuales el individuo está avergonzado o atemorizado, le ayuda a desarrollar una actitud
más constructiva hacia ellos.

Gran parte del mérito producido por la catarsis emocional reside en el hecho de que el
paciente se desensibiliza de aquellas situaciones y conflictos que le molestan, pero que
la realidad le exige soportar. La tolerancia al dolor, a la desilusión y a la frustración es
excesivamente baja en personas neuróticas, por lo que es necesario reconstruir su habi-
lidad para tratar con dificultades y experiencias dolorosas sin desfallecer.

Los métodos con los que se implementa la desensibilización durante la terapia varían
según el alcance de la represión. Los conflictos conscientes pueden ser manejados a
través de la discusión, la confesión y la ventilación; sin embargo, el material menos con-
sciente requerirá técnicas propias de las terapias reeducativas y reconstructivas. La hip-
nosis es extremadamente útil para fomentar la catarsis emocional y para producir una
desensibilización.

2.4.12 Relajación muscular


A menudo, la tensión muscular acompaña a los problemas emocionales y contribuye
con los síntomas del paciente, a que éste pueda, de manera subsecuente, desarrollar
espasmos que serían en extremos desconcertantes.

Entre los síndromes creados por los espasmos de la musculatura esquelética están los
severos dolores de cabeza por secciones, las molestas contracturas del cuello, las sen-
saciones de sofocamiento en la garganta, el dolor de espalda, el temblor de manos y la
tensión abdominal, pero las tensiones también se reflejan a sí mismas, en espasmos de
la musculatura lisa que por lo tanto afectan a varios órganos internos. De este modo,
las tensiones musculares pueden exagerar los problemas del paciente, al operar como
foco de nuevas ansiedades.

Las prácticas de relajación muscular para aliviar la tensión han sido usadas por muchos
años y varias de éstas están basadas en el sistema de la enfermera Annie Payson Call,
quien desde 1969 combinaba la relajación muscular, el descanso y el adiestramiento
mental, para fines de reposo. Los ejercicios modernos más conocidos son los que con-
sisten en series de actividades que capacitan al individuo para lograr un control volun-
tario sobre su tensión. La relajación muscular también es inducida con masajes, pues
éstos realzan el tono muscular a la vez que fomentan la relajación. El descanso forzado
también tiene un efecto relajante en el sistema muscular del individuo, y en parte éste
era el objetivo de la vieja cura por reposo.

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No obstante, la influencia de la relajación muscular en la tensión del individuo es pura-


mente paliativa, por lo que siempre deberá estar acompañada de alguna forma de psi-
coterapia.

Instrumento de Evaluación: Rúbrica


El alumno entregará un documento que incluya:

Diagrama de pescado

Presentación de un tema

Mesa redonda

Mapa conceptual

Entrevista

Periódico mural

Actividad de evaluación:

Investiga y representa en un grupo de estudiantes de grado menor los tipos de interven-


ciones. Participa en una mesa redonda “La coterapia”, su fundamentación, funciones e
intervenciones. Realiza una entrevista a una persona con alcoholismo sobre los doce pa-
sos de AA y con la información recopilada elabora una redacción.

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Criterios
Indicadores Excelente Bueno Suficiente Insuficiente
10 9-8 7 6
Descripción clara y Descripción clara Describe el tema, Describe el tema,
sustancial del tema, del tema, uso de uso de imágenes, uso de imá-
uso de imágenes, imágenes, tablas tablas y esquemas genes, tablas y
tablas y esquemas, y esquemas. En el poco relacionados esquemas poco
claramente elabora- ambiente gráfico con el mismo. En el relacionados con
dos. En el ambiente utiliza un tema ambiente gráfico el mismo. En el
gráfico utiliza un de fondo, el color utiliza un tema de ambiente gráfico
tema de fondo, el es apropiado y fondo, el color es no utiliza un tema
color es apropiado permite la visual- apropiado y permite de fondo, el color
Presentación y permite la visual- ización de conteni- la visualización no es apropiado
ización de conteni- dos, resultando de contenidos. La y no permite la
digital dos, resultando ser ser atractivo. La calidad del diseño visualización de
atractivo. La calidad calidad del diseño es buena y usa cor- contenidos. La
del diseño es sobre- es sobresaliente y rectamente colores calidad del diseño
saliente, dinámica y usa correctamente e imágenes, el texto es mala y usa
usa correctamente colores e imágenes, es legible y presenta incorrectamente
colores e imágenes, el texto es legible y algunos errores de colores, imágenes,
el texto es legible y presenta algunos ortografía. el texto es poco
sin errores de orto- errores de orto- legible y presenta
grafía. grafía. muchos errores de
ortografía.
Toda la información La mayor parte La mayor parte de La información
presentada en la de la información la información pre- presentada en la
mesa redonda es presentada en la sentada en la mesa mesa redonda
clara, precisa y mi- mesa redonda es redonda es clara, tiene varios er-
nuciosa, todos los clara, precisa y mi- precisa, pero no rores, no fue clara,
argumentos fueron nuciosa, la mayoría siempre minuciosa, los argumentos
vinculados a una de los argumentos la mayoría de los no fueron vincu-
idea principal y orga- fueron vinculados argumentos fueron lados a una idea
nizados de manera a una idea princi- vinculados a una principal, la may-
lógica, los contra-ar- pal y organizados idea principal, pero oría de los contra-
Mesa redonda gumentos son claros, de manera lógica, la organización no argumentos no
precisos y concretos. la mayoría de los fue, ni clara ni lógi- son precisos y/o
Respeta las opin- contra-argumentos ca, la mayoría de los relevantes, no se
iones adversas sin son claros, precisos contra-argumentos pone de acuerdo
exaltarse. y concretos. Respe- son precisos, pero en su argumen-
ta las opiniones y algunos fueron tación y tiende a
tiende a exaltarse. poco convincen- exaltarse.
tes, no respeta las
opiniones y tiende a
exaltarse.
La redacción presen- La redacción pre- Se presenta una se- La redacción
ta una limpia y cor- senta una limpia cuencia que permite carece de limp-
recta ortografía, con ortografía, con una la comprensión del ieza y tiene fal-
una secuencia lógica secuencia lógica lector. Su opinión los ortográficos,
que permite la fácil que permite la personal se anexa dificultando la
comprensión del comprensión del muy poco con los comprensión lec-
lector. Sostiene su lector. Sostiene su temas principales. tora. Su opinión
opinión personal y la opinión personal Se evidencian ideas personal divaga y
Redacción de anexa con los temas y lo anexa con los relacionadas con es incompatible
textos principales. Hace temas principales. el tema. Con una con el tema prin-
evidencia de ideas Hace evidencia de estructura a lo largo cipal. Las ideas
completas relacio- ideas relacionadas del texto. son incompletas y
nadas con el tema mayormente con el no tienen relación
principal. Con una tema principal. Con con el tema trat-
jerarquía y estructura una jerarquía y es- ado. No contiene
a lo largo del texto. tructura a lo largo estructura.
del texto.

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Recursos didácticos
Mapa conceptual

Investigación bibliográfica

Cuadro comparativo

Tríptico

Diagrama de pescado

Presentación de un tema

Mesa redonda

Entrevista

Periódico mural
Tríptico

Argumento de psicodrama

Video de 10 minutos

Crónica

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