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RENOVACIÓN
CARISMÁTICA CATÓLICA
y qué pretende?
Nº 13.180/92
Reverendo Padre
Domingo Juanes, S.J.
Manresa Loyola
Ciudad
El Censor Monseñor Francisco José Arnaiz, S.J., me acaba de entregar su juicio sobre el libro “¿QUE ES LA RENOVACION
CARISMATICA CATOLICA Y QUE PRETENDE?”. Me dice textualmente: “Es un libro fino y hondo. Forma en él el equilibrio que sostiene
q ue sostiene de principio a fin en temas muy hondos sin resbalar nunca. Encanta también su modo sencillo, aunque expresivo de
formular misterios tan insondables. No es fácil escribir con llanura sin perder profundidad. En él nada he encontrado contra nuestra fe..
Puede con tranquilidad otorgar la debida licencia”.
Concedida para la licencia ecleciástica, me deje de consignar esto de modo muy claro en lugar apropiado y resaltado.
En nombre del Señor le agradezco profundamente este nuevo servicio a la Iglesia y a la Renovación Carismática. Que el
Espíritu Santo siga derramando sobre Usted abundantemente su luz y fuerza.
NJLR/rm
¿Qué es la
RENOVACIÓN
CARISMÁTICA CATÓLICA
y qué pretende?
Guía para la Renovación Carismática Católica
Benigno Juanes, S.J.
Imprimatur
Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo
Primado de América
Nihil Obstat
Benito Blanco, S. J.
Provincial
Santo Domingo, abril de 1992
Elaboración de portada
Glenda de Rosario
Redacción
Vivían Lechuga
Diagramación
Isabel Calderón
Impresión
Amigo del Hogar
PRESENTACION
PROLOGO
PRIMERA PARTE
1. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO EN EL ACONTECIMIENTO FUNDAMENTAL: EL PRIMER PENTECOSTES
DE LA IGLESIA
1. Introducción
2. La Promesa: “Sereis bautizados en el Espíritu Santo” (Hech. 1.5).
A. El marco de la promesa
B. El sentido de la promesa
C. Las condiciones de la promesa
D. La preparación para recibir el Bautismo (la Efusión) del Espíritu Santo (Hech 1,12-14
Notas
III. REFLEXIONES
1. Sobre la experiencia primitiva de Pentecostés, modelo fundacional
2. Sobre la esperanza de un nuevo Pentecostés
3. Una visión real
Notas
VII. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO, VISION INEXACTA, VISION INCOMPLETA VISION AUTENTICA
1. Observaciones previas
2. Contexto de la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo
3. Una dificultas
4. ¿Qué es la Renovación Cristiana en le Espíritu Santo?
A. Visión “inexacta”
B. Visión “incompleta”
C. Visión “adecuada”(auténtica) de la Renovación Carismática
Notas
VIII. LA RENOVACION CRISTINA EN EL ESPIRITU SANTO, REDESCUBRIMIENTO DEL PODER DEL ESPIRITU SANTO PARA
VIVIR EL EVANGELIO EN PLENITUD Y EVANGELIZAR CON LA FUERZA DE SU MANIFESTACION EN LOS CARISMAS
1. Esplanación
A. “Es el redescubrimiento del Poder del Espíritu Santo”
B. Para vivir Evangelio en plenitud hasta sus últimas consecuencias
C. Para “evangelizar con poder”
D. Para ser “testigos de Cristo resucitado”(Hech 1,8)
E. “Para Renovar la consagración y todas las formas de presencia y de servicio en la Iglesia y en el mundo”
F. “Todas las formas de presencia”:
G. En y para la iglesia
Notas
IX. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO: CORRIENTE DE GRACIA, SUSCITADA POR EL ESPIRITU; PARA LA
RENOVACION ESPIRITUAL DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO
1. Es una “corriente de gracia”, suscitada por el Espíritu Santo:
2. “Para la Renovación Espiritual de la Iglesia y del Mundo”
Notas
X. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO COMO UNA NUEVA TOMA DE CONCIENCIA DEL COMPROMISO DEL
BAUTISMO Y DE LA CONFIRMACION O LUGAR PRIVILEGIADO PARA HACER, MANTENER Y PROFUNDIZAR LA DECISION
FUNDAMENTAL DEL CRISTIANO POR CRISTO Y POR LA IGLESIA
A. Esplanación
B. La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo y la “decisión fundamental del cristiano”por Dios y por la Iglesia
Notas
XI. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO COMO EXPERIENCIA DE UN PROFUNDO CAMBIO INTERIOR O
CONVERSION Y ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO ACEPTADO COMO SALVADOR Y SEÑOR PARA
TRANSFORMARNOS EN EL, POR LA FUERZA DEL ESPIRITU SANTO, Y CONSTRUIR EL REINO CON EL PODER DE SUS
CARISMAS
1. La conversión, presupuesto indispensable
2. La experiencia de un profundo cambio interior o conversión
3. La importancia de la conversión en la Renovación Carismática
4. La experiencia del encuentro personal con Cristo, aceptado como Salvador y Señor para transformarnos en El, por el poder de su
Espíritu.
A. Encuentro personal con Jesús
B. Encuentro personal con Jesús como Salvador
C. Encuentro con Jesús como Señor
5. Por la fuerza del Espíritu y construir el Reino con el poder de sus carismas
Notas
XII. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO COMO CORRIENTE ESPIRITUAL HACE PRESENTE LA EXPERIENCIA
DE PENTECOSTES
1º Una experiencia
` 2º Una experiencia de la iniciativa de Dios
3º Una experiencia de la realidad de la Iglesia
Notas
XIII. LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO, COMO UNA VIDA CRISTIANA NORMAL
1. Los cuatro elementos fundamentales que en ella se descubren a través del Nuevo Testamento
1º Aceptar a Cristo como Salvador y someterse a El como nuestro Señor
2º Una vida vivida en el poder y la fuerza del Espíritu
3º Una vida cristiana que produzca fruto
2. Vivir la plenitud del amor, síntesis de la vida cristiana normal
Notas
XIV. LA GRACIA EN LA RENOVACION CARISMATICA
1. Introducción
2. La triple gracia de la Renovación Carismática
A. La gracia del redescubirmiento del Cristo viviente
B. La gracia de conversión, vivida como experiencia
C. La gracia de la apertura al Espíritu Santo, a sus dones y a su poder
3. La irradiación de la gracia fundamental de la Renovación Carismática
A. El acrecentamiento de la vida divina o el poder santificador
B. El descubrimiento y la experiencia del amor fraternal
C. El descubrimiento y la vivencia de la alabanza y de la acción de gracias
D. Inauguración de una vida nueva
E. El deseo de anunciar el evangelio y de dar testimonio de Cristo muerto y resucitado
F. La adhesión a la Iglesia Católica y a cuanto la conforma
G. El descubrimiento de las Sagradas Escrituras (de la Palabra)
H. El compromiso de construir un mundo mejor en la justicia y el amor
I. La experiencia de una liberación
Notas
SEGUNDA PARTE
APENDICE
LA RENOVACION CRISTIANA EN EL ESPIRITU SANTO COMO EXPERIENCIA DEL AMOR PERSONAL DEL PADRE EN
CRISTO POR EL ESPIRITU SANTO
1. Testimonio
2. La Renovación Carismática Católica, centrada en Cristo
3. La experiencia de ser objeto personal del amor siempre actual del Padre
Notas
APENDICE RESUMEN
¿QUE ES LA RENOVACION CARISMATICA CATOLICA?
1. Aspectos fundamentales
2. Elementos básicos de la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo
3. ¿Qué pretende la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo?
1º Renovación de las personas y del apostolado por el Espíritu
2º Meta y dirección de la Renovación Cristiana
4. El propósito de la Renovación Carismática Cristiana
PRESENTACIÓN
Su Eminencia Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez recomienda que el juicio del censor de la obra, Monseñor Francisco
José Arnaiz, S. J., Obispo auxiliar de Santo Domingo, "se consigne de modo muy claro en lugar apropiado y resaltado".
Interpretando, pues, su deseo, nos ha parecido poner como Presentación toda su laudatoria y alentadora carta.
La agradecemos muy sinceramente y creemos que, además de ser una inapreciable recomendación de la Iglesia, servirá
El valor de su urgida sugerencia se acrecienta al tratarse de una persona cuyo amor a la acción del Espíritu Santo y su
conocimiento de la Renovación Carismática Católica, como Asesor nacional de la misma, le confiere un peso muy especial.
PRÓLOGO
Con este primer tomo se inaugura la Colección Torrentes que pretende abarcar, si no todos, al menos los principales campos de
la Renovación Carismática Católica. Intenta, con modestia, ser una guía para cuantos participan en los grupos de oración y,
especialmente, para quienes los dirigen. Pero no se limita a este grupo de lectores. Como muy bien dijo el Señor Arzobispo -hoy
Cardenal de la Santa Iglesia: Eminentísimo Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Asesor Nacional de la Renovación
Cristiana en el Espíritu Santo-, que presentó el primer libro aparecido, correspondiente al tomo 3:
Se tienen también en cuenta los que, sin pertenecer expresamente a la Renovación Carismática, desean conocerla y aun a
los que la ven con prejuicios y reticencias. Los diversos tomos van apareciendo a medida que el autor y sus eficientes
colaboradores los encuentran ya aptos para la publicación. Faltando a la modestia más elemental, animaríamos a cuantos
vayan adquiriendo los primeros, que se animen a continuar haciéndose con toda la Colección. Las aprobaciones que han
tenido los superiores religiosos y eclesiásticos y aun el decidido respaldo que ha recibido la colección, el trabajo entusiasta y
eficiente del equipo que corre con cuanto se refiere a la impresión y a conseguir donaciones para poder vender los tomos a
un precio al alcance de todos, dan la seguridad moral de que la Colección tocará en cinco o seis años su término. Los
veintiún volúmenes que se prevén, están ya, en su mayor parte preparados.
El que ahora aparece es el más fundamental, después del que aparecerá con el título de "La acción del Espíritu Santo en el
corazón del creyente". Es sorprendente que a estas alturas, veinticinco años después de su nacimiento, la Renovación
Carismática sea tan poco conocida en su esencia, aun por sacerdotes y religiosas. De aquí, creemos, parte una de las causas
de sus prevenciones y aun rechazos. No es raro y doloroso oír cómo la ven y definen por elementos secundarios y aun
ocasionales y de un valor marginal. Intentamos en el tomo presente partir de las fuentes: del Pentecostés primitivo, inapreciable
herencia para todo creyente (Hech 2, 39). El contexto histórico de su aparición, no es obra de un hombre, aun inspirado por el
Espíritu, sino del mismo Espíritu, un elemento que necesariamente debe tenerse presente pues nos hace caer en la cuenta de
la presencia y acción de Dios por su Espíritu en suscitarla dentro y para su Iglesia, no como una novedad, sino como un
reencuentro de algo que parecía estar casi apagado en ella.
El hecho de que se presenten diversas definiciones de la Renovación Carismática, obedece a la riqueza de la misma. Es difícil
captarla y expresarla de una sola vez y en una única definición -aunque sea preferentemente una experiencia. Por eso la
complementariedad de las diversas formulaciones nos puede iluminar sobre el contenido esencial de ella. Creemos que en esto
seguimos los pasos de los dos grandes Pontífices que tan frecuentemente han hablado y bendecido la Renovación
Carismática: Pablo VI y Juan Pablo II, y de las numerosas Conferencias episcopales que han publicado documentos
sumamente valiosos sobre la misma.
Presentamos humildemente esta Colección a los pies de Jesús, "el Señor", al que suplicamos sea realmente el Señor de toda
nuestra vida. Y lo hacemos por manos de su Santísima Madre, la Virgen María, que tiene un puesto especial en la Renovación
Carismática. Y pedimos a Dios una bendición de gracias abundantes para cuantos colaboran en la Colección y aun para los que
se beneficiarán con su lectura.
PRIMERA PARTE
I. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO EN EL ACONTECIMENTO FUNDACIONAL: EL PRIMER
PENTECOSTÉS DE LA IGLESIA
1. Introducción
-"Lo que distingue a la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, es su interpretación de que el papel del Espíritu Santo en la Iglesia no
ha cambiado en absoluto desde los primeros siglos; y que hoy podemos experimentar su efusión y sus dones de la misma manera que los
primeros cristianos".1
Esta afirmación está profundamente arraigada en el alma de los comprometidos en la Renovación Carismática.
Con esto, no se quiere afirmar que se trata de una repetición literaria exactamente como los exegetas nos dicen que fue el primitivo
Pentecostés. Los apóstoles recibieron la efusión del Espíritu de un modo privilegiado. Se trata, ahora, de un "nuevo" Pentecostés en el que
lo esencial de aquél está presente entre nosotros, los hombres de hoy, en diversos grados y acomodaciones: la efusión del Espíritu Santo,
enviado por el Padre, a petición de Jesucristo (Jn. 16, 4-15); la experiencia de su poder que actúa por sí y a través de sus carismas,
santificándonos y capacitándonos para ser testigos vivientes de Cristo resucitado, en orden a la evangelización del mundo y la construcción
de comunidades de amor y de servicio. Para la renovación, en una palabra, del individuo, de la Iglesia, del mundo.
-Esta persuasión implica la firme creencia en un "Pentecostés personal", es decir, aceptar como normal para todos los miembros de la
Iglesia de hoy esta efusión y experiencia del Espíritu con todo su poder y carisma.
No son pocos los que ven el hecho del actual Pentecostés de la Renovación desde el punto de vista sociológico e intentan interpretarlo
solamente como un acontecimiento que aparece debido a las circunstancias ambientales que predominan en la década del 60 al 70 del
pasado siglo.
Aunque tenga aspectos apreciables, el nacimiento de este hecho, corriente espiritual en la Iglesia, hay que mirarlo con otros ojos que los
del sociólogo.
Por más perplejos que nos deje este acontecimiento, en definitiva, estas efusiones del Espíritu manifiestan la permanente actualidad del
gran Pentecostés fundacional de la Iglesia; la obra del Espíritu que la vivifica en cada época de manera singular y múltiple.2
-Para comprender la renovación espiritual carismática, dicen los Obispos reunidos en La Ceja (Colombia), es preciso saber lo que este
Espíritu realizó en los primeros tiempos de la Iglesia. Quien conozca los hechos del Espíritu Santo en los apóstoles y en la Iglesia primitiva
puede comprender mejor lo que Él está realizando actualmente en la Iglesia y en el mundo y así se da cuenta de que estamos viviendo el
nuevo Pentecostés que pidió el Papa Juan XXIII. El divino Espíritu, alma de la Iglesia, siempre ha actuado en ella, pero su acción se
manifiesta en determinadas épocas de manera intensa. La actual es una de ellas.3
-Relacionado íntimamente con el aspecto sobresaliente o distintivo de la Renovación Carismática, está otro que pudiéramos considerar
también como punto verdaderamente original de esta experiencia y es su carácter comunitario:
Cada uno, por más que sea "personalmente", se construye en Jesucristo en el seno de una comunidad que se edifica de manera
imprevista. "Dios es percibido en el corazón de la comunidad, a través de sus miembros: en el juego de sus relaciones, de su decir, de su
obrar, de lo que se pronuncia en lo secreto del corazón de cada uno.[...] Dios trabaja en la comunidad.!...] Se tiene la impresión de
desembarcar en un nuevo continente" (cuando uno se abre y se deja trabajar en su interior por el Señor, a través de una comunidad en la
que el Señor resucitado está presente y actuante por su Espíritu).4
Esto no lleva consigo, necesariamente, la pertenencia material a la Renovación Carismática, puesto que la efusión y experiencia del
Espíritu puede darla el Señor, de hecho la da a quienes se abren a Él, a sus promesas. Sí representa una ocasión y oportunidad especial,
como veremos: Todo, en la Renovación Carismática, se ordena hacia ese punto; a experimentarla, a crecer en la misma y a realizarla, en
mayor profundidad e intensidad cada vez, a través de la vida, personal y comunitaria, viviendo el Evangelio a plenitud.
-Bien entendida, la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo es el acontecimiento religioso que tiene su fuente, su origen, en el gran
acontecimiento de Pentecostés. Viene, insistimos, para evitar confusiones, a ser la repetición en nuestros días y circunstancias; en una
medida que, sin ser igual, reproduce el acontecimiento único del primer Pentecostés, nacimiento oficial de la Iglesia.
"Es el acontecimiento pascual manifestado en el gran día de la historia por el resurgir de una comunidad nueva, nacida del Espíritu de
Pentecostés. Mas (no por eso) deja de estar menos presente y actuante en el tiempo de la Iglesia, que, sin ser de un orden diferente,
manifiesta su permanente actualidad".5
-Es obvio que se comience por la fuente: Pentecostés, puesto que la Renovación Carismática está centrada en la experiencia
fundacional, la Efusión del Espíritu, en el sentido de Pentecostés, ya conocido, que ha tomado el concepto clásico de missio Spiritus (envío
del Espíritu).
Por eso, al intentar resumir la historia de la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, hay que pasar, necesariamente, por el "hecho
fundacional", por el Pentecostés primitivo de la Iglesia. Lo haremos de manera esquemática.6
B. El sentido de la promesa
-Las palabras de Jesús, sin haber sido comprendidas plenamente por los apóstoles, son nítidas y hasta sorprendentes por el
extraordinario alcance del don que les promete. Quiere decirles: "Seréis sumergidos en el Espíritu Santo", como un elemento sobrenatural
que vendrá a "animarlos" desde dentro, santificándolos, conforme el modelo de todo creyente, Cristo Jesús (Rom. 8, 28-29): a
transformarlos progresivamente en Cristo, con su fuerza, actuando en ellos "poderosamente".
-Se da como un triple estadio: Las palabras del Bautista, referidas a Jesús, bautizador "en Espíritu Santo y fuego" (Lc 3, 16). La
recepción del mismo Espíritu por Jesús en su Bautismo. La unción que recibe y la formidable experiencia del ser y de la fuerza del Espíritu
que experimentó constantemente. El Bautismo inminente que vendrá sobre los apóstoles "por medio del cual deben prepararse a su
ministerio".
-En su promesa va implícita toda una alentadora teología: El camino de los apóstoles debe ser el mismo de Jesús; su misión,
continuación de la de Jesús. Para ello, necesitan la fuerza de Dios, el Espíritu. Ese poder lo tuvo Jesús en plenitud y lo da con generosidad
a los suyos, una vez subido al Padre. Él, discretamente, se hace a un lado para dejar libre actuación al Espíritu. Pero no se desentiende de
los suyos, al contrario: ahora obra en unión con el Espíritu como su intermediario. Su ausencia física con la Ascensión, no les priva de su
presencia constante, pero se da a través del Espíritu.
Resumimos los sentidos fundamentales de la promesa:
a) Efusión escatológica del Espíritu
Aunque Jesús no haga referencia explícita a la efusión escatológica, la de los últimos tiempos inaugurados por su Encarnación y
Nacimiento, está muy presente en su pensamiento.
Precisamente, como indicamos, Jesús se apropia las palabras de Juan el Bautista (Lc 3, 16; Mt 3,11; Jn 1, 33) en la que late la
realización de lo prometido por los profetas, en su promesa, pues, (Hech 1, 5) hecha después de su resurrección, Jesús confirma las
grandes promesas de los profetas sobre todo de Joel y de Ezequiel:
Joel (3, 1, 5) declara manifiestamente que la efusión del Espíritu está reservada para los últimos tiempos, para la última etapa de la
economía salvífica de Dios que arranca con la venida de Jesucristo y perdurará hasta la consumación de los tiempos. Ezequiel (36, 24-28),
en un lenguaje acentuadamente incisivo, especifica en qué ha de consistir esta efusión del Espíritu reservada para los tiempos
escatológicos. La etapa futura comienza con una nueva alianza que transformará por dentro al pueblo.13 "Los tiempos mesiánicos se
caracterizarán por una efusión extraordinaria del Espíritu (Zac 4, 6b; 6, 8) que alcanzará a todos los hombres para comunicarles carismas
especiales (Núm 11, 29; Jl 3, 1-2; Hech 2, 16-21). Pero el Espíritu será para cada uno, de forma más misteriosa, el principio de una
renovación interior que le hará apto para observar con fidelidad la ley divina (Ez 11, 19; 36, 26-27; Sal, 51,12ss.; Is, 32, 15-19; Zac 12, 10).
Será así el principio de la Nueva Alianza (Jer 31, 31; Cfr. 2 Cor 3,6). Esta Efusión del Espíritu se efectuará por medio del Mesías, que será
su primer beneficiario para realizar su obra de salvación (Is 11,1-3; 42,1; 61,1; cf Mt 3, l6).14
b) El coronamiento de la Pascua de Cristo
El mismo Jesús, en la interpretación de Juan, alude a este acontecimiento, imprimiéndole el sentido de la coronación de su obra (Jn 7,
37-39). El mismo evangelista precisará su sentido: este oráculo y exhortación ferviente de Jesús, no se cumplirá sino al término de la vida
de Jesús. Aquí, en Juan, está presente el acontecimiento de la Pasión de Jesús. Ya muerto sobre la cruz, es traspasado por la lanza del
soldado y de él brota sangre y agua, símbolos del Bautismo y de la Eucaristía. Es el nacimiento de los dos "grandes" sacramentos, y de la
Iglesia, depositaría y administradora de ellos. Este pasaje es de gran importancia para Juan y lo muestra en el lenguaje repetitivo,,
insistente con que llama la atención sobre él.
Del costado traspasado de Jesús brotan ríos de agua viva, de vida eterna (Jn 7, 37-39) y el agua viva es un símbolo del Espíritu. El
Espíritu, la fuerza vital propia de Dios, no se comunica antes de la glorificación de Jesús, que para Juan comienza ya en su Pasión, sobre
todo desde el exhalar el último aliento: aliento de vida y aliento divino, el Espíritu que ya puede ser comunicado porque el Padre ha
comenzado a glorificar a su Hijo.15
c) Se les muestra a los apóstoles "el campo de trabajo universal"
Se opone decididamente a la estrechez del "restablecer el Reino de Israel" (Hech 1, 6). (O, comunidad mesiánica abierta a todos los
pueblos).
-Se da un avance espacial; desde Jerusalén punto de partida, hasta los últimos confines de la tierra.
Clara alusión, en términos espaciales, a la "universalidad de la salvación". El llamamiento de Jesús a entrar en su Reino, abarca a todos
los hombres, se extiende a todos los tiempos. La misión de los apóstoles (y de sus sucesores) se extiende al universo (Is 45,14).16
d) El Espíritu Santo se da en orden al "testimonio" (o comienzo de la misión)
-Los apóstoles serán "testigos" de Jesús:
"Se les muestra a los apóstoles todo lo que tienen que hacer en el nombre y por orden del Señor".17
La misión esencial de los apóstoles es dar testimonio de la Resurrección de Jesús (Lc 24, 48; Hech 2, 32; 4, 33; 5, 32; 13, 31; 22,
15).
Este testimonio de la Resurrección del Señor va indisolublemente unido al testimonio de su muerte: (Hech 2, 23-25, 6; 3, 15; 4,
10-12, 20, 5; 30-32; 10, 40-43; 13, 26-31). Y constituye lo sustancial del "querigma": "Buena Noticia", el "misterio pascual".
El "testimonio de los apóstoles se extiende, también, a toda la vida pública de Jesús (Lc 1, 2; Jn, 15, 27; Hech 1, 22; 10, 39 SS.; 1
Cor lss.; 2, 1-5).18
Este "testimonio de los apóstoles se realiza no sólo por la palabra (la predicación), sino también por la vida de los apóstoles, que
han asimilado la doctrina y viven la "vida" de Jesús. Todos pueden repetir lo de Pablo: (Gal 2, 20; 2 Cor 5, 15; Fil 1, 21; Rom 8,
35ss.).
Abarca todo lo que los apóstoles tienen que hacer en el nombre y por orden de Jesús.
Lo más importante y consolador es que "el mismo Jesús vendrá a ser el contenido del testimonio de los apóstoles". "El Cristo
anunciante se convertirá en el Cristo anunciado" (Lc 24, 48; Hech 1, 22; 4, 33; 5, 32 etc.).
e) Darán su testimonio con la "fuerza " que recibirán cuando el Espíritu Santo venga sobre ellos
-El mismo Cristo resucitado acompañará con la fuerza de su Espíritu a quienes encomienda una misión tan importante.
No estarán solos, no obstante verse privados de la presencia física de Jesús. Él se hará presente y actuante por la Fuerza de lo alto (el
Espíritu Santo) que los transformará, los iluminará, los guiará, los fortalecerá (Cfr. textos en las cinco promesas de Jesús en la Última
Cena).
-El Espíritu Santo se les da, por tanto, no para realizar un tipo de obra humana, "para adelantar el reino (dominio) sobre el mundo o
soñar en ilusiones de la tierra".
Se trata de ser "testimonio de la vida y victoria" de Jesús; testimonio de sus hechos y palabras, "del mensaje de amor que ha predicado,
del camino de servicio hasta la muerte que ha trazado y recorrido con su ejemplo".
-(Como resumen)-. "Ser testigos de Jesús" (Hech 1, 8), significa:
• Predicar la conversión de la mente y del corazón: de toda la persona al Señor.
• Proclamar el perdón de los pecados (Lc 24, 47) por la misericordia sin límites de Jesús resucitado.
• Insistir en el amor invencible de Jesús hacia el Padre y hacia sus hermanos, los hombres.
-Pero el proclamador de Cristo:
Tiene que realizar en sí mismo, vivir profundamente el objeto y, sobre todo, la persona a quien proclama.
-No es posible esta empresa con las fuerzas y recursos humanos. Sólo Jesús la hace realizable con la fuerza incontrastable de su
Espíritu.
Las palabras de Jesús (Hech 1, 5-8) están penetradas no sólo de responsabilidad; también de seguridad, confianza, sano optimismo,
estímulo alentador.19
D. La preparación para recibir el Bautismo (la Efusión) del Espíritu Santo (Hech 1, 12-14)
a) Es una "expectación en fe"
-Esperan en fe expectante el cumplimiento de la promesa sobre ellos.
-En recogimiento profundo. Son conscientes de la colaboración que deben prestar a Jesús.
-En el Cenáculo: allí se celebró la Primera Pascua del Nuevo Pueblo de Dios, en la Sangre de Cristo (Lc 22, 19-20).
Allí terminó el tiempo de Jesús, ahora comienza el tiempo del Espíritu (o de Jesús en su Espíritu), el de la Iglesia.
b) Es una expectación en oración intensa y constante al Padre por Jesús
-Concuerda admirablemente esta actitud de oración con las actitudes del Señor sobre todo en los grandes acontecimientos y con sus
repetidas recomendaciones sobre la oración:
Oración asiduamente recomendada y practicada por Jesús (Mt 6, 5; Mt 14, 23).
Oración de la comunidad y centrada en la "fracción del Pan" (Hech 4, 24-30; 6, 4; 2, 42. 46; 20, 7, 11).
Oración especialmente intensa en los grandes momentos (Hech 1, 24; ó, 6; 4, 24-31).
Oración ele petición, de "alabanza", de "acción de gracias" (Hech 16, 25; 28, 15).
Oración de testimonio de fe: "invocar el nombre de Jesús" (Hech 2, 21; 9, 14-21).
c) Oración de la comunidad, unida en torno a María, animada por su "maternidad espiritual"
-La oración de una comunidad (Hch 1, 2-14) reunida por el Espíritu, reunida en torno a María, que ejerce su misión de Madre espiritual.
De ese grupo brotará, con la Efusión del Espíritu, la nueva comunidad del Nuevo Pueblo de Dios: comunidad de amor y de servicio.21-22
—Notas
1
Cita tomada de un artículo del P. T. Forrest,
2
B-V. Aufaubre, E. Constant, E. Garin, Quiferá taire le vent?, Desclée de Brouwer, París, 1988, 12-13.
3
La Renovación Espiritual Católica Carismática, Documento del Encuentro Episcopal Latinoamericano, efectuado en La Ceja
(Colombia), septiembre 1987, n. 32; Cfr. P. Lebeau, "Le Renouveau Charismatique et ecumenisme", Lumen Vitae, n. 1, 1976, 9-
4
P. Lebeau, ob. cit. 62.
5
P. Lebeau, ob. cit. 62
6
Varios autores, Ejercicios y Renovación Carismática, Centrum Ignatianum Spiritualitatis, Roma, 1989, 58.
7
Cfr, Jn 14, 16-17; 25-26; 15, 26-27; 16, 7-8; 13-15.
8
J Kremer, Pentecostés, Secretariado Trinitario, Salamanca; 1978, 33.
9
Podemos pues, concluir con Wikenhauser: "El cristianismo primitivo consideró la Ascensión del Señor resucitado y la toma de
posesión del dominio universal como acaecida en el propio día de la Resurrección, y en conexión inmediata con ella; lo que, por lo
demás era la única cosa natural. Cuando, posteriormente, el Señor glorificado se manifiesta a sus discípulos, viene del cíelo [...]" A.
Wikenhauser, Los hechos de los apóstoles, Herder, 1967, 50-51.
10
Hech, 2, 39: La promesa de la Efusión del Espíritu no es limitada. Está destinada a ellos (los judíos) y a cuantos han de creer en
Jesús (Is. 57, 19; JI 3, 5). Pero hay que notar, como algo importante, que cuando el Espíritu Santo es dado a la Iglesia naciente, por el
Padre y el Hijo en la mañana de Pentecostés, es para que sea recibido no sólo por el colectivo o la comunidad sino también
individualmente por cada uno de los hombres que van a ser miembros de esta Iglesia por su fe en Cristo Jesús. Sobre esto no hay
duda. Los textos escriturísticos son claros: Se da para que ios discípulos de Jesús sean equipados en orden a su labor de edificarla
Iglesia (Hech 1, 8; 1 Cor 12, 4ss.; Hech 4, 8. 31; 5, 32; 6. 10 etc.). Se da también para que permanezca, habite en ellos como en su
templo (Jn 7, 37-39; Jn 14, 17; 1 Cor 6, 19)- Para que sea el huésped del alma (Rom 8, 9). Más, en el hombre, todo su ser, alma y
cuerpo es templo de Dios, de la Trinidad; pero el Espíritu Santo lo es de una manera especial.
Ch, Massabki, Qui est l'Esprit Saint? Prieuré Saint Bemoit, 1977, 111 -112; Cfr. J. Roloff, Hechos de los apóstoles, Edic. Cristiandad,
Madrid, 1984, 46- 48. Dentro de este marco eclesiológico y salvífico, se sitúa el acontecimiento de Pentecostés y, por ser
acontecimiento fundacional, el de la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo en general y del Bautismo (o Efusión) del Espíritu Santo
en particular.
11
P. de Surgy, "Pentecostés", Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona 1978 (Dir. León Dufour 679-680).
12
Según la exposición de Lucas, entre la Resurrección y la Ascensión de Jesucristo transcurre un inte iva lo de cuarenta días. El
número 40, en el lenguaje de la Sagrada Escritura, designa un tiempo especialmente sagrado: cuarenta días peregrinó el pueblo de
Israel a través del desierto; cuarenta días permaneció Moisés en el Sinaí, "delante de Dios"; a lo largo de cuarenta días fue probado
Jesús en el desierto. Los cuarenta días después de la Pascua indican el tiempo en el que el Señor glorificado se apareció
corporalmente a sus discípulos. Con la Ascensión comienza, pues, un tiempo nuevo: el tiempo de la Iglesia. En él, Jesús, después de
haber vuelto a Dios, permanece con los suyos de un modo nuevo, enviándoles el Espíritu Santo desde el seno del Padre (Cfr. Hech 2,
4-5) e indicándoles, a través del Espíritu, la fuerza necesaria para continuar su obra en la tierra (Cfr, Hech 1,8). Con esta presentación
sucesiva, en el marco de la historia de la salvación, de los hechos de la Resurrección, la Ascensión, la venida del Espíritu Santo, Lucas
quiere expresar que existe una continuidad entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia, En esos cuarenta días se sueldan, por así
decirlo, dos tiempos. De esta manera, el tiempo de la Iglesia enlaza con el tiempo de la presencia visible de Jesús en la tierra. En
conclusión, la Ascensión de Jesucristo no es tanto ya término, cuanto que un nuevo comienzo, Introduce el tiempo en que Jesucristo,
el Señor glorificado, continúa su obra en la Iglesia y en la historia a través de su Espíritu, Conferencia Episcopal Alemana, Catecismo
Católico para adultos BAC, 1988, 229-230.
13
P. de Surgy, "Pentecostés", ob. cit., 679-680,
14
P. de Surgy, ob. cit., 679-
15
Van der Busse, El Evangelio según San Juan, Studium, Madrid, 1972, 368-369.
16
Biblia de Jerusalén, nota 36, p. 1258.
17
P. Benoit, Pasión y Resurrección del Señor, Edic. Fax, Madrid, 1971, 366.
18
J. Kurzinger, Los hechos de los apóstoles, Herder, Barcelona, 1974, 29.
19
Biblia de Jemsalén, nota 1. 8 (a).
20
J. Roloff, Hechos de los apóstoles, Edic, Cristiandad, Madrid, 1984, 49-50.
21
J. Roloff, ob. cit., 47.
22
J. Roloff, ob. cit., 53-55.
Cfr. El excelente artículo de I. de la Potterie, "El Paráclito" en La vida según el Espíritu, 1. de la Potterie, S. Lyonnet, Edic. Sígueme,
Salamanca, 1967, 87-109.
II. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO EN SU ELEMENTO FUNDACIONAL
El cumplimiento de la promesa
A. El Bautismo (o Efusión) en el Espíritu Santo (Hech 2, 1-13)
Los fenómenos externos (Hech 2, 1-4)
El relato de la venida del Espíritu Santo, tiene un puesto de honor en todo el mensaje de salvación. Debemos tratar de entenderlo como
el evangelista Lucas quiere que sea entendido. Se omite toda cuestión de crítica exegética. Tengamos presente: La imagen de la Iglesia
II.
(naciente) que a continuación se presenta (en el relato); recibe de él su profundo y verdadero fundamento y su decisiva declaración.
Y más importante aún: "En lo más profundo de la cuestión se trata de un misterio que está más allá de toda la experiencia terrena.
Si este misterio debiera ilustrarse para los hombres, tendría necesidad de símbolos perceptibles".1 "De repente" designa la irrupción
imprevisible del Espíritu ya anunciado por Cristo (Jn 3,7).
-Se da un "ruido externo": viento fuerte. En la historia de la revelación del Antiguo Testamento es símbolo de la divinidad (Ex 14, 21). Las
palabras (hebreas, griegas y latinas), que significan "espíritu" pueden expresar fenómenos puramente naturales2 "el mundo misterioso de
lo divino" y ser, a la vez, "signos" manifestativos de realidades sobrenaturales: de la presencia y actuación del Espíritu.
-Aparece, al mismo tiempo, el "fuego" algo así como lenguas de fuego, se dividen, se mueven en distintas direcciones posándose sobre
cada uno de los presentes.
Prescindiendo de si se trata o no de auténticos fenómenos naturales perceptibles sólo por breves momentos y, quizá, exclusivamente,
por los discípulos, también el fuego, en el Antiguo Testamento, es símbolo de la vida y de la gloria divina3 (Ex 3, 2-5; 19, 18; 2 Rey 2, 11; Is
6, 6). Es signo sensible de la presencia de la fuerza interna y operante del Espíritu. Va a empezar la vida de la Iglesia bajo el impulso del
que todo lo penetra y transforma.
Recordemos que los tiempos mesiánicos han sido descritos ya con mucha anterioridad, por los profetas como los tiempos del Espíritu:
Un nuevo corazón, una nueva ley, una nueva creación (Jer 31, 31-34; Ez 36, 24-28; Is 32, 15-18; Jn 3, 1-5).4
-El uso de estas imágenes pertenece al llamado estilo epifánico o teofánico. Existen, sobre todo en el Antiguo Testamento, numerosos
datos: el fuego, los relámpagos, el temblor de la montaña, la nube, la columna de fuego...5
El uso de esas imágenes tiene una clara intencionalidad: sugerir la presencia del Señor, no describir acontecimientos.
Partiendo de esta concepción, podemos decir que las lenguas de fuego de Pentecostés, recurren a este uso y tienen esa misma
intención. Los apóstoles, además de sentirse llenos de entusiasmo y de valentía, nos están manifestando su profundo sentimiento de
encontrarse en presencia de Dios que actúa en ellos con una fuerza extraordinaria, fuera de toda expresión.
Aun así, es difícil, a juicio de muchos exegetas, prescindir de toda manifestación externa que fuese perceptible por los sentidos.
El fuego en forma de lenguas que se dividen y posan sobre cada uno significa el don de Dios que es personal. Se da con delicadeza a
cada discípulo, y así es reconocido como único.
J. Kremer se interroga sobre su realidad. Lo importante es que nos introducen en un "misterio" tan profundo que necesita símbolos
perceptibles y que está más allá de toda experiencia terrena.
"Todo cuanto prodigiosamente sucedía era un signo sensible de la comunicación del Espíritu Santo a los discípulos, que en aquel
mismo momento se verificaba. Indudablemente, se trata de expresar lo indescriptible de la venida del Espíritu sobre los apóstoles por
medio de imágenes sumamente aptas para significar la 'fuerza' misteriosa y potente del Espíritu que los invade. Estos tienen una profunda
e íntima experiencia de la promesa del Señor, ahora cumplida en ellos.
San Lucas, al emplear estos signos, recalca, implícitamente, la desproporción entre ellos y el acontecimiento interior que viven los
apóstoles".6 La descubren, solamente, en lo posible.
Este acontecimiento, el Bautismo de fuego (Hech 1, 1-5) preclicho por Juan Bautista (Jn 1,33), y reafirmado por Lucas 3,16, es lo que
distingue a la comunidad cristiana de una mera comunidad de penitentes adoradores de Yahvé (Hech 1, 1-5; 1 1 ,16; 19-7).7
Intentamos resumir lo que tan certera y sensatamente, apoyado en la Palabra de Dios, apunta J. Kremer, en su obra Pentecostés.
a) El nuevo Pentecostés no hay cjue interpretarlo en el sentido de "una forma de vida ideal eclesial", como no pocos se imaginan que
fue la vida en el primer Pentecostés.
La descripción de Lucas es muy positiva, pero no oculta sus sombras, a veces, densas. También allí se daban la hipocresía (Hech 5,1),
la ambición disimulada (Hech 8,18ss.), serias disputas (Llech 5,39), fuertes tensiones (Hech 6,15), etc. "El comienzo de la Iglesia fue más
sencillo y menos brillante de lo que nos imaginamos, aunque estuviera fuertemente dominado por la acción del Espíritu. Este modo real de
ver a los primeros cristianos nos guarda de toda idealización de la Iglesia primitiva".6
b) Algo verdaderamente manifiesto y claro debe ser nuestra persuasión de la acción del Espíritu y de la fuerza ele Dios que se hace
patente en medio de la debilidad y de lo despreciable (1 Cor 1, 24-30). Esta persuasión es la que los animó -realidad que se ha prolongado
en la historia de la iglesia- a poner totalmente la esperanza en Jesucristo y por Él en Dios, en medio de tiempos difíciles. "Fue eso lo que les
animó a predicar y vivir el Evangelio como una pequeña minoría y en medio de un entorno que los rechazaba o se les mostraba indiferente.
En la impotencia de la muerte de Jesús (2Cor 4, 10), se realiza su misterio y esto ha de aplicarse a la vida cristiana.
c) "Así, que desde la perspectiva bíblica -la esperanza de un "nuevo Pentecostés"- únicamente puede significar que esperamos ser
llenados del Espíritu Santo, el cual nos hace capaces y nos apasiona para creer en Jesucristo aun en medio de las mayores dificultades,
dando testimonio convincente de Él como Iglesia en medio del mundo porque creemos que Jesucristo resucitó de entre los muertos" (2 Cor
4, 13-14).
d) Sigue siendo incierto cómo van a ser las circunstancias externas en las que el Espíritu de Jesús dará testimonio de él a través de la
Iglesia (Hech 5,32); no consta bíblicamente que todos vayan a aceptar el testimonio del Evangelio. La Iglesia seguirá siendo la Iglesia del
Crucificado, llevando la gloria del Señor en un vaso de barro quebradizo (2 Cor 4,7).
II.
Pero esta realidad en nada se opone a otra que está comenzando a florecer y se presenta con la promesa de una acción poderosa, el
ver una renovación de fondo en el pueblo cristiano por la fuerza del Espíritu. El sano y fortalecedor optimismo, no contradice a una visión en
la que no faltará la contradicción, la oposición, la cruz de Cristo y el morir del grano de trigo (Jn 12,24).7
e) La promesa del Espíritu sigue siendo válida y nos invita a "aspirar" a sus dones, y a experimentar su poder, teniendo en cuenta los
criterios de discernimiento de la experiencia del Espíritu (ITes 5, 11).
f) "La Iglesia de Cristo es el lugar ordinario donde se recibe el Espíritu. De aquí la importancia de las reuniones" (Hech 2, 44; 4, 32;
5,12.16; 20.7), como presupuesto para recibir el Espíritu: el orar en común y el escuchar en común la palabra de Dios. "Esto se puede dar
en una comunidad algo grande de 'aldea o templo' y 'en las casas'; en ambas se concretiza la única Iglesia, llamada 'pueblo de Dios'
'Cuerpo de Cristo'. Esto no excluye que el Espíritu pueda y quiera actuar de otro modo y en otras circunstancias. Se ha de tener muy en
cuenta que deba tener un lugar de privilegio el anuncio de la muerte del Señor en el contexto de la Eucaristía, centro de la vida cristiana y,
por tanto, la oportunidad única para recibir el Espíritu".8No olvidemos que la oración y la meditación privada; la meditación en el silencio y el
retiro tiene para los cristianos siempre una relación con la Iglesia, encontrándose ordenados a llenarse en común con el Espíritu Santo.
Pero, según la Biblia, las experiencias extraordinarias no deben destruir el culto comunitario (1 Cor 14, 23ss.). Esas experiencias tienen
sólo una función subordinada, funcional. Así lá oración comunitaria y personal se complementan y fortalecen mutuamente: la comunitaria
lanza a la personal y ésta enriquece a la primera.
Como una consecuencia que se desprende naturalmente, hemos de concluir: Es importante estar disponibles y sabernos liberar dentro
de nuestros deberes, para congregarnos como iglesia. Ahí nos iremos liberando de nuestros egoísmos, perezas, pusilanimidades, etc... Y
nos iremos llenando de "la libertad de Cristo": dispuestos para sacrificarnos y amar a los más humildes; a ir dando nuestra vida, por amor,
en las ocupaciones diarias; a valorar las realidades humanas con el Espíritu de Cristo, a imitar su bondad, su compasión, su sacrificio... De
esa manera, no sólo nos vamos llenando del Espíritu de Jesús, nos sentimos también fascinados por Dios y empujados a alabar y anunciar
sus maravillas como se dice en el relato de Pentecostés (Hech 2, 11; Ef 5, 18ss).
Al servicio de la única obra de Cristo: Recibir el Espíritu Santo no es una meta. Está en función de realizar el Reino de Cristo en nosotros
y en el mundo. (Hech 1, 8; Lc 24, 48s.).
Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación estamos capacitados y encargados de cooperar en la realización del Reino de
Cristo, de ayudar a la obra salvadora conforme al don del Espíritu (Ef 1, 10. 12-16).
La Iglesia se encuentra en cada uno de nosotros y, en sí misma, en estado de "edificación": la obra de Cristo sigue sin terminarse; y
debe continuarse la construcción hasta el final de los tiempos.
Aquí nos damos de frente con nuestras propias imperfecciones y pecados, y con los de los que nos rodean. La Iglesia es, a la vez, santa
y pecadora; necesitada, por tanto, de constante y progresiva conversión. Por eso, poseer el Espíritu es también enfrentarse a una llamada
a superar en sí y en los demás cuanto se opone al establecimiento y perfeccionamiento del Reino de Cristo, con el poder del Espíritu (Cfr.
I Cor c. 13).9
3- El Concilio Vaticano II
La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo
A. Juan XXIII
El 25 de diciembre de 1961 Su Santidad Juan XXIII convocaba solemnemente el Concilio Vaticano II, mediante la Constitución
Apostólica-, Humanae salutis. En el texto de la Constitución el Santo Padre elevaba sus ojos al cielo clamando por la Efusión de un nuevo
Pentecostés sobre la Iglesia: "Repítase ahora en la familia Cristiana elespectáculo de los apóstoles reunidos en Jerusalén después de la
Ascensión de Jesús al cielo, cuando la Iglesia naciente se encontró unida toda en comunión de pensamiento y oración con Pedro y en
derredor de Pedro, pastor de los corderos y ele las ovejas". Y dígnese el Espíritu divino escuchar de la manera más consoladora la oración
que todos los días sube a Él desde todos los rincones de la tierra:
Renueva en nuestros tiempos los prodigios como de un nuevo Pentecostés, y concede que la iglesia santa, reunida en
unánime y más intensa oración en torno a María, Madre de Jesús, y guiada por Pedro, propague el Reino del Salvador divino, que
es el reino de verdad, de justicia, de amor y de paz. Amén.6
B. El Concilio Vaticano II
El Concilio Vaticano II, como todo Concilio, estuvo bajo la guía del Espíiitu Santo
Es un concilio en el que la doctrina sobre el Espíritu Santo y los carismas se prodigan manifiestamente y más allá de lo que muchos
padres congregados esperaban.
II.
La persona y la acción del Espíritu Santo, se tocan, profundizan, aclaman. Baste recorrer el índice de materias de la edición de los
documentos conciliares de la Biblioteca de Autores Cristianos y detenerse en las palabras "Espíritu Santo", para darse cuenta de la
atención y profundidad que el Concilio le dedicó.
Los carismas, que en anteriores concilios apenas se habían mencionado, son tratados aquí con inusitada frecuencia.
Enumeramos los principales pasajes donde el Concilio aborda los carismas sin intentar, siquiera, dar un resumen de su doctrina: LG 4,
5, 7, 12, 30; PO 4, 9; AA 3; 30; ADG 4, 23, 28.
No había pasado ni siquiera un año de finalizado el Concilio, cuando en el verano-otoño de 1966 comenzó a despuntar el fenómeno
religioso llamado ahora "Renovación en el Espíritu Santo". En estas circunstancias, la Renovación aparece como un acontecimiento
postconciliar estrechamente vinculado al Concilio mismo, en una coyuntura histórica importante para la Iglesia Católica. La Renovación en
el Espíritu es, según la apreciación del Cardenal Suenens, como una segunda gracia de Dios, a la Iglesia y al mundo, después de esa
primera gracia que fue el Concilio Vaticano II. El Concilio fue una primera gracia pentecostal y eclesial a nivel de "obispos"; la Renovación
es una gracia pentecostal a nivel de la "gran Comunidad Cristiana".7
Añadimos la siguiente instrucción como un complemento apreciable y, en cierto modo, necesario, para comprender el origen y el
profundo sentido de la Renovación Carismática. Seguimos sobre todo a Monseñor R. Coffy en el artículo citado más abajo. "Hay una visión
de la Renovación Carismática, considerada desde el 'contexto histórico' en que apareció, que nos da todo el alcance de su significación
II.
profunda frente al mundo que margina a Dios, y a los cristianos que necesitan renovarse profundamente en su vida"
1. El contexto histórico
Ya ha sido bosquejado brevemente: Se trata de un movimiento teológico que comienza a aparecer públicamente en 1950, pero tiene
sus raíces en el siglo xix y aun antes. Es la "teología de la secularización", cuya forma más radical es la "teología de la muerte de Dios". Las
fechas culmen de esta nueva teología de la secularización van de 1965 a 1970.
Precisamente, el nacimiento de la Renovación aparece en la misma cresta de la ola, 1967.
Este período teológico tan agitado y novedoso para muchos, halló un eco tan hondo y pronunciado en no pocas conciencias cristianas,
que parecía iban a transformar religiosamente la historia. -
La teología de la muerte de Dios por su extrema radicalidad y por sus pretensiones de un "ateísmo cristiano", fue diluyéndose y
perdiendo influjo.
No fue así con la teología de la secularización que continuó ejerciendo un influjo considerable. Opone la fe a la religión; deja sin
contenido real a esta última, el mismo sentido de la fe, queda, en cierto modo desnaturalizado, podado. "El carácter profano, autónomo y
libre de la historia es la condición que posibilita la fe [...] La religión es aún la no autonomía; la fe es lo que permite asumir el carácter
profano del mundo".1
3- Un acontecimiento inesperado
-Es cierto que a la llegada de la Renovación Carismática había precedido la aparición de movimientos de Iglesia que, para muchos
autores, han sido la preparación inmediata a la Renovación. Tales, como el movimiento Focolari, los Cursillos de Cristiandad, etc.2
Aun concediendo certeza a esta afirmación, sin embargo, la aparición de la corriente de gracia que representa y es la Renovación, se da
inesperadamente. Manifiestamente, el retorno a la oración y a las nuevas formas de evangelización que inauguró la Renovación, por
enumerar manifestaciones destacadas de ella, no eran esperadas. El mundo en que hace tan imprevistamente irrupción la Renovación no
estaba preparado para recibirla, menos para acogerla.
-Más sorprendente aún es el hecho de su propagación, como un fuego que corre de una parte a otra del mundo. Lo que no deja de
impresionar vivamente a los que están bien informados de la Renovación, es su aparición repentina y la rapidez de su extensión.
Una cita nada más que puede ser el compendio de lo que afirmamos: En Pentecostés de 1975, Paulo VI recibe, durante el Segundo
Encuentro Internacional de la Renovación a diez mil carismáticos, llegados a Roma de diferentes países del mundo. Es en el discurso que
les dirige en esa ocasión, donde lanza su afirmación que equivale a una implícita aprobación de la Renovación Carismática. La considera,
ante la realidad de los frutos que ya ha dado, "una suerte para la iglesia" y afirma que es preciso poner los medios apropiados para que
continúe siéndolo.3
-De entonces acá en los años transcurridos, la Renovación ha ido superando dificultades a veces ingentes, repulsas manifiestas de no
pocos que parecían estar llamados a acogerla, guiarla y difundirla; críticas de todas clases, a veces justas y acertadas; a veces exageradas
e injustas. Fuera de excepciones que no parecen frecuentes, no obstante las acusaciones y rechazos, ha habido en ella un fuerte sentido
de fidelidad, de perdón, de sosiego y paz en recibir las críticas de donde vinieran. Su capacidad de acogerlas y de aprovecharlas, ha sido
un factor fundamental de que se haya visto preservada de peligros manifiestos que la amenazaban.
Sorprende a quienes pensamos conocerla en cierta profundidad, no sólo la continuidad en su expansión, sino también su creciente
purificación; la profundización en la fe, en el amor verdadero, en el compromiso, en la formación espiritual y humana... Creemos que se han
dado pasos firmes hacia una solidez y equilibrio creciente de la Renovación.
-"No obstante las aprensiones, los reproches y acusaciones (arriba aludidos), la Renovación no cesa de desarrollarse. La crítica no ha
sido inútil; ella le ha evitado peligros que no eran ilusorios. La Renovación es hoy una corriente que se impone. Teniendo en cuenta lo que
II.
ella aporta y el contexto en el que nació y se ha desarrollado, se puede, (a partir de esto), deducir su significación". 4
4. Significación de la Renovación
A. Delimitación del estudio
Intentamos penetrar en el sentido de la Renovación frente al contexto teológico del fenómeno de la secularización.
-Nos limitamos a dos aspectos de su significación que parecen dar el contenido esencial de la Renovación en el contexto en que nació
como respuesta "contestataria" como "llamada" dirigida a los cristianos.
Lo que aquí se considera es el fenómeno de esta corriente de gracia en sí, en su totalidad o globalidad. No precisamente en el
comportamiento de los que están en la Renovación ni en las prácticas que en ella se realizan: ejercicio de carismas, Bautismo o Efusión del
Espíritu.
-Se considera el acontecimiento que marca la Iglesia desde algunos años: la creación de grupos de oración, la fundación de
comunidades en las que, bajo normas diversas, se agrupan laicos, bien en el estado de matrimonio, bien como comprometidos en el
celibato; sacerdotes, religiosas... que se comprometen a vivir la radicalidad del Evangelio y a testimoniarla con su vida...
Tampoco se considera ciar un juicio de valor sobre la manera concreta de orar ni de enjuiciar los modos diversos de evangelizar que
practica o los que ha creado y que resultan una auténtica novedad para muchos.
—Notas
I
Ch. Duquoc, citado por Monseñor R Coffy, "Le Renouveau, histoire et signification", Nouvelle Revite Theologique, 109, 1978, 211.:
Cfr. A. Fierro, "Secularización", Diccionario teológico interdisciplinar, IV, 1977, Edic. Sígueme, Salamanca, 271-286.
2
H. Muhlen, Espíritu, Carisma, Liberación, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1976, 12-14.
3
P. Fernández, La Renovación Carismática, Documentación, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1978, 25.
4
Monseñor R Coffy, Arzobispo de Marsella, ob. cit., 213.
5
Monseñor R Coffy, ob. cit., 214,
6
Cfr. Artículos citados anteriormente sobre la "secularización".
7
Monseñor R Coffy, ob. cit., 215.
8
A. Cartier, citado por Monseñor R Coffy, ob. cit., 215.
9
GS. 34.36.
10
Cfr. B. V. Aufaubre, E. Constant, E. Garin, Quiferá taire le vent?, Desclée de Brouwer, París, 1988, 197, 205.
II
Monseñor R Coffy, ob. cit., 216; Cfr. H. Muhlen, ob. cit. 55-66.
12
Cfr. SC. (Sobre la Sagrada Liturgia). 2.
13
Monseñor R Coffy, ob. cit., 217.
14
Christifideles Laici. (Los fieles laicos) 30 diciembre, 1998.
15
LG. 12; AA. 3; PO. 9, etc.; Cfr. H. Muhlen, ob. cit. 66-70.
l6
Monseñor R. Coffy, ob. cit., 219.
II.
VI. FUNDAMENTO TEOLÓGICO DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA
Nos permitimos insertar este capítulo, tomándolo del excelente documento de los Obispos reunidos en La Ceja en
1987.
13- "La base teológica de la Renovación es esencialmente trinitaria".
En la Renovación espiritual es preciso tener la visión trinitaria de la Iglesia señalada por el Concilio Vaticano II. La Iglesia es la expresión
II.
en el tiempo del designio amoroso del Padre que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,
4) y que, para conseguir este fin, "cuando llegó la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar a los que se
hallaban bajo la ley y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Gal 4, 4-6).
14. "Cristo es Cabeza de la Iglesia y Salvador del Cuerpo" (Ef 5, 23) y "la amó y se entregó a sí mismo por ella para santificarla" (Ef 5,
25-27); y, "consumada la obra que el Padre le encomendó sobre la tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de
santificar indefinidamente la Iglesia y para que los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu" (LG No. 4).
15. La Renovación nos va mostrando, cada vez con mayor claridad la acción del divino Espíritu Santo en la Iglesia.
16. Uno de los grandes aportes doctrinales y pastorales ha sido el de profundizar en la Persona y la acción de este Espíritu Santo. Alma
de la Iglesia y su constante santificado r.
17. Es Él "quien la rejuvenece con la fuerza del Evangelio, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con el
Esposo".
18. La gran fundamentación teológica de la Renovación espiritual carismática está, pues, en el Misterio Trinitario, y particularmente en
el conocimiento progresivo de la Persona del Espíritu Santo y en su acción insustituible e ininterrumpida en la Iglesia y en cada uno de
nosotros.
19. "Él es el Espíritu de Vida, por quien el Padre vivifica a todos los hombres muertos por el pecado. Él mora en la Iglesia y en el corazón
de los fieles, como en un templo. La guía a la verdad plena, la unifica y la enriquece y gobierna con diversos dones jerárquicos y
carismáticos". (LG. No. 4).
20. De ahí que la Iglesia puede renovarse constantemente, pero solamente bajo la acción y la gracia del Espíritu Santo.
21. La Renovación espiritual ha brindado un gran aporte al insistir en la importancia de la acción del Espíritu Santo, "Alma de la Iglesia",
y al mostrar su multiforme acción santifi- cadora y renovadora.
22. Pero, en la verdadera Renovación espiritual, la Persona del Espíritu Santo debe ocupar el primer lugar, y no los dones o carismas
que Él regala a la Iglesia.
23. Una de las fallas que ha tenido en algunas partes ha sido la de dar más importancia a los dones que al Autor y fuente de ellos.
24. Algunos piensan equivocadamente que esta Renovación se centra exclusivamente en el Espíritu Santo y minimiza la acción del
Padre y la de Jesús. Muy al contrario, el Espíritu Santo es quien da al cristiano testimonio de Jesús (Jn 15, 26) y quien lo capacita para que
sea testigo de su resurrección.
25. Precisamente, uno de los frutos de la Renovación es la proclamación alegre que muchos están haciendo de un Jesús vivo,
"Constituido Señor y Cristo por Dios" (Hech 2, 36) y a quien están sirviendo con gozo pascual.
26. A la luz del Evangelio la Renovación está descubriendo, cada día mejor, la salvación integral de Jesús, pero no como un hecho del
pasado, sino como una realidad actual que está cambiando la vida de muchas personas.
27.También los Grupos de Discipulado están profundizando en las enseñanzas de Jesús, el Maestro y están avanzando en su
seguimiento e imitación.
28. Y, lo más importante, es que, bajo la acción unitiva del divino Espíritu, están estrechando su amistad con Jesús en la oración y en la
vida, y están ansiosos de "permanecer en su Amor" (Jn. 15, 9).
29. Pero no tenemos acceso al Padre sino en el Espíritu (Ef. 2, 18) que se une a nuestro Espíritu para dar testimonio de que somos hijos
de Dios y que nos hace exclamar ¡Abbá! ¡Padre! (Rom 8, 15-17).
30. El don de piedad que nos regala este Espíritu Santo nos acerca filialmente al "Padre de las misericordias" y nos permite profundizar
en la riqueza de la Revelación que nos dice cómo "al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios su Hijo, nacido de una mujer... para que
recibiéramos la filiación adoptiva". "La prueba de que somos hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama Abbá, Padre". "De modo que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios" (Gal. 4, 4-8).
31. Pero la fuerza de la Renovación Carismática está en que cree en el constante Pentecostés que el Espíritu Santo realiza en la Iglesia
y en cada uno de sus miembros. Con razón escribió Juan Pablo II: "En medio de los problemas, de las desilusiones, de las deserciones y
retornos de nuestra época, la Iglesia permanece fiel al misterio de su nacimiento. Si es un hecho histórico que la Iglesia salió del Cenáculo
el día de Pentecostés, puede decirse, en cierto modo, que nunca lo ha dejado. Espiritualmente, el acontecimiento de Pentecostés no
pertenece sólo al pasado: La Iglesia está siempre en el Cenáculo que lleva en su corazón". (D. et. V. No.66)
32. Para comprender la Renovación espiritual carismática es preciso saber lo que este Espíritu realizó en los primeros tiempos de la
Iglesia.
33. Quien conozca los Hechos del Espíritu Santo en los Apóstoles y en la Iglesia primitiva puede comprender mejor lo que Él está
realizando actualmente en la Iglesia y en el munclo y así se da cuenta de que estamos viviendo el nuevo Pentecostés que pidió el papa
Juan XXIII.
34. El divino Espíritu, Alma de la Iglesia, siempre ha actuado en Ella, pero su acción se manifiesta en determinadas épocas de manera
intensa. La actual es una de esas.
35. El distintivo de los primeros cristianos fue el gozo pascual que les produjo la experiencia de la presencia y de la acción del Espíritu
Santo en sus personas y en sus vicias; gracia hoy tan necesaria para tantos cristianos que sólo tienen conceptos, pero que no han tenido
"el encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante con Cristo resucitado", el gran objetivo propuesto por Juan Pablo II en la
Catedral de Santo Domingo. (1-25-79).
36. Pablo VI se refirió a esta experiencia en los siguientes términos: "Después de semejantes reflexiones, quisiéramos nosotros hoy,
II.
no sólo poseer inmediatamente el Espíritu Santo, sino también experimentar los efectos sensibles y prodigiosos de esta maravillosa
presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros. Porque sabemos que el Espíritu Santo es luz, es fuerza, carisma, infusión de una vitalidad
superior, capacidad de superar los límites de la actividad natural; es riqueza de virtudes sobrenaturales, riqueza de dones, los célebres
siete dones, que hacen rápida y ágil la acción del Espíritu Santo coordinada con el complejo sistema sicológico humano; es riqueza de
frutos espirituales que adornan bellamente el fértil jardín de la experiencia cristiana" (Cfr. Gal 5, 22-23); (Mayo 18 de 1975).
37. Pero todo Pentecostés tiene su preparación."La preparación del silencio interior en el que la conciencia madura su conversión" y la
"perseverancia en la oración con María, la Madre de Jesús" (Hech 1,14).
38. Es así como se recibe "el poder del Espíritu para ser testigo de la resurrección de Jesús en todo lugar y a lo largo de toda la vida"
(Cfr. Hech 1, 8).
39. Es con esta fuerza del divino Espíritu como podemos "ejercer el sagrado oficio del Evangelio de Dios" (Rom 15, 16) "en virtud de
señales y prodigios" (Rom 15, 19). Como "podemos predicar la Palabra de Dios con valentía" (Hech 4, 29) y como "el Dios de la esperanza
nos colma de gozo y paz en nuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rom 15, 13).
40. Esta fuerza del Espíritu del Señor nos capacita para triunfar en el combate espiritual que todos tenemos que librar contra el maligno,
cuya presencia, acción y poder aparecen por todas partes.
41. Hoy también debemos "revestirnos de las armas de Dios para poder resistir a las asechanzas del Diablo" (Ef 6, 11) y "tomar el yelmo
de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu" (Ef
6, 17-19).
42. Y el crecimiento de esta Renovación espiritual se debe en gran parte a 1a acción maternal de María, la Esposa amada del Espíritu,
y cuya intercesión constante continúa consiguiendo para la Iglesia la Efusión de este divino Espíritu.
"Por no haber querido manifestar solemnemente el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo,
vemos que los apóstoles, antes del día de Pentecostés, perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la Madre
de Jesús, y con los hermanos de éste (Act. 1, 14), y que también María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la A
nunciación ya la había cubierto a ella con su sombra". (LG No. 59)
La Renovación Espiritual Católica Carismática. Documento del Encuentro Episcopal Latinoamericano, efectuado en La Ceja (Colombia)
septiembre de 1987, n. 13-42.
VII.LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO: VISIÓN "INEXACTA"; VISIÓN "INCOMPLETA"; VISION
AUTÉNTICA
1. Observaciones previas
1. En este tema fundamental se impone, especialmente, seleccionar cuidadosamente lo que se dé a los alumnos. La materia que se
aporta en estos apuntes rebasa la posibilidad de las clases.
II.
2.Téngase especial cuidado con que se vayan dando las ideas, datos, etc. con orden y claridad...
3. Considérese esto de importancia capital. Sobre ellas se apoyan las demás, de un modo o de otro. Por tanto, cuídese de que los
alumnos tengan un conocimiento claro y, hasta donde sea posible, profundo. Habrá que aludir a ellas frecuentemente para irlas asimilando
progresivamente
4. Lo que se pretende dar no pasa de considerarse como una "síntesis" de esta realidad maravillosa que hoy suscita el Espíritu Santo en
su Iglesia por todas partes. Habría que tocar otros aspectos previos para facilitar su comprensión y hacer caer en la cuenta, más
hondamente, de toda su trascendencia.
5.Ya en el plan de los "servidores", de ella se deducirán:
-El papel y "responsabilidad" del servidor.
-La necesidad de prepararse para realizarla plenamente, en creciente intensidad y perfección.
—Los requisitos que se imponen, en un nivel apreciable, para poder dar garantía de ser llamados por Dios a esta misión dentro de la
Renovación Carismática, en la Iglesia Católica, para su servicio eficaz en Cristo.
6. La casi totalidad de cuanto digamos se centrará en aclarar: "¿Qué es la Renovación Carismática; qué pretende", se desprenderá
como fruto maduro de su mismo ser, de su "esencia".
3. Una dificultad
-Hay que notar algo importante antes de emprender la tarea de describir el "ser", la "esencia" de la Renovación Cristiana, en el Espíritu
Santo: Esta, fundamentalmente, es una experiencia de Poder del Espíritu Santo en la propia vida.
De otro modo, una experiencia de la Efusión del Espíritu de Jesús. Sin ser ni lo único ni lo definitivo (la experiencia debe ir respaldada
por el "conocimiento" y llevar a la "vida en Cristo") sí es un elemento sustancial.
-"El peligro especial para estos avivamientos espirituales ha sido siempre el querer sustituir la enseñanza por la experiencia. Se
intenta, pues, comunicar la enseñanza necesaria de tal manera que la experiencia se haga visible; en su creciente" se le dé un fondo de
seguridad y se proyecte hacia la vida cristiana, vivida en Jesús, por la fuerza del Espíritu.2
He aquí uno de los muchos juicios que pudieran aducirse: "En mi opinión, el extraordinario crecimiento de esta Renovación en la
Iglesia Católica, en el corto espacio de sólo diez años, únicamente puede explicarse por la realidad de la experiencia que muchas personas
han vivido, de los cambios que han tenido lugar en sus vidas y en las vidas ele otros a quienes ellos conocen, como un resultado de
haberse orado y recibido una nueva Efusión del Espíritu, o un nuevo Bautismo en el Espíritu".3
Este hecho hace que cuanto se diga sobre el ser íntimo de la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, siendo bueno y aun
necesario, resulte incompleto y, sólo relativamente esclarecedor.
Siendo fundamentalmente la Renovación Carismática, una "experiencia", no se llegará a comprenderla en su plenitud, mientras no se
esté dispuesto a aceptar vivir esta misma experiencia. De otro modo, mientras no insistamos en esta realidad por ser de capital importancia
para la comprensión verdadera de la Renovación Carismática, y consecuentemente, para la dificultad que crea.
-Los comprometidos en la Renovación Cristiana, tienen la experiencia del Espíritu, a nivel personal y la experiencia de los carismas, a
nivel más bien comunitario, puesto que son dados para la edificación de la Iglesia. (Todo esto se aclarará más adelante.)
"La experiencia que está en la base de la Renovación, comienza por 'un ver y entender' (Hech 2, 33; 1 Jn 1, 1-3); ella se comunica a un
grupo o a una persona, por una fe que testimonia el señorío de Cristo por el poder del Espíritu".
"Cuando leemos en los Hechos, los que escucharon la predicación de Pedro 'sintieron el corazón traspasado' (Hech 2,37), el autor
quiere significar que habían sido tocados en todo su ser: cuerpo, espíritu, inteligencia, afectividad, voluntad por la palabra Carismática del
Apóstol.4
-Esta experiencia de la presencia de Jesús resucitado, admitido libremente y experimentado a través de su Espíritu, por gracia del
Señor, con una "nueva conciencia de su poder", obliga, a un cambio del corazón, de toda persona, individual y socialmente considerada. Se
II.
da una nueva relación con Cristo en la doble dimensión humana: personal y comunitaria.
Esta realidad no sólo explica el impresionante desarrollo de los grupos de oración y comunidades de vida. Son desarrollos legítimos y
necesarios a la acogida y apertura del poder del Espíritu Santo y explican otras muchas realidades que más adelante se tocarán.
-No queremos, sin embargo, dejar de consignar la siguiente afirmación que compendia el fin de la Renovación Cristiana.
"La Renovación no pretende, en modo alguno, crear, en el seno de la Iglesia, un grupo particular que se especializara en el Espíritu
Santo y en sus dones. Ella busca, más bien, favorecer la Renovación de la Iglesia local y universal suscitando un redescubrimiento de la
plenitud de la vida en Cristo por el Espíritu, cosa que incluye los carismas".5 (El subrayado es nuestro).
-Este hecho de ser, fundamentalmente, una experiencia, hace que cuanto se diga sobre el ser íntimo de la Renovación Cristiana en el
Espíritu Santo, siendo bueno y aun necesario, resulte incompleto y, sólo, relativamente esclarecedor.
La "experiencia", más en el sentido profundo que tiene en la Renovación, no se llegará a comprender mientras no se esté dispuesto a
aceptar vivir esta misma experiencia, en profundidad y amplitud de tiempo.
—Juzgar la Renovación desde fuera por la sola información, por más fidedigna que sea, quedaría siempre en la periferia. Juzgarla
"desde el exterior y por lo que se ha oído decir" o por alguna experiencia ocasional desagradable, tocaría la injusticia.
B. Visión "incompleta"
a) "No es la Renovación Cristiana solamente un grupo de personas que se reúnen para orar". Aunque forme parte, va mucho más allá.
Es un elemento, pero no único.
b) No es una realidad religiosa que permanezca en el plano "individual" y "comunitario", sin proyección apostólica de transformación del
mundo, conforme al plan de Dios. (Cuando se toque el tema del compromiso apostólico-social, a partir del espíritu propio de la Renovación,
se aclarará este aspecto).
c) La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, no se centra ni exclusiva ni principalmente, en los "carismas". Con ser algo
fundamental en ella no los considera como fines en sí mismos, sino como medios excelentes necesarios para la "edificación" de la Iglesia
en la caridad.
d) No es un hecho religioso destinado solamente a los laicos y en el que no haya sitio para los sacerdotes y religiosos.10
e) No es sólo una manera de mejorar el culto y de animar la vida parroquial, aunque de hecho, contribuyen notablemente a ello.
f) No es un instrumento para la solución de algunos problemas sociales, aunque en el mismo ser íntimo de la Renovación Cristiana, va
implícito, radicalmente, el más auténtico compromiso apostólico-social, aun el más arduo.11
g) La Renovación Carismática no es un grupo de compromiso:
"Su prioridad no es salvar el mundo ni cambiar las estructuras", aunque, al realizar lo que constituye su prioridad, se convierta en un
instrumento eficacísimo de cambio y se comprometa en las tareas más arriesgadas. Por eso puede afirmarse que, sin tener un
compromiso determinado, los tiene todos en fuerza de la prioridad fundamental que la anima y en el compromiso más íntimo, fiel y
constante con la persona de Jesús.
La Renovación Carismática, tiene muy presente que "el único Salvador es Jesucristo, que nos salva a nosotros y al mundo. Nuestra
prioridad es constituirnos en instrumentos de Cristo, lo que puede llevarnos a los más diferentes compromisos con los hombres, y con los
hombres metidos en estructuras que sabemos no son neutrales".12
"La prioridad es la transformación del individuo porque todo el que tiene una experiencia religiosa profunda se siente cambiado y
empieza a trabajar y a comportarse de un modo distinto, a partir de la profundidad nueva que le da el ser cristiano", y esto realizado en la
fuerza del Espíritu.13
h) No es un movimiento religioso en el sentido que tiene esta palabra aplicada a las asociaciones de Iglesia:
"Para captar la significación original de la Renovación Cristiana y su verdadera extensión, es necesario guardarnos de ver en ella un
movimiento que ha de añadirse a otros movimientos, menos aún, una secta. Por otra parte, no se trata de un movimiento en el sentido que
ha tomado esta palabra en el lenguaje corriente: no es una nueva organización con sus estructuras propias, una jerarquía, un fin
específico, una tarea particular que la inserta en el conjunto de otras organizaciones”.14
Se la puede considerar como movimiento de un modo periférico en cuanto que, para poder subsistir y desarrollarse, necesita y tiene
cierta organización y estructuras que, sin "impedir la acción del Espíritu", cooperen con Él e impidan la falsa libertad, el desorden, la pereza
y la improvisación, el "dirigismo larvado" y cooperen al fortalecimiento del grupo y a su crecimiento en el amor, el servicio, la entrega. En
una palabra, a la acción del Espíritu Santo, individual y comunitariamente.
II.
"La palabra 'movimiento' evoca en seguida las nociones de iniciativa humana con sus objetivos, la organización estructurada, las
condiciones de la afiliación... La Renovación Carismática no cabe dentro de estas categorías".15 Las rebasa.
Creemos, sinceramente, que considerar a la Renovación como un movimiento religioso que se coloca junto a los otros existentes, tiene
más importancia de lo que, a primera vista, pudiera parecer. Cierto que, por el hecho de tener alguna estructuración necesaria, se la puede
considerar como movimiento, pero en su esencia más íntima rebasa esta formulación. La Renovación Carismática es, ante todo y sobre
todo, la obra del Espíritu, la corriente de gracia que tiene como centro vital el redescubrimiento de la acción del Espíritu Santo en cada uno
de los creyentes. Y esta obra fundamental se puede condensar en la aceptación, la vivencia, en toda la realidad de la vida, del señorío de
Jesús.16 Jesús ha pasado a ser el centro de mi vida; Él rige toda mi existencia; a Él someto todo mi ser: mi modo de pensar, querer, amar,
el comportarme frente a Dios, a los demás, a mí mismo... Conforme a Él quiero llevar toda mi vida en sus múltiples manifestaciones. Nada
escapa a este señorío que libremente acepto y trato de realizar.17
Desconocer, minimizar, no darle el lugar primordial que debe tener en la Renovación Carismática, del hecho de ser "una corriente de
gracia", es despojarla de esa fuerza inmensa de transformación. La voz de los Papas (Pablo VI, Juan Pablo II), la experiencia, el testimonio
de multitud de personas transformadas por el poder del Espíritu, que confiesan haberlo encontrado en la Renovación, es un increíble
referendum testimonial de esta verdad.
Por más que se la pueda llamar movimiento, se ha de cuidar mucho el que esto se entienda en su propio sentido. Y, por encima, y antes
que esto, ha de mantenerse claro el pensamiento de que la Renovación es, en su esencia más íntima lo que el mismo Pablo VI quiso dejar
bien claro: "una corriente de gracia", suscitada por el Espíritu que, en su dinamismo, tiende a renovarlo y vivificarlo todo en la Iglesia y en el
mundo, guiado por los que el Señor ha puesto como "pastores" auténticos de su santa Iglesia.18
—Notas
1
Varios autores, "Le Renouveau Charismatique", Colloque de Malines, Lumen Vitae. 21-26 mai, 1974, Bruxelles, 36-37.
2
H. Muhlen, Catequesis para la Renovación Carismática, Secretariado Trinitario Salamanca, 1979, 36.
3
F. A. Sullivan, R. Faricy, Lgnatian Exercises, Charimatic Renewal, Centrum Ignatianum Spiritualítatis, Romae, 1977, 7.
4
"Le Renouveau Charismatique", ob. cit. 5.
5
"Le Renouveau Charismatique", ob. cit. 37.
6
C. Aldunate, ¿Renovación Carismática?, Santiago ele Chile, 1978, 6-7.
7
"Le Renouveau Charismatique", ob. cit. 26.
8
Obispos belgas, "La Renovación Carismática, Evaluación Pastoral", Koinonía, n. 21, en-feb. 1980.
9
"Los líderes ele la Renovación Carismática", Minuto de Dios, Bogotá, 10.
10
Monseñor Gaidon, II est vivant, mai, 1982, 21-22.
11
C. Aldunate, ob. cit. 6.7.
12
I. Franco, "Celebrar que Dios está vivo", Ecclesia, 26 febr. 1983, Madrid, 24.
13
Obispos belgas, "Pastoral citada", Koinonía, en-febr. 1980; Mirabilia, n.
9, 1987. 7.
14
C . Aldunate, ob. cit. 8.
15
Mons. R. Coffy, "Renouveau et Eglise Catholic", Tychique, n. 59, 1986, 13.14.
16
"La vida espiritual no se puede desencarnar; ella, al contrario, da a nuestra encarnación una dimensión profunda y verdadera, porque
es ella lo que el señor quiere para sus hijos". R. Halter, "La misericorde qui guerit", Ploermel, 5-8, juiliet. 1982 (Policopiado).
17
"Uno no entra en la Renovación: es la Renovación la que entra en nosotros", si aceptamos esta gracia. No se puede ser franciscano
y jesuita al mismo tiempo, pero se puede ser perfectamente franciscano abierto a la Renovación, o jesuíta "carismático" sin tener que
dejar su orden y sin que, para nada, sufra el sentido de pertenencia a su orden; al contrario, la corriente de gracia del tipo de
Pentecostés, si entra auténticamente en él, será renovado y afirmado en ella, como en toda la vivencia de su vida religiosa en su
Orden. Precisamente el hecho de que esta gracia se pueda insertar en todas las realidades de la Iglesia es para vivirlas plenamente,
bajo la acción del Espíritu dado por Jesús.
Card. L-J. Suenens, Un pbenomene controversé: Le repos dans I’ Esprit, Desclée de Brouwer, París, 1986, 14.
18
"No se trata de un movimiento en el sentido estricto del término, No posee una organización central, ni cuadros establecidos, ni
II.
objetivo particular por encima del general de una fe vivida según las exigencias más auténticas del Evangelio y de la Iglesia, como
respuesta a la acción del Espíritu Santo, que se actualiza en la adoración a Dios y en el servicio de los hermanos bajo la guía de los
pastores de la Iglesia. El cardenal Suenens prefiere describirlo justamente como 'una corriente de gracia' que pasa y que conduce a
vivir una tensión mayor y consciente de la dimensión Carismática inherente a la Iglesia".
Es un modo de vivir la vida cristiana y eclesial por 'cristianos normales' atentos a la acción que el Espíritu Santo suscita en formas
siempre nuevas en la Iglesia y en la sociedad de hoy",
A. Barruffo, "Carismáticos", Nuevo Diccionario de la Espiritualidad, (Dir. S. de Fiores, T Goffi, adapt. español, A. Guerra), Edic.
Paulinas, Madrid, 1983, 142.
19
"Los movimientos de Renovación nunca han faltado en la Iglesia. Hemos conocido la acción católica, el movimienio biblíco y litúrgico,
el movimiento ecuménico y muchos otros. En 1967 surgió en los Estados Unidos la Renovación Carismática. ¿Un movimiento más?
Quizás sea más que un movimiento. Los obispos franceses reunidos en Lourdes en 1982, hablan de una corriente de vida. En efecto,
los primeros que vivieron la Renovación, un pequeño grupo de profesores y alumnos de la Universidad Duquesne de Pittsburgh, no
fundaron como se funda o lanza un movimiento.
Fueron más bien ellos, con gran sorpresa suya, los que fueron lanzados o si se prefiere, los que quedaron inmersos espiritualmente.
Sin haberlo previsto ni programado, sin previa organización, un buen día de febrero, la gracia de Dios les invadió, les cogió en lo más
profundo de su ser. Aquel día, en una casa de campo de la montaña, una nueva corriente de vida nacía en la Iglesia Católica".
Los jesuítas y la Renovación Carismática, Centrum Ignatianum Spiritualitatis, Roma, 1985, varios.
2ü””
Por mi parte, yo intento decir: por fas y por nefas que la Renovación LCarismática' no es un 'movimiento' a catalogar al lado de otros
movimientos sino una gracia de tipo 'pentecostal' (es decir, en ¡a línea del acontecimiento de Pentecostés), ofrecido a la Iglesia como
tal; y a TODOS los movimientos en la Iglesia. Esta batalla no está siempre ganada, ni aun entre las autoridades favorables a la
Renovación, y, si no se deshace el equívoco, se corre el riesgo de que se reduzca a grupos de oración al margen del conjunto, o a
comunidades aisladas. Es un poco lo que aconteció a los comienzos de la Renovación litúrgica que apareció durante largo tiempo
como un asunto de los benedictinos".
Card. L-J. Suenens, Un phenomene controversé, ob. cit. 13-16.
VIII. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO; REDESCUBRIMIENTO DEL PODER DEL ESPÍRITU SANTO
PARA VIVIR EL EVANGELIO EN "PLENITUD" Y "EVANGELIZAR" CON LA FUERZA DE SU MANIFESTACIÓN EN LOS
CARISMAS
La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo "Es el redescubrimiento experimental del Poder del Espíritu Santo en cada uno y en la
Iglesia, y la Apertura a su Acción, para vivir el Evangelio en Plenitud (hasta sus últimas consecuencias), para evangelizar con poder, ser
testigos de Cristo resucitado y renovar todas las formas de presencia (y servicio) de Cristo en la iglesia y en el mundo".
II.
Omitiendo lo que ya ha sido tocado sobre el sentido del "reclescubrimiento: conocimiento experiencial" y otros aspectos ya aludidos,
intentamos amplificar lo que tan rica y alentadoramente se incluye en la definición, que para algunos aparece muy completa y sustancial.
Trataremos de amplificar esta definición -resumen de la Renovación Carismática.
Proponemos diversas definiciones de la Renovación Carismática. Todas tienen un fondo común. Por eso hay cierta necesaria
repetición y cierta particularidad que resultan complementarias. De este modo captamos mejor la gran riqueza de esta "corriente ele gracia"
suscitada por el Espíritu Santo en nuestros días.
1. Explanación
A. "Es el 'redescubrimiento’’ del Poder del Espíritu Santo"
a)La necesidad de un nuevo Pentecostés en nuestros días:
Han existido en la historia de la Iglesia muchas y diversas circunstancias en que hombres y mujeres tuvieron una cons- ciencia más viva
y profunda que sus contemporáneos, de las necesidades urgentes de la Iglesia. A la luz de Dios, consagraron sus vidas para remediarlas
o practicar virtudes que entonces urgía poner más de relieve.
Tuvieron y, no pocos, siguen teniendo un éxito sorprendente. Ahí está, sin duda, la acción del Espíritu Santo.1
En la Renovación Cristiana, las cosas fueron diferentes: el Señor iluminó a la misma Iglesia sobre la necesidad de un nuevo
Pentecostés en nuestros días; de la necesidad de una actuación del Espíritu Santo fuera de lo ordinario a que estábamos acostumbrados
y le permitíamos en nuestras vidas y en el mundo.
No fue resultado de un cálculo, de una estrategia humana, ni siquiera de una gran voluntad de renovar lo que necesitaba ser renovado.
Fue obra del Espíritu de Cristo, prometido por Él y dado espléndidamente aun en nuestros tiempos. Existe una desproporción manifiesta
entre los efectos espirituales producidos y la preparación cooperativa humana. Es la obra del Espíritu. Esto no significa que todo lo que
sucede en la Renovación Carismática, se deba atribuir a la acción directa o manifiesta del Espíritu Santo.2
b) La gracia del Espíritu Santo
-"La esencia de la ley nueva es la gracia del Espíritu Santo. Esto quiere decir lo siguiente: El Evangelio es imposible de cumplir. No es
posible a las fuerzas humanas amar de una manera permanente, a los antipáticos y enemigos, dar una túnica cuando se tienen sólo dos,
formar una comunidad con desconocidos y mucho menos ciar la vida día a día por los demás. Lo original en el cristianismo es poder hacer
esto. Este poder sólo viene dado por la gracia del Espíritu Santo. De ahí que sea absolutamente necesario apelar a la gracia, acogerla
como un don y hacer del Espíritu el protagonista de toda renovación, incluso en los compromisos más revolucionarios como es el de la
lucha por la justicia en el mundo".3
-El hecho de que la Renovación Carismática se centre en que el Espíritu es la primera fuerza en toda vida espiritual y en todo trabajo
apostólico, no desplaza a Jesús de su centra- lidad, al contrario. La Renovación, ya lo hemos dicho, es eminente e insustituiblemente
cristocéntrica y trinitaria. Jesús es el Señor y esta confesión debe convertirse en una realidad vital de toda vida cristiana y de toda obra y
trabajo apostólico.
Pero a Él nos conduce la fuerza del Espíritu y no nos es posible sin Él (ICor 12,3). No es posible comprender su mensaje, adherirnos a
su persona, santificarnos conforme a su ejemplo (Ef 4,1; 5,1-2; Rom 8, 29), sin el poder actuante del Espíritu Santo en nosotros. Ni es
posible fructificar (Jn 15, 16), sin su asistencia y sus carismas.
En este sentido hay que entender la expresión de que la Renovación Carismática se centra en la acción del Espíritu Santo en el alma.
Esta realidad sola es la que puede dar sentido al señorío efectivo de Jesús en nuestras vidas, en la Iglesia, en el mundo. Precisamente,
haberlo desplazado, olvidado, al menos en la mayoría de los cristianos, ha tenido como efecto el que Jesús no haya sido tampoco el Señor
de sus vidas y que sus esfuerzos apostólicos hayan sido mezquinos.
Repetimos, Jesús sigue siendo el centro irreemplazable, pero el Espíritu, nos introduce y hace progresar en Él. Y ambos, Jesús y el
Espíritu, Jesús por su Espíritu, nos conducen al Padre (Jn 14, 6). Así la Renovación, como toda vida cristiana bien orientada, es, a la vez,
cristocéntrica y trinitaria.
-"La 'experiencia Carismática' es la experiencia del poder del Espíritu Santo en la propia vida; la experiencia del Espíritu de Jesús".4
Incluye una Efusión de los dones y carismas del Espíritu.
c) La característica distintiva de la Renovación Carismática En otros movimientos e instituciones apostólicas se destacan muy
laudablemente, como inspiraciones del Espíritu, aspectos fundamentales de la vida cristiana, pero no fontales: pueden ser la vivencia del
amor, de la comunidad, de determinados tipos de compromisos o aspectos catequéticos y catecumenales.
Ninguno de ellos se excluye de la Renovación Carismática pero son algo originado, no originario: frutos de otra realidad superior que
constituye lo frontal, la característica "distintiva de la Renovación Carismática".'5
En ella "se intenta restituir al Espíritu Santo, a nivel de praxis, el protagonismo que tuvo en los primeros momentos de la Iglesia en su
actuar 'con poder', en cada uno y en la Iglesia a través de los carismas". Por el poder y la luz del Espíritu los primeros cristianos
descubrieron a Jesús resucitado como Señor y Salvador".6
Esta teología, a la vez, antigua, sencilla y profundísima, que resumíamos como "la persona y la acción del Espíritu Santo", se trata de
hacerla vida en la Renovación Carismática. Pero hemos de entender bien que no es la teología, por más necesaria y excelsa que sea, la
que da la vida, sino que de la experiencia y la vida sale la teología.
"El cristianismo [...] no es, principalmente, una suma de doctrinas y mandamientos, instituciones y estructuras. Todo esto tiene también
II.
importancia en su lugar. Por encima de todo, el cristianismo es Jesucristo y la comunicación con El" (El subrayado es nuestro). Pero a
Jesús y a su comunicación y al trabajo en su viña no se puede llegar con eficacia si no es por la acción poderosa del Espíritu Santo. Y aquí
es donde se inserta y centra el aporte fundamental de la Renovación Carismática, con todas las consecuencias que se siguen de esta
acción y de sus exigencias".7-8
d) La fuerza de la presencia de Jesús resucitado por su Espíritu
De aquí esa realidad que, vista sin prejuicio, no deja de sorprender a muchos que se acercan a la Renovación:
La fuerza de la presencia de Jesús resucitado se hace palpable; JESÚS VIVE, JESÚS SIGUE ACTUANDO por el poder de su Espíritu.
La vivencia gozosa de la comunidad, reunida por el Señor, que crea el Espíritu, conecta con los demás aspectos, produce fe viva: Por
eso, se trata de una experiencia "social": en el seno de una comunidad.
Desde esta plataforma espiritual no resulta difícil compartir lo espiritual y aun lo material, en un Espíritu fraternal de amor y de servicio.
En este ambiente de fe, suscitado y profundizado por el Espíritu, se va descubriendo, de una manera viva, lo que es la Iglesia y su
función sacramental de salvación en relación con el mundo, en la que todos están llamados a participar.
Se da una superación del "moralismo", porque la transformación en Cristo, operada por el Espíritu, hace tomar conciencia de que
nuestro comportamiento moral arranca de la íntima realidad de nuestro ser de Hijos de Dios, injertados en Cristo y santuarios vivos del
Espíritu Santo.
La presencia de los carismas se considera como una realidad que necesariamente debe darse en la comunidad que cree y vive la
presencia del Espíritu. De ella son un signo manifestativo y operante los carismas.
-Aceptar a Cristo como Salvador y Señor de nuestras vidas. -Una vida de relación en la comunidad en el amor del Señor.
-Una vida cristiana que produzca fruto abundante: hacia "dentro"; hacia "afuera" en la "evangelización" entendida en todas sus
dimensiones y profundidad.
-Una vida vivida en el poder y la fuerza del Espíritu.1415
E. Para Renovar la consagración y todas las formas de presencia y de servicio en la Iglesia y en el mundo"
"La consagración": El compromiso contraído por los diversos sacramentos recibidos:
-El compromiso de vivir como hijos de Dios, injertados en Cristo, (miembros del Cuerpo Místico, templos vivos del Espíritu Santo), por el
Bautismo.
-El compromiso de ser testigos de Cristo por la Confirmación.
-El compromiso de ser signos de la unión mística de Cristo con su Iglesia, por el sacramento del Matrimonio.
-El compromiso de ser administradores de los misterios de Dios y de su Palabra por el sacramento del Orden...16
G. En y para la iglesia
Es un aspecto fundamental en la Renovación Carismática. Sin él no sería lo que realmente es y debe ser. Ella se siente fuertemente
arraigada en la Iglesia: se la sirve, se pretende ser fiel a sus indicaciones, directrices, avisos, correcciones... Y no puede ser de otro modo:
La Renovación ha surgido bajo el signo y el soplo del Espíritu. Este es como el alma de la Iglesia. Él ilumina la mente para comprender
mejor el misterio de la Iglesia de Cristo y enciende el corazón en el amor y el servicio a ella (Gal 4, 26). De aquí el respeto y obediencia que
se da en la Renovación, en una visión de fe, a la jerarquía. La Renovación Carismática, por más que puedan darse casos aislados que
parezcan contradecirlo, se halla arraigada en el corazón mismo de la Iglesia. Una prueba entre muchas, ha sido la 5a Conferencia
Internacional de Líderes en el Espíritu Santo, celebrada en Roma del 30 de abril al 5 de mayo de 1984, y cuyo tema básico fue.- "En el
corazón de la Iglesia".
Pero el mejor y mayor testimonio es el que nos ha proporcionado el mismo Juan Pablo II en la alocución dirigida a los dirigentes de la
Renovación Carismática, el 7 ele mayo de 1981, reunidos en Roma en la 4a Conferencia Internacional de Líderes de la Renovación: "El
hecho de haber elegido Roma como lugar de esta Conferencia es un indicio especial de la importancia que tiene para vosotros el estar
arraigados en esta unidad católica de fe y caridad que tiene su centro visible en la Sede de Pedro. Hemos constatado con especial alegría
la manera como los dirigentes de la Renovación han desarrollado cada vez más una amplia visión eclesial, esforzándose al mismo tiempo
por hacer de esta visión una realidad creciente para cuantos dependen de su dirección...18
—Notas
1
P Villaroel, "Se llenaron todos del Espíritu Santo", Vida Nueva. 1981, 29-30 (1143-1144).
2
W. Smet, Yo hago un mundo nuevo, Edit. Roma, Barcelona, 1975, 52.
3
P. Villaroel, ob. cit., 29-30.
4
R. Faricy, L. Rooney, The Contemplative Way of Prayer, Serva ni: Books, Ann Arbor, Michigan, 1986, 9.
5
P. Villaroel, ob, cit,, 29-30; O'Connor, citado por W. Smet, ob. cit., 52.
6
Catecismo Católico para adultos, Conferencia episcopal alemana, BAC., Madrid, 1998, 154.
7
No lo olvidemos, repetimos, para darle todo el alcance sorprendente que tiene en el futuro de la Iglesia y del mundo: El
redescubrimiento del poder del Espíritu es el aspecto realmente esencial de toda la transformación de la Iglesia; este redescubrimiento
II.
debe, necesariamente, afectar las más variadas esferas: el culto, el servicio social y apostólico, la vicia comunitaria. Nada hay que
caiga fuera del campo de su influencia, como nada debe haber que no entre en la acción del Espíritu Santo que desea cambiar al
individuo, la Iglesia y la misma faz de la tierra. Pero, notémoslo bien: Esta transformación de la Iglesia no añade cosa alguna extraña
a ella, sino que manifiesta, con nuevo esplendor, la acción que siempre ha tenido el Espíritu en ella: El Espíritu está en el corazón de
la Iglesia para conducirla en su peregrinación [...] Él es, a la vez, continuidad y novedad, tradición y progreso. Siendo tradición viviente,
el Espíritu une y relaciona todas las generaciones con Jesús, el Señor, "qué es y que era y que ha de venir (Ap. 1,4). Siendo progreso
viviente, el Espíritu tiende hacia la etapa venidera. Transporta el pasado para impulsarlo hacia el porvenir".
El redescubrimiento del poder del Espíritu Santo, significa también el "redescubrimiento" de sus carismas:
Uno de ios méritos de la Renovación Carismática es recordar [...] la importancia de los carismas en la vida de la comunidad cristiana y
de sus miembros. Su presencia en la Iglesia no es insólita o accesoria. Es una característica esencial de la misma. (El subrayado es
nuestro).!...] Los carismas son auxiliares indispensables de la caridad [...] su papel puede resumirse en una sola palabra: "servicio".
Pedimos disculpas por no anotar las citas exactas de su autor.
8
D. Mollat, La Palabra y el Espíritu, Edic. Sigúeme, Salamanca, 1984, 12.
9
C. Aldunate y otros, Los Jesuítas y la Renovación Carismática, Vida Nueva, Centrum Ignatianum Spiritualitatis, Roma, 1984.
10
Discurso de Pablo VI a los delegados de la Primera Conferencia Internacional de Dirigentes de la Renovación Carismática, tenida en
Roma (Grottaferrata), 1973- P. Fernández, La Renovación Carismática, Documentación, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1978,
17.
11
C. Aldunate, ob. cit, 79-81.
12
Cardenal L-J. Suenens, citado por Jon Sobrino, en La oración de Jesús y del cristiano, Edic. Paulinas, Bogotá, 1981, 1.
El aspecto del compromiso social, que es compromiso por la justicia, lo va asumiendo progresiva y firmemente la Renovación
Carismática. Si en sus comienzos, necesitó centrarse, con cierta exclusividad, en la oración, hoy no puede decirse lo mismo, sin una
manifiesta Injusticia. Su compromiso por la justicia y opción preferencial por los pobres muchas veces callada, y, siempre fuera de todo
partidarismo, es una realidad cuando se conoce la obra comprometida de la Renovación Carismática, al menos en la mayor paite de los
países donde ha penetrado y arraigado. Su compromiso tiene la enorme ventaja, sobre otros, que arranca y se fortalece en la oración.
"La lógica de la oración es conducir al compromiso social. Para el cristiano estar auténticamente comprometido en la sociedad quiere
decir estar enraizado en la oración". Así la Renovación Carismática, tiende a juntar equilibradamente estos dos aspectos que mu-
tuamente se exigen en un cristiano y, consecuentemente, se presenta como una promesa, ya en paite realidad, de una tarea por la
justicia que arranca de las mismas raíces del Evangelio; de la misma esencia de una auténtica oración cristiana. Es en definitiva, la obra
del Espíritu, que da los sentimientos de Jesús e introduce a la persona en su dinámica apostólica y comprometida, "...¿cómo podemos
amarnos incondicionalmente unos a otros como hombres, si antes no hemos experimentado el amor incondicionado que nos despierta
y capacita para el amor? En primer lugar, por consiguiente, tiene que amarnos Dios. Es necesario que nos acepte incondicionalmente
para que podamos acepiarnos y admitirnos también unos a otros sin condiciones. Por eso, la fe cristiana no se realiza plenamente en su
dimensión "horizontal"; exige también la "vertical". Sólo si Dios es en Sí mismo un ser personal, decirle en común: "Padre nuestro. Y así,
porque Dios es el Padre de todos los hombres, todos los hombres somos hermanos y hermanas''.
Conferencia Episcopal Alemana, Catecismo Católico para adultos. BAC, 1988, 77.
13
Aquí, creemos que oportunamente, podemos insertar un hernioso pasaje de B. Rey, en el que sintetiza la visión que, ordinariamente,
se tiene en la Renovación Carismática del Resucitado; de Cristo en su doble dimensión de crucificado y glorificado que forma parte
fundamental e imprescindible, de la gloria del Resucitado. Es uno de los grandes aspectos de la visión del Jesús viviente, que se da en
la Renovación Carismática:
En los documentos que hemos leído (referentes a una seleccionada entrega de preguntas a varios dirigentes de la Renovación
Carismática), la cruz es ante todo la expresión de un amor, un icono para ser contemplado, un lugar de encuentro personal con Cristo,
como en la mística paulina, que no se olvida de recordar con estas frases el apóstol: "Con Cristo estoy crucificado: yo no vivo, es Cristo
quien vive en mí. Porque mi vida presenta en la carne la fe del Hijo del que me amó y se entregó a la muerte por mí". (Gal 2, 20) [...] No
obstante la representación del Cordero (inmolado, de Cristo crucificado) tan frecuente, para no decir central, la visión de la cruz no tiene
nada de dolorista, ni aparece como un signo de muerte, ni aun como una obra de la muerte. Es el símbolo de una victoria: victoria del
amor, victoria que denuncia, mientras el pecador es inundado de misericordia, victoria del pecado que estalla en la Pascua en la que se
instaura un mundo nuevo orientado hacia la realización total de las bodas del Cordero, y en la que se inscribe ya la victoria de nuestras
luchas, la expansión de nuestras personas, llegadas a la estatura que Dios les destina, victoria sobre las tinieblas y la desesperanza, de
la que los convertidos pueden testimoniar por sí mismos. (Bernard Rey et un groupe d'auteurs, Jesús vivant au Coeurdu Renouveau
Charismatic, Desclée de Brouwer, París, 1990, 265-266).
14
El trabajo del Espíritu se manifiesta en frutos diversos que estructuran los grupos de oración y renuevan la vicia de sus miembros.
Entre ellos hay que citar la alabanza, la escucha de la Palabra, el ejercicio de los caris- mas, un amor nuevo por la Eucaristía, el
compartir fraternal y el descubrimiento de la acción apostólica.
15
Como se puede constatar, no hay nada nuevo en esta lista, felizmente. La Renovación no ha inventado nada. Ella no es sino una
renovación, una reactualización, por el Espíritu Santo, ele las gracias que la Tradición de la Iglesia ha tenido siempre. Mas para las
personas que las viven, son frecuentemente, nuevas. Se parecen entonces, a veces, a aquellos enamorados que en el gozo de su amor
nuevo creen que nadie ha sido antes amado como ellos. Es necesario afirmar que la Renovación Carismática es un don de Dios a su
Iglesia. Por tanto, sería ilusorio y peligroso reducir concretamente la riqueza del Espíritu Santo al don hecho a la Renovación.
16
II.
Cardenal L-J, Suenens. Dom Elder Cámara, Renoveau dans l'Esprit, et Service de l’bomme, Bruxelles, 1979.
"El Bautismo es un nuevo nacimiento en Él (el Espíritu) y nuestra mirada se vuelve hacia Aquel con el cual estamos configurados, el
Verbo hecho carne. La unción, que nos da el obrar y el dar testimonio en unión con Cristo, nos asemejan, en el sacramento de la
Confirmación, a Aquel que se hace Testigo consolador y se apresura a darse. El Espíritu Santo es Aquel que, recibido en el Bautismo, se
da en persona al cristiano confirmado a quien visita y vivifica".
Para testificar, y obrar con poder en toda la gama de ministerios. Como resumen: Triple dimensión del compromiso cristiano en la
Renovación Carismática.
17
Toda renovación de la Iglesia comporta un aumento de fidelidad hacia su propia vocación, fidelidad que se opera no sólo a nivel
eclesial, estructuras, comunidades, etc., sino también en la vida personal del cristiano concreto. La renovación personal supone
conversión del corazón y un encuentro con Jesús al que se acepta como Salvador y Señor, al que se ofrece la propia vida en actitud de
servicio y de amor. Esto es precisamente lo que realiza la Renovación Carismática en cada uno de nosotros situándonos en una relación
personal con el Cristo Resucitado, presente en la Iglesia como su Cuerpo y haciéndonos sentir la vocación y la urgencia de edificar este
Cuerpo y de vivir como testigos de la Resurrección.
18
Ivés Congar, gran teólogo de nuestros días, que simpatiza con la Renovación, pero también tiene sobre ella sus críticas constructivas,
dijo en el Congreso Internacional de Pneumatoiogía celebrado en Roma en 1982, por voluntad del Papa, para conmemorar el 1 ó
Centenario del Concilio de Constantinopla: "¿Cómo no situarla aquí, entre los signos del despertar del Espíritu que se ha difundido corno
un fuego que corre por el cañaveral? Se trata de algo muy distinto de una moda, se parece más bien a un movimiento renovador, sobre
todo por una característica: por la dimensión pública y constatable de su acción espiritual con la que cambia las vidas".
Y añade el P. Raniero Cantalamessa: "A nosotros que estamos en la Renovación, tal vez no nos es fácil caracterizarla en su rasgo más
saliente. Para un teólogo, desde fuera, entendida globalmente, cía esta impresión: la de ser un movimiento cuya característica más
singular es la de cambiar las vidas".
R. Cantalamessa, "Los dones del Espíritu y la evangelización", Koinonía, n. 45-46, 31.
Y todo esto, teniendo como centro y figura insustituible a Jesucristo resucitado, al que la Renovación Carismática no deja de mirar y cuya
figura interior trata de trasladar a ella. Revestirse de sus sentimientos (Fil 2,5), asemejarse a Él (Rom 8, 29), ser tomada por Él... Un
especialista tan notable como Bernard Rey, cuyas obras de cristología son tan valiosas, llega a decir: "La Renovación Carismática tiene
una palabra particular que decir sobre Jesucristo. Porque la Teología es el fruto de una fe, que quiere comprender y decirse, ella [la
Renovación Carismática] debe contribuir de manera original a la reflexión teológica". (B. Rey et un groupe d'auteurs, Jesús vivant au
Coeur du Renouveau Charismatic.
Desclée de Brouwer, París, 1990, 10 Introcluction.)
IX. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO: CORRIENTE DE GRACIA, SUSCITADA POR
EL ESPÍRITU; PARA LA RENOVACIÓN ESPIRITUAL DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO
La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo es "Una toma de conciencia 'nueva' de lo que ya estaba implícito en los Sacramentos de
la Iniciación".
La Renovación Carismática es una toma de conciencia existencial de la acción del Espíritu Santo tanto en el corazón de las personas
II.
como en el corazón de la vida de la Iglesia: esta toma de conciencia se acompaña de una apertura y de una acogida de los diversos dones
que el Espíritu reparte entre los fieles de toda condición para la construcción del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. "Si no queréis que la
Renovación se esclerotice, hay que permanecer abiertos a la acción del Espíritu, abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo".1
A. Explanación
1. Lo implícito en los sacramentos de iniciación cristiana se puede sintetizar así:
La acción poderosa del Espíritu Santo en la Iglesia y en la persona.
Nuestra realidad íntima de ser "hijos de Dios" en Cristo Jesús por el Espíritu Santo que nos comunica la vida, su vida, vida del Padre (Ef
1, 3ss.; Jn 7, 38-39).
2. Nuestra realidad de "estar injertados en Cristo", unidos misteriosa, y realmente a la Humanidad Resucitada de Cristo, por el mismo
Espíritu que habita en Él y en nosotros (Jn 15, lss., Rom 6, 3ss.; Rom 8, 9)-
3. La realidad de ser templos vivos del Espíritu de Cristo, que habita en nosotros (ICor 6, 15).
De ser fortalecidos por el Espíritu Santo, para realizar una labor especifica y difícil en la construcción del Reino.
4. La "íntima persuasión" de que las exigencias de nuestro Bautismo y Confirmación podemos realizarlas en virtud del cumplimiento de
las promesas de Jesús: el envío del Espíritu Santo en poder. La persuasión de contar con la ayuda de su acción y la gracia de sus carismas
para la edificación cíe la Iglesia.
Por eso la teología profunda de la Renovación es, a la vez, sencilla y exhaustiva: "Es la persona y la acción del Espíritu Santo".
O, si se quiere, es el hombre "inundado por la experiencia del poder del Espíritu".2
"Cuando hablo de Bautismo y Confirmación tengo que establecer un nexo entre ellos. Están, además, tan unidos que nos hallamos en
el centro de la Renovación, ¿Qué es la Renovación? Es tomar una nueva conciencia de la Confirmación, una nueva conciencia de lo que
pasó en Pentecostés. Hay un libro que se titula "Nuestro Pentecostés Personal". Eso es la Confirmación: la Renovación de Pentecostés.
Y ¿qué es el Bautismo? Es la fiesta de la Pascua.- Pascua y Pentecostés son uno; no podemos disociarlos, porque a través del
Bautismo entramos en la muerte y Resurrección de Jesús de forma que estamos abiertos para poder recibir el Espíritu Santo al ser
bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Esta es la realidad central de la vida cristiana: no otra cosa, sino Pascua
y Pentecostés en continuidad". 3 Así vemos coincidir totalmente estas afirmaciones del cardenal Suenens con lo que dice respecto de la
Renovación Carismática, el Episcopado belga: Es una nueva toma de conciencia de lo que ya estaba implícito en los sacramentos de
iniciación (Bautismo y Confirmación).
La Confirmación reafirma la del Bautismo y añade una modalidad peculiar. Podemos decir que el Bautismo nos consagra a la Trinidad,
nos une a Cristo, Cabeza de la Iglesia, a su Humanidad resucitada, en la comunidad eclesial y crea en nosotros el compromiso de realizar
nuestra santificación viviendo, en la posibilidad de la criatura, la vida trinitaria: imitar la santidad del Padre, a ejemplo de Jesucristo, por el
poder del Espíritu Santo del que somos templo.
La Confirmación, además de reafirmar el Bautismo, nos capacita para el trabajo en el Reino, nos compromete con él y nos confiere la
gracia para construir la Iglesia de Cristo en el amor.
"La Renovación tiene esta capacidad de suscitar una plena conciencia o descubrimiento" de estas realidades.4
B. La Renovación Cristiana en el Espíritu Santo y la "decisión fundamental del cristiano" por Dios y por la Iglesia
La descripción que dan los obispos belgas de la Renovación Carismática coincide, creemos, exactamente con lo que afirman sobre la
misma Renovación y de su papel en la Iglesia, los obispos austríacos en su documento: "La decisión fundamental del cristiano".
He aquí un breve resumen de lo que nos parece constituir las líneas fundamentales del mismo:
1. El Sacramento en el que se expresa "la decisión por la fe es el Bautismo".
2. Pero el encuentro vivo con Dios se realiza cuando el adulto acepta consciente y libremente la oferta que Dios le hace y se
compromete a colaborar con su gracia de una manera activa.
3. La aceptación personal de la alianza ofrecida por Dios en el Bautismo, supone cierta madurez humana. Supone una toma de
conciencia y una preparación que disponga y haga más profunda esta toma de decisión.
4. Cuando se trata de cristianos adultos, no bautizados, tal preparación se hace en el catecumenado. Para los ya bautizados de niños
hay que decir que escasean tales oportunidades. La misma preparación para recibir el sacramento de la Confirmación, la preparación para
acercarse a la Primera Comunión, las renuncias en la vigilia de la noche pascual no suelen tener el carácter de una decisión fundamental
por Dios y por la Iglesia que lleve consigo e involucre toda la vida.
Por otra parte, la decisión fundamental por Dios y por la Iglesia debe despertar en el alma el deseo de aceptar los carismas del Espíritu
y de dar testimonio de Jesucristo.
Tales dones se orientan a la proclamación del Evangelio, pero, en realidad, los cristianos se muestran cerrados a ellos.
5. Dios, no obstante la imagen que el hombre se forma de El, y el alejamiento en que persiste, se le entrega en amor y, de un modo
palpable; lo hace en la persona del Verbo que se encarna y se hace semejante al hombre. Se le revela como amor especialmente a través
de su muerte y resurrección (Ex 34, 6; Os 2, 21; Deut 7, 9; Is 55, 3; Os 2,16; Rom 8,32; Hebr 9, 14; Ef 5. 2; Gal 2,20; ljn 4, 9ss. etc.)
La respuesta del hombre al amor de Dios es la conversión desde lo íntimo del ser que es imitar la entrega de Jesús a Dios y que se debe
fundamentalmente a la gracia, pero requiere la cooperación de la persona. Esta conversión profunda coincide con la decisión fundamental
del cristiano a Dios y a la Iglesia de que hablamos.
6. Esta toma de conciencia que opta decididamente por Cristo es obra del Espíritu de Jesús en el hombre; es una experiencia de su
II.
fuerza y de su poder, que viene a ser, en otra expresión, experiencia de la cruz (Hech 2, 1-3).
De otro modo: el hombre, por sí sólo, es incapaz de responder a la invitación de Dios, a participar en la alianza y a realizar cuanto
implica. Pero Él toca el corazón del hombre con la luz y la moción del Espíritu Santo. Este mismo Espíritu es quien llama al arrepentimiento
y da su ayuda para vivir según el mandato de Jesucristo y las exigencias de la decisión fundamental por Él (Fil 2, 5).
7. Cuando el hombre ha adquirido cierta madurez para tomar una decisión personal por Dios y por la Iglesia, Él lo llama, de algún modo,
a tomar sobre sí tal decisión.
8. Al hacerla con toda verdad el hombre confiesa que él no tiene vida ni sentido por sí mismo; que todo su ser está totalmente a
disposición de Dios como Creador y Padre.
Es, de otro modo, la decisión fundamental una renuncia al mal y al "maligno". Implica por tanto, una liberación y una renuncia a todo
comportamiento que esté en oposición a la ley de Dios, al bien de los demás, a estar en convivencia con el poder de las tinieblas (Me 7,
2'lss.; Gal 5, 19ss.; Is 5, 23ss.; Ez 33, 11-15; Osl4, 3; 1 Tes 2,6).
9. Se trata en esta decisión fundamental de un proceso, mediante un acto de entrega y compromiso, que compromete toda la vida y
todas sus áreas. Es un proceso de crecimiento en la fe.
El hombre, al entregarse personal y conscientemente a Dios está proclamando el Señorío de Dios sobre su vida pasada, presente y
futura. Es el primer paso decisivo de un encuentro continuado a lo largo de todo el existir, con Dios y con sus hermanos. Ha edificado, sobre
la base echada en la recepción del Bautismo, una vida de conversión y discipulado diario. Es una apropiación personal de la alianza
bautismal.
10.La decisión personal por Dios y por la Iglesia, decíamos, es un proceso. Por tanto, a medida que el cristiano va viviéndola, irá
llegando a niveles más profundos e invadirá nuevas áreas de la persona hasta arribar a un estado permanente de pleno compromiso con
Dios y de confianza en su ayuda por la acción del Espíritu.
Esto, no obstante, habrá quizá que contar con decaimientos, crisis, etc.
11. Supuesto lo anterior, no es nada difícil situar el papel de la Renovación Carismática, más que a partir ele una teoría, de las
experiencias ya prolongadas, vividas en el seno de ella a través de los grupos de oración, de las comunidades caris- máticas, de toda su
vida y actuar.
Su ser específico, esencial, es precisamente ese: ser un lugar, una oportunidad proporcionada por el Espíritu en nuestros días, en la
renovación del primitivo Pentecostés de la Iglesia, de preparación, de vivencia, de profundización de la decisión fundamental del cristiano
por Dios y por la Iglesia ,5
Acompañarlo en su proceso que implica todo el ser del hombre, en el desarrollo, en el crecimiento en la fe, en la vivencia cristiana de su
vida a ejemplo de Jesucristo, Salvador y Señor, a lo largo de una vida ya total y definitivamente comprometida: en la decisión personal
consciente que se edificó sobre el compromiso bautismal asumido, ordinariamente, por los padres del bautizado.
Ayudarle a abrirse y acoger los dones del Espíritu Santo que Él quiere darle, orientados y puestos al servicio de la edificación de la
Iglesia en la caridad, y contar con la fuerza clel mismo Espíritu en la obra de santificación que desea realizar en cada uno.
Vista así la Renovación Carismática incluye toda la esencia más íntima del Evangelio y abarca todas y cada una de las áreas que
pueden darse en el cristiano en todas las realidades: individual, social, etc., y en todas las circunstancias en que pueda encontrarse.
Estos son los elementos que algunos autores designan como esenciales en la Renovación Carismática.
Los elementos que, a su vez, designan como opcionales: estructura, grupos de oración, comunidades, Efusión en el Espíritu, retiros...,
tienen un vínculo muy íntimo con los anteriores. Todos ellos, cada uno dentro de su modalidad especifica, se orienta a ayudar en la obra
fundamental descrita. Por eso, tomados en su conjunto, ofrecen una cooperación valiosísima a la gran obra de la Renovación Cristiana en
el Espíritu Santo que está en la continuidad del acontecimiento de Pentecostés.
Por eso trata de realizar, en inspiración y versión actual el modelo que el Espíritu sugirió a las primitivas comunidades, descrito en los
Hechos 2, 42.
Más aún, estos elementos, que a través de los años se han mostrado de forma especial, fecundos espiritualmente y han tenido su fuerte
repercusión en todos los campos donde hay que anunciar a Cristo el Señor, llevan a integrar en la vida, cada vez, con más profundidad, los
focos principales de la actividad del Espíritu en la Iglesia. La oración personal, la palabra divina, los sacramentos, el ministerio, los
servicios, la relación de trabajo, de amor, ele obediencia a la Iglesia, esposa de Cristo. Se la ama, porque Dios la ama y porque Jesucristo
se entregó por ella.6
—Notas
1
"La Renovación Carismática. Evaluación pastoral de los obispos belgas", Koinonía, n. 2, en. -feb. 1980. 9.
2
El cardenal Suenens expresa de este modo el pensamiento central que venimos desarrollando, refiriéndose particularmente al
llamado Bautismo o Efusión en el Espíritu: "Digamos desde el principio cuál es la experiencia de base que constituye el alma de la
Renovación. Más allá de imágenes superficiales, es necesario comprender la Renovación como una gracia que reactualiza el
Bautismo y la Confirmación; como una suerte de Pentecostés personal que implica conversión, reconocimiento de Jesucristo,
apertura nueva al Espíritu Santo [...] Lo que es nuevo para aquellos que han acogidolesta renovación religiosa] es que el Espíritu ha
llegado a ser para ellos una experiencia de vida. El punto clave está aquí".
Como escribía el P. Sullivan, S. J., profesor de Teología en la Universidad Gregoriana ele Roma: "Los carismáticos no dudan, ni por
un momento, de que el Espíritu Santo en persona sea dado en los Sacramentos del Bautismo y de la Confirmación y que Él se halla
presente en cada uno de los que viven la gracia de Cristo. Pero, al mismo tiempo, creen que el Espíritu Santo ya presente en el alma,
pueda hacerse presente en la misma persona de una manera nueva y decisiva, esto es, transformando esta presencia, anteriormente
II.
creída por la fe, en una realidad ele experiencia vivida. Esta mutación se indica por nuevas manifestaciones de la acción del Espíritu
en la vida personal, por un sorprendente crecimiento de fuerza para ser testigos del Señor, así como por los carismas que siguen.
Señalando esta experiencia 'pentecostal' inicial, que reveía una nueva presencia del Espíritu, los carismáticos insisten en decir que
no conviene subrayar esta fase inicial [del Bautismo o Efusión del Espíritu Santo] en detrimento de la nueva 'vida en el Espíritu' que se
instaura y que debe ser la continuación lógica. Es necesario alimentaría y sostenerla, si se quiere que la experiencia inicial dé sus
frutos. El Bautismo o Efusión del Espíritu Santo, es un 'nuevo' comienzo, no un fin". Cardenal L-J. Suenens, Renouveau et puiss
anees des te fiebres, Document de Malines, 1982, 55-56.
3
Cardenal L-J. Suenens, "Enraizados en el corazón de la Iglesia"', Koinonía, n. 48, 1984, 6.
4
Cardenal L-J. Suenens, ob. cit., 7, Cfr. M. M. González Gil, Cristo el Misterio de Dios, BAC, 1976, 1-39.
5
Cfr. "La decisión fundamental", Koinonía, n. 58, 1986, 7-13.
6
"A través de la infinita variedad de caminos personales, esta gracia [de la Renovación] manifiesta una identidad básica. Se trata de un
acontecimiento del Espíritu, imprevisible, inesperado, gratuito. Un acontecimiento que, como un mar de fondo, remueve las
profundidades, cambia la faz de las cosas, hace época en la existencia, como sucede con un nacimiento. La etiqueta de 'carismática'
con que se especifica esta gracia no expresa [todo] lo que es en el fondo. Porque toda experiencia fuerte del Espíritu puede incluir, e
incluye, manifestaciones carismáticas. Ya estén ligadas a lugares, personas, comunidades o fundaciones, la historia de la Iglesia está
jalonada de estos resurgimientos. Para situar la vertiente carismática de la Renovación, sin minimizarla ni absolutizarla, hay que
recordar la distinción tomista entre gratia gratiunfaciens, nuestra gracia santificante, y gratia gratis data, la gracia carismática por la que
un hermano es revestido de la fuerza de lo alto (Le. 24,49).' y se convierte en instrumento de Dios para sus hermanos. Distinción que
no hay que exagerar, pero que tampoco hay que minimizar para contemplar la unidad hay que contemplar la distinción.
La Renovación en el Espíritu no es primordialmente carismática. En realidad lo que se 'reaviva' ante todo es el don fundamental de la
vida teologal: la fe, la esperanza y la caridad. Esta vida recibida en el Bautismo es la que primero crece de nuevo por la comunicación
del Espíritu Santo. Es su fuente y en su nacimiento el don de la gracia es anterior a toda conceptualización, a toda espiritualidad, a todo
carisma; precede a las vocaciones particulares y a la diversidad de los estados de vida. Lo que se recibe por una nueva Efusión del
Espíritu Santo es el don de Dios por excelencia en su misma fuente.
Preguntarse cómo 'conciliar' 1a gracia recibida en la Renovación y la vocación del jesuíta (o cualquier otra vocación particular), apenas
tiene sentido, en un primer tiempo. Las realidades evocadas no pertenecen al mismo nivel de existencia cristiana. La gracia de la
Renovación hace referencia al acontecimiento bautismal y, salvo parecer contrario, nadie nació jesuíta [salesiano, dominico o
agustino, etc.].
La Renovación de la vida teologal afecta y dina miza de nuevo todo el edificio de la vida cristiana y religiosa, comenzando desde sus
fundamentos. Esta gracia de refundación puede ser discernida claramente en los hennanos y hermanas de la Renovación que dan
testimonio de su renovación espiritual. La vida de oración, la vida sacramental, la escucha de la Palabra, la vinculación a la Iglesia,
adquieren un sentido nuevo y una vitalidad nueva a partir de este 'aumento' de fe, esperanza y caridad. Bajo la acción del Espíritu
Santo, el hombre se hace hijo de Dios y discípulo de Jesús con una nueva profundidad. La misma vocación religiosa, la llamada al
sacerdocio [al matrimonio], y el envío en misión se reactualizan como un nuevo comienzo.
[...] Por otra parte, la espiritualidad de cualquier congregación religiosa puede, además, beneficiarse de la gracia de la Renovación con
nueva vitalidad, porque muchos de sus miembros vuelven a recorrer el camino de su Fundador, camino en el que lo primero es tener la
experiencia de ser conducidos por Dios. Añádase también que no siempre una espiritualidad concreta, ya constituida, continúa siendo
vehículo de fuerza de la experiencia original que estaba encargada ele expresar y transmitir. La Renovación constituye hoy para las
familias religiosas y para su carisma fundacional una oportunidad de renovación interior y de vuelta a lo esencial.
[...] Si Dios quiere que hoy muchos hombres y mujeres hagan la experiencia de esta gratuidad de la gracia, si quiere que la Renovación
sea uno de los lugares donde sopla el Espíritu no es en beneficio de la fuente bautismal, esto significa que la Renovación tiene
vocación de universalidad y que es una gracia para la iglesia y para el mundo entero. Por la fuerza del Espíritu que suscita y anima la
Renovación, esta tiene vocación de reavivar las gracias particulares, de reactualizar los carismas fundacionales.
Si esto es así, lo que se llama "Renovación" no pertenece a nadie. Es el discurso que los hombres tienen sobre una gracia recibida, la
comunión de los que acogen una gracia del Espíritu. Esta Renovación existe desde siempre, desde que el Espíritu planeaba sobre las
aguas, desde que cubrió a María con su sombra, desde la teofanía del Jordán, el discurso de Nicodemo y el viento de Pentecostés.
Será para nuestro tiempo el signo de que sólo el Espíritu Santo puede realizar en nosotros la obra de Dios. A través de los testimonios
que se suscitan, este signo será dado a cada cristiano, a cada institución eclesial, a cada familia religiosa, a la Iglesia entera".
J. Meeus y otros, Los Jesuítas y la Renovación Carismática, ob. cit. 115-118.
II.
XI. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO COMO EXPERIENCIA DE UN PROFUNDO CAMBIO INTERIOR
O CONVERSIÓN Y ENCUENTRO PERSONAL CON CRISTO ACEPTADO COMO SALVADOR SEÑOR PARA
TRANSFORMARNOS EN ÉL, POR LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO, CONSTRUIR EL REINO
CON EL PODER DE SUS CARISMAS
La presente instrucción bien podría considerarse como el resumen de las diversas descripciones que se dan de la Renovación
Carismática. Para la instrucción sobre la Renovación que ofrecemos en el tomo segundo, reservamos un compendio del ser de la
Renovación Carismática, bastante completo y amplio.
II.
4. La experiencia del encuentro personal con Cristo, aceptado como Salvador y Señor para transformarnos en Él, por el poder de
su Espíritu
-La experiencia de conversión puede sintetizarse de este modo:
Es la característica fundamental ele la experiencia cristiana de la Renovación. Todas las demás, por importantes que sean, tienen a ésta
por centro: hacia ella se dirigen o de ella parten.
"El don fundamental consiste en la sumisión total a Cristo bajo el impulso del Espíritu Santo".8 El mensaje ele salvación, el Kerigma, no
ha sido comprendido ni aceptado por la Iglesia (tomada) en conjunto. "Innumerables millones de católicos bautizados en éste y otros
países, no han comprometido sus vidas personalmente con Jesús aceptándolo como Salvador y Señor. Como tampoco, a pesar del
sacramento ele la Confirmación, experimentan el poder efectivo y la obra del Espíritu Santo en sus vidas".9 "Un cristiano es un convertido
que se ha desprendido de sí mismo para adherirse a Jesús ele Nazaret, muerto y resucitado por él. Él ha descubierto personalmente a
Jesús, reconocido como Cristo, Hijo por excelencia del Padre, El ungido del Espíritu. Ha descubierto en Jesús al Salvador; el cristianismo
se resume en una persona, "Jesús"; a Él debemos encontrar cada uno y entablar relaciones íntimas personales".10
Las características más salientes del encuentro personal con Cristo, podrían ser resumidas en las siguientes:
A. Encuentro personal con Jesús
-Se trata del encuentro de la persona con Jesús, aunque tenga lugar dentro de una comunidad. Es, además, encuentro en el que "toda
la persona" queda afectada:
Jesús, desde este dichoso momento, pasa, bien que lo sea aún de un modo muy imperfecto, a ocupar el centro de la vida.
-En un estilo o actuación que puede recordarnos lo ocurrido con Pablo de Tarso. Jesús nos sale al encuentro en la fuerza de su Espíritu
y nos interroga. Se nos hace presente de un modo fulgurante, o poco a poco. Nadie puede escrutar el momento y la manera. Pero Él se nos
presenta, quizá en la oportunidad menos prevista, y nos invita a adherirnos a Él. Quiere ser descubierto por nosotros personalmente y
reconocido como tal personalmente también. En la dinámica del amor, Jesús tiene una predilección particular con cada uno, como si los
demás no existieran. Quiere descubrimos la fuerza y ternura de su amor y los deseos de ser realmente para nosotros el Salvador, el amigo
por excelencia.11
-Si de nuestra parte hay una respuesta, se realizará a partir de ese instante la nota que siendo común, es también peculiar; "En el
corazón de toda verdadera adhesión cristiana, se encuentra, bajo una forma u otra, aquella exclamación de Claudel: en su tarde de
conversión, viendo de pronto a Cristo con ojos nuevos escribió. 'He aquí que de pronto, Tú eres Alguien para mí'." 12
Esta es la impresión sorprendente del encuentro: el Señor comienza a ser Alguien. Lo que hemos dicho de la experiencia del amor de
Dios, puede repetirse ahora aplicado a Cristo: "Antes, yo sabía de Él pero esto no es lo mismo que conocerle".
Este encuentro personal tiene facetas diversas, todas ellas muy apreciables y, hasta entonces, para muchos nuevas en su existencia e
intensidad: una comunicación íntima con el Señor, como de amigo a amigo, que nos invita y eleva por el Espíritu. Relación que puede darse
en la oración privada y comunitaria, en la que se goza de una presencia suya especial. Puede también darse en un trato de corazón, fuera
de todo contexto de oración, o en la vida llamada de oración: elevación del alma hacia el Señor que ocupa el centro del ser. Pero el lugar
"privilegiado" es la comunidad, reunida por causa de su persona (Mt 18,20).
-En esta relación personal fundamental, Jesús deja de ser para el alma una persona alejada, casi impersonal para convertirse en lo que
realmente quiere ser para cada uno:
Alguien infinitamente amoroso y anhelante de entrar en la comunicación más profunda con la persona amada. No en todos se da el
mismo proceso de encuentro; los caminos, el modo, la intensidad, el tiempo, las circunstancias... varían. Pero permanece lo esencial,
común a todos ellos.
-Este encuentro personal profundo con Jesús va a irradiarse a todos los aspectos de una espiritualidad auténtica, exigente..., que tiene
como centro la vivencia del misterio pascual (Muerte y Resurrección de Cristo): El deseo de detestar lo malo, de purificar el alma, de
orientar moral- mente la vida hacia el Señor, asalta a la persona que lo ha encontrado y se ha adherido a Él sinceramente. No se trata
solamente de enderezar lo que estaba seriamente torcido; sino de eliminar las imperfecciones que sabe están en desacuerdo con Aquel a
quien se ha entregado. Por eso, llega a causar asombro oír a personas llenas del Espíritu del Señor y que avanzan en sus caminos desde
años atrás, suplicar con profunda humildad por una mayor y constante purificación interior.
-Todo lo anterior tiene la más hermosa y evangélica finalidad: Verse transformado en Cristo y poder exclamar, en su tanto, como San
II.
Pablo: "Es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20). Expresado en términos tan oídos entre los carismáticos: "hacer de Cristo el centro de mi
vicia". Y al decir vida, hay que leer toda ella con las variadas manifestaciones que posee y las diversas circunstancias en que puede
encontrarse: centro de la vida de familia, de la vida profesional, del trabajo, del estudio, del descanso, del apostolado... todo sometido e
irradiado por Cristo.
—Notas
]
G. Blaquiere, Le Berger "La Vie des Groupes de Friere". Ploermel, juillet, 1981, (varios). 48, (Policopiado).
2
G. Gelpi, "Pentecostalism, A Theological View Point\ PaulistPress, N. Y.. 1971, 62-63.
3
LG, 9.
4
Ralph Martin,
5
D. O'Connor, Pentecost in (heModern World, 1972. Notre Dame.
6
Cfr. V. M. Welsh, ob. cit. 47ss.
7
Cfr. J-L. Moens, "Vivre du Feu de I’Esprit". Él est vivant, oct.-nov., 1988, 15.
8
j. Hoffinger, Reviewfor Religious, n. 5, 1976, 663-672.
9
R. Martin, Si el Señor no construye la ciudad, Edic. Vida Nueva, Puerto Rico, 11.
lü
Card. L-J. Suenens, ¿Un nuevo Pentecostés?, ob. cit. 119.
11
J. Byrne. Threshold of God's Promise. Notre Dame, 1974, 36-37.
12
Card. L-J. Suenens, ob. cit. 119.
13
J. Leal, Nuestra confianza en los Evangelios, postolado de la Prensa, Madrid, 1965, 20.
14
Cita ya anotada anteriormente.
15
R. Martin, ob. cit. 22-24
l6
Card. L-J. Suenens, ob. cit. 120.
17
K. and D. Ranaghan, Pentecostales Católicos, en los testimonios que citan.
18
R. Puigdollers, Koinonía, n. 66, jul.-ag., 1987, 2.
XII. LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO COMO CORRIENTE ESPIRITUAL HACE
PRESENTE LA EXPERIENCIA DE PENTECOSTÉS
Pudiera describirse, con gran exactitud, como: Una experiencia -Una experiencia de la iniciativa de Dios-Una experiencia de la Efusión
del Espíritu—Una experiencia de la realidad de la Iglesia.
Intentamos amplificar esta definición inspirándonos y siguiendo de cerca en especial a G. Blaquiere, en el artículo citado más abajo, y en
II.
su libro: Pentecote c' est aujourd' hui.1
Io Una experiencia
Se trata de una experiencia espiritual.
a) Cuando mencionamos o definimos la Renovación Carismática por este término de "experiencia", se tiene en la mente y en el corazón
la repetición, el hacer "hoy" presente el acontecimiento que vivieron los apóstoles, María y cuantas personas se encontraban en el
Cenáculo (unas 150; Hech. 1, 15). Ciertamente aquella fue una experiencia única e irrepetible: Se trata de la Efusión del Espíritu que
oficialmente fundaba, mejor, abría las puertas del mundo públicamente a su Iglesia. Por otra parte, se trataba, principalmente, de sus
apóstoles.
Jesús, por su Espíritu quería obrar en ellos singularmente, en el ámbito de la santificación personal, la curación de cuanto les había herido
profundamente en la Pasión y en la Muerte de su Maestro; de equiparlos profusamente con los dones del Espíritu para su misión de
evangelizar por todo el mundo y ser testigos de su Resurrección: de su vicia y actuación una vez verdaderamente resucitado de entre los
muertos (Hech 1, 5). Por eso, el acontecimiento de Pentecostés fue una experiencia singular, concedida a los apóstoles.
b) Pero este hecho no agota el poder del Espíritu, ni su actuación se restringe. San Pedro, en su primer discurso, tuvo buen cuidado de
afirmar esta realidad no destinada en exclusividad a ellos (Hech 2, 38-39). El primitivo Pentecostés de la Iglesia naciente es, por su
naturaleza y disposición del Señor, el mundo de todo Pentecostés personal.
c) Esto es, lo que con una persuasión arraigada, se afirma y sostiene en la Renovación Carismática: que todo cristiano está destinado a
recibir la Efusión del Espíritu profunda, intensa, repetidamente de modo que su vida cambie de forma radical y sea, a la vez, equipado de
manera gradual por el Espíritu con sus dones, según la medida de su plan personal de salvación, para edificar la Iglesia en Cristo. Esto,
precisamente constituyó la súplica ardiente ele Juan XXIII en su Constitución apostólica en la que convocaba el Concilio Vaticano II (25 de
diciembre de 1961). Con posterioridad Pablo VI asume y repite de modos diversos esta súplica.2
d) Cuando se habla de experiencia, entendida como se procura vivir en la Renovación Carismática, hay que eliminar de una vez la idea
de tratarse de un puro o prevalente "sentimentalismo". Nada más contrario a la realidad, aunque el sentimiento intervenga en ella. No
puede menos de ser así por la misma esencia del hombre en la que los sentimientos y emociones entran a formar parte y a intervenir
desde el momento en que se da un conocimiento, cualquiera que sea.
La experiencia de que se habla y se vive en la auténtica Renovación Carismática es una realidad profunda que abarca todo el ser físico,
psicológico, sobrenatural.3
1. Los cuatro elementos fundamentales que en ella se descubren a través del Nuevo Testamento
Io Aceptar a Cristo como Salvador y someternos a Él como nuestro Señor -La vida normal cristiana significa:
• Reconocer a Cristo como nuestro Salvador, el que quita nuestros pecados y restablece nuestra unión con el Paclre.
• No basta esto y gozar de la alegría de saberlo: Hay que someterse a Él como Señor: ser conscientes de que somos suyos (Col 1,
15ss.):
• Fuimos creados por Él y para Él. No nos pertenecemos; pertenecemos al Elijo de Dios: Fuimos comprados y rescatados del pecado
y de la muerte por el precio de su sangre. Por estos dos motivos le pertenecemos. (lPeclr 1,18; ICor 6,20; 7,23).
-Someternos a Jesús como Señor quiere decir:
• Entregarle cuanto somos y tenemos: nuestro tiempo, dinero, deseos, relaciones, decisiones...
• Han de ser usados para el Reino de Dios.
® Amar a Dios con todo nuestro corazón..., significa someternos a Jesús como Señor y dejar que Él use nuestras vidas como Él
quiera.
-Por tanto:
"Vida cristiana normal quiere decir: reconocer a Jesús como nuestro Salvador y someternos a Él como Señor".
"El descubrimiento del Señorío de Jesús (descubrirlo, vivirlo, proclamarlo) es el elemento, no único, sí el primero y el más importante
en la Renovación Carismática".1
Es, pues, convertirnos a Él, adherirnos a Él, dos aspectos de la misma realidad.
Catecismo Católico para adultos, Conferencia Episcopal Alemana, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid, 1998, 154. Cfr. S.
Lyonnet, "La vocación cristiana a la perfección según San Pablo", en La vida según el Espíritu; I. de la Potterie, S. Lyonnet, Edic,
Sigueme, Salamanca, 1967, 225-247.
XIV. LA GRACIA DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA
1. Introducción
-La Renovación Carismática, es una prolongación del acontecimiento del Pentecostés primitivo de la Iglesia, de la gracia específica de
ese acontecimiento del Espíritu. El Pentecostés original y constitutivo de la Iglesia ha sido vivido por los primeros discípulos.
• Como una gracia de descubrimiento del Cristo viviente,
• Como una gracia de conversión,
II.
• Como una gracia de apertura al Espíritu Santo, a sus dones, a su poder.1
- En este sentido nos parece muy aceptable la propuesta del cardenal Suenens, de sustituir el adjetivo carismática, por el de
pentecostal. Aquel limita mucho el contenido de la Renovación, como si quedara en la renovación de los carismas. El segundo se fija
más sobre todo, en lo esencial: "una renovación espiritual en la prolongación de la gracia específica de Pentecostés y que implica los
tres aspectos fundamentales enumerados más arriba, pero la connotación protestante, al menos en América Latina, hace que ese
nombre no haya sido acogido con aceptación: puede, creemos, ser sustituido por la formulación: "Renovación Cristiana en el Espíritu
Santo".2-3
No podemos olvidar que el primer don, el don por excelencia, fuente de los demás, es el Espíritu Santo mismo, la gracia fundamental, es
la gracia de crecer en las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad; esta última representa el test supremo de toda vida cristiana
auténtica.
-Una vez expuestas las instrucciones precedentes, podemos abordar, en cierto modo como conclusión y resumen, la gracia
fundamental de la Renovación o qué podemos esperar de la Efusión del Espíritu Santo sobre nosotros, su desarrollo y crecimiento.
Nos apoyamos para ello en la afirmación del cardenal Suenens con que encabezamos la instrucción. Suponer que la Renovación
Carismática se halla en la prolongación del acontecimiento de Pentecostés vivido por los apóstoles, parece lo más acertado, lo único
acertado, seguir y aplicar esa gracia fundacional tal como el Espíritu quiere reproducirla hoy en su Iglesia. Seguimos, pues, los pasos de
esa triple gracia y la desarrollaremos después en su irradiación.
2. La triple gracia de la Renovación Carismática A. La gracia del redescubrimiento del Cristo viviente y actuante
-El primer efecto es el descubrimiento o redescubrimiento de Jesús mismo. Es una experiencia vista y vivida por el testimonio de
innumerables personas en la Renovación Carismática. Este solo efecto bastaría para considerar la Renovación como un don inapreciable
de la bondad del Padre de las misericordias. Pero este descubrimiento de la realidad cristiana por excelencia, Jesús, arrastra consigo otros
muchos y maravillosos efectos.
El Espíritu Santo hace descubrir a las personas la presencia de Jesús y las introduce en una relación nueva, vital, una relación en la que
Él comunica su vida por el Espíritu. Jesús llega a ser el centro indiscutible de la vida propia, en toda su realidad: en los pensamientos, en las
preocupaciones... y uno se compromete con Él de una manera nueva, mejor, en un don de sí mismo total, sin ambigüedades. 4
El descubrimiento de Cristo resucitado y actuante hoy y ahora tiene una proyección maravillosa:
Cuando la acción del Espíritu Santo ha penetrado en el alma, ese descubrimiento penetra en todo su ser. En Él, sobre todo, se descubre
el amor del Padre que se manifiesta espléndida y visiblemente en Jesucristo, su Hijo.
Las afirmaciones de Jesucristo (Jn 3, 16-17), tienen una resonancia de verdad nueva y profunda. Cuanto el Señor ha ido manifestando
con su palabra y con su vida, aparece ahora con un relieve inusitadamente marcado y la persona, en la fuerza del Espíritu, tiene una
conciencia avivada y una experiencia que quizás antes no se había dado en ella.
-Pero no se trata solamente del descubrimiento del amor de Dios manifestado en Cristo. Es un Amor de Dios actuante aquí y ahora, que
se hace presente en toda realidad, en toda circunstancia, en todo acontecimiento por doloroso y desgarrador que sea. Es el Amor de Dios
en Cristo que obra misteriosa pero realmente, aunque no lo percibamos y lo admitamos sólo en fe. Este descubrimiento del Amor de Dios
en la Cruz, en medio de las tribulaciones más intensas, es una gracia fruto de la acción del Espíritu de Jesús.
-Y ante esta realidad del descubrimiento del Amor de Dios en Cristo Jesús lleva, por la acción del Espíritu, al ofrecimiento de sí a Dios en
plenitud: a realizar su voluntad como quiera que se manifieste, en constante perfeccionamiento, aun contando con las propias debilidades
y caídas: a una entrega al amor para con los demás, utilizando las armas del Amor en respuesta, como Jesús, a la injusticia, a los ultrajes,
es ofrecer con Cristo nuestro ser total a su gloria y ofrecer con Él su misericordia, y el don precioso de su vida por el mundo.
La gracia del descubrimiento de Cristo resucitado actuante es una gracia peculiar y maravillosa de la Renovación que el Señor quiere
ofrecerla a todos, para que la conozcan, la acepten, se dejen penetrar por ella, le permitan producir los efectos que le son propios, la
experimenten y la vivan en medio del mundo y en la realidad concreta de su vida.5
B. La gracia de conversión, vivida como experiencia
Un don especialmente importante que se encuentra en la Renovación es la acción del Espíritu Santo que suscita en el alma el deseo de
"convertirse" a Dios en Jesucristo y va conduciéndola por un proceso que culmina en la entrega total al Señor. Es una experiencia, previa
acción del Espíritu en la Efusión.
Esta experiencia tiene una importancia excepcional. Cuando las personas, en su lenguaje, se expresan diciendo que han sido tocadas
por Dios, o que sus vidas han cambiado, se están refiriendo, sin nombrar la palabra, a la conversión.
Sin pasar por esta realidad que continuará siendo válida durante toda la existencia, toda otra experiencia del Señor o no se dará o será
superficial, o será una gracia de Dios que quiere ir preparando el alma para la "conversión". Esta requiere necesariamente la fe, aunque
sea en un grado todavía incipiente. Requiere, igualmente, un cuidado pastoral progresivo.6
Aunque ordinariamente, la Efusión del Espíritu Santo supone recorrido, al menos en cierto grado, un itinerario de conversión, no se
excluye el hecho de que haberla recibido previamente, disponga para vivir el don de la conversión más intensamente. Así opina algún autor
de autoridad. No obstante, creemos que debe no sólo considerarse la experiencia de la conversión como habitualmente previa a la
II.
recepción de la Efusión, sino el facilitar vivir otras experiencias posteriores diversas. El mismo autor al que aludimos, presupone que,
habitualmente, la experiencia de conversión precede a cualquiera otra.
II.
—Notas
1 Cardenal L-J. Suenens, Unpbenomene controversé. Le repos dans l'Esprit, Desclée de Brouwer, París, 1986, 16.
2
Cardenal L-J. Suenens, ob. cit. 13-14.
3
La realidad subyacente al vocabulario "Renovación pentecostal" propuesto por el cardenal Suenens para designar la Renovación,
dirige la atención a lo esencial ¿cuál es el ser de una renovación espiritual en la prolongación de la gracia específica del Pentecostés?
El Pentecostés original y constitutivo de la Iglesia ha sido vivido por los primeros discípulos como una gracia de conversión, como una
gracia de descubrimiento de Cristo vivo y como una gracia de apertura al Espíritu Santo, a sus dones, a su poder.
"[...] Engloba toda la amplitud de la acción del Espíritu Santo vivificador de la Iglesia en todos sus aspectos; este término orienta de
este modo hacia la acogida del Espíritu en su finalidad dinámica 'Os enviaré mi Espíritu,., y seréis mis testigos' (Hech 1.8). Invita a
prolongar en la historia de hoy los Hechos de los Apóstoles. Se sabe que Juan XXIII pidió a los obispos releer los Hechos como
preparación al concilio".
El Vaticano II fue una gracia de Pentecostés a nivel de los obispos del mundo. Creo, por mi parte, que la Renovación Pentecostal se
inscribe en la prolongación espiritual de este Concilio, y que se ofrece a cada cristiano como una gracia de revitalización espiritual, en
la línea de Pentecostés. Y es así como lo entendió el Papa Pablo VI cuando acogió en San Pedro de Roma la peregrinación de unos
diez mil "carismáticos" Su discurso continúa siendo la carta de la Renovación que calificó como "una oportunidad para la Iglesia".
Pertenece al discernimiento final de los Obispos enviados por el Señor, reconocer los signos de Dios actuando a través de la debilidad
o de la falta de inteligencia de los hombres. Una "oportunidad a aprovechar"; esto significa también una oportunidad que no hay que
comprometer por la introducción de carismas no autentificados.
Cardenal L-J. Suenens, Koinonía, n. 6l, sept-oct. 1986, 12.
4
P. Philippe, Afín que vous portiez beaucoup de Fruits, Pneumatheque, París, 1982, 1, 26: Cfr. F. Martin, "Baptism in the Holy Spirit",
Franciscan University Press, Steuenville, 1986, 47.
5
J. Van den Eynde, M. Bouillot, "Qu'est la Grace de le Renouveau?", Priere et Renouveau, Maison Notre-Dame du Travail,
Fayt-Iez-Manage, Belgique, 1981; 56.57.
6
V M Walsh, A Key to the Catholic Pentecostal Renewal, Key o David Publications, Philadelphia, 1985, 33ss.; Cfr. J-C. Caillaux, Un
surire de Dieu, Pneumatheque, París, 1975, 41-52.
7
Cardenal L-J. Suenens, ob. cit. 15.
8
J. Van den Eynde, J. Bouillot, ob. cit. 55.
9
Cfr. Ch. Massabki, Qui est l'EspritSaint? Prieuré Saint Benoit, 1977, 235-245.
10
Cardenal L-J. Suenens, citado por Ch. Massabki. ob. cit. 240.
11
Ch. Massabki, ob. cit.235.
12
Paulo VI, Evangelii Nuntiandi, 1975, 63-65.
13
Ch, Massabki, ob. cit. 241,
14
LG. 8.
15
Cfr. J.Van den Eynde, M Bouillot, ob. cit. 14-18, 55ss.
16
Juan Pablo II, Cbristifideles Laici, n. 32ss. (1988).
XV. QUÉ PRETENDE LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO
La pregunta exacta debería ser ¿Qué pretende el Espíritu Santo con la Renovación Carismática? Porque es Él quien la ha suscitado en
la Iglesia.
La respuesta a esta pregunta surge como una consecuencia manifiesta de todo lo dicho con anterioridad. Del ser íntimo, ele la esencia
de la Renovación Carismática, nace su objetivo, su finalidad.
Lo expresamos, pues, con brevedad, por hallarse ya incluido en todo lo tratado antes.
II.
Parece indudable que la afirmación tan frecuente y persuasiva expresada por el cardenal Suenens y confirmada por las que ha hecho el
episcopado francés, debe ser tenida muy en consideración. Está en lo justo cuando dice que la Renovación Cristiana en el Espíritu Santo,
por más que tenga ciertas estructuras, es una corriente de gracia, una moción o soplo del Espíritu Santo válido para tocio cristiano, sea cual
sea el movimiento al que pertenezca; ya sea laico, religioso, sacerdote u obispo.1
El hecho de que se le considere como un movimiento al lado de otros, más que como una gracia clel tipo del Pentecostés de la Iglesia,
ofrecido a ésta como tal y a todos los movimientos en la Iglesia, ofrece el serio peligro de que la Renovación quede reducida a grupos de
oración, al margen del conjunto, o a comunidades aisladas.2
Su finalidad y dinamismo sobrepasa la categoría de movimiento religioso, por más excelente que sea para situarse en el plano de un
nuevo Pentecostés en nuestros tiempos, tal como fue suplicado por Juan XXIII, al convocar el Concilio Vaticano II en la Constitución
Apostólica Humanae salutis?
D. Conclusión
—Esto que algunos pudieran llamar "pretensión ilusoria" parece caer en el irrealismo, sobre todo si se tiene en cuenta el ambiente
intelectual del primer mundo frente al ateísmo moderno. A esto apunta K. Rahner en el artículo de interpelación a la Renovación
Carismática.14
Pero la respuesta que otro jesuíta dio a esta objeción en nombre de un nutrido grupo de compañeros jesuítas que trabajan en la
Renovación Carismática, y la conocen a fondo, se ha de tener muy en cuenta sobre todo cuando queda refrendada con los testimonios más
arriba aportados: "Nos pareció justa [la prevención de K. Rahner] si se tratase de una obra nuestra. Pero se trata de una obra de Dios y de
su Espíritu, y lo que es imposible para los hombres es posible para Dios y para la fe".15
II.
-Con todo, la Renovación Carismática, no piensa, en modo alguno, en una situación ideal del mundo, ni siquiera en una Iglesia de la que
esté totalmente ausente el pecado y la infidelidad. Jesús parece tocar este punto, de la condición futura de la humanidad, en las parábolas
del trigo y la cizaña (Mt 13, 24-30) y de la semilla (Me 13, 1-23).16 Siempre existirán quienes, como personas y como individuos
pertenecientes a una institución, se negarán a abrirse y dejarse transformar por su acción. Será una cruda realidad que no deberá
desalentar a aquellos que están arraigados en Cristo; al contrario, por esta constatación de la propia impotencia y el descubrimiento del
poder de Dios que se manifiesta más pujante en esas circunstancias precisas de especial debilidad (ICor 1, 25-31; 2Cor 12, 9), se deben
sentir fuertemente empujados hacia Dios: hacia la confianza total en Él; a clamar intensamente por sus hermanos para que acepten ser
penetrados y removidos por el Espíritu.
-La Renovación Carismática busca -aunque no siempre acierte-, armonizar esta doble visión: de una Iglesia, de un mundo, de personas
que por disponer de una libertad que Dios respeta, pueden y de hecho se negarán a recibir la semilla como tierra buena, a dejarse
cuestionar por la Palabra que obra poderosamente a la conversión. Pero, al mismo tiempo, saben que la gracia del Espíritu actúa más
fuertemente cuando hay necesidades más apremiantes. Y está persuadida que "hoy" es un tiempo elegido especialmente por Dios para
que se manifieste el poder transformador del Espíritu. Quieren vivir en un "sano y real optimismo" y ser cooperadores a esta obra de Dios,
dejándose moldear por el Espíritu de Jesús en sus propias vidas y ser equipados con sus dones para ayudarle en sus designios.
-Con todo, es bueno recordar que este objetivo de la Renovación Carismática, suscitado por el Espíritu, en la arraigada creencia de los
que participan en ella, no se convierta en la fuente de una búsqueda inconsciente del "primer puesto en el Reino de los cielos". Sería fatal
y destructor que en ella se repitiera la pugna de los apóstoles tan fuertemente corregida por el Señor (Me 9, 33-37). Ni primer puesto
humano, aun en el trabajo en la viña de Dios, ni asomo de elitismo de: "somos los más y los mejores". La tentación está siempre al acecho
para colarse y destruir la obra del Espíritu. Las competencias humanas, los primeros puestos según el criterio del mundo, acaban,
invariablemente, en la más increíble negación del mismo Señor a quien se dice servir, pero, en realidad, del que se sirven para dominar.
"La exigencia que Jesús presenta de este modo a cuantos quieren pertenecer a la comunidad de sus discípulos y perte- neceiie, ataca
en lo más profundo el afán de orgullo y poder en el hombre, y trastorna el orden que tantas veces prevalece entre los hombres [...] Dios
domina por medio de su amor misericordioso y Jesús ejerce el poder que Dios le ha confiado mediante sus servicios [...]. Cuanto [la
comunidad y el hombre] más se aleje de la palabra y ejemplo de Jesús, menos reflejará su carácter y con mayor fuerza se enredará en la
forma humana de pensar y en su acomodación al "mundo presente" (Rom 12, 2). En esa culpa incurre la Iglesia, y cualquier abuso del
ministerio eclesiástico, cualquier afán de dominio sobre otros grupos, todo espíritu de contradicción y de arrogancia en sus filas no hacen
sino hundirla más".17
-Quienes están al frente de la Renovación Carismática tienen bien alerta sus ojos y oídos para que esta tentación, siempre acechante,
no se llegue a convertir en una amenaza de parálisis y aun de destrucción. La insistencia con que se llama a la Renovación Carismática a
una constante y siempre más profunda conversión, la mirada que se quiere tener siempre fija en Jesús, el Señor, y la confianza en la
asistencia del Espíritu son una garantía de que, aun con dificultades, caminará al lado de Jesús pobre y humilde.
-Lo que algunos denominan "pretensiones ilusorias", es decir, el anhelo de ser tomada por el Señor como instrumento de Renovación
en la Iglesia (sin excluir otros modos y líneas de proceder), si en verdad, son del Espíritu, contribuirán a purificarla. La mantendrán en
grande humildad, en el "último puesto", el del servicio desinteresado de los demás, como Cristo. La convicción de ser un puro medio del
Espíritu, el arraigo en el amor y en la manera de vivir y actuar de Cristo, creará en ella esa connaturalidad en el obrar conforme a las
palabras y el ejemplo de Jesús.
Podemos terminar este apartado con dos testimonios: Del Cardenal L-J. Suenens en su presentación del libro de F. A. Sullivan:
Charisms and Charismatic Renewal: "...de este modo [con la doctrina del libro citado] él contribuye a desmantelar los prejuicios y a aceptar
un movimiento del Espíritu que se ha extendido a través de los seis continentes, un movimiento que está lleno de esperanzas para el futuro,
si la gente reconoce y capta la gracia que está siendo ofrecida ahora. Estoy convencido de que la Renovación, entendida rectamente, pue-
de renovar la Iglesia de Dios de muchas maneras".1S
Hemos de pensar, por tanto, que la universalidad de la Renovación Carismática, en cuanto afirmación de ser para todo cristiano, hay
que entenderla rectamente: Si consideramos a la Renovación en su estructura, de la que antes hemos hablado, difícilmente, creemos que
nunca, llegará a ser universal. No todos participarán en grupos de oración, ni todos preferirán sus retiros, convivencias... a los otros
movimientos. Pero si tenemos en cuenta, si nos centramos en el hecho de que la médula de la Renovación Carismática se halla en darle al
Espíritu en la vida personal y en la acción apostólica en el mundo, el protagonismo que le pertenece, la realidad es distinta: La acción
intensa del Espíritu en la vida de las personas para conducirlas a la conversión y al crecimiento en Jesús, y los poderes que Él quiere dar
son para todos los cristianos. En este sentido la Renovación es, debe ser, universal.
Esto no supone una preferencia, menos una exclusión de otros movimientos, en los que también actúa el Espíritu.
Pero la experiencia muestra que en la Renovación encuentra un lugar privilegiado. La afirmación de que el Espíritu Santo es para
todos, viene a resumir lo central y básico de la Renovación.19-22
—Notas
1
Cardenal L-J- Suenens. Un phenomene controversé, Le repos dans I”Esprít, Desclée de Brouwer, París, 1986, 14.
2
Cardenal L-J. Suenens, Mirabilia, n. 9, 1987, 7.
3
Juan XXIII, Humanae Salutis, 1961.
4
W. Bullock, Returning to ours Roots, New Covenant, February, 1984, 5.
5
B. Falter, Pentecostés n. 2, julio-agosto, 1985. 2.
6
"Declaración pastoral sobre la Renovación Carismática de los obispos norteamericanos", julio-agosto, n. 54, Koinonía, 1985,9.
7
II.
UR, 6,
8
LG, 12; AA, 3; PO, 9.
9
Declaración citada de los obispos norteamericanos (1984), Koinonía, 1985, 5; Cfr. Monseñor R. Coffy, "Renouveau et Eglise
Catholique", Tychique, n. 59, 1986, 14-16.
10
R. Puigdollers, Koinonía, n. 6, 2.
11
D. Mollat, La Palabra y el Espíritu, Eclic. Sigúeme, Salamanca, 1984, 68.
12
San Agustín, citado porj. Bonsirven, Cartas de San Juan, Eclic. Paulinas,
Madrid, 1966, 191.
13
Cfr. R. Schnackenburg, Caitas de San Juan, Herder, Barcelona, 1980, 221- 234; 252.256; Washington, Las cartas de San Juan,
Herder, 1973, 123-147; 156.171.
14
K. Rahner y otros, Los Jesuítas y la Renovación Carismática, Centrum Ignatianum Spiritualitatis, Roma 1984, 137-138.
15
Cfr. W, Trilling, El Evangelio según San Mateo, Herder, 1970, TI, 38-44.
16
C. Santas, información S. J.. n. 96, marzo-abril, 1985, 70.
17
F. A. Sullivan, ob. cit. 80-81.
18
Cardenal LJ. Suenens, Charisms and Charismatic Renewal, (F. A. Sullivan), Servant Books, Ann Arbor, Michigan, 1982, 8.
19
"Si podemos hablar con todo derecho de la Renovación Carismática tenemos que pensar en términos no sólo de renovación del
individuo, sino también de una Renovación Carismática de la Iglesia. Me parece que tenemos buenas razones para juzgar que este
movimiento está dando una contribución real a la Renovación Carismática de la Iglesia Católica. Esta contribución yo ia veo dada
por el influjo que los grupos y comunidades de esta renovación tienen sobre toda la Iglesia. Veo estos grupos y comunidades como
un fermento que gradualmente tiene un rápido efecto sobre toda la masa. Creo que un gran papel en la Renovación Carismática de
ja Iglesia será realizado por las comunidades cristianas vivas en las que el liderazgo, ministerio y adoración son carismáticos. En
manera alguna sostengo que solamente en la Renovación Carismática se puedan encontrar tales comunidades, pero digo que aquí
se pueden hallar muchas de ellas". (F. A. Sullivan. ob. cit. 80-81). "Todos sus esfuerzos [de la Renovación Carismática] van
realmente encaminados a vivificar a la Iglesia entera mediante el redescubrimiento y total valoración del Espíritu de Dios, de su
presencia y potencia creadora tanto en las comunidades como en la vida de cada cristiano".
20
Knox, El Espíritu de Dios y el hombre nuevo, Secretariado Trinitario, Salamanca, 1977, 264. Dentro del tema presente, parece
oportuno aludir al pensamiento de Monseñor R. Coffy, Obispo de Marsella, en su artículo "Renovación e Iglesia Católica", en
epígrafe. 2. "Cómo entrar mejor en la marcha de la iglesia".
"Yo me hago la siguiente interrogante: ¿Por qué me preguntan eso? Pienso que hay dos razones: la primera es la impresión que
tenéis de no ser perfectamente acogidos en la Iglesia, sin embargo, creo que lo sois, y todo lo que acabo de decir es una
demostración, aun en el caso de que todavía haya reticencias y oposición. La segunda razón me parece más importante; es la
voluntad de participar de manera más efectiva en 1a vida y misión de la Iglesia.
Creo que esta razón es fundamental, porque pensáis que sois enviados de nuevo a un movimiento espiritual que cultiva la vida de
sus miembros, que vive al calor (en fervor), pues constata que cuando nos reunimos para la asamblea conjunta de Francia, hay
voluntad de ser misioneros.Mi respuesta se limita a deciros: seréis Iglesia siendo lo que sois, es decir, siendo miembros de la
Renovación y siendo plena, atrevida y bellamente -como diría San Francisco de Sales-, lo que sois en la Iglesia: una llamada y un
recuerdo. La llamada ya se ha oído. Constato un redescubrimiento de la oración de alabanza, de la acción de gracias, y, en los
movimientos apostólicos, esa necesidad de anunciar explícitamente a Jesucristo, la necesidad de proclamar el Evangelio allí donde
otras veces había más bien tendencia a decir: vayamos con lentitud, veamos primero cómo se vive esto y después anunciaremos a
Jesucristo. Creo que la Renovación ha contribuido a plantear la pregunta.
Hay una renovación de la oración que se manifiesta, hay una voluntad de clecir su identidad cristiana, y creo que vosotros habéis
contribuido a esto. Quisiera recordar aquí un principio general; como sabéis, toda institución en la Iglesia tiene una doble función, la
primera es que por su misma existencia, ella dice algo del misterio de la Iglesia y por este hecho es una llamada y, segundo, esta
llamada no la proclama de boca sino cumpliendo unas tareas; o mejor y más sencillo: al realizar su vocación y su misión. Por esto yo
digo: siendo un grupo de oración desempeñáis una función en la Iglesia. Sed este signo de llamada y recuerdo de que lo esencial es
estar arraigados en Jesucristo, abrirse al Espíritu y dejarse curar interiormente por el Espíritu Santo.
Comprendo vuestro deseo de una integración más plena en la comunidad eclesial y de una presencia más efectiva en el conjunto de
los cristianos. Pero ¿cómo? ya no puedo responder, porque esto depende a la vez de los grupos, de los lugares, de la inserción, de
las comunidades. Con todo, me parece que vuestro carisma (de oración) os orientaría hacia la oración litúrgica, por tanto, presencia
en todos los equipos litúrgicos cuando los haya; la transmisión de la fe, (la evangelización en toda su amplitud), por tanto, presencia
en la catequesis.
Vuestra vocación me parece os orienta -y esto lo siento muy fuerte- hacia la acogida de los pobres y de los marginados, de los
perdidos y de los enfermos, y las comunidades que han salido de la Renovación casi todas han tomado esta orientación.
Hay actualmente enfermos en la sociedad, aquellos que se encuentran mal en su misma piel, aquellos que no llegan a ser
conocidos y reconocidos, aquellos que no están integrados, aquellos que jamás escuchan su voz porque precisamente, están
abandonados, Me parece que aquí hay una tarea para los equipos, para los miembros de la Renovación con independencia de lo
que ellos vayan a hacer, y que es preciso continuar. Sed el signo de una Iglesia que traduce la misericordia del Padre. Presencia
también en los diferentes componentes de las fuerzas vivas de la Iglesia; pienso que será necesario que vosotros estéis presentes
II.
en ellas, aunque nada más sea para hacer que estas reuniones de cristianos sean reuniones de reflexión, pero ante todo de oración,
porque lo que yo he descubierto en la Renovación es que la solución de nuestros problemas no viene de un intercambio entre
nosotros mismos, sino ante todo de un cuestionarse a sí mismo ante Dios, y de un cuestionarse común en el Espíritu Santo".
21
Monseñor R. Coffy, ob. cit.; "Renovación e Iglesia Católica", en epígrafe. 2, Koinonía,n.57 en-feb, 1986, 14-15.
"Fundamental y esencialmente, me parece que la Renovación como tal, está basada en la oración. Este es su aporte original a la
vida de la Iglesia de hoy. No debéis apartaros de esa línea. No digo que no haya lugar para otra cosa, sino que la oración es y debe
permanecer en el corazón de la vida de la Renovación. Debéis trabajar para que la oración sea cada vez más profunda, más
resplandeciente y vivificante para toda la vida de la Iglesia. Desde el principio, la Renovación ha sido requerida con regularidad por
toda clase de organizaciones que querrían meter a la Renovación en cruzadas de todo tipo. La Renovación como tal, me parece que
no debe 'dejar la oración por el servicio de las mesas' (Hech 6, 2). Los miembros de la Renovación a título personal, son llamados a
comprometerse allí donde el Señor los llama en su medio respectivo, sea en obras eclesiales o extraeclesiales, pero la Renovación
como tal debe permanecer centrada en la oración".
Monseñor L. G. Langevin, "Mensaje episcopal a los dirigentes de la Renovación Carismática del Canadá francés", Koinonía, n. 32,
nov.-dic., 1981, 20.
22
La meta de la Renovación, hacernos Iglesia:
Como participantes ele la Renovación Carismática, nuestra evangelización lleva una dimensión específica basada en nuestra
experiencia del Bautismo en el Espíritu Santo. Para nosotros evangelizar sin usar los dones o explícitamente compartiéndolos con
los demás, puede implicar una contradicción de lo que hemos experimentado. Cuando usamos todo lo que Dios nos ha dado sin
ignorar pedazos o partes, servimos a la Iglesia. Actuamos integrados a la Iglesia compartiendo el poder del Espíritu Santo y todas
sus manifestaciones. ¿Cuál es la meta de la Renovación Carismática Católica? Hacernos Iglesia, el cuerpo de Cristo, la Gente de
Dios. Somos eso cuando oramos, alabamos, vivimos en comunidad y evangelizamos. Nuestra meta no es diferente de aquella de
algún otro miembro de la Iglesia. La meta final de la Renovación Carismática Católica, por lo tanto, no se identifica con ninguno de
sus frutos, incluye a todos ellos. Bajo este punto de vista la Renovación Carismática Católica no es un fin en sí misma. Es un
instrumento de la renovación para la Iglesia en todas sus dimensiones. Cuando tenemos más fe en lo que Dios ha hecho, con
nosotros, vivimos la vida de su Cuerpo, la Iglesia y nos volvemos Gente de Dios de una forma más dinámica. (Ken Mtz, Boletín de
ICCRO, en-feb, 1991, 2).
XVI. ATENCIÓN PASTORAL
B. Un testimonio de la experiencia
Ya hemos tratado el tema en otra parte. Por eso nuestra palabra será breve.
Respecto a la Renovación Carismática pueden distinguirse tres posiciones relativamente bien definidas de los sacerdotes frente a ella:
El rechazo manifiesto o velado; la fría permisión o aceptación, la calurosa y benévola acogida.
Sin intentar ser totalmente exactos, sí podemos afirmar, a partir de la experiencia propia y ajena de personas seriamente
comprometidas en ella que hoy resulta una verdad la instancia de Pablo VI en 1975: la Renovación Carismática es una suerte para la
Iglesia y el mundo. Expresión ya clásica que en diversas ocasiones y de modos diversos, ha hecho suya Juan Pablo II.
Pues bien, la actitud de los sacerdotes suele ser, si no definitiva en el crecimiento o caída de la Renovación, sí influye poderosamente
en uno u otro sentido. Cuando, en su obligación pastoral, le dan una "acogida benévola" en expresión de Juan Pablo II, la Renovación
tiende a florecer, a purificarse, a crecer interior y exteriormente; cuando por el contrario, hay un rechazo que no corresponde, en frases de
Juan Pablo II a una misión pastoral del sacerdote, tiende a decaer. Aun dentro de las imperfecciones inherentes a todo movimiento, a la
misma vida consagrada, el sacerdote tiene una fecunda misión que realizar. Lo afirmamos y desearíamos que los sacerdotes que tienen
prejuicios o desagradables experiencias, hicieran la prueba por un tiempo relativamente largo. Entendemos que no puede ser de otro
modo, en el supuesto de que es el Espíritu Santo quien está a la obra y de que cuenta con una diligente cooperación nuestra, sobre todo
con una discreta atención del sacerdote.
Su función, dentro de la Renovación Carismática es específica, propia de su realidad sacerdotal, pero verdaderamente hermosa,
consoladora, eficaz. Esto contribuiría, y son muchos los casos y testimonios, a expandir su ministerio como es posible que nunca lo haya
sido. Desde luego que esta atención pastoral no implica que le dé un tiempo del que no dispone, ni siquiera una preferencia sobre otras
realidades eclesiales. En otra parte aludimos, con cierta detención, a la del sacerdote frente a la Renovación Carismática Católica.
SEGUNDA PARTE
APÉNDICE
LA RENOVACIÓN CRISTIANA EN EL ESPÍRITU SANTO COMO EXPERIENCIA DEL AMOR PERSONAL DEL PADRE EN CRISTO
POR EL ESPÍRITU SANTO
II.
1. Testimonios
"La Renovación Carismática no puede ni debe ser un movimiento apostólico nuevo junto a otros que ya existen, sino una corriente de
renovación espiritual que penetra las estructuras e instituciones normales de la Iglesia".1
(El "aporte especifico" de la Renovación consiste en los frutos que enumera el mismo Cardenal citado y que coinciden con los que Pablo
VI afirma darse, en su discurso de 1973 a los dirigentes de la Renovación Carismática, en Grottaferrata).
"No tomemos los frutos por el árbol: La Renovación Carismática no es un movimiento, se dice y con razón, sino una corriente espiritual.
Yo añadiría una corriente espiritual testigo, suscitada por el Espíritu Santo para representar, esto es, hacer presente hoy la experiencia de
Pentecostés".2
1. Aspectos Fundamentales
1o El "redescubrimiento dé la importancia fundamental"
(La conciencia viva, la persuasión íntima) de la acción del Espíritu Santo en la obra de la santificación (personal); en la vivencia del
Evangelio cada vez más profundizado hasta sus últimas consecuencias y la proclamación de Jesús como Salvador y Señor, centro de toda
vida cristiana.
2o La experiencia profunda, en lo fundamental "social" o "comunitaria" de la acción de Cristo resucitado en el alma por su Espíritu.
Implica un "conocimiento" que acompaña, antecede o sigue a la experiencia.
3o La apertura a la acción del Espíritu para que actúe "poderosamente en nosotros".
-Para "transformarnos en Cristo" (con todas sus consecuencias), a partir de una conversión profunda y continuada y en una entrega al
Señor, constantemente renovada, alimentada, profundizada; una vida de Jesús vivida en todos los niveles: personal, comunitario y con
todos los "compromisos" que implica.
II. con poder y ser "testigos" de Cristo resucitado.
-Para "evangelizar"
4o La persuasión íntima de poder contar con sus dones y carismas para la edificación "en el amor" de su Iglesia.
Toda la "dinámica" de la Renovación Carismática se orienta hacia ahí:
"A liberar" el poder del Espíritu, a hacer al alma dócil a su acción; a tener la experiencia de su poder (colaborando con Él) para realizar
"la vida de Jesús en nosotros" ; el Evangelio en creciente plenitud, en una comunidad llena "con el amor y servicio de Jesús".
II.
II.
II.