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Gombrich a través de la comparación de obras de distintos autores

épocas, estilos y temáticas nos transmite que no hay un arte definido con
unas leyes inamovibles donde la belleza, la expresividad o el parecido con
la realidad sean sus normas fundamentales, sino que realmente hay
artistas personas que realizan un arte para personas, con distintos
lenguajes y contextos históricos sociales. Unos artistas exentos de
nuestros propios prejuicios, creencias de posesión del conocimiento real
del arte, solo por recordar datos sin trasfondo.

Defiende que el arte excelente el “Arte, con A mayúscula” no es más que


un ideal, y como tal, no existe. Los que si son reales son los artistas,
intenta demostrar como la producción artística de un autor no puede ser
juzgada por nuestros prejuicios personales ya que esto solo irá en el
deterioro de nuestra capacidad de disfrutar de grandísimas obras de
arte. El autor explica utilizando la comparación de distintas obras y
estilos para enseñarnos como nuestras ideas preconcebidas del arte, de
la belleza, la expresividad y la realidad, no son más que una venda en
nuestros ojos que no deja a nuestra mente permitirse el disfrute
artístico.

El autor nos propone que “las obras de arte no constituyen el resultado


de alguna misteriosa actividad” sino que son creadas por personas que
siguen un proceso y estas personas los artistas lejos de preocuparse por
las pautas de belleza, realidad o expresión lo que buscan es acertar.

Gombrich postula que muchos artistas se han dictado normas para realizar
una obra de arte, tal es así que muchos de ellos han realizado reglas
académicas que realmente no sirven en absoluto ya que no convierten
artistas mediocres en excelentes. Por lo tanto, es inviable dictar normas
dado que no sabemos por adelantado que efectos desea mostrar el artista
para acertar. Realmente no sabemos que pautas exactas se siguen para
distinguir una buena obra de arte de entre todo lo que el ser humano
puede producir. Pero esto no conlleva a considerar que todas las obras
sean totalmente válidas. Lo único que está en nuestras manos es
desarrollar nuestro gusto, entender la forma de proceder de los artistas
y sus intenciones como única vía para poder desarrollar nuestra
sensibilidad y diferenciar entre las sutiles características entre unos y
otros; y solo así disfrutar el arte.

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