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SISTEMAS TERAPEUTICOS Y TERAPEUTAS* Gianfranco Cecchin La terapia sistémica es siempre y al mismo tiempo investigacién. Es esto lo que mantiene viva la terapia sistémica porque, cada vez que atendemos una familia, inauguramos una investigacion: équé sucede en esta familia? éCuéles son las mejores hipdtesis? ¢Qué tipos de tratamiento podemos ins- taurar? Es fascinante: cada vez que hallamos una solucién, muy a menudo —como Jo ha dicho ya Watzlawick— esta solucién se convierte en nuestro problema. Pues hay un momento en que encontramos la buena hipotesis y después, en el caso siguiente, esta hipdtesis ya no funciona tan bien. Entonces debemos iniciar una investigacién nueva. Resultaba, asi, desmoralizadora hasta la intro- duccidn de un pequefio cambio, decidiendo que la no existencia de hipdte- sis correcta es algo de lo que podemos sacar el mejor provecho. Ya no cons- tituye una dificultad; pasa a ser una carta de triunfo. El hecho de no tener hipdtesis mantiene al terapeuta vivo, con curiosidad hacia la persona o la fami- lia que acude a él. Nunca sabemos realmente lo que pasa; siempre hay algo que ignoramos. El hecho de no saber hace que nuestro deseo y nuestro impul- so de continuar buscando y encontrando lo nuevo permanezca intacto. Otro cuerpo de investigacin interesante es en la actualidad, después de todas las discusiones alrededor del constructivismo, el que ilustran los traba- jos de H. von Foerster y Maturana. Es esto lo que me interesa hoy en dia: lo que sucede en el espiritu del terapeuta cuando é] o ella estan frente a la fami- lia o ante un problema. Hablamos de lo que sucede en la familia, ahora vea- mos lo que sucede en la mente del terapeuta. Aparecen muchas cosas inte- resantes, como el hecho de que el terapeuta no puede dejar de reaccionar ante una familia y de que su reaccién puede ser absofutamente interesante. Por ejemplo, un terapeuta puede reaccionar sintiéndose inmediatamente util: ante un paciente que se declara desamparado, el terapeuta se vuelve util. Con gran frecuencia sabemos que esta utilidad pasa a constituir su problema: cuanto més util se vuelve, mas desamparados estan la familia o el paciente, después de lo cual viene la escalada y ésta pasa a ser un problema en el sis- tema terapeuta-familia. Otros terapeutas reaccionan haciéndose profesores; por ejemplo, ante una familia totalmente desorganizada, muchos ceden a [a tentacién de decirle a la gente lo que tiene que hacer, de enseriarles cémo comportarse, cémo ser * Este titulo es del director de la compilacion. 64 INTERCAMBIOS CLINICOS una pareja, como ser hijos, como ser padres. Dan muchas ideas a propésito del «cémo hacer». De nuevo puede surgi un problema: cuanto mas hace el terapeuta de buen profesor, menos aprenden los pacientes, después de lo cual nos descubrimos atrapados en una terapia interminable. Otra tentacién muy difundida es tratar de controlar a Ja gente: «Yo soy el terapeuta, yo controlo Io que ocurre, yo quiero saber lo que ocurre, soy yo el que dirige el debate». Cuando ustedes dirigen el debate o la conversa- cin, y ticnen enfrente personas a las que les gusta que las dirijan, la situaci6n de éstas mejorar4 durante todo el tiempo en que estén bajo su control. Otra tentacién muy difundida: proteger a la gente. Los vemos tan desor- ganizados, tan infelices, tan desamparados, que nuestro primer impulso es decir: «Por favor, ponganse bajo mi amparo, yo me ocuparé de ustedes». Muy a menudo obtenemos los mismos resultados desastrosos. Otra cosa comtn, y no hablaré mas que de algunas de estas situaciones, es el anhelo de castigar al paciente. Ciertas personas se portan tan mal que nuestro deseo es decir: «Ahora quiero darle una leccién». Una vez mas, se pueden tener resultados negativos. En nuestros cursos de formacién, los problemas han aparecido répida- mente; reconocemos esos tipos de reaccién que tienen [os terapeutas y comen- zamos a decir a los alumnos: «¢No creen ustedes que se han vuelto ahora demasiado titiles? ¢No creen que el hecho de ser tan utiles crea un proble- ma? ¢No piensan que detestan demasiado a estos padres y que ego va a crear un problema? ¢No piensan que quieren controlar demasiado?». Y otros comen- tarios. Y de pronto comprendimos que estabamos teniendo con el estudian- te exactamente la misma actitud que fa que le deciamos que no tuviera con la familia: ensefiarles cémo ser distintos de lo que son. Dectamos: «Pienso que estan demasiado comprometidas, les gusta dema- siado el padre, no les gusta la madre. Pueden cambiar de opinién?». O bien: «Es usted demasiado amable con la hija. Deberfa ser amable con otro». Y entonces terminamos cayendo en la misma trampa: cuanto mds hablébamos asi al estudiante, menos aprendia éste. Entonces, la cuestién era: ¢cémo podia- mos superar este problema? Lo que nos ayud6 a salir del atolladeto fue ir del contenido al proceso. En lugar de decir al estudiante: «Cambie de actitud» o «Sea netitro, no sea tan servicial», epor qué no utilizar la reacci6n del terapeuta y volverla terapéuti- ca? Ahora practicamos este tipo de ejercicio: e] terapeuta viene a la sesién y nosotros le decimos: «Anda, quédate un cuarto de hora, unos diez minutos, haz lo que quieras, no apliques ninguna técnica, no intentes seguir lo que intentamos ensefiarte, compértate con la mayor espontaneidad posible. Sé espontaneo (una paradoja). Si tienes ganas de enfadarte con Ia familia, enfa- date. Si tienes ganas de quererlos demasiado, quiérelos; haz todo lo que ten- gas ganas de hacer; todo lo que tengas ganas de hacer dentro de los limites de una conducta civilizada, hazlo. Luego, después de unos quince minutos, vuelve y lo hablaremos». Después haremos preguntas como: «¢Cual ha sido tu reaccién ante esa familia? ¢Qué ha hecho la familia para que te sientas asf?». Tenemos un grupo de observacién que examina este tipo de reacciones, que lo observa € SISTEMAS TERAPEUTICOS, NARRACIONES Y RESONANCIAS 65 intenta analizarlo o describirlo como reacci6n del terapeuta al comportamiento de la familia. Asi pues, ante determinada familia, determinada persona se vuel- ve util, ante otra familia esta misma persona se vuelve punitiva. (Como pode- mos utilizar esta reacci6n para Hevarla de nuevo a la conversacién terapéuti- ca? Después de un tiempo, hemos encontrado una solucién. Por ejemplo, en un caso, un terapeuta regres6 a la sesion y dijo: «Mire, ante una familia como la suya tengo ganas de ensefiarle, yo mismo no pue- do ayudarlo, debo ensefiarle cémo ser un padre. Usted es un padre tan impo- tente que no puedo evitar tracar de ayudarlo a ser un padre. Sin embargo, mis colegas me dicen que ceder aesta tentaci6n no va a ser muy util. Asi que aqui estoy, metido en un dilema: édebo seguir mi instinto o seguir las ideas de mi supervisor? Pero he hallado una soltcién de compromiso: voy a ensefiarle cémo ser un buen padre durante dos meses: tengo el permiso de mi super- visor de hacerlo durante dos meses, no mAs, y después, cada tanto, ellos veri- ficarén mi reaccién y lo que sucede. Piensan que esto no ayudara mucho». El terapeuta comienza entonces a pensar, en un metanivel, lo que le ocurre ch relacién con esa familia. Hubo un dia una sesidn interesante. Se trataba de un matrimonio de padres mayores que tenian dos hijas: una anoréxica y cuyo estado mejoraba; y otra que estaba ausente ese dia. La joven terapeuta pregunto a los padres: «¢Qué van a hacer ahora que su hija esté quiza volviéndose més independiente? éTienen ideas sobre lo que quieren hacer?». Y los padres dijeron, por boca del marido: «Esto es muy dificil para noso- tros. Durante toda nuestra vida no hemos sido otra cosa que padres, nunca nos hemos comportado como una pareja. No sé qué decirle a mi esposa. Cuando vuelvo a casa, no hago més que leer el diario. No me gusta hablar- le». Y Ia mujer, dijo: «Yo, salir con él, con este hombre? ¢Qué puedo hacer yo con él?». Sin embargo, después de un tiempo, empezaron a decir: «Tenemos la inten- cin de viajar, ahora, tal vez dentro de dos semanas, quizé pasemos un fin de semana juntos. También hemos ido algunas veces juntos al cine; hemos comen- zado a aceptarnos més facilmente el uno al otro». La terapeuta tuvo enton- ces una curiosa reaccién; les respondi6: «No les creo, no pienso que pue- dan hacerlo. No lo han hecho nunca antes. ¢Creen que serdn capaces de hacer algo més interesante juntos en el futuro». Cada vez que el matrimonio hablaba de un progreso en su tentativa de estar juntos, la terapeuta los desalentaba y les decia: «No les creo». Después, dejé la sesion y le preguntamos: «éQué siente usted con respecto a esta sesién?». Me dijo: «Pienso que mienten; tratan de engafiarme. En realidad no abandonarén nunca a su hija. No tienen nada que hacer juntos, no pue- den hacer nada», y continud diciendo cosas del mismo tipo. Después pedi- mos comentarios al grupo de observacién y uno dijo: «Creo que la terapeu- ta se comporta exactamente como una de las hijas. Cada vez que los padres intentan estar juntos, ella se interpone. Esto es lo que las hijas han hecho durante toda su vida». Subitamente la terapeuta abrié los ojos y dijo: «Ahora comprendo». Fue como un choque. Dijo: «Esta es la manera en que sentia las cosas en mi inte- 66 INTERCAMBIOS CLINICOS rior. Ahora que usted me lo dice me doy cuenta de que sentia las cosas ast. En esos momentos no era consciente, pero ahora me parece totalmente cla- ro. Ahora volveré y les diré algo. Discilpenme, ahora me voy, me ocuparé de esta situacién». Abandoné la sala y desaparccio durante unos minutos, mientras nosotros esperabamos que volviese a la sesion. Volvié a reunirse con la familia y les dijo: «Miren, he hablado con mis cole- gas durante algunos minutos y mi supervisor me ha refido porque he inter- venido en su tentativa de encontrar una manera de vivir sin sus hijas. Lo sé: yo soy también una hija de padres como ustedes y tengo muchas dificultades para no mezclarme. Por lo tanto, ahora interrumpiremos la sesién. Vuelvan dentro de un mes. Espero curarme de mi intencién de mezclarme en su ten- tativa de estar en pareja. Es mas fuerte que yo. Interrampamos la sesién aho- ra porque, si seguimos, ser4 peor». Se levanto; los dos padres se levantaron; sonreian, la estrecharon en sus brazos casi como si fuera realmente hija suya, estaban muy felices; después dijeron: «¢Podria, por favor, dar nuestros salu- dos a las personas que estan detras del espejo? Volveremos el mes que viene». Este fue un breve ejemplo de la manera de utilizar las reacciones del tera- peuta y de reorientarlas hacia la familia. Cuando ustedes crean un cambio —esto es lo que pasé en este caso~ la pareja se siente mejor, la terapeuta pudo utilizar sus propias reacciones ante la familia presente y lo mismo el supervi- sor; en apariencia, comprendicron la estructura subyacente. En cierto modo habia un sentimiento general de felicidad y cambio. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., «Premiére séance une thérapie familiale systémique», Cahiers Critiques de Thérapie Familiale et de Pratiques de Réeaux, n° 1, pags. 9-13, Paris, Gamma, 1979. Selvini Palazzoli, M., Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., Paradoxes et contre- paradoxes, Paris, ESF, 1980. Cecchin, G., «La famille peut-elle étre considérée comme un systéme auto- poiétique?», Therapie familiale, 8 (1), pags. 99-106, 1987. Cecchin, G., «Systéme familial et systéme en crise», Cabiers Critiques de Therapie Familiale et de Pratiques de Réseaux, n° 8, pags. 51-52, Toulouse, Privat, 1988.

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