La complejidad y la incertidumbre introducen nuevas variables en la vida cotidiana, que
requieren de nuevos paradigmas educativos que las comprendan, para así poder superar la fragmentación social, la exclusión, la corrupción, la barbarie. Los cambios en currícula y programas necesarios, resultarán como consecuencia de esos cambios de paradigmas. Este trabajo intenta aportar una mirada a la educación ética, que permita el desarrollo de un mundo sustentable, sin exclusiones ni escándalos financieros. La autora concuerda con aspectos sustanciales del Enfoque de Ëtica, Capital Social y Desarrollo de la Iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo (a la que se referirá como Enfoque BID) Se propone la formación de profesionales líderes, comprometidos con la sociedad, capaces de asumir esos cambios sociales, que guíen las transformaciones sin perder su independencia, y que trabajen proactivamente para recuperar la confianza como valor vital de la convivencia. La economía debería verse entonces como una herramienta poderosa para lograr el bien común, y su destino, pensarse desde esos nuevos paradigmas. Por su parte, la formación para ese liderazgo requiere de Instituciones educativas preocupadas por su rol social, comprometidas con su comunidad. La responsabilidad social universitaria supone su alineación con el bien común, a pesar de que en la realidad se han lanzado al mercado, instituciones de nivel terciario que equivocadamente se consideran universidades, ya sea porque su nivel académico es insuficiente, como porque pretenden formar profesionales para obedecer. La exigencia de integridad es una de las dificultades más grandes que poseen las universidades, en tanto congruencia consigo mismas, a nivel de principios enunciados, como para con la sociedad. También contribuye al bien común, la conciencia que los graduados posean y las acciones que lleven adelante para preservar la profesión. Al decir de Morin, existen universidades subadaptadas, o sobreadaptadas,, orientadas a la cultura del experto, las que propugnan el conocimiento como algo acabado y por lo tanto, no preparan para la complejidad. Por ello nace la “teoría de la complejidad ”, a la que las ciencias sociales consideran en forma diversa. Las ciencias económicas en particular son fruto de la complejidad, y forman parte de aquéllas, existiendo entre ambas una confluencia epistemológica..Por lo cual, el presente trabajo impulsa y explicita esa teoría desde las diversas ópticas, ya sea como ciencia, método o cosmovisión.,basado en un documento Most de debate. El enfoque BID opta por profundizar la complejidad como método y sigue a Edgar Morin y a la Asociación para el pensamiento complejo. Para estos, en la educación primaria se debe comenzar con el pensamiento vinculante, para lo cual los docentes deben autoeducarse. La educación secundaria debería por su parte ser la etapa de la fecundación de la cultura general y el encuentro entre la cultura tradicional y la científica. Respecto a la universidad, Morin asegura que existe un proceso que la desvirtúa y la convierte en universidad mercancía, lo que abona el peligro que Humbolt encontrara en la hiperadaptación, que hace a un lado el hecho de que “las universidades son ante todo el lugar de trasmisión y trasformación del conjunto de saberes, de las ideas, los valores, la cultura”. Este autor le atribuye a la universidad una función tras- secular, siendo la depositaria de la herencia cultural aún trasnacional. Por ello, Morin entiende fundamental una óptica transdisciplinar que incorpore una conexión de sus disciplinas orgánica, sistémica, en tanto se las deja desarrollarse libremente; .lo trasdisciplinar es la forma más elaborada del diálogo entre disciplinas, más allá de lo multi, pluri, e interdisciplinar. La teoría de la complejidad nace de las ciencias naturales, pero posee derivaciones epistemológicas claras, como, la relación sujeto-objeto, la relación todo-parte y la concepción del tiempo y de la historia, ubicado esto en un espacio multidimensional, que comprende la concepción de la realidad por un lado (complejidad) y el acto de conocerla por otro ( trasdisciplinariedad.) Esta nueva investigación social respecto a la relación sujeto-objeto se basa en la posición hermenéutica con su presupuesto de la reflexividad, que supera la disyunción sujeto-objeto, internalidad-externalidad, concibiendo la realidad como inacabada, en el entendido de que “nuestro conocimiento del mundo es una construcción valorativa que nos permite crear una representación del mundo, pero no es el mundo”. El sujeto es integrado en el proceso de investigación, el sistema observador forma parte de la investigación como sujeto en proceso, y es reflexivo (Ibáñez 1991). No podemos elegir entre lo universal y lo particular, igual que no podemos elegir entre lo estructural y lo histórico. La relación todo-parte, recupera la universalidad, al analizar el todo en su contradicción, simultáneamente como una expresión de lo universal y como una representación de lo irremediablemente particular. La visión del todo es diferente, ya que se considera más que la suma de las partes, mucho menos que las partes, y contenido en cada parte. Son también rasgos de una visión compleja, la autopoiesis como sistema autoproducido, el vínculo entre elementos antagónicos inseparables, superando la visión binaria, y el universalismo pluralista, que supone la legitimación de la diversidad y la heterogeneidad, conectándose con la del sujeto-otro. Por otra parte, se transforman los conceptos de tiempo, historia y futuro, desechando el primero su linealidad, la historia su inevitabilidad, y el futuro su previsibilidad. Los problemas de marginación y pobreza, vistos desde esta óptica, pueden ser abordados con acciones responsables de los profesionales en ciencias económicas, que guíen hacia lo deseable. Todas las actividades universitarias sufren cambios en esta perspectiva de complejidad, dejando atrás la pseudo neutralidad científica y al conocimiento acabado y compartimentado, el saber de los “expertos”, y la amoralidad de la ciencia. Esta forma de ver el conocimiento no ha logrado un mundo sustentable y con buen desarrollo; entonces, la educación es el camino ineludible para formar seres capaces de impulsar cambios que tengan como meta primera la felicidad del hombre en un mundo sin exclusiones. Se procura una apertura a las grandes interrogantes de la cultura, y las ciencias y las humanidades constituyen una fuerza ligada. Esta visión integradora de la educación incorpora la ética desde su propia lógica, la solidaridad en que suceden los hechos educativos se integra a la vida; y la formación de una ciudadanía sin exclusiones se deduce y respira en esos hechos. El Enfoque BID propugna “la pedagogía del asombro” con sus tres momentos:1) la deconstrucción-el asombro- como capacidad movilizadora, 2) la fundamentación de una ética universal para facilitar los problemas éticos del desarrollo y 3) la reconstrucción de soluciones complejas y creativas impulsada por la ética global. Requiere de la presencia de un profesor facilitador, la creación de un clima de confianza y colaboración solidaria en el aula, la promoción de una ciudadanía social activa, y por fin, la utilización de métodos apropiados para un aprendizaje colaborativo y creativo. Propone métodos tales como los juegos, el aprendizaje colaborativo, el ABP y el aprendizaje basado en proyectos, el que reconoce la importancia de la relación universidad-sociedad y conduce a los estudiantes universitarios hacia una forma de trabajo relevante y autónomo, como antesala de su rol de solucionadores de problemas complejos. La investigación, por su parte, constituye una fuerza innovadora, clave para generar cambios profundos en la realidad, por lo cual, deberá ser sometida a la mirada que propone el pensamiento complejo, y la trasdisciplinariedad,. Se propone formar investigadores solidarios y responsables, con vocación de servicio, y además reflexivos, de modo de no soslayar en su tarea las repercusiones sociales de su investigación ni las grandes preguntas de la humanidad Se refiere a una subjetividad compleja que integra la conciencia, el pensamiento y la racionalidad del investigador con su inconciencia, sueños, irracionalidad, y mitos. Esto fuera de todo subjetivismo. y reconociéndose como sujeto integrado críticamente en la búsqueda de la objetividad. La realidad, que incluye niveles de experiencia y abstracción, no deberá verse entonces, como un concepto puro, definido, claro y distinto. Se apela a tres operaciones lógicas como lo son: la distinción sin reducción, la conjunción sin confundir y la implicación. que apela a lo trasdisciplinar. por su característica de facilitar el pensamiento en red. La incertidumbre resulta el límite del conocer; su relatividad y provisoriedad. El investigador elucidará los mecanismos de poder incluidos en el saber instituido, tanto la institucionalización en la producción del conocimiento, como los análisis políticos de las relaciones institucionales .Se reconstruirá la integridad del conocimiento y se contextualizará, volviéndolo pertinente. Como esto puede encontrar obstáculos de diversa índole, se propone investigar teniendo en cuenta el artículo 14 de la Carta de la Trasdisciplinariedad, con características esenciales como el rigor, que toma en cuenta toda la información disponible, la apertura, que incluye la aceptación de lo desconocido, lo inesperado o lo imprevisible y la tolerancia, como el reconocimiento a las ideas y verdades opuestas a las nuestras. Respecto a la extensión, se promueve el voluntariado como forma de vincularse a la problemática social e incorporar la formación de un ciudadano solidario, consciente de tal modo de evitar el asistencialismo. Con esta forma compleja de concebir el saber, y observar la realidad, la enseñanza de la ética surge mucho más fluidamente Con un estudiante activo y solidario, que asume la responsabilidad de su saber, reflexivo y crítico, y que no relega su afectividad, la ética permea toda la vida universitaria. Se da en forma trasversal, pero también vivencial, aunque no se descarten cursos específicos. La autora comparte con el Enfoque BID el considerar, como valores básicos en los cuales formar, no sólo a los modernos como los “derechos humanos”, la democracia participativa (ciudadanía ) el desarrollo sustentable. También se agregarán otros nuevos como lo son: la promoción de un saber lúcido, la promoción de la comprensión intercultural del y desde el otro, la promoción de espacios de creatividad y la promoción de la búsqueda del sentido y la trascendencia. La creatividad desarrollará la confianza y la autoestima; confianza básica en poder reestructurar la realidad circundante. La educación deberá brindarle al profesional, aún si fuera necesario a nivel de postgrados, todas las herramientas necesarias, incluso actitudinales, para abordar la diversidad, la complejidad, la incertidumbre, y el cambio manifestado en la correlación de fuerzas entre la intelectualidad y las grandes corporaciones. La autora entiende que la sociedad tiene su cuota de responsabilidad en los escándalos mencionados, y que son éstos, la punta de un iceberg que no se agota con penalizar a los responsables, sino que deja de manifiesto la necesidad de un cambio profundo en los sistemas educativos, un cambio en los paradigmas.